❝Chapter 47: 침입자❞

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Crees que lograste matar a todas mis estrategias, pero mi reina está lista para atacar❞.

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Turbación: Estado de ánimo de la persona que no sabe qué hacer o decir.

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Capítulo dedicado a: susy1599 meow 💙

Gracias a estas bellas personitas por seguir la historia y les dedico este capítulo también a: LMyReligion, NahomiMartnez6, Nam_folla_a_JungKook, NeverRinYY, El_Swag_de_Min_Suga, Galletapodridaxd, ValuArmy07, anonimuzzs, yanier_ypjackson 💙💙

Leí los regalos que pidieron y decidí cumplir 3 de ellos (Las dedicaciones, decirles algo que considero importante y uno sorpresa). Yo les digo que presten atención a la letra de la canción “Wild Roses” y el contexto en la que se encuentra (Cap. 46). También a las menciones y buscar su significado, como por ejemplo: El significado de dicha flor, el cuadro, la canción, la película, el libro y etc. No se queden sólo con la mención e investiguen un poco y se sorprenderán con varias cosas. 💙💙

PD: Prepárense, capítulo de +7k palabras. (PД'q。)

PD2: Reproduzcan la canción multimedia al aparecer la letra en negrita con dicho título.

PD3: Gracias por esperar. 💙

PD del PD3: Y perdón por la tardanza. 💙

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×

De nuevo.

Sus orbes celestes brillando desde la profundidad de aquel pasillo sempiterno, con esas paredes azul prusia y patrones blancos, tan delicados y hermosos que imitaba el cielo. Caminó con una extraña tranquilidad, no como en el pasado donde el primer pensamiento que lo embargaba, era correr, correr tan lejos y sin detenerse, corriendo escapando de nada, sólo por puro instinto. Y ahora, allí estaba, mirando los diferentes cuadros que se abrían paso en su caminata, hasta que se detuvo en la curva, donde la última pintura yacía mirándolo, tan sombrío por la escasez de luz y atrayente.

Leyó la placa debajo del marco, sus labios susurraron un silencio, pero el eco exclamó:

“El viejo pescador, de Tivadar Kosztka Csontváry”.

Repasó los detalles y el conjunto de simbología que subyacía detrás de lo hermoso. Su cabeza se cayó paulatinamente a un lado pero un sonido lo tensó. Buscó el nido de tal sonido que lo alertó, avanzó a paso seguro hasta que delante de él, sin saber cómo o en qué momento llegó ahí, había una doble puerta que se mezclaba con toda la estructura que apreció hasta ahora.

De repente cayó en una silla y delante de él, maniquíes llenaban la habitación, con sábanas cubriendo sus inexpresivos rostros y cárteles con una caligrafía temblorosa que advertían, "¡obstáculo!" Una tenue luz hacía todo su esfuerzo con iluminar parte de la habitación, dejando ver 8 figuras con máscaras blancas más la figura femenina con una máscara dorada, sólo que…

Otra figura femenina con máscara dorada apareció.

Ocultas detrás de los mantos y apenas visibles. Cuando intentó acercarse, automáticamente los maniquíes se movieron de manera robótica, como si sus articulaciones hubieran sido invadidas por arena, imposibilitando su capacidad de movimiento. Las manos se posaron en su cuerpo y lentamente lo hundieron en un líquido frío.

Intentó gritar.

Quiso gritar.

Y finalmente gritó.

Despertó con un grito.

Miró el reloj a su lado, la pequeña luz a su lado seguía encendida, exhaló con alivio, tomando un  respiro profundo mientras sentía sus ojos ardiendo por la falta de sueño, a juzgar por la hora que durmió –madrugada– y la hora que despertó, hizo cálculos mentales rápidos y chilló cansado cuando se dio cuenta que simplemente estuvo durmiendo 4 –o menos– horas. Con su puño, acarició sus ojos adoloridos y escuchó ruidos del otro lado de la puerta. Su madre se estaba aproximando.

La mujer apareció con una bata y una expresión de preocupación, pareció guardar algo bajo la tela cuando vio a su hijo sano y salvo sobre la cama. Frotó su frente y se acercó.

—¿Estás bien? Escuché tu grito, ¿otra pesadilla o la luz se apagó mientras dormías? —Jimin negó dejándose mimar, los largos dedos de su madre repartiendo caminos en sus rellenas mejillas y suave cabello.

—Umh, sólo una pesadilla —murmuró ronco.

—Haz tenido muchas pesadillas últimamente y tienes unas ojeras gigantes, ¿todo bien en la escuela? ¿Nadie te molesta? —Jimin negó letárgico, acomodándose en la cama, insinuando que se iría a dormir.

—Todo bien, son sólo pesadillas mamá.

“Sólo pesadillas”.

—Está bien, duerme, que aún faltan unas horas para que la alarma suene, buenas noches.

Y antes que la mujer saliera de la habitación, le pidió:

—Mamá.

—¿Si?
 

—¿Podrías fijarte si la ventana está cerrada con seguro?

Las hojas secas crujían en un sonido incómodo. Se levantaron de sus puestos cuando Jimin se decidió por el próximo paso, luego de pensar en el interrogatorio de Minseok, comenzaron las dudas de donde nació la desconfianza, tan cruda y visible como un espíritu en un bosque negro en medio de la noche. Los mechones rubios se movieron por el aliento fresco de las nubes, cerró sus ojos con las mejillas rojas sobre su níveo rostro que dejaron en el podio a la lluvia de pecas, sus labios agrietados fueron humedecidos por su resplandeciente lengua.

—Yo le creo —el comentario fue aislado y tan bajo por el miedo a estar equivocado. Chanyeol y Jimin se voltearon a mirar a Hoseok, sabían que el chico era débil de corazón y de fácil confianza.
 

—Yo también —agregó el más alto de todos, bajo la expectante mirada del cielo sobre él, tan lleno y tormentoso.

—Umh —Fue lo único que soltó, desconcertando a sus amigos al ver esa mirada en otro plano, en sus propios pensamientos—. El próximo será Seokjin, Hobi, mencionaste que él era el encargado del Club de Arte, donde asistía- —Se calló cuando Hoseok bajó la mirada, suspiró sobando su frente—, bueno, me da curiosidad saber un par de cosas.

Y sus ojos eran tan fríos que por un momento, sus amigos se preguntaron si era el mismo Park Jimin que conocían... O que llegaron a conocer.

—Cambiando de tema —interrumpió Hoseok, dándose la vuelta hacia el peli-violeta—. Tú, malnacido, nos plantaste ayer —Y le dio un empujón juguetón a Chanyeol.

Pero ante los ojos de Jimin un pequeño detalle no pasó desapercibido.

Uno tan minúsculo que fue casi indivisible.

Chanyeol había hecho ademán de arrugar su rostro, lo supo disimular bien.

Demasiado bien.

Entonces notó las ropas grandes que caracteriza a Chanyeol. Siempre grandes y gruesas, tapando sus manos y cuello, frunció su ceño ante su descubrimiento. Hoseok por su parte, seguía discutiendo con el peli-violeta, que rodaba los ojos o miraba sus uñas para ignorarlo, le hubiera gustado disfrutar de la escena.

Pero entonces la curiosidad comenzó a carcomerlo de a poco. Tan lento hasta cuando se despedió de Hoseok y caminó a un lado del alto. A pesar de haber pasado minutos, su mente insistía en recordárselo, no podía pasar esa alerta por alto. La paranoia susurrando en su oído posibles opciones pero el impulso lo agarraba de la mano, incitando a averiguarlo por su cuenta pero su raciocinio se negaba con fervor.

Cayó en la tentación.

Tomó al peli-violeta del brazo cuando llegaron cerca de un callejón, el alto no supo cómo responder y no tuvo tiempo de reaccionar cuando las pequeñas manos de Jimin fueron al borde de su vestimenta para revelar sus abdominales y pecho. Quedaron en esa posición por unos segundos, Jimin tragó saliva, Chanyeol quedó atónito. Las palabras mudas quedaron flotando  entre la atmósfera incómoda que se formó, el cielo apreciando las cinceladas violoncelas que arruinaba la armonía, la degradación variaba pero estaban todas presentes en diferentes tonos de un mismo sugerente. Se apartó, palideció al revelar el secreto que vagaba en su amistad, nunca se dio cuenta de las pequeñas gotas que evocaban un obvio misterio y gritos de un profundo dolor oculto… Uno que terminó por ser iluminado. Chanyeol al fin reaccionó, bajando la ropa, tapando de lo que se avergonzaba, su rostro rojo y sus ojos oscuros con una pista de un prometedor diluvio.

Se miraron.

Las ropas grandes, su dependencia al celular, su actitud cambiante a veces, sus huídas… sabía que eran extrañas.

Chanyeol desvió la mirada, soltando el aire –que sin darse cuenta– retuvo.

Una seña, eso bastó para que ambos caminaran a un parque poco poblado por la hora.

Jimin jugó con sus dedos cuando estuvieron en una banca, tantas preguntas que se atropellaban entre sí para ser olvidadas al instante que decidía soltarlas. Tomó precaución, miró a su alrededor y sus ojos se detuvieron en el perfil con porte confundido, triste y amargo, tan amargo que oscureció el parque y las faroles tomaron poder. Le pareció cómico que estén en el mismo sitio donde estuvo con Seokjin, en la misma posición, con las mismas restricciones y dudas.

—Ayer… Esos golpes…

—Fue mi familia —respondió en un susurro mirando el suelo, como si temiera que su secreto se oiga en un altavoz.

—¿Y tus…

—Fueron ayer pero siempre son constantes.

—¿Por qué-

—Porque creen que no soy lo suficientemente digno para ser la cabeza de mi familia y dirigir la empresa de mi padre —No titubeó, como si siempre estuviera guardando esos diálogos, listos para soltarlos de tanto tiempo que llevan encerradas.

—¿Y lo…

—No, no lo hablé con nadie, tú eres el primero —escuchó una tenue risa grave, nerviosa y apagada. Mordió su labio inferior no sabiendo cómo consolarlo.

—¿Se lo dirás a Hoseok? —Una extensa exhalación se despidió de Chanyeol, ambos brazos del peli-violeta se alzaron detrás de su cabeza, pretendiendo despreocupación, mientras que Jimin tenía las rodillas juntas y las suaves manos sobre su regazo, con esos voluptuosos labios levemente separados por el asombro.

—Probablemente, pero busco el día correcto, no lo sé, preocuparé al tonto —Sonrió, fue sincero y sintió la preocupación hacia el ausente.

—Mhm, ¿te duele demasiado? ¿Has ido a un doctor? —Los mechones violetas negaron con la cabeza—. ¿¡Cómo que no!? ¿Estás loco?

—Pero… —Hizo un pequeño puchero. Jimin masajeó su frente.

—Lo harás, ¿me escuchaste? Deben tratar esas heridas, ¿si? —El alto asintió, siendo regañado por el pequeño.

—Sí, mamá —sonrió, siendo golpeado en su brazo con suaves golpes. Rio por las cosquillas que le producía y nuevamente se quedaron en silencio, esta vez cómodo.

»—¿Qué le preguntarás a Seokjin cuando lo interrogues? —Chanyeol rompió el silencio. El rubio volteó, pensando en su interrogatorio.

—Lo mismo que a Minseok y Namjoon, pero veré qué puedo agregar, él sobre todo me trae confundido con sus actitudes —Su tono desminuyó por el cansancio, Chanyeol asintió, tomando a Jimin entre sus brazos, posando su mentón sobre su delicada cabellera—. ¿Y tú viste algo que te llamó la atención? —La parte superior de su cabeza vibró por la afirmación.

—Cómo actuaron. Namjoon parecía a la defensiva, bueno, parecía evitar algo y Minseok, él… Bueno, parecía seguro de sus palabras pero lo asustaste mucho —soltó una pequeña carcajada.

—¿Tú crees? —Jimin compartió la acción.

—Sí, temblaba mucho —El rubio abultó su labio inferior.

—Ay, pobrecito, debí ser más suave, Minseok me cae bien —Intentó mirar a Chanyeol, falló porque su cuello iba a doler si lo hacía—. Y tú fuiste demasiado duro con él, Yeol.

—¿Yo? Pero si fui normal —Jimin viró los ojos divertido.

—Ya quisieras —Se deshizo del agarre en su pequeño cuerpo, se levantó mirando el cielo con los algodones de azucar anaranjados siendo protagonistas del espectáculo.

—Mierda, se está haciendo tarde —Jimin se volteó tal cual exorcista a mirarlo con sus ojos filosos.

—La boca, Yeol, la boca.

—Ya, ya, de todas formas, debo regresar rápido a casa si no me van a castigar —Se acercó a Jimin para acariciar esos rebeldes mechones, con una gran sonrisa sincera por haber soltado lo que estaba reteniendo por mucho tiempo. Se alejó, pero cuando estuvo dos metros de distancia, dándose la vuelta con ojos cansados y un sentimiento extraño titubeando en sus labios. Su altura formando una figura delgada en la clara del farol encima de él, alzó su mano a la altura de su cabeza, estirando su músculo y con el dedo pulgar en el cúspide, soltó—: ¡Gracias, Jimin!

Lo dejó tonto por unos segundos, sin saber qué le agradecía pero un sentimiento de satisfacción lleno de una emoción de calor desbordante apareció en su pecho, que lo hizo sentir satisfecho y ser consciente del logro que acababa de suceder.

Se sentía bien.

Miró el cielo anaranjado, encantado con las grietas en el lienzo y como todo se iba apagando lentamente. Tomó su celular, sabiendo que su madre seguramente ya se fue al trabajo, así que nadie lo estaría esperando en casa. Miró el último mensaje que le envió, informando su paradero y guardó su celular cuando miró la hora. Tomó el sendero contrario al de Chanyeol, caminó tranquilo, olvidando por completo la situación delicada en la que se encontraba. Su mochila revotaba en su espalda por lo pequeños saltitos que daba al saltar, impulsando su fuerza al aire y tarareando una canción con el afán de distraerse en su camino. El parque fue abandonado y ya se encontraba atrapado en las grandes avenidas de Seúl, cargado de gente y luces por doquier. Abrumado por tanta gente, apresuró el paso para llegar a su vivienda, cuando de a poco, los caminos comenzaron a hacerse más solitarios y la luna estaba en el cielo, sintió un escalofrío de completo miedo, sus extremidades tensadas por el silencio de la noche y el viento que rozaba con su nuca y cuello, siendo tan sensible, tembló y sus vellos se erizaron.

Cuando reconoció su vecindario, sus pasos perdieron fiereza y miedo. Las casas eran de dos pisos, todas enrejadas y vestidas de pinturas cálidas.

Su cuerpo reconoció el ambiente, repitió en su cabeza un hábito que su madre tenía y quedó aferrado a él, contar hasta diez, era como un calmante para ellos. Tomó aire por la nariz, sus ojos celestes tomaron potencia cuando dejó abandonadas las casas de los vecinos. ¿Por qué ahora parecía un pueblo abandonado? Se sacudió para dispersar sus temblores. Pero la luz de la calle que parpadeaba constantemente no lo dejaba tranquilo.

Sólo unos pasos más y llegaba.

Sólo unos.

Y se paralizó.

Su mano tocó el frío metal del portón y allí descansó. No dio indicio de querer apartarla y menos avanzar, su miedo irracional por el infinito de la oscuridad y lo que se oculta allí se sembró en su interior, dejándolo plantado en su posición. El sudor bajando por el estrecho entre sus omóplatos, cerró sus ojos buscando valor y los abrió con fuerza, el reflejo de una casa oscura habitando en sus grandes orbes.

Su madre siempre dejaba las luces encendidas, siempre una al menos, pero nunca todas apagadas. Estaba asustado, no lo negaba, sus piernas ya no consistentes apenas soportaban su peso. Debía entrar, encender la luz y ya, ¿fácil no?

“1, 2, 3, 4…”

Toda la casa estaba en penumbras.

“10… 1, 2, 3, 4, 5… 5…”

Sacó su celular de su bolsillo, no podía dejar de temblar y podía ver sus latidos en el aire siendo tan visibles e impactantes como salvajes. Los tonos en su oído lo ponían nervioso, tenía que asegurarse de un detalle, debía comprobarlo. La sedante voz de su madre llegó a él y sus piernas temblaron por lo asustado que se encontraba.

¿Jimin…? Nunca me llamas, ¿qué sucedió? ¿Estás bien? —No supo si fue por su agitación o su madre se escuchaba cansada.

—Ma… ma —Tomó mucho aire, no podía hablar y menos apartar la mirada de la casa, intentó tranquilizarse—. Mamá, apa… ¿apagaste…? ¿Dejaste las luces encendidas de la ca- casa?

Claro, dejé las del patio, la sala y la luz de tu cuarto encendidas, ¿por qué preguntas, mi vida? —Tragó saliva. Se sintió observado de repente, su cuerpo dio un giro en su eje, los ojos celestes recorriendo todas las direcciones posibles sintiéndose desnudo y expuesto.

—Por nada —Guardó silencio. Cerró los ojos con fuerza tratando de calmarse. “No sirve de nada si te alteras y no piensas”, se reprendió a sí mismo. Entonces cuando formuló las palabras en su cabeza, las soltó—. Te amo, mamá.

Tenía miedo.

Su madre soltó una pequeña risa.

¿Y eso? ¿Por qué tan de repente? De todas formas, ve a dormir, cualquier cosa me llamas o ve con los vecinos —Mordió su labio.

—Está bien, nos vemos.

Cortó la llamada y estuvo varios segundos con la cabeza gacha y el celular en el oído. Entonces, su mirada llena de determinación se alzó en la oscuridad, el brillo de coraje flamando en el cielo y marcó otro número, rápido y aún con sus dedos torpes.

119, ¿cuál es su emergencia? —Titubeó un momento, y paranoico de nuevo se giró para ver la calle vacía, también las laterales de su casa inhabitadas y el césped rozando con su pantalón. Ni una sola alma para pedir ayuda.

Podría ir a la casa de sus vecinos… Aunque nunca habló con ninguno de ellos y no puede estar seguro si no perjudicaría a los inocentes metiéndolos en problemas.

—Yo… Creo que hay alguien dentro de mi casa y no es mi madre, la única persona con la que vivo —informó con seguridad y miedo, volteando a todas partes para no recibir un ataque sorpresa.

¿Dónde sucede la emergencia? —Sus ojos se desviaron a la dirección de la casa y dictó claro para que se entienda, aunque su voz sonara ahogada. Retomó su trabajo de inspeccionar visualmente su alrededor y los posibles escapes—. Puede indicarme su nombre, por favor.

—Jimin —Estaba nervioso, demasiado.

¿Se encuentra solo? ¿Existe heridos?

—Estoy solo, no hay heridos.

¿Dónde se encuentra su madre?

—En el trabajo, llegué del colegio y me encontré todas las luces apagadas, mi madre siempre las deja encendidas y me alteró ver todo a oscuras ya que sufro… —Bajó al mínimo su tono—. De un miedo irracional a la oscuridad. Ya verifiqué con mi madre ese dato, ella dejó luces prendidas. Se… se me hizo raro el, el ambiente y-y-

Mantenga la calma, por favor. Está bien, permanezca en un lugar seguro, la ayuda ya está en camino. ¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho años…

¿Dónde se encuentra usted? ¿Puede ver algo?

—Estoy... Estoy en el jardín delantero de mi casa y no veo nada, está todo muy oscuro-

¿Hola? ¿Hola? ¿Sigue ahí? ¿Jimin, sigue ahí?

—¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Hay alguien en la casa! ¡Hay alguien en la casa! ¡Por favor! ¡Hay alguien en la casa! ¡Me- me está mirando desde la ventana- del- del segundo piso!

Bien, Jimin, escúchame, respira y mantente fuera de la casa hasta que la ayuda llegue, ¿si?

Intercambió un par de datos más antes de cortar la llamada. Puede ser su imaginación. Pudo ser un apagón, pero quería primero estar seguro que la ayuda llegaría si se encuentra en problemas. Tenía miedo, pudo imaginar cosas, quizás la oscuridad le hacía ver figuras inexistentes.

Pero supo que no era producto de su imaginación cuando un destello en su habitación llamó su atención. Todo el oxígeno se estancó a mitad del camino cuando vio a la figura sosteniendo su cuadernillo…

Su cuadernillo de apuntes sobre el caso.

Una mano se elevó sobre el vidrio, la figura lo saludaba y podía jurar, que debajo de ese cubrebocas, estaba sonriendo con burla y cinismo.

Tenía que entrar. Debía engañar al intruso y hacerlo creer que tenía todas las pruebas en sus manos. Porque Jimin sabía perfectamente que el desconocido tomó su señuelo y estaba emocionado por saber que funcionó. Sabía que en algún momento irían por su cuadernillo e intentarían borrar todo tipo de pruebas que fue juntando.

Ilusos.

Inhaló por su nariz varias veces hasta que sus latidos se regulen un poco y sus piernas respondan. Encendió la linterna de su celular y se adentró al jardín, era algo estúpido, pudo quedarse afuera y esperar a la policía… O podía esperar a que alguien lo ataque y él no tenga con qué defenderse. Ambos resultados eran igual de desastrozos.

Sin embargo, estaba consciente que era peligroso y se arriesgaría por el caso. Claro que lo haría.

Paso por paso, el césped delataba su avance cauteloso. La linterna alumbrando partes específicas como su casa, sacó sus llaves cuando se encontró con la sorpresa de que la puerta no fue forzada. Lamió sus labios y entró, toda la bruma tiró al piso su valentía y lo ató con cadenas al suelo, se quedó estático rodeado por la negrura que poco a poco lo poseía, negó.

“1 2 3 4 5 6 7 8 9 10”.

Corrió a donde creía que estaba el interruptor de luz y todo se iluminó, se alivió parcialmente, se acercó a la cocina y rebuscó en las cajoneras y sonrió de lado cuando en su mano pesaba un filoso cuchillo. Entonces cuando iba a dar un paso, su cuerpo se congeló por completo y sus vellos se erizaron en su totalidad, el terror subiendo hasta sus ojos volviéndose un sólido vidrio.

«Tiptoe through the tulips» de Tiny Tim rebotaba en las paredes de toda la casa en un volúmen estruendoso. Aterrado, miró el techo ante las potentes pisadas rápidas y se llenó de pánico, sujetó el objeto con fuerza y quiere tapar sus oídos por lo fuerte que se oía la canción en su cabeza, tomando de su cerebro para sacudirlo una y otra vez y la punzada de dolor que de repente se enterró en sus sienes. Mareado, salta en su lugar cuando escucha un estruendo en la planta superior, comienza a derramar lágrimas mientras su vista se empaña, cuando quiso salir de nuevo, se dio cuenta que había alguien parado en el jardín donde antes estaba. Retrocedió e intentó calmarse.

“Okey Jimin, cálmate, tú puedes, tú puedes. Ahora hay luz, sólo debes fingir preocupación por la libreta, hazlo, tú puedes”.

Tomó aire y gritó:

—¿¡Quién eres y por qué estás aquí!? ¿¡Qué es lo que quieres!? —Sabía que nadie respondería, mas, debía fingir ingenuidad. No le fue difícil fingir las lágrimas, porque no actuaba su miedo por lo que podría suceder.

»—¡Puedo darte dinero! ¡Pero devuélveme el cuadernillo, por favor! ¡Es muy importante para mí! ¡Puedo darte dinero! —Más disturbio. Tiene que alejarlo de su habitación o hacer tiempo hasta que la policía llegara.

»—¡Te lo suplico! ¡Suelta ese cuaderno! ¡No sé quién eres pero si quieres dinero, puedo dártelo pero vete! —No le importaba pero cuando oyó que el ruido cesó, se felicitó mentalmente porque le había creído.

La canción fue lo único que no se detuvo, provenía de su cuarto.

Chistó por lo bajo cuando el ruido de las patrullas dominaron la calle. De seguro el intruso escapó al escucharlo, se permitió respirar ahora que la ayuda había llegado.

La policía había inspeccionado todo el lugar y no encontraron nada más que todo su cuarto volteado en desorden. La cama volteada, cajones abiertos y ropa tirada en todas partes, le hicieron un pequeño cuestionario, si antes había pasado eso y otras preguntas que llevaron a la catalogarlo como un intento de robo fallido y registrarlo en el sistema policíaco. Con eso, le pidieron que llamara de inmediato si se repite el problema y que se quede en compañía de alguien.

No sabía de quién.

Buscó en sus contactos. No quería causarle problemas a Chanyeol luego de saber los castigos que recibe y Hoseok de seguro estaba en el hospital con su hermana. Su madre no podría salir del trabajo y no quería salir a la calle solo, un policía se quedó con él hasta que algo se le vino a la cabeza, recordó que Yoongi le dijo que no tenía celular, pero le pasó el teléfono del departamento, marcó el número y suplicó que esté en su hogar. Entonces cuando una voz ronca lo contestó, todos sus músculos tensos se relajaron.

—¿Hola? ¿Quién habla?

Nervioso, dejó pasar saliva—. Hola Yoongi hyung, soy Jimin… —Se removió con las mejillas coloradas.

—Oh, Ji-Jimin, ¿qué sucede?

—Umh, verás… La policía dijo-

—¿¡Policía!?

—Sí, yo, verás hyung, sucedió algo –no te preocupes, no fue grave– y la policía me pidió que me quede en compañía de alguien en casa y…

—Oh… ¿Quieres que vaya?

—Sí —Cerró sus ojos con fuerza, esperando que acepte.

—Está bien, en ¿15 minutos? De seguro llegaré, no te preocupes, iré lo más rápido que puedo.

—Muchas gracias, Yoongi hyung —La llamada terminó, y sonrió levemente con la mano en el corazón. Esperó que el porche de la casa hasta que una cabellera gris se hizo notar a los metros, se levantó de inmediato y se acercó apurado.

—¡Hyung! —El muchacho de porcelana enarcó sus cejas y lo inspeccionó de arriba a abajo, buscando cualquier herida. Entonces exhaló.

—¿Qué sucedió?

Jimin se cohibió en su lugar ante el tono bajo que usó el mayor.

—Nada grave, yo estoy bien, sólo entraron a robar pero no se llevaron casi nada —“Sólo mi cuadernillo”.

—Menos mal, ¿y tu mamá? —Jimin no respondió de inmediato, sólo se despidió del policía que se apresuró a retirarse luego de ver que el joven ya estaba acompañado. El rubio invitó al pálido a entrar, un poco paranoico aún pero sintiéndose seguro con Yoongi a su lado.

—Mi mamá trabaja por las noches. ¿Quieres tomar algo? ¿Café…? ¿Agua…? ¿Algo dulce? —comentó yendo directamente a la cocina, siendo seguido por Yoongi.

—Un café está bien, gracias —Jimin preparó el agua para calentar y le sugirió a Yoongi que se siente. Éste miraba hacia todas partes encantado, a pesar de ya haber estado ahí, podía notar nuevos detalles que antes ignoró—. ¿Qué le pasó a la ventana? —Apuntó a la ventana que era cubierta por cinta, Jimin parpadeó y recordó su excusa.

—Un pájaro atacó la ventana —“¿Qué tan normal sería decirle que un loco les rayó el vidrio?”

—Oh… Que pájaro más loco entonces —Rio y Jimin lo observó absorto con las mejillas encendidas y el cielo iluminado por chispas, los hombros de Yoongi temblaban cuando éste reía, un detalle que lo hacía encantador.

Carraspeó cuando cayó en cuenta de lo bobo que se estaba comportando. Sacudió su cabeza.

—Gracias por venir, Yoongi hyung, en serio, hiciste que el miedo se disipara —“¿Yo dije eso?”, se cacheteó mentalmente, teniendo vergüenza de que el mayor notara su timidez repentina.

—No me agradezcas en serio —Yoongi ahora se volteó del otro lado de la isla para enfrentarlo, ya no mirando su alrededor, sino centrándose en la obra de arte delante de él—. ¿Por qué entraron a robarte?

—Probablemente creyeron que la casa estaba sola —“Mentira, sabían a la perfección que yo volvería casa y estaría solo. ¿Y por qué todas las luces apagadas? ¿Por qué esperaron que llegara? Bueno, de seguro para dejarme un mensaje de advertencia y el mensaje era claro, ¿quieren ahuyentarme? Deben saber también los horarios de mamá, ahhhh, que dolor de cabeza”.

—Que escalofriante, casos así mayormente ocurren en Estados Unidos ¿no?, que miedo que sucediera aquí —Jimin asintió. Los famosos casos de casas a solas e intrusos forzando la puerta y terminaban de manera catastrófica. Su situación fue leve, sabía que si entraba, no le harían nada… Quizás, era un pensamiento relativo pero los índices de que estaba en lo correcto eran altos, querían asustarlo, usar su fobia como ataque –sigue sin saber como lo saben– y no haberse llevado nada tampoco más que su cuadernillo y haber destruído sólo su habitación. Si hubieran querido matarlo, tuvieron demasiadas oportunidades para hacerlo. En los callejones, cuando se encontraba solo en Seungli, cuando entró en la casa y entre diversas posibilidades… Mas, no usaron ninguna.

Ahora… ¿Quién era la persona que estaba en el jardín cuando él estaba adentro? ¡Él estaba escuchando perfectamente el desastre que alguien causaba arriba cuando notó la figura afuera! Si había un dúo, ¿por qué no lo atacaron? ¿Por qué lo dejaron vivir? Y ahí había otro punto a su teoría de que querían ahuyentarlo.

—¡Jimin! —Saltó en su lugar por el grito del mayor que lo miraba extrañado—. El agua…

—¿Qué pasó con eso?

—Ya está —Se levantó cuando escuchó el chillante sonido que emanaba la tetera. Sirvió los cafés en saquitos y le concedió una a Yoongi. Cuando Jimin se sentó, el peli-gris se dignó a preguntarle una duda que lo carcomía por dentro—. ¿Por qué me llamaste a mí?

Su mente dejó de maquinar. Sus labios cerezas se separaron sin soltar un sólo monosílabo, la taza humeante entre sus rechonchas manos produjo una niebla entre ambos, sus ojos brillando detrás de la pared. Su corazón latió con fuerza y sus labios jugaron entre sí.

—Porque me hace sentir protegido —Y creyó que Yoongi quedó horrorizado con sus palabras por evidente silencio. Levantó la mirada encontrándose con su expresión estupefacta y un rostro rojo—. Y también porque Hobi y Yeol no pueden venir.

Y las cejas de Yoongi se volvieron rectas, desviando la mirada y arrugando su nariz.

—Mocoso, soy la última opción —Jimin se permitió carcajear y negar con la cabeza.

—No, no, lo de antes era verdad, pero tenía miedo de causarle problemas —Se encogió en su lugar ante la mirada acusatoria del pálido.

—Claro que no es un problema, siempre puedes llamarme cuando sea —Sus labios formaron arcos que mostraban sus blancos dientes que contrastaban con sus rosadas encías, tan bonitos y tiernos… Quería besar esos labios.

“¡Ya no pienses en eso!”

—Gracias, Yoongi hyung —Le dio un sorbo a su café, muy tímido por la mirada de Yoongi, esos ojos bonitos y preciosos que le daban ganas de acariciar su cabello que se ve suave y darle mimitos. El rubor creció en su rostro a medida que escuchaba sus pensamientos.

—¿Tienes fiebre? —preguntó repentinamente Yoongi, negó con la cabeza de inmediato y se congeló cuando la gran mano del pálido se posó en frente, moviendo sus mechones a un lado—. Tienes la piel caliente, ¿estás bien? —“Lo estaría si no hicieras ese tipo de cosas y me das un ataque al corazón”.

—En- en serio, estoy bien —murmuró con sus palabras tropezándose.

—¿En serio en serio? —Asintió levemente—. Umh, está bien.

Yoongi se alejó para tomar su taza y beber de ella.

»—¿Por qué ya no estás con Taehyung y Seokjin? —interrogó Yoongi cuando ninguno parecía querer abrir la boca.

Jimin lo pensó un poco… ¿Por qué ya no se junta con ellos?

—No lo sé, comenzamos a distanciarnos —Se alzó de hombros tomando de su café—. Hablando de ellos, Tae- Taehyung me había contando que… Casi nadie conoce tu nombre, ¿cómo es eso? —Sus grandes ojos se asomaron curiosos.

Yoongi ladeó la cabeza.

—Siempre llego primero y le pido a la preceptora que ya me dé la asistencia para no tener que nombrarme de nuevo, los profesores no me llaman por mi nombre y mis anteriores compañeros ya terminaron el año —Tomó de su café. Jimin ladeó la cabeza.

—¿Y por qué no quieres que sepan tu nombre?

—No lo sé —Se quedó pensativo—. Creo que me acostumbré y lo olvidé.

—Suele suceder —“Suele suceder…”, se repitió.

La conversación se alargó, hablaron sobre variados temas y hasta que Yoongi se tuvo que retirar. Lo acompañó hasta la puerta para despedirse. El paisaje nocturno destacó la palidez de la piel contraria, quería tocarlo y sentir si era tan pulcra como la veía. No supo cuánto tiempo inspeccionó a Yoongi, sólo sabe que se topó con esos lindos ojos expectantes, se avergonzó por el descaro que tuvo de observarlo de aquella manera y no sabía con qué justificarse. Sólo le mostró su sonrisa y las medialunas que tenía por ojos para calmar sus propios nervios.

—Gracias por acompañarme esta noche, Yoongi hyung —Su tono sonó extrañamente meloso y cantarín. El mayor le mostró ese lindo gesto de nuevo y negó con la cabeza.

—Ya te dije que no me agradezcas, es lindo pasar tiempo contigo —pronunció sin desviar la mirada de esos magestuosos ojos celestes. Jimin despertó de su ensoñación y miró el cielo, dándose cuenta que ya es demasiado tarde.

—Yoongi hyung, debe irse antes que las calles se vuelvan peligrosas —El peli-gris asintió dándose media vuelta.

—Buenas noches, Jimin —Y antes que finalmente su pie tocara el primer escalón, Jimin con las mejillas rojas y los nervios de punta, lo llamó en un pequeño grito ahogado. El de ojos felinos se volteó confundido, pero toda esa confusión se esfumó sólo dejando su mente en blanco al sentir algo suave en su mejilla.

Jimin había besado su mejilla.

Intentó hablar pero sus oraciones se volvieron tontas y antes de darse cuenta, el menor ya se encontraba cerrando la puerta pero antes de hacerlo, declaró:

—Buenas noches, Yoongi hyung, regrese sano y salvo a casa.

Y cerró la puerta.

“¿¡Qué hiciste Jimin tonto!? ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tontísimo! ¿¡Por qué lo hice!? ¡Ahora Yoongi no va a querer hablar más conmigo!”, lloriqueó apoyado en la puerta.

Luego de estar minutos reflexionando sobre su impulsiva acción. Recordó algo que lo hizo levantarse de inmediato e ir a su habitación con rapidez. Cerró las cortinas y ventana, las luces prendidas le daban más seguridad. Con paciencia, fue al baño y se estiró lo más que pudo para mover una de las plaquetas del techo y sacar su libreta. Sonrió de soslayo y sus ojos se afilaron cargadas de picardía y orgullo.

Abrió el cuaderno y allí, se encontraban los apuntes más profundos y detallados, pruebas que nunca le reveló a nadie más que a sí mismo, ni siquiera a sus amigos o a su madre. Y luego tomó otra cosa escondida… Archivos y una copia de su cuadernillo.

Sí, le hizo creer al desconocido que era lo suficientemente ingenuo para no hacer una copia de sus apuntes y que le arrebató todo.

Rio divertido.

“Que ingenuos”.

Seokjin miró consternado la hoja frente a él. Luego se giró a ver a Jeon Jihyun con ese semblante característico de su familia, llena de autosuficiencia e imponencia orgullosa, como también fríos como un glaciar... Odiaba ese tipo de miradas.

—El Centro Estudiantil ya hizo lo que pudo, no se abrirán las puertas de los clubes que no sean deportivos o productivos.

—¿Estás diciendo que el Club de Arte no era productivo? —Los murmullos iniciaron a su alrededor, se encontraban todos los miembros del C.E.S –Centro Estudiantil de Seungli– sentados en sus respectivos puestos. Jeon Jungkook era el más cercano al presidente.

—Pues los documentos muestran inactividad y se quedan cortos en cuanto a los últimos miembros de los clubes —afirmó con un tono alto y superior. Seokjin frunció el ceño sin perder la calma.

—Te recuerdo que no le han dado a los estudiantes la posibilidad de entrar a los clubes, se supone que este año la habilitarían nuevamente. No sucedió porque no dejaron que los encargados hagan su trabajo de informar a los estudiantes —contraatacó, Jeon Jihyun enarcó una ceja.

—Lo hicimos, dejamos que los encargados pudieran reclutar miembros.

—Fue sólo un día.

—Y no hubo resultados. La asistencia fue decayendo luego de que se encontrara el arma homicida del caso de Jisoo en uno de los clubes… ¿No era el club del que estabas a cargo? ¿O me equívoco? —Seokjin abrió en grande sus ojos y cerró la boca. Jungkook se removió al igual que algunos integrantes. ¿Cómo puede decirlo tan a la ligera?

—¿Pero por qué cerraron los demás clubes entonces?

—Muchos estudiantes expresaron con su propia boca la inseguridad que sentían con ir al ‹Ala A› —El menor de los mellizos frunció su ceño y miró el perfil de su hermano con un poco de confusión. Sin embargo no abrió la boca, como los demás presentes que sólo eran expectantes del tenso cruce entre un Jeon y Kim.

—¿Y por qué no han puesto más seguridad?

—Eso no es trabajo nuestro.

—Pueden protestar por más seguridad.

—No ha vuelto a pasar otro incidente, tampoco nos arriesgaríamos a levantarnos en contra de los directivos del colegio.

—¿No- —Seokjin rio sin creer lo que ha dicho. Entonces se volteó a mirar a todos con obvia indignación, esperando que alguien diga algo—. Entonces… ¿Están esperando que suceda otra tragedia?

—No vamos a arriesgar la integridad de los miembros, aquí está nuestro futuro.

—No si acabas muerto —Las fosas nasales de Jihyun se dilataron, se encontraba sentado detrás de su escritorio. Jungkook sobó su frente frustrado.

—¿Entonces qué propones?

—Montar guardia, cámaras de seguridad… ¿Protestar?

—Como dije antes, no vamos a arriesgar la seguridad de algún miembro al llevarlo al ‹Ala A›, de las cámaras de seguridad no podemos encargarnos y la protesta contra los directivos no funcionará.

Seokjin estrechó sus ojos, su trasero no tocaba la silla, estaba inclinado sobre la mesa con las palmas pegadas a la madera.

Jungkook suspiró.

—Seokjin, hablamos con los directivos y ya dieron su respuesta, es un rotundo no. No abrirán los clubes porque sería un gasto innecesario.

—¿Sólo eso? ¿Sólo van a suponer y desistir ante el primer ‹no›? —El menor de los mellizos miró a su hermano quien negó con la cabeza.

—Es peligroso también, Seokjin.

Y el de hombros anchos lo entendió y dibujó una sonrisa ladeada.

—¿Y por qué no han promulgado el hecho de que sólo fue un rumor? —Sus hombros se tensaron—. Se han divulgado cosas y no veo a nadie tratando de hacer nada, si no empiezan por los problemas que tienen como la representación de la escuela, entonces olvídense de la integridad de los estudiantes.

Y con ello, dio cierre a la charla, tomando sus cosas y yéndose de la reunión enfadado.

Odiaba la mirada de los Jeon.

Fue a recoger sus cosas y entonces se topó con una cabellera rubia descansando en la pared. El rostro aniñado se volteó con una sonrisa, de alguna forma, quiso retroceder pero se quedó intacto allí. Recordó cuando Jimin lo llevó a divertirse por un rato, sí que recibió un buen regaño cuando llegó a su casa, pero ya no le guardaba algún rencor al niño pequeño aunque si le inquietaba su presencia o le era imposible no molestarse cuando lo veía tan confiado con Hoseok.

—Hola —El alto masajeó su nariz intentando disipar toda la rabia que traía de la reunión.

—Hola, Jimin, ¿necesitas algo? —intentó sonar calmado. El nombrado ignoró la rigidez de su voz y volvió a sonreír con amabilidad.

—Necesitaba que me respondas un par de preguntas, por favor, sólo si tienes tiempo, claro —Jugó con sus zapatillas, Seokjin miró la hora en su caro reloj y asintió.

—Que sea rápido.

—Lo será, no te preocupes —Y el alto estuvo a punto de salir creyendo que Jimin quería hablar en alguna cafetería pero cuando lo vio caminando hacia los pasillos, lo siguió confundido.

—¿Por qué estamos tomando este camino? —interroga cauteloso el peli-rosa, entonces se detiene de repente cuando llegan al ‹Ala A› y estrecha sus párpados.

—Para más privacidad —Seokjin frunció el ceño sospechando de sus verdaderas intenciones.

—¿De qué quieres hablar específicamente? —Siguió caminando ahora a un lado del rubio, mirándolo de reojo.

—Quiero que me ayudes en algo que estoy investigando —contestó.

—¿Y qué estás investigando? —Se detuvo cuando Jimin cesó su caminar frente a una puerta. Reconoció el lugar, le pertenecía al Club de Música… O jazz, tuvo el mismo destino que los demás clubes.

Entraron y Seokjin se heló al reconocer al par frente a él.

“Jo-der”.

—¿Qué hacen aquí? —Y cuando se volteó, Jimin ya había cerrado la puerta.

—Hola, estoy bien, Seokjin —Hoseok suspiró cansado. No habían hecho las pases aún, y ese sería un momento tenso… Muy tenso. Chanyeol miró a Jimin buscando ayuda.

—Sólo ignoralos, toma asiento —Seokjin negó.

—Me quedo de pie, gracias —Lo observó desde arriba y luego no pudo sacarle los ojos de encima a Hoseok, murmurando en su cabeza miles de maldiciones y con un aura oscura. El chico se sintió incómodo y se escondió detrás del cuerpo de Chanyeol que le devolvió la misma mirada de muerte a Seokjin. Jimin un poco irritado por la situación, con un sólo aplauso asustó a los presentes.

—Iré al grano. ¿Recuerdas qué hacías el 2 de Junio del 2012? —Jimin no miró a Seokjin, sino lo que tenía escrito en una hoja.

—Sí y ¿por qué debería decírtelo? ¿Por qué quieres saberlo? —El peli-rosa soltó veneno. Jimin rascó su oreja.

—Estoy haciendo las preguntas que nunca te hicieron, al fin y al cabo, algún día tendrás que responderlas —Y Seokjin se tensó y quedó duro como una roca. Esos ojos afilados y celestes, tan transparentes e incitándolo a responder porque lo sentía como una sentencia, frente a un juzgado y si mentía, lo sabrían. Era estar entre la espada y la pared.

Exhaló, soltando todo el aire que sus pulmones no soltaron por miedo.

—Estuve en la enfermería, me sentía demasiado mal —informó ahora tranquilo, ya cediendo al interrogatorio, sonaba calmado.

—¿Y por qué apareces en la lista de evasión de clases? —Seokjin pareció confundido pero luego deformo su expresión en una de sorpresa.

—¿Cómo sabes eso?

—No importa ahora.

—Tiene una explicación —Jimin le hizo un gesto para que prosiga—. Ese día, en el segundo receso comencé a sentirme mal después de comer un aperitivo. No entré a clases cuando sonó la campana y fui a la enfermería, me sentí tan mal que me quedé dormido en una de las camillas esperando a la enfermera. Aunque… —De repente sus cejas se juntaron y Jimin se acomodó en su asiento esperando a que lo suelte—. Escuché que alguien abrió la puerta de la enfermería y pensé que era la enfermera, pero nunca llegó y sólo duró unos segundos, probablemente haya sido mi cabeza.

—¿No escuchaste nada sospechoso? ¿Alguien más o algo que haya ayudado a la policía?

—No, solamente lo que te dije. Luego sonó la alarma de evacuación y luego me enteré del homicidio —Algo en Hoseok se removió, nunca le había contado eso, menos Taehyung.

Jimin miró a Hoseok y Chanyeol, los tres asintieron de acuerdo en el mensaje oculto en sus miradas. Seokjin los vio y pensó “¿se comunican telepáticamente o qué?”

—Eso es todo. Gracias por contestar —Jimin se levantó de su lugar.

—¿Por qué tan interesado en el caso? —preguntó de repente a sus espaldas, el rubio se volteó dejando que vea sólo su perfil.

—Ni yo lo sé.

—Y otra cosa —detuvo el caminar del bajo. Chanyeol y Hoseok ya estando afuera esperando a Jimin—. Quiero hablar con Hoseok.

El trío se intercambió miradas de turbación. Chanyeol tomó del brazo a Hoseok cuando éste estaba por aceptar. Le dedicó una sonrisa de corazón al preocupado peli-violeta, algo que irritó a Seokjin.

—Estaré bien, vayan a casa.















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Holaaa, perdón por la espera, ¿qué les pareció el capítulo?

¿Tienen dudas? ¿Cuáles son?

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