❥ ❝O4O | 𝑷𝒓𝒐𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂 𝑶𝒇𝒊𝒄𝒊𝒂𝒍❞

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Teniendo un acuerdo, la manada de Sam y los Cullen mantuvieron las apariencias e incluso guardaron total silencio a lo que sucedió con Ethan.

Entre ambos clanes se acordó que serían los miembros de la manada quienes llamarían a la policía después de dos días del incidente, siendo todos descartados por la ley al asegurarse de que ellos no estuvieron presentes el día del accidente.

Alessandra tuvo que viajar a su realidad junto a Edward para darle la noticia a la que una vez consideró su suegra, entregándole la carpeta de investigación y el veredicto de un juez en donde se mencionaba el presunto suicidio de Ethan gracias a los cargos en su contra.

Pasaron unos cuantos días más antes de que la madre de Ethan terminara de organizar un funeral para su hijo, pocas personas fueron a este gracias a las relaciones del fallecido, pero Alessandra tuvo que estar presente por la relación que mantuvo.

Unas cuantas lágrimas fingidas y unos cortos abrazos fueron suficientes para que las pocas personas en el funeral creyeran totalmente el hecho de que Alessandra se encontraba destrozada por la muerte de su exnovio.

La castaña mantiene su mirada en la lápida frente a ella en donde se leía el nombre completo de Ethan junto con el año de su nacimiento y el año en el que falleció.

—Tanto que me deseaste la muerte y terminaste siento tú el fallecido —lamenta Alessandra con falsa pena en su voz.

Tras negar ligeramente, la mujer se pone unos lentes de sol negro y se da la vuelta para comenzar a caminar hacia cierto castaño vestido con un elegante traje a la medida del color representativo. Alessandra no evitó sonreír al ver como Edward también portaba unos lentes de sol.

—Te ves tan guapo —asegura la italiana emocionada al quedar frente al ojiverde.

Edward le sonríe encantado por esas palabras y no duda en tomar la cintura de Alessandra para pegarla a su cuerpo antes de inclinarse para dejar un casto beso en sus labios que la hizo sonreír tontamente.

—¿Nos vamos, stella mia? —pregunta el castaño en un susurro al alejarse de los labios de su alma gemela.

Alessandra asiente ligeramente y no duda cerrar los ojos junto con Edward para que los dos se transportaran de regreso a la realidad en donde se encontraban los Cullen.

Pasando casi tres semanas, los hijos del matrimonio de vampiros terminaron por graduarse con éxito de la preparatoria.

La investigación policial continuó, pero teniendo ahora a Ethan como el principal actor de un constante maltratado injustificado hacia Alessandra e incluso teniendo a Jessica Stanley como presunta cómplice en el intento de asesinato contra la italiana.

Justo en ese momento, la castaña se encontraba en su habitación leyendo un libro prestado por Edward, ya que así ella podía pasar el tiempo.

—¿Alice? —pregunta Alessandra confundida al ver aparecer a su cuñada en su habitación—. ¿No estabas con Edward y los demás?

—Vine a decirte algo importante —explica la vampiresa de corte pixie antes de sentarse frente a ella.

Alessandra deja el libro a un lado y se sienta correctamente para mirar con atención a Alice.

—Edward y tú tendrán la casa solo para ustedes —termina por revelar la vampiresa con una radiante sonrisa en sus labios.

Las mejillas de la italiana comenzaron a sonrojarse por esas palabras, pero intenta mantener la calma y alejar cualquier pensamiento indebido.

—¿Por qué? —termina por cuestionar Alessandra—. Ustedes siempre están aquí después de su graduación, ¿saldrán a algún lugar?

—Tenemos que ir a cazar todos los demás, así que Edward se quedará junto a ti —explica Alice sin perder su sonrisa.

—Bueno, supongo que veremos algunas películas —susurra la italiana para sí misma, pero escucha como su cuñada comenzó a reír.

—Seguro que sí —se burla Alice sin poder evitarlo—. No hagan nada malo mientras no estemos.

—Alice —le recrimina Alessandra con un sonrojo todavía más fuerte en sus mejillas—. Por supuesto que no haremos nada malo.

—Nos vemos después —se despide la vampiresa con intenciones de salir de la recámara, pero termina por sentarse frente a su cuñada una vez más—. Se me olvidaba, tenía que decirte algo más.

Alessandra deja que Alice tome sus manos, pero no evita fruncir el ceño confundida al darse cuenta de la manera en que esta la miraba.

—Tienes que saber que el matrimonio es algo hermoso —sigue hablando la de corte pixie—. No porque hayas tenido una mala experiencia con el intenso de tu exnovio, significa que todos son iguales e incluso, no tienes que casarte cuando te descuidaste accidentalmente.

—¿De qué estás hablando? —cuestiona Ale bastante extrañada por el rumbo que tomó la conversación.

—Sabes de lo que estoy hablando —asegura Alice—. Hay cosas que debes de pensar antes de tener relaciones íntimas.

Alessandra se levanta de su lugar inmediatamente al escuchar esas últimas palabras.

—Okay, Alice, no quiero oír la plática y mucho menos por parte de la hermana de mi alma gemela —asegura la italiana bastante avergonzada.

La vampiresa hace que la castaña vuelve a sentarse frente a ella para que siguieran conversando.

—Créeme, tienes que saberlo —sigue insistiendo Alice.

—Sé todo lo que conlleva una relación íntima, mis padres me dieron la plática hace tiempo —se apresura a explicar Alessandra—. Todo sigue igual, no creo haberlo olvidado siendo un tema tan importante.

—Bien —se rinde la cuñada de la castaña—. Espero que Edward y tú se estén cuidando...

—Alice —interrumpe la italiana—. Sabes que Edward no es así, es más..., reservado.

—Ale, es probable que los dos caigan en la tentación y quieran... —sigue hablando Alice, pero detiene sus palabras al ver como su cuñada volvió a levantarse de su lugar.

—Ya entendí —asegura Alessandra—. Ten por seguro que nos cuidaremos si llega a pasar algo más entre nosotros.

—Bueno, escuchando esa respuesta, ahora puedo irme tranquila —termina por decir la vampiresa de corte pixie.

Alice sale de la habitación con una radiante sonrisa en sus labios.

Alessandra, al quedarse a solas, suelta un largo suspiro de alivio y retoma su lugar en la orilla de su cama para poder cubrirse el rostro con sus manos. Diversas imágenes comenzaron a aparecer en la cabeza de la italiana, que lograron hacerla sonrojar todavía más.

"¡Alessandra Vitore!" Se recrimina a sí misma por tan descarados pensamientos. "¡¿En dónde tienes la cabeza, eh?! ¡¿Cómo puedes pensar esas cosas?!"

—¡Alessandra! —se escucha una segunda voz femenina a lo lejos que hizo saltar del susto a la mencionada.

—Rose —susurra la castaña aliviada al poder reconocer a su segunda cuñada.

—Perdón —se disculpa la rubia algo divertida—. ¿Te asusté?

—No —miente Alessandra sin poder evitarlo—. ¿Qué ocurre?

—Vine a darte algo por de Emmett y de mí —explica Rosalie y ve como su cuñada entrecerró los ojos con desconfianza.

—Confío en ti, pero no en el fortachón —confiesa Alessandra.

—Esto te va a ayudar mucho —asegura la rubia sin perder su sonrisa—. En especial esta noche porque Edward y tú se van a quedar a solas, así que podrían necesitarlos.

—¿Qué cosa necesitaremos? —cuestiona la italiana algo asustada.

Rosalie termina por extenderle a Alessandra una pequeña cajita, esta no dudó en tomarla y comienza a leer las letras que mostraba en el empaque.

—Condones extra del..., ¡Rosalie Hale! —recrimina la castaña al caer en cuenta de lo que eran.

—Según los humanos, esto te ayudará a que no te embaraces cuando tienes relaciones sexuales —explica la rubia sin algún tipo de pena—. Son seis condones, pueden utilizar todos con libertad, pero siempre es mejor ir preparada.

—No, no vamos a utilizarla, pervertida —asegura Alessandra—. Solo vamos a ver algunas películas o hablar, no sé, matar el tiempo mientras ustedes regresan.

—¿Ver películas? —cuestiona la vampiresa con burla—. ¿Así le dicen los humanos ahora cuando van a tener sexo?

—¡Rosalie! —vuelve a quejarse la italiana con un intenso sonrojo en sus mejillas.

—Vamos, es completamente normal —asegura la mencionada—. No tienes por qué avergonzarte, es algo que todos hacemos en algún momento.

Rosalie se aleja de Alessandra para comenzar a caminar al armario de la habitación, enfocándose en abrir únicamente un solo cajón.

—¿Qué haces? —le pregunta Ale, bastante confundida.

Ella ve como su cuñada comenzó a sacar varios conjuntos de ropa interior del cajón, siendo estos comprados especialmente por Alice en su momento. Rosalie toma un provocativo babydoll de encaje negro y lo deja sobre la cama de Alessandra con una radiante sonrisa en sus labios, ignorando la manera en que la castaña lucía asustada.

—Este le encantará a Edward, te lo aseguro —afirma la rubia—. Puedes ponerte unas bragas y un sostén a juego, eso lo enloquecerá.

—No me voy a poner eso —niega Alessandra sin dudar—. Nunca en mi vida me he puesto uno y no me lo voy a poner ahora.

La castaña deja la caja de condones sobre su cama y agita su cabeza ligeramente.

—No quiero ser grosera, Rose, pero tienes que salir de mi habitación —asegura la italiana—. Ahora.

Rosalie se ríe bastante divertida por la situación, pero se mantiene buscando más prendas de ropa interior para su cuñada. Alessandra no duda en acercarse a ella para tomar los hombros de la vampiresa y obligarla a que se dirigiera a la puerta de su habitación.

—Muchas gracias por tan lindo obsequio, pero no creo utilizarlos dentro de un buen tiempo —asegura la italiana—. Ahora tú tienes que ir a cazar como la buena vampiresa que eres.

—Aun así, no lo olvides o puedes... —intenta explicar Rosalie.

—¡Que les vaya bien a todos! —se apresura a interrumpirla la castaña—. ¡Los quiero!

Alessandra no deja que la rubia responda porque termina por cerrar la puerta de su habitación en su cara, escucha la risa de Rosalie al otro lado, pero se niega a abrirla.

Al caer la noche, Alessandra se mantenía en su habitación leyendo el mismo libro de antes.

Edward llega a su recámara en silencio, viendo con una sonrisa como su alma gemela se encontraba sumergida en la lectura, pero ella terminó por regresar a verlo al sentir su mirada.

—Siento la tardanza, stella mia —se disculpa el lector de mentes.

—No importa, me entretuve con Alice y con Rosalie —responde Alessandra con una sonrisa en sus labios, intentando olvidar el bochornoso momento de la tarde.

—Seguro que sí —comenta Edward algo divertido.

El vampiro se acerca a su alma gemela para poder recostar a su lado, se mantiene en silencio por algunos minutos hasta que Edward tomó el libro que tenía Alessandra en manos para que fuera él quien leyera en voz alta.

La mujer no evitó sonreír tontamente ante eso y no duda en acomodarse sobre el pecho de su pareja para poder escucharlo con total atención, después de todo, no faltaba mucho para que Alessandra terminara el capítulo.

Tras terminar de leerlo, Edward deja el libro a un lado para poder abrazar por un poco más de tiempo a su amada.

—¿Puedo preguntarte algo? —pregunta Alessandra en un susurro, ignorando como el vampiro bajó la mirada para poder ver su rostro.

—Lo que sea —responde Edward sin dudar y manteniendo sus caricias en la espalda de ella.

—¿El matrimonio es la condición que pones para que tú me transformes? —pregunta la italiana al recordar la repentina propuesta que recibió de su pareja un mes atrás.

—Así es —confiesa el lector de mentes con una sonrisa en sus labios.

Alessandra termina por levantar la mirada para poder ver fijamente a Edward, los ojos de ambos se encontraban mirando mientras se miraban con adoración, por lo que terminaron por acercarse al otro para iniciar un delicado beso.

La mujer sube una de sus manos por el pecho del vampiro hasta poder llegar a su nuca, él aferró sus manos a la cintura de la italiana, hasta que terminó por comenzar a subirlas por toda su espalda.

Soltando un bajo gemido, Alessandra se acerca un poco más a Edward antes de que este terminara por morder su labio inferior con ligereza, consiguiendo sonreír a los dos.

—Todos dicen, que cuando cambie, querré matar a toda la ciudad, amore mio —le confiesa la castaña con pesar.

—Esa parte no dura para siempre, stella mia —asegura Edward al mantener su mirada en los labios de su pareja.

Alessandra asiente sin estar del todo segura, pero termina por acercarse a él para volver a besarlo. Edward no duda en corresponder el beso, pero se aleja de ella con bastante fuerza de voluntad.

—No quiero lastimarte, stella mia —confiesa el vampiro en un susurro.

—Sé que no lo harás —se apresura a responder ella con un ligero sonrojo en sus mejillas—. No quiero hacerte sentir presionado o...

Edward no se contiene y se acerca a Alessandra para poder robarle otro beso que la hizo suspirar, siendo los dos quienes decidieron alargarlo hasta volverlo más intenso y necesitado.

La italiana mueve sus labios al mismo ritmo que el vampiro, mientras que este terminó por ponerse arriba de su cuerpo. Ale pasa sus manos por el pecho de su alma gemela con delicadeza, soltando un ligero jadeo de placer al volver a sentir una mordida en su labio inferior por parte de Edward.

Sin poder contenerse, el lector de mentes dirige una de sus manos a la piel debajo de la blusa de Alessandra para poder llegar a su espalda y comenzar a acariciar la zona. Ella suelta otro jadeo más por la frialdad de las manos de este, pero esto hizo que Edward reaccionara y se alejara de la italiana luciendo bastante preocupado.

—Está b-bien —asegura la mujer en un susurro con la respiración agitada—. No t-t preocupes, a-amore mio.

—Te deseo, Ale, en verdad lo hago —confiesa Edward—. Pero quiero estar casado contigo antes.

Los dos deciden reincorporarse, quedando el uno frente al otro luciendo bastante agitados.

—Me siento... —Alessandra aclara su garganta para poder hablar bien, pero sus mejillas tomaron más color por la vergüenza—. Me siento como si fuera a robar tu virtud o algo así.

—No es eso lo que me preocupa, stella mia —le explica el vampiro rápidamente para que no se hiciera ideas erróneas—. Es solo una regla que yo no quiero romper.

La castaña asiente ante esas palabras, pero una mala sensación se instaló en su pecho al recordar su pasado.

—Sabes q-que yo y-ya no t-tengo..., ya no soy virgen —susurra ella con culpabilidad y bastante pena.

—Lo sé, pero eso no significa que mis sentimientos por ti cambien, stella mia —asegura Edward en un susurro y dirige una de sus manos hacia la mejilla de la mencionada para poder acariciarla—. Sigues siendo la mujer a la que yo amo, mi alma gemela. La dueña de mi vida entera y de todo lo que soy.

Alessandra sonríe y pone una de sus manos sobre la que tenía su pareja en su mejilla.

—Siento que fue mi culpa que Ethan cambiara su actitud conmigo —le confiesa la castaña sin poder evitarlo—. Con todo el tiempo que estuvimos juntos, jamás dejé que pasara de los toqueteos o de los besos, no llegamos a..., a eso.

—¿Tú querías...? —pregunta Edward sin concluir la pregunta.

—Quería llegar virgen al matrimonio —admite Alessandra en un bajo susurro—. Pude mantenerme así hasta unos días antes de la boda, cuando intenté terminar mi relación con Ethan..., pues no reaccionó bien y terminó por abusar de mí.

Edward niega molesto ante esas palabras y, por primera vez en su vida, desea que el mencionado ardiera en el infierno para poder pagar el daño que le hizo a su alma gemela.

—Ya no s-soy pura y siento si esto te d-decepciona —sigue hablando la castaña con melancolía—. Respetaré si eso hace cambiar tu manera de pensar sobre mí e incluso tu opinión, pero...

Alessandra no puede terminar de hablar porque Edward la interrumpió al inclinarse hacia ella para poder besarla, ella le corresponde y cierra los ojos para derramar unas cuantas lágrimas que nos sabía que contenía.

El vampiro retoma las caricias en la mejilla de su alma gemela al momento en que se alejó de ella para verla fijamente.

—Para mí, seguirás siendo perfecta sin importar tu pasado, stella mia —asegura Edward—. Eres la mujer a la que estoy dispuesto a entregar mi existencia con tal de que sea feliz. Soy tuyo, Alessandra.

Los ojos de la mencionada se llenaron de lágrimas una vez más por tan hermosas palabras, sonriendo enternecida.

—Yo vengo de otra era, todo era menos complicado —sigue hablando el vampiro—. Si te hubiera conocido en ese entonces, te habría cortejado de la manera en que siempre te has merecido.

Alessandra no evita imaginarse en ese escenario junto a Edward, lo que consiguió que sus ojos retomaran ese brillo con el que únicamente miraba a su pareja.

—Pasearíamos con chaperonas, tomarías té en el patio e incluso te hubiera robado uno que otro beso temiendo ganarme tu desprecio por tan atrevido acto —asegura Edward consiguiendo que su chica se riera un poco, toma su mano derecha y deja un delicado beso en sus nudillos antes de levantarse de su lugar para quedar frente a ella—. Después de pedirle permiso a tus padres, me pondría de rodillas y te habría ofrecido un anillo digno de ti.

La sonrisa de la italiana flaquea por unos cortos segundos al darse cuenta de como su pareja se arrodilló frente a ella teniendo en su mano libre una pequeña cajita de color negro aterciopelado, manteniendo sus caricias en los nudillos de su amada, Edward deja sobre su palma el objeto para mostrarle a Alessandra el hermoso anillo de compromiso de oro.

Parecía que este estaba dividido por el diseño, pero tenía un brillante rubí incrustado en el centro junto a varios diamantes rodeándolo, dándole un aire mucho más elegante y único.

—Era de mi madre —explica el vampiro en un susurro, viendo como los ojos de su alma gemela brillaban—. Alessandra Vitore, prometo amarte en cada momento de nuestras vidas mientras me permitas estar a tu lado. ¿Me concederías el extraordinario honor de poder convertirme en tu esposo?

La mujer cubre su boca con su mano libre, sintiendo como varias lágrimas se deslizaban por sus mejillas, pero eso no quitaba la sonrisa que tenía en sus labios.

—Sí —susurra Alessandra conmocionada—. Sí, amore mio..., ¡sí!

Los dos sonríen emocionados por esa respuesta, ella no deja que su chico pudiera levantarse, ya que lo tomó de las mejillas para poder besarlo con necesidad.

Edward deja una de sus manos en la cintura de Alessandra mientras retomaba su compostura, con la otra sostenía la cajita con el anillo de compromiso.

Abrazando por la cintura a su futura esposa, el lector de mentes la carga por varios segundos para poder dar vueltas con ella, riéndose los dos por la alegría que desbordaban. Alessandra enreda sus brazos en el cuello de su pareja y esconde su rostro en su cuello mientras intentaba controlar sus lágrimas.

Una vez que la italiana se encontró con los pies en el suelo, ambos volvieron a besarse una vez más.

—Te amo, stella mia —susurra Edward fascinado por la belleza de su amada.

—Y yo te amo a ti —responde ella ilusionada.

El castaño comienza a dejar constantes besos por todo su rostro, esto logró secar varias de las lágrimas de Alessandra, pero igual la hizo reír enternecida.

Mirándose fijamente, Edward se encarga de sacar el anillo de compromiso de su caja correspondiente, toma la mano izquierda de Alessandra y comienza a deslizar la sortija por su dedo anular, viendo como este le quedó a la medida.

—Mi prometida —susurra el vampiro emocionado, fijando su mirada en los ojos de Alessandra—. Mi futura esposa, mi amor..., stella mia.

La italiana se ríe y corresponde el beso que Edward dejó en sus labios, ambos sintiéndose conmocionados por tan hermoso momento.


Creo que ya se saben de memoria mis palabras, pero paras las nuevas hermosas personitas, les explico rápidamente.

No es que no me guste el anillo original de la madre de Edward pero es que quiero que mis historias tengan eso original, así que en cada una de mis historias habrán diferentes anillos de compromiso para cada protagonista, haré que los anillos las identifique de cierta manera.

Una vez aclarado eso, espero que les haya gustado el capítulo, el anillo de compromiso se encuentra en multimedia.

Los quiero mucho y nos vemos en una próxima actualización❤️

❣️𝐌𝐎𝐀𝐍𝐀❣️


Esta es una historia original de Wattpad, actualmente igual se encuentra disponible en Inkitt y en Booknet, si la lees en otra plataforma se debe a un virus y una copia sin mi permiso.


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