Chapter O4 | Alarido arrastrado por los suspiros de una tormenta.

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Toda la información que le inculcaron desde pequeño, recayó sobre su cuerpo en un fresco chapuzón que lo llevó a la hipotermia y dejándolo en trance ante un inefable escenario que lo arrastró al preludio del delirio, dudando si todo era una ilusión o aún se encontraba soñando. Sus pestañas barrieron el aire buscando quitar esa borrosidad común en los sueños, pero todo era tan lúcido que dudaba que fuera una mala jugada de su cerebro.

—¿Qué…? ¿Qué, qué estás diciendo? —se dispuso a preguntar una vez su padre decidió que tuvo suficiente con el comportamiento de su hijo. La puerta cerrada les dio más privacidad a él y…

—Ni yo sé que estoy diciendo —murmuró con los ojos negros y privados de destello alguno.

Yoongi se sentó al borde de su cama, confundido y en negación, buscando la más mínima explicación coherente a este cuento fantasioso. “Sí, me volví loco”, sus largos dedos tiraron de sus negruzcos mechones buscando que estas sean un despertador para su pesadilla, ni él sabía qué intentaba hacer. Jimin se encontraba de pie en mitad de su cuarto, pero su padre no pudo verlo… ¿Qué clase de broma era esa?

—Entiendo, estás enojado con tus papás y te escapaste de tu casa, te pusiste de acuerdo con mis padres para darme un castigo, ¿es eso verdad? —rio histérico con la mirada llena de pánico que aumentó a escalas bestiales con un simple movimiento de cabeza a los costados. Su intención de articular alguna refutación, murió en el abismo de su lengua y sus labios se convirtieron en una hueca cueva oscura. Jimin regaló su total atención en la expresión conmocionada del pálido. Un extenso silencio se sumió entre ellos y la nieve comenzó a cubrir las ventanas al exterior, siendo las partículas de polvo las únicas acompañantes en ese momento.

—No sé de qué hablas. —Su voz monótona dejó estupefacto a Yoongi.

—Tus padres te están buscando… ¿Cómo… cómo es que…? —decidió bajar el tono de su voz, porque no era propio de él vociferar y mucho menos a Park Jimin, su única excusa para su actual comportamiento era que se sentía tan frustrado en ese momento que no podía controlar algo tan minúsculo a un lado de una montaña tan alta.

—¿Padres…? —Y Yoongi partió sus ojos en dos profundos pliegues. Ahora lo entendía, lo comprendía.

Él no estaba hablando con Park Jimin.

—Sí, tus padres —afirmó. Sus facciones se suavizaron y pasaron a pintarse de un tono preocupado mientras observaba el rostro confuso.

—Yo… —Los orbes negros del chico temblabaron y encarceló su cabeza entre sus manos. Yoongi no se movió demasiado sorprendido para reaccionar y Jimin soltó quejidos de dolor.

—No… ¿No los recuerdas? —Al ver la negación cerró la boca de inmediato sin saber qué responder.

—No- No recuerdo nada… —El labio inferior de Jimin tembló asustado, forzando a su cerebro a recordar.

—¿Nada? No entiendo, ¿cómo que nada? ¿Y ayer? Cuando te vi en las escaleras de la colina, ¿no recuerdas eso tampoco? —Park elevó su cabeza ya no luciendo tan atormentado y el sentimiento de pérdida seguía merodeando en sus profundas iris.

—Eso sí lo recuerdo. —Yoongi ladeó su cabeza y el castaño lo notó— Solo recuerdo que desperté entre los árboles, había un edificio… Me sentí desorientado y al ver a unos chicos me acerqué para preguntarles dónde estaba, me ignoraron… como todos los demás. Bueno, hasta que tú me hablaste y luego te busqué porque quería preguntarte…

—¿Preguntarme…? —incitó a que prosiguiera al verlo debutativo. Le dio su tiempo al ver la oscura expresión posada en las ventanas nubladas por la confusión.

—Preguntarte  —aplastó sus labios nervioso—, ¿quién eres?

Oh.

—Min Yoongi, tu compañero de clases —exhaló y quedó en silencio, dejando curioso al chico de expresión muerta—. Creo que se trata de un severo caso de amnesia, debería llevarte al hospital y avisar que te encontré-

—¿Acaso no escuchaste lo que acabo de decir? No pueden verme. —Su tono fue duro y rozando a un regaño. Yoongi pasó pesadamente sus palmas sobre su pantalón, necesitaba consolación y un descanso de todo este circo.

—Sí, te escuché. Debes dejar que al menos pueda tragarme toda la información, todo esto… —movió sus manos englobando el escenario—, va  en contra de mis conocimientos, ¿si? Dame un respiro, por favor —frotó la piel bajo su flequillo, sus finos labios ya recibiendo un posterior daño agudo, causando que le extrajera burbujas innecesarias de hemoglobina.

—¿Tú y yo nos habíamos conocido antes? Sé que me dijiste que éramos compañeros de clases, pero hablo de otro aspecto de “conocer”. —Parpadea tratando de ordenar el caos que se formó en su mente e inspeccionó el rostro serio del castaño y no encontró atisbo alguno de una broma o de actuación.

—No, solo hablamos un par de veces… Aunque fui el último que habló contigo antes de que se anunciara tu desaparición. Tus padres y amigos te buscan y sigo tratando de entender cómo es que nadie te puede ver. —Llevó sus manos a sus rostros y acarició exasperado sus rasgos. Trató de buscarle alguna explicación a lo que estaba sucediendo y nada, ni un indicio. A excepción de que estuviera perdiendo la cabeza a sus diecisiete años. Genial.

Jimin caminó —sin hacer ruido— hasta la ventana. Su pequeño dedo índice trazó líneas sobre el material borroso. Yoongi no entendía sus repentinas acciones, mas sus labios ya estaban deletreando los símbolos distorsionados.

—Park Jimin —murmuró Jimin volteándose con la mirada perdida—. Park Jimin es la única pista que tengo, alguien me susurró eso cuando estaba despertando, ni siquiera sé si ese es mi nombre o de otra persona. Simplemente quiero saber quién soy…

Los copos de nieve contrastaron contra los agujeros negros de su infinita mirada. Yoongi jugaba con el músculo resbaloso apresado por sus labios, nervioso y preguntándose qué decisiones debería tomar. Sabía bien que Jimin acudió a él porque era la única persona que podía comunicarse con él y los demás. En resúmen, es un puente de comunicación.

Sus largos dedos sacudieron con fuerza sus mechones, frustrado con sus pensamientos y la flama de moralidad en su interior, comenzó a flaquear. No debería involucrarse, parecía demasiado complicado y aún no podía entenderlo.

Pero de nuevo estaba esa voz traicionera.

“Es tu culpa”.

Jimin divagaba en el paisaje totalmente blanco. Era como una hoja de papel vacía, donde se asomaban los bordes de las casas y una calma que sumía a sus pobladores en una monotonía adversa. Aunque lentamente el negro le daba tinte gris a zonas remotas, comiéndose esa tranquilidad ingenua.

Yoongi apretó sus labios en pleno debate. Una parte de él decía que no era buena idea, no debería entrometerse aunque la otra parte culposa, lo obligaba a no retroceder y mostrar la cara, enfrentarse a su realidad. Porque Jimin se veía un niño perdido en este mundo… Y definitivamente lo era, ¿pero por qué le resultaba tan extraño su propio mundo?

—Te ayudaré… Solo un poco. —Sintió culpa. Ese chico hace días carcomía su cabeza y generó interrogantes en la cabeza del mundo, generando sufrimiento para las personas que lo amaban... Y ahí estaba él, teniendo la oportunidad de hablarle y siendo un completo cobarde— Pudo ser brujería, alguien pudo echarte un conjuro… Eso explicaría tu invisibilidad… Creo, si es que eso es posible.

Jimin ahora giró su cuerpo, rostro tan pálido y sin un ápice de emoción.

—¿Por qué lo harían?

—No sé, hay gente cruel en este mundo. De todas formas, la gente te está buscando, deberíamos apurarnos y comenzar con lo primero —explicó luego de recordar a la señora Park deshaciéndose en los brazos de esposo. ¿Sus padres estarían así de destruidos si algún día él se iba de este mundo? Un escalofrío que llegó a sus ojos causó un temblor en cada fibra de su ser, imaginar a sus padres vulnerables formó un estrago en su estómago y vomitar su desayuno no parecía apetecible.

—Lo primero… —repitió Jimin, desvió su vista a un cuadro reposado en un estante cercano. El azabache arrugó el espacio entre sus cejas cuando lo vio acercarse a sus fotos. Un tenue reflejo en el vidrio protector reveló el rostro del castaño, quien veía los rostros sonrientes de los residentes. Yoongi estaba a su lado, viéndolo intranquilo por la mirada fija en la cara de su versión infantil.

—¿En qué tanto piensas?

No contestó.

Se alejó para ahora quedarse a un lado de la ventana.

—¿Qué haremos? —soltó Jimin sin mirarlo, simplemente apreciando el cielo nublado...

Como si fragmentos del anterior Park Jimin siguieran hospedados en lo más recóndito de su ser.

—Umh… Recorrer el pueblo y te llevaré a lugares para que recuerdes, creo que es lo más lógico por ahora ¿no? —El castaño se volteó con esa expresión de piedra. No supo si estaba de acuerdo o no, lo tomó como un de acuerdo.

“¿Por dónde empezamos?”

Suspiró frustrado observando las pinceladas grises en el rostro de Park Jimin.

Pronto podrían escuchar su voz.

¿O seguiría siendo un alarido arrastrado por los suspiros de una tormenta?












































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