012

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


ᴇꜱᴛᴏʏ ᴅᴇꜱᴘɪᴅɪéɴᴅᴏᴍᴇ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏꜱ ʟᴏꜱ ɪɴᴛᴇɢʀᴀɴᴛᴇꜱ de la scuderia para poder irme al hotel de nuevo junto a Carlos.

—¿Nos vemos en dos semanas?— Dice Charles llegando junto a mí.

—Claro, pero recuerda que has quedado con Mattia el martes a las seis— Le recuerdo alejándome de él para poder irme.

—¡Y tú recuerda que eres la manager de Carlos, no la mía!— Exclama él alejándose de mí con una sonrisa.

Salgo del garaje de Ferrari buscando con la mirada al español con el que debería irme, pero alguien me coje de la cintura y atrapa sus labios con los míos.

Le correspondo el beso al identificar quien es y paso mis brazos por detrás de su cuello para poder acercarlo más a mí.

—¿Nos vamos?— Pregunta separando sus labios de los míos.

—Sí— Respondo sonriendo mientras entrelazo sus dedos con los míos.

Al salir del paddock, Carlos va saludando a los fans, hasta que llegamos al garaje, donde se encuentra su coche.

—Espérame aquí, me he dejado la chaqueta en el garaje— Le digo antes de montarme en el coche.

Vuelvo a entrar al paddock para poder encontrar mi chaqueta sobre la mesa dónde la había dejado. Al salir de nuevo, mi cuerpo choca con alguien más alto que yo.

—Lo siento, lo siento— Respondo levantando mi mirada para visualizar quien es.

—No te preocupes, iba distraído— Los ojos del hombre rodean todo mi cuerpo y por un momento llego a ver sorpresa en su mirada. —¿Usted es Alexis Hernandez?—

Asiento lentamente al ver que yo no soy capaz de reconocer al hombre que tengo delante de mí, hasta que este vuelve a hablar.

—Eres igualita a tu madre— Mi corazón late con fuerza al escuchar esas palabras.

—¿Disculpe, le conozco?— Pregunto algo confusa ante sus palabras.

El hombre estira su mano para estrecharla con la mía antes de poder presentarse.

—Toto Wolff, jefe de equipo de
Mercedes— Mis ojos se abren como platos al escucharlo y rápidamente me viene a la memoria la conversación que tuve con Madison días antes.

"Mamá también era manager de alguien de la Fórmula 1"

—Ah... Debo irme, me están esperando— No dejo siquiera que se despida de mí, pues, he salido corriendo de nuevo del paddock.

Al entrar una vez más al coche de Carlos, vuelvo a ponerme el cinturón y el Español y yo tomamos rumbo al hotel.

Nada más llegar, voy directamente al baño para poder darme una ducha caliente y poder recalcular la conversación que he tenido minutos antes con el jefe de equipo de Mercedes.

Finalmente, mientras me estoy secando el pelo, ya con el pijama puesto, alguien llama a la puerta del baño.

—¿Puedo pasar?— Escucho como pregunta Carlos detrás de la puerta.

Me acerco con el secador aun en la mano y abro la puerta con la mano que tengo disponible. El español entra y se sitúa detrás de mí abrazándome por la espalda.

—¿Qué te pasa? Desde que hemos salido del paddock estás rara— Me dice en la oreja nada más apagar el secador.

—Nada... Solo estoy cansada— Respondo dándome la vuelta para poder mirarlo a los ojos.

El piloto mira detalladamente mis ojos, antes de poder soltar un pequeño suspiro por su boca.

—¿Cuándo confiarás en mí lo suficiente como para contarme tus problemas?— Me dice dejándome algo confusa.

—¿Qué? Claro que confío en ti, pero la verdad es que no me pasa nada— Le digo acariciando sus mejillas.

—¿Segura?— Dice acercándose más a mis labios, haciendo que su nariz roze con la mía.

—Segurísima— Respondo. Finalmente, el Español junta sus labios con los míos, haciendo que las mariposas en el estómago revoloteen por este.

Estoy tumbada en el sofá de Derek con la cabeza apoyada en las piernas de Carlos, mientras este va dejando caricias en mi pelo.

Carlos había insistido en venir conmigo a ver a mis hermanos después de la carrera. El español se negaba a volverme a dejar sola.

Mientras Derek, Daniel y Bruno hablan con Carlos sobre su carrera de piloto, escucho como alguien baja las escaleras a toda prisa.

—Enséñame— Dice Noah refiriéndose a mí. Me levanto de las piernas del Español para poder sentarme en el sofá y poder ver mejor a mis hermanos.

—¿Qué?— Pregunto confusa mirando a mi hermana que está junto al más mayor.

Noah deja de golpe un mechero sobre la mesa, haciendo que todos me miren confusos.

—¡Enséñame!— Me vuelve a decir Noah, esta vez alzando más la voz.

Toda la sala se queda en silencio y yo lentamente me levanto del sofá quedando frente a mi hermano y a mi hermana.

—¿Te quemas a ti misma?— Pregunta Madison acercándose a mí.

—Enséñame...— Noah se acerca a mí e intenta levantarme las mangas de la camiseta.

—¿Qué haces?— Digo deshaciéndome de su agarre.

—¿Dónde?— Él sigue insistiendo intentando encontrar las quemaduras.

—¡Para!— Noto como algunas lágrimas se están empezando a asomar por mis ojos.

—¿Dónde están?— Mi hermano me agarra del brazo haciendo que todos los demás se levanten del sofá poniéndose alerta.

—Para, aléjate de mí— Lo empujo haciendo que me suelte.

—Quiero verlas— Noah mantiene una pequeña distancia, hasta que vuelve a intentar encontrar mis heridas.

—¡Para!— Varias lágrimas bajan por mis mejillas, haciendo que la rabia se acumule dentro de mí.

—¿¡Dónde!?— Vuelve a preguntar Noah.

—¡Aléjate de mí!— Le doy un empujón haciendo que se separe de mí.

Todos mis hermanos me miran con preocupación, pero ellos son lo último que me importa.

—¡Bien!— Digo rindiéndome. —¿Quieres verlas?— Le pregunto al mayor.

Él asiente lentamente. Me levanto las mangas de la camiseta hasta mis codos, dejando que mis quemaduras se vean.

—¿Por qué...?— Pregunta Madison intentando acercarse a mí.

—Para papá sus problemas se arreglaban con el alcohol, para mí era
así— Las lágrimas bajan por mis mejillas con rapidez.

—Podrías habernos contado esto...— No dejo ni siquiera que Derek continúe, ya que, lo interrumpo antes de todo.

—¡No! No me vengas con "podías confiar en nosotros" porque no es verdad... Todos vosotros me tratasteis como una mierda 15 años de mi vida. Sé que papá os obligó, pero aun así podríais haberlo evitado, ¿Lo hicisteis? No— Todo lo que me evité decir estos días, me sale ahora solo por la boca.

Cojo mi bolso y el mechero y me voy corriendo de la casa. Camino con rapidez sin rumbo, hasta que alguien me llama detrás de mí.

—¡Alex!— Me doy la vuelta encontrándome con Carlos llegando corriendo hasta mí.

—Carlos, vete— Le digo caminando más lentamente, dejando que se sitúe a mi lado.

—Ni de broma, ya te perdí una vez y estuve horas buscándote. No dejaré que eso vuelva a pasar— Él pone su mano en mi estómago haciendo que frene y lo mire a los ojos.

—¿No estás enfadado?— Le pregunto llorando a mares.

—¿Por no contármelo? No... Sé que hay cosas que no puedes contarle a cualquiera y más si no quieres preocuparle— Con su pulgar limpia mis lágrimas con delicadeza.

Me aferro a él, escondiendo mi cabeza en su pecho, mientras más lágrimas caen y mojan su camiseta, pero en ningún momento escucho alguna queja de su parte.

Levanto la cabeza sin separarme de él y lo miro a los ojos con una pequeña sonrisa en mi rostro. Poso mis manos en sus mejillas y lo acerco más a mí. Sus labios chocan con los míos en un beso reconfortante.

La falta de aire hace que nos separemos, pero eso no me impide volver a abrazarlo con más fuerza que antes.

—¿Quieres quedarte hoy en mi casa?— Me pregunta a lo que yo asiento lentamente.

El español se sitúa delante de mí dándome la espalda y agachándose un poco. Río al entender lo que intenta que haga y sin pensármelo mucho salto sobre su espalda. Él posa sus manos detrás de mis rodillas y empieza a caminar conmigo a caballito.

Carlos me lleva sobre él todo el camino, hasta que llegamos a una preciosa casa. Él me baja de su espalda y me invita a pasar abriéndome la puerta con una sonrisa.

Los dos subimos a su habitación y rápidamente veo como el piloto busca algo en uno de sus cajones, hasta que saca una camiseta roja con el número 55 y su apellido en la espalda.

—Puedes dormir con esto hoy— Me dice dándome la camiseta.

—Gracias— Le agradezco antes de dirigirme hacia el baño.

La camiseta me llega por los muslos, así que no me hace falta llevar pantalones por debajo. Al salir, me encuentro a Carlos tumbado en la cama mirando la televisión.

Me siento a su lado, tapando mis piernas con la manta de la cama y me acurruco a su lado.

—¿Puedo contarte algo?— Le pregunto apoyando mi espalda en el cabecero.

—Claro, lo que sea— Me dice imitando mi acción.

Suspiro sin saber como empezar a explicar las cosas.

—Mi madre fue manager de alguien de la Fórmula 1— Le digo. —Y esa persona es... Toto Wolff—

—¿Cómo sabes que es él?— Me pregunta enredando un mechón de mi pelo por su dedo.

—Hoy he chocado con él y me ha dicho que soy igualita a mi madre— Respondo jugando con mis dedos.

Carlos pone su mano sobre las mías para que deje de pellizcarme los dedos y hace que lo mire fijamente.

Una de sus manos se posa en mi mejilla y me atrae más a él para poder volver a juntar sus labios con los míos.

—Te amo de todas formas— Dice pegando su frente con la mía.

Sonrío ante su respuesta y vuelvo a atrapar sus labios con los míos con deseo.

—Yo también te amo— Le respondo acurrucándome sobre su pecho.

Me quedo pensando unos segundos sobre lo que acaba de pasar con mis hermanos, hasta que recapacito y me levanto de la cama dejando a Carlos confuso.

—¿Dónde vas?— Me pregunta volviéndose a sentar en la cama.

Me quedo en silencio unos segundos, hasta que saco el mechero de mi bolso y lo tiro a la basura.

—Ya no me hará falta— Digo acercándome a la ventana de su habitación para poder salir a la terraza, donde desde ahí veo la sonrisa orgullosa de Carlos.

Apoyo los brazos en la barandilla dejando que el aire choque con mi piel. Por un momento dejo de ser consciente de lo que pasa a mi alrededor, pero unas manos aferrándose a mi cintura hacen que vuelva al mundo real.

Bajo la mirada hacía sus manos con una sonrisa, hasta que me doy cuenta de algo que antes no estaba.

—¿Esa es mi goma de pelo?— Le pregunto al ver mi goma de color negro en su muñeca.

—Se te cayó ayer mientras dormías y pensé, ¿Por qué no quedármela?— Dice él orgulloso de ello.

Río ante su orgullo y lo abrazo por los hombros, en cambio, él rodea sus brazos por mi cintura.

—Además... Hace tiempo que quería darte algo para compartir— Carlos se separa de mí y se va a su mesita de noche.

—Cariño, me has dado demasiados regalos desde que nos hemos conocido. En cambio, yo no te he dado nada— Digo apenada por todo lo que hace él por mí.

—Tenerte a mi lado ya es el mejor regalo que me has podido dar— Él me entrega una pequeña caja del color rojo.

La abro con delicadeza, encontrándome dos anillos de plata. Uno tiene una luna grabada en él, en cambio, el otro anillo tiene un sol.

—Quise dártelos junto al collar, pero por los nervios se me pasó— Dejo la cajita sobre la mesa de la terraza y saco los dos anillos mientras lo escucho hablar.

Me acerco a él y cojo una de sus manos para poner el anillo del sol en uno de sus dedos, para yo después ponerme el de la luna en el mismo dedo que él.

—Muchas gracias, ¿Qué te puedo dar a cambio?— Le digo volviéndolo a abrazar con fuerza.

—Lo hize con amor, no me debes nada— Me responde él dejando varios besos sobre mi cabeza.

Carlos y yo volvemos a tumbarnos en la cama con nuestros anillos puestos y poco a poco mis ojos se van cerrando, gracias a las caricias que va dejando el español en mi pelo.

—Duerme bien, preciosa...— Escucho como me dice dejando un último beso en mi cabeza.

Sin duda, él es la persona que hace que mis ojos brillen al verlo...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro