•CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"No puedes..."

Luego del risueño momento en donde mi amado novio me confundió con el hacedor de los gemidos del interno, cambió de risueño a caliente en cuestión de segundos, al percibir su erótico jueguito.

Su penetrante mirada más esa húmeda boquita apretada entre sus dientes me ponen duro al instante, aunque tenga una sola mano para desenvolverme. Así que no pienso dejar pasar el momento de poder follarlo, ser follado o lo que fuere.

Entonces, arremeto desesperado contra los ribetes de su caliente cavidad bucal que me recibe gustoso, atacando con mi lengua sin piedad sobre la profundidad de su garganta, remarcando cada espacio entre jadeos mientras me aferro a su cuerpo gelatinoso prendido desde mi brazo sano.

—Pequeño goloso... —susurro deslizando mi lengua sobre la nívea piel de su cuello, dejando lamparones rosados ante cada roce desenfrenado sobre su sensible dermis.

—Te necesito adentro... —jadea agarrando mis cabellos con cuidado de no golpear en ningún momento mi brazo lesionado.

—No tengo oficina porque me la están ocupando —emito entre suaves roces desparramados sobre su rostro para finalizar atrapando nuevamente sus labios de desesperada manera.

—¿Y eso cuando te detuvo, impoluto?  —murmura luego de un rato de compartir nuestras salivas y ante el freno de nuestro arrebato al pasar descendiendo por la escalera, un grupo de internos que nos saludan entre risas.

—Deberíamos ir a otro lugar, demasiado expuestos estamos aquí —digo mientras observo alejarse risueños a los espectadores de nuestro acalorado momento.

—Ambos de licencia y usando el hospital para pecar... Que bonito lo suyo jefecito doctor, porque yo... Yo soy un simple residente nada más.

—Simple residente mis pelotas bonito. Eres la tentación hecha persona y tú lo sabes... Y más te vale que encuentres donde ponerla o te pongo en cuatro atrás de la escalera y que desciendan los que quieran...

Mi sexi novio, caliente como las brasas del infierno, se ríe de mis vocablos mientras a una mano intento acomodar lo que no tiene acomodo para ningún lado más que rogar por asomar afuera de estas ajustadas prendas.

Y cuando quiero reaccionar, me arrastra por el pasillo mientras observa para todos lados, y en uno de esos cruces nos topamos con mi amigo Nam, concentrado y llevando unos papeles en sus manos.

Increíble pero real, mi indecoroso novio lo ataca con preguntas:" ¿Qué a dónde va? ¿Qué si viene de su oficina? ¿Qué si está de guardia ahora o tiene consultorio?' Y yo, no puedo hacer más que contener mis risas ante su impronta. Está caliente y desesperado y si Nam no le da las llaves de su oficina pronto -posiblemente- lo muerda en la yugular dejándolo desangrar aquí mismo tirado.

—¡Pero wow! —dice mi amigo especialista en cardiología —. Respire profundo doctor Park y dígame que precisa —le consulta llevando luego su visión hacia mi rostro y le bastó una seña con mis ojos hacia mi abultada entrepierna para darse cuenta del apuro del asunto.

—¿Me das las malditas llaves de tu oficina, sí o no? —se escucha desde mi costado y quedamos helados ante el hecho de su nada formal pedido.

—Está apurado el residente, entienda, no sea malo doctor y denos una mano —le sugiero a mi amigo que no sale de su conmoción pero inspirando luego de un segundo, le indica a mi intranquilo novio que su oficina está abierta porque olvidó cerrarla de salida.

—¡Gracias! —refuta como un pequeño niño lleno de gozo mientras arrastra mi brazo sano en dirección a la nombrada susodicha.

Al voltear mi rostro, le doy un guiño al cardiólogo amigo que se quedó sin habla ante el desparpajo de mi novio. Y regresando mi rostro hacia mi amado le digo a sus espaldas mientras me jalonea con un solo objetivo en mente: —Tranquilo cariño, quiero llegar con el brazo sano y entero, de ser posible.

—Calla y reserva energía para lo que viene —dice mi residente con una sonrisa torcida y no se si sentirme sexi, halagado, o salir corriendo para el otro lado.

Esta bien que esta semana me ha dado semáforo rojo para que me recupere frenando cada avance mío en materia sexual sobre su cuerpo, pero ahora, creo que debo pensar seriamente si quiero sanar realmente o ser devorado a lo mantis de un bocado.

Al llegar a la oficina, nos encontramos a Jin saliendo de la misma. A lo que mi acalorado futuro esposo le dice: —¡Ni lo sueñe Jin! Busque a su novio por otro lado que tengo la vía libre, con su permiso.

Nos ingresa cerrando el acceso con llave sobre el rostro anonadado del jefe de enfermeros, y quedando quieto de frente a la puerta, respira irregular dándome la espalda mientras pregunta: —¿Cariño, en que estábamos?

—En que no sé si acercarme y tocarte o lanzarme por la ventana ante el inminente ataque, pequeño —le digo provocando genuinas risas entre ambos.

—Déjame sacar éstas prendas que me incomodan —murmura de cara a la puerta y sobre que empieza el afloje de sus vestimentas deslizándose agónico hasta dar contra el piso, tomo conciencia de la real falta de mi otra mano en este momento para recorrer cada una de sus curvas expuestas.

Porque la ofrendada y caliente piel de su cuerpo adornada entre encajes color vino me revientan ambas cabezas y no de modo literal. Mi falo chorrea sobre la tela que recubre su cabeza y desespero por apretar ese redondo culo entre mis manos o enterrar mis labios entre medio de esa apetitosa obscuridad.

—¿Te vas a quedar ahí parado, impoluto? —susurra apoyado con ambos brazos sobre su cabeza y meneando su cadera de lado a lado en una clara invitación a que pierda mi poca cordura a medida que recorro con mi lengua cada centímetro suyo.

Entonces, me acerco desabrochando mi pantalón como puedo solo para dar algo de alivio a mi oprimida dureza, mientras recreo mi vista con cada curva, cada pieza de artesanía que forma su acalorado y bendito cuerpo.

—Eres... hermoso por donde te mire pequeño... —susurro apegado a su oído mientras le agarro con firmeza, un cachete de su culo.

—Y todo tuyo "papi"... —retruca. Y nunca en mi puta vida se me habría ocurrido que recibir ese llamado desde sus labios, activaría receptores de calor desconocidos adentro de mí cuerpo. 

Y como un vesánico endemoniado por su ofrenda, lo traslado de lado hasta apoyar su pecho sobre el frio escritorio provocando su quejido ante mi duro tacto —Eleva tu culo cariño, no estoy para mucho preámbulo —ordeno, sorprendiéndome hasta de mí mismo.

Él, como un fiel servidor obedece, ruborizado de pies a cabeza y desplegando sus brazos de lado, se apoya elevando sus caderas hasta que escucho —Follame duro y no des muchas vueltas...

Mi poca conciencia se nubla y me aboco a morder, lamer y chupar lo que se me ofrenda, ingeniando para que mi única mano libre toque y haga vibrar con cada roce de su piel expuesta.

Luego de un rato, mi sexi y atrevido rubio desabrocha bajando a toda velocidad mis pantalones junto a mi ropa interior de un solo tirón.

Y tomando con una mano mi miembro duro y venoso, se lo direcciona en su fruncida y palpitante entrada que asoma entre el encaje corrido de lado y humedecido con mi saliva. Entrada que me he encargado de lubricar con un poco de mis fluidos.

Para luego percibir morir mis palabras en el fondo de mi garganta, cuando quiero emitir labia y mi novio se empala hasta el fondo. Sin previo aviso y en un único y certero movimiento de sus deliciosas caderas sobre mi miembro. 






















GRACIAS POR LEER, COMENTAR Y VOTAR🥰

ÉSTOS, ANTOJAN LOCO😏🤣

LOS AMITO MUCHO❤

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro