•CAPÍTULO SESENTA Y SIETE•

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"No..."

Abro despacio mis ojos con los primeros rayos del sol en la mañana, luego de un sueño relativamente reconfortable y reparador. Entonces, percibo el firme agarre de mi torso con los brazos de mi amor, así que viro despacio con la clara intención de no despertarlo y así poder deleitarme unos segundos más, con la perfección de su rostro adormilado.

Su pausado respirar me permite detallar -a fondo- en cada una de sus pecularidades, cada incipiente y pequeña arruga que su hermosa dermis le pasa factura, cada lunar ubicado de manera estratégica para adorar con cada fragmento de mi cuerpo, cada cabello que se alborota cayendo sobre ese inmaculado rostro dándole un porte de deidad absoluta.

Singularidades que recorro con la yema de mi dedo, trazando un camino imaginario mientras creo el venturoso mapa de mis sueños y anhelos junto a su lado.

—Tan perfecto, tan irreal... —susurro frente a sus delgados labios apresados con firmeza mientras frunce su ceño.

"De seguro está refunfuñando en sueños, y conmigo como actor principal de su desmadre" me regocijo para mis adentros, riendo de mis propios pensamientos.

"Lo voy a dejar descansar unos minutos más, porque se encuentra realmente agotado" medito mientras resguardo su reflejo en mi retina para luego poder soñarlo.

Hoy, es el gran día. En realidad (o mejor dicho) hoy viajamos para dar el siguiente gran paso... Paso de unión simbólica, pero solo por ahora.

"Y de acá, a la prosperidad" dijo mi amado apa. Aunque creo, desde lo profundo de mi corazón, que no había tamaña necesidad para semejante movimiento.

Porque si observamos que estamos apresados como garrapatas desde ahora ¿Eso, en qué lo cambia?

Y... ¡Ojo! No es que me queje, y no me quiera casar o algo por el estilo... Es sólo que... me estresé de tal manera, que me hace replantear si realmente era necesario tanto gasto, tanta ostentosidad...

Lo vuelvo a observar embelesado y sin poder creer que siempre esté atento ante nuestras necesidades. Porque más allá de ser un renombrado neurocirujano, es un excelente ser humano.

Y debo confesar, que de las tres veces que hubo que levantarse durante la madrugada, el que saltó de la cama fue el doctor Jeon alias "Padre desquiciado del año" como el mismo se apodó. Al estar constantemente obsesionado en reparar si nuestro pequeño aún respiraba.

¡Y eso que el retoño tiene su monitor para bebés encima de su cuna! Y aún así, ni cambiarle el pañal me dejó a la madrugada.

De repente, algo llama mi atención, e inmediatamente elevo mi cabeza al percatarme de un efímero balbuceo proveniente desde el monitor.
Entonces, me deshago rápido del agarre de mi amado entre rezongos adormilados para direccionarme hacia mi amado hijo.

La cuna se encuentra a unos escasos metros de nuestro lecho ¡Es que está muy chiquitito! Y nos daba mucha pena dejarlo en esa pieza tan enorme y él aún, tan pequeñito... Así que calzando mis pantuflas de pollito me encamino ligero hacia su encuentro, con ganas de llenarlo de besos y susurrarle muchos "te amo mi pequeño..." muy cerquita de su oído.

Pero el mundo se me detiene, borrando mi sonrisa raudamente, sobre que lo observo con reiterados espasmos y demasiado tieso. "¡No, no, no!" Dictamina mi mente sobre que sollozo al levantarlo y darme cuenta de que está en crisis.

Miles de escenarios se me cruzan en mi mente... Es que... ¡Él estaba bien! ¡Y por eso logró el alta! Pero a conciencia sé, que puede también presentar síntomas de abstinencia a las pocas semanas.

—Jeon —susurro ahogado dentro de lo que mi conmocionado ser me permite... Dejando mis palabras atoradas en el creciente nudo de mi garganta. Y no puedo creer que siendo el doctor capaz que soy, ahora me encuentro así de congelado...

Así que tomando cartas en el asunto le lanzó el bolso de pañales con el resto de fuerza que saqué desde mis adentros, y le gritó que se levante ahora mientras prendo el aire acondicionado en modo calor y comienzo a desvestirme junto a mi pequeño.

Entonces, me lanzo sobre la cama mientras mi futuro me observa conmocionado con mi hijo envuelto en una manta y solo con sus pañales puestos.

—¡Acomoda varias almohadas a mis espaldas..! —Le indico velozmente mientras reviso su cuerpito, su temblor continúa y su tono muscular aún sigue rígido. Han aparecido diversas manchas de irritación -sobre todo- por su espalda y algunas en su carita.

Y en cuanto me percato de que no reacciona, le gritó —¡¡Ahora cariño!! —despertando del todo para cumplir velozmente con mi pedido.

Lo apoyo contra mi cuerpo mientras arrullo con suave voz a mi niño, piel con piel, calor con calor... Cuidado tipo canguro para darle consuelo y que sepa que aquí estoy.

—Calma mi niño, papi está aquí contigo, todo estará mejor... —le susurro con la voz en un hilo mientras mi amor me observa completamente compungido.

—Pero... ¿Cómo..? Si estaba tan bien hace solo unas horas... —anuncia con quebrada voz y solo le indico que se acueste conmigo unos segundos.

—Ven, recuéstate conmigo cariño. Pero -primero- cierra bien las persianas, debes oscurecer la pieza —le digo mientras acaricio por sobre la manta, la pequeña porción de espalda de mi niño.

Un fuerte y nauseabundo aroma que avanza más un calor sobre mi panza, me indica que -posiblemente- se hizo diarrea. Entonces, observo a un costado de la cama el bolso del revoleo y le solicito a mi futuro que me lo alcance sobre que pueda.

Luego, apoyo a nuestro hijo sobre la manta para cambiar su pañal y así evitar que la delicada piel de su cuerpo, se queme. Mientras los temblores siguen, no han cedido nada y también, la rigidez de su cuerpo. Y si a esto le sumamos la diarrea en exceso, no hay más nada que decir...

—Aquí tienes pequeño, la última cambiada de pañal que le hice estaba así, también. Pero pensé que era su diarrea normal, esa que me dijiste que era provocada por la adaptación a la leche con mayor cantidad de nutrientes...

Mientras procedo a cambiarlo le digo: —Esto cariño, estaba dentro de las posibilidades. Aunque él, al ser prematuro tenía menor riesgo de sufrir síndrome de abstinencia porque no nació a término. Pero por lo visto, no tuvo la suerte de zafar... Y la sintomatología puede confundirse con otras afecciones como es el caso de la diarrea pos natal.

Ya cambiado y limpios ambos, lo apoyo nuevamente sobre mi pecho mientras abrazo y arrullo para ayudar a calmar su tempestad. Unos pocos minutos más le daré para ver si controla su temblor...

—Apoya tu mano sobre su espalda cariño y háblale suave al oído.

Mi futuro marido comienza a deleitar con hermosos sonidos el ambiente circundante, mientras mi calor corporal ayuda a que nuestro pequeño retoño se relaje un poco.

Pero al cabo de unos momentos, su pequeño cuerpo entre espasmos comienza a vomitar sobre mi pecho.
Entonces, sin dudar, como hace unos momentos le indico: —¡Vístete cariño, que tenemos que ir ahora mismo al hospital!

Mientras coloco la pijama sobre mis caderas y tomo una toalla de la gaveta, regreso con una manta limpia en busca de mi pequeño. Para apoyarlo nuevamente, cobijado sobre el calor de mi cuerpo, camino al hospital.























































🤐🏃

Gracias por leer, valorar y comentar 😍

Los amito mucho❤️

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