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Halime negó enojada. —¿Porqué no puedo ir con el Şehzade?

La abjasiana se encontraba frente a Leyla Kalfa, la cual trataba de explicarle que Mehmet estaba en compañía de otra mujer.

—Su alteza, Şehzade Mehmet, se encuentra con una concubina. —soltó con simpleza. —Gülüstü Hatun.

Gülüstü Hatun era, por lejos, la primer favorita que el príncipe tuvo. Por mucho tiempo fue la predilecta de él, hasta que se cansó de esperar noticias de la griega y la dejó de llamar.

—Creí que ya no la recibía. Que la dejó de llamar por infértil. —dijo con simpleza. No estaba enojada, sentía pena por la pobre mujer. Durante mucho tiempo vio llegar a muchas mujeres con las que Mehmet se acostaba. —En fin, ¿Mañana podré ir?

La Kalfa lo pensó rápidamente, no veía por que no mandar a la pelirroja. —Mañana, si el Şehzade lo permite, irás.

—¡Gracias! —saltó sobre la mujer para abrazarla. Parecía una niña a la que le regalaron un pony por su cumpleaños.

La Kalfa rió por lo bajo y se marchó tranquilamente. Detrás de una de las paredes salió Kimet y le sonrió triunfante a Halime.

—¿Ves? Te lo dije, el harén te adora. —hizo una reverencia en forma de burla y murmuró un "Sultana".

La pelirroja soltó una carcajada muy sonora, algunos dirían que hasta los ağas blancos oyeron la risa. —Ven, —tomó a Kimet del brazo. —vamos a visitar a Ceyda, quiero conocer al pequeño Cihangir.

Ambas mujeres salieron a los aposentos de la Kadin.

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—¿¡Cómo es eso posible!? —gritó Mehmet, estaba furioso.

Un mensajero de la capital venía con un recado para él, decía que su padre, Murad, había perdido una de las provincias a la frontera del territorio otomano. Esta había sido tomada por los austro-húngaros y que no darían marcha atrás.

Tenía una copa de vino en la mano, cuando se vacío la arrojó contra una de las paredes con tanta fuerza que despertó a la mujer que dormía despreocupada en su cama. Apenas había amanecido y él ya se encontraba bebiendo.

Ella se levantó rápidamente, vió la bebida derramada y supuso lo peor. —¿Se encuentra bien, alteza?

No la miró, estaba furioso. Lo único que atinó a decir fue: —Ve por más vino.

La rubia se envolvió con las sábanas y trató de vestirse lo más rápido que pudo.

—¡Ahora!

Algunos decían que había heredado el vicio de su abuelo, Sultan Selim. Un borracho sin remedio. Todos temían que sufriera el mismo destino de aquel pelirrojo; rodar escaleras abajo por culpa de la borrachera.

La Hatun entró nuevamente a la habitación, pero ahora traía algo con ella; una jarra dorada repleta de néctar alcohólico.

De nuevo se iba a embriagar.

                    · ←·→ ·

Kimet mecía suavemente al niño, él encantado dormía plácidamente.

—Es tan bonito. —habló Halime.

Ceyda asintió.

—Lo es. —suspiró intranquila. —Temo por él.

Kimet dejó al niño en su cuna y se acercó a Ceyda para consolarla. —¿Quién se atrevería a hacerle daño a tan hermosa criatura? —sonrió a medias.

—Kimet tiene razón, nadie puede tocar al hijo del Şehzade de la Corona. —habló Halime, muy segura, como si tratara de creer en ello.

La Kadin seguía intranquila. Trató de creer en las palabras de sus amigas pero no pudo. Conocía bien como era ese juego; él más fuerte ganaba y más si tenía una madre astuta e inteligente.

Ella no era nada de eso.

—Aún así, saben que en este imperio sino corre sangre el trono no está seguro. De ustedes no temo, —le  sonrió a ambas. —¿Pero que pasaría si Handan u otra Hatun tiene un varón? Haría lo imposible para matar a mi pequeño Cihangir. No sabría que hacer si algo llegase a pasarle.

Las tres, luego de esas tristes pero ciertas palabras, observaron la cuna para verificar que todo se encontrara en orden.

Por el momento lo estaba.

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Handan las había oído.

Se enfureció tanto de la relación de las tres mujeres que se propuso algo; no descansaría hasta matar cada mínima esperanza de grandeza y poder de aquellas esclavas.

—Tengo un plan. —le dijo muy segura a una de sus más cercanas amigas.

—¿Cuál? —preguntó Hatice Hatun.

La pelinegra sonrió ampliamente antes de comenzar. —Haré los siguiente; Primero. Me meteré cuántas veces pueda con el Şehzade, me le meteré por los ojos de ser necesario. Segundo. Tener un varón, no importa cuanto tenga que intentarlo, pero no descansaré hasta tener un niño entre mis brazos. Tercero. Mataré uno por uno a cada hijo que él pueda tener, aún así tenga que matar a medio harén. Y por último, coronaré a mi hijo, me convertiré en Valide y aquellas que algún día me humillaron pedirán mi piedad.

Hatice asintió. Veía potencial en la bosnia y no pensaba desaprovechar aquella oportunidad.

—¿Cuándo comenzarás?

—Mañana mismo. Por lo que tengo entendido hoy irá Halime.

Y como por arte de magia las tres mujeres; Ceyda, Kimet y Halime entraron al harén con el pequeño Cihangir en brazos. El niño se llevaba toda la atención de las criadas.

—Sonrían mientras puedan. Muy pronto mi hijo se robará la atención de todos.

Dicho eso tocó suavemente su abdomen plano.






















Bueeeeeeeeenas nuevas mis lectores.

¿Qué tal les pareció?

¿Aman a Halime? Yo se que si.

Nuestra pobre Kimet no sabe lo que le espera.

¿Les gusta la amistad entre Kimet, Halime y Ceyda?

¿Mehmet es un borracho sin remedio?

Nos vemos en el próximo capítulo.

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