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Tres semanas habían transcurrido desde que Jungkook, con el corazón aún pesado por las sombras de la guerra y la melancolía, logró escapar del campo de batalla. El mundo a su alrededor no había perdido su color y vitalidad, y se encontraba solo en la vastedad de un paisaje que parecía desafiante y desolado.

En el segundo día de su travesía, Jungkook se enfrentó a la melancólica tarea de dar un digno adiós a su amigo, Lee Dong-min. Encontró un hermoso paraje, donde un apacible río serpenteaba y la exuberante vegetación adornaba el lugar con coloridas flores. A falta de una pala, el soldado se vió obligado a improvisar, utilizando la culata de su rifle y sus propias manos para abrir una sepultura, a escasos metros del sereno río. Fue un acto de despedida para un buen amigo caído en combate.

Cada puñado de tierra que arrojaba representaba un suspiro, un lamento profundo por la pérdida de un amigo y por las numerosas vidas que se habían sacrificado en los crueles campos de batalla. Después de una tranquila despedida, colocó el rifle de su amigo sobre la tierra amontonada, de sentó a un lado de la tumba improvisada y observó pacíficamente la corriente del río fluir, a la par de sus recuerdos, acompañándolo en su pesar otro hermoso atardecer.

Luego de aquel acto, pasaron los días y luego las semanas. El hambre y la sed se convirtieron en sus persistentes compañeros. Con su cuenco, recolectó un poco de agua del río cuando sepultó a su amigo; sin embargo, el implacable sol lo deshidrataba rápidamente, sobreviviendo de algunas proviciones de comida que había llevado consigo. Buscó incansablemente fuentes de agua y alimento en medio de un paisaje reseco y desolado, pero la esperanza de encontrar señales de civilización se desvanecía cada día, solo encontraba algunos arbustos con bayas, las cuales recolectaba y consumía poco a poco por el camino. Con una pequeña brújula como su única guía y el vago recuerdo del camino hacia su hogar, continuaba su viaje con determinación, sin saber qué le depararía en ese mundo que se extendía ante él. Un mundo donde la soledad y la distancia eran sus únicos compañeros.

Jungkook avanzaba con un propósito claro, cada paso lo alejaba del campo de batalla y lo acercaba a la posibilidad de reunirse con su amado, la única razón que le mantenía vivo. En su corazón, ardía la llama de la esperanza, y el anhelo de regresar a un mundo donde se perdía en aquellos ojos marrones que le miraban con tanta ternura, donde escuchaba la suave melodía de aquella profunda voz pronunciando su nombre. En la cual sus dedos se perdían en el laberinto sedoso de aquellos cabellos castaños y, sobre todo, donde podía sentir la caricia de su piel, suave como el terciopelo. Cada paso de Jungkook estaba impulsado por el deseo de volver a casa, de regresar a los brazos de su amado y encontrar la paz a su lado.

Ahí se encontraba él, arrastrando sus pies sobre el terroso suelo. El sol le quemaba la espalda, y el cansancio, combinado con el hambre y la sed, eran su muerte segura. Su vista se nublaba en momentos; juraría que dentro de nada empezaría a ver doble. Su uniforme se sentía pesado y áspero contra su piel, sus manos callosas temblaban en evidencia de su mal estado y las ojeras debajo de sus ojos solo delataban las malas noches que pasó durmiendo sobre rocas y tierra en el desolado frío del lugar, sus manos inquietas jugaban con un pequeña moneda oxidada que encontró por el camino, la cual utilizaba como oráculo para sus fantasías, aventando la misma al viento, viéndola girar, deseando con todas su fuerzas que no saliera cara, "cara" en su ridículo pensamiento significaría que el amor de su amado hacia él había muerto. Observó la moneda caer, esta quedando en cruz, una sonrisa aliviada, adornó su cansado rostro.

Sintiendo su cabeza demasiado pesada para su cuerpo, la dejó caer hacia atrás, guardando la momenda en algún bolsillo de su uniforme. Realmente no tenía mucha idea de adónde se dirigía, esa desorientación le empezó a llegar aproximadamente al comienzo de la tercera semana. Echando un vistazo alrededor, entrecerró los ojos. Por alguna razón, ese lugar le resultaba familiar. El triste y desolado campo quedó atrás, y enormes árboles ahora se alzaban alrededor de un pequeño sendero. Parecía que había sido transitado, pues estaba tan desgastado por los pasos que ya no crecía pasto en él.

Curioso, Jungkook decidió seguirlo. Después de todo, estaba a nada de caer desmayado. Mientras avanzaba por el sendero, Jungkook comenzó a notar que los árboles que lo rodeaban parecían más abundantes y frondosos a medida que se adentraba en el bosque. La sombra de los altos pinos le proporcionaba un alivio bienvenido del abrasador sol que había estado soportando. Aunque su hambre y su sed seguían siendo insoportables, al menos el calor no era un problema tan inmediato.

Siguió avanzando hasta que su vista percibió un delicado hilo de humo que se alzaba en algún lugar cercano. Su mente comenzó a despejarse lentamente, y un cálido destello de esperanza floreció en su pecho. Mientras sus pasos continuaban en la dirección de donde provenía el humo, un delicioso aroma inundó sus pulmones, y su estómago rugió con hambre. Pie de manzana.

Sus ojos brillaron con emoción y su corazón dio un vuelco al detenerse frente a una hermosa casa que se alzaba en medio de aquel lugar desolado. Un precioso jardín adornaba la fachada del hogar, y una pintura colorida la hacía resplandecer bajo el cálido sol. Pequeños fragmentos de vidrios de colores colgaban radiantes en varias partes de la casa, asemejando preciosos candelabros que destellaban con los rayos del sol. La casa era mucho más sublime de lo que recordaba.

Aún asombrado, comenzó a acercarse a la casa, rodeándola con cuidado. Observó un enorme ventanal que se encontraba abierto de par en par, y pequeñas plantas decoraban el umbral, de ahí emanaba el delicioso aroma que lo había guiado. Con sigilo, se asomó por la ventana, y sus oídos captaron de inmediato una voz familiar tarareando una melodía. Sus ojos se abrieron como platos al ver entrar a la cocina a la persona que más amaba en este mundo.

Kim Taehyung.

Al darse cuenta de la presencia contraria Jungkook inmediatamente se agachó, evitando ser visto. Era él... no habia duda de que aquella persona era su Kim Taehyung. Parecía que sus fuerzas regresaban, ya que su corazón comenzó a latir con tanta intensidad que podría haber sido el motor de un enorme buque de carga. Sus mejillas se calentaron, y un sentimiento cálido se instaló en el fondo de su estómago, y estaba cien por ciento seguro de que no era hambre. Tratando de calmarse, se preparó mentalmente. ¿Qué diría? Habían pasado casi cuatro años desde la última vez que vio a su amor. ¿Y si ya no lo recordaba? El primer año, le había enviado cartas todas las semanas, pero la guerra se volvió tan intensa durante el segundo año que prácticamente los desconectó del mundo.

Con sigilo, caminó agachado hasta alejarse del ventanal y volvió a la parte frontal de la casa. Observó la hermosa puerta de madera de color blanco. En el centro, bellas flores amarillas estaban pintadas, decorándola y dándole un toque de vida. Una sonrisa enternecida se dibujó en su rostro mientras recordaba las hermosas pinturas que el castaño solía hacer. Estaban dispersas por toda la sala, y siempre se las mostraba con orgullo, acompañado de una brillante sonrisa.

Cerró fuerte sus ojos, tomando un profundo suspiro, bien. ¿Qué sería lo peor que podría pasar? Bajo la mirada echándose un vistazo, su uniforme era un asco, todo mugre y sangre, sus brazos quemados del sol, venosos y heridos, sus manos callosas y ásperas, cicatrices y moretones le adornaban el rostro y gran parte de su cuerpo, apestaba horrible y su cabello había crecido significativamente las últimas semanas. En general, estaba hecho un desastre. Sin embargo, trató de verse lo más presentable para el menor, se despojó de su mochila y colocó su rifle a un lado de la puerta. Con determinacion, alzó su mano derecha y con toques firmes golpeó la madera. Esperó ansiosamente, sentía una gota de sudor bajar lentamente, arrastrándose como el tiempo por su frente. Unos segundos después, una voz desde dentro de la casa exclamó: "¡Voy!".

Jungkook tragó fuerte.

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™Taetae_de_Jeon•㈥

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