XXII. Bitter and sweetness.

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J e o n J u n g K o o k.

— ¿Por qué te distanciaste? —preguntó al instante, lo cual me alegró. Es decir, era media noche, una tormenta se desataba afuera y lo único que quería era que TaeHyung me escuchara.

—Creo que es algo obvio que te incomodaba demasiado—respondí, el fijó su mirada en mí—, es decir, no estabas acostumbrado a los mimos que te hacía. Te incomodaban, pero yo siempre fui así de empalagoso.

— ¿Y hasta ahora te vienes dando cuenta? ¿Cuándo ya pasó? —contestó—. Jungkook llegué a un punto, contigo, en el cual terminé amando lo que alguna vez odié.

— ¿Estás diciendo que alguna vez me odiaste?

Asintió—, sí, pero no te lo tomes mal. Yo odio a todo el mundo.

—Entiendo...—murmuré.

— ¿Por qué tiraste la película? —siguió.

— ¡Que yo no la tiré! —repliqué, pues si de algo estaba seguro, es de que yo no había tirado aquel regalo.

— ¿¡Entonces quién!? —Elevó su voz—, ¿¡El fantasma del niño que murió aquí!?

— ¿Un niño murió aquí?

— ¿Podrías centrarte en el tema principal, Jungkook? —reclamó, estaba cansado.

—Es que lo que te estoy diciendo es la verdad, TaeHyung. Yo no tiré la película, ¿por qué lo haría? —pregunté—. Tal vez tú mismo la tiraste, como siempre andas chocando con ése mueble...

—Eso es lo más ridículo que he escucha-...—se detuvo. Frunció su ceño, mirando hacia dicho buro. Parpadeó—. Puede que tengas razón.

Abrí mis ojos, sólo había dicho eso como una suposición.

—Sí—siguió—, una vez iba atrasado a clases y me golpeé con él, y de hecho oí que algo se había caído pero como eran tus cosas no me importó.

Ahora que lo pienso, Jungkook Holmes no queda mal. O Sherlock Jeon.

—Otra—continuó TaeHyung—, ésta tal vez suene estúpida pero, ¿por qué dejaste de decirme 'buenos días'?

—Porque nunca los contestabas—respondí simple, ignorando los rayos que se observaban por la ventana.

Creo que ignoró la respuesta puesto que siguió con la siguiente pregunta—. ¿Por qué...besaste a aquella chica?

Oh.

Ahí estaba.

Probablemente la pregunta más importante que tendría que responder en mi vida.

—Ella me besó—comencé—, se abalanzó contra mí, ocasionando que cayéramos en tu cama, sí, siento eso. Si te alegra, el zapato que nos lanzaste le golpeó la cabeza.

— ¿Por qué no la empujaste?

—Nunca podría ser brusco con alguien del sexo opuesto. O con un niño. O con un ancianito.

Vi como TaeHyung rodaba sus ojos—. ¿Entonces fue más fácil para ti romperme el corazón a mí, que romperle un hueso a ella?

—Bueno, si lo pones así suena muy feo... pero, hey, puedo...puedo arreglarlo.

—No, no puedes—contestó casi al instante.

—Sí, sí puedo.

—No—volvió a replicar—, empezando porque tus excusas son las más absurdas que he escuchado en mi vida.

—Suenan absurdas como excusas porque no lo son. Es la verdad, ¿por qué te mentiría? No ganaría nada con eso.

—Oh claro—respondió—, señor Lotso.

— ¿Cómo me llamaste?

—Lotso—volvió a decir—, eres igual a él. Siendo un dulce oso con olor a frutas al principio, todo abrazable y lindo para que después, ¡boom! ¡Te traiciono porque puedo!

Abrí mis ojos sorprendido—. TaeHyung, no puedes utilizar Toy Story 3 en mi contra. ¡No utilices referencias de Disney para ofenderme!

— ¡Ya lo hice, y lo volveré a hacer!

— ¡No, no puedes!

— ¡Cállate, Jungkook!

— ¡Cállate tú!

Y las luces se apagaron.

Al parecer la tormenta fue la culpable (había olvidado que el cielo se estaba cayendo allá afuera). No veía nada, sólo algunas veces la misma habitación iluminada por la luz blanca que transmitían los relámpagos por la ventana.

—El que la luz se haya ido no implica que ésta conversación terminó—dijo.

—TaeHyung—lo llamé—. ¿Dónde estás?

—Justo en frente tuyo, idiota—respondió.

—Es que no te veo—dije—, espera, esto me recuerda a un chiste—anuncié—. ¿Sabes cómo se le llama a una venada ciega?

—No, y no quiero saberl-...

— ¡No venada!

Silencio.

—Ya, Zoey 101—escuché a Taehyung y casi pude sentir como rodaba los ojos.

— ¡La mamá de Bambi es ciega y no venada!

—Jungkook, estábamos en un momento serio, por favor—volvió a decir. ¿Por qué no se rió?

—El momento dejó de ser serio cuando me llamaste Lotso—repliqué.

—Es porque sí te pareces— ¿de verdad?
—, pero, a pesar de tus mediocres respuestas y horribles chistes, supongo que...estás perdonado.

— ¿Es...en serio? ¿De verdad?

—Ajá.

— ¿Entonces te puedo abrazar?

—No.

—Pero aún tengo mi vale...

—Jungkook—llamó—, sí, estás perdonado, que bien, pero, no es lo mismo. No será lo mismo, ¿entiendes?  Te perdoné, pero eso no significa que vaya a volver contigo. Terminamos. Buenas noches.

—Oh...bueno, creo...creo que está bien, sí...—respondí. Escuché como acomodaba sus sabanas para dormir, e intenté imitarlo pero al ir a mi cama me caí, porque, bueno, seguía sin ver nada

Era muy triste.

_______♡♡♡________

K i m T a e H y u n g

Era octubre cuando perdoné a Jungkook (había empezado a hablarme más y seguir con sus chistes malísimos, pero aun así).

Ahora era 20 de diciembre.

Mi cumpleaños estaba cerca.

Lo cual aborrecía.

Mi madre me había dicho que Navidad y año nuevo habían decidido ir con los abuelos, a DaeGu, blah, blah. Y yo le dije que me quedaría en la universidad. No tenía ganas de volver y tener que soportar cosas como "hey, ¿cómo va la universidad?" "¿vas bien?" "¿Y Jungkook?" "Eh, ¿cómo está Jungkook?"

No. Simplemente no.

Así que pasaría mi cumpleaños yo, solito, en mi cuarto, con galletitas y películas de terror (las navideñas me las sabía de memoria, vivir con dos niños que amaban 'A Christmas Carol' desde la versión de Barbie hasta la de los Looney Tunes no era algo que disfrutaba).

JiMin me dijo que iba a quedarse conmigo, pero al saber que YoonGi regresaría a pasar las fiestas con su hermano, me terminó diciendo que no. Y lo entiendo, yo también haría lo mismo si Jun-...

No, nada.

¡Cambiando de tema!

Seguía hablando con HyungSik. Él era muy alegre, casi tanto como aquel chico de Vine, Thomas Sanders. Siempre sonreía y soltaba comentarios bromistas cada que podía. También cantaba cada que se encontraba de buen humor.

Entiéndase, todo el tiempo.

Convivir con él era muy ameno e inclusive ya me había dado un regalo adelantado por mi cumpleaños.
Una corona de flores.

Rosa.

No lo esperaba.

Es decir, yo siempre espero, no sé, un suéter, un peluche, una película asiática traumática, no una corona de flores.

Creo que lo más vergonzoso fue que un día antes de que se fuera a ver a sus padres por las vacaciones, estábamos en mi habitación y me obligó a usarla. Dijo que me veía bien.

Posteriormente entró Jungkook, me miró, se rió y se volvió a ir.

Y días después de eso, estaba yo, en mi cama, rodando simplemente por aburrimiento y con Jungkook viéndome fijamente.

— ¿No has hecho tu maleta? —preguntó. Lo miré. La suya estaba a medias, esparcida por su cama se encontraba varia ropa. Negué con mi cabeza—. ¿Por qué?

—No quiero.

— ¿No regresarás?

—Gran deducción, Sherlock.

Frunció el ceño, salió por unos minutos, volvió y empezó a sacar las prendas que había empacado anteriormente.

Ahora, yo fruncí el ceño.

— ¿Qué haces?

—Desempaco—respondió, simple. Rodé los ojos y lo notó. Sonrió—. Voy a quedarme contigo.

Qué.

—No, no lo harás.

—Sí—volvió a decir—. Tú pasaste mi cumpleaños conmigo, así que yo pasaré el tuyo contigo. ¡Más navidad y año nuevo! Suena bien.

—No, no lo hace.

—Bueno, para mí sí.

—Jungkook, no tienes que hacerlo.

—No me importa.

—Jungkook, por favor.

— ¡No te escucho! —exclamó mientras lanzaba su ropa a un lado y se metía en su cama.

Bufé.


_______♡♡♡_______


Era la mañana justamente el 30 de diciembre. Mi cumpleaños. Y no hay mejor manera de despertar a alguien en su cumpleaños más que con una llamada telefónica a las siete de la mañana. Obvio.

Era mi madre, felicitándome. Después mis hermanas, abuelita y terminó mi abuela. Aunque éste...

— ¡TaeHyung! —gritó.

Literal, gritó por el otro lado de la línea.

—Hola, abuelita.

— ¿¡Por qué no viniste a verme, muchachito!?

—Cosas, abuela. Cosas.

— ¿¡Por qué no trajiste a tu prometido!?

— ¿Quién?

— ¡Tu esposo!

— ¿De quién me hablas?

— ¡Tu novio, el emo Jungkook!

Oh, Jungkook.

—Hey, hey, abuela, primero, no es el emo Jungkook. Segundo, yo y Jungkook ya no somo-...

— ¿¡Quién!?

Oh, Dios.

—Abuelita, me tengo que ir, me...me están hablando, adiós—y colgué.

Suspiré e iba a volver a dormir pero, literalmente, alguien me había tacleado y abrazado, fuertemente.

—Jungkook, suéltame.

— ¡Feliz cumpleaños!

—Jungkook, de nuevo, suéltame.

—Espera, espera, ¡déjame te canto feliz cumpleaños!

—Jungkook...

—Te soltaré cuando terminé de cantar, ¿bien?

—...está bien.

Para empezar, no estaba cantando. Estaba susurrando la letra en mi oído lo más lento posible (de por si hablaba lento, ésta vez lo hacía aún más). Y aun así, dejé que terminara.

— ¿Y qué vas a hacer hoy? —cuestionó una vez que terminó, pero seguía sin soltarme.

—Realmente no tengo nada planeado, uh, yo simplemente pensaba en ver unas cuantas películas y...

— ¡Oh, veamos A Christmas Carol! Se que ya paso Navidad pero quiero verlas contigo de nuevo —oh, no—, ¡amo la versión de los Looney Tunes!

Y lo siguiente que supe fue que estaba en el suelo, con Jungkook a un lado buscando dicha película y una manta sobre nosotros.


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El día se pasó en eso, ver películas, pausarlas para ir por algo de comer, volver a la película, pausarla de nuevo porque Jungkook tenía miedo, y después volver a verlas. Nos habíamos turnado en escogerlas, así que yo ponía una típica de terror cada que podía, pero dado que a Jungkook le daban miedo, tenía que pausarlas cada cierto tiempo.

Que encantador.

A mediado de una pelicula, Jungkook se quedó dormido. Y me golpeó el hombro, pero como que sintió remordimiento aún entre sueños porque enseguida me sobó justamente donde me había pegado.

Pensé en acomodarlo en su cama pero era un gigante en mi comparación y si intentaba siquiera moverlo, lo terminaría tirando al suelo. Así que lo único que hice fue acomodarme y finalizar el filme.
Con Jungkook hablando entre sueños a un lado.

—Feliz cumpleaños, TaeTae—murmuró.

—Muchas gracias, Kookie— lo miré de reojo y estaba con una sonrisa adormilada junto con los ojos entreabiertos. —Gracias por, hum, quedarte para mi cumpleaños—susurré y al no obtener respuesta, supe que había vuelto a dormir.

Qué bueno.

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