20. El niño de mamá.

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Halloween había vuelto a tener el puesto de su festividad favorita. No por los disfraces, ni dulces, todo había perdido valor desde que Severus le permitió besarlo.

La sensación de sus labios sobre los suyos era incomparable. Se había pasado la mayor parte de la noche despierto, envuelto en la oscuridad de su habitación permitiendo que sus pensamientos lo consumieran, recordando a detalle como se sintió, tratando de traer a su mente los recuerdos de su sabor.

Lo que sentía por Snape lo abrumaba, era difícil de comprender, era tan fuerte que lo asfixiaba, tan violento que se sentía bien.

Apenas amaneció y sus ojos se encontraron con la luz del día, pudo presenciar a James saltando de la cama para levantar a los demás; era hora de retomar los entrenamientos de quidditch, el primer fin de semana de noviembre era el enfrentamiento de gryffindor contra slytherin, y su amigo los explotaba en sobremanera cuando se acercaban esas fechas importantes.

—No iré, estoy cansado.— habló Remus entre sus sábanas.

—No te preocupes, Lunático. Quédate a descansar, debes estar con energía para ser nuestro comentarista el viernes.— mencionó el pelinegro.

Sirius aún no hablaba con Remus, a pesar de que las cosas se sentían más en calma, le era difícil acercarse a él como solía hacerlo antes, pero encontraría el momento adecuado.

—Yo también me quedaré a descansar.— comentó entre bostezos, mientras que estiraba los brazos y pequeños crujidos de su cuerpo resonaban.

—Parece que tendremos que arrastrarlo de nuevo.— exclamó James con una sonrisa divertida, su mirada se dirigió a Peter. Ambos se encaminaron a él para tomarlo por las piernas y arrastrarlo fuera de la cama.

Fue un poco más duro que otras veces, Sirius aún pudo sentir el resentimiento en sus jalones.

Despues del entrenamiento quedó bastante adolorido, culpaba a que su falta de concentración y sueño lo hacían perder el equilibrio y caer de la escoba, o chocar en ocasiones. James no se veía nada contento con la situación.

A pesar de ello, decidió ignorar el dolor y molestia que sentía, de la misma manera que los gritos de su amigo. Su mente estaba más enfocada en poder volver al castillo, lo único en lo que podía pensar estaba en el.

—¿Crees que podamos continuar mañana? — cuestionó con impaciencia. Necesitaba irse lo más pronto posible.

—Si, no puedo seguir viendo esta situación, debo reescribir todo el plan de juego para alejarte de las gradas, no vayas a caerle encima a la gente.— repuso
Potter con seriedad. —Necesitas concentrarte, Sirius, no podemos perder.

El mayor asintió, su amigo tenía razón, estaba tan distraído que podría arruinar el partido.

—Vayamos a desayunar.— interrumpió Peter en un tono temeroso. —Quizá no se concentra por el hambre, yo me siento así.

—Exacto, me muero por probar algo.

«Aunque no comida» pensó. Una sonrisa se ocultó entre sus labios.

—Vámonos.— James tomó su escoba y le dio una señal a los demás de que era todo por ese día.

Sirius y James se dirigieron a los vestidores del campo de entrenamiento, donde podían darse una ducha rápida y cambiarse para continuar con su mañana. Peter los espero afuera, siempre esperaba por ellos.

Finalmente, los tres merodeadores se dirigieron a los pasillos del colegio, caminando apresurados por llegar al gran comedor.

Se encontraron con que Remus estaba en la mesa desayunando pacíficamente, se veía mucho mejor que las últimas semanas.

James se sentó a su lado, dándole un abrazo con todo su cuerpo; Remus solo se hacía de lado para que no lo presionara tanto.

—Con cuidado.— mencionó Remus. Nunca le habían gustado los abrazos, pero por su nulo esfuerzo de quitarse a James de encima sabía que lo necesitaba.

—Te extrañabamos.— Peter habló con su tenue voz mientras se unía al abrazo.

Sirius solo los miraba con una sonrisa en el rostro, deseaba tanto unirse al abrazo que no pudo contenerse, se acercó a ellos y los tomó con dificultad a los tres.

Ninguno opuso resistencia, quizá habían pasado una situación difícil, pero aún eran los mismos niños que se adoraban entre sí.

—Suficiente, me van a asfixiar.— Remus alzó la vos pero pareció ser ignorado por sus amigos que seguían estrujandolo.

—Te queremos, Remus.

Sirius plantó en un beso estruendoso en su cabello, y Peter dio uno en su mejilla.

—Nos están viendo.— comentó el castaño.

Cuando estaban juntos parecía que nadie más existía, pero por primera vez las miradas de los slytherin los estaban haciendo sentir incómodos después de ese acto.

Los cuatro se separaron y se sentaron en sus lugares de manera formal. Los ojos de Sirius se dirigieron a la mesa de las serpientes, fue extraño porque no era la más cercana, pero la intensidad de su mirada atravesó el gran comedor hasta llegar a ellos. Hubo una en especial solo le causó una sonrisa; Severus lo estaba viendo.

La hora del desayuno llegó a su fin, y todos los alumnos se dirigieron a sus clases.

Sus días sin hablar con Severus se sentían aburridos y monótonos, como si le faltara la sensación que el provocaba para poder sentir algo. Las horas se pasaban vacías, y el tiempo se iba tan rápido que no lo sentía.

Al terminar sus deberes esa tarde, y después de cenar se dirigió a su habitación, se durmió molesto por no haber tenido interacción con Snape, ninguno de los dos había tenido la oportunidad de estar solo.

Su despertar fue idéntico a la mañana antecesora, levantándose desde temprano para el entrenamiento de quidditch.

Ese día transcurrió similar al anterior, desesperanzado y sin muchos ánimos. Sólo deseaba quedarse dormido una vez más, el día siguiente sería viernes.

Sus únicos encuentros con Snape eran cuando lo veía en los pasillos hablando con otros slytherin, pero nunca coincidían ni cruzaban la mirada, cuando había más personas a su alrededor actuaban como si no se conocieran. A veces incluso se lo topaba cuando estaba con su hermano, no perdía la oportunidad de brindarle un saludo a Regulus que el correspondía con una ligera sonrisa, pero Severus ni siquiera lo miraba.

Había comenzado a sentirse frustrado de no poder estar cerca de él, lo necesitaba, su tacto lo hacía sentir vivo, cada célula de su cuerpo vibraba cuando lo tenía cerca, con esa mirada fría y lasciva que se clavaba sobre sus propios ojos. Le encantaba lo que sentia cuando estaban juntos, pero era tan excitante tener que ocultarse, por que sabía que nadie lo aceptaría, todos lo verían como algo malo, dos enemigos no podían estar juntos.

Cada noche disfrutaba de sus pocas horas durmiendo entre sueños de su nueva obsesión, una extraña adicción que no abandonaba su mente. Severus Snape.

El sonido de un estruendo lo despertó esa mañana, parecía que una bomba de humo había explotado en la habitación. Se abrazó a sus cobijas asustado, aún estaba medio dormido y no entendía que sucedió.

—¡Felicidades, Canuto!— resonó la voz de Potter por la habitación, quien salió de entre el humo con un pequeño pastel.

Hubo un clic en su cerebro, se había olvidado por completo de ese detalle. El 3 de noviembre era su cumpleaños.

—Cada día más cerca de la tumba.— soltó el comentario  entre risas. A veces resentía ser un año mayor que todos sus compañeros.

—Pronto serás el señor Sirius Orión Black.

—No estás tan viejo.— mencionó Peter entre risas.

—Un saludo para el anciano que ya casi se muere.— agregó Remus riendo desde su cama.

—Esta noche tendremos dos celebraciones, tu cumpleaños y nuestra victoria contra el equipo de las serpientes.

—Pero si todavía no ganamos.— mencionó Peter.

—Estoy seguro de que lo haremos.

Después de comer un poco del pastel de cumpleaños que le habían traído sus amigos, los cuatro se dirigieron al campo de Quidditch.

Peter y Remus se fueron juntos a las gradas, mientras ellos iban a los vestidores para terminar de alistarse para el partido.

—He visto que Dorcas Meadowes viene a entrenar sola por las tardes.— comentó Marlene, la joven los miraba con intriga. —Nunca venía sin él hermanito de Sirius.

—Es niño es muy bueno, tal vez ya no necesita practicar.— habló uno de los jugadores del equipo. —Además tienen un muy buen equipo esta vez, son las mejores escobas.

—Va a ser aplastado por Sirius, para demostrarles que un buscador tiene que tener algo más que una familia rica.— exclamó Potter con molestia. Los partidos sacaban un lado oscuro de su personalidad. —Toma la Snitch antes que tu hermano y si es necesario muere en el intento, Sirius, porque tenemos que ganar hoy. Y si te caes o te distraes, yo te mato.

—Tenemos la misma familia, es mi hermanito.— lo miró confundido. —Demente.

—No hay familia en el quidditch, ¡solo enemigos!— James tomó la escoba entre sus manos, y les dio la señal para que lo siguieran hacia el campo. —Van a pelear duro, tienen que ser fuertes y rápidos, no estoy dispuesto a perder.

Sirius iba detrás de él, entre bostezos y estiramientos por el cansancio acumulado, llegaron hasta el campo. Donde la figura de la profesora Minerva McGonagall los detuvo antes de entrar.

—Lamento informarles, que el partido contra Slytherin fue cancelado.— comentó la profesora.

—No pueden cancelar el quidditch.— repuso James en un tono de reclamo.

—Silencio, Potter.

—Pero, ¿por qué, Profesora?— cuestionó Marlene.

—Tuvimos una serie de reclamos por parte de los padres de los alumnos de slytherin, por el reciente ataque que sufrió Regulus Black. Madame Black intecerdió para que se cancelara el partido hasta que su hijo esté en un estado de salud óptimo que le permita participar, y las demás familias se niegan a que haya estas actividades si sus hijos no están seguros en el colegio.— la voz de McGonagall era suave, pero podían notar la molestia en sus palabras. —Por supuesto que nuestro director ya está tratando la problemática, mientras tanto el partido será cambiado de fecha.

—¡Pero profesora, no puede hacer esto!— insistió James.

—La decisión ha sido tomada, Potter.

La profesora se alejó del lugar dándoles la espalda, no estaba dispuesta a escuchar más reclamos. Ella sabía claramente la situación de Remus, tal vez por eso no quiso dar más explicaciones, si el problema se hacía más grande levantaría sospechas.

—Muchas gracias, Sirius.— exclamó Marlene con molestia dándole un empujón.

—El niño de mamá.— se escuchó al fondo de los otros integrantes.

Entre murmullos y reclamos se fue dispersando el equipo, incluso James se fue del lugar sin hablar con él.

Vaya manera de iniciar su cumpleaños, todos parecían estar molestos con él por algo que no fue su culpa.

Aunque se sentía tranquilo de que el partido hubiera sido cancelado, no tenia los animos para jugar.

Estaba dispuesto a irse hasta que sus ojos buscaron entre las gradas, encontrándose con que Remus aún no se iba del campo, lo estaba mirando. Lo tomó como una señal y fue corriendo hacia él.

—¿Por qué sigues aquí?

—¿Quieres que me vaya?— preguntó Lupin levantándose.

—No, no, claro que no, solo pensé que te irías con los demás... parecen odiarme.

—A veces te lo ganas.— mencionó en un reproche. —Pero esta vez no, Peter me contó lo que escuchó, no tienen razón para estar molestos contigo... yo si tengo una razón pero mírame, no me he ido, no te abandonaría.

—Perdón, Lunático, por favor perdóname por no haber estado con ustedes.— suplicó en voz baja.

—Ya te perdoné.— Remus sonrió débilmente. —No se porque no estabas, pero debió de ser importante. Creo que puedo entenderlo... solo asegúrate de que tus encuentros no coincidan con la luna llena.

Esas palabras intrigaban al mayor, la sensación de que Remus sabía algo más lo perseguía en ocasiones. Pero prefería no indagar por el momento, no estaba listo para enfrentarlo.

—No volverá a pasar.— tomó su mano con delicadeza, pasando sus dedos con suavidad por sus cicatrices. Remus se lo permitió.

—Para la noche lo olvidarán, nunca se perderían una fiesta, no podemos dejar de celebrar que pronto te saldrán canas.

—En la mañana me dicen viejo y por la tarde niño de mamá, son unos tontos, mi madre nisiquiera me quiere.

—Eres un viejo niño de mamá.— Lupin rió. —Sabes que tu madre adora a Regulus, y que a él le fascina el quidditch, era su deber interceder por su él, pero también eres su hijo.

—No lo habría hecho por mi.

—No se lo has pedido.— su mirada se encontró con la de él. —A veces las personas no hacen lo que queremos porque no saben que lo queremos... es tu cumpleaños, pídele algo, es tu madre y te ama a su manera.

—Me ha hecho mucho daño.— bajó la mirada, el dolor de cuando su madre lo lastimaba estaba marcado en sus recuerdos con tinta gruesa.

—Se que no es una justificación, pero ella también ha sufrido, no debe ser fácil que te obliguen a casarte con un familiar, tal vez también fue lastimada.

Sirius nunca lo había pensado de esa manera, jamás vió más allá de la imagen perfecta que sus padres siempre mostraban. Las heridas abiertas venían sangrando desde generaciones pasadas en su familia.

—Me lo pensaré.

—Lo que te parezca mejor, es tu familia, debes intentar estar bien con ellos.— Remus se acercó a él y tomó sus manos entre las suyas. —Y si no funciona, siempre nos tendrás a nosotros, también somos tu familia.

Después de un tiempo Sirius volvió a sentirse seguro, no resistió y le dio un fuerte abrazo a Remus; era una dicha tener su amistad.

Se pusieron al tanto de algunas clases, charlaron un buen rato antes de que el ambiente comenzará a sentirse frío. En ese instante fue que ambos regresaron al castillo, Lupin fue por su lado para la sala común, pero él se quedó en el pasillo con la esperanza de toparse con Severus.

Sin embargo, un slytherin se cruzó en su camino, no era el que tanto estaba esperando ver, pero igual le alegro verlo.

—¡Reggie!— se dirigió hacia él, y le sorprendió que esta vez no lo ignoro.

—Sirius.

—¿Estás bien? ¿Supiste que cancelaron el partido? ¿Hablaste con madre?— cuestionó con ansiedad. Tenía muchas preguntas por hacerle y todas iban saliendo como pequeños disparos.

—Me estás hostigando.— retrocedió sus pasos sin dejar de mirarlo. —La respuesta a las tres preguntas es si.

—¿Pediste que lo cancelaran?

—No, Pomfrey me prohibió participar por mis recientes heridas, y tuvieron que avisarle a nuestros padres sobre lo que sucedió. Madre se rehusó a que hubiera un juego sin mi.

Sintió una pequeña punzada en el pecho, quizá su madre no hubiera hecho lo mismo por él. Odiaba a Walburga, pero al mismo tiempo deseaba tanto tener su cariño y aprobación. Su relación más tóxica era la que tenía con su madre.

—Que bueno, porque iba a patearte el trasero.— comentó en tono de broma. Los chistes eran su manera de lidiar con los problemas.

—El único trasero que sentiría algo iba a ser el tuyo, cuando te estrellaras con el suelo.

Ambos se miraron retandose entre sí, pero terminaron con una pequeña risa fugaz. Le recordó cuando peleaban de pequeños y dejaban de hablarse por minutos.

Sanar lazos le estaba brindando una tranquilidad que nunca había sentido.

—¿Entonces estás bien?

—Ya estoy mejor, lo que me llevaste fue de gran ayuda con las cicatrices, solo queda un poco de dolor.

—Me alegra mucho.— era sincero, se sentía bien saber que su hermanito no había sufrido daños permanente. —Te quiero.

Las palabras salieron de sus labios sin pensarlo, Regulus no le respondió pero pudo ver como buscaba algo entre sus bolsillos.

—Toma.— extendió sus manos para recibir una pequeña caja negra, como un joyero pero sin relieves. —Feliz cumpleaños.

Regulus no le dijo que lo quería, pero con ese pequeño gesto entendió que también lo sentía.

—Gracias.

Había una sonrisa que sería imposible borrar de su rostro ese día. Sabía que Regulus no le permitía darle un abrazo, por lo cual solo tuvieron un apretón de manos antes de que cada uno siguiera con su camino.

Sus encuentros eran cortos, compartían pocas palabras, pero era un avance enorme a lo que tenían antes que nisiquiera se dirigían la palabra.

Guardó en su túnica el regalo, lo abriría más tarde, merecía toda su atención.

Cuando pensó que el dia no podria mejorar su mirada captó a Severus que venía caminando solo, esto provocó que la sonrisa que tenía creciera.

Ambos se miraron, y el menor le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera. Caminó a una considerable distancia atrás de él, antes de darse cuenta que se dirigían al aula vacía en la que solían encontrarte.

—Quería avisarte que no tendremos clase hoy.— comentó el slytherin cuando cerró la puerta.

—No... no puedes cancelarla, pagaré más si es necesario, pero no me quites las clases, por favor.— suplicó. —¿Hice algo mal?

—No, solo pensé que estarías ocupado.

—Lo recordaste.— su rostro nunca se había visto tan feliz. Severus había recordado que era su cumpleaños.

—No sé de qué hablas.— repuso en tono serio.

—Por supuesto que recordarías la fecha del día que mi pastel terminó en tu cara el año pasado.— sucedió por error. Peter había estado levitando el pastel de las cocinas cuando Snape apareció e intentó hechizarlo. Distrajo a Colagusano lo suficiente como para perder el control del hechizo y hacer que el pastel terminará en la cabeza de Snape. —Sabes que es mi cumpleaños.

—No me importa que día es, solo escuché que habría una fiesta y no pienso recibirte con aliento a alcohol.

—¿Por qué te importaría mi aliento?— murmuró. Sus pasos se encaminaron hacia él inconscientemente, como si su mente hubiera aprendido a donde debía ir en busca de cercanía. Lo empujó con suavidad al escritorio. —¿Temes que vuelva a besarte?

Sus respiraciones estaban tan cerca que se entrelazaban, ambas calientes y entrecortadas. Notó como Severus tembló al instante que lo tuvo cerca, aunque intentaba mantener su postura.

—No te me acerques.— sus palabras eran serias, pero la forma en la que lo miraba expresaba algo más. Sirius podía ver el deseo en sus ojos.

—No te preocupes, no te besaré.— mencionó en un susurró que se perdió en los labios contrarios. — Esperaré a que tu lo hagas.

Quería hacerlo, se moría por volver a unir sus labios, pero no quería ser el único que perseguía a Snape, ya se había percatado de que el también estaba interesado y quería que se lo mostrara.

—Búscate una silla, te vas a cansar de estar esperando.— escupió sus palabras y le dio un empujón que lo hizo retroceder.

—Te veré en la noche, pago por mis clases entonces no puedes cancelarla.

Severus lo miró con desprecio, y aunque su rostro era inexpresivo, pudo notar un tenue puchero en sus labios.

—Bien, si eso es lo que quieres.

—Hay algo más que quiero.

—Todavía puedo cambiar de opinión si tengo que escuchar una palabra más de esto.—  musitó . —Que no se te olvide que el profesor es el que da las órdenes.

—Si, profesor.— gruñó con un tono provocativo. Le encantaba jugar de esa manera con Snape, nada era comprable a la adrenalina que sentía.

El menor rodó los ojos con molestia, lo miró una última vez antes de abandonar el lugar.

Sirius esperó un momento para que algunas partes de él se calmaran y poder salir a los pasillos, cuando finalmente sucedió se fue corriendo a su habitación.

Tenía una carta que escribirle a su madre, ya sabía exactamente que pediría de regalo de cumpleaños.

Mi tesis no tiene avance, pero esta historia si 🫣 hay dos capítulos en proceso para la próxima semana !

Gracias por el apoyo, los tqm 🫶🏻

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