XIII

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Capítulo dedicado a: @VeggitaVeggitita

—Hermano, sé que eres nuevo aún y todo el asunto, pero créeme que hoy estás demasiado torpe. —Comentó Jean Jacques Leroy, su jefe en el nuevo club en el que trabajaba. Ese día, como cada viernes, debían preparar todo para que el club estuviese perfecto para la noche, pero Otabek ya había roto tres botellas del mejor vodka ruso que Jean tenía para la venta.

—Lo sé, en serio lo lamento. —Otabek se sentó frente a la barra y se frotó el rostro. — Tengo como sentimientos encontrados, siento que he hecho algo bueno pero a la vez malo.

—Sé lo que pasó hoy en el hospital, Isabella me contó. —La novia de Jean era enfermera y claro, como omega también se sintió intimidada por la presencia de dos fuertes alfas a punto de una pelea cuando iba llegando a su turno por lo que no dudó en llamar a su alfa y que le ayudara a calmarse.

—Lamento lo de tu novia, debió estar muy asustada...

—Al igual que Yuri. —Aquello hizo que Otabek volviera a suspirar. Cuando la cólera que tenía bajó, notó el fuerte aroma de las feromonas de su destinado llenas de temor. Yuri temía de él. — Escucha, sé que tus intenciones con tu amigo japonés son las más puras. —Comenzó a decir Jean, sentándose al lado del kazajo sólo que dándole la espalda a la barra. — Pero creo que es hora de que lo dejes, no conozco su historia, pero sé que cuando aceptes a Yuri como tu pareja, tu propia historia comenzará y nadie más importará que tu omega.

—¿Desde cuando eres tan maduro? —Ambos alfas se rieron y el mayor (aunque fuese por unos meses) empujó al kazajo, jugueteando. — Gracias...sólo espero que Viktor haga lo correcto, de todos modos, no planeaba llevarme a Yuuri...por alguna razón, confío ciegamente en Viktor, ¿crees que sea raro?

—Viktor Nikiforov siempre ha tenido una presencia...extraña, es muy diferente a todos los alfas que he conocido, incluso con los demás líderes de otras manadas cuando visitan San Petersburgo, siempre es Viktor quien se destaca...me recuerda a esos generales de guerra que guiaban granes tropas y que todos le confiaban la vida de ser necesario. —Comentó el canadiense mirando a los demás empleados limpiar y arreglar el lugar. — Yo lo haría. Por eso me quedé en esta manada.

—General de guerra, ¿Eh?

—Yuuri, cariño, ¿Cómo te sientes? —Cuestionó Hiroko mientras le servía una porción de sopa. Mari estaba siendo mecida suavemente en su cunero portátil por su hermano mayor, Toshiya estaba en el trabajo así que sólo estaban los tres en casa.

—Estoy mucho mejor, no tienes que preocuparte tanto, mamá. —Sonrió el pelinegro mientras se levantaba con cuidado para poder almorzar junto a su progenitora. La charla se hizo amena, Yuuri le contó lo maravillosos que eran los niños que debía cuidar a diario y la hermosa relación que estos tenían con sus padres.

Hiroko sólo escuchaba lo que su adorable hijo le decía, en el fondo desearía que su hijo pudiese tener todo lo que él deseara, una linda familia, un buen alfa que supiera cuidarle. Sin darse cuenta, sus ojos se llenaron de lágrimas, alarmando inmediatamente a su hijo.

—M-mamá, ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? —Yuuri se levantó y de inmediato abrazó la castaña.

—Nada cariño, sólo...me alegra tanto que seas mi hijo. —Aquello sólo hizo que Yuuri le mirara aún más confundido.

Esa tarde, Yuuri se encargó de mimar a las mujeres de la casa hasta que, mientras terminaba de limpiar la cocina, en un pequeño descuido sus lentes se resbalaron, cayendo directo al suelo y claro, uno de sus lentes se trizó en muchas partes.

Yuuri suspiró y para no preocupar a su querida madre, quien dormía plácidamente junto a Mari, escribió una nota luego de ponerse sus lentillas de contacto. Iría al centro de la ciudad a ver si podía conseguir lentes nuevos, realmente los necesitaba y las lentillas no eran de lo más cómodo para él.

Se arregló un poco y luego salió de su nuevo hogar. Recordó que también necesitaba llevar un par de cosas que faltaban en la despensa, así que aprovecharía ese día de "descanso" de otra manera.

Luego de salir de la consulta médica y que le entregasen una nueva receta para sus nuevas gafas, caminó por las concurridas calles de San Petersburgo, sonriendo ligeramente tras la gruesa bufanda que tenía para protegerse del intenso frío. Las personas se veían contentas, casi no había rastro de sufrimiento en el ambiente.

Algunas tiendas y demás estaban adornadas con preciosos arreglos florales blancos, o tonalidades de azul celeste, suponía por la famosa celebración de la Luna que se realizaría en menos de una semana en la ciudad.

Con un renovado sonrojo en sus mejillas, Yuuri recordó las palabras de Viktor. Él le pediría ser su novio como parte del cortejo ese día y aún no había pensado una respuesta. Estaba clara cuál sería, pero sus demonios interiores seguían causándole cierta inseguridad.

—Disculpa, ¿te encuentras bien? —Un cuerpo había chocado contra el suyo, no con tanta fuerza pero aquella persona terminó sentada la fría acera. — ¿Yuri?

—¿P-podemos hablar...? —Esos enormes ojos esmeralda brillaban con nada más que temor y tristeza, Yuuri incluso tuvo ganas de llorar al percibir la agonía que tenía el pequeño omega.

—Claro, claro...vayamos a una cafetería o algo, no estás muy abrigado que digamos. Tus manos están frías...—Murmuró por último el japonés al tomar las finas manos del tembloroso rubio. Al cabo de unos minutos, ambos estaban frente a frente en una cafetería con una taza de humeante bebida cada uno. — ¿Qué te sucedió?

El rubio se encogió en su lugar y limpió sus aguados ojos. — Sentí el rechazo de Otabek...

—¿Otabek te rechazó? —El rubio negó con la cabeza y trató de ocultarse entre las largas hebras de su cabello. Demonios, como odiaba que le vieran llorar. — Hay algo más...¿Me puedes contar?

—No te conozco nada, no sé por qué mierda te pedí ayuda...pero-

—Tranquilo, hazlo a tu ritmo, tenemos todo tiempo...—Yuuri le dedicó una pequeña sonrisa y soltó un par de feromonas para calmar al omega aunque fuese sólo un poco.

—Ya no quiero culpar a nadie de mi mala fortuna pero así son las cosas, he conocido alfas en mi familia desde que tengo memoria y soñaba con ser uno, así que nunca me dediqué a aprender de otras clases y resulté ser un omega...no sé cómo funciona mi cuerpo, mis caderas duelen, he tenido la oportunidad de transformarme dos veces ya que me asusta relacionarme con mi lobo, ¿Y si no logro hacerlo?  —Preguntó de pronto el menor, dejando su cabello retenido por su oreja sólo para poder observar los intensos ojos marrón del japonés. — Mi destinado te prefiere a ti antes que a mí y no sé cómo controlar la frustración, debo ser bueno en todo lo que haga sólo porque soy el hermano del Alpha...oh, mierda.

El rostro del pequeño ruso palideció. Parecía estar al borde del ataque más sólo recibió una pequeña risa por parte del japonés ante tal expresión.

—¿Qué pasa? ¿Creías que no lo sabía? —Cuestionó el pelinegro mientras bebía de su café.

—Beka dijo que no lo sabías...—Murmuró el menor aún perplejo.

—¿Cómo no saberlo? Digo, en cada cita que tenía con Viktor todos nos felicitaban, especialmente a él y por muy amable que sean todos en la manada, sólo se tiene tal respeto por el líder. Además, Minami y Emil, los chicos con los que trabajo en la guardería me lo corroboraron. —El japonés se encogió de hombros y luego miró hacia el exterior de la cafetería con una sutil sonrisa. — Aunque me hubiese gustado saberlo de la misma boca de Viktor, creo comprender sus motivos, pero aún así...

—Viktor, por muy estúpido que parezca con esa sonrisa fea que tiene, te quiere. —Confesó el menor de los hermanos con un pequeño sonrojo. Yuuri volvió a reír y luego estiró una de sus manos para tomar la del pequeño omega.

—Pero no estábamos hablando de mí, prefiero ver ese muchachito explosivo a volver a ver esa terrible expresión en tu rostro. —Un suspiro se escuchó por parte del rubio pero sonrió al sentir la calidez de la mano ajena sobre la propia.

—Con sólo contarte esto...me he quitado un gran peso de encima. Creo que debo agradecértelo...p-pero no lo haré. —Yuuri sonrió divertido y luego negó con la cabeza, al menos sabía que el pequeño omega ya se encontraba mejor. — Y-yo pagaré la cuenta.

—No es necesario, pero gracias. —El pelinegro le dedicó una maternal sonrisa al rubio y este evitó su mirada con las mejillas a mas no poder de rojas. — Por cierto, nosotros tenemos clases pendientes, así podríamos ir al bosque nevado que tienen y podría conocer a tu lobo, así te relacionas poco a poco con él, ¿qué dices?

—¿En serio harías eso...?

—Por supuesto.

El resto de la tarde, ambos se quedaron hablando de cosas trivales, casi nada de real importancia pero para Yuri, fue gratificante y hasta emocionante. No le gustó admitirlo, pero las deliciosas feromonas del japonés lograron calmarle por completo, creyó tener otro amigo...uno muy especial.

Ya entrada la noche, Yuri dijo se podía ir solo a su hogar, cosa que el pelinegro negó al principio más también sabía que el pequeño necesitaba algo de tiempo a solas.

—Por cierto, cerdito. —Yuuri se giró mientras terminaba de acomodarse la bufanda una vez más, algo más acostumbrado al apodo. — Te ves...bien sin esas gafas de anciano, podrías usar ropa de omega y estoy seguro que matarías al calvo.

Yuuri se rió con ganas y asintió segundos después. — Créeme que lo pensaré.

¡Hola! ¿Me extrañaron? Yo que algunas asldj.

Quiero confesar que estoy algo...sentida con algunas lectoras, yo que todos tenemos gustos diferentes y qué se yo, pero lo de la antigua relación de Otabek y Yuuri no influye para nada en los acontecimientos posteriores, sólo fue una mención para que se comprendiese mejor el porqué son tan cercanos, men, algunas casi hicieron berrinche.

¿Les molesta que ni Otabek ni Yuuri sean vírgenes? ¿Qué harían si les digo que Viktor tampoco lo es? Me imagino que no hubiesen reaccionado igual, de haber sido ese el caso ni caso habrían hecho.

Lo otro, puse el recuerdo del sacrificio de Corban para que vieran cómo la historia casi se repite en la actualidad, Otabek casi dio su vida una vez más para que no lastimasen a Yuuri, tal como lo hizo Corban con Eros.

El haberme tardado tanto en parte fue un pequeño castigo, lo siento, era mi manera de no enojarme demasiado.

Sin más que decir.

Gigi.

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