❝Chapter 61: 희망❞

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Y esa chispa... Se desvaneció

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♔; Su-neung: “El Suneung es una prueba nacional estandarizada que es clave para el acceso a la universidad en Corea del Sur. Se aplica en el último año de preparatoria y para ello los adolescentes se estudian intensamente, tanto en sus propios colegios como en academias particulares”.

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Capítulo 61: Esperanza

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Una risa grave y cizañosa rebotó entre los asientos del autobús. El aire cálido se volvió un suspiro del invierno y un brillo bailó en los grandes ojos de Jimin. Kim Taehyung se sostenía el rostro con ambas manos y ocultaba su sonrisa, gesto que no cargaba con ninguna emoción positiva.

—Mira, Jimin. Te he contado el lado podrido de ese tipo y el muy bastardo ni se ha inmutado —comentó entre risas toscas y bajas por el golpe en su garganta. Jimin no compartió su diversión y mantuvo su ceño sereno. Observó de reojo a Jungkook y este ni siquiera había abandonado esa frialdad de su rostro.

La tranquilidad cayó sobre el estruendo y Taehyung borró su sonrisa por un gesto lleno de resentimiento.

—No sé qué esperas de mí, Park. Él ya te ha contado todo —finalizó Jungkook y le dio ese cierre al silencio que lo hostigaba a hablar. Su tono era monótono, sin una pizca de emoción e igual de gélido que un glaciar. Pero ante las insistentes miradas en él, continuó—: no tengo nada más que agregar.

Un golpe exaltó a Jimin. Taehyung había golpeado uno de los asientos con rabia y rápidamente se fijó en el profesor Chung. Para su suerte, este tenía un sueño pesado.

—¿Que no tienes nada más agregar, maldita escoria? —preguntó con rabia y Jimin dejó caer ligeramente sus pestañas con un sentimiento pesado en su pecho. Ahora tenía una mayor perspectiva de la flama destructiva en el interior de Taehyung y aún así, quería oír a Jungkook contar su versión. El pelirrojo se había encargado de relatar todo y Jeon en ningún momento lo interrumpió o negó alguna acusación.

—Realmente no sé qué quieren que diga. Todo es verdad, ¿acaso quieren alguna explicación? No hay, así que no sigan esperando —aclaró y Jimin notó un ligero temblor en sus hombros y un cambio en su voz. Estaba más pálido de lo usual y eso era decir mucho.

—Entonces, ¿todo lo que dijo Taehyung es verdad? ¿No tienes nada que aclarar? —interrogó y no sabía si eso ayudaría a la investigación o no, simplemente era mera curiosidad. Quería saber si realmente había un motivo oculto detrás de ese trágico desenlace de una historia de amor.

Jungkook se volteó cuidadosamente y no lo observó a él, observó directamente los ojos rabiosos de Taehyung.

—Solo quería desquitarme con alguien y eras el candidato perfecto para eso. —No hubo vacilación, miedo ni inseguridad a la hora de decirlo y esa confesión fue suficiente para que el fuego en el corazón de Taehyung se avivara completamente. Ahora el odio reinaba y los sentimientos del pasado —que no habían desaparecido por completo— terminaron de ser aplastados.

Taehyung asintió y guardó sus manos dentro de sus bolsillos. Se desparramó en su lugar y la capucha cayó sobre su cabellera rojiza. Jimin no agregó nada más y deseó desaparecer en ese instante. Cerró sus ojos y suspiró por la mezcla de emociones en el aire. Sin embargo, no pudo descarsar por mucho tiempo porque una burda tos taladró sus oídos acompañado de un repulsivo sonido de vómito. Abrió sus ojos al instante y vio sangre en el suelo junto al cuerpo de Jungkook. Gran parte de la anatomía era tapada por los asientos y agradeció aquello, porque al ver la escena se congeló.

Vio a Taehyung gritarle al profesor con urgencia y solo atinó a levantarse de su asiento para sostener la cabeza de Jungkook y lo volteó para que no se ahogara con la espesa sustancia. ¿Qué había sucedido? Todo fue muy rápido. Jungkook estaba en un momento bien y al otro había vomitado sangre y desmayado. ¿Fue culpa de los golpes de Taehyung? No. No creía que fuera así.

Al cabo de unos minutos, la ambulancia llegó y Jungkook pudo recibir asistencia médica. Se lo llevaron de inmediato al hospital más cercano y ellos no pudieron continuar con el viaje hasta que el docente a cargo pudiera dejar a Jungkook en manos de alguno de sus colegas. Después de dos horas pudieron continuar con su viaje incompleto y lo único que pudo reflexionar al respecto fue la rapidez con la que sucedió todo. Apoyó con desgana la cabeza sobre el vidrio del autobús e intentó tranquilizar su frenético corazón por el susto que se había llevado. Taehyung estaba en el asiento delante al suyo y no podía ver su expresión para poder descifrar lo que en verdad sentía al respecto. ¿Sentirá indiferencia por la condición de su ex? ¿O preocupación? No lo sabía y tampoco quería pensar en ello.

Que fastidio.

¿Por cuánto tiempo Jungkook estuvo cargando con ese dolor? De repente recordó cuando Jeon menor volvió a Seungli luego de ausentarse por un tiempo. Quería creer que era un pensamiento errado… Nadie podría aguantar tanto tiempo cargando con heridas y sin reposo previo.

"Los Jeon son unos monstruos".

—¿Te sientes bien? —La pregunta salió de su boca sin permiso y Taehyung volteó la mitad de su cuerpo, dejó sus piernas descansar en el asiento del acompañante.

—¿Por qué preguntas? Estoy bien —admitió con irritación y él rodó los ojos. Fue tonto preguntar.

Negó con cansancio la cabeza por la brusquedad de Taehyung. Sus orbes celestes se encontraron con las avellanas oscuras y se dio cuenta que la primavera para Taehyung ya no existía.

Quería una tregua por ahora, así que apaciguó su voz y admitió su derrota. Se deshizo en el respaldo de la silla y observó a Taehyung con desgana.

—¿Tú le crees? —Otra pregunta invasiva tal vez, realmente no estaba con energías para pensar en eso y Taehyung parecía estar igual o peor. Sabía que el pelirrojo entendió su pregunta y omitió cualquier explicación o contexto.

—Sí —contestó escondiéndose bajo su capucha. Los mechones rojizos quemaron sobre las sombras de sus apagados ojos.

—¿Alguna vez pensaste en la posibilidad de que Jungkook estuviera mintiendo por miedo? ¿Y si realmente te amó y tuvo que mentirte? —Tras eso, se quedó callado al igual que Taehyung. El silencio sembró dudas y creyó que en ese momento le había plantado un dilema en la cabeza. Sin embargo, Kim levantó sus avellanas y lo observó con un vacío inimaginable, uno tan solitario y oscuro. Quizás Taehyung también quería creer eso.

—¿Crees que no lo había pensado? Le busqué muchas explicaciones y quería creer que todo tenía una razón…

—¿Y entonces-

—¡Y entonces ese hijo de puta me dio la razón! ¡Es un puto Jeon! ¡Ellos no deben tener razones para joder al resto!

Jimin boqueó, lo observó con intriga y sorpresa. Taehyung tosió y entre quejidos se acomodó en su lugar con la nariz arrugada de la rabia. Nuevamente llevó sus grandes manos dentro de los bolsillos de su chamarra y escondió su nariz dentro de este, estrechó sus párpados y apretó sus puños. El rubio no dijo nada, a decir verdad, su historia lo entristeció de un modo que no creyó llegar y la empatía lo bañó por completo. ¡Eso no tenía que ser así! Taehyung y Jungkook seguían siendo sus objetivos, primero debía comprobar la historia y además, aún sospechaba de varias cosas que los rodeaban.

—¿Qué te hizo, Taehyung…? —cuestionó al notar que la historia que había oído, no había terminado.

[•••]

Todos en la escuela hablaban sobre lo sucedido. El cuerpo sin vida de Jisoo se había encontrado en la biblioteca de Seungli y no supo cómo tomarse aquello.

Jisoo estaba muerta.

Aquella carismática, gentil y amable chica que les había dado un buen año a todos estaba muerta. Por un momento olvidó la disputa con ella y se permitió sentirse triste.

Los pasillos se sentían diferentes aquella mañana. Era palpable la ausencia de la presidenta, cuya presencia siempre destacaba entre los estudiantes de alto prestigio y reputación de gran renombre. La gente murmuraba cosas, más de lo cotidiano y pronto todos esos susurros tomaron forma cuando la policía lo interrogó como presunto sospechoso del caso. No le dieron detalles, no sabe cómo murió Jisoo y tampoco las condiciones de la investigación. Solo sabía que no tuvo que ir a la estúpida biblioteca como excusa y que fue idiota de su parte hacerlo. Pero en realidad… También era culpa de Jisoo, si ella no le hubiera solicitado ir al encuentro, no tendría que pasar por todos estos problemas.

La policía tomó la nota como prueba y después de eso, el infierno en Seungli daría comienzo.

Al día siguiente, cruzó por la entrada de Seungli y tan rápido como el viento frío de aquella mañana, la atmósfera pesada lo enterró cien metros bajo tierra. El barullo era más potente y bajó la cabeza, los mechones castaños taparon sus ojos y apretó sus puños al sentirse tan perseguido en ese momento. Por alguna razón, tenía el leve presentimiento de que algo andaba mal. Lo estaba desquiciando y a pesar de no tener ni siquiera un minuto dentro, sus ansias de escuchar el timbre de fin de clases lo estaba matando. Suspiró y acomodó las correas en sus hombros. Ni siquiera alzó la mirada para buscar a Seokjin, solo quería concentrarse en las lecciones y ya, irse a casa con el poco autocontrol que le quedaba.

Las clases fueron un infierno. Su pierna izquierda estaba en un constante bucle donde el mismo movimiento nervioso se repetía una y otra vez. Su concentración de vez en cuando fallaba cuando recuerdos indeseables cruzaban por su cabeza y la garganta se le secaba de tantas veces que tragó su saliva para evitar pensar en Jungkook.

El timbre sonó indicando la hora del almuerzo y creyó que por fin podría despejar su mente con un poco de comida. Tomó su sándwich hecho en casa de la mochila y buscó un lugar apartado. Nuevamente se escondió detrás de las gradas, allí había sido pillado por Jisoo cuando estaba fumando y lentamente, fragmentos de la charla resonaron en su cabeza. Masticó su sándwich con pereza y antes de darse cuenta, sobre su aburrida expresión, caían ligeras lágrimas amargas.

—¿Qué carajos? —susurró al ver que gotas humedecían su pantalón y secó rápidamente su rostro. Sacudió su cabeza y aceleró su masticación, devoró la comida en menos de dos minutos y se puso de pie para irse. Procuró olvidarse de eso.

Regresó a su salón. El timbre aún no había tocado.

Su llegada trajo silencio entre sus compañeros de clases y rápidamente captó a Jackson Wang, era el único de pie. Frunció su ceño al percatarse que estaba haciendo algo en su escritorio y caminó con rapidez hacia él. Lo tomó del hombro y lo apartó. El chico pareció sorprendido de verlo y cambió su mirada por una de pánico, a su vez, apretó entre sus manos un trapo. Buscó respuestas sin hablar pero solo recibió un gesto evasivo por parte de Jackson y pudo comprender todo cuando bajó la mirada.

Su escritorio estaba lleno de palabras despectivas escritas con marcador indeleble y se podían ver las marcas de agua en toda la superficie, estas revelaban el intento en vano de Jackson para borrar los insultos. Tragó saliva y leyó las frases.

"Maldito pobre".

"Vienes a costa de nuestro dinero, vuelve a tu basurero, pedazo de mierda".

"Asqueroso becado".

"Mírate, fingiendo ser alguien, rata".

"Hijo de puta, solo espera al final de las clases".

"Perro mugroso, será el infierno para ti por mentiroso".

Tembló… de la rabia.

Observó con furia delirante a todos los presentes y ellos simplemente disimulaban sus sonrisas o su satisfacción al verlo hundirse entre las emociones oscuras que abrían una gran fosa en su pecho. El mundo estaba detrás de una cortina de un escenario y él estaba detrás de la tela roja; sabía que había personas con sonrisas del otro lado y él era el estelar de esa comedia.

¿Acaso alguna vez tuvo control sobre su propia vida?

Las risillas lo volvieron a la realidad y razonó. ¿Cómo carajos sabían que él era un becado pobre? Los únicos que sabían de eso era Seokjin, la difunta Jisoo y…

—Jungkook…

Abandonó el salón y unas abrasadoras flamas acabaron con las avellanas. Buscó a Jungkook y lo encontró en el comedor, este reía con sus compañeros y tan rápido como entró, unos pozos negros lo atraparon entre sus colmillos. Jungkook lo observaba sin un ápice de emoción en su rostro pero luego una sonrisa divertida se deslizó por los labios que, hace tan poco, besaba con tanto anhelo y ahora se sentía como un sueño.

—Ohhh, llegó —habló uno de los chicos sentados con Jungkook. No sabía quién era, no recordaba su nombre y tampoco le importaba, solo sabía que era un completo imbécil por la sonrisa babosa que tenía en su cara de tarado—. ¿Es él, Jungkook? —preguntó y Taehyung frunció sus cejas. Su sospecha era correcta y en el fondo, tenía la ligera esperanza que fuera un malentendido.

—Sí. Me enteré que solo pudo ingresar a Seungli por una beca porque ni siquiera tiene dinero suficiente para comprarse unas zapatillas nuevas —contestó burlesco. Era su voz, las palabras salían de su boca y no era una ilusión. Era él. No era una pesadilla porque se sentía todo tan real. El calor en sus mejillas era real, sus apretados puños eran reales y la tensión en su cuerpo era real.

Quiso ocultar sus zapatillas desgastadas detrás de la otra pero era estúpido hacerlo. El dinero que su tía le había dado para comprarse unas zapatillas nuevas lo gastó en arreglar la gotera en la habitación de su tía.

"Cálmate, cálmate, cálmate". No podía armar un show y arriesgar su beca. Ya se lo habían advertido ayer, haberse salido de clases sin el permiso del profesor era una falta y a la tercera, iban a quitarle su beca. Aunque le explicaron que a veces, una falta podría ser contada como dos strikes o en ocasiones, una falta grave era suficiente para llegar a una expulsión.

El comedor se había sumido en un irritante silencio y solo tuvo que desviar un poco la mirada para ver a Jeon Jihyun observando todo de reojo desde la lejanía de forma silenciosa.

Las risas del grupo penetraron sus tímpanos.

—¿Por qué? —Quizás el resto no entendió su pregunta, sin embargo, sabía que Jungkook sí.

Lo único que recibió fue el levantamiento de esas comisuras y una mirada burlona.

—¿Por qué? Porque era lo correcto.

Apretó sus puños y las risas se intensificaron. Quería abalanzarse sobre él y desquitarse, quería tomarlo del cuello y gritarle qué era tan divertido. Quería preguntarle por qué.

—¡Con razón nadie conocía su nombre! —rio una chica sentada a un lado de Jungkook.

¿Qué era tan gracioso?

—Buu~, no tiene amigos y se quedó solo. Me da pena. —Otro chico que no conocía y hacía un estúpido puchero.

¿Qué mierda era tan gracioso?

Unos billetes fueron lanzados hacia él.

—Ten un poco de dinero, pero ahora arrodíllate y mueve la cola.

No podía contestar, ni moverse o gritar algo. Si abría la boca, le pondría fin a su autocontrol.

—Ay nooo~, ¿vas a llorar? —Mierda, mierda, mierda.

Cerró sus ojos con fuerza. Su autocontrol estaba llegando a su límite y mordió sus labios con fuerza.

"Perdón, tía".

—¿¡QUÉ ES TAN GRACIOSO!? —La pregunta no había salido de su sistema. Reconocía esa voz.

Volteó y se encontró con el rostro rojo de Seokjin. Este avanzó, lo tomó del brazo y se colocó delante de él. Todos guardaron silencio. Las risas cesaron y el único que no se inmutó fue Jungkook. El resto del grupo cambió abruptamente su comportamiento a uno más sumiso.

»—Dije: ¿¡Qué es tan gracioso!? —rugió y suavizó su expresión. Adoptó una postura más recta y formal, la calma brotaba de sus poros cínicamente y no cedió ni un segundo a las miradas.

—Kim Seokjin, ¿no? —dijo Jungkook—. Perteneces a los Kim del semblante del águila, una familia de policías y abogados… ¿Acaso estás abogando por Kim Taehyung? ¿Practicas desde temprano a ser un justiciero? —cuestionó y Seokjin suspiró. Taehyung agachó la mirada con impotencia.

—¿Crees que haré la vista gorda, Jeon? —murmuró con un tono peligrosamente bajo y Jungkook guardó silencio al igual que todos los espectadores—. No soy tan permisivo ni complaciente —advirtió—. Se ríen de alguien por trabajar duro todos los días, ¿tanto deseo tienen de inflar su ego que llegan a esos extremos tan patéticos? —Tiró de la remera de Seokjin. Era suficiente. También se iban a burlar de él por defenderlo y ya estaba lo suficiente humillado para que su mejor amigo nuevamente viniera a rescatarlo.

—¿Acaso tú no eres distinto? Naciste en una cuna de oro como todos aquí, ¿no te juntas con él para pretender ser una buena persona y asegurarte ir al cielo, además de ser recordado por tus buenas acciones? —respondió Jungkook y Taehyung apretó sus puños. Estaba enojado. Solo oía las voces, había apartado la mirada a sus viejas zapatillas y era incapaz de enfrentar la atención recibida. Sin embargo, aquello acabó con esas acusaciones hacia Seokjin. No le importaba que lo ridiculicen a él, ni que lo hostiguen, pero si esto seguía así, también metería al peli-rosa en ese embrollo.

—¡Él no es así! —contraatacó. Entonces enfrentó a Jungkook, su expresión era la misma expresión que había puesto ese día en el baño, donde reveló su juego y le rompió el corazón. Igual de fría—. No permitiré que hables de él como si lo conocieras. ¡Sí! ¡Soy pobre! No puedo comprarme ropa de marca, Gucci, Louis Vuitton ni toda esa mierda. No tengo dinero para pagar la cuota de esta escuela ni comprarme unas benditas zapatillas. ¡Tienen razón, soy ridículo! ¡Felicidades! —bramó aplaudiendo. Estaba sudando. No quería observar a sus costados ni ver qué expresión tenía Seokjin en su rostro.

Respiró agitado. Quería irse de ahí pronto.

Pero Jungkook abrió la boca y estaba por tocar fondo.

—¡Bueno! —Una animada voz, carismática y amable interrumpió la escena. Se giró por instinto y encontró a Jihyun, quien dio un aplauso y sonrió cortésmente. No lo había sentido acercarse—. Es suficiente. Somos todos compañeros, deberíamos llevarnos bien y dejar nuestros asuntos personales lejos. Hay que tener una buena convivencia y sería mejor resolver las cosas charlando. Creo que todos se exaltaron un poco y dijeron cosas por impulso, ¿no creen? —Taehyung retrocedió y tomó inconscientemente el antebrazo de Seokjin. Mientras que su mejor amigo no disimulaba su desagrado y se dio cuenta que el ambiente alrededor se había alivianado. Aunque para Seokjin y él, solo se volvió más pesado.

—Entonces controla a tu hermano —terminó Seokjin y lo tomó de la mano. Ambos salieron del comedor con el silencio muerto pisando sus talones. Su cuerpo estaba temblando de la rabia. Ahora era el peli-rosa quien adquirió el mando del asunto y lo agarró de la mano, no sabía a dónde lo guiaba pero no sentía desconfianza y no preguntó nada.

Llegaron a un salón vacío y Seokjin lo soltó.

»—Vas a explotar en cualquier momento. —Y con ese simple comentario, Taehyung explotó. Toda la ira contenida se manifestó en gritos llenos de maldiciones a seres invisibles; golpes y patadas a las sillas y bancos. En algún momento, llegó a los brazos de Seokjin y descargó su tristeza en lágrimas. Para ese punto, cualquier esperanza se extinguió y la flama de su rencor al mundo creció.

—Tenías razón, siempre tuviste razón y no te hice caso —lloró y escondió su rostro en el hombro del peli-rosa. Escuchó un sonido de negación. Los brazos enredados en su cuerpo se estrecharon.

—No tuve la razón… Desearía haberme equivocado. —El temblor de su hablar y sus sollozos le indicaron que también estaba llorando.

—¿Por qué lloras, tonto? —murmuró sin poder detener las lágrimas.

—Porque tú lloras, y cuando tú lloras, yo también sufro porque no me gusta verte sufrir.

[•••]

No lo despertó el trino de los pájaros, ni los cálidos rayos del sol o la melodía de la naturaleza. Sino la puerta siendo abierta. Jihyun abrió sus ojos y se dio cuenta que se había quedado dormido sentado contra la pared con ventanas. La tenue luz de la habitación le permitió ver a los doctores y enfermos que revisaron el estado del paciente en la camilla.

—El paciente ya está fuera de peligro —informó uno de los doctores y Jihyun asintió con los brazos cruzados, la mirada fría y con la espalda sin despegarse de su respaldar—. Sobre la otra lesión… —añadió y el mellizo alzó una ceja—. Debe seguir psicoterapia urgente, podríamos derivarlo a un centro-

—Lo tendré en cuenta —interrumpió—. Debo contactar a su tutor legal y puede charlar al respecto —comentó y los uniformados asintieron. Todos ellos sabían la identidad del joven muchacho que muchas veces habían visto en noticieros coreanos por las acciones de la empresa familiar. Era alguien importante. Tenían una imagen diferente de su actitud pero lo justificaron con el contexto, su hermano estaba internado, lo menos que podían esperar era una sonrisa.

—Regresaremos pronto para verificar cualquier anomalía y si nota algún cambio, por favor, no dude en tocar el botón.

Después de unas reverencias, el espacio oscureció y el sonido del respirador bailó en el aire. Jihyun desajustó su corbata y fijó sus negros ojos sobre el perfil dormido de Jungkook. Las vendas cubrían sus brazos, piernas, torso y dedos. Tenía puntos en su sien izquierda, en su partido labio inferior, también en su pómulo izquierdo y todo era finalizado con un entintado morado al costado de su rostro y gran parte de su inflamado párpado. Lo demás era cubierto por la sábana sin color y en los costados de su cuerpo, descansaban sus manos; tres de sus dedos tenían uñas con tonalidades oscuras y cubiertas por férulas. Finalmente, una intravenosa descansaba en su brazo.

Jihyun no apartó la mirada de la imagen hasta que una vibración en su bolsillo lo hizo suspirar. Sin ni siquiera verificar quién era, salió de la habitación y caminó hasta el patio del hospital. Sacó su cajetilla, encendió uno y contestó la llamada.

—¿No se ha pasado mucho esta vez, madre? —Fue directo y una risa sonó del otro lado de la línea. Su expresión neutra no daba indicios de diversión, enojo o cualquier otra emoción existente.

—¿Por qué lo dices? ¿Preocupado?

Jihyun le dio una calada a su cigarrillo.

Soltó el humo al responder.

—Jungkook tendrá que recibir un tratamiento y descansar para recuperarse. Creo que le llevará un tiempo antes de poder regresar. ¿Sabe qué significará eso? Claro, sospechas. Ha puesto en peligro la reputación de nuestra familia solo para saciar su lado sádico —explicó con tranquilidad. Descansó el cigarrillo en sus delgados labios.

—¿Es así? Yo sé que podrás manejar la situación como la vez anterior.

—Muchos se han creído las excusas, sin embargo, hay otros difíciles de convencer —recordó y una carcajada resonó.

—Solo debes aplastar los insectos con un dedo, Jihyun. Yo me haré cargo de eso. Solo ten paciencia —aclaró y Jihyun cerró sus ojos con cansancio—. ¿Le has pedido la identificación a quienes atendieron a tu hermano? —El heredero soltó un sonido de afirmación—. Ya estoy viajando, haré que trasladen a Jungkook a Seúl. Nos vemos.

La llamada se cortó y Jihyun miró fijamente la pantalla. Le dio una última calada a su cigarrillo y regresó a la habitación. Tan pronto entró, se fijó en el rostro golpeado de Jungkook y pudo ver sus cejas ligeramente fruncidas.

"¿Qué estás soñando?"

Un pequeño cuerpo se removía debajo de una manta afelpada de conejitos y unos grandes ojos se asomaron con dos perlas en sus esquinas. Los temblores eran visibles y su boca se arqueó hacia arriba en su tonto intento de contener sus sollozos.

—Jiji —llamó lastimero. El niño al otro lado de la habitación emitió un "mmh" sin abrir sus ojos para darle a entender que lo oía—. ¿Y si hay monstruos debajo de la cama? —preguntó abrazando su peluche y su mellizo tomó una gran exhalación de aire.

—No los hay, está en tu cabeza. Ve a dormir. —Se dispuso a dormir y nuevamente se vio obstaculizado por otra ingenua pregunta.

—¿Y si los hay?

Jihyun apretó sus labios y se resignó a abrir los ojos. Giró su cuerpo de costado y descansó su mano debajo de su mejilla para observar a su hermano.

—No los hay porque los espanté a todos, ¿recuerdas? —Jungkook abrió su boca como si le hubiera revelado el secreto del mundo.

—Pero los monstruos le tienen miedo a Jiji, no a mí. Ellos se meten a mi cabeza mientras duermo y no me gusta. Dijiste que los ibas a espantar a todos y no me molestarían… Mentiroso.  —Hizo un puchero y Jihyun desvió la mirada con un ligero sonrojo en sus mejillas.

—Tuviste que decirme antes. —Infló su mejilla y Jungkook sonrió mostrando su dentadura con sus impecables dientes de leche cuando su mellizo alzó su brazo por debajo de su manta. Fue una invitación que no dudó en aceptar y corrió hacia él.

—Jiji, me olvidé mi peluche —murmuró angustiado y Jihyun frunció sus cejas antes de darle un golpe en el hombro.

—Eres tan despistado —suspiró y salió de la cama para buscar al Sr. Bigotes—. Ten. —Le entregó al tigre de felpa que le había regalado y este fue abrazado con efusión.

—Gracias, Jiji.

—Ahora vete a dormir —ordenó y Jungkook asintió seriamente—. Mañana por la mañana debes ir a tu cama, Kookie —comentó y su hermano hizo una mueca triste.

—Está bien —balbuceó y se acomodó de costado sobre la colcha. Jungkook descansó los párpados pero al abrirlos, notó que Jihyun lo observaba con esos nochezcos ojos llenos de estrellas. Le gustaban sus cálidos ojos, le transmitían paz y seguridad—. Tampoco duermes, Jiji.

—Pronto lo haré, solo duerme o te echo de mi cama. —Ante la amenaza, Jungkook amplió sus ojos asustado y asintió para cerrar sus ojos. Una sonrisa se deslizó en sus labios cuando Jihyun pasó su dedo índice por la punta de su nariz en un suave golpe—. Buenas noches.

—Buenas noches, Jiji.

Una lágrima se deslizó por la mejilla golpeada de Jungkook.

[•••]

Las cortas uñas tocaban su oreja inconscientemente. Jimin estaba con sus maletas fuera de la oficina de la rectora y en su cabeza se repetía la historia de Taehyung. No creía que Jisoo les hubiera enviado esas notas, había algo más y quizás podía verificarlo sino fuera porque el pelirrojo le comentó que la policía confiscó la nota al momento de investigarlo y suponía que lo mismo sucedió con Jungkook. De todos modos, le parecía triste la trágica historia de amor y empatizó con Taehyung, Jungkook jugó con él y le hizo creer algo que nunca existió… Podía comprender eso a la perfección.

Aún así, Taehyung omitió por completo el detalle de la biblioteca. Pero no pudo preguntarle porque habían llegado al aeropuerto y por supuesto, él se cerró por completo y no volvió a hablar.

Sus dedos abandonaron su oreja cuando vio a su madre avanzar por el pasillo con su vestido ajustado y un saco sobre él, su cabello estaba recogido en una coleta con moño y sus labios estaban pintados de un tenue rosado. Jimin se levantó de inmediato y se quedó en su lugar.

—¡Mamá! —Esta le echó un vistazo rápido y entró a la oficina. Quedó estupefacto al ver la expresión seria de su madre y llevó sus dedos a su oreja. Preocuparse tanto no iba a servir de nada, entonces, volvió a su asiento y calmó los latidos de su corazón. Ella estaba enfadada.

Metió sus pequeñas manos en los bolsillos de su abrigo y estrechó los ojos. ¿Estará Jungkook bien? Lo que vio parecía grave y tenía el ligero presentimiento de que Taehyung también estaba preocupado. No iba a indagar más en la relación de esos dos. Estaba obligando a Taehyung a revivir emociones amargas y ya no había necesidad de hacerlo si esto no se relacionaba con la investigación. Aún así, tenía una única cosa que preguntarle al pelirrojo antes de dejarlo ir. Y ahora, ya no podía involucrar a Jungkook en el caso… O quizás no. Solo tendría que tener cuidado de Jihyun, ese infeliz de seguro rompería el pacto de alguna forma u otra y debía buscar formas para poder contraatacar si la situación se presentaba. Ya había aprendido la lección, no confiaría ciegamente en la palabra de un Jeon.

De todas formas, ahora tenía otros problemas. Miró exhausto la puerta de la oficina.

—Ahhh. —Se quejó impaciente.

Viajó sus orbes celestes por el impecable suelo o el terminado de las columnas; los cuadros en las paredes o las ventanas detrás de él. Tiró su cabeza hacia atrás para asomarse a ver el jardín de Seungli, vagó entre los árboles calvos y los pétalos invernales hasta que se topó con la hermosura de una flor marchita. Se atragantó con  su saliva, su pecho bombeó ferozmente y sin meditarlo, se ocultó al encogerse en su asiento y tapó su cabeza con la capucha del abrigo. Entonces cayó en cuenta que se escondió de esos felinos ojos que en un principio lo encantaron y no supo cuándo ese encanto se deshizo.

Con el acompañamiento de su respiración agitada, quedó estupefacto ante su inesperada reacción.

"¿Por qué me escondí de Yoongi?"

¿Qué se supone que tenía que sentir? ¿Cómo debía de actuar? Se abrazó a sí mismo sin entenderse, sin comprender sus propias emociones enredadas.

Cuando sintió que sus emociones estaban por desbordarse, la puerta de la oficina se abrió y salió su madre con una postura segura. Sin mirarlo, le dijo fuerte y decidida:

—Vamos.

Jimin se apresuró a tomar sus maletas y caminó detrás de su madre hasta el estacionamiento. El recorrido fue silencioso, algo le decía que se mantuviera callado por el momento y no dijo nada cuando ella abrió el maletero. Sin ayuda, metió sus cosas dentro y avanzó al interior del vehículo. Subió al asiento del acompañante y ya estaba nervioso por la falta de palabras por parte de ella.

—¿A quién intentabas encubrir? —preguntó mientras miraba el frente y Jimin parpadeó impactado.

—A nadie —respondió y Hyeon rio amargamente.

—¿En serio crees que me tragaré la mierda de que mi hijo escondió marihuana en el viaje? ¿A quién intentabas encubrir, Park Jimin? No lo preguntaré dos veces —habló tajante. Jimin se encogió y apretó sus labios de la molestia.

—Un compañero. Nada más.

Hyeon afiló su mirada cuando un rostro se le vino a la mente. Ese chico pelirrojo.

—¿Un compañero? ¿Quién y por qué? —Jimin estrechó el espacio entre sus cejas.

—No es nada, fue un acto impulsivo. Ya lo entendí —respondió negándose a responder. Quizás, él también estaba buscando una respuesta.

—No, no lo entendiste. ¿Sabes en los problemas que pudiste meterte por culpa de esto? ¡Claramente no lo entiendes, Jimin!

Esta vez, su esfuerzo de tantos años de ser un buen hijo obtuvo una fisura y perdió su autocontrol. Quizás, todo ese tiempo llenando la caja de Pandora estaba teniendo sus efectos secundarios.

—¡No! ¡No lo entiendo porque soy un tonto niño! ¿¡Qué más da que me meta en problemas por una vez en mi vida!? ¡Soy un tonto niño que toma decisiones tontas! ¡No actues como si nunca hubieras hecho nada malo en tu vida! —gritó con los ojos cerrados y los abrió de repente al darse cuenta de lo que dijo. Sin dudarlo un segundo más, verificó la reacción de su madre y encontró una mueca preocupada.

—Te está sangrando la nariz.

Al llegar a su casa, su madre no dijo nada más que tratar su hemorragia nasal. Hyeon pronto abandonó la casa para ir al trabajo y Jimin se quedó en su habitación iluminada. El enojo hace rato había abandonado su cuerpo y ya podía sentir el arrepentimiento atarlo por las manos. Sus dedos calaron entre sus rubios mechones y tironeó de ellos. Rodó por la colcha y se repitió lo idiota que era cuando vio el brillo tembloroso en los orbes celestes azulados de la mujer.

"¿Por qué?" Sí, ¿por qué lo encubrió?

Tal vez porque terminó por aceptar que Taehyung y él no eran tan diferentes como pensaba. Sus madres los trajeron al mundo a una temprana edad, ambas abandonadas de alguna u otra forma por sus parejas y cayendo en vicios. Ambos eran el resultado de las decisiones de sus madres, solo que tuvo la suerte de que su madre recapacitara… Sin embargo, Taehyung no corrió con la misma suerte.

Sí… Taehyung y él tienen muchas cosas en común.

Abrazó su almohada y sin saber el porqué, recordó la historia de "amor" de Taehyung y Jungkook.

Empezó como una bonita historia de amor donde dos jóvenes estaban enamorados…

Y terminó con un corazón más que roto.

[•••]

—Hey —llamó y un hombre pálido se volteó con su café cargado en mano.

—Quiero sacarme algunas dudas. —Hyeon se sentó en la silla de ruedas y atrajo la atención de la mujer pálida. Su jefe pareció interesado en sus palabras y le dio un sorbo a la bebida caliente—. Acerca de Park Jihwan.

Ambos casi escupen sus bebidas y se miraron entre ellos con sorpresa. Hyeon dejó su caramel macchiato a un costado y cruzó sus brazos.

—Es la primera vez que me preguntas por la familia —dijo el hombre—. Me tomaste desprevenido, perdón.

—¿Por qué la pregunta? —Gyeonghui juntó sus piernas bajo su larga falda y le dio un sorbo a la bebida. Hyeon divagó un poco.

—Solo tengo ciertas dudas. —Su jefe la observó con cautela y tosió un poco. Era un tema delicado entre ellos, pero el día que tendrían que hablarlo llegaría y ese momento era ahora.

—Park Jihwan es la hermana menor de… —tosió y rascó su nuca—. Aunque eso ya lo sabes.

—Ella fue expulsada de la familia y desapareció del radar… Bueno, hasta que se confirmó su muerte —prosiguió con calma Gyeonghui al notar que a él le estaba costando seguir hablando. Intentó decirlo con cuidado y ser considerada con ellos. El hombre pálido se apoyó en la mesada detrás de él y Hyeon tomó asiento.

—¿De qué murió? —El silencio permaneció y él elevó su mano, dobló sus dedos simulando una pistola y apuntó a Hyeon—. Oh…

—Sí… —La rubia no disimuló su extrañeza ante un hueco en la historia. Había algo que ellos no le estaban diciendo.

—¿Y…? Hay algo más, ¿qué es? —Gyeonghui desvió su vista ante la presión.

—Murió esa misma noche. —El hombre lo dijo tan rápido y directo que se quedó sin aire. Park se quedó pasmada ante la revelación y llevó sus dedos hacia su oreja—. Aún no se sabe quién la asesinó... Aunque intuyo que fue la misma persona-

—¡Bueno! —interrumpió Gyeonghui con las puntas de los dedos de sus manos tocándose suavemente y el hombre le dedicó una mirada confundida. Ella discretamente le apuntó con la cabeza a la mujer y recién pudo darse cuenta del cuerpo tembloroso de la rubia. Está bien, aún no estaba preparada para hablar de eso y se había descuidado—. Hyeon, ¿quieres galletitas?

—Sí —aceptó y tomó un par de galletas caseras de la bandeja que le extendió la castaña—. Hey, idiota —llamó y el hombre se puso firme—. Probablemente deba cambiar mi turno —dijo de repente y él quedó boquiabierto para finalmente suspirar al estar seguro de la razón detrás de esa decisión.

Miró la ciudad a través de la ventana, esa peligrosa ciudad sumida en la noche.

La luz de la noche resaltaba unas lágrimas cayendo como perlas por un destrozado rostro femenino cargado de terror. Tapaba con fuerza su boca con ambas manos con el propósito de amortiguar sus sollozos y se adentró más profundo en la angosta porción de espacio debajo de la cama. Tembló aterrorizada al sentir a través de sus pies los pasos sobre el suelo, tan cerca, tan lejos y a la vez, sin estar ahí. Le rezó a Dios, pidió piedad y prometió no volver a ir en contra de su palabra. Dijo sus oraciones en silencio y cerró con fuerza sus ojos, tenía la ligera esperanza de no ser encontrada y cuando el sonido desapareció, su corazón lentamente volvió a su ritmo normal.

Abrió sus párpados lentamente y volteó para cerciorarse que fuera así. Fue así que se topó con unos lustrados zapatos de pie a un lado de la cama y tragó su grito. "Por favor, Padre, perdóname por todos mis pecados. No volveré a usar su nombre en vano" y todas sus súplicas quedaron suspendidas en la nada cuando unos ojos desquiciados se asomaron. Se quedó mirándola fijamente por unos largos segundos y retrocedió ante el avance de una mano. Los largos dedos se enredaron en su rubia melena teñida y fue arrastrada por el suelo de madera hasta sacarla de allí.

—¡Por favor! ¡Piedad! —suplicó tratando de zafarse. Estaba tirando tan fuerte que sintió a su cuero cabelludo sangrar y gritó con su rostro empapado de miedo. Fue levantada del suelo y el labial rojizo que pintaba sus labios se corrió cuando la mano la tomó bruscamente de la mandíbula.

—¿Piedad? No te haré nada, cariño. Lamento esto —soltó el agarre y la mujer asustada cayó al suelo—. Lamento la brusquedad. Ven aquí, no te haré nada. —Abrió sus brazos en una clara invitación y la víctima miró con recelo. Mostró una sonrisa de confianza y de a poco, la contraria se acercó y fue envuelta por un abrazo.

—Lo lamento mucho, juro que no lo volveré hacer —aseguró más calmada y cerró los ojos contra el pecho impropio. Una caricia fue propinada a su desastroza cabellera.

—Y me aseguraré que sea así, cariño.

La mujer abrió los ojos de repente cuando sintió un ardor en su garganta. Tapó su cuello y la sangre se escapó entre sus dedos. Se desplomó de rodillas con la sangre brotando del profundo corte y burbujeando entre sus labios. Los sonidos de ahogo se fueron apagando a medida que el cuerpo se acercaba más al suelo y la chispa en sus orbes desapareció, solo quedó la emoción que la poseyó hasta su último segundo de vida.

—Que desagradable, limpien todo esto —ordenó y unos hombres entraron a la habitación cuando la figura atravesó la puerta.

Entró a su auto e indicó una dirección. Al llegar a su destino, caminó por un largo pasillo y entró por una elegante puerta. Allí se encontró a Jeon Seongji sentado tomando un vino y había otras figuras esperando su llegada.

—¿Qué te hizo tardar tanto? ¿Tarea difícil? —preguntó una mujer —de cabello corto que se alargaba a medida que se acercaba a su rostro y con un traje corto violeta— con calma y una sonrisa de labios cerrados. El centro de atención se sentó en la punta de la mesa y bebió del trago que le sirvieron.

—Nada del otro mundo. Solo tuve que encargarme de una rata detrás de las paredes. —Un muchacho con una cicatriz en su mejilla derecha acercó sus labios al borde de su copa y sonrió por el comentario.

—Últimamente hubo muchas plagas —comentó un hombre de baja estatura con una prominente barriga y un bigote que lucía su envejecido rostro de un reciente cincuentón.

—Ni me lo digas —respondió y se escucharon risas.

—¿Puedo preguntar por qué tu esposa no está presente hoy? —consultó y todos giraron hacia Seongji, el hombre de expresión estática y de pocas palabras, quien tomaba de un vodka y apenas se había inmutaba.

—Tuvo que hacer un viaje de imprevisto. Me dijo que les trasmitiera sus más sinceras disculpas por su ausencia —habló lo justo y calló para darle otro sorbo a su trago. La mujer de cabello corto ladeó la cabeza con una sonrisa en sus morados labios.

—Jeonghee ha estado más ocupada, ¿no es así? Supongo que sus hijos toman mucho de su tiempo. —El resto sonrió y Seongji levantó los duros ojos. La mujer ni siquiera reaccionó bajo la gélida mirada.

—Oye, oye. Jeonghee ha hecho un buen trabajo —agregó el muchacho—. Su hijo es bastante prometedor.

—¿Jeon Jihyun? Si estoy en lo correcto, es el que más promete de la nueva generación —juzgó una voz femenina con un escote bastante prominente, un vestido ceñido a su esbelto cuerpo y un inusual acento.

—Seongji —llamó la voz en la punta de la mesa—. Ten cuidado o su creación podría morderles la mano —advirtió y el mencionado de porte pálido, cuerpo fornido forrado en su caro traje, le dio un último trago a su vaso y lo dejó duramente sobre la mesa.

Spasibo za preduprezhdeniye.

[•••]

Jimin fue a la escuela al día siguiente. Según su madre, el castigo que le había dado la rectora era limpiar el gimnasio… Un castigo bastante leve a su parecer. Estaba seguro que sería suspendido por unos días como mínimo y resultó  estar equivocado. Esa mañana se levantó sin haber dormido lo apropiado y siguió su rutina matutina. Se puso su vincha de oso panda y lavó su rostro, pasó sus dedos sobre su nariz, sus mejillas pecosas y su frente. Su piel se sentía reseca, había descuidado las rutinas y como mucho, se lavaba únicamente con agua.

Acercó su rostro al espejo, notó sus ojeras y rechisto irritado. También pasó sus yemas por su oreja maltratada y sacó de uno de los cajones una crema para la herida.

—Eres un desastre —acusó y salió del baño con una expresión de mala muerte. Tan así que al salir, su madre se asustó y él se asustó de ella y su mascarilla.

—Por favor, Park Jimin. Ve con cuidado, casi me sacas el alma.

—Lo mismo digo —respondió con un bostezo y se adentró a su habitación.

—¿Qué significa eso? —susurró Hyeon para sí misma y se tocó la cara.

Jimin cerró la puerta y tomó la percha con su vestimenta del día; un sweater grisáceo, una campera beige y un pantalón negro. Se colocó la ropa y se sentó frente a su espejo de escritorio, tomó su corrector y lo acercó a sus ojeras. Gracias a eso, notó sus pecas y un pensamiento cruzó por su mente.

"Tapa esas manchas, son horribles".

Acercó el maquillaje.

"Pero me gustan tus pecas", el movimiento se congeló y dejó el corrector sobre la mesita. Apretó sus labios ante el recuerdo y lo sintió tan lejano, como si hubieran pasado años. En tan solo meses las cosas habían cambiado tanto. Sus ojos se humedecieron. Había estado tan ensimismado en la investigación que ignoró por completo su apariencia y otras cosas.

Abandonó el corrector y solo pasó un bálsamo cereza por sus labios maltratados. Al dejar el labial, vio a un lado su pequeña caja con adornos para el cabello y encontró que la superficie de esta, estaba ligeramente cubierta por polvo y se cuestionó por cuánto tiempo no la había abierto. Vagó sus ojos hasta su mochila sobre la cama. Pins, llaveros y pegatinas coloridas cubrían la tela…

"Que tonto".

Bajó al comedor donde su madre calentaba agua para el café.

—Me voy a la escuela. Nos vemos, mamá. —Se despidió y ella lo observó extrañada.

—¡Oye! ¡¿Qué pasó con tu mochila- ¿¡ Y el desayuno-

Cerró la puerta detrás de él y se dirigió a la escuela. Era inquietante e incómodo hacer el recorrido hasta Seungli, el viaje le había hecho olvidar Seúl y ahora las sensaciones eran diferentes. Eran casi similares a las emociones que había experimentado al arribar en la ciudad.

Estuvo alerta en todo momento con cada paso que daba y a pesar de no encontrarse con nada, la costumbre ya se había encarnado en su carne. Bostezó y pensó cómo sería asistir a la escuela sin ningún conocido. Solo estarían los chicos de primer año, segundo año y algunos de tercero que no asistieron al viaje... Entre ellos, Yoongi. Se agarró de la cabeza cuando el nombre apareció en su mente. ¿Cómo se supone que debía actuar con él? Antes no hacía falta preguntarse eso, todo salía naturalmente de él y ahora… Ahora no podía dejar de estar tan consciente de todo.

Cuando ingresó al edificio, la elegancia del lugar chocó con la maleza del viaje y tuvo que parpadear para adaptarse. Acomodó su mochila y suspiró exhausto. Recién empezó su día y con la ausencia de sus amigos, todo era tan solitario. ¿Desde cuándo un día era tan poco digerible? Se sentía tan fuera de lugar y lo único que pedía era que los días pasaran rápido. Ya quería que sus amigos volvieran. Se atrevía a confesar que hasta se alegraría de ver el rostro de la víbora de Jihyun.

—Tan solitario~ —murmuró en camino hacia las oficinas para dar el presente e ir al gimnasio a comenzar su castigo.

Bajó la cabeza para evitar mostrar su rostro. Era realmente conocido entre los estudiantes de tercero, sin embargo, al parecer también entre los años inferiores y apretó sus dientes. No todos lo miraban y lo agradeció, luego estaban el tipo de persona que no sabían ser discretos.

"No puede ser", se dijo a sí mismo y apretó el agarre en las correas de su sosa mochila.

Esperaba una cosa, esperaba no encontrarse con Yoongi… Lo menos que deseaba era que se toparan sin una preparación mental de antelación y quedarse en blanco. "Park Jimin, camina recto y has como si no vieras nada. Sí, sí, actúa como si no te enterases de nada", se apoyó en esa idea para proseguir. Con más confianza que antes, tomó marcha, dio el presente y corrió hacia el gimnasio. Al abrir ambas puertas, le cayó como agua fría el amplio lugar. "No recordaba que fuera tan grande", lloró para sus adentros y cayó derrotado. No había de otra, debía terminar la limpieza y su tiempo límite era hasta la fecha final del viaje. Tomó instrumentos de limpieza, el conserje fue tan amable de entregárselos y al volver al gimnasio, se sacó su abrigo y subió las mangas de su sweater.

—No puede ser tan malo…

Al cabo de treinta minutos, estaba tendido en el suelo con dolencias en la espalda y una botella de agua vacía a un lado.

»—¡Gracias, mamá!—gritó sarcásticamente al aire.

Sopló un mechón que tapaba sus ojos.

¿En serio estaría el resto de la jornada limpiando el gimnasio? Podría tomarse un descanso por ahora… Aunque solo inició con un 1/4 de todo el lugar. Tomó la mochila y el saco, salió de allí y caminó por el corredor hacia el ›Ala A‹, aprovecharía el momento para investigar y, no teniendo ni al presidente ni vicepresidente acechando, las cosas se le facilitaban. Luego de cercionarse que no hubiera ningún presente entre los pasillos, buscó la forma de abrir la biblioteca.

¿Tendría que robar nuevamente alguna llave de la sala de profesores-

Empujó la puerta y esta se abrió con facilidad.

"Ah".

Le echó un vistazo a los lados y rápidamente entró a la biblioteca e hizo caso omiso al cartel de "prohibido el ingreso de estudiantes". Al entrar, un choque de emociones golpeó su corazón y apretó sus labios. Desde ese primer momento donde cruzó miradas con Yoongi, sus encuentros o cuando se buscaban con la vista tímidamente… Hasta el cierre de la biblioteca, la mancha de sangre intacta en el sótano y un homicidio sin resolver. Tomó una gran calada de aire y agradeció que el lugar no estuviese sumergido en las sombras gracias a las tenues lámparas del fondo. Encendió uno de los interruptores y dejó su mochila sobre la mesa de la bibliotecaria. La imagen de Han Jungahn de sus recuerdos permaneció por unos segundos detrás del mueble, sus sonrisas de bienvenidas o su amabilidad al hablar… Y pensar que ahora estaba muerta.

Sacudió su cabeza y entró entre los corredores rodeados de altos estantes de libros. En ningún momento bajó la guardia y se mantuvo alerta con cada paso que daba. Deambuló y leyó algunos títulos de libros, pero al no encontrar nada, fue hasta el escritorio donde dejó su mochila y rebuscó en el archivero para encontrar algo. No encontró más que papeles viejos y vio otro cajón con una cerradura, su curiosidad despertó e intentó abrirla. Ejerció fuerza y no lo logró. Buscó en el resto del mueble alguna llave y no la halló; sacó de su mochila su cartuchera y revisó si no tenía algo que ayudara… Quizás hubiera encontrado algo en su caja de decoraciones. Tiró su cabeza hacia atrás al decepcionarse de sí mismo.

No se dio por vencido y se detuvo al ver su reflejo en la pantalla de una computadora apagada. Alzó una ceja, no es como si la hubiera ignorado, sin embargo no creía que pudiera conseguir algo. Seguramente traía contraseña o algo extraño, tampoco creía que en todo ese tiempo no hubieran borrado datos del aparato. Además, no estaría sorprendido si descubría que la computadora fue reseteada. Con toda la conspiración detrás de la muerte de Jisoo, eso sería lo menos impactante. Suspiró y apretó sus labios, ¿y si había algo en el archivero del sótano…? Bajar allí sería…

Apretó su muñeca cuando un temblor contagió todo su cuerpo.

Por ahora, esperaría que sus amigos llegaran para proseguir.

Se sentó en el suelo, incapaz de utilizar la silla del escritorio. Meditó sobre su siguiente paso.

—¿Qué puedo hacer…? ¿Qué sé hasta ahora de Jisoo…? —"Casi nada", respondió mentalmente y viajó su vista por todo el lugar.

Algo.

Algo.

Algo.

Cualquier cosa.

"Solo piensa".

Pero pensar era difícil en ese momento.

Abandonó el suelo y se zambulló en los estantes. Miró los libros, uno por uno y empezó por la sección de los clásicos.

Nada.

¿Y los de terror?

Nada.

¿Misterio?

Nada.

¿Ciencia ficción?

Nada.

Repitió cada paso con cada sección y empezó a perder la esperanza de lograr avanzar un poco antes de la llegada de sus amigos. Pasó por el último pasillo —la sección de Historia— y frunció las cejas al cruzarse con un detalle que rompía la armonía creada por la composición de un libro. Dejó unos pocos centímetros de distancia entre el lomo del libro y su nariz; chilló victorioso al ver las diminutas manchas sobre las letras blancas del título. El salpicado se extendía a otros libros de la misma sección y algunas partes de los estantes. Analizó las pruebas y pensó en la posibilidad de que algunos libros hayan sido cambiados de lugar por algún fiel leyente, sin embargo, según los comentarios, desde el asesinato, la biblioteca no era visitada además de... Yoongi. Otra vez el nombre retumbó en el caso.

"Aquí debieron encontrar los trozos de porcelana…", tendría sentido. Observó el suelo, vio que algunas zonas del suelo poseían un color indistinto al resto de la madera.

Caminó siguiendo las tablas añadidas y barnizadas, llegó hasta el final del salón frente a la puerta del sótano. Extendió su brazo y su mano se congeló a centímetros de la perilla, fue incapaz de seguir y retrocedió. No podía bajar allí. La anterior ocasión fue especial, gracias a la presencia de sus amigos y la luz de la linterna, fue cuestión de segundos de ahogo.

Sacudió su cabeza y se dijo que no volvería a hacer algo estúpido por ahora. Volteó y se metió entre los estantes de “Romance juvenil” y “Terror psicológico” para dirigirse directo a la salida. El final del corredor estaba cerca y tomó una calada de aire. No había obtenido grandes pistas.

—¿Jimin?

El aire se estancó en su pecho y la sangre en sus venas se congeló de tal manera que todos los vellos del cuerpo recibieron la estimulación con desagrado. No se giró. La voz provenía detrás de él y el tono ronco, bajo, tímido y confundido lo atacó directo al corazón.

»—¿No estabas en el viaje? ¿Cuándo llegaste? —Sabía que le estaba preguntando algo, pero en su cabeza solo ocupaba dudas. "No lo sentí llegar", "¿desde cuándo está aquí?", "¿por qué no está en clases?"—. ¿Jimin…?

El rubio volteó con sorpresa y marcó una sonrisa en sus labios.

—¡Oh, Yoongi! —Frente a él estaba la persona que agitó su corazón y le trajo tantos dilemas. Lentes negros de lectura con mechones grisáceos cayendo sobre sus ojos cafés que hacían juego con la palidez de su espumosa piel. Los felinos ojos traían un brillo que no supo interpretar y desvió tontamente la mirada a los viejos libros—. ¿Qué haces aquí?

Sí, ¿qué hacía allí en hora de clases y-

La cerradura de la biblioteca estaba abierta cuando llegó. Tuvo sentido ese pensamiento cuando vio una llave colgando de los dedos de Yoongi.

—Pedí la llave… Me quedé dormido y oí que alguien entró a la biblioteca. Luego te- te reconocí —explicó jugando con la llave entre sus dedos y Jimin asintió sin saber qué decir—. De todos modos… ¿Cuándo llegaste? Creí que- que el viaje duraba más-

—Pasaron cosas y tuve que volver —respondió rascando su oreja, el peli-gris captó eso. Yoongi lo observó sin decir nada y Jimin se preguntó si se equivocó en algo.

—¿Y qué… haces en la biblioteca?

La tensión en su cuello lo estaba enloqueciendo. Tenía que pensar en qué diría. ¿Y si Yoongi lo estuvo observando desde el momento que entró? Su respuesta debía ser lo suficientemente coherente para despistarlo.

—Estaba buscando un libro para pasar el rato. Fui a la sala de profesores pero no había nadie a quién pedirle permiso y vine al ‹Ala A› para estar solo y estudiar, pero entonces pasé por la biblioteca y vi que no estaba asegurada. Si entraba y salía rápido no sería un problema —explicó y rascó su nuca. Yoongi lo miró confundido detrás del marco de sus lentes.

—¿Te interesa la Historia? —La respiración de Jimin quedó estancada en su lengua y los emponjosos labios se dieron un toque vacilante. Los orbes celestes reflejaban el cielo a punto de recibir una tormenta y los hilos dentro de su mente se tensaron más. "¿Qué?", no procesó del todo la pregunta y relacionó la palabra "historia" con "la historia del caso de Jisoo"—. No sabía que te gustaba Historia, ¿sobre qué investigas? —Jimin apretó sus labios. Al verlos, muchos se darían cuenta que estaban hablando de temas diferentes—. ¿Jimin?

—¿Qué investigo…?

—¿Si…? ¿Investigas sobre la historia Europea?

"¿Europa?", al instante entendió sus palabras.

—Estaba buscando libros para estudiar, ya sabes, para el “su-neung”. Últimamente no me ha ido del todo bien en mis notas y debo centrarme si quiero entrar a la universidad.

Yoongi abrió sus ojos con sorpresa y avanzó un par de pasos. Jimin tuvo que reunir mucha fuerza de voluntad para no retroceder, por poco lo hacía.

—¡Oh! ¿Ya decidiste una carrera? ¡Felicidades! —Jimin miró a través de sus pestañas la sonrisa cálida de Yoongi y sus movimientos tímidos. Llevaba un libro en una de sus manos y la otra estaba empuñada a la altura de su pecho para alentarlo. La culpa carcomió su corazón y miró el techo cuando sus ojos se humedecieron.

"Vete, vete, vete, vete".

»—¿Quieres que te ayude a estudiar? —Los sentimientos esparcidos en su pecho se congelaron y enfrió su cabeza. "¿Estudiar? ¿No era que con sus notas apenas lograba aprobar? ¿Por qué habla con tanta confianza?".

—¿No estarás ocupado? —La mueca de Yoongi cambió. Al parecer recién se dio cuenta de ese detalle.

—Ow… No podré ayudarte. Lo siento. —La disculpa le supo amarga y fingió una sonrisa.

—No te preocupes. Me concentro mejor cuando estoy solo —rio y Yoongi suspiró más calmado.

Y él no estaba para nada calmado. Su corazón bombeaba salvajemente y todo su cuerpo le gritaba que huyera. A unos pocos metros estaba la puerta del sótano donde Jisoo fue asesinada, con eso no podía estar para nada calmado después de ver con sus propios ojos esa oscura mancha de sangre imborrable y ahora la inquietud no podía dejar su cuerpo.

Yoongi se acercó y las advertencias rojas saltaron en su interior.

—Jiminnie —llamó. Jimin levantó su mirada y se encontró con el café espumoso que indujo en el pasado a su corazón en un encantamiento que ya se había roto—. Realmente… Realmente- realmente yo quería verte…

La mano pálida y venosa se reflejaron en el tormentoso cielo donde resonaba una trompeta que predicaba un desastre.

El chasquido de un golpe retumbó entre los estantes y produjo silencio conmocionado.

Jimin golpeó con fuerza la mano pálida y accedió a las señales de supervivencia de su cerebro.

Un sonido sordo fue ignorado por ambos. El libro de Yoongi cayó cuando este sujetó la mano afectada y aún así, mantuvo su vista confusa sobre el miedo palpable que emanaba Jimin.

—Yo- yo lo siento, Yoongi. Lamento esto, no sé qué me pasa... —Quiso remediar su obvia reacción de miedo pero con cada segundo que esos felinos ojos se apoyaban en su figura, cada oración expulsada de su boca obtenía un sentido desastroso y torpe.

Yoongi agachó la cabeza y causó que sus lentes se deslizaran. Jimin se calló.

—Lo sabía… —balbuceó. Jimin quiso acercarse y Yoongi se alejó. Sus hombros temblaban y no podía ver su expresión para interpretar qué estaba sintiendo y cómo podría actuar.

—Yoongi… Yo en serio lo siento —pidió con la vista borrosa.

—Todo este tiempo me preguntaba por qué de repente actuabas más distante —habló en un tono bajo y tambaleante. El agarre en su mano aumentó.

—Yoongi —llamó con los hombros encogidos, las manos inquietas y su boca embelesada de temor. Su perspectiva estaba tan distorsionada que ya no sabía distinguir si ese dolor era por su amor a Yoongi o por miedo. ¿Intentaba remediar las cosas por amor o por miedo a su reacción y no estropear su investigación?

—Quise creer que solo fui paranoico pero- pero al verte con tus amigos, con tu madre y el resto, me di cuenta que solo… solo era conmigo. Me preguntaba si había hecho algo mal… —Vio como unas gotas saladas cayeron entre sus mechones y tocaron la portada del libro en el suelo.

—Yo- Yoongi. —Era lo único que podía decir. Su mente era una enredadera y no encontraba las palabras para proseguir.

Yoongi levantó su cabeza y el dulce café ahora era amargo y ácido bajo los cristales mojados. Jimin aferró su mano en su pecho y limpió las lágrimas en sus mejillas, aunque era tonto porque aún seguían cayendo.

—Fui un idiota- muy idiota. Me dejé llevar y no sospeché nada. ¿Por qué alguien tan carismático, hermoso- hermoso y popular como tú se fijaría en mí- un marginado como yo? —habló. "No, no es así"—. ¿Solo… Jugaste conmigo? ¿O- o… crees en los rumores…?

Los párpados de Jimin se expandieron y tomó desprevenido a Yoongi cuando se lanzó sobre él y lo tomó de las muñecas. El peli-gris se vio sorprendido por la abrupta caída y no pudo moverse por el cuerpo encima de él. Una fina lluvia inundó su pálido rostro y por culpa de sus lentes, casi no pudo presenciar el cielo nublado sobre él.

—¡No es así! —respondió molesto—. ¡No jugué contigo! —negó la acusación y le dio un empujón a las muñecas—. ¡Realmente me gustas mucho! ¡Mi mundo ha estado de cabeza y son tantas emociones sobre mí que siento que ya no puedo! ¡Ni siquiera puedo entenderme a mí mismo y es tan desquiciante que siento que explotaré! —Desde el primer día sus emociones fueron el catalizador de catástrofes. Antes tenía en claro su rumbo y ahora, se dio cuenta que estaba caminando a ciegas y no había un sendero. Tembló y apretó las muñecas. Sus ojos cerrados eran una cortina negra y del otro lado estaba la expresión de Yoongi—. Es frustrante… Tan frustrante sentir que perdí el control de mi vida en algún momento y eso me está matando… Ya no sé cómo parar y me asusta eso.

Todo en su vida se había descolocado. Los cambios comenzaba a notarlos y se dio cuenta que era tan pequeño a comparación de la gigantesca sombra que lo acompañaba.

La oscuridad lo envolvía.

—Jimin… —El agarre en las muñecas se deshicieron fácilmente y su cuerpo fue envuelto por unos brazos que lo apretaron contra Yoongi. El peli-gris se había reincorporado y, de esa forma, Jimin quedó sentado sobre sus piernas—. Fue difícil, ¿no? Sentirte así. —Min apoyó la frente sobre su hombro y la tranquila melodía se escuchó tan cerca de su oído que el efecto fue inmediato.

—Lamento lo anterior… En serio lo lamento. —Secó la humedad de sus mejillas y devolvió el abrazo. Yoongi se acomodó para sentarse con las piernas cruzadas y Jimin enredó las suyas por la cintura contraria—. No juego contigo… Mis sentimientos son verdaderos —balbuceó y escuchó un "mmh".

—¿Quieres hablar sobre ti? —preguntó sin despegarse del hombro de Jimin. El rubio jugó con la cabellera del pálido.

—No… No ahora, quizás cuando esté preparado. —Ni siquiera pensó en la respuesta y no estaba del todo desacuerdo con eso, no quería hablar sobre ello.

—Umh. —Yoongi asintió—. ¿Y sobre él… "realmente me gustas mucho"?

Las orejas de Jimin se pintaron de un fuerte rubor.

—Ya lo oíste. —Yoongi rio y Jimin jaló ligeramente del cabello de su nuca para separarlo de la zona, donde su respiración le estaba haciendo cosquillas; le quitó los lentes para dejarlos a un lado y lo observó a los ojos. Estos estaban rojizos. Rozó sus narices con timidez y deslizó sus manos por las suaves mejillas calurosas. Su mente era una pantalla estática y posó suavemente los labios sobre la boca de Yoongi.

Se sintió aliviado…

Una lágrima cayó por su mejilla en medio del beso.

Su interior lloraba cuando se percató que dicho alivio se debía porque podría seguir investigando de cerca a Yoongi.

[•••]

Jimin entró decaído a su habitación. La sensación amarga seguía impregnado en sus labios y dejó caer su mochila. Su madre no estaba en casa y el vacío en su pecho se ensanchó. Se sacó sus zapatos y los dejó desparramados a medida que se acercaba a su cama. Enterró su cara en la almohada y concentró sus pensamientos en su encuentro con Yoongi. Él se habia zafado con bastante agilidad de su agarre… ¿Para qué pidió la llave?

Fijó su vista en la mochila. Vacía, sin vida y aburrida. En su inspección vio el cierre inferior ligeramente abierto y sus sentidos se alertaron. Tocó la frialdad del suelo con los pies desnudos y abrió el cierre.

Una nota.

—No, no, no, no, no —repitió cansado y desesperado mientras abría el sobre—. No, no, no, no.

"Estuvo solitario sin contigo aquí, corderito".

Tiró lejos el papel y se alejó de él como si fuera un veneno mortal. Tomó su cabeza y siguió negando entre bisbiseos. Había olvidado la asquerosa textura bajo sus dedos, las letras impresas y las dudas que explotaban en su mente cada vez que un sobre llegaba a sus manos. Se arrastró y su espalda chocó contra el límite de la cama. Movía su cabeza asustado y los cristales celestinos obtuvieron un brillo borroso.

»—No de nuevo. No, no, no...

Sus ojos se pasearon en la habitación. Una y otra vez había revisado todo dentro de las cuatro paredes. No había cámaras, no había micrófonos… Nada.

Aunque… ¿Realmente revisó todo?

Sus ojos estaban clavados en el peluche del gatito azulado que le había regalado Yoongi. El gesto tierno con el sonrojo y bigotes bordados le habían causado ternura cuando lo recibió.

Tembló y miró el lapicero sobre su escritorio, mejor dicho, el filo de la tijera en ella.

Tomó el objeto afilado y lo clavó en el pecho del peluche sin pensarlo dos veces, sin sentir nada más que miedo. Lo destrozó a apuñalas y tiró de la superficie afelpada. El relleno descendió a sus pies y de a poco, sus frenéticos ataques cesaron. La tijera sonó contra la madera del mueble junto a un rocio salado.

Jimin tapó su boca, se sujetó de la mesa y se desplomó de rodillas al suelo.

El peluche no tenía nada en su interior.













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Holaaa, esta vez no pasó tanto tiempo.

Espero que hayan gustado el capítulo ❤

Nos leemos dentro de un milenio 🐥

©mysverse

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