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ʜᴀʙíᴀ ʟʟᴇɢᴀᴅᴏ ᴀ ᴄᴀꜱᴀ. Estoy enfrente del infierno que se hace llamar "hogar".
Al entrar intentando no hace mucho ruido veo como hay varias botellas de cerveza tiradas por el suelo y encima del sofá durmiendo, la persona que debería haberme criado.

Cojo la maleta para que no se escuchen las ruedas por el suelo y subo las escaleras de puntillas. Cierro la puerta con cuidado y pongo el pestillo.

Al abrir el armario lo veo tal y como lo deje antes de irme a Italia. Deshago la maleta y la vuelvo a hacer con otra ropa.
Me cambio también la ropa que llevo puesta y me hago una coleta alta.

Unos minutos después de haber recogido todo, me siento en mi cama y observo toda la habitación.
Está igual que hace años, las paredes son blancas, las cuales aún tienen algunas fotos de mis supuestos hermanos conmigo. El armario también es blanco, al igual que el escritorio y el escritorio, el cual está delante de la ventana que da a la calle.

Todo parece igual, pero lo único nuevo de la habitación son las amapolas blancas que acabo de poner en mi mesita de noche.

—¡¿Alexis?!— Exclama una voz grave desde el piso de abajo.

Mi labio inferior empieza a temblar al escuchar esa voz después de unas cuantas semanas. Sin hacer ruido me levanto de la cama y bajo al piso de abajo.

—¿Sí?— Digo quedándome delante de las escaleras.

Escucho como mi progenitor se levanta y poco a poco se va acercando más a mí.
Al tenerlo enfrente noto como me acaricia la mejilla y rápidamente cierro los ojos sabiendo lo que se viene. Un golpe en esa misma mejilla hace que caiga al suelo.

—¡Deberías haber vuelto hace dos
días!— Dice apuntándome con el dedo.

—La carrera fue hace dos días, tenía que estar. Te dije que volvía hoy...— No me dio tiempo a decir algo más cuando otro golpe me dio en la nariz.

—¡Te he dicho miles de veces que no me interrumpas mientras hablo!— Grita mi padre para después tirar de mi pelo para que alce la cabeza.

De repente me suelta y se aleja de mí para volver a sentarse en el sofá que está delante de la televisión.

—Vete— Me ordena mientras yo me intento levantar poniendo mis brazos sobre el primer escalón.

Al llegar a mi habitación me vuelvo a encerrar y voy directa al baño a por el botiquín. Me quito la sangre que está saliendo por mis fosas nasales y saco una compresa fría para ponérmela en ellas.

La situación podría haber sido peor...

He decidido salir ya de ese infierno, he salido a dar un paseo por Madrid para despejarme.

El sangrado ya había parado y la nariz ya no estaba inflamada, lo único que estaba rojo era la mejilla.

Mientras camino por el centro de Madrid paro en un parque y veo una pequeña niña tirarse por un tobogán mientras ríe.
Al llegar hasta el final del tobogán corre hacía uno de los bancos que hay en el lugar y se sube en las piernas de un chico que se me hace conocido.

—¿Carlos?— Pregunto acercándome a la valla del lugar infantil.

—¿Alex? Hola— Dice el moreno dejando a la niña en el suelo para venir a abrazarme.

—¿Qué te trae por aquí?— Le pregunto una vez entro al parque infantil.

—Mis tíos han venido a visitarnos y mi prima ha querido venir al parque— Dice y rápidamente la niña se acerca corriendo a nosotros.

La niña se esconde detrás de su primo mientras yo me agacho a su altura con una sonrisa.
Carlos se aparta un poco y la pequeña se acerca poco a poco a mí.

—Hola...— Dice acercándose a mí. —Mi nombre es Maya— Se presenta.

—Hola, Maya, soy Alexis, pero puedes llamarme Alex— Me presento a la pequeña y esta sonríe.

—¿Por qué no vas a los columpios, Maya? Nos iremos en un rato— Le dice Carlos a su prima y esta asiente.

El Español y yo nos sentamos en uno de los bancos cerca de los columpios mientras hablamos.

—¿Sabes? Estaba pensando en llamarte para ir a algún sitio, los dos, pero no sé lo que te gusta— Me dice soltando una pequeña risa.

—Gracias por el detalle. La verdad es que no me gustan muchas cosas, te puedo decir que hace años montaba a caballo con mi hermano— Respondo encogiéndome de hombre.

—Equitación, anotado— Dice y los dos reímos.

—¡Alex, mira que sé hacer!— Grita Maya desde los columpios para después saltar a una pequeña altura de ellos.

Le aplaudo a la pequeña mientras se nos acerca a Carlos y a mí, para poder sentarse junto a los dos para beber agua.

—¿Qué tienes ahí?— Me pregunta apuntando a mi mejilla donde había recibido el golpe.

De reojo veo como Carlos presta total atención a mi mejilla antes de que yo pueda inventarme algo.

—Me he caído en mi casa y me he rascado la mejilla— Me invento mirando a la pequeña.

—¿Pero ya estás mejor?— Me vuelve a preguntar con una mirada de preocupación.

—Claro, ya no me duele— Respondo sonriendo mientras le acarició el pelo.

Maya asiente y rápidamente vuelve al parque para seguir jugando.

—¿Seguro que estás bien?— Me pregunta Carlos sentado a mi lado.

—Sí, ha sido solo el susto— Le respondo y veo como asiente no muy convencido.

A saber cuantas horas estuve en el parque con Maya y Carlos, pero en realidad era porque no quería volver a casa con mi padre.

—Bueno... Será mejor que me vaya, tengo que hacer la cena— Le digo a Carlos levantándome del banco.

—Claro, ¿Nos vemos en Emilia
Romagna?— Dice Carlos también levantándose.

—Claro, si necesitas algo, solo llámame, y recuerda que en tres días tienes cita con Renault— Le recuerdo y este ríe.

—¿Qué haría yo sin mi manager?— Dice tomándose el pecho en broma.

Río ante su comentario y tras darle un abrazo me acerco a la pequeña Maya para despedirme.

—¿Ya te vas?— Me pregunta bajando del tobogán. —¿Por qué?—

—Tengo que volver a mi casa, ya empieza a ser tarde— Respondo acariciándole un mechón de pelo.

Sin previo aviso, la pequeña se lanza a mis brazos y me abraza con fuerza.

—Me has caído bien, Alex— Me dice volviéndome a abrazar. —Carlos tenía razón...—

La miro confundida antes de que las palabras salgan por su boca.

—Eres más guapa en persona— Dice y rápidamente noto mis mejillas rojas haciendo que sonría.

Me agacho a su altura y le doy otro abrazo para después dejarla jugar y marcharme del parque infantil.

Camino a casa voy pensando en las palabras de la pequeña Maya. ¿Carlos piensa que soy guapa...?

Al llegar enfrente de mi casa, me quedo pensando unos segundos delante de la puerta. Mejor entro por la ventana de mi habitación.
Rodeo la casa y me cuelgo de varias cosas que hay por la pared de fuera haciendo que llegue a mi ventana, la abro con cuidado y entro.

Bajo con cuidado al comedor y vuelvo a ver a mi padre dormido en el sofá. Me acerco con cuidado y recogo todas las botellas que hay tiradas por el suelo, al tirarlas a la basura, ordeno un poco la cocina y me hago la cena.
Vuelvo a subir a mi habitación y empiezo a cenar un trozo de pizza que me había calentado en el microondas.

Al acabar de cenar vuelvo a bajar al comedor y dejo el plato en el lavavajillas, pero antes de irme visualizo a mi progenitor abrazándose a sí mismo con la televisión encendida.

Suspiro y me acerco a él para pasarle una manta por encima, recogerle todo lo que tiene por el suelo, cerrar las cortinas y apagar la televisión.

Una vez tumbada en mi cama me dispongo a ver Twitter para ver que novedades hay, pero los comentarios de odio que hay hacia mí me obliga a apagar en teléfono.

"Es una puta"
"Es una cualquiera, lo único que quería era fama"
"Perra"
"Idiota y busca famas"

Algunas lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas al ver como todo el mundo me odia solamente por mi trabajo, pero el sonido de mi tono de llamada me hace reaccionar.

—¿Diga...?— Respondo la llamada mientras me limpio las lágrimas.

—¿Alexis?— Pregunta una voz masculina desde el otro lado de la línea.

—Sí, ¿Quién pregunta?— Pregunto con el ceño fruncido.

—Auch... ¿Ya has olvidado mi voz?—

Rápidamente caigo en quien es... Esto no puede estar pasando, ¿Qué quiere ahora?

—Derek...— Susurro con un tono de sorpresa.

—Hola, hermanita...— Dice mi hermano y no hace falta verlo para saber que está sonriendo. Un escándalo desde el otro lado de la línea hace que mi supuesto hermano pegue un grito. —¡Madison, dile a tu hija que deje de llorar!—

¿Qué...?

—¡No deberías haberla llamado a esta hora! ¡Es la hora de dormir de Leah!— Escucho como le responde la mujer.

¿Madison...?

—¡Dame el teléfono, tengo que hablar con ella!— Grita otra voz grave.

¿Noah...?

Me quedo en shock dándome cuenta de que todas las llamadas que he estado recibiendo han sido de mis hermanos, porque me guste o no, están todos en la otra línea del teléfono.

—¿Dónde estás, Alexis?— Pregunta Derek haciéndome reaccionar.

—¿Por qué te lo diría? No somos hermanos, o al menos eso decís vosotros— Le respondo de mala gana.

—Alexis...— Me llama Derek y escucho como se aleja de todos. —Lo sentimos, pero...—

—No, nada de peros. Me habéis borrado de la familia porque os ha dado la gana. ¡Y no hace falta recordar que todos los que me abandonaron fuisteis vosotros!—

—Tenemos una explicación...— Lo escucho decir casi en un susurro.

—¿Cuál? La típica que dice algo como: "Era por tu bien" o "No teníamos opción" Sí es alguna de aquellas te la puedes ir ahorrando porque me la da igual vuestra explicación. ¿Por qué teníais que volver justamente cuando he conseguido rehacer mi vida?—

—Llevábamos intentando contactar contigo desde hace meses— Me explica.

—Ya lo sé— Le respondo harta de toda está nueva situación. —Pero no me importa, me dejasteis con un maravilloso padre que hace nada más y nada menos que cinco horas me ha hecho sangrar, y ese golpe ha sido flojo...—

—Hermanita, lo sentimos. Sobretodo yo, pero todos teníamos miedo— Se intenta excusar.

—Ya, eso sí que lo entiendo. Pero lo que me duele es que me juzgasteis, me abandonasteis, ninguno de vosotros intento luchar por mi puñetera custodia y para colmo me habéis borrado de la familia— Le respondo y antes de que diga algo lo interrumpo. —Y no quiero que ninguno de vosotros me empieze a joder mi nueva vida, porque sí. Por una vez, soy feliz. Asique, gracias, por tu llamada, pero me importa una mierda para lo que me has llamado. Adiós, Derek, me saludas a los demás— Sin rencor cuelgo llamada y lanzó el teléfono a la otra punta de la cama.

Me siento abrazando mis rodillas mientras lágrimas caen por toda mi cara.

¿Por qué a mí? ¿Por qué me tenían que llamar ahora que iba todo tan bien...?

Está familia siempre ha sido una mierda, para todos hemos sido "los perfectos Hernandez" pero los moretones o la sangre nunca se han arreglado con disculpas...

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