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                                            1581...


Una gran fiesta se celebraba en Manisa, una de las favoritas del Şehzade Mehmet había tenido un sano y fuerte príncipe.

Las bailarinas movían sensualmente sus caderas al compás de la música, hacían movimientos lentos y coordinados llamando la atención de todo aquel que las viese.

La madre de Mehmet, Safiye Sultan, había ido a visitar a su hijo y reciente nieto. Ella se encontraba sentada en el centro del harén observando todo con detenimiento.

—Alá mediante será un gran guerrero. —murmuró una de las Hatun's que servían a la Sultana.

—Así será.

Safiye era tan amada como temida, tras esos grandes ojos esmeraldas y esos cabellos dorados se escondía una bestia que ni el mismísimo diablo podría contener. Era de esperarse, Mihrimah Sultan le había confiando la misión más difícil, acabar con la veneciana de Nurbanu.

—¿Cómo se encuentra la Kadin de mi hijo? —preguntó sin interés, ella realmente era insignificante para Safiye, tanto así que no había tomado la molestia de aprender su nombre. —¿Ayşe, verdad?

El Kizlar ağa negó divertido— Se llama Ceyda, Sultana.

—Claro, si, ella, envíale un obsequio de mi parte. Cualquier cosa estará bien, un collar o unos aretes. Quiero tenerla comiendo de la palma de mi mano, no veo una amenaza en ella pero jamás hay que subestimar al oponente. —recordó la tan célebre historia de Hürrem y Mahidevran, todos subestimaron la inteligencia de la pelirroja y ahora estaban todos muertos, u olvidados en su defecto. —No necesitamos otra Hürrem.

—Como usted ordene.

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A lo lejos, en una de las esquinas del harén, se encontraban las otras favoritas del Şehzade. El grupo no era muy amplio, eran en total cinco o seis chicas. Pero entre todas esas habían dos que se peleaban por llamar la atención del príncipe o en su defecto de su madre.

—¡Yo soy más bonita e inteligente que esta cualquiera! —gritó Halime, estaba siendo insultada por una idiota que se creía más que ella.

Handan no soportaba a la pelirroja, creía que era una insoportable egocéntrica.

—Dices ser más que yo y ni un hijo al Şehzade le has dado. —contestó irónica. La bosnia quería gritarle todas sus verdades a Halime, y lo iba a hacer.— Te has burlado de nosotras por qué tú eras la favorita de favoritas. —era todo un espectáculo viviente, todos veían como la pelinegra alzaba las manos al aire y luego las posicionaba en sus caderas para darle énfasis a lo que decía.— Ceyda fue una sola noche al lecho del príncipe y mírala ahora, es toda una Baş Kadin y tú no eres más que la segunda opción.

La abjasiana no lo soportó más y se le tiró encima a la bosnia. Mechones de cabello color rojizos y negros volaban por todas partes, uno de los aretes de perla salió disparado con tanta fuerza que aterrizó en el vaso de una de las favoritas. Todo se iba poniendo interesante hasta que alguien las detuvo.

Safiye las miraba divertidas, hacia tanto tiempo que no presenciaba una pelea en el harén. Pasó sus ojos por Handan; esta tenía la marca de unas uñas por todo su rostro desde el mentón a los ojos, su vestido estaba desgarrado y parte de su espalda se observaba y el que alguna vez fueron unos hermosos labios carnosos estaban lastimamos, partidos, y luego miró a Halime; una de sus orejas tenía sangre, ya sabía a quien le pertenecía el arete y tenía varios moretones a lo largo y ancho de sus brazos y abdomen.

—¿Esa es la forma de comportarse? —habló tranquila, imponente como solo ella lo sabía hacer. —¿Ustedes no creen que mi hijo ya tiene demasiado como para soportar a un par de insolentes con aires de grandeza?

Ambas negaron efusivamente, temían el castigo que podrían llegar a imponerle.

—Kizlar ağa. —el hombre llegó rápidamente al lugar. Safiye le susurró un par de cosas en el oído y luego se marchó con su séquito de criadas.

Todos quedaron el silencio, la música que había de fondo dejó de sonar en cuanto la Sultana se marchó del recinto. Estaban expectantes.

—Halime Hatun, Handan Hatun. —sonrió el ağa, Cómo amaba hacer sufrir a las favoritas. —Nuesta queridísima Sultana ha dejado dicho que ustedes dos, a partir de hoy, dormirán juntas en la misma habitación, comerán juntas, limpiaran juntas y todo, absolutamente todo lo harán juntas. —ambas suspiraron, aunque el castigo era horrible podrían soportarlo. Pero se equivocaban. —Casi lo olvido, ya no son favoritas y su sueldo de tres años será destinado a la fundación de Safiye Sultan.

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—Calmate, verás que todo saldrá bien. —habló Kimet, trataba de tranquilizar a Halime.

Halime daba vueltas en la habitación que solía compartir con Kimet. Ambas eran favoritas y se habían vuelto muy unidas en ese corto tiempo.

—La tendrías que haber visto, me dijo entre líneas que yo era infértil. —chistó y volvió a caminar en círculos. —¡Yo, infértil! Y ahora tengo que mudarme con ella. ¡Juro que la mataré si llega a tocar unas de mis pertenencias!

Hizo una seña con sus manos en dirección al cofre lleno de joyería, vestidos y otras cosas.

—Sabes que, está noche ve con el Şehzade, seducelo y hazte la víctima, verás como en un abrir y cerrar de ojos estarás aquí conmigo.

Sin darse cuenta una gran amistad se formó, algo que podría ayudarlas en el futuro o simplemente destruirlas.

























¡Holaaaaaaa!

¿Qué tal?

Espero que les haya gustado este primer capítulo.

¿Teorías?

¿Handan o Halime?

¿Cómo les cae Safiye?

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