23.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

- Ni-Ki tuvo que aprender a caminar.

JeongIn le sonrió con orgullo al ver como daba unos pasos, titubeante, siendo sostenido por unas muletas, mientras YuNa frotaba sus ojos para alejar las lágrimas que querían escapar. Su bebé llevaba ya cinco meses en el hospital, y dentro de unos días, esperaba que le dieran el alta para llevárselo a su casa. Con ellos, donde siempre debía estar.

El kinesiólogo también esbozó una sonrisa cuando Riki se sentó en la cama, cansado a pesar de haber caminado sólo por su habitación, pero ya era un gran avance, considerando que todos esos años estuvo, en su mayoría, sentado. Sus piernas eran débiles y todos lo tenían que llevar en brazos, o en su defecto, arrastrarse, para ir a algún lado.

Se tensó automáticamente cuando el hombre comenzó a masajear sus piernas, relajándose segundos después al notar que no era un toque perverso, y luego de darles algunas indicaciones a sus padres, se marchó, quedando sólo los tres.

YuNa se sentó al lado de Ni-Ki, que acercó su cuadernito de caligrafía con el que estaba aprendiendo a escribir. El último mes el muchacho había demostrado tener un aprendizaje veloz, pero por sobre todo, que estaba interesado en comprender lo que ocurría a su alrededor.

—La lección de hoy... —dijo YuNa con voz pausada, hablando también en lenguaje sordomudo—, es formar oraciones completas, Ni-Ki.

Riki la observó con ojos enormes, parpadeando inocentemente, y ella quería abrazarlo y no soltarlo nunca más.

¿Cómo era posible que le hubieran hecho tanto daño a su angelito?

—La primera oración es... —agregó JeongIn, sonriendo mientras sacaba un caramelo de su bolsillo, viendo como la expresión de Ni-Ki se iluminaba—, "mamá y papá me quieren mucho". Si la escribes bien, entonces te lo daré.

YuNa sonrió, escribiéndole la frase a Riki en una hoja en blanco, mostrándosela brevemente para que la leyera, y segundos después, comenzó a replicarla.

Sus letras eran torpes, temblorosas, poco estéticas y apenas entendibles, escribiendo con esfuerzo, deteniéndose varios segundos para pensar bien en hilar la oración como correspondía, y una vez la tuvo lista, se las mostró.

Ambos estaban felices al ver que Riki no se equivocó, y JeongIn le entregó el caramelo, que no dudó en llevárselo a la boca. Lo degustó varios segundos antes de mirarlos.

Su dedo índice fue a la frase, señalando una palabra: mamá.

Luego apuntó a YuNa, duda en su expresión, pero la mujer asintió.

Después fue a otra palabra: papá.

Y como hizo anteriormente, señaló ahora a JeongIn, que hizo un gesto de aprobación.

Chupó el caramelo otros segundos antes de tragárselo, yendo al cuadernito para escribir algo.

"Yo soy Riki. Mamá y papá quieren a Riki".

YuNa se arriesgó, entonces, y le revolvió el cabello al niño, que se quedó quieto un instante antes de mirarla con una sonrisa tímida.

"Sí", escribió JeongIn, "te amamos por siempre".

Ni-Ki sonrió ampliamente.

Hubo un instante de cómodo silencio en el que Ni-Ki estuvo pensando en tanto YuNa le anotaba una siguiente frase, entonces–

Entonces pasó.

—Mamá —susurró Riki.

YuNa se quedó quieta, su rostro congelado. JeongIn dejó de rebuscar el caramelo.

—Papá —añadió Ni-Ki en un murmullo ronco, más bien un graznido, la palabra apenas entendiéndose.

Pero existió. La palabra saliendo de los labios de Ni-Ki existió.

Los adultos miraron a Ni-Ki, que balanceaba sus pies, su boca abierta todavía.

Entonces, los ojos del muchacho se abrieron por la sorpresa, llevando una mano a sus labios, cubriéndolos por completo, su cuerpo comenzando a temblar.

JeongIn fue el primero en moverse al ver cómo Ni-Ki levantó una mano y se abofeteó a sí mismo, agarrando la muñeca del chico. Pero Riki fue veloz porque lo mordió en una primitiva defensa, comenzando a llorar, negando con la cabeza.

YuNa marcó el botón que había a un lado en caso de emergencia, retrocediendo al ver como Ni-Ki trataba de forcejear con su papá, mordiéndolo otra vez para que le soltara.

— Riki, Riki, bebé —sollozó YuNa, su voz quebrada.

Pero el niño no la miró, llorando, removiéndose mientras era sostenido, luchando por castigarse al creer que había sido malo.

Al pensar que fue un muñequito malo.

HeeSeung observó el techo, suspirando mientras hacía una mueca ante todo el ruido, y observó a SungHoon que había estado extrañamente callado todas esas horas, respondiendo sólo con monosílabos, sin parecer querer iniciar una conversación.

—Sin Jong, D-Town no parece tan divertido —masculló HeeSeung, encendiendo un cigarrillo, mirando hacia el escenario donde había una competencia de canto—. Anda, ¿vas a decirme qué pasó?

SungHoon rascó su nuca, tratando de poner en palabras lo que ocurrió el día anterior. Tratando de poder hablar sin parecer desquiciado.

El papel en su bolsillo pesó.

—Recuerdas... —comenzó a decir SungHoon, sintiendo su propia voz extraña—, la vez que fui a ver a Ni-Ki, y tú dijiste lo de la piedra, ¿cierto?

HeeSeung le observó directamente a los ojos, frunciendo levemente el ceño ante la pregunta, y humedeció sus labios unos segundos para luego responder:

—Sí —dijo con evidente cuidado en su voz, escuchándose a pesar de todo el ruido, SungHoon sólo pudiendo concentrarse en su mejor amigo para no dar rienda suelta a la extraña sensación en su interior.

— Ni-Ki se excusó —agregó, su voz comenzando a temblar.

—Me lo contaste —recordó HeeSeung —, dijiste que fue su perrito, que Bisco ladró hacia la ventana, y él vio eso, por ello la abrió.

Asintió, sacando el papel, y se lo tendió a HeeSeung, que lo agarró con una expresión algo confundida.

—Me lo escribió ayer —dijo, su tono ahogado—, Ni-Ki me lo entregó. ¿Notas algo extraño?

HeeSeung lo leyó.

En un primer momento su rostro se veía algo perdido, sin entender demasiado a qué se refería, sin embargo, al volver a releerlo, sus labios se separaron en una mueca aturdida, levantando la vista bruscamente.

—¿Él... escuchó qué?

SungHoon sintió su propia garganta apretada, tratando de ordenar el hilo de pensamientos de su mente, tratando de comprender bien lo que había ocurrido el día anterior.

—Estábamos juntos —explicó, mordiendo su labio inferior—, y tenía que hacer tarea, entonces me preguntó por ella, por el trabajo de música que debemos entregar. Le mostré acerca de Pink Floyd, puse algunas canciones con sus subtítulos, y cuando se despidió, me entregó el papel. Dijo que el solo de guitarra sonaba increíble, ¿qué se... supone que significa eso?

HeeSeung releyó el mensaje otra vez, rascando su nuca, luciendo más pálido que de costumbre, sus propios ojos se veían asustados, nerviosos.

—Tú... uh... no has... Sé que ustedes llevan muy poco, pero... pero ¿no le has preguntado sobre... ya sabes... lo ocurrido cuando... ¿cuando estuvo desaparecido?

SungHoon desvió la vista, apretando sus labios un instante, su estómago encogiéndose, y bebió de golpe el soju en el vaso frente a él para tratar de sentir que no estaba soñando, para saber que todo eso era real.

—No —contestó, su garganta ardiendo—, sé que debo hacerlo, pero...

Entonces recordó lo ocurrido semanas atrás también, cuando fue la carrera de autos y llevó a Ni-Ki a hacer grafitis, el muchacho tan emocionado que parecía a punto de saltar por la emoción. Le había preguntado, con inocencia, si él siempre había sido sordomudo, sin embargo, Ni-Ki lució perdido un instante.

Yo tampoco debería ver, había escrito Nishimura, pero no pudo preguntar a qué se refería porque la policía apareció y tuvieron que correr.

¿A qué se refería con eso?

Le explicó aquello a HeeSeung, y para cuando terminó, su mejor amigo lucía más enfermo que antes.

—Mierda, esto... —por primera vez, el chico más bajo no parecía ser capaz de decir un comentario inteligente para quitarle peso a la situación—, siento que todo esto es muy jodido...

—¿Riki escucha? —preguntó SungHoon de golpe, haciendo que HeeSeung lo mirara a la cara, su boca entreabierta—. Sé que puede parecer tonto, pero... ¿pero no has sentido, todo este tiempo, que Ni-Ki esconde muchas cosas? Yo solo... todo esto es demasiado raro y realmente...

—A veces —le interrumpió HeeSeung, su voz apenas un murmullo—, a veces si lo he sentido. Hay breves momentos en los que... en los que Ni-Ki actúa al oír una orden, al oír algo sorpresivo. Nunca le presté suficiente atención porque... supongo que no le tomaba importancia, aunque...

SungHoon sabía a qué se refería HeeSeung con sus palabras, porque él también se había dado cuenta de eso. Momentos pequeños en donde Riki, por ejemplo, le miraba cuando llamaba su atención. O respondía en lenguaje de señas cuando la pregunta fue sólo hecha en voz alta. Había pensado, varias veces, que sólo leyó sus labios, sin embargo...

—Lo peor es que... no sé cómo preguntárselo —tartamudeó SungHoon—, porque... porque siento que lo que le ocurrió fue horrible. Yo... a veces lo imagino, a veces pienso en lo que pudo haberle ocurrido, y el sólo hecho de imaginármelo resulta terrible.

HeeSeung parecía entender bien a qué se refería, siendo incapaz, en ese momento, de darle algún consejo con el que actuar los siguientes días porque también se encontraba desorientado y perdido. ¿Qué se supone que debía hacer ahora?

Sus padres debían saberlo, e incluso quizás JungWon, ¿y qué podía hacer con eso?

Recordó a Riki entre sus brazos, tan afectivo, tan lleno de un infinito amor, y sintió ganas de tenerlo otra vez a su lado para sonreírle, revolverle el cabello como solía hacer, y darle un beso suave en los labios.

Ni-Ki era como un monstruo de cariño, imposible de negárselo, siempre pareciendo querer más y más de una muestra de afecto, y SungHoon sólo quería tenerlo con él, protegerle de todo daño posible, hacerle saber que le quería. Que le amaba a pesar de todo.

Y sintió, en ese momento, que todo se limitaba a eso: que no importaba lo que estaba ocurriendo en realidad, porque él estaba enamorado de Nishimura Riki, y sólo quería hacérselo saber. La condición de Ni-Ki no era impedimento alguno para que ese amor creciera, y esos secretos que tenía el chico, estaban allí por algo. ¿Qué le importaba a él, entonces, que Ni-Ki decidiera esconderlo por ahora? SungHoon podía esperar.

Por Nishimura Riki, SungHoon podía esperar todo el tiempo del mundo.

Soltó el aire que estuvo conteniendo, sintiendo como el peso de sus hombros desaparecía un poco.

—Necesito ir al baño —masculló para humedecer su rostro, tratando de despejarse un poco más.

HeeSeung asintió, pensativo todavía.

SungHoon se abrió por en medio de la multitud de jóvenes, saludando a los que conocía con una sonrisa amistosa, pero antes de llegar a los baños, se detuvo.

— JiMin, de verdad... no quiero pelear contigo aquí.

No alcanzó a esconderse cuando Lee Geonu se giró, deteniéndose cuando sus miradas se encontraron.

Desvió la vista al ver cómo iba de la mano con otro chico, tan alto como él y de piel blanca, cabello oscuro, guapo y con una mirada intensa.

Retrocedió unos pasos.

—No quise interrumpir —murmuró—, yo sólo...

Geonu dio un paso.

—La verdad, es que hace mucho que quiero conversar contigo —dijo Geonu, su voz tranquila, y SungHoon agachó la cabeza con vergüenza, sin importarle que Geonu fuera más pequeño—, ¿puedes hacerlo o vas a seguir evitándome?

SungHoon tragó saliva, pero asintió luego de unos segundos de tenso silencio.

Geonu se volteó hacia su novio, que hacía una mueca de desagrado.

—No tardes, bebé —gruñó JiMin, inclinándose y dándole un beso antes de pasar al lado de SungHoon, ignorándolo por completo.

Geonu se volteó, haciéndole un gesto para que le siguiera, y a SungHoon no le quedó más remedio que obedecer. Eso, o salir corriendo como un cobarde.

El mayor salió de D-Town por la entrada de emergencia, llegando a un callejón poco iluminado, y sacó tabaco de su bolsillo, encendiéndolo con calma para luego ofrecérselo. SungHoon negó con la cabeza.

—Antes fumabas —comentó Geonu con calma.

—A ti no te hace bien —reprochó, sin pensarlo demasiado—, con la bonita voz que tienes...

Geonu soltó una risa baja.

—No fumo tanto, en realidad —admitió—, sólo cuando estoy ansioso.

SungHoon se sentía algo mareado en ese instante.

—Lo siento —dijo entonces, en medio del silencio, y Geonu le miró—, por... por haberte hecho tanto daño. Por haberte mentido y preferir a mis padres que nuestra relación. Por haberte roto el corazón. Yo... sé que ya tienes que saberlo, pero no... Tú nunca fuiste un experimento. Nunca fuiste un juego para mí. Realmente yo te quería.

El mayor le sonrió, aunque podía ver el dolor en su mirada, la angustia y la pena en ellos.

—Pensé, durante mucho tiempo, que tú volverías por mí —admitió Geonu, su tono sacudiéndose—, porque sabía que tú me querías. Que me quisiste tanto como yo lo hice, entonces... entonces me decía, ¿eso no es suficiente? ¿Acaso quererse no es suficiente para estar juntos? Pero tú no lo hacías —hizo un ruido extraño, medio risa, medio llanto—, tú no volvías, y yo pensaba entonces que jugaste conmigo. Que nunca me quisiste como decías, y sólo fui un juego para ti, como me lo habías dicho. Que yo no era especial y todo lo vivido fue sólo una farsa.

SungHoon bajó la vista por la vergüenza que sentía, por los recuerdos de lo que había provocado casi dos años atrás. Por no haber sido más valiente para enfrentar a sus padres, a su familia, y decirles que no se avergonzaba de amar a un chico tan maravilloso como lo era Geonu.

—Lo siento —repitió, porque era lo único que podía decir a estas alturas—, y estoy feliz de que... de que hayas encontrado a un chico que realmente te quiera, Geonu, y de que sepa darte lo que te mereces.

—Quise durante mucho tiempo que lo fueras tú —dijo Geonu con un suspiro, apagando el cigarrillo—, pero ahora tú quieres a otro chico, y yo quiero a otro.

SungHoon le miró con sorpresa al escuchar sus palabras, porque no creía que fuera a conocer a Ni-Ki.

—Es hermoso —agregó Geonu —, Ni-Ki parece realmente un chico increíble, SungHoon, así que por favor, no le rompas el corazón —sonrió con tristeza—, no le hagas el daño que me hiciste a mí, ¿está bien?

SungHoon se movió antes de pensarlo dos veces, y le dio un abrazo sorpresivo, sus brazos envolviéndose alrededor del cuello del mayor, sintiendo como encajaba bien contra él, como sus propios cuerpos se complementaban de una forma que no podía entender bien.

Se imaginó, un breve instante, mientras Geonu correspondía el abrazo, cómo habría sido todo si SungHoon hubiera actuado de una forma menos cobarde y más valiente.

Pero la vida, tristemente, no se componía de esos sueños, de esas imaginaciones, sino de las decisiones que uno tomaba pensando que eran lo mejor.

—Espero que te vaya bien —dijo Geonu con la voz ahogada, y SungHoon le dio un suave apretón—, porque a pesar de todo, una parte mía te seguirá queriendo a pesar de todo.

SungHoon lo tenía claro. Lo sabía, porque Geonu fue su primer amor, y no importaba cuánto tiempo pasara, una parte suya siempre le iba a guardar cariño para siempre.

—Ve adentro —le susurró una vez se separó—, tu novio debe estar esperándote.

Geonu sonrió, asintiendo, y desapareció cuando cruzó la puerta. SungHoon sólo volteó su vista al cielo, sintiéndose ahora un poco más ligero, y suspiró.

♡❜

YuNa soltó un bufido suave al sentir a Riki a su lado, abrazándola con fuerza mientras veía la televisión con los ojos brillando gracias a la curiosidad, acariciando a Bisco en su regazo. Su hijo, a pesar de todo, seguía asombrándose de cosas tan pequeñas como los programas que transmitía la TV.

Revolvió su cabello al ver a JeongIn entrar al living llevando un vaso con agua, y apretó sus manos en un gesto nervioso.

— Ni-Ki —llamó JeongIn.

Riki le miró.

Hubo un instante sin que nadie dijo algo mientras YuNa bajó el volumen de la televisión. Ni-Ki desvió la vista, sus labios temblando en una actitud ansiosa, y su mamá procedió a acariciarle la nuca para relajarle.

JeongIn se sentó delante de él, sobre la mesita, impidiendo que pudiera seguir viendo la película que estaban dando en ese momento.

¿Pasa algo? —preguntó con señas, frunciendo el ceño levemente.

YuNa besó su frente, llamando su atención.

—Sabes que te amamos, Nishi, ¿cierto? —dijo con voz cariñosa JeongIn, agarrándole la mano con ternura.

Riki parecía contrariado, su expresión algo enfadada por la extraña situación. No entendía por qué mamá y papá le hablaban sin señas, ¿es que acaso habían olvidado que él no debía escuchar? ¿Qué querían lograr entonces con eso? Y no sólo ellos, sino también su abuelita y tío YeoSang... incluso Jake, en la última sesión que tuvieron, le había hablado en voz alta en lugar de usar las señas durante varios momentos.

¡Le estaban haciendo cometer más errores de lo debido! Si Señor Shin llegaba a enterarse...

Mordió su labio inferior con más fuerza.

YuNa llamó su atención otra vez al notar que Ni-Ki parecía haberse reprimido.

—Te amamos —le insistió tratando de que su voz fuera amorosa, llena de un infinito afecto para así no asustarlo.

No asustarlo, porque sabía que Riki había sido criado en base al susto y el terror, y era eso una de las cosas que más le dolía a ellos: que ellos quisieron tanto llenarlo de amor, pero sólo había recibido castigos y horror en cambio.

Ni-Ki había sido forjado con miedo y dolor, sin embargo, ellos querían que se llenara otra vez con todo el cariño que se forzaban a entregarle.

El niño vaciló un instante.

Yo igual los amo —contestó pausadamente, pensando bien en sus siguientes movimientos—, ¿pasa algo? No entiendo por qué me hablan...

JeongIn le dio un apretón a su mano.

—Sólo queremos que sepas, Ki... —comenzó a decir su papá—, que si, en algún momento, tú... llegas a equivocarte, a romper alguna regla, no vamos a enojarnos contigo, ¿está bien? —besó sus nudillos—. No vamos a castigarte. No vamos jamás a hacerte daño alguno.

Parpadeó, confundido, sin entender lo que estaba diciendo. ¡Por supuesto que mamá y papá jamás le iban a agredir! Ellos eran... eran calidez, eran hogar, así como SungHoon lo era.

No, él sabía que no sería castigado.

Pero si Señor Shin se enteraba, entonces iba a pagar las consecuencias. Y tal vez era un miedo irracional, sin embargo, Ni-Ki sentía que Señor Shin estaba más cerca de lo que pensaba, aunque no podía decírselo a papá y mamá, porque le hizo una promesa.

Y Muñequito no podía romperla por nada del mundo.

♡❜

El día dos de febrero hubo un sol inusualmente fuerte a pesar de ser pleno invierno, pero aun así, los estudiantes fueron aquel día con ropa más ligera para capear un poco el calor.

Al menos, la mayoría de los estudiantes.

—Mamá dice que no debo desabrigarme —estaba diciendo Jay, con un gorrito de lana sobre sus cabellos, sólo sus orejas asomándose—, dice que estos días son perfectos para enfermarse, ¡y no me puedo enfermar!

Jay comenzó a mover su pie nerviosamente porque el profesor de Ciencias no fue y no tuvieron clase, desarmando su rutina por completo. Ahora acababan de irse de receso para el almuerzo, pero el muchacho seguía algo molesto.

—Pero tu mamá es enfermera... —dijo JungWon.

—¡Mamá va a celebrar mi cumpleaños! —explicó JongSeong, desviando la vista por completo—. Están invitados, ¿van a ir? Debo confirmarle a mi mamá —su voz titubeó un instante—, así ella no compra comida de más, no celebramos mis cumpleaños con más gente desde mis catorce años, no me importa mucho, pero ella quiere hacer algo especial y...

—Está bien, está bien —se apresuró a decir JungWon al ver que Jay parecía a punto de tener un colapso nervioso—, vamos a ir con Ni-Ki, ¿cierto?

Riki lo observó.

JungWon le miró con insistencia, como si no le hubiera hablado directamente. Había conversado días atrás con los padres de su mejor amigo, así que, aunque estuviera algo contrariado, iba a obedecer en sus instrucciones.

Sí, yo voy —dijo Ni-Ki con gestos, casi con desgana.

—¡Ves! —se animó JungWon —. ¿Vas a invitar a HeeSeung?

—Mmm... — JongSeong pareció pensarlo un instante—, pero si me deja plantado...

—No creo que–

JungWon se interrumpió a sí mismo cuando vio a alguien avanzando hacia ellos. Riki abrió la boca con incredulidad. SungHoon quería que la tierra lo tragara.

Todas las conversaciones del comedor se interrumpieron, un silencio extraño llenando el lugar.

—¿Qué pasa? —farfulló Jay —. ¿Por qué...?

—¡Jay! —gritó HeeSeung detrás de él—. ¿Sabes qué día es hoy?

—Alguien máteme —murmuró SungHoon, realmente afligido.

Jay se giró, con una respuesta a punto de salir de sus labios, pero quedó totalmente sorprendido cuando vio a HeeSeung de pie ante él... con un disfraz de dinosaurio. De un Tiranosaurio Rex.

—¿Qué? —balbuceó Jay, totalmente desconcertado por la situación.

SungHoon se sentó al lado de Ni-Ki, queriendo desaparecer de allí pronto.

HeeSeung no lucía amedrentado, sino que su expresión parecía cada vez más decisiva.

—¿Qué día es hoy? —insistió, moviendo los brazos cortos del disfraz.

Jay sacudió la cabeza.

—Dos de febrero —contestó.

—¡No! —regañó HeeSeung—. ¡Hoy es el día del dinosaurio!

Otro silencio.

JungWon se hundió en su asiento mientras Riki sonreía ampliamente.

—¿Cómo es eso? —dijo Jay, arrugando el ceño con enfado—. ¡Si fuera el día del dinosaurio, yo lo sabría!

HeeSeung esbozó una sonrisa.

—No está establecido, en realidad —le dijo, tomándole la mano—. ¡Pero para mí, hoy es el día del dinosaurio! ¿Y sabes qué significa eso?

—No entiendo —tartamudeó JongSeong, pero no se alejó.

—¡SungHoon, dámelo!

SungHoon parecía a punto de llorar por la vergüenza, pero asintió, y le entregó una bolsa que cargaba. De allí, HeeSeung sacó un peluche de dinosaurio: era el que había estado en el parque de diversiones, un braquiosáurido de color verde, tierno y bonito.

—¡Que el fan número uno de dinosaurios merece un regalo! —dijo HeeSeung, ofreciéndoselo, contento de ver la mirada iluminada de JongSeong al observar el peluche.

—¿Es mío? —balbuceó Jay.

—¡Sí, anda, tómalo! — HeeSeung lucía a unos segundos de saltar por la emoción, importándole poco ser el centro de atención en ese lugar, pendiente sólo de la reacción de Jay.

— perrito...

—¿No lo quieres? —la emoción pareció desaparecer del rostro de HeeSeung, a tal punto que incluso SungHoon se alarmó. Puede que su mejor amigo no fuera muy expresivo, pero era bastante sensible, más si se trataba de Jay.

—Pero... yo... — Jay parecía perdido—, yo no te-tengo nada para ti...

Más que eso: JongSeong no sabía cómo reaccionar, porque su mamá no le había dicho nunca qué debía hacer en esos casos. Sobre HeeSeung, ella sólo le dijo que debía darse un tiempo para relajar las cosas y que podía acercarse a él (o volver) sólo si su corazoncito dejaba de doler, pero que mientras doliera, no era bueno ser novio de él otra vez. Jay no lo entendía muy bien, sin embargo, le haría caso porque era su mamá y ella siempre tenía la razón en todo.

—No quiero nada —afirmó HeeSeung —, sólo... Jonggie, es tuyo. Siempre ha sido tuyo.

HeeSeung no le diría, además, que le costó mucho sacarlo del juego de ese horrible señor, estuvo toda la tarde del sábado y domingo metido en ese maldito juego, e incluso quedó endeudado con su hermano mayor porque le pidió prestado dinero.

Jay lo recibió, pensativo un momento, y se dio cuenta de que ya no se sentía mal con HeeSeung. Qué extraño.

Ya no había un dolor de estómago malo, sino uno bueno, pero ¿cuál era la diferencia entre los dos? Le preguntaría a su mamá cuando regresara a casa.

—Yo... ah... — Jay parecía contrariado consigo mismo, tratando de decir algo que pudiera gustarle a HeeSeung, pero no sabía qué. Le costaba mucho eso, ¿por qué?—. ¿Tú... uh... qui-quieres salir conmigo por un helado después?

HeeSeung bajó el dinosaurio, su boca abierta en una mueca atónita.

—¿Qué? —preguntó.

—Por el peluche —soltó Jay—, para... darte algo a cambio del peluche...

—¿Salir? ¿En una cita? —los ojos de HeeSeung brillaron.

Jay hizo un puchero extraño.

—¿Sí?

—¡Por supuesto! — HeeSeung casi le lanzó el peluche y Jay lo agarró contra su pecho, emocionado pero sin demostrarlo mucho—. ¡Claro, Jonggie!

La escena era extrañamente conmovedora y graciosa, con un feliz HeeSeung a segundos de bailar en un traje de dinosaurio.

—¡Voy a cambiarme y regreso, bebé! —gritó, corriendo mientras movía sus brazos, sin dejar de sonreír.

JungWon parpadeó.

—Eso fue lo más extraño que he visto en mi vida —dijo.

—Algún día haré eso por ti —dijo de pronto SuNoo, apareciendo por detrás, sobresaltándolo—, cuando peleemos, voy a vestirme de Spiderman para que volvamos.

El menor se coloreó ante la perspectiva.

Ni-Ki parecía feliz por lo recién ocurrido, sintiendo entonces la mano de SungHoon acariciando su palma por debajo de la mesa, deslizando un pequeño papel entre sus dedos.

Cuando JungWon no estaba prestando demasiada atención, discutiendo con SuNoo, fue que leyó el mensaje.

¿Podemos vernos después de clases, en el salón de música? Sólo los dos.

Ni-Ki le sonrió a SungHoon, asintiendo, pero volvió su vista hacia sus amigos para que nadie más se diera cuenta de lo recién ocurrido.

Así que a la salida, mientras recogían sus cosas, Ni-Ki le hizo un gesto a JungWon. Jay se había ido con HeeSeung a por el helado, sin tomar demasiado en cuenta que el mayor le llevara de la mano, porque la mano de HeeSeung era cálida contra la suya.

Debo quedarme un rato aquí —le dijo como si nada—, mamá me ha enviado un mensaje que pasará a buscarme para ir a comprar unas cosas.

JungWon asintió, algo confundido porque no vio a Ni-Ki con el celular, pero no le tomó demasiada importancia. Se despidió de su mejor amigo, encontrándose con SeonWoo, que le sonrió aunque sus ojos vieron a Ni-Ki desaparecer.

SuNoo se estaba impacientando demasiado con toda esa situación. Había pasado más de un mes desde que sabía todo ese asunto de SungHoon y Ni-Ki, pero no parecía que estuvieran cerca de decirle la verdad a JungWon. Eso le molestaba mucho, cada día sintiéndose peor por estarle mintiendo a su novio, por guardarle secretos cuando odiaba hacer esas cosas.

—¿Y Riki? —preguntó luego de darle un beso.

JungWon arrugó las cejas.

—Supongo que ha ido al baño mientras espera a su mamá —contestó, rascando su nuca—. ¿Vamos...?

—Oh, sí — SeonWoo le acarició la mejilla—, pero ¿me esperas un poco? Acabo de recordar que debo hablar con mi profesora de Literatura sobre un trabajo.

—No hay problema, te acompaño...

—No es necesario —le interrumpió, demasiado urgido y entregándole unas llaves—, ve al auto, JungWonnie, regreso en menos de diez minutos.

Sin darle tiempo a responder, SuNoo le dejó solo.

JungWon se sintió algo triste de pronto, pero trató de no darle demasiada importancia mientras suspiraba.

Ni-Ki, en tanto, entró al salón de música, viendo a SungHoon sentado detrás de una mesa, y le sonrió antes de abrazarlo, llenándolo de besos en el rostro, los brazos del mayor rodeándolo por la cintura.

—Ya, ya —se rió SungHoon —, me haces cosquillas...

Riki besó su nariz, cómodo al estar allí, sintiendo las caricias de SungHoon sobre su ropa. Le gustaba demasiado eso, estar rodeado de tanto amor, ¿acaso no era la mejor sensación del mundo?

Te he extrañado mucho —le dijo SungHoon una vez se alejó—, y la verdad es que quería estar a solas contigo aunque sea un instante.

Yo igual te he extrañado, SungHoon —respondió Ni-Ki —, quería...

Se vio interrumpido cuando la puerta de la sala se abrió, y un agitado SuNoo entró, aunque su expresión no parecía amigable.

—¿SeonWoo? —preguntó SungHoon—. ¿Qué ocurre?

Son unos descarados —escupió SuNoo—, cada vez son más obvios y siguen callando, ¿cuándo le van a decir la verdad a JungWon? Estoy cansado de ocultarle todo esto.

SungHoon enmudeció, pero el rostro de Riki se deformó por el miedo.

¡No, no! —dijo en señas—. No, SuNoo, por favor... —se adelantó, tomándolo del brazo—. Lo haré pronto, pero debo esperar un poco, acabamos de pelear y... y no es buen momento, SuNoo, tú debes entenderlo, tú sabes que JungWon...

No quiero mentirle más a él —respondió SeonWoo también en lenguaje de señas—. ¡No es correcto! ¡No se lo merece! JungWon confía en nosotros y le hacemos esto, es incorrecto, cómo...

¡Por favor, por favor! —lloró Riki con desespero—. No puedo decírselo ahora, no puedo... —sus manos temblaban, apenas entendiéndose lo que quería decir—, él está buscando a su mamá, está pensando en otra cosa, esto sería agregarle una carga, ¿por qué no lo entiendes?

SeonWoo apretó sus manos en puños, sus labios también temblando, pensando en su novio. En lo mucho que decía quererlo, que decía amar a sus amigos, en lo ilusionado que estaba por encontrar a su mamá. Ese viernes irían a visitar a las dos mujeres que tenían el nombre de quien decía ser su madre, JungWon estaba demasiado ansioso por eso, porque creía que todo estaba mejorando y...

Y...

¿SuNoo sería capaz de arrebatarle eso?

Le diremos —afirmó SungHoon, abrazando a Ni-Ki para calmarlo—, sólo... necesitamos un poco más de tiempo para que las cosas se ordenen.

SuNoo se sentía enfermo por seguir siendo partícipe de toda esa mentira, pero sólo asintió.

Riki sorbió su nariz y SungHoon vio que su tarde había sido arruinada.

Ve a casa —le dijo a Ni-Ki —, nos veremos después. Sale con SuNoo, ¿está bien? Yo saldré después.

El menor asintió, limpiando sus ojos antes de recibir un beso suave en los labios, y salir del salón detrás de SeonWoo, adelantándose y agarrándolo de la mano.

Gracias —le dijo, bajando la vista con vergüenza.

SeonWoo deslizó sus dedos por las mejillas de Ni-Ki, limpiando sus ojos.

Tarde o temprano tendrás que decirle —dijo SuNoo, su mandíbula apretada—, porque yo ya no puedo mentirle más a JungWon.

Ni-Ki lo abrazó.

Dos personas vieron esa escena.

Yang JungWon retrocedió para que no lo vieran, cubriendo su boca con su mano para no soltar ruido alguno, y salió corriendo hacia el auto de SuNoo, sintiéndose demasiado entumecido por lo que acababa de contemplar.

Ni-Ki abrazando a SuNoo. Los dos en un salón a solas.

¿Acaso...?

JungWon no quería ni imaginárselo.

La otra persona se escondió detrás de la pared cuando SeonWoo desapareció y Ni-Ki fue al baño, viendo salir a SungHoon también del salón, y comenzó a unir los puntos en su mente de todo lo que había estado ocurriendo esos últimos meses.

¿Debería hacer maratón..?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro