XVI

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Su lobo estaba igual de inquieto que él, Yuri podía sentir como rasgaba por salir a como dé lugar y no quería, temía salirse de control y sobre todo, no podía simplemente dejarlo salir en una multitud de gente que podría salir lastimada por su culpa en caso de no poder controlar su lado animal.

Yuri corrió todo lo que sus piernas le permitieron, sentía las feromonas de su destinado cada vez más fuertes, sabía que huir de Otabek era lo peor que podía hacer, pero toda la valentía que tuvo apenas comenzó el festival había desaparecido apenas cruzó su mirada con los oscuros ojos del kazajo.

No quería enfrentarlo aún.

Apenas iba llegando al bosque, donde algunas parejas jugaban en sus formas lobunas, se adentró a este lo más lejos que podía. Su pecho ardía demasiado, era casi parecido a cuando se transformó por primera vez.

Tenía miedo.

Ya cuando las luces de la ciudad no eran más que puntos pequeños a lo lejos y los lobos de su manda desaparecieron de su vista, Yuri se dejó caer en la nieve mientras se apretaba sus ropajes justo donde su pecho más ardía.

No supo en qué momento, una niebla oscura cubrió sus ojos y su lobo tomó control de sí, se transformó sin dolor físico, pero en el interior sentía que todo se quebraba, ya fuera su corazón y parte de su raciocinio.

Por ese motivo fue que apenas el kazajo llegó a donde estaba el lobo de Yuri, este no dudó en atacarle, mordiéndole fuertemente el brazo.

—¡Yura! —Fuera de sentir el dolor de aquella mordida, Otabek se levantó como pudo, aún con el canino aferrado a su brazo. Los ojos del animal estaban llenos de ira, pero Otabek sabía que había algo más que eso. El omega de Yuri sufría.

¿Lo peor? Otabek sabía que era su culpa.

—Yura...por favor, escúchame-uhg...—El lobo volvió a apretar su mandíbula, causándole más dolor al pelinegro. — Quiero aclarar las cosas, sé que al ser el omega de Yuri quieres protegerlo, así que al menos...deja que escuche lo que tengo que decir.

El lobo se le quedó mirando unos segundos antes gruñirle una vez más y soltarle. Pequeñas gotas carmesí cayeron, manchando la blanca nieve, pero ni siquiera la peligrosa herida en el brazo del kazajo fue impedimento para que este se levantase y se arrodillara frente al can.

Aun desconfiando del alfa, el lobo se mantenía en guardia y gruñéndole cada tanto. A sabiendas que no podría vencerle si Otabek llegase a transformarse en lobo, cumplió con la petición y dejó que Yuri dejara ver entre sus ojos.

—Sé que crees que te he rechazado, Yuuri me lo dijo. —La sola mención de otro omega, hizo que el can volviese a gruñir y con más fuerza. —Lo siento...como dije, sé que crees que no te quiero como mi pareja, como mi compañero eterno, pero soy quien más lo desea...descubrí que simplemente no puedo ignorar el hecho de que...te pertenezco. He tenido algo así como ideales a lo largo de mi vida, donde era proteger a alguien especial para mí, que me acogió en su familia como yo fuese parte de ellos, fue mi manera de agradecerle...sentía que le debía la vida.

El lobo se comenzaba a agitar, pequeños sollozos que se convertían en bajos gruñidos interrumpieron a Otabek, pero en lugar de dejarle seguir lastimándose al caerse y volver a levantarse, el pelinegro abrazó con cuidado al omega y siguió hablando. — Y quiero que sepas algo...a pesar de haber tenido ese pensamiento, estos días contigo...me han hecho darme cuenta que mi vida siempre te perteneció a ti.

El can volvió a sollozar y de a poco, el rubio se dejó ver en su forma humana una vez más, correspondiendo al fuerte abrazo que el kazajo mantenía a pesar del punzante dolor de su antebrazo. Yuri temblaba y Otabek no sabía si era de frío o por el llanto del pequeño omega.

—¡Otabek, Yuri! —El omega japonés llegó corriendo junto a la pareja, seguido por Viktor. Ambos quedaron horrorizados al ver un corto camino de sangre que terminaba en una enorme mancha bajó Otabek. — Otabek, estás herido...

—Lo siento mucho, Beka...no quise hacerlo, en verdad lo siento. —Repetía el menor de los presentes como si de un mantra se tratase y el alfa que abrazaba sólo acariciaba su desnuda espalda para calmarle. El ambiente se sentía ligero a pesar del accidente y sólo cuando los dientes de Yuri comenzaban a castañear, su hermano se quitó su abrigo para ponérselo sobre los hombros.

—Yuri, debemos volver a casa, está helando y Otabek debe ir al hospital. Es herida...—Otabek negó con la cabeza, dándole a entender al ruso mayor que no preguntara. — Yuuri, ¿Puedes ayudarme con mi hermano? ¿Yuuri?

Yuuri no respondía, sólo veía como el kazajo se sostenía el brazo tratando de mantener su recto rostro de siempre, pero él sabía cuánto dolor estaba sintiendo. Yura tampoco estaba mejor, temblaba de frío y mientras más segundos pasaban, sus labios se iban tornando azules.

Lo peor era la sangre en la nieve. Le recordaba demasiado al sueño que tuvo días atrás dónde vio a una persona con el mismo rostro de su amigo morir de una forma terrible.

Sin darse cuenta de sus actos, Yuuri se acercó a Otabek y tomó su brazo con cuidado.

—Yuu, no lo hagas, ¡Te lo prohíbo! —Otabek ocupó su voz contra Yuuri y a pesar de que a Viktor eso no le gustó, no alcanzó ni a soltar palabra alguna cuando la marca de mordida en el brazo del kazajo comenzó a desaparecer.

—Está desapareciendo...—Susurró Yuri asombrado.

—No...se está sanando. —Comentó Viktor igual de perplejo.

¡Ya basta, deja de hacerlo, te estoy dando una orden! —Otabek trataba de alejarse del japonés y usó su voz de mando lo más fuerte que pudo. Pero Yuuri desobedeció, liberándole sólo cuando no hubo ni rastro en el brazo de Otabek. — Yuuri...

Yuuri dejó caer sus brazos a los lados y Viktor quedó casi en shock cuando gotas de sangre comenzaron a caer de uno de los brazos del japonés.

—Ahora si podemos ir al hospital, Yuri puede enfermar si sigue a la intemperie. —La calma de Yuuri ante la situación no hizo más que asustar o más bien preocupar al par de hermanos, que sin dudarlo siguieron al pelinegro, ahora herido.

Viktor caminó ayudando al rubio, quería acercarse al japonés y preguntarle qué demonios había pasado, y sólo cuando Otabek salió de su transe, se acercó a tomar a Yuri al estilo nupcial para que sus pies no se quemasen con la nieve.

—Ve...sé que tienen muchas preguntas, pero el único que puede responderlas es Yuuri. —Yura, a pesar del sonrojo que tenía por la vergonzosa forma en la que iba, apretó los labios aún con cierta culpa. Otabek lo notó y juntó sus labios con la mejilla del menor, sonriéndole sólo un poco. — Él estará bien...

Viktor los dejó y se adelantó para enfrentar a Yuuri.

—Beka...¿Los omegas pueden desobedecer a "la voz" de un alfa? —El nombrado negó con la cabeza. — Entones...¿Tú ya sabías que...? ¿Él puede...? —El ojiesmeralda no sabía ni siquiera cómo formular su pregunta.

—No es la primera vez que lo hace. —Comentó Otabek de pronto. — Ya sea una pequeña fiebre, un corte que su madre se hace cocinando, el dolor lumbar de su padre...todo desaparece y recae en Yuuri. Es extraño, lo sé, pero como he vivido desde pequeño con él me he acostumbrado.

—¿Y esos malestares los enfrenta solo...?

—Ni él mismo lo puede explicar, pero sana rápidamente.

Los más jóvenes se quedaron en silencio y Otabek esta vez sólo se preocupó por su omega, por su pareja. No por el japonés que iba siendo abrazado por el peliplata.

—Yuuri...¿Cómo?

—No lo sé, es como una...habilidad que he tenido desde pequeño. No me gustaba ver a mis amigos heridos cuando se caían, así que un día...intercambié su dolor por mi bienestar. Me quedaba con sus raspaduras y a ellos ni una cicatriz les quedaba. —Explicó el pelinegro, dejando que su brazo, ahora sangrante, fuese acariciado con cuidado por Viktor en lo que este le abrazaba. — Llama a una ambulancia para que nos esté esperando, me preocupa Yuri.

Viktor apretó los labios y asintió. Luego de explicar la situación, sólo debían caminar a la entrada del bosque.

—Bien, el músculo no se dañó, tampoco ningún nervio, de hecho creo que se la herida luce mucho peor de lo que se ve a simple vista. Joven Katsuki, realmente tuvo mucha suerte, los dientes de los recién despertados son igual que los de un cachorro, filosos y peligrosos, pudo haber perdido la movilidad de su mano. —Explicó el médico mientras terminaba de curar a Yuuri y terminaba por poner un vendaje para proteger la mordedura. — Deberá venir tres veces a la semana a curaciones y si sigue las indicaciones le aseguro la cicatriz será mínima, iré a buscar unos analgésicos para que pueda dormir sin molestias, si me disculpan.

—¿Por qué sonríes? —Le regañó Viktor al japonés. No estaba realmente molesto, pero seguía confundido y su teoría de que Yuuri no era realmente un omega no se quitaba de su cabeza.

—Porque pude salvar a Ota, él es Dj, perder la movilidad de su brazo hubiese sido terrible. —Comentó mientras se levantaba de la silla en la que estaba para poder abrazar con su brazo sano el torso del ruso. — No te enfades, sé que tienes más preguntas y yo no tengo todas las respuestas...pero sé que hice lo correcto, lamento haberte preocupado...

—Realmente no puedo molestarme contigo. —Esta vez fue el turno de Viktor para sonreír mientras correspondía al abrazo. Apenas alejó el rostro de su pareja de su pecho y se inclinó lo suficiente para alcanzar esos dulces labios (y no, no por el labial de Pichit), sintiéndose casi flotar entre nubes. Demonios, los labios de Yuuri realmente serían su perdición. — Es cierto que tengo muchas preguntas, pero ahora...realmente me alegro que tú y Yuri ahora si estén bien.

—Te lo dije, Ota es un buen chico...es sólo que le cuesta un poco descubrir sus propios sentimientos y sobre todo expresarlos. Ellos son destinados, al igual que nosotros...

—¡Pero Yuri aún es muy pequeño, apenas hace unos días descubrió su clase, su omega es un bebé! —Se quejó el ruso mayor, sacándole una carcajada al pelinegro. Yuuri se acercó a besar una vez más a Viktor cuando los recién mencionados aparecieron.

—Oh, lo siento, debimos tocar. —Se disculpó el kazajo, dispuesto a cerrar la puerta para que Yura no se sonrojase aún más de lo que ya estaba. Y es que simplemente no entendía cómo es que podían parecer una pareja de recién casados y hacer cosas tan vergonzosas (como besarse) con tanta naturalidad.

—No hay problema, ahora debemos ir a casa. Vayamos todos y vemos una película...Yuri debe abrigarse mucho y qué mejor que nuestro hogar. —Todos sonrieron por las palabras de Viktor y sin dudarlo, todos aceptaron.

Luego de un par de indicaciones más por parte de los médicos de ambos Yuris, los cuatro se dirigieron al hogar de los rusos. Viktor avisó a Yakov de los sucedido (al menos parte de lo que pasó), así que podía ausentarse el resto del festival sin problema.

Al llegar, hicieron una especia de pijamada improvisada. Para sorpresa de los rusos, Otabek se las ingenió para hacer un par de pizzas con los ingredientes que había en la cocina, Yuuri preparó un delicioso té y los hermanos prepararon la sala para poder dormir cómodamente en caso de que el sueño los venciera.

—¿Sabes? Esto se siente más familiar de lo que creí...—Comentó Viktor en un susurro al notar que los menores ya se encontraban dormidos tomados de las manos.

—Es como si...esto era lo que debía pasar desde el comienzo. —Completó Yuuri con una sonrisa, sonrojado al estar casi escondido en el fuerte pecho de su alfa.

¡Estoy viva!

Lamento haber tardado una semana más, pero justo entré a clases y debía arreglar un par de cosillas más antes de escribir cómodamente.

¿Qué tal el capítulo? DLSKFJ, disfruté tanto haciéndolo.

Espero que les esté yendo bien en sus primeros días de clases (en caso de que hayan entrado este mes), confíen en que les irá de maravilla<3.

No sé que más decir, ando sin palabras alksdj

Gigi

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