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ᴀʙʀᴏ ᴍɪs ᴏᴊᴏs ʟᴇɴᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ al escuchar mi alarma sonar. Mientras me froto los ojos me siento apoyando mi espalda en el cabecero de la cama.

Me quedo mirando la ventana durante unos segundos hasta que reacciono y cojo mi teléfono para ver la hora. Son las dos de la mañana y el vuelo sale a las tres, será mejor que me vaya vistiendo.

Después de levantarme de la cama y ducharme empiezo a buscar la ropa que me pondría hoy. Al final me decido por unos tejanos ajustados y una camiseta corta de color blanco.
Me acabo peinando dejándome la gran melena suelta y tras recoger todas mis maletas bajo a recepción a devolver la llave de la habitación.

Pido un Uber y me siento en la parte trasera del vehículo. Todo el viaje fue silencioso, de vez en cuando el conductor y yo cruzábamos alguna palabra pero ya esta.
Al llegar al aeropuerto le pago al hombre que me ha traído y entró al lugar para pasar el control de seguridad.

Estuve más o menos cinco minutos en el control de seguridad y después de que me dejarán pasar fui a esperar a que dijeran que ya podíamos entrar al avión.

Mientras espero me pongo los AirPods y empiezo a escuchar música que tengo en mi lista de reproducción, hasta que por fin nos dicen que ya podemos embancar.
Al entrar al avión saludo a las azafatas y busco mi asiento, me toca al lado de la ventana y para mi suerte a mi lado no hay nadie.

En teoría debería llegar a Baréin a las nueve de la mañana o a las diez, asique un largo viaje me espera. Los pilotos llegarán antes, eso está más que claro, van en avión privado...

Un pequeño bebé detrás de mí empieza a llorar una vez el avión empieza a despegar y la madre intenta hacer que se calme, pero no hay manera. ¿Le puede dar las pastillas que yo uso para dormir? No.

Cuando el avión ya está en el aire mis ojos empiezan a cerrarse poco a poco, si me duermo el viaje será más corto.

Mi teléfono empieza a vibrar en mi mano derecha y mis ojos se abren lentamente, ¿Algún día me dejarán en paz?
Miro el número y es el mismo que el día anterior, simplemente le doy a colgar y miro la hora en mi pantalla. Las seis de la mañana, aún quedan tres horas de vuelo.
Empiezo a buscar por mi mochila hasta que encuentro el libro que me había traído para el viaje, "Todo lo que nunca fuimos".

No sé cuánto rato estuve leyendo, pero fue uno largo, ya que de un momento para otro solo me faltaban un par de capítulos para acabar el libro. Por eso tengo tantos libros.

—Disculpe— Llamo a la azafata que pasa por mi lado. —¿Me podría decir cuanto falta?— Le pregunto, sí, soy una impaciente.

—En unos veinte minutos aterrizaremos, no se preocupe— Me responde con una sonrisa.

—Gracias— Le digo y esta asiente para después seguir por su camino.

En efecto, en veinte minutos ya habíamos aterrizado, asique tras recoger mi maleta salgo del aeropuerto.
Al salir pido otro Uber y le pido que me lleve al hotel donde he reservado para dejar las maletas y poder ir al paddock.

Al llegar me dan la tarjeta de la habitación y después de pagar mi estancia aquí, me dirijo a la habitación. Al entrar dejo las maletas y tras volverme a peinar y dejar la chaqueta que llevaba puesta, reviso mi bolso para ver si lo llevo todo.

—AirPods, cartera, DNI, teléfono, las gafas de sol y la tarjeta del hotel— Lo reviso todo y finalmente salgo de la habitación y salgo del edificio.

Tercer Uber por hoy y después de diez minutos de silencio incómodo llego al paddock, donde hay una cantidad de fans en la puerta.
Le enseño la tarjeta que tengo para entrar al guardia de seguridad que hay en la puerta y este me deja pasar.

Voy caminando por el paddock, hasta que llego al garaje de Ferrari, donde hay varios mecánicos preparando los coches para los entrenamientos.

—¡Hola, Alexis!— Me saluda Mattia llegando delante de mí.

—Hola, Mattia— Respondo y los dos nos saludamos con dos besos en las mejillas.

—Ven, acompáñame, aún tienes que firmar un par de cosas— Lo empiezo a seguir hasta su despacho y de vez en cuando saludamos a algunos mecánicos. —¿Qué tal el vuelo?—

—He dormido la mitad de él — Le digo y los dos reímos. —Pero dejando de lado eso, ha estado bien—

Al llegar al despacho de Mattia, este me empieza a dar algunos contratos mientras me explica para qué sirven y me da un bolígrafo para que los vaya firmando.

—Bienvenida oficialmente al equipo,
Alexis— Dice Mattia estirando su mano.

—Un placer— Respondo y los dos estrechamos las manos.

—¿Qué tal si das una vuelta por el paddock o por el garaje? Así lo vas conociendo un poco más— Me dice mientras salimos del despacho.

—Claro— Le respondo con mis manos entrelazadas detrás de mi espalda.

—Cualquier cosa estaré con los mecánicos, búscame si necesitas
algo— Tras un pequeño golpe en la espalda Mattia se va con uno de los mecánicos de Charles.

Empiezo a caminar por el paddock y de vez en cuando voy haciendo algunas fotos a lo que voy viendo. Estuve unos minutos dando vueltas por el paddock hasta que mi estómago empieza a sonar, asique me dispongo a volver dentro.

Vuelvo a entrar al garaje de Ferrari y algunos mecánicos se me quedan mirando, pero no es que haga mucho caso. Al subir a la planta de arriba del paddock veo la comida para los trabajadores, desde pilotos hasta managers.

—Hola, Alex— Me saluda una voz masculina detrás de mí.

—¡Charles! Hola— Respondo y los dos nos damos un pequeño abrazo. —¿Qué tal?—

—Muerto de hambre, toca alimentarse— Me dice y empieza a servirse su comida.

Me lo quedo viendo al ver que coje casi de todo hasta que este se da cuenta y se gira para mirarme.

—¿Qué? Tengo hambre...¡Ah, si! Acompáñame— Dice y deja su plato a un lado de la mesa para llevarme hasta la barra, donde al camarero le dice algo en Italiano que no llego a entender.

El camarero vuelve unos segundos después con un plato en sus manos. En el hay un yogur y un sándwich de jamón salado.

—Carlos le ha bombardeado la cabeza a todos para que no pongan nada de cacahuetes ni de nueces— Dice.

Empiezo a notar mis mejillas rojas e inocentemente bajo la cabeza con una pequeña sonrisa.

—Si no acabáis juntos os obligo a firmar un acta de matrimonio— Dice y con su dedo índice me señala. —Te dejo, que me roban la comida—

El monegasco se va dejándome sola, cojo el plato de encima de la barra y me voy a una mesa vacía que hay en el pequeño restaurante.

Carlos ha hecho una buena elección porque todo lo que me ha pedido está buenísimo.
Después de llenar mi estómago le dejo al camarero el plato en la barra y vuelvo a bajar al garaje, donde ahí me encuentro a un piloto de McLaren junto a Charles.

—¡Alexis, ven!— Exclama desde la parte donde paran los coches en boxes.

Me acerco a ellos y el moreno que está junto a Charles me dedica una sonrisa.

—Lando, ella es Alexis, la manager de Carlos, Alexis, él es Lando, piloto de McLaren— Nos presenta Charles.

—Un placer— Le digo tras estrechar nuestras manos.

—El placer es mío— Responde con una sonrisa. —Y ahí viene tu príncipe...—

—Dejemos hablar solos a Romeo y a
Julieta— Dice Charles tirando de Lando para irse.

—¡Pero yo quiero ver lo que pasa!— Escucho que dice Lando.

Me doy la vuelta para visualizar a Carlos llegar con unas flores en las manos, más concretamente amapolas blancas.

—No digas nada, es un detalle— Dice él entregándome las flores con una pequeña sonrisa.

Me quedo mirando las flores con una sonrisa plasmada en la cara, hasta que me obligo a reaccionar.

—Gracias, no tenías que darme nada— Le respondo aún sonriendo.

—Es un pequeño detalle por tu primer día, nada especial— Me dice antes de girar su cabeza hacía el garaje de Mercedes.

Hago el mismo movimiento que él y me encuentro con el piloto, George Russell, mirándonos con una sonrisa pícara.

—¡Vete con tus mecánicos!— Exclama Carlos haciendo que una pequeña risa salga por mi boca.

Russell le hace una pequeña cara de burla para darse la vuelta e irse junto a alguien de su equipo.

—¿Esto pasa a menudo?— Le pregunto aún con las flores en mis manos.

—No, porque nunca le doy flores a nadie por su primer día— Dice y rápidamente se da cuenta de lo que ha dicho. —Quiero decir... Yo...—

Río ante su intento de arreglar lo que ha dicho segundos antes y sin dejarlo acabar lo corto empezando a hablar yo.

—Gracias por el detalle— Lo interrumpo y el Español sonríe. Al mirarlo a los ojos veo que se han vuelto más negros, haciendo que esta vez, yo me ponga nerviosa. —Ah, ¿Y Caco?—

—Vendrá el día de la carrera, estos dos días tú te encargas de todo— Me dice y los dos empezamos a caminar dentro del garaje.

—¿Tengo que hacer algo en
especial?— Pregunto.

—No, pero Caco te pasará los números de las marcas con las cuales tengo que colaborar— Me responde y yo asiento.

Alguien llama a Carlos avisándole de que ya van a empezar los entrenamientos y que tiene que ir preparándose.

—Nos vemos luego, Alex. Por cierto, Mattia te dará los cascos para que puedas escuchar mi radio— Me dice y antes de irse me da un pequeño abrazo.

Sonrío para mí misma mirando las flores que tengo entre las manos, antes de que alguien venga por detrás haciendo que me asuste.

—¡Charles!— Exclamo al ver como se ríe de mi reacción.

—¡Perdón, perdón! Por cierto, bonitas
flores— Dice antes de quedarse
pensando. —¿Son para la boda?—

Le doy un golpe en el hombro con la mano que tenía más disponible.

—¡Ay!— Dice sobándose este. —Era solo una pregunta—

—Vete a preparar y déjame tranquila— Le digo intentando que no se me escape la risa.

—¡Vale, vale! Pero no me pegues más que duele— Dice y se da la vuelta aún sobándose el hombro.

Dejo las amapolas en la mesa dónde había dejado también mi bolso y ahí llega Mattia con los cascos para escuchar la radio de Carlos.

Me cruzo de brazos mirando la pantalla del garaje, donde de momento solo se ven a los pilotos recorrer el circuito con diferentes tipos de neumáticos.

—¿Neumáticos?— Le preguntan a Carlos.

—De momento bien— Responde mientras sigue dando vueltas al circuito.

El resto de entrenamiento no cambió mucho en todo este rato, Carlos llevaba bien el coche y de momento no había ningún problema.

De vez en cuando entraba a box para cambiar los neumáticos y probar con los blandos, al igual que Charles, pero eso no me importaba tanto. Lo que me importaba de más para el día de la carrera era que estrategia tenían preparada.

Después de una hora y media de entrenamiento retiran los coches y los dos pilotos de la scuderia bajan de sus monoplazas.
Los mecánicos empiezan a revisar que todo esté en orden y mientras lo hacen el Español se acerca a mí.

—¿Qué tal tu primera vez aquí?— Me pregunta dejando el casco a un lado.

—Con los tímpanos reventados— Le respondo.

No pensaba que el monoplaza sonará tan fuerte y más cuando para a boxes.

—Tendrás que ir acostumbrándote— Dice antes de que le digan que ya han acabado los entrenamientos. —Me voy a cambiar, nos vemos luego—

Me siento en la mesa dónde está mi bolso con mis cosas y saco mi teléfono para ver las notificaciones que me han llegado.

"Llamada perdida de número desconocido"

¿Para qué me llamarán tanto? Ya empiezan a ser insoportables.

Entro a instagram y me sorprendo al ver mi bandeja de entrada a punto de explotar. ¿Qué a pasado? Al entrar al perfil de la scuderia puedo ver que han publicado una foto de mí.

"Buongiorno a la manager de Carlos" En la foto aparezco yo junto a Mattia.
No es que me moleste que me hayan publicado, pero me hubiera gustado que me avisarán.

También hay algunas solicitudes de varios de los pilotos,  pero a mí solo me importaba una. "Carlossainz55 ha empezado a seguirte"

A todos les acepto la solicitud, pero al primero ha sido al Español. Solo porque soy su manager...

Ya me había llegado el mensaje de los contactos de Caco para las marcas las cuales trabajan con Carlos y rápidamente mi teléfono empezó a sonar.

—¿Diga?—

—Sí, hola, ¿Hablo con Alexis?— Pregunta un hombre al otro lado de la línea.

—Sí, soy yo— Digo y sucesivamente el hombre que estaba al otro lado de la línea empieza a explicarme que es de Renault y que necesita empezar a mover cables para alguna cita con Carlos.

Saco una pequeña libreta que tengo de puro milagro en el bolso y empiezo a apuntar todo lo que me va diciendo.

—¿Alex?— Dice un acento Español detrás de mí. Me giro y alzó el dedo índice en forma de que espere. —Lo
siento— Susurra.

Cinco minutos después acabo de hablar con Renault y miro a Carlos.

—Tienes cita con Renault en dos semanas, te lo recordaré igualmente— Digo.

—Veo que ya has empezado a trabajar. Solo vengo a decir adiós, me voy al
hotel— Me dice y yo me levanto recogiendo todo.

—Sí, yo también debería irme— Respondo y los dos salimos del paddock. —¿Nos vemos mañana en la clasificación?—

—Claro, cuida las flores— Me dice acercándome para abrazarme. —Y cuídate tú también—

Tras decir eso se aleja y va directamente a su coche. Me lo quedo viendo hasta que cruza la puerta de salida.

Pido el último Uber del día y una vez en la recepción del hotel mi teléfono empieza a sonar, esta vez es Peugeot.
Contesto la llamada y es más o menos lo mismo que con Renault, solo que esta llamada ha durado más.

Apunto en la misma libreta de antes que Carlos tiene cita con Peugeot, en un mes y después de informar a Caco para que también lo sepa me pongo el pijama y tras tumbarme en la cama y ponerme el despertador enciendo la televisión y empiezo a ver una película.

Mis ojos empiezan a cerrarse poco a poco y cuando me doy la vuelta para poder dormir veo las amapolas sobre la mesa de la habitación, haciendo que un pequeño cosquilleo recorra mi estómago.

Amor no, amor no, amor no.

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