『Chapter 08: 하트 비트』

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¿Si te dijera que tus miradas es la suficiente electricidad que necesitaba mi corazón para latir?❞.

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Iridiscencia: Fenómeno óptico donde el tono de luz varía creando pequeños arcoíris.

「하트 비트」➥「latido del corazón」

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Era Lunes, Jimin se había despertado, casi al siguiente acto salió directo al baño, donde lavó sus dientes y de paso tomaba una ducha. Al concluir, se envolvió en una bata luego de haber tallado su cuerpo con una toalla y se encaminó a su habitación.

Se vistió con algo sencillo, pantaloncillos de un tono marrón y una remera amarilla de Bob Esponja, bajó al comedor donde lo esperaba el almuerzo junto a su mamá, quien usaba su celular y al notar su presencia le sonrió.

—Buenos días Jiminnie, ven a desayunar, ya tenemos que irnos —se llevó un gran trozo de pastel que había comprado el día anterior en una confitería cercana, aprovechó que estaba de pasada y bueno... algo dulce de vez en cuando no le hacía daño a nadie, además no debían dejar de lado que al rubiecito le encantaba lo dulce.

»—¡No sabes lo que me sucedió! —chilló Hyeon asustando a su hijo que se deleitaba con el pastel, trozo de dulce que casi escupe por culpa de su progenitora y sus ataques sorpresas.

—No mamá, no sé, ¿qué sucedió? —ladeó su cabeza y se llevó un trozo de comida a su boca.

—Mi jefe... ¡Es el mismísimo demonio encarnado! ¡Es la perfecta personificación! ¡Lo odio! ¡Lo odio, odio, odiooo! Ojalá que algún día le toqué una oreo de pasta dental —se cruzó de brazos con su celular en mano, inflando sus mejillas, Jimin lo observó con horror.

—¿Qué te ha hecho ese hombre para que le desees tanto mal, mami? —interrogó dejando de comer, la mujer hizo que Jimin se acerque un poco hacia ella.

—Él... —susurró en el oído de su hijo— ha hecho sufrir a tu madre con mucho trabajo, migraña es lo que ha causado en mi cabeza Jiminnie, es un hombre malo, muy malo... además, odia a los perritos —cuando se alejó del oído del rubio, éste la miró con molestia.

—Entonces no se merece las oreos con cremita rellena —frunció su ceño Jimin, y su mamá asentía muy de acuerdo.

—Y encima... —su madre se quedó a media oración cuando ladeó su cabeza— por cierto, ¿qué hora es? —con calma miró la hora en su celular y sus ojos se ampliaron en demasia—. ¡Ya es tarde! —chilló su madre y Jimin se atragantó con la chocolatada que estaba tomando, otra vez.

Los dos se levantaron velozmente mientras que agarraban sus cosas y se retiraban del lugar (después de haber dejado los platos en el lavavajillas), se subieron al auto y cuando Hyeon iba a encenderlo, una fuerte carcajada se escuchó en toda la estructura.

—Jiminnie, tú —se reía la mujer mientras señalaba su cara—, tienes un bigote de chocolate —dijo finalmente mientras que buscaba un puñuelo en su bolsillo.

—Se supone que eres mi madre —puchereó Jimin a medida que se limpiaba el lado superior de sus labios.

La mencionada se encogió de hombros y arrancó el auto.

—¡Jiminnie! ¡ven aquí! —vociferó Taehyung un poco alejado de él con el uniforme deportivo típico de la clase.

—¡Ya voy~! —terminó por atar los cordones de sus zapatillas y corrió con pequeños pasos hacia Taehyung.

Cumplieron los ejercicios de calentamiento y el profesor les dictó los pasos que harán en los siguientes minutos.

La actividad consistía en pasar la bola para calentar los brazos, tenían que estar en grupos de a dos, y como era de esperarse, Taehyung y Jimin se eligieron entre sí, eran como la mugre y la uña.

La clase comenzó con el ejercicio, todo iba bien, normal, hasta que los ojos de Jimin captaron como Taehyung deformaba su rostro en una mueca entre el horror y sorpresa.

Y sintió un objeto impactar contra su rostro, haciéndolo perder el balance y cayendo finalmente al suelo.

—¡Hey maldito estúpido! —vociferó una voz a lo lejos.

Jimin se sentó en el pasto y emitió un pequeño sollozo ante el dolor a la vez que abultada su labio inferior, en sus ojos se agolparon las lágrimas, su nariz se encontraba roja al igual que sus cachetes y con sus dedos se sobaba la zona herida.

—¿¡Quién fue el sin cerebro que dañó al niño angel!? —gritó Jackson Wang, un compañero de clases.

Y a lo lejos, una mano temblorosa se elevó en el aire, el muchacho sintió el terror al ver como toda la clase giraron su cabeza automáticamente, asemejándose al exorcista y todas aquellas miradas asesinas posadas en él.

—Mami... —susurró el chico incógnito al sentir su vida en riesgo.

—¡Alguien lleve al señor Park a la enfermería! —ordenó el profesor a lo lejos, Taehyung fue el primero en tomar a Jimin y comenzar a caminar hacia dentro del lugar.

A medida que caminaban, los pequeños quejidos de dolor de Jimin comenzaron a cesar pero un hilo de sangre comenzó a caer de su fosas nasales, el rubio intervino posando dos de sus dedos debajo de éstas.

—¿Cuánto falta Tae? —preguntó Jimin girando su cabeza para ver al nombrado.

—La enfermería queda en el segundo piso en el punto de encuentro entre el Ala B y Ala A de la escuela, solo hay uno, una porquería pero es lo que hay, Jiminnie —explicó Taehyung y Jimin asintió al recibir nueva información, nunca había ido pero le daba curiosidad conocerla.

—¿Ala B y A? ¿Qué es eso? —interrogó el rubio nuevamente.

—Así se llaman las dos partes, ya que el edificio se divide en dos, en el Ala B están todas las salas de clase. Mientras que en el Ala A están las salas de los clubes, la Biblioteca y etc. Por eso está siempre tan vacío, además aún no abren los clubes —le contestó mientras que movía sus manos haciendo mímica a medida que hablaba. El contrario asintió entendiendo todo.

Al llegar luego de unos minutos caminando y subir las escaleras, Taehyung le explicó la situación a la enfermera para que ayude a su amigo. La mujer entendió y le pidió al castaño que vaya a su clase para no perderla, éste con pesar aceptó y se retiró.

—Ya pequeño, ya está —le sonrió la mujer al retirar el algodón teñido en sangre—. No toques la zona, está sensible en estos momentos, si quieres buscar puedes venir nuevamente —añadió la jóven, Jimin asintió y se levantó de la camilla en la que estaba sentado anteriormente.

—Gracias señorita —hizo una reverencia y le mostró esa dentadura tan tierna.

Se retiró del lugar, un poco desorientado tratando de recordar el camino al campo.

Hizo un pequeño puchero y simplemente comenzó a caminar en aquellos pasillos solitarios.

Nuevamente...

esa sensación...

Sus ojos temblaron al igual que todo su cuerpo al sentir un escalofrío recorrerle toda su columna vertebral hasta llegar a su nuca.

Alguien lo observaba.

Comenzó a caminar, luego aceleró sus pasos, entonces empezó a trotar, más bien a huir de cualquier cosa que sea lo que acaba de sentir.

Dobló al próximo pasillo donde se encontró una cabellera grisácea dando la espalda y parecía cargar unos libros.

Jimin se acercó a pasos veloces, al fin alguien que conoce, estaba seguro ahora.

—Hyung —llamó alegre al llegar a un lado del chico porcelana que saltó levemente en su lugar ante la sorpresiva presencia.

—Por favor, casi me das un paro —soltó el contrario soltando un largo suspiro luego de verificar quién es.

—Perdón, Hyung —hizo un puchero y el chico porcelana parpadeó un poco avergonzado ante el tierno gesto—, ¿quieres que te ayude con eso? —interrogó refiriéndose a los libros que cargaba el mayor.

—No, gracias —el chico comenzó a caminar y Jimin lo siguió a su lado. El más alto le regaló una efímera mirada de reojo al rubiecito a su lado—. Por cierto, ¿qué haces aquí? —añadió volviendo sus ojos al frente.

—Emm... terminé herido en la clase de Educación Física y me trajeron a la enfermería, pero ahora... no sé como volver —infló su belfo inferior de color cereza y el más alto se detuvo, se volteó para observar a Jimin y ladeó su cabeza.

—Te puedo enseñar el camino... sólo si quieres —susurró lo último bajito mientras estiraba un poco sus labios, Jimin sintió su corazón palpitar con mayor ímpetu.

—Cla-claro, ¡por supuesto que sí! —vaciferó alegre, ambos chicos retomaron el camino pero esta vez con un distinto final.

Lo único que escuchaban eran sus pasos, sus respiraciones eran erráticas y sus corazones latían cada vez más con cada paso que daban.

—Si sigues derecho por aquí, llegarás al campo de Educación Física —dijo el peligris mirando el suelo con su cara ardiendo en llamas.

Jimin avanzó unos pasos, pero se volteó para ver a aquel chico, ambos parados a un lado de las ventanas. Y el rubio tuvo nuevamente aquella extraña sensación en su estómago al ver una irisdicencia cubriendo una parte de su cara y aclarando uno de los orbes de sus ojos, dejando apreciar el color café claro de éstos.

—Muchas gracias, Hyung por ayudarme.

Y simplemente sus ojos no pudieron romper contacto por unos segundos.









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Presten atención a los detalles, Nixis.

Nicxnita©

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