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Advertencia: En la siguiente historia se mencionara en demasiadas ocasiones la frase "Te amo"

☾︎─── ∙ ~ε☆з~ ∙ ───☽︎

—¡Cuidado abajo!

Un fuerte ruido fue lo que se oyó segundos después, otra bomba más cayó cerca de su trinchera. Gritos y metralla, el espeso humo de las armas y el polvo que volaba por los aires cuando las bombas impactaban.

Jungkook se encontraba en medio del caos de la batalla. Las explosiones retumbaban a su alrededor, y el olor a pólvora y humo llenaba el aire de sus pulmones. Su corazón latía con fuerza y su visión se hallaba nublosa mientras se aferraba con ahínco a su rifle mientras avanzaba con determinación. Los gritos desgarradores y de plegaria de sus compañeros soldados se mezclaban con el sonido de disparos y explosiones.

Sin pensar en nada más que el sentimiento de querer vivir, el azabache se movía con agilidad, aunque con mucho esfuerzo, sus piernas le fallaban y una herida en su brazo le hacia la tarea aún más dificil, avanzaba buscando cobertura detrás de escombros y barricadas improvisadas. Los disparos de sus enemigos silbaban a su alrededor, y él respondía de igual forma con precisión, abatiendo a sus adversarios con tiros certeros en el craneo.

El ruido de las armas de fuego y el caos del campo de batalla no dejaban lugar para el miedo. Las explosiones continuaban, levantando nubes de polvo y escombros. Jungkook avanzaba, tomando la metralla que caía y usándola como escudo improvisado, cubriéndose de las pesadas rocas que volaban por los cielos. Cada paso que daba era una lucha por su vida, cada disparo un intento desesperado de mantener a raya a los enemigos. No había espacio para la reflexión ni para la duda, solo la determinación de sobrevivir. Jungkook se movía con rapidez, siempre un paso por delante de sus adversarios. El calor de la batalla lo envolvía, y sus sentidos estaban alerta, enfocados en el combate que tenía delante. La batalla era feroz, pero él no estaba dispuesto a morir, no ahí.

Jungkook continuó avanzando con tenacidad en medio de la batalla. La metralla caía a su alrededor como lluvia de fuego, pero su determinación no menguaba. La adrenalina corría por sus venas mientras se movía de cobertura en cobertura, con su rifle siempre en posición.

Los gritos y disparos enemigos se entremezclaban con el rugido de las explosiones, pero Jungkook mantenía la calma. Cada disparo que efectuaba era preciso, cada bala encontraba su objetivo con letal precisión. Luchaba no solo por su vida, sino también por la de sus compañeros, con quienes habia desarrolado un lazo muy fuerte.

La metralla seguía estallando a su alrededor, levantando escombros y polvo. A veces, se veía forzado a arrojarse al suelo para evitar los proyectiles que pasaban zumbando sobre su cabeza. Pero se levantaba una y otra vez, con la mirada fija en una sola meta: salir de ese lugar.

—¡J-jungkook!... ¡Jungkook! E-es mejor que regresemos, esto es... esto es absurdo, no podremos nunca salir, es imposible— Una voz a su espalda reclamó en medio de todo el caos, con cuidado volteó encarando a su amigo y compañero de guerra, Lee Dong-min, quien con un rostro de preocupacion le sostenia una parte de su uniforme, obligándolo a detenerse — Mira — Apunto con la cabeza hacia el lado sur del campo de batalla, unos enormes picos de madera se encontraban incrutados en la tierra —Esos malditos tienen barricadas por todo el extremo sur, ellos saben que podríamos escapar por ahí... J-jungkook, yo no creo que pueda, amigo, realmente no tenemos esperanza aquí... solo mira a tu alrededor, ellos tienen la ventaja. Siempre la tuvieron.

—Oye oye, no digas eso. Sí hay esperanza, ¿bien? Nada está perdido aún, pero necesito que confíes en mi, vamos a salir de aquí, te lo prometo— Consoló el azabache, dando un paso al frente, dándole un amistoso y reconfortante abrazo a su amigo — Solo sígueme el paso, sé una manera de pasar esas barricadas, apenas crucemos ese muro, seremos libres, no habrá más pelea y podremos volver a casa.

La determinación de Jungkook no se quebraba. Observó a su compañero asentir no muy confiado pero de igual manera continuaron su camino. Cada paso que el mayor daba era un acto de coraje, y cada disparo que lanzaba a los enemigos que se cruzaban eran una expresión de su valentía y sus ganas de luchar por él y por los que más quería. La guerra lo había convertido  en un guerrero implacable, dispuesto a luchar hasta el final. La guerra era cruel, pero Jungkook estaba dispuesto a sobrevivirla y regresar a su hogar, donde la esperanza de encontrarlo a él, seguía ardiendo en su corazón.

Jungkook y Lee Dong-min se acercaban cada vez más a la barricada improvisada que sus enemigos habían montado. La tensión en el aire era palpable, y el sonido de los disparos y explosiones continuaba a su alrededor. El camino hacia la barricada estaba lleno de obstáculos y peligros, pero Jungkook se negaba a rendirse.

Con determinación, se movieron con cuidado, utilizando escombros y restos de edificaciones como cobertura. Los disparos enemigos pasaban zumbando a su alrededor, pero ambos soldados continuaban avanzando, sin flaquear.

—¡Vamos, amigo, estamos cerca!— Exclamó Jungkook, tratando de infundir confianza a su compañero mientras se acercaban a la barricada. —Tenemos que llegar a ese muro y cruzarlo, y estaremos a salvo— Dong-min asintió, sus ojos reflejando una mezcla de temor y esperanza. Ambos estaban exhaustos, heridos y al límite de su resistencia, pero se apoyaban mutuamente. 

A medida que se acercaban a la barricada, Jungkook evaluó las posibilidades. Sabía que no sería fácil cruzarla, pero tenía un plan. Esperó a que un intenso fuego enemigo les diera una pequeña tregua y luego corrió hacia el muro de madera con determinación, disparando a algunos enemigos que trataban de detenerlos.

Lee Dong-min lo siguió, con un coraje renovado, y juntos llegaron a la base de la barricada. A pesar de los obstáculos y los disparos que seguían zumbando a su alrededor, comenzaron a escalarla con rapidez. La cima del muro parecía estar a una distancia casi inalcanzable, pero Jungkook no se detuvo.

Con preocupación, el azabache dio una mirada hacia atrás, temiendo que los encontraran y acabaran con sus vidas ahí mismo, asegurándose de que, a pesar de la reñida batalla, ningún enemigo se encontrara cerca o prestando atención al extremo sur del campo. Aprovechando las nubes de humo y el oscuro ambiente que los camuflajeaban, el mayor alcanzó con más facilidad la cima de la barricada. Respiró agitadamente mientras observababa el campo de batalla detrás de ellos. Él y Dong-min habían cruzado el umbral de la libertad, habían escapado del infierno de la guerra y por fin podrían volver a sus hogares, aunque tuvieran que caminar miles de kilometros más para poder llegar.

Jungkook miró a su compañero y le dio una sonrisa de alivio y felicidad. Habían sobrevivido juntos, habían luchado hasta el final y habían encontrado la esperanza en medio de la adversidad. Ahora, estaban un paso más cerca de volver a casa y abrazar a sus seres queridos. 

Sin embargo, la sonrisa de Jungkook cayó en un instante cuando en su vista periférica notó a un soldado del batallón contrario que salía de entre la penumbra, con el rostro desfigurado en un expresión que solo se podía definir como furia y desenfreno, parecía totalmente fuera de sí, su rifle en alto apuntando directamente  al sujeto al lado suyo que apenas lograba asentarse en la cima del muro. 

Jungkook inmediatamente tomó su arma apuntando a la cabeza del hombre, se preparó y rápidamente jaló del gatillo, escuchando el familiar sonido de la bala ser disparada, obligándolo un momento a cerrar los ojos, cuando los abrió dio un vistazo y  como siempre no había fallado, el hombre yacía tirado en el piso con la mitad del craneo fuera, obsequiándoles una vista más que grotesca. Con una expresión de alivio soltó el aire que momento atrás habia contenido, observó a su amigo a su lado, pero solo el rostro desorientado y pálido del menor fue lo que lo recibio.

—¿Dong-min? Oye...— Se colocó justo frente al contrario, tomándolo de los hombros — ¿Qué ocurre?— Con cuidado observó a su menor, notando como este llebaba su mano derecha hacia su pecho, donde yacía una mancha de sangre que iba creciendo cada vez más —N-no... D-dios  no— Exclamó Jungkook preocupado, su corazón comenzó a bombear frenéticamente y sintió como si el mundo se detuviera en ese momento.

Dong-min luchaba por respirar, sus ojos mostraban miedo y agonía, en un momento desesperado ubicó su mano izquierda en el antebrazo del azabache, donde apretó con las últimas fuerzas que le quedaban, buscando algún tipo de apoyo, tenía miedo, el pecho le ardia en vivas llamas de fuego mientras se consumía poco a poco en el dolor.

—J-Jungkook... t-tengo miedo... M-me agh— Su habla fue interrumpida por una arcada, que venía acompañada con un chorro de sangre, Jungkook rápidamente le limpió con una parte de su uniforme, escuchando seguidamente la tos ahogada del contrario. Con un poco de esfuerzo, Jungkook tomó el cuerpo del menor, montóndolo cuidadosamente sobre su hombro, dio una última mirada al campo de batalla, aquel campo donde pasó los últimos tres años de su vida, donde rió, lloró, gritó, peleó, pero donde más que todo, sufrió.

Con un movimiento ágil, saltó el muro puntiagudo, esa barricada por la que esperó meses el momento adecuado para llevar a cabo su plan de escape. Sin embargo, ahora, con el cuerpo moribundo de su amigo en la espalda, se lamentaba por haberlo arrastrado consigo. Apenas sus pies tocaron suelo, Jungkook sujetó a su amigo con desesperación, tratando de detener la hemorragia, pero era inútil. Dong-min estaba gravemente herido, y no había nada que pudiera hacer para salvarlo.

—J-Jungkook... lo siento... amigo...— Susurró con voz entrecortada, y la sangre manaba de sus labios mientras hablaba.

—No, n-no digas eso, vas a estar bien, ¿entiendes? Vas a estar bien— Jungkook luchaba contra las lágrimas mientras sus palabras se llenaban de desesperación. Pero sabía en su corazón que la vida de su amigo se estaba desvaneciendo. Dong-min le agarró la mano débilmente. 

—G-gracias... por todo, f-fuis-cof — Una tos ahogada lo interrumpió— F-fuiste un gran amigo. Ve a casa... dile a mi familia... que los amo—Con su mano tembloroza, rebuscó algo en el bolsillo que yacía en su camisa, lentamente sacó un pedazo de foto, que permacia con él siempre, arrugada y descuidada, se la entregó a Jungkook, quien al revisarla se dio cuenta de que era la familia de su amigo. Con un nudo en la garganta, Jungkook empuñó la foto y asintió a su menor— Y J-jeon... e-ecuentra a tu amado— Le dio una débil sonrisa, de sus labios salió un último suspiro, y sus ojos se cerraron.

Jungkook miró a su amigo con impotencia mientras la vida abandonaba su cuerpo. Con lágrimas en los ojos, se lanzó a abrazarlo con fuerza, despidiéndose de su compañero de lucha, y soltando toda su tristeza y sufrimiento sobre el cuerpo inerte que yacía ante él. El tiempo pasó, sin que pudiera precisar cuánto, y cuando su llanto finalmente cedió, encaró la realidad con una mente más clara. Observó el rostro de su amigo, sereno y tranquilo, parecía que simplemnte se encontraba tomando una siesta, se inclinó para darle un beso fraternal en la frente antes de ponerse de pie. La victoria a menudo sabía a derrota, y la libertad se había convertido en un peso doloroso en el corazón de Jungkook.

Con los parpados pesados e hinchados, Jungkook dio un suspiro, dándose la vuelta y mirando hacia la libertad que había alcanzado, el cielo se pintaba de colores hermosos, colores que casi había olvido que podían abarcar tan divinamente el cielo tormentoso, se había acostumbrado tanto a vivir en penumbra y escombros, con nubes de humo que reemplazaban el claro cielo y aire cargado de polvora, que olvidó ciertamente, lo bella que puede llegar a ser la vida en momentos tan simples como presenciar un atardecer.

Volvió a dirigir su mirada hacia el cuerpo de su amigo. No tenía el corazón para simplemente abandonarlo allí y seguir adelante con su vida como si Dong-min no hubiera formado parte de ella. Se detuvo por un momento, reflexionando sobre dónde podría darle una despedida adecuada a su compañero. Recordó que había empacado una mochila con herramientas útiles para el camino, y seguramente encontraría algo que pudiera servirle como pala. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de los tanques de guerra explotando detras del muro, lo que le recordó que no podía bajar la guardia todavía.

Con determinación, se preparó. Tomó su rifle y lo colgó de su cuello para que no le estorbara, luego se agachó y cargó el cuerpo de su amigo sobre su espalda. Con una mueca de esfuerzo, lo alzó y, tomando profundas bocanadas de aire, comenzó a avanzar hacia un futuro incierto. Jungkook dio un paso hacia el horizonte dorado, decidido a honrar el recuerdo de su compañero y a encontrar a su amado en un mundo que, finalmente, podía vislumbrar lleno de amor y esperanza.

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™Taetae_de_Jeon•㈥

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