•CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE•

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"¡No puede ser!"

Mi pequeño no puede dejar de repetir cuanto lo siente con respecto a la situación que vivimos con su madre en uno de los pasillos del hospital.

Y trato de calmar su aflicción diciendo que no pasa nada, que lo entiendo, pero que también debe entenderla -en parte- a ella. Ya que según lo que me contó sobre su juventud como al pasar, su progenitora luchó con varios trabajos al día para sacar adelante el alimento y la educación de su único hijo aunque su padre le pasara manutención.

Y de algún modo la justifico de que esté feliz al saberse conocedora de que su hijo tendrá un buen pasar económico. O eso supongo yo.

—Tú porque no conviviste con ella, si quieres gastar y aparentar más de lo ingresa, es obvio que debía sacrificar todo su tiempo para sus caprichos. Porque a mí nunca me importó vestir siempre lo mismo, o no tener el último grito de la moda en mi guardarropa. Ese es un pensamiento demasiado superficial con las falencias que hay en todo el mundo. 

Lo observo sorber despacio su café y mi pecho se infla de orgullo nuevamente ante la grandeza de sus palabras, mis ojos delatores de seguro provocan la incipiente rojez de sus mofletes.

—Eres encantador todo rojito mi amor, pero déjame decirte que eres... —me corta mi verborragia colocando su dedo anular sobre mis labios y así privar la continuidad de mis palabras.

—Tus ojos cariño, hablaron con mi corazón diciéndome todo sin necesidad de palabras, pero gracias por sentirte así por mí. Por suerte soy más que un par de buenas piernas, aparentemente —comenta sacando algo de dramatismo a la situación.

—Y un tremendo culo también —remato. Lo cual provoca nuestras cómplices y risueñas sonrisas mientras se acerca con servilleta en mano a limpiar la comisura de mis labios.

Entonces, tomo su mano con toda la intención y dirigiendo sus nudillos a mis labios, los beso con todo lo que soy —Eres único mi sexi culón... Y te amo... Quizás demasiado y aún así, no me importa. Basta poder respirar para contar con el privilegio de transitar la vida a tu lado.

—Cómo me encanta que me derritas con cursilerías mi jefe doctor, me tienes a tus pies y te amo... te amo... te amo —murmura repetidas veces contra mis labios a medida que deposita un casto beso sobre la humedad de los mismos luego de cada declaración de amor.

En eso, una persona a nuestro costado se empieza a ahogar, quedando pálida su piel y tomando un ligero azul rápidamente.

—Toma su garganta... debe haberse ahogado o atorado —dice Jimin accionando de inmediato y casi pasando por encima mío se dirige hacia su lado.

Los siguientes minutos transcurrieron entre gritos de los acompañantes del reciente paciente, de mis pedidos de que despejen el lugar, de Jimin que maniobrando logró desbloquear su vía superior retomando su color de manera paulatina.

Pero al desatorar y recostarse en la camilla, sus ojos se desembocan como entrando en un estado de inconsciencia. Su voz empieza a salir en un chillido agudo y de inmediato, nos percatamos de que está transitando otro cuadro y ahogarse fue solo el comienzo.

—¡Llévenlo a urgencias y llamen al médico de turno urgente! Puede ser una reacción alérgica o algo subyacente que empezó con el ahogamiento —digo a la enfermera que se acercó rápidamente hasta el buffet junto al camillero.

—Ni sueñes que me quedaré aquí sentado cuando puede morir a dos pasos míos —suelta mi pequeño removiéndose en mi abrazo.

—¡Calma pequeño! Estás de licencia ¿Recuerdas? —susurro sobre su oído.

Él, se mueve enérgicamente logrando soltarse de mi abrazo a un brazo y al darse la vuelta me observa ofuscado diciendo: —Yo seré médico aunque esté jubilado, Jeon —sentencia a secas sin un mi amor, ni cariño ni nada por el estilo y sin mediar más palabras se pega la vuelta corriendo con destino a la trayectoria de la camilla.

"Dios mío pequeño testarudo" remuevo mis cabellos levemente exaltado y con un incipiente dolor de cabeza asomando. No es que no quiera que haga su trabajo pero si le llegara a suceder algo al paciente y lo atiende un médico que no está en oficio, tremendo lío administrativo o juicio podría comerse sin ninguna necesidad, tanto él como el hospital.

Entonces, decido hacer lo más productivo que puedo ya que no podré luchar contra su inflexible impronta y abusando de mi facultad de jefe, me dirijo a la oficina de personal levantando la licencia de él aunque el administrativo patalee. Luego, voy hasta mi oficina y le digo de mi decisión a mi reemplazo. Finalizando con un: "Sin pretextos, es una orden directa". 

Mi reemplazo me observa con su infusión a medio beber y consulta frunciendo su ceño: —¿Orden directa de jefe... a jefe? —y no me queda otra que rogar porque entienda que no puedo frenar a mi futuro marido de su accionar en la guardia, suplicando para que -por favor- le levante la licencia.

—¿Estamos hablando del doctor Park alias me despido en una servilleta? —comenta jocoso mi reemplazo y quiero retirar esa sonrisa maliciosa de su rostro con un certero movimiento del cabestrillo de mi brazo.

Me retiro luego de varias exhalaciones mías en donde me asegura que Park está en el ruedo nuevamente. Pero me advierte que si mañana viene a solicitar una nueva licencia, se la otorgará cuando se le dé la reverenda gana por inconsciente.

Respiro profundo para no matar a mi futuro por meterse en estos líos y por no apretar hasta que necesite oxígeno repentino mi reemplazo.

—¡Jeon! —grita Min acercándose por el pasillo.

—Amigo, que bueno verte, tengo un día de esos que si te cuento, parece adrede —le comento mientras abraza mi hombro comentando que el fisiatra espera que decida alguna vez asistir a la terapia de rehabilitación de mi lesión.

—No jodas Min, tengo encima el casamiento, Jimin acaba de ingresar de guardia más que de seguro y se la pasará 24/7 con nuestro pequeño que está a nada de salir, mi suegra que anda pesquisando mis movimientos por los pasillos y tú jodes con la maldita terapia.

—No soy yo amigo, pero eres un doctor y quien mejor que tú sabes lo necesario de los pasos a seguir para lograr el alta. Igual, yo le dije que cuando dejaras de fornicar como un conejo, te dignarías a venir a la fisioterapia.

—No le dijiste eso, ¿no?

—¿Apostamos? —dice risueño y remuevo mis cabellos nuevamente —¡Vamos Jeon! Aprovecha que tu futuro anda de súper héroe en la guardia y visita al fisiatra, creo que está tu suegro en estos momentos por allí.

—De seguro que con la madre de Jimin... también.

—Si te refieres a esa señora que camina como si fuera la reina de Inglaterra, entonces sí.

Con pocas ganas me dirijo al sector de fisiatría, Min tiene toda la razón, no debo alargar la terapia si quiero recomponerme cuanto antes.

En la guardia, el trabajo del residente fue impecable. Nuevamente incorporado a su labor (pero ubicado donde no debe según el mensaje que le dio el enfermero Jin hacia su persona) ipasó por alto decirle que ni sueñe con pedirse el día o renovar la licencia hasta que se le dé la gana al jefe suplente.

Jin lo observa lavar sus manos asiduamente luego del intenso traqueteo de abrir su garganta solo con tacto, y valga la redundancia, sobre algún anillo musculoso de la tráquea. Era eso o perder el paciente ya que no llegaba a quirófano. Y sobre el apuro del asunto, el residente resolvió de inmediato.

—Buen trabajo doctor Park, un gusto tenerlo nuevamente con nosotros —comenta un interno al rubio doctor.

—Muy bueno todo... digo... Pero, ¿no es que te casas en menos de dos semanas? —consulta el licenciado a su lado y cruzado de brazos.

—Sí, lo sé... es que... —el doctor Park estira mojando sus cabellos hacia atrás buscando las palabras que pican en su garganta por salir —De seguro que mi reciente incorporación tuvo que ver con mi arrebato, ¿entiendes Jin?

El enfermero lo observa algo confuso y luego de unos minutos, abre sus ojos en todo su esplendor —¡Pero claro! ¡Ahora me cierra! El doctor Jeon debió de cubrir tu peludo trasero a la fuerza.

—¡Peluda serán tus piernas Jin! Mi trasero es de bebe.

—Sí y ni me lo recuerdes que ya varias veces te lo vi, aunque de bebé solo tiene el aspecto ¡Porque es bien grande el desgraciado!

El rubio doctor se echa a reír junto al enfermero que con ademanes de sus manos recrea su prominente tamaño según él.

Como mi novio tiene para un buen rato en el nosocomio, luego de la terapia y de arreglar con mi querido suegro que estaría como máximo a las 9 PM en punto en su casa bajo la atenta inspección del ojo agudo de mi suegra,
me vine a otorgar un merecido baño de sales relajantes a mi departamento.

Por suerte mi cabestrillo fue retirado con la única condición de que no esfuerce demasiado el brazo y que siga la prescripción de la medicación al pie de la letra. Dentro de un par de días debo ver al traumatólogo para la valoración de mi alta.

Coloco una tranquila música de fondo, mientras preparo el baño efervescente y me deleito con los aromas que asoman a medida que transcurren los minutos sobre el vapor de la esperada inmersión.

Me deshago de mis prendas con algo de cuidado de no forzar de más mi rango articular y junto a una copa de vino tinto servida con anterioridad, me sumerjo entregándome al momento.

Y no se cuantos minutos transcurren entre la pesadez de mi cuerpo y mi disfrute, que no percibo el característico ruido que delata la puerta de acceso al interior. Y me sorprendo cuando -abriendo mis ojos- me encuentro de lleno con esas amieladas orbes que tanto amo, suplicando -de algún modo- perdón... Y sin dejar de lado que está inmerso en la bañera conmigo y completamente desnudo según la piel que recorren mis inquietos dedos.














































GRACIAS POR ESTAR❤️

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