ꜰʟᴏᴡᴇʀꜱ.

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SeokJin y TaeHyung caminaban tomados de la mano.

Para ser un Omega con pareja, se sentía bien sosteniendo la mano del alfa, era como si... Como si el simple hecho de tener sus dedos entrelazados fuera lo más correcto del mundo.

Discutiste con tu novio. -Afirmó el Tigre con esa voz grave que estremecía al Omega.

Jin simplemente asintió. No quería hablar de algo que no valía la pena.

— ¿Dónde estamos? -Preguntó en cambio.

Esta es la pradera de los abuelos Jeon. Abarca una extensa cantidad de manzanas, ¿verdad que es preciosa?

«Y sí que lo es.» Pensó el Omega admirando la belleza del lugar.

Era una especie de campo de flores, habían Girasoles, Margaritas, Rosas, Tulipanes, etc., para su olfato sensible, sentir aquella combinación de aromas dulces relajó a su Tigre considerablemente.

Es encantador. -Susurró con una bella sonrisa.

Para TaeHyung, ver la expresión tranquila del Omega, con esa sonrisa tan natural, era un regalo de los dioses, sintió que su corazón se aceleró, quería verlo sonreír siempre.

Si caminamos un poco más, podremos ver un pequeño río. -Habló suavemente.

— ¿Y qué esperamos? -Preguntó aumentando su sonrisa y jalando al alfa para que empezara a caminar.

Cruzaron despacio aquel campo por estrechos caminos para no lastimar ninguna bella flor.

TaeHyung cortó una pequeña Rosa y la dejó sobre la oreja izquierda del Omega, su cabello rubio brillaba y ese toque lo hacía lucir sumamente adorable.

No pudo evitar suspirar encantado. Ese Omega le hacia sentir cosas que jamás pensó sería capaz de tener en su corazón.

Jin lo miró, y sus ojos marrones brillaban con una alegría insuperable.

Sí, TaeHyung se lo quería comer.

























Luego de caminar por algunos minutos. Llegaron al río.

Era bastante grande para el Omega, y en sus alrededores habían frondosos árboles, sus hojas verdes bailaban al compás del suave viento.

Jin se sacó los zapatos, dobló su pantalón hasta las rodillas y entró al río.

TaeHyung lo miró asombrado, estaba a punto de proponerle al Omega entrar al río, parecía que este le había leído la mente.

— ¿Qué esperas? ¡Ven aquí! -Exclamó divertido.

Tae no se hizo de rogar e hizo el mismo camino que el rubio.

Por inercia, cuando el alfa yacía junto a él, volvieron a tomarse de las manos.

Juntos empezaron a jugar lanzándose gotas de agua.

Reían. Reían como en años ninguno de los dos lo hacía.

Jin se dio cuenta que si bien, amaba a su Dragón, nunca sintió la libertad que estaba experimentando en ese momento.

El hecho de tener su relación bajo la mesa, sin ninguna esperanza de avanzar, hizo que su alma se sintiera presa de un sentimiento negativo, del sentimiento de rencor.

— ¡Hey! -Tae lo tomó delicadamente de la mejilla. —Sea lo que sea que estés pensando, déjalo ya. Estamos aquí para disfrutar de la naturaleza, aprovéchalo.

Jin lo miró por largos segundos. Los ojos del alfa ya no eran fríos, tampoco burlones, en ese momento lo miraban con calidez, sus mechones rubios estaban húmedos en las puntas y eso lo hacían ver más joven y relajado. Jin se sintió afortunado.

Tienes razón. En la ciudad no hay lugares así.

Ellos siguieron jugando. Compartiendo miradas y sonrisas.

Olvidaron por completo que cierto Dragón podría estarlos observando a la distancia, pero en ese momento no podría importarles menos.

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