❪𝗢𝟱❫ ; 𝘁𝗵𝗲 𝘀𝘁𝗮𝗿𝘁 𝗼𝗳 𝗻𝗲𝘄 𝗰𝗵𝗮𝗹𝗹𝗲𝗻𝗴𝗲.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

ARC ONE; THE ECLIPSE❫
*╔═══❖•ೋ°💧°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO CINCO;
EL COMIENZO DE UN NUEVO DESAFÍO
❛Un poder

┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
━━━━━━━━━━━

—¿NO HAN TENIDO ESE TIPO DE SENSACIÓN de que algo muy malo va a pasar?

Los ojos rojizos de la pelinaranja se dirigieron inmediatamente hacia su dirección, alejando su vista de la ventana luego de haber visto a su hermana más pequeña marcharse finalmente a aquel viaje escolar a la feria. Hizo una pequeña mueca cuando vió a su hermano menor toser y seguidamente estornudar con fuerza, aunque claro, cubriéndose con un pañuelo. No quería que sus hermanos se contagiaran de lo que poseía actualmente.

—¿Estás tratando de decir que a HatsuHatsu le sucederá algo? —mencionó la de mirada intensa. Sus brazos rodearon sus piernas para atraerlas a su pecho, abrazándola sin dejar de observarlo.

—Algo malo, con exactitud. —Takeshi frotó levemente su nariz rojiza al estar llena de mocosa. Aún así, siguió hablando, con un tono de voz congestionado—. No sé por qué, pero algo me dice que pasara algo... Por eso pregunto; para saber si tu también sientes lo mismo o percibes una sensación similar. —señaló el de revoltosos cabellos carmesí.

—Oh, bueno, uhm... —Gie hizo un pequeño gesto pensativo, navegando en su cabeza a la par que su mano sostenía su mentón y con su dedo índice comenzaba a golpear levemente este, en señal de que estaba pensando en algo. Levantó su mirada, con una expresión usual en ella—. Si, la siento, pero aún es igual esa sensación que sienta. A HatsuHatsu es a quien le sucederá algo malo, no a mi.

—Onee-chan, no seas insensible. ¡Estamos hablando de nuestra hermana! ¡ya que —un estornudo lo interrumpió repentinamente, por lo que sonó levemente su nariz contra el pañuelo para seguir hablando—, podría sucederle algo malo!

—No es mi problema. —la ojiroja hizo una mueca mientras cruzaba sus brazos levemente sobre su pecho viendo a su hermano mirarla con reproche y a su vez enojo—. ¡Pero no te molestes! ¡digo la verdad!. Ella es mi hermana y todo pero ya es cosa suya que le suceda. No me importa, con tal de que no se muera estoy bien...

—¡Deja de ser cruel! Seguramente si ella llegara a terminar hospitalizada o algo, no te importaría en nada ¿no? —seguía reprochando el de ojos color vino con una mueca, agitando de arriba hacia abajo sus manos hechas puño.

—Exactamente. No me importaría porque ella sanaría de todas maneras. Si llegará a terminar en un estado terminal, claro que me preocuparía, pero con algo mínimo claro que no.

Inmediatamente recibió un almohadazo por parte del pelirrojo puro, haciéndola enojar para igualmente devolverle el golpe en el proceso, comenzando una pequeña pelea de almohadas. Gie quizás hubiera tirado ya a su hermano pero considerando un poco el hecho de que Takeshi estaba enfermo; no lo haría, aunque tampoco si no estuviera enfermo lo haría ya que la acusarían con sus padres.

—¡Aniki, dile que deje de ser tan agresiva! —se quejó en voz alta el niño pelirrojo mientras saltaba hacia la cama contraria, casi siendo seguido por parte de la de cabello color naranjo quien estaba bastante molesta.

—¡Tu empezaste!

—¡No, lo hiciste tú por la indiferencia con nuestra hermana!

Y nuevamente comenzaron la guerra de almohadazos, aunque Takeshi cada tanto estornudaba y para Gie era un problema, porque podría caerle gérmenes encima y terminara enfermándose ella después, cosa que para nada quería. Como a cualquier persona, no le gustaba enfermarse para nada, le dió un escalofrío apenas pensó en ella con su nariz tapada al punto de no respirar bien.

Una leve risa salió de entre sus labios, dejando el libro que estaba leyendo unos segundos apoyado en sus piernas flexionadas. Observó nuevamente hacia la pequeña pelea de almohadas qué estaban teniendo los dos más pequeños presentes en aquella casa. Lo admitía, era divertida y entretenida su pelea, le gustaba observarla aunque aún así, tenía que seguir estudiando.

—Gie-chan, él tiene razón; deberías tener un poco más de preocupación por nuestra hermana menor. Puede que le pase la más mínima cosa, pero para ella sería doloroso y le afectaría más, sobretodo cuando está con nuevos niños de su edad. —había comentado el de cabello semi albino manteniendo aún una sonrisa en sus labios, escuchando un "¡Bleh!" de parte de Gie. Nuevamente soltó una pequeña risita ante aquello.

—¡Ya se, me preocupo por HatsuHatsu! Pero Takeshi-kun me provoca un poco de irritación al insistir que le va a suceder algo demasiado malo, como que... ¡llegué un villano! ¡o se lastime gravemente en algún juego! Claro que me preocupo por ella, es mi única hermana niña. —la pelinaranja se sentó con cierta desgana en la cama de su hermano mayor, cruzando sus brazos—. Sólo que ahora no me importa mucho que le pase. está supervisada con una maestra todo el tiempo, no le podría pasar algo tan grave. Y como dije, no me importa si no es a mi a quien perjudican gravemente.

—¡Eres demasiado confusa!; dices que no te importa que le pase a nuestra hermana y luego dices que si te importa. —se quejó el pelirrojo de cabellos revoltosos—. ¡Y claro que sí te sentirás mal! Si le pasara algo estarías perjudicada sestirmen-sirten... eh... —hizo una pequeña pausa de forma pensativa. Por mucho que haya tratado de darle un sermón a su hermana, no tuvo éxito, ya que se enredó solo con sus palabras.

—¿Sentimentalmente? —señaló el mayor presente con curiosidad, tratando de ayudarle a su hermano menor ante aquello.

Takeshi asintió repetidas veces, señalando hacia su dirección. Cómo si le estuviera dando la razón en aquel hecho. Aún se confundía al hablar con palabras largas.

—¡Si, sentimentalmente! Te podría perjudicar sentimentalmente, Onee-chan.

—¿Y como sabes que lo hará, Nii-chan? Dije claramente que no me importará que le pase. Si está en peligro de morir ya sería otra historia. No quiero ver a mamá o a papá tristes. —dijo la pelinaranja bastante segura de sus palabras—. Aunque nunca he visto a papá triste.

—Si, yo tampoco... —el pelirrojo se sentó con tranquilidad en la cama, casi como si el reproche que sentía anteriormente hubiera desaparecido.

—O enojado...

—O feliz... Realmente siempre está desinteresado y calmado.

Gie asintió lentamente por lo que dijo su hermano menor cosa que era muy cierta; nunca ha visto a su padre de cabellos albinos con una expresión alegre o triste, mucho menos molesta.

—Si, tienes razón.

El mayor de mechas albinas sonrió divertido al ver a sus dos hermanos menores ahora pensando en que expresiones -cabe decir que muy pocas- habrá tenido Katashi, cuando segundos antes básicamente se estaban correteando de un lado a otro.

No podía evitar sentir más a fondo esa sensación también.

Sus ojos fueron dirigiéndose hacia la ventana de su habitación, mirando por esta misma hacia la carretera de aquella calle donde pasaban autos, motocicletas, bicis o simplemente vecinos con tranquilidad. Nada del otro mundo.

Levantó ligeramente su mirada observando hacia el cielo pero lo que miraba era el muy leve reflejo del vidrio de la ventana. Kazuto estaba pensativo con lo que había dicho Takeshi.

—Espero que te encuentres bien, Sulin-chan.


SU PEQUEÑO CUERPO CAYÓ BRUSCAMENTE CONTRA el pavimento de aquel parque, soltando un sollozo y jadeo en el proceso. No dejaba de temblar levemente por el miedo que estaba sintiendo, las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas rojas y con un pequeño rasguño.

—D-dej-... d-dejáme... —sollozó en un muy pequeño susurro, echándose muy débilmente hacia atrás, en busca de escapar de allí.

—¡Déjame tu a mi, tonta! —cerró sus grandes y azulados ojos con miedo por lo que le había dicho Otani con un tono de voz chillón y bastante irritado -también irritante para cualquiera, cabe decir-.

Mientras aún esperaba a Shinsō en los columpios, ella repentinamente llegó con otra niña más la cual se había subido al columpio que quedaba y la pequeña peligris la había querido obligar a ella a bajarse del otro columpio dónde estaba sentada. Hatsulin se había negado con ciertas dudas de hacerlo y la contraria comenzó a buscar jalonearla hasta que terminó a unos metros en el suelo luego de que comenzara a jalonearle el cabello como de costumbre y que le haya rasguñado la mejilla.

Aún así, no estaba acostumbrada a que hiciera aquello, pero Otani parecía que ya era su costumbre.

—Todo estaba mucho mejor antes de que llegarás. Ellen me miraba a mi y no a tí. ¡Él es mi príncipe! —decía la de ojos morados con bastante reproche, básicamente haciendo un berrinche mientras Hatsulin sostenía su mejilla roja sin dejar de llorar, incluso un pequeño moco salía por su fosa nasal a pesar de absorber cada tanto—. ¡No debiste venir aquí!

La de orbes azules había tenido que cubrirse los ojos apenas la contraria pateó el suelo, dirigiendo la tierra de este mismo hacia su rostro. Por suerte no se le metió a los ojos, pero si había provocado que tosiera un poco. Las lágrimas aún seguían cayendo por sus mejillas.

—Seguramente tus papás no te soportaron y te trajeron aquí ¡Pero aquí también nadie te soporta! —chilló nuevamente la peligris de una forma bastante exagerada y quejosa pero dolorosa para Hatsulin quien sólamente sentía cada vez más una presión en su pecho y que sus lágrimas bajarán con mas intensidad—. ¡Sólamente vete de aquí! ¡nadie te quiere aquí!. ¡Sólo eres un estorbo!

El cuerpo de la pelirroja había temblado apenas escuchó lo que dijo, agarrándose con una de sus manos su camisa, en la zona de su pecho. Ya que a su corazón le dolía mucho que dijera algo tan cruel como eso; a ella le dolía.

Apretó su mano contraria contra el pavimento del parque por la impotencia que sentía, por el dolor sentimental que sentía sólo por algunas palabras de una cruel niña. Quién sabrá de dónde las habrá escuchado, tal vez de alguna película o las vivió o vió en carne y hueso.

—Y-yo no... yo no soy —murmuraba con la voz entrecortada la de ojos azules, sintiendo un fuerte nudo en su garganta. Las lágrimas no dejaban de caer ni un segundo hasta el suelo—... no soy un estorbo...

Otani abrió ligeramente sus ojos por sus palabras para fruncir su nariz y sus labios en un gesto molesto. —¡Si lo eres! Los demás piensan lo mismo y si no fuera así, estuvieran aquí defendiéndote ¡y no es así!—dijo con burla en su voz.

Nuevamente la pelirroja apretó sus manos, bastante dudosa y asustada de lo que estaba diciendo la contraria lo cual la hacía dudar demasiado y sentir inseguridad o al menos más de lo que ya sentía. ¿Ella estará diciendo la verdad?... ¿realmente soy un estorbo?❜. Apretó sus labios con un poco de fuerza por sus pensamientos.

Sorbió la mocosa de sus fosas nasales sin ser capaz de levantar la mirada pero si sintiendo una pesada y fija en ella, seguida de otras más provocando que levantara ligeramente sus ojos hacia su alrededor -principalmente a sus compañeros- que miraban desde sus juegos hacia su dirección, al menos algunos. Se veían confundidos y a la vez entretenidos, como si fuera el mejor espectáculo que estaban viendo.

Su cuerpo sintió nuevamente una pesadez para agachar su cabeza, provocando que la mayoría de su corto cabello fuera hacia abajo. Sus ojos seguían derramando lágrimas sin cesar por el dolor físico y emocional que poseía. Este día era peor que los demás.

—¡Levántate, tonta! —volvió a reclamar la niña de cabellera gris, agachándose con brusquedad para poder agarrarle el brazo y hacer que se levanté.

Hatsulin se había quejado por eso, hasta sentir como era dejada en el suelo de golpe cuando Otani la sostuvo y ahora soltado con una gran velocidad. Toda su vista estaba nublada por las lágrimas, hasta que la poca visión que tenía ver cómo unas gotas caían al suelo, como lágrimas pero no eran suyas. Sus orejas no captaban más que un pitido por lo que aún no podía escuchar con claridad su alrededor, luego de unos segundos.

Comenzó a escuchar chillidos, quejidos y llantos, haciendo que levantara temblorosa la mirada hacia la de ojos morados quién se sostenía con mucho dolor la mano y no dejaba de quejarse.

—¡W-wa, duele mucho!

Los ojos de Hatsulin mostraban demasiada confusión por aquello de su parte, incluso los niños de su grupo a su alrededor estaban asustados y curiosos de las repentinas quejas que ahora escuchaban de parte de la jovencita Otani. La pelirroja también estaba confundida y asustada.

¿Que le sucedió?

—¡Sensei, duele mucho! !Me duele! —no dejaba de quejarse la peligris por el inmenso dolor que sentía en su mano. Hatsulin miró asustada y con lentitud dicha extremidad la cual apenas se veía y en la palma estaba bastante roja, casi parecían ronchas. 

—¿O-otani-san? —dijo confundida la de ojos azules mientras veía como la maestra al igual que los jóvenes que venían con ella se acercaban corriendo—. ¿Q-que tienes?

Se levantó con dificultad mientras tenía la intención de tomar su brazo, sintiendo un cosquilleo de inquietud -según ella- por todo su cuerpo, junto con una ola repentina de calor, principalmente por su mano derecha quién al apenas tener un mínimo tacto con la piel de la contraria, de repente fue colocándose rojiza.

Para después ser rodeada con una capa de calor.

—¡Ah!

Todos a su alrededor voltearon a ver totalmente exaltados aquel grito de Otani, inclusive la maestra quien se quedó casi estática en su lugar junto con sus compañeros los cuales mostraban total susto en sus rostros por ver nuevamente otra quemadura en todo el brazo de la niña justo cuando una flama de fuego puro apareciera en la mano de Hatsulin.

—¡D-d-duele! ¡a-ah, duele! —Hatsulin seguía mirando aterrada hacia la de ojos morados sin saber que hacer o como reaccionar.

—O-otani-san... —murmuró Hatsulin tratando de acercarse un poco más a Otani para ayudarla.

—¡S-sensei, Hatsulin me lastimó!, ¡ella es mala, alejála de mí! —lloriqueaba Otani sin fin, mirando con miedo y a la vez desprecio a la pelirroja quien estaba muy aterrada—. ¡Alejate, eres una mala persona, una villana! ¡m-me hiciste daño! ¡Tonta!

Los ojos de Hatsulin seguían abiertos por completo por el trance que sentía al dejarse medio consumir por el dolor que sentía ahora con sus palabras. Estaba demasiado asustada ¿de dónde venía ese fuego?

Sus manos se apretaron levemente y ante aquello, el fuego se extendió de golpe por sus brazos y seguidamente por todo su cuerpo, siendo cubierta por una capa de aquellas flamas las cuales no le hacían ningún daño a su piel pero si a su ropa, comenzando a quemarla.

—¡Tsubomi-chan! —escuchó el grito de su maestra mientras comenzaba a mirarse con espanto de estar rodeada repentinamente de fuego pero que no le hiciera daño alguno.

¿Será un villano oculto que le lanzó un ataque y por eso estaba cubierta de fuego? pero si era así, debería estar quemándose la piel también, ya que el fuego puede ser peligroso y malo. Eso le ha dicho su madre a pesar de controlarlo también por su quirk.

—Q-que es... ¿que es e-esto?... —sus manos temblaban por lo que veían por puro impulso trató de agitarlas o apagarlas al palmearse pero no funcionó, simplemente avivó aún más el fuego—. ¿Q-que me pasa?

Comenzó a escuchar gemidos de sorpresa y susto a su alrededor junto con gritos alterados de las personas en la feria e igualmente de sus compañeros que comenzaron a temblar y llorar en su lugar por verla cubierta prácticamente en fuego, incluso en un pequeño tramo de 5O centímetros el césped comenzaba a incendiarse y desvanecerse en unas flamas que se movían bruscamente a pesar de lo pequeñas que eran, parecían alteradas.

Al igual que Hatsulin.

—¿Que me pasa?... ayúdenme... —miró asustada a su alrededor queriendo acercarse hacia Otani pero ella entre gritos -y aún quejidos- se fue corriendo con la maestra quien tenía su distancia sin saber que hacer al igual que los demás ciudadanos que no dejaban de decir "¡Alguien ayudela!", "¡Llamen a un héroe!" o cosas por el estilo—. A-ayuda.

Miró hacia un metro de ella donde estaba aquella niña de complejo de mariposa casi paralizada en su lugar sin dejar de temblar ni un segundo con lágrimas en sus ojos. Había soltado un pequeño grito apenas la pobre Hatsulin la había volteado a mirar con una mirada asustada y a su vez suplicante, en busca de ayuda.

La pelirroja avanzó unos pasos, y por lo que hacía, el césped en aquel tramo de 5O centímetros comenzaba a quemarse. — Ayúdame, por favor. ¿¡Q-que me sucede!?

La de complejo de mariposa simplemente seguía paralizada mirando sin parar el fuego de la pelirroja que se acercaba más y más, cada una de sus extremidades temblaba con fuerza y al tener apenas el contacto del calor del fuego movió sus pequeñas alas con fuerza y se alejó rápidamente entre caídas de la pelirroja quien se quedó paralizada en su lugar por su acción de escapar de ella.

Está escapando de mí... escapan de mi❜. Las lágrimas caían y caían, evaporándose con el fuego que no desertaba ni un segundo, se movía con brusquedad y alteración provocando temor y preocupación a las personas a su alrededor que no sabían que hacer.

—A-ayuda... por favor... —balbuceó entre sollozos, tratando de acercarse a sus pequeños compañeros que sólo gritaban y corrían hacia un adulto cercano para alejarse—. ¿P-por qué no me ayudan? a-alguien ayúdeme.

Miró y miró a la cara de los adultos rodeando el lugar. Algunos sólamente seguían parados con temor y murmuraciones preocupadas, algunos estaban alejándose con temor con sus hijos, uno que otro yendo a buscar a algún héroe y apenas algunos jóvenes o ya adultos querían acercarse para ayudar. Pero lo que la colocaba más asustada y nerviosa eran sus caras de miedo.

Miedo y preocupación.

Se exaltó sin evitar cuando escuchó una pequeña exclamación que apenas y pudo percibir, ya que no notó el "¡Tranquila!" de un hombre adulto quien había tomado el riesgo de acercarse y tratar de cubrirla con lo que parecía ser una manta contra el fuego, pero sólo logro que la niña se alejara asustada de que le hiciera algo.

—Y-yo no... yo no quiero causar miedo, no quiero que me hagan daño, sólo quiero ayuda...—lagrimeaba una y otra vez, escuchando como la humedad de las lágrimas que salían de sus ojos se quemaban con el fuego y evaporaban en el aire. Una de sus manos trató de apoyarse en algo, siendo el metal del tobogan que había en el parque de allí.

Pero más fue su miedo al mirar lentamente como este se prendía alteradamente en fuego y comenzaba a quemarse, escuchando más exclamaciones de asombro y miedo. Hatsulin sólo podía ver aterrada las alteradas flamas que consumían el tobogan poco a poco y quería extenderse más.

Sólo quería que todo terminara de una vez.

—¡Tsubomi! —escuchó una vez, una voz aguda pero masculina resonó muy poco en sus oídos como un eco pero no reaccionaba, al menos no al instante.

Ella simplemente podía ver las flamas que provocaba y sentir como estas mismas quemaban aún su ropa que casi estaba toda desecha, pero alcanzando a tapar lo necesario por ahora. Las flamas quemaban lentamente su vestimenta como una hoja de papel, mostrando primeramente la piel de sus pequeñas piernas y su abdomen y brazos, pero aunque quisiera una forma de detenerlo no sabía cómo, por mucho que quisiera ayudarse a si misma o algo, las flamas parecían alterarse más.

Ya no tenía ni idea de que podría hacer.

—¡Tsubomi!

Levantó muy ligeramente su mirada aún en un pequeño trance al finalmente caer en cuenta en aquella voz, mirando hacia atrás suyo dónde veía a varios metros a su maestra manteniendo lejos a sus compañeros, pero entre ellos estaba su amigo que estaba asustado y preocupado.

—Shinsō-kun... —murmuró en un pequeño hilito de voz volteada hacia él quien fue que la llamo con nervios y desesperación.

De repente, todo se detuvo.

Las flamas poco a poco se apagaban de forma repentina ante la atención de todos, viendo como el césped dejaba de quemarse al igual que aquella pequeña atracción que estaba mayormente derretida y como la pelirroja dejaba de estar cubierta de fuego al quedarse paralizada en su lugar.

Sus ojos parecían idos en alguna parte, sus pupilas habían disminuido ligeramente con un pequeño borde circular alrededor de ellos, con una mirada perdida y anonada. Cualquier gesto o sonido que anteriormente hacía, desapareció.

—¡Tsubomi! —el mismo responsable de la parálisis de Hatsulin ahora se zafó del agarre de uno de los jóvenes para correr a tropezones hacia la pelirroja aún seguía paralizada en su lugar.

Parecía que la tensión había desaparecido finalmente, todos estaba aliviados de que todo aquello se detuviera de una vez por todas aunque seguían preocupados por la pequeña.

La maestra veía con preocupación y precaución a Hatsulin y Hitōshi para después sin esperar ir rápidamente hacia allá mientras que sus compañeros cuidaban y tranquilizaban a los pequeños niños de los que estaban a cargo y no dejaban de llorar.

El de cabello índigo se acercó ahora con lentitud a la pelirroja estando justo al frente de ella. Tenía una mirada nerviosa, aliviada y arrepentida por haber usado su quirk en ella, pero era necesario si quería que se detuviera.

—Tsubomi. —habló sin recibir obviamente algún gesto de su parte. Una de sus pequeñas manos fue hacia su hombro provocando un ligeramente fuerte golpecito que hizo a la pelirroja reaccionar por medio de sus ojos—. Tsubomi...

Hatsulin seguía aun perdida pero conciente, dejando salir un hondo respiro a la par que sus pupilas se desencajaban hacia arriba y luego, caía al suelo en una acción repentina, pero clara de que se había desmayado.

—¡Tsubomi-chan! —la joven maestra corrió rápidamente hacia la ahora desmayada pelirroja, agachándose con alteración de su acción mientras que hacía a Shinsō alejarse para darle espacio, aunque éste quería ayudar—. ¡Tsubom-ah! —se quejó sin evitarlo al tener un pequeño contacto con su piel al buscar sostenerla.

Se sentía perfectamente como una caldera de agua hirviendo, apenas pudo mover su pequeño cuerpo para ver que no tuviera ningún daño. Podía ver un gesto de dolor en sus facciones por sus cejas fruncidas; tenía las mejillas bastante rojas y su boca entreabierta no dejaba de soltar pesados jadeos por el calor.

Aparentemente el efecto de unos segundos usando su quirk.

La maestra estaba muy nerviosa, casi no sabía que hacer; tenía una alumna con quemaduras de segundo grado en sus brazos y una desmayada sin saber si tenía alguna herida grave o interna. Hasta ahora nada de eso le ha sucedido en sus años de trabajo.

—No pensé que algo tan malo pasaría hoy. —murmuró la castaña tomando aire mientras acomodaba como podía el cuerpo totalmente caliente de Tsubomi en el césped—. ¿¡Alguien aquí es doctor!? ¿¡hay algún doctor!? —siendo la única solución que se le ocurrió, comenzó a mirar a su alrededor rápidamente.

Entre todas las personas llegó un hombre de cabello anaranjado, no pasaba de los treinta aunque se veía bastante jóven. Él tenía una expresión determinada y preocupada. —Yo no soy... doctor, pero puedo ayudar a llevarla al médico que hay aquí en caso de emergencia. —dijo el chico agachándose para ver a la niña.

La maestra asintió por aquello viendo a Hatsulin con preocupación en su mirada. A pesar del fuego no tenía ninguna quemadura hasta ahora en su cuerpo, sobretodo en la mayoría descubierta. Eso la aliviaba, que estuviera físicamente bien, pero tenía que ser más exacta en su estado, tenía que llamar a un doctor y a sus padres.

Acarició muy ligeramente sus cabellos que no estaban tan calientes, mientras su cuerpo era envuelto en la manta contra el calor para poder cargarla sin problema y comenzar a llevarla hacia dónde estuviera el enfermero, esperando que reaccionara de aquello sucedido con su quirk.

Apenas desarrollándose y ya causando problemas...

—EN ÚLTIMAS NOTICIAS, HUBO UN ESCÁNDALO en la feria del distrito de Kioto luego de que una niña al parecer haya despertado su quirk.

La voz de la noticiera se escuchó claramente mientras estaba de espaldas luego de que uno de sus compañeros haya divagado en las redes sociales de su teléfono hasta ir a parar en las noticias. Su mirada era la misma perdida y concentrada mientras seguía revisando aquellos papeles enfrente suyo.

El teléfono en su pantalón trasero comenzó a vibrar haciendo que mirara de a poco hacia esa dirección con desinterés pero a la vez dureza. Pensaba ignorar esa llamada pero mejor fue contestar; podría ser su esposa o su jefe llamándolo a ese número, nunca se sabe.

—Hah.. hoy en día colocan cualquier cosa en la televisión, incluso a una mocosa desarrollando su quirk. —dijo con cansancio un hombre de voz rasposa.

—Mira el lado bueno; las expresiones de imbéciles de todos por no lidiar con una chiquilla de fuego. ¿Habrá incendiado a alguien también? —ahora habló una voz masculina pero de diferente tono, teniendo un poco de interés en lo último, pero sin provocarlo al hombre más alto quién sólamente se levantaba agarrando su teléfono.

Frunció el ceño viendo lo que decía en el nombre del número, simplemente deslizó su dedo para contestar y llevar el aparato a su oído. —¿Que pasa? —Dijo, sin rodeos ni nada, caminando de a poco hacia dónde estaban como holgazanes sus compañeros viendo las noticias del teléfono de uno de ellos.

—Nomás mira lo pequeña que es, y se colocan temerosos de ella, que estúpidos. —escuchó decir con su oído libre, oyendo igualmente sin decir nada la voz al teléfono.

—Es una llorona... ¡Oh, wow,  prendió en fuego un tobogan! que espectáculo... —dijo el otro hombre con un tono sarcástico y irónico, provocándole unas estruendosas risas a su contrario. El hombre al teléfono hizo un muy leve gesto por eso—. Es una mugrosa. ¡Vamos, quema a los ciudadanos! Patética.

El más alto miraba fijamente la pantalla del celular enfrente de aquellos hombres, dónde se contaba como una simple niña había hecho un escándalo al despertar su quirk. Con ver las imágenes del vídeo que mostraban en el reportaje al parecer grabado por alguien presente, podía apreciar a la niña.

Esa mugrosa es mi hija.

Los dos hombres contrarios sintieron una pequeña tensión en su cuerpo ante aquel grave tono de voz que había usado el albino, volteando sus cabezas como unos robots hacia su dirección, viendo al chico apagar el teléfono con una mirada demasiado fija.

—¿E-en serio?...

—Si. —contestó demasiado directo para ellos, viéndolo ir al sofá y agarrar la chaqueta que llevaba puesta usualmente. 

Todo se quedó en silencio siendo lo único que se oían las llaves para un vehículo y un movimiento del papel de unas hojas. Podía verse la silueta alta del de cabellos blancos yendo sin más a la salida.

—¡A-ah, lo sentimos demasiado! ¡n-no sabíamos que era su hija! ¡Perdonános! —comenzó con desesperación y miedo uno de los hombres que se había tirado y arrastrado prácticamente hacia el albino por el suelo.

—¡S-si, no era nuestra intención! ¡no sabíamos! —el otro repitió su acción comenzando a hacer varias y exageradas reverencia al de ojos azules, casi pegando su cabeza al suelo—. ¡Discúlpanos, Katashi-sama!

El nombrado tenía la mirada en la puerta, la cual estaba sólo para salir y cerrarse. Su gran silencio sólo podía colocarlos más nerviosos ya que no sabían que pensaba o como reaccionaria. Su silencio era algo demasiado inquietante.

Katashi volteó su cabeza por su hombro con sus ojos cerrados y una sonrisa bastante normal en sus labios. —Mi hija desarrolló su quirk finalmente, así que me largo. —lo dijo de una manera bastante espontánea y tranquila.

Que los confundía y relajaban.

El albino sin más sacó su silueta de la sala para cerrar la puerta de golpe en las narices de los hombres, metiendo sus manos en sus bolsillos con aquella sonrisa aún en sus labios, mirando al techo.

—Desarrollaste tu quirk ¿eh, Hatsulin-chan?

( NOTA DE LA AUTORA )

 
¡Quinto capítulo publicado!.
¡Felicidades por llegar hasta ahí!
Ha sido desbloqueado el Quirk de Hatsulin finalmente.
Todo fue casi un caos al desarrollarlo de esa manera.
¿Que creen que pasará de ahora en adelante?.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo! ¡Plus Ultra!.

→S H A N X L A B Y X←

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro