•CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO•

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"Rápido accionar" 

Mi sexi doctor Jeon, tuvo una importante reunión bien entrada la mañana. Así que yo preferí caminar e inspirar llenando mis pulmones de aire fresco y puro, antes de encerrarme lo que resta de mi jornada en el laborioso hospital.

Y aunque le aseguré, reiteradas veces a mi querido doctorcito, que me tomaría un taxi sin dudar para trasladarme hasta el bendito trabajo, prefiero caminar.

Así que si se entera de mi caminata como todo un rebelde sin causa, tremenda escena de película me montaría. Y con regaños interminables de por medio que ni me quiero imaginar. Ni que fuera un pequeño niño que por primera vez sale a la calle sin tener al lado a su papi.

"Eres tan protector, que apestas cariño" le dije el otro día. Y flor de pataleta que me armó, como de dos minutos de duración diría, antes de que me lo comiera enterito a besos...

"¡Oh sí señoras y señores! ¡Aquí con ustedes...! El poder de la seducción en persona". Me digo mentalmente mientras no puedo dejar de recordarlo, plantando una denotada mueca de gozo en mi rostro en el ínterin que me desplazo hacia mi destino.

Por suerte, entre caricias y mimos algo subidos de tono, anoche me sacó de mi estado de congoja, transformando mi aflicción en un par de quejidos algo ruidosos y para nada sufridos o de dolor...

También me percibo risueño al recordar que por suerte apronté más de una muda de ropa interior en mi bolso, porque el pobre culote de encaje creo que cumplió su ciclo de vida útil, a pesar de ser relativamente "a estrenar".

"Percances de la apasionada noche" diría mi querido apa, ya que continuamente compro nuevos o a estrenar para desechar.

—¡Por fin llegué! —me susurró más para mí mismo que por el entorno vacío a mi alrededor, ingresando a mí cafetería preferida que abre las 24/7.

Suelo frecuentar de camino al trabajo, o de salida, o cuando la situación lo amerita. Ya que cualquier momento del día es más agradable, con una buena taza de humeante cafe entre tus manos, me dicta el luminoso letrero que me recibe en el acceso.

Una vez dentro, mientras exijo desenredando mi enmarañado cabello, mi café negro bien cargado con un toque de crema batida. Le sumo una, bueno dos medialunas de tamaño chico.

—¡Espera! Mejor que sean tre... cuatro, por favor —me corrijo entre sonrojos debatiendo si agregar una o dos medialunas y termino cediendo a mi yo glotón interior ante la atenta mirada del barista.

—Como usted diga doctor, se nota que la madrugada estuvo intensa y que debe reponer energía —comenta mi simpático amigo se podría decir, elevando sugerente las cejas mientras se retira.

—Tú cállate y sírveme lo que te pido, que si por esas casualidades terminas siendo mi paciente debo estar rellenado como pavo de mesa festiva, ya que con hambre mi cerebro no realiza una buena sinapsis.

Nos reímos a la par, en el ínterin en que se aleja, acomodando mis cabellos en el reflejo de la heladera más cercana a donde me encuentro.

—Así está mejor, estás bien bonito pequeño glotón —anuncio a mi reflejo hasta que escucho el estruendoso sonido de lo que parecen ollas o utilería de trabajo de acero.

Y de inmediato me alerto, observando hacia el interior sin obtener ninguna visión de lo sucedido. Creo que se debe haber caído algún implementó de cocina.

Entonces, me acomodó sobre la barra a la espera de mi pedido, pero un sexto sentido me ilumina y llamo a mi amigo barista con elevada voz sin obtener respuesta alguna.

Y de inmediato, doy la vuelta a la mesada y me acerco hacia el interior de la cocina llamándolo continuamente. En el umbral de la puerta todo parece en supuesto orden, así que observo más allá, hacia una pequeña puerta. Y retomo mi llamado, adentrándome hacia ella.

Percibo el arribo de clientela al retumbar el tintineo de la puerta en el ingreso a la cafetería. Y cuando rodeo la gran mesada del medio, lo encuentro tirado y aparentemente inconsciente sobre el frío suelo.

—No, no, no... amigo —me arrojó velozmente sobre su cuerpo, tratando de localizar pulso hasta captar un muy débil latido que se combina con sus labios azulados.

Velozmente, doy comienzo con una serie de gritos alertando al que ingresó para que venga a mi encuentro. Y en cuestión de segundos, un señor algo robusto hace su aparición por el acceso.

—¡Usted! ¡Llame a emergencias! ¡Ahora! —dictamino con elevada voz en cuanto lo noto estático y sin reacción mientras observa fijo hacia un punto en el piso.

Entonces, regreso sobre mi amigo aflojando su camisa y observo sus reflejos. Su pulso está débil pero no tanto, posiblemente está atravesando una acentuada bradicardia. Así que lo coloco de costado, casi boca abajo al observar su retorno lentamente a la conciencia.

Ha sufrido un síncope, lo que comúnmente llamamos desmayo, pero al estar su frecuencia cardíaca tan baja me supongo que ésta le precedió a una incrementada arritmia o latidos anormales del corazón, o demasiado lentos o su contraria.

—¿Amigo? ¿Estás conmigo? —le consulto observando su desorientación, necesito escuchar su habla mientras reviso su frecuencia cardíaca algo difusa o tardía.

En eso ingresa el paramédico, ya que estando cerca del nosocomio, su llegada fue casi de inmediato.

—Vamos, que te ayudo a levantar amigo, te voy a llevar al hospital —le comunico temiendo alguna complicación cardíaca ante el suceso.

—Permítame doctor, yo lo ayudo —me dice el paramédico que casi siempre recibo en mis guardias.

—N-no... p-puedo... de... jar —entrecortado y algo mareado comenta el dueño del lugar.

—Tú te vas al hospital conmigo ahora, yo te cierro el local y luego nos comunicamos con alguien para que te asista.

—N-no —trata de imponerse ante mi decisión.

—Nada de "no", la gente no se anda desmayando por la vida sin una causa aparente. Y tú te encontrabas bien, supuestamente, así que reserva tus energías para después.

Tomo mi bolso, manoteando tres medialunas de pasada, en el cual resuena intermitente mi celular en su interior.

Observo el remitente de mi insistencia y ya me imagino el por qué la insistencia, es mi sexi novio preocupado, de seguro, porque aún no he llegado al hospital.

Así que tecleo un <Estoy bien cariño, voy en la ambulancia, camino al hospital>

Y no me doy cuenta de cómo debe sonar semejante confesión, porque de manera automática comienza a retumbar mi móvil con una llamada entrante.

Atiendo brevemente diciéndole que no pasa nada y que nos vemos allá para luego colgar la llamada sin darle tiempo a reproches.

—¿Como te sientes? ¿Tienes algún dolor en específico? —cuestiono al barista arriba del vehículo de transporte ya que observo su ceño arrugado como si percibiera algún tipo de dolor en algún lado.

—Su saturación está dentro de los parámetros normales, doctor, presenta una leve descoordinación de la frecuencia cardíaca —comenta el paramédico.

El barista señala su pecho, así que más que seguro fue un síncope a consecuencia de algún problema cardíaco.

—Tú tranquilo, que descubriremos su causa —le digo a medida que arribamos al nosocomio.

En cuanto bajo de la ambulancia solicitó que busquen la silla de ruedas porque está desestabilizado como para caminar por sus medios. Y le comento al interno que recibe al paciente, de su cuadro.

En cuanto me libero de palabras, unos fuertes brazos me toman por sorpresa elevando mí cuerpo por los aires y a mis espaldas diciendo —Pequeño... —y escucho su profunda voz sobre mi cuello —. ¿Será qué eternamente, me darás sustos de muerte? —cuestiona abandonando mi cuerpo al suelo.

Virando, lo enfrento a un costado. Y rodeándolo con mis brazos al cuello sin importar quién nos mire en este preciso momento, le suelto —¡Pero cariño! ¿Y qué quieres que haga si colapsó prácticamente frente mío? —sello mis regordetes labios a los finos y deliciosos suyos, hasta que escucho los gritos desesperados de un hombre con un pequeño entre sus brazos.

Y entregando mi bolso a mi amado le digo —Consigue café negro que adentro del bolso tengo el desayuno saludable, búscame luego.

Retirándome de su lado mientras anuncio el ingreso del pequeño, observo al camillero que se acerca a toda velocidad a mi lado. Y detallando a mi costado no me queda otra que ser completamente profesional y solicitar al interno Tae que me acompañe en la atención del paciente.
















































WOW ESTE RESIDENTE NO PARA, Y SI LO HACE, ES PARA ROBAR MEDIALUNAS🤣

GRACIAS POR LEER, VOTAR Y COMENTAR😍

LOS AMITO MUCHO❤



























































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