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—¿Por qué estoy haciendo esto otra vez? —Me quedé observando mi reflejo en el espejo. Tinte cubriendo mi cabello y ni si quiera sabia que color seria esta vez ya que Jisung escogió todo sin preguntar y solo con una frase "Confía en mi Seungmin yo se lo que hago".Con suerte, los resultados no me darían ganas de usar una gorra para el resto del semestre.

Jisung se encontró con mi mirada pensativa en el espejo. —Esto va a sellar el trato.

—¿Cómo es eso? —le pregunté.

—Bueno. El camarero ardiente te besó...

—Christopher —añadí—. Y no nos olvidemos de que él me dejó la otra noche sin siquiera un adiós. Así que dejando el beso a un lado, no diría que estoy cerca de cerrar el trato con él.

Jisung hizo un gesto con la mano, y continuó.

—Él todavía está interesado en ti. Se quedó y cenó contigo y las niñas, ¿no? Confía en mí. Él te desea.

—Probablemente era sólo hambre —Me quejé en voz baja.

—Más importante aún, Changbin por fin está empezando a entrar en razón.

—Nunca dije que Changbin estuviera...

—Seungmin, él está interesado. No se ofrecería a conducir a casa contigo para las vacaciones si no estuviera posiblemente, incluso un poquitito —Levantó los dedos, dejando un diminuto espacio entre ellos—, interesado en ti y él. Un tipo no sufriría un viaje de cuatro horas manejando si no fuera así.

—Hmm. —Fue todo lo que dije, tomando de mí agua. Mirando mi reflejo, esperaba que la elección de color no fuera un desastre. Por lo que iba a pagar, lo mejor era que esto no pareciera menos que un milagro.

Jisung se inclinó y me apretó la mano.

—Me alegro tanto de que hagas esto.

—¿Dejar que me hagas un cambio de look?

El se encogió de hombros.

—Es más que eso. Esto es divertido, Seungmin. Quiero decir, te amo y eres un gran compañero de estudio y todo... y es bueno que siempre te apuntes para una noche de cine, pero nunca has sido de los que se unen a mí para pasar un día haciendo cosas fuera de la universidad.

Me resistí a señalar que mi presupuesto no me permitía precisamente este tipo de cosas. Jisung nunca había tenido un presupuesto para nada en su vida.

La cuenta de su tarjeta de crédito iba directamente a su padre. Tal vez si pensara que él era perfectamente feliz, me burlaría de él por ser un niño rico mimado, pero no iba a ir allí. No sabiendo lo que sabía —que él pasaba la mayor parte de sus vacaciones a solas en una casa vacía, mientras que su padre las pasaba con su novia actual. Y no sabía casi nada sobre su madre, excepto que se había vuelto a casar y Jisung la veía quizá una vez al año. El era la prueba de que el dinero no prometía la felicidad.

En su lugar, estuve de acuerdo. —Es genial. Un poco de estas actividades de vez en cuando no hace daño.

—Bueno, si algún día te conviertes en parte de la familia Seo, estoy seguro de que él te dará todo lo que le pidas.

Simplemente sonreí. Nunca había sido sobre el dinero de Changbin. Era él. Su familia. Lo perfectos que eran todos. Yo quería eso.

Lo necesitaba.

Y sin embargo, no podía olvidar el beso ardiente de un camarero. Me asustó un poco. Me hizo pensar que podría haber un poco de mi madre en mí, después de todo.

Siempre le gustaron los chicos malos. Los hombres que la metían en problemas. Ese había sido mi padre antes de que encaminara su vida y se uniera a la Infantería de Marina. Después de papá, nadie pudo salvarla.

Pero yo no era mi madre. No seguiría sus pasos. No repetiría sus errores. Ya tenía bastantes pesadillas con las que vivir. Me negaba a añadir más.

Nadie pudo salvar a mi madre, pero yo me iba a salvar a mí mismo.

—Guau —suspiró Jeongin dos horas más tarde, cuando regresó al cuarto para encontrarnos a Jisung y a mí saqueando —colectivamente— nuestros armarios en busca del conjunto perfecto.

Ya habíamos pasado por el mío y nos trasladamos al de Jisung y Jeongin después de que Jisung anunciara que el mío era un fracaso supremo.

Jeongin se dejó caer en la cama, tirando su mochila al suelo. Sus ojos marrones recorrieron mi cabello. —¡Te ves increíble!

—¿Cierto? —Jisung asintió, sintiéndose orgulloso con lo que hizo.

Fue responsable por arrastrarme a la peluquería en primer lugar. Había concertado las citas y no aceptó un no por respuesta, hasta que accedí a ir. —Ahora necesitamos la ropa adecuada.

—Ayúdame, Jeongin. Incluso si pudiera encajar en la ropa de Jisung, no son yo. No puedo hacerlo. —Miré de nuevo a Jisung

—. Por favor. Déjame ponerme algo de mi armario.-Jisung agitó algunas prendas hacia mí.

—¡Tu ropa no va conmigo!

—¡No hicimos que tu cabello luciera de esa forma para que usaras algo que llevarías a clase en un día cualquiera!

Jeongin levantó una mano, presenciando la batalla que estaba a punto de tener lugar si la luz combativa en los ojos de Jisung indicaba algo. Juntos, vimos como Jeongin se trasladó a su armario y comenzó a empujar perchas. —Tengo algo perfecto.

La esperanza martilleó en mi corazón. El guardarropa de Jeongin gritaba elegancia. Todo parecía caro y sexy sin parecer exagerado.

Se volvió y puso en la cama todo un conjunto que iba un poco más conmigo pero que a su vez era algo diferente. —Oh —suspiré—. ¿Estás seguro? Probablemente olerá a bar después. ¿Y si alguien derrama algo en mí? —Estaba seguro de que todo eso costó más de lo que podía permitirme el lujo de gastar.

—Pruébatelo —insistió, empujándolo hacia mí y moviendo la cabeza, rechazando mis protestas.

Suspirando, entre al baño para poder cambiarme Cuando estuve listo salí y fui directamente al espejo de cuerpo completo de la recamara. Me gustaba, creo que lo de "chico bueno" desapareció y el pensamiento de que esto pudiera hacer cambiar de opinión a Christopher me agradaba demasiado.

—Oh, rayos —Jisung me evaluó con los ojos muy abiertos, asintiendo con la cabeza en señal de aprobación—. Menos mal que no me falta confianza en mí mismo.

Me reí débilmente. —Sí, claro.

—Ahora pruébatelo con la chamarra de cuero —me animó Jeongin.

—¡Sí! —Jisung aplaudió una vez—. No se va a resistir a ti en eso. Y puedes tomar mis botas negras también conocidas como las botas de la suerte para follar.

Le sonreí con ironía. —Bueno. No sucederá nada de eso.

—Probablemente no. —Jisung sonrió—. Sobre todo cuando ni siquiera puedes decirlo.

—Puedo decirlo —protesté, mirando la expresión petulante de Jisung. Jeongin se veía como que a duras penas evitaba reírse

Aun así, la palabra se quedó atascada en mi garganta. En realidad, no podría decirlo. Era demasiado.

Jisung se echó a reír. —Tal vez, después de que este camarero termine contigo, serás capaz de decirlo.

—Tal vez —concedí—. Pero no lo voy a hacer. Al menos no con él.

—Hmm. —Jisung se dio la vuelta y empezó a excavar en busca de zapatos en su estrecho armario—. ¿Estás seguro? No hay nada malo con que tu primera vez sea con alguien que sabe lo que está haciendo.

—No. Quiero que mi primera vez sea con Changbin.

—Por supuesto que sí —asintió Jeongin—. Debe ser con alguien que ames.

—Dice el chico y solo ha salido con una chica y es su actual novia.

—¿Y? ¿Qué hay de malo en eso? —Jeongin enderezó los hombros.

—Bueno. ¿Cómo sabes que no te estás perdiendo algo mejor?

Una mirada extraña apareció en el rostro de Jeongin. Nunca lo había visto enfadado antes, pero pensé que esto estaba cerca de eso. Aparecieron manchas de colores a través de su tez.

—Hay más en una relación que sólo sexo.

—Sí, pero una relación de seguro es mejor cuando el sexo es bueno.

Jeongin ladeó la cabeza. —¿Y cómo lo sabes? ¿En cuántas relaciones has estado?

Viendo que esto no iba a ir ninguna parte, excepto a algo feo, intervine—: Así que, Jeongin, ¿puedes venir con nosotros esta noche?

Apartó su mirada de Jisung—No. El padre de mi novia se encuentra en la ciudad por negocios y se supone que debemos cenar con él.

Jisung fingió un bostezo exagerado, y Jeongin le lanzó una de sus almohadas.

—¿Tal vez podrían reunirse con nosotros después? —sugerí.

—El Mulvaney's es no es realmente el lugar que mi novia...

Ante esto, Jisung soltó un resoplido. Jeongin le lanzó una mirada fulminante. Jisung se encogió de hombros y volvió a prestar atención al contenido del armario de Jeongin

Él siguió. —Pero vamos a intentarlo.

—Eso sería genial —le dije sin convicción, odiando estos raros momentos de tensión entre ellos. Tan diferentes como éramos los tres siempre habíamos hecho que funcionara. Desde que nos conocimos en la orientación de primer año, riéndonos, no muy discretamente, cuando nos asignaron a una chica de un curso superior que insistió en iniciar nuestro recorrido por el campus con una canción que ella escribió.

—Bueno, no llegues demasiado tarde. Vas a perderte toda la emoción cuando el camarero sexy ponga sus ojos en Seungmin

Sonreí, pero se sentía más como una mueca en mi cara. —Su nombre es Christopher —le recordé, pero ellos no escuchaban.

(...)

Nuestro grupo encontró un lugar cerca de las mesas de billar, una posición privilegiada con una vista directa de la barra.

—Él está trabajando esta noche —exclamé por encima de la música en el oído de Jisung. Ahora que lo pienso, él había trabajado todas las noches desde que estuve allí. Sólo podía pensar en lo tedioso que debía de ser. Servir cerveza noche tras noche. Sacudí los pensamientos. Sus ambiciones en la vida no deberían importarme. No buscaba nada profundo y duradero con él. Al igual que él nunca consideraría algo profundo y duradero conmigo. Era un recordatorio vigorizante cuando mi mirada se estrechaba sobre él en el bar. Esto era sólo una conexión. Asumiendo, por supuesto, que nada sucedía en absoluto.

—¿Ese es tu chico Seungmin? —Jinwoo silbó con aprobación—. Lindo. Es muy sexy. No sabía que eras capaz.

No me molesté en señalar que no era mió. Llámalo una necesidad básica de reclamarlo para mí.

En este momento, había varias chicas y chicos alineados frente a él para pedir bebidas. Me había dado cuenta de eso antes. Que el siempre tenia más clientela que los demás meseros. Y siempre parecía muy serio. Vertiendo las bebidas y tomando el dinero sin hablarle por mucho tiempo a nadie. Me pregunté cuándo exactamente se suponía que debía enrollarse con todas las chicas y chicos que se rumoreaba.

—Bueno. ¿Cómo vas a hacer esto? —dijo Jisung en mi oído, mirando la barra como si investigara un punto de entrada.

Negué con la cabeza.

—Él no me ha visto.

—Bueno. No has ido a la barra.

—Pensé que tal vez debía esperar a que se fijara en mí.

—Eso podría tomar un tiempo. Este lugar está atestado.

—¿Qué sugieres, entonces?

—Tú me conoces. Soy directo. —Me miró y luego volvió a mirar hacia la barra—. Me pararía frente a él, luciendo tan sexy como sea posible.

—¡Hazlo, hazlo! —canto Jinwoo, golpeando la mano sobre la mesa toscamente tallada. Se inclinó hacia delante, con la cara enrojecida, ya sea de la presión caliente de los cuerpos que nos rodeaban o el hecho de que prácticamente ya consumió la primera jarra solo. Teniendo en cuenta el brillo en sus ojos, sospechaba que era la cerveza.

Una pelea estalló en algún lugar de la esquina. Volví la cabeza ante el sonido de varios gritos y una silla golpeando el suelo. Un vaso se rompió y una chica gritó.

—Oh, oh, ahí está tu chico.

No me molesté en corregir a Jinwoo. Todos nos volvimos y miramos con apreciación mientras Christopher y otro empleado atravesaban la multitud y se zambullían en el tumulto.

—Él es tan caliente que podría comérmelo —suspiró Jinwoo soñadoramente.

—Oye, retrocede. Es de Seungmin —le reprendió Jisung, y me envió una mirada cortante cuando abrí la boca para protestar diciendo que no era mío.

Mi mirada volvió a Christopher, observando su amplia espalda mientras separaba los cuerpos para llegar a los dos chicos que se golpeaban en la parte inferior del amontonamiento.

—¡Hola, chicos! —Mino se acercó a nuestra mesa. Era un completo desastre. Pasó un brazo alrededor de los hombros de Jinwoo. Inmediatamente un sabor amargo me cubrió la boca al recordar que Mino era quien me había hablado sobre Christopher en primer lugar. Era una estupidez. ¿Qué me importaba si él conectó con Mino alguna vez?

—¡Hola a ti! Estamos aquí para ver al nuevo chico de Seungmin —ofreció Jinwoo voluntariamente.

—Seungmin —Mino me miró, evaluándome—. ¿Tienes novio? Pensé que lo único con lo que alguna vez te besuqueabas era con la calculadora. —Se rio de su broma, golpeando la mano sobre la superficie de la mesa.

Mi cara ardía.

Jisung le lanzó una mirada de disgusto.

—No seas un idiota.

Puso los ojos en blanco.

—¿Podrías relajarte? Por Dios. Dime. ¿Quién es el afortunado?

Jisung hizo un gesto con la mano como si no fuera nada.

—Ya lo conoces. —Me di cuenta de que no quería compartir su identidad. Como si me sintiera protector de lo que fuera que tuviera con Christopher, y no quería involucrar a una de sus últimas aventuras.

—¿Sí? —Miró a su alrededor como si así fuera a saberlo—. ¿Quién es?

—El camarero que me dijiste que trabajaba aquí.

Los ojos de Mino se agrandaron.

—¿En serio? —Me miró con un nuevo respeto—. No pensé que fueras capaz de ser tan... flexible, Seungmin. —Hizo hincapié en la palabra flexible y la insinuación deliberada. Mi cara ardía aún más. Muy bien podría haberme llamado virgen a la cara.

—¿Qué se supone que significa eso? —espetó Jisung.

—Seungmin es muy santurron. No pensé que fuera capaz de compartirlo. Quiero decir, el chico se acuesta con cualquiera, Jisung. Esta noche ya besó como con tres personas. Va a acostarse con alguien antes de la medianoche. Cuando me enrollé con él, estaba de vacaciones y sólo utilizamos el asiento trasero de mi coche.

—Ugh. —Jinwoo arrugó la nariz—. Recuérdame que nunca me siente en el asiento trasero de tu coche.

Cerré los ojos en un parpadeo lento. Ojalá Mino no hubiera dicho eso. Ahora tenía la imagen de ellos grabada en mi mente. La sangre se agolpó en mi cabeza. Un rugido profundo comenzó en mis oídos mientras pensaba en el beso que me dio junto a mi coche. Había parecido tan espontáneo, casi como si a él también le hubiese sorprendido. ¿Había sido solo del montón de esa noche? Mi sentimiento de traición era ridículo. El tipo era obviamente experimentado. Lo sabía. No llegabas a ser tan buen besador sin tener una parte justa de experiencia.

—De ninguna manera. Eres tan mentiroso —lo interrumpió Jisung.

—Es en serio —insistió—. Lo vi toqueteando a alguien afuera hace una media hora. Y besando a alguien diferente cerca del tablero de dardos hace apenas cinco minutos. —Señaló la esquina donde la gente lanzaba dardos.

Jinwoo negó con la cabeza.

—Hemos estado observándolo durante la última media hora. De ninguna manera.

—Sí —concordó Jisung, mirándome como si yo necesitara esa tranquilidad—. El está exagerando. ¿Durante cuántas noches lo hemos visto? Si el camarero estuviera saliendo con todas esas personas, nos hubiésemos dado cuenta.

Asentí, y la banda apretada alrededor de mi pecho se aflojó. Jisung y Jinwoo tenían razón. Mino no podía estar hablando de Christopher. Tal vez estaba celoso. O confundido. No sabía cuál era su motivación. Sólo sabía que él no podría haberse besado con alguien esta noche sin que me hubiera dado cuenta.

La mirada de Mino de repente se movió más allá de mi hombro. Sus labios estallaron en una sonrisa.

—Bueno, vamos a averiguarlo. Ahí está.

Negué con la cabeza desesperadamente, determinado a que Mino no me avergonzara delante de él.

—¡No! ¡No tienes que hacer eso!

Demasiado tarde, el lo llamó y agitó la mano. Un calor mortificante se disparó hasta mis mejillas. Sentí una presencia aparecer detrás de mí. Me sentía demasiado horrorizado para mirar. Me quedé mirando al frente mientras Mino se acercaba a la mesa, sus brazos abriéndose para un abrazo. La imperiosa necesidad de arrancarle los ojos me venció.

—¡Hola, nene! —Su voz era pura dulzura—. ¿Cómo estás?

¿Nene? Quería vomitar.

—Bien. Minu, ¿verdad? —preguntó una voz masculina.

—Mino —corrigió, y un destello de algo feo cruzó su expresión ante la aparente falta de memoria.

—Mino. Cierto —dijo la profunda voz y masculina.

Jisung ya se giraba en su taburete. Me dio un codazo en las costillas bruscamente y lanzó una pequeña carcajada, que rápidamente sofocó detrás de sus dedos.

Lo miré, frotándome el área golpeada. Me dedicó su mirada de "te lo dije".

Mira, articuló, nada de qué preocuparte.

—Así que ya conoces a mi amigo Seungmin, ¿no? —preguntó Mino, señalándome con un ademán.

Me giré completamente en mi taburete, frente a lo inevitable —y sentí que mi estómago se desplomó a mis pies.

No era él.

No era Christopher. Sin duda, este tipo era sexy. Incluso tenía un extraño parecido con Christopher, pero no era él.

—No —dijo, extendiendo su mano hacia mí y mirándome como si me estuviera imaginando sin la ropa puesta. Le estreché la mano, completamente pérdido con las palabras.

—Por supuesto que sí, Lucas —Mino frunció el ceño, mirando entre nosotros dos e insistió—: Conoces a Seungmin.

Su sonrisa vaciló por un momento.

—Uh, lo siento, no. ¿Debo recordarte? —Podía ver las ruedas girando en su cabeza, buscando en su memoria a las personas con las que se había acostado.

Negué con la cabeza sin decir nada y empujé a Jisung, que se reía como un tonto a mi lado.

—No. No nos hemos visto antes.

Lucas. Su nombre era Lucas.

Sus dedos seguían sosteniendo mi mano en un cálido apretón.

—Ya me parecía. Me acordaría de alguien tan guapo. —Hábil. Y con una cara como la suya, apuesto a que no tenía que esforzarse mucho.

Jisung, que seguía riendo, levantó una mano.

—Espera, espera, espera. ¿Trabajas en este lugar? ¿Cómo es que nunca te hemos visto el último par de noches que hemos pasado aquí?

—Sólo tomo un turno de vez en cuando. Por lo general, trabajo uno o dos días durante la semana, pero Christopher me llama cuando uno de los chicos se enferma. —Se encogió de hombros, considerando a Jisung con la misma minuciosidad con la que me miró a mí. Al parecer le gustó lo que vio. Le guiñó un ojo, su sonrisa cada vez más amplia para revelar unos dientes perfectamente rectos—. Estuve libre.

Jisung le devolvió la sonrisa, claramente deslumbrado. El chico era claramente muy joven como para estar en el bar trabajando.

—¿Christopher? —repetí.

—Sí. Mi hermano.

—Tu hermano —susurré.

Mino ahora se reía, sosteniéndose los costados. Jisung me miró un poco preocupado por esta nueva información.

-¿Tu hermano? —murmuré. Las cosas encajaron en mi cabeza. Me estuve ofreciendo a un tipo que no era el prostituto residente del bar, era el hermano menor que Christopher había mencionado. Oh. Dios.

Mino se secó los ojos.

—Oh, esto es demasiado gracioso. No me digas que querías hacer una jugada por Christopher. Oh, él no le da la hora del día a nadie.

—Bueno, a Seungmin sí se la dio —replicó Jisung, con un color enojado llenando su cara—. Lo besó. Tal vez simplemente no está interesado en idiotas.

—Oh, ¿yo soy el idiota?

Las cejas de Lucas se arquearon.

—¿Mi hermano te besó? —Me evaluó con un nuevo interés, ignorando las bromas hostiles.

—Sí. —Mino hizo un gesto con la mano—. ¿No lo entiendes? El pensó que eras tú.

Cerré los ojos en un parpadeo dolorosamente lento, mi esperanza de que esto de alguna manera no llegara a Christopher, se desvaneció.

—¿Qué? —Ahora Lucas parecía muy confundido. Hizo un gesto con el dedo entre nosotros dos—. ¿Has venido aquí para besarme?

Mi mortificación aumentó. —Por supuesto que no.

Mino asintió sabiamente. —Tu reputación te precede.

Después de un largo momento en el que quería acurrucarme y morir, la confusión desapareció de su rostro. Su sonrisa volvió, y su pecho se hinchó.

—Genial. Tengo un representante.

Me dejé caer de mi taburete, sintiéndome como el idiota más grande del mundo.

—Tengo que irme.

Jisung asintió con simpatía.

—Me voy contigo.

Con una rápida despedida a todo el mundo —incluso a Mino, al que preferiría haber golpeado— comenzamos a abrirnos camino a través del bar. Tuvimos que parar de vez en cuando para que Jisung charlara con alguien que conocía. Me moví sobre mis pies con impaciencia, revisando los rostros, esperando desesperadamente que Christopher no apareciera. No podía hablar con él en estos momentos. No podía fingir que estaba tranquilo y no afectado

.

La multitud creció aún más. Un cuerpo chocó conmigo, y perdí el agarre que tenía sobre la muñeca de Jisung. Me puse de puntillas y lo llamé, buscándolo entre las caras enrojecidas.

De repente sentí su agarre en mi muñeca. Mi pecho se relajó. Ahora podemos irnos.

Alcé la vista. Christopher me miraba.

El sofocante peso estaba de vuelta en mi pecho, apretándolo fuertemente, reteniendo mi aliento. Mi cara ardía, quemaba, el encuentro con su hermano aún seguía fresco. Era así de embarazoso.

—Hola —dije torpemente, estudiándolo de cerca, intentando evaluar qué sabía.

Sus dedos dejaron una huella ardiente en mi piel. Podía sentir la forma de cada uno a mí alrededor.

Sus labios se aplanaron en una línea sombría.

—Escuché que conociste a mi hermano.

Mi estómago tocó fondo. Genial. Lo sabía.

—Oh. Sí. Fue agradable.

Sus ojos brillaron. —¿Es verdad? ¿Viniste aquí a buscarle? ¿Pensaste que yo era él?

Sacudí la cabeza, las palabras me evadían.

—Oh, sí. Cuando pudo dejar de reír, me lo contó todo. ¿Por eso has sido tan... —Su mirada me repasó de arriba abajo antes de terminar—... amistoso conmigo?

Lo negué.

—No. Por supuesto que no...

—Querías salir con mi hermano porque escuchaste los rumores sobre él. —Era una declaración plana. Llena de juicio.

Intenté actuar de forma casual. Bufé como si fuera la sugerencia más absurda que había escuchado nunca y la ignoré absolutamente.

—¿Rumores? ¿Qué rumores?

Esos ojos se convirtieron en hielo.

—Los rumores sobre mi hermano follándose a cada cosa que se mueve.

Aspiré una bocanada de aire.

Se echó a reír bruscamente, pero no había ligereza en el sonido.

—Es un poco divertido, sabes.

Negué, incapaz de imaginarme que algo de esto fuese gracioso.

—¿Y eso? —Me las arreglé para soltar.

Ondeó una mano. —Todos estos chicos universitarios... incluso un chico bueno como tú —La forma en la que enfatizó bueno, me dijo claramente que ya no creía que estuviese en esa categoría—, lanzándose sobre un chico de instituto.

Sentí mi frente arrugarse. —¿Qué?

—Mi hermano sigue en el instituto. Tiene dieciocho.

Oh. Dios. Mío. Se veía joven pero no tanto. Como si este momento pudiera volverse más embarazoso. Si las cosas no se hubieran liado la primera noche que llegué aquí, si su hermano hubiera estado trabajando y siendo receptivo —si no hubiera visto a Christopher primero y obsesionado mi anhelo con él— podría haber salido con un chico de instituto. Dieciocho o no... ¡seguía en el instituto!

Sacudí la cabeza como si me estuviera deshaciendo de los vestigios de una pesadilla.

—No me lancé. Lo conocí esta noche.

—Pero has venido aquí por él. Pensaste que yo era él. —Su mirada me cortó, sin piedad y profundamente.

Como regla general, no huía de la vida cuando se ponía fea o incómoda. Había enfrentado un montón de cosas. Un padre muerto. Una madre que eligió su adicción por encima de mí. Esto —él— no debería ser algo que no pudiese manejar. Su opinión o juicio sobre mí no se suponía que significase nada. Era sólo un paso que me acercaba a Changbin. Eso era todo lo que se suponía que era.

Incluso diciéndome esto, no pude evitar detenerme. Era la hora de retirarse.

La marea de gente se movía. Los cuerpos nos chocaban. Su agarré se soltó de mi muñeca y mi oportunidad llegó. Corrí, usando mis codos como me había aconsejado una vez. Hundiéndome por la puerta trasera, divisé a Jisung con su móvil en la oreja.

—Ahí estás —dijo cuándo me vio—. Intentaba llamarte.

—Vámonos —gruñí, enganchando su brazo y empujándolo por la calle hacia el aparcamiento lleno.

—¿Qué ocurre? Quiero decir, además de la obvia torpeza de averiguar que confundimos a tu chico ardiente con otro. —Se rio—. Vamos. Es divertido.

Lo miré de reojo.

Me empujó con la cadera.

—Vamos. Date unas palmaditas en la espalda. Según Mino, Christopher es el esquivo. Y él te besó.

—Christopher me acorraló allí, cuando nos separamos.

—Ooh. —Sus ojos se ensancharon—. ¿Qué te dijo?

—Oh, lo sabía todo.

Hizo una mueca. —¿Demasiado incómodo?

—Oh, sí, y su hermano. Tiene dieciocho y sigue en el instituto.

—Oh, eso es impresionante. —Se echó a reír, aplaudiendo—. Espera a que se lo cuente a Mino.

—Sí, Christopher piensa que soy una persona bastante terrible.

Dejó de reír. —Imposible.

—Sí. Lo hace. —Asentí obstinadamente, mis pasos aumentando su ritmo sobre la grava—. Deberías de haber visto cómo me miro.

—Bueno, entonces es un idiota. Que le jodan. ¿Quién lo necesita?

Desbloqueó su coche y abrí la puerta del pasajero. Me hundí en el asiento con un profundo suspiro.

—Puedes perfeccionar tus habilidades con cualquier chico que quieras.

Me reí entrecortadamente y lo corregí.

—No. No con cualquier chico que quiera.

No era uno de esos chicos que no sabía cómo lucía cuando se miraba al espejo. Sabía que era lo suficientemente atractivo, pero a mi lado siempre había alguien mejor, no era nada extraordinario.

—¡Sí! Eres el paquete completo, Seungmin. Changbin ya lo habrá notado. Diablos, no necesitas a Christopher o ningún otro chico para el caso. Tal vez es hora de que vayas por él, Seungmin. Deja de darle vueltas al asunto y ve a conquistar a Changbin.

Asintiendo, me quedé mirando a través del parabrisas mientras salía a la calle y dejábamos la franja de bares y restaurantes detrás.

—Tienes razón. Fue una idea estúpida.

—No, no lo fue. E incluso si lo era, creo que fue mi idea, así que cúlpame.

Una sonrisa me rozó la boca. Lo miré. Frunció el ceño cuando se detuvo en un semáforo, y me di cuenta de que se sentía mal.

Me relajé contra el reposacabezas.

—Nadie me hizo hacer nada. Sé que te das crédito por tus locas habilidades de persuasión, pero yo decidí hacer esto.

Me lanzó una mirada escéptica. —¿De verdad?

—De verdad. Es posible ir en contra del gran Jisung.

Resopló mientras giraba hacia la calle principal que atravesaba el campus y cruzaba por delante de nuestro dormitorio. Los edificios académicos estaban en silencio mientras los pasábamos. Varias ventanas superiores brillaban con luz. Me imaginé que había estudiantes dentro, enterrados en trabajos de prácticas. Poseían demasiada ambición como para tener una noche salvaje en el bar. Hace unas semanas habría sido uno de ellos, instalándome en mi habitación o en la biblioteca. Era una locura pensar que una llamada de Hyunjin, conocer a un camarero caliente y toparme con Changbin hubiese cambiado todo eso. Me decía que era la combinación de los tres, ¿pero qué sabía? Quizá era hora de un cambio. De salir de la concha en la que me había obligado a meterme la mañana en que mi madre me dejó en la escalera frontal de la abuela.

Cualquiera que fuese la razón, un interruptor se había encendido en mi interior.

Con la cara de Christopher apareciendo por mi mente, sus ojos tan agudos y burlones, me sentía vulnerable y desorientado. Era una sensación difícil. Christopher no me hacía sentir seguro en absoluto, que era todo lo que necesitaba. Todo lo que anhelaba. Mis labios se estremecieron con el recuerdo de su beso, y admití que ya no era lo único que ansiaba. Con suerte las cosas saldrían bien entre Changbin y yo, y luego podría tener ambos —lo que anhelaba y lo que necesitaba.

Con un suspiro, apoyé la cabeza contra el cristal de la ventana. La frescura se filtró por mi mejilla.

—Tengo que regresar. Disculparme.

—¿Con Christopher? —Jisung se detuvo en un lugar vacío frente a nuestro edificio. Tan temprano era relativamente fácil encontrar un buen sitio. Aparcó y se giró para mirarme—. ¿Para qué?

—Lo estaba usando.

Se rio. —Oh, Seungmin. Eres demasiado bueno. ¿Crees que le importa que le confundieras con su hermano gigoló? Así que coqueteaste con él un par de veces. No hay nada malo en ello.

Vi su cara en mi mente otra vez, la ira en sus ojos. Parecía como si le importara.

—Creo que le debo una explicación por lo menos. Mentí... lo negué todo y luego hui como un cobarde.

Jisung sacudió la cabeza y apagó el motor.

—Tienes agallas, te concedo eso.

Nos bajamos del coche. Emitió un pitido de bloqueo detrás de nosotros mientras Jisung continuaba.

—Esto suele pasar en este tipo de "relaciones" y nunca nadie se disculpa. Mi propio padre está en el top de la lista. Es el rey de los jugadores, incluso a los cincuenta y cuatro. Pasé a través de media docena de niñeras porque usualmente terminaba acostándose con ellas y luego las despedía porque las cosas se ponían demasiado incómodas. —Jisung buscó la llave de su puerta—. Y no me hagas empezar con mi madre y la mierda con la que se casó. Y mi hermanastro. —Sus hombros temblaron con un estremecimiento visible—. Ni siquiera iré ahí.

Lo estudié casi con cautela mientras apretaba el botón para subir del ascensor.

Raramente hablaba de su padre, y su madre era un tema muerto. Ni siquiera sabía que tenía un hermanastro. Esto me dio una nueva perspectiva de él y confirmó lo que siempre había sospechado. Que había más debajo de la superficie. Era más que el chico fiestero despreocupado que tonteaba con un chico diferente cada noche.

No iba a presionarlo para que hablara. Después de que mi padre muriese, hubo algunos perdedores en la vida de mi madre. Nunca salía con los tipos decentes y establecidos. Algunos de sus novios eran tan malos que aprendí a estar agradecido por aquellos que no me veían. Aquellos que miraban a través de mí como si no estuviera.

Sí. Jisung podía guardarse sus secretos. Tenía los míos propios.

A medida que entrábamos en el ascensor, sus ojos se agrandaron.

—No le debes nada, Seungmin.

—Quizá —cedí. Pero aun así tenía que verle de nuevo.

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