Chapter 10 | Y una inquieta confesión...

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Yoongi caminaba por un pueblo fantasma totalmente cubierto por la nieve, sus pasos eran silenciosos y su expresión consternada. Los filamentos de casas parecían deslizarse, destruyendo el laberinto que conformaban para volverse un sendero hacia un solo punto y un diminuto cuerpo destellante bajó frente a sus ojos asemejándose a un copo. Siguió con su vista al orbe de luz que era su guía y en un paso, estuvo frente a ese viejo árbol que guardaba muchos secretos e historia. Era el mismo árbol que Jimin mencionó, su primera imagen al despertar, eso según las palabras del castaño. Aunque no sabía si tomarlas con seriedad gracias a las circunstancias.

Muchos murmullos se enterraron a sus oídos al acercar su mano al tallo del antiguo árbol.

Antes de tocar la rasposa superficie, apareció una silueta a lo lejos que gritaba su nombre. Era Jimin. Él estaba corriendo hacia él con lágrimas en su rostro. Frunció su ceño, queriendo acercarse, mas la figura del chico desapareció y arrugó su nariz al ver un poderoso charco de sangre debajo de sus pies que logró alcanzar sus pálidas manos.

Volteó al sentir una mano en su hombro y se encontró con los inexpresivos ojos de Park. Este abrió su boca, no escuchó nada. "No te escucho", volvió a mover sus labios. "No te escucho", quiso decir. Sus regordetes belfos se separaron…

—¡Yoongi!

Sus párpados se despidieron de la otra en un punto continúo inesperado al escuchar el grito de su madre. Su vista nublada intentó encontrar la claridad, encontró demasiada luz para su mala suerte y con dificultad, recogió los fragmentos de sobriedad que le entregaba el ambiente fúnebre de su habitación. Vio a su madre de pie en el marco de la puerta con su larga falda que llegaban hasta sus tobillos, su camisa floreada y el rodete que dejaban algunos mechones rebeldes en su frente. Parecía molesta y entonces supo la razón de esta al oír el distintivo sonido de su alarma disparar en todo el lugar. Se disculpó con la mirada, apagando esta y escondiendo su rostro de la vergüenza.

Antes no cometía estos descuidos de dejar la alarma sonando por diez minutos. Aún existían borrosos recuerdos de su sueño vagando por su mente, estando tan presentes en su lucidez que lo asustó y no fue hasta que su madre le dio un pequeño regaño cuando la inquietud lo invadió al no ver a Park Jimin en ningún rincón entre las sombras. Debería estar feliz de saber que probablemente todo fue un sueño, sin embargo era molesta esa sensación de espera, de ver a Jimin jugando con algún objeto o viendo con interés cosas que no tenían valor normalmente en la vida cotidiana de las personas.

—¿Por qué me siento tan molesto? —murmuró mientras abrochaba los botones de su camisa con algo fiereza.

Se encontró con sus padres en la mesa, teniendo un desayuno silencioso y Yoongi culpó a Jimin. Miró discretamente los muebles, la puerta y ventanas buscando algún índice de la presencia del castaño que no se presentó frente a él desde que despertó. Se repitió de que debería estar aliviado de no ser seguido y torturado por Park… Y también estaría mintiendo.

Esa mañana apenas tocó los panqueques bañados en miel.

—Yoongi, ¿me estás escuchando? —preguntó Sangyoon en un suspiro. Estaba molesto o cansado, así lo percibió el pálido dándole un poco de su atención. Asintió con la cabeza, mintiendo, porque tenía tantas cosas que pensar que las reservas de su energía se destinaban a ser gastadas en saber cosas como: ¿por qué Park Jimin no estaba a su alrededor con su excéntrica actitud?—. ¿Sucedió algo? —prosiguió echándole una hojeada a los alrededores de Min, este le otorgó una mirada inquisitiva y negó, otra vez mintiendo. Mentir era malo. En su crecimiento, sus allegados o hasta comentarios aislados de personas sin rostro, siempre repitieron que mentir era malo, un pecado que Dios no perdonaba. Y había algo en esa afirmación que lo dejaba pensando… Todas las personas mentían, sean en menor o en mayor medida. Su tía era una señora apegada a sus creencias. Mentir era malo, mentir te hace mala persona. Repetía. ¿Entonces ella era mala persona al decirle a la vecina que su lasaña fue espectacular y luego comentarle a su madre que fue un total fiasco?

—No sucedió nada —mintió para protegerse de las interrogantes. Probablemente era una mala persona y no lo sabía.

—Como digas —se rindió su mejor amigo—. ¿Irás al club hoy?

Tardó en responder. No porque no le gustaba ir, sino que no sabía si su asistencia valía algo a esta altura y si era necesario. Podría usar el tiempo en conseguir pistas sobre el paradero desconocido de cierto castaño. Además que, en el club probablemente se aislaría para concentrarse en su tarea o en su libreta. Básicamente físicamente estaría presente, mas, su espíritu no.

—Umh… Probablemente. —Sangyoon pareció desconcertado por su respuesta, simplemente limitándose en hacer una mueca que no logró comprender. Guardó su último libro en su mochila y se detuvo cuando el tutor de su clase lo llamó antes de cruzar el marco de la puerta. Con un gesto le dijo a su amigo que se adelante y entró nuevamente con nerviosismo que se regaba a través de su rostro con temblores en sus delgados labios. ¿Asustado? Sí. El adulto no lo llamaba a hablar en privado, sino a los miembros del centro estudiantil para charlar de asuntos académicos y esto era nuevo para él: ser llamado cuando el salón quedaba vacío solo significaba algo para él, que hizo algo mal.

»—¿Sucede algo? —Y a pesar de que su corazón latía despavorido, su rostro y postura serena no revelaban intranquilidad, siendo el tono de su voz el usual y sin anomalías. El adulto lo invitó con amabilidad a sentarse y accedió, no aseguraba si sus piernas podrían seguir manteniéndose rígidas, sin temblar, sin notar sus verdaderas emociones.

—Te he estado mirando estos días y me preguntaba si estaba todo bien —explicó preocupado, dejando mudo al pálido, quien boqueó estupefacto. Esperaba un regaño por su poca destreza en clases, o su ausencia en las últimas reuniones de delegados o el hecho de estar de mal humor. Sin embargo fue inesperado escuchar esas palabras. Su pecho se oprimió y reguló su respiración para desatar el nudo que se enredó en su garganta.

—Está… Está todo bien. —Bajó su mirada, delineando sus largos dedos de donde resaltaban trazos verdes y se perdían en los grandes océanos de piel. Mintió de nuevo, últimamente lo estuvo haciendo seguido y comenzó a tener un dilema moral sobre si entraba en la categoría de alguien bueno. Aunque había algo que lo asustaba, una frase que le dijo su madre de pequeño: la verdad siempre llegará, tal vez no de inmediato, pero siempre terminará por revelarse de algún modo u otro. Decía estar bien a pesar de su constante tortura dominada por la preocupación, por un nombre y un apellido, de un chico castaño que parecía encontrar un significado que solo él entendía en el cielo. Que entendía un poema a pesar de estar en otro idioma. Park Jimin era el fruto de que todas las fichas en su cabeza se derrumbaran.

—Sabes que puedes venir cuando quieras a hablar conmigo, ¿lo sabes, no?

Asintió. Y se dijo a sí mismo, de una forma amargada que él no lo entendería. Se quedó sin palabras, impresionado de sí mismo y la amargura que residía en ese pensamiento. No lo miró a los ojos, no alzó la mirada hasta que se encontraba caminando entre los pasillos de la escuela, con sus manos sobre las correas de su mochila y un infinita interrogante en su cabeza. Ese extraño sueño en la mañana, la ausencia definitiva de Park Jimin y su soledad lo estaban llevando al límite de la cordura.

Se detuvo al ver a una de sus compañeras con el uniforme de educación física y el espacio entre sus cejas se redujo a una pequeña brecha. Se acercó, no importando si ella venía con una de sus amigas a su lado, charlando con ímpetu.

—Hola, Chaeyoung —saludó cortésmente cuando estuvo cerca. Las muchachas le sonrieron en respuesta, dando una pequeña reverencia que correspondió. Ansiedad era poco para explicar el sudor que comenzó a emerger de sus manos y espalda. Era raro que él se mostrara interesado en asuntos ajenos o más específicamente, que tomara la iniciativa—. ¿Hoy tenemos educación física? —interrogó extrañado al no recordar haber visto la materia en el horario de ese día.

—No, no —rio alzando sus manos con delicadeza—. Es que derramaron jugo sobre mi uniforme y tuve que ponerme este —contestó algo abochornada, aunque Yoongi no le prestó mucha atención, teniendo la mente en otro tema.

Repitió su respuesta en su camino al club, extrañado por el motivo del cambio de ropa. No por este en sí, sino que… Si Park Jimin llevaba su traje de educación física aquel día, ¿fue por qué ensució su uniforme formal? Pero, cuando ese día terminó la jornada, lo había visto con la ropa usual. ¿La habrá ensuciado en el lapso de tiempo entre la última clase y hasta su encuentro? Entonces recaía en el mismo punto, ¿por qué estaba en el colegio? No era voluntario, no pertenece al centro estudiantil, no había clubes ni tutorías, nada de clases extracurriculares. Si es así, ¿cuál era el motivo de su estadía? ¿Qué tanto sucedió en su salida del colegio que lo llevó a quedarse? ¿Habrá comprado alguna comida a última hora en la cafetería y por accidente se habrá derramado en su camisa y a última hora tuvo que cambiarse de ropa? ¿Por la vergüenza habrá querido cambiarse antes de ir por las calles con la ropa sucia…?

Algo no le cuadraba.

La conclusión de la jornada aquel día fue a la 1:00 PM, como todos los días y exactamente a las 6:30 PM fue la última vez que habló con Park Jimin antes de que se anunciase su desaparición.

¿Qué hizo específicamente en esas seis horas con treinta minutos?

Era confuso. Lo que también era confuso eran los rostros de sus compañeros del club al abrir la puerta. Todos y cada uno de ellos parecían preocupados por algo que desconocía. Estrechó sus ojos y se adentró con cuidado —bajo la vista de ellos—, sentándose en un bufido que atrajo automáticamente la completa atención del resto, sobre todo de Sangyoon, que arrastró una silla cerca de su lugar.

—¿Algo que deba saber? —preguntó curioso y a la vez manteniéndose juzgando la actitud impropia del club. Al ver como una de las chicas —la de las coletas—, Sook, jugaba con sus dedos, entendió que querían decirle algo.

—No sabíamos si era adecuado informarte esto, ya que bueno… No pareces querer hablar de ya sabes que —habló bajando cada vez más el volúmen de su voz. Yoongi enderezó su espalda, algo incómodo de ser el único de no saber de qué hablaban. En sus ojos destelló la impaciencia, siendo la primera señal para que fueran al grano—. Hubo nueva información del caso de Park Jimin y… La policía hizo pública nuevos detalles sobre los hechos.

Dejó de respirar. Se quedó helado. Su actitud cambió abruptamente, dejando toda su atención en ellos y esperando más información.

Sangyoon suspiró.

—Al parecer hubieron testigos que dijeron que vieron al propio Park Jimin caminar por el camino principal alrededor de las ocho de la noche el día de su desaparición.

Cerró la puerta de su casa con algo de fuerza, más de lo normal. Su padre salió de la cocina, dándole una pequeña sonrisa de bienvenida que le costó devolver y se sintió mal por repeler sus buenas intenciones de esa manera. No dijo nada, no queriendo sentirse peor, se dirigió a su cuarto y se lanzó a la cama. La ventana estaba totalmente cubierta por nieve y su rostro enterrado en la almohada lo obligó a despegarse al quedarse sin oxígeno.

Su pequeña calada de aire quedó por la mitad al toparse con la figura de Jimin frente a la ventana, viéndose triste y desolado.

Vio un marco rojo en sus ojos y se preocupó.

También estaba aliviado…

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —Su insólita forma de hablar lo calló de inmediato. Respirando para calmarse y esperar con tranquilidad la respuesta de Jimin.

Su respuesta lo descolocó.

Jimin volteó con una mirada triste...

Y una inquieta confesión…

Una confesión que se asemejaba a una mancha oscura en la nieve.

Estuve todo este tiempo contigo…











































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¿Confundidos?

¿Les duele la cabeza? Si no es así, que pena. >:^

©mysverse

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