one year 。 prólogo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


quiero que tu mundo
empiece y acabe conmigo



                    UN AÑO. Existe un año que todos vamos a recordar por siempre, sea bueno o malo. Siempre va a estar presente para marcar aquel cambio que realizamos y el ciclo que cerramos. Esos doce meses en los que pasaron miles de cosas, y existen unas cuantas que solo recuerdas nostálgicamente.

          En ese lapso de tiempo puedes terminar con una relación, iniciar una nueva afición, comenzar un deporte, e incluso, empezar a realizarte preguntas y desear que estas dudas dejasen de aparecer hasta en los propios sueños. BOKUTO KŌTARO era víctima de lo último mencionado. Aquella estrella tan brillante y animada se volvía cada vez más opaca por dentro; se desgastaba poco a poco mientras su presión de ser el mejor aumentaba. El chico rogaba por ayuda en su mente, pero nadie parecía notar que estaba a punto de romperse.

          «La luna depende del sol para poder brillar, pero la estrella debe aprender a hacerlo sola, sin ayuda de nadie» la oración que leyó en un libro ─prestado por su compañera─ lo atormentaba cada noche, repitiéndosela a sí mismo con la intención de aminorar el malestar. . . solo lo aumentaba. 

          ─Ya no soporto ser una estrella. . . ─dijo en voz baja, esperando que nadie le escuche, pero rezando internamente porque sí. Sin embargo, su primer deseo se cumplió: nadie lo escuchó.

          ¿Alguna vez has sentido que todos te oían pero nadie te prestaba la atención necesaria para escucharte realmente? Kōtarō lo pensaba siempre, y lo sentía. Se cuestionaba constantemente si llegaría el momento en el que su cerebro dejase de pensar. 

                    UN AÑO. Existe un año que todos vamos a adorar por siempre. Pero para él cada año es peor. El esperado verano dejó de ser eso: esperado, y las salidas a cenar después de los entrenamientos pasaron de ser emocionantes a querer evitarlas. No recordaba la última vez que pudo pasar tiempo con su equipo sin tener la sensación de que todos le juzgaban y pensaban que era simplemente alguien tonto. O cuánto tiempo había pasado desde que visitó inesperadamente a su amigo moreno con la excusa de que lo extrañaba ─cuando la realidad era que lo había visto ese mismo día─. 

          Todo era duda. Y no solo le atacaba por el día; la noche era peor. Dentro de la oscuridad  no había a quién llamar, la ansiedad aumentaba cada vez más al no tener nadie en el cual pensar para calmar su corazón; sus latidos acelerados provocaban su propio insomnio y estaba tan cansado como para intentar hacer algo contra ello.

          Pero DIONE fue quien notó eso. La bailarina no podía decir conocerlo, ya que nunca habían cruzado más de dos palabras, pero sí lo observaba. Cada día lo miraba y veía cómo se rompía lentamente, y se veía a sí misma. Así que esa noche lo siguió, prometiéndose que haría todo lo posible por ver una sonrisa, obtener una risa y observar alegría de parte del mayor.

         ─¿De verdad vas a saltar? ─escuchó a su lado, dando un pequeño salto hacia atrás del susto─. Perdona ─se disculpó─, no pretendo apurar ni detener tu ida, no me malentiendas, pero quiero asegurarme de que no me vas a traumar repentinamente saltando. Así que si planeas acabar con tu vida, por favor solo espera a que termine de cruzar el puente, o si necesitas ayuda puedo hacerlo también. ─terminó por decir, mirándolo a los ojos durante unos segundos, para después mirar hacia abajo pensando en qué podría decirle; aunque no lo mencionó, había escuchado lo que el albino dijo en voz baja antes, y aunque no tenía el poder suficiente para evitar su muerte, no se iría sin intentar ayudarle. 

          ─¿Cómo podrías ayudarme, si no te conozco? ─cuestionó. Y no mentía. Si hubiese sido de día tal vez podría haberla reconocido como una estudiante de su misma escuela, pero en la oscuridad de la noche era difícil visualizar a alguien. . . Aunque Kōtarō sí mentiría si dijese que no alcanzó a ver una cabellera dorada y unos ojos azules ─como el mar, pudiese añadir─, brillantes de curiosidad. Takahashi solo se encogió de hombros ante la pregunta, haciendo una mueca. 

          ─No lo sé, tú dime ─respondió─. No puedo ayudarte si no me dices qué quieres hacer.

                    UN AÑO. Existe un año que todos vamos a querer vivir por siempre. Hay momentos a lo largo de nuestra vida en los que podemos pasar años sin vivir en absoluto; sintiendo un vacío inexplicable. Y de pronto, toda nuestra vida se concentra en tan solo un instante, como si el sentido cobrase existencia propia y no necesitara de nadie más. Eso era lo que estaba pasando con él.

           Tranquilamente, Dione comenzó a avanzar lejos de Bokuto, esperando una respuesta a su sutil interrogante. Mientras que el jugador solo observaba el vacío frente a él, concluyendo que la caída era bastante larga ─una de la que no saldrías vivo─. Cuando estaba a punto de llegar al otro lado, habló por fin. 

          ─Estoy preparado para decir adiós ─dijo sin más. La rubia sonrió levemente y sin voltear a verlo respondió. 

          ─No creo eso.

          ─¿Qué?

          ─Que no creo eso ─Finalmente volteó─. Si estuvieses listo, solamente saltarías sin decir algo, sin mirarme y sin pensar cómo estarás después de esto. ─Kōtarō la miró ─no había dejado de hacerlo, en realidad─, anonadado, refliexionó sus palabras─. Hey, de verdad, no me acerqué para interrumpir tu reflexión; vine a recordarte que no has vivido por completo, no has tenido tu año de color. 

           ─¿Y qué es eso? ─preguntó, avergonzado.

                    EN UN AÑO. Existe un año donde conoces el secreto de la vida. . . Y Dione está ansiosa por mostrarlo. Ese momento en el que escuchas la lluvia desde la comodidad de tu habitación, recostado entre las sábanas y mirando la noche a través de la ventana; si giras un poco tu cabeza las miras: brillantes, lejanas y constantes. . . Esos bellos soles llamados estrellas. Y no sabes cómo, pero no hace falta nada más, en esa luz encuentras todo aquello que necesitas. 

          Un año de color. Se consigue siguiendo los caminos borrosos por los cuales la vida te empuja, caminando por senderos de muerte que hueln a sufrimiento y mentira. Sin tener una idea del destino o del futuro que aguarda, no te habrás dado cuenta cuando tu corazón de ha vuelto de tierra y en el comienzas a cosechar unas inmensas ganar de vivir

          ─Bueno, eso podemos averiguarlo juntos ─Takahashi se acercó a el, quedando así frente a frente e ignorando la diferencia de altura─. ¿No quieres ser una estrella? Sé una luna, yo puedo ser el sol.

          ─¿Por qué yo soy la luna? 

          ─Bueno, yo soy mucho de analogías ─comentó─. ¿Acaso ves juntos a la luna y al sol? No. Nunca se encuentran en el cielo al mismo tiempo, por algo existe una noche y una mañana, pero a pesar de eso la luna confía lo suficiente en el sol como para depender de él para brillar ─La chica siguió explicándole, aclarando en el proceso que con depender no se refería a una forma literal, pero sí que podía contar con ella. «Brillante», eso es lo que pensó Bokuto al observar la sonrisa en el rostro de la fémina. Ante su silencio, Dione volvió a hablar─. Hey, estrellita, ¿a qué le tienes miedo?

           ─A caer. . .  ─Y a sentir, hubiese terminado, pero se retractó. 

           ─Entonces dame un año  ─contestó con firmeza, tomando una postura más seria─. Dame un año para mostrarte lo que es vivir, déjame darte un último año tan colorido que se irá todo este azul que te rodea. Después de eso, te dejaré tranquilo y te acompañaré al camino que gustes.

          ─. . . ¿Por qué?

          ─Porque brillas a pesar de estar roto, Bokuto-san ─Dione sonrió─. No te voy a decir que dejes de estar triste, porque no funciona así, peor sí te recordaré que las cosas siempre pueden mejorar; no hay años buenos o malos, solo unos que enseñan más que otros, y hay que seguir en cualquiera de ambos casos. Confía en eso y confía en mi.

          Y sin saberlo, el chico solo necesitaba escuchar eso; Él no quiere que le digan que todo irá bien, quiere que lo miren a los ojos y le digan que todo se irá a la mierda, pero se van a quedar. Y Dione estaba más que dispuesta a hacerlo. 

          ─Bien, chica sol, ¿cuál es tu nombre? ─Y con esta sencilla, pero significativa pregunta, un nuevo y último año dio inicio, siendo la luna testigo de este trato. 


─necesitas salir de esta burbuja.

─entonces, sé mi aguja.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro