❪𝗢𝟰❫ ; 𝘄𝗵𝗮𝘁 𝗶𝘀 𝗻𝗼𝘁 𝗲𝘅𝗽𝗲𝗰𝘁.

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ARC ONE; THE ECLIPSE❫
*╔═══❖•ೋ°💧°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO CUATRO;
LO QUE NO SE ESPERA
¿Que podría pasar?❜

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©Shanxlabyx
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MIRABA EN TOTAL SILENCIO EL COMO SU MADRE la estaba vistiendo para aquel día que sería su primer viaje escolar. Ya habían pasado las dos semanas casi volando; entre todos esos días no pasó mucho, fue lo mismo en la guardería: Otani seguía con aquel extraño odio hacia ella, juega ahora con Shinsō, el tema con la familia Todoroki sigue igual que desde aquel día.

La verdad le parece demasiado injusto todo lo que estaba haciendo su tío.

Trató de decirle a su madre para que hablara con su él, pero por mucho que ella le hiciera caso y fuera a aquella residencia para hablar con Enji, el resultado era el mismo. Incluso llegaba con una ira rebosante en ella. Lo que más le preocupo la última vez es que cuando fue por una última vez más a la residencia Todoroki, y ella había hablado con Katashi para saber que paso, cuando él tuvo que ir a trabajar la encontró en la sala quejándose del dolor.

La verdad en serio le preocupaba que era lo que le había sucedido a su madre ese día. Puede que sea una niña pequeña, que tiene que poseer una mentalidad de juguetes y dulces, pero Hatsulin no podía evitar sentir preocupación por su familia.

—Lista, mi solecito. —dijo Eiko con una dulce sonrisa en sus labios apenas le terminó de colocar aquella camisa escolar rosada del uniforme a su hija, quién tenía una mirada algo triste, a decir verdad una preocupada, cosa que la pelirroja mayor pudo notar claramente—. ¿Huh? ¿que sucede?.

—Mamá... —susurró con voz ligeramente chillona la Tsubomi menor, viendo los ojos oscuros y atentos de su madre en ella—. ¿Segura que estás bien? —le preguntó la niña hacia su progenitora provocándole cierta sorpresa.

Entendía realmente que la niña tuviera su preocupación hacia ella, cuando la había visto quejándose en el sofá recuerda bien haberla visto llorar asustada. Se había preocupado de verla llorando de esa manera tan asustada pero era algo bastante claro lo asustada y preocupada que su hija estuvo por ella, Hatsulin era alguien sentimental sinceramente.

Sólamente no llego a creer que seguiría pensando en eso.

—Tranquila, Hatsulin...—murmuró con dulzura la pelirroja mayor, tomando ambas mejillas de la más pequeña entre sus manos, acariciándolas levemente con sus pulgares—. No debes preocuparte más por mi, porque yo ya estoy bien ¿si?. Puedes estar tranquila.

La cabeza de la menor se ladeó ligeramente hacia un lado de forma dudosa y aún insegura de poder estar tranquila con aquella respuesta de su parte. Le preocupaba en serio el estado de ella luego de que la haya visto en esa apariencia vulnerable. No le gustaba verla así. Su mamá era muy fuerte ¿no?, para Hatsulin era la mujer y heroína más fuerte que conocía, tanto por ser su madre como por ser una salvadora para las personas.

—Pero... mamá... —murmuró la de cabello corto aún de forma dudosa, bajando un poco la mirada y curveando levemente sus cejas hacia los lados por el miedo que sentía—. No puedo estar tranquila al haberte visto así, no me gusta verte sufriendo por el dolor, y no quiero volver a verte de esa manera. Quiero asegurarme que estés bien, y no sientas dolor otra vez, mamá. —dijo con sinceridad y en un tono bajo, apretando sus pequeños puños con un poco de impotencia.

Los ojos ojos rojizos de la contraria se abrieron con cierta sorpresa por aquellas palabras bastante repentinas de parte de su pequeña hija; de verdad no se esperó escucharla decir algo como eso, para nada. Poco a poco sus párpados cayeron de forma enternecida, pasando con suavidad su tersa mano por sus cabellos rojizos. — En serio me sorprende mucho que dijeras algo como eso, Hatsulin... pero de verdad: no te preocupes. Como dijo Kazuto, lo más seguro es que fue el efecto de algún ataque que llegue a recibir, sobretodo porque ese mismo día tuve una misión y algo me golpeó. Así que fue el efecto de ese ataque, es lo más seguro, por lo que no te preocupes más. —sus manos tomaron sus abultadas y ruborizadas mejillas, haciéndola levantar su mirada para que sus ojos azulados y grandes se encontrarán con sus ojos rojizos y gentiles.

Toda la habitación se había quedado en completo silencio, pero no uno incómodo sino uno bastante normal y tranquilo a decir verdad, siendo pensativo de parte de la pequeña de cuatro años, quién cerró varios segundos sus ojos, haciendo un poco de presión. Trataría de convencerse en hacer aquello que le había dicho su madre, tratar de relajarse y no preocuparse tanto aunque aún así, se le hacía un tanto difícil hacerlo.

Debe pensar en eso. Aquel dolor que pasó su madre fue a causa de aquel ataque.

—Esta bien, creo. —habló finalmente la suave y chillona voz de la más pequeña, haciendo sonreír su madre al notarla más tranquila y que haya entendido su estado aquel día—. Sólo... dime cuando te vuelvas a sentir mal, para poder ayudarte, mamá.—Hatsulin formó una linda y adorable sonrisa, efectivamente más tranquila.

Ahora una ligera risa salió de entre los labios de Eiko, sintiéndose enternecida y a su vez feliz por la sonrisa que le había dado su hija ya que verla sonreír de esa forma era algo bastante gratificante en varios aspectos. Le agradaba verla sonreír. Acercó un poco más su rostro al de ella para poder depositar un pequeño y cariñoso beso en su frente, escuchándola soltar ahora una pequeña risita.

—Claro que si, pequeña, te lo diré. Ahora vamos, tenemos que llevarte a la guardería antes de que te dejen atrás, porque si es así, Katashi te tendrá que llevar rápido al autobús en la guardería. —bromeó  la pelirroja mayor, haciéndole unas pequeñas cosquillas a la pequeña, nuevamente provocándole más risita a su pequeña hija ante aquello, haciendo algunos ademanes con sus manitos para que se detuviera.

La mayor se enderezó luego de poder detenerse, viendo como su hija buscaba recuperarse de su ataque de cosquillas. No tardó en cargarla en sus brazos luego de tomar su mochila y así salir de la habitación, comenzando a caminar con cuidado por los pasillos del segundo piso de aquella casa e ir descendiendo por las escaleras con lentitud, deteniéndose en cada escalón con precaución de no caer con su hija en brazos aunque no sería mucho problema para atajarla o proteger su cuerpo de algún golpe feo.

Aún era muy pequeña para recibir golpes de tal magnitud.

Los grandes orbes de la pequeña se dirigieron hacia la figura alta y albina de su padre Katashi, él se mantenía cerca de la puerta con una postura desinteresada mientras se rascaba la mejilla con su dedo índice. Sus ojos azulados se fueron dirigiendo a su dirección provocando que una sonrisa poco a poco fuera apareciendo en sus labios.

—Al fin. Ya había pensado que Hatsulin-chan se había arrepentido, —bufó el de piel pálida estirando sus brazos hacia arriba con lentitud y un aire de pereza. Bostezó apenas su hija fue puesta en el suelo para que estuviera levantada por su cuenta—, aunque de todas maneras te iba a llevar. —terminó diciendo sacándose cerilla de su oído izquierdo con su dedo meñique.

—Yo no me iba a arrepentir, papá. —recalcó la de mechones cortos, dejando que su madre le colocara respectivamente su mochila en su espalda, mirando desde su lugar a su progenitora.

El albino hizo un gesto con su mano, agitándola levemente de arriba hacia abajo.— Lo que digas... —fingió de nueva cuenta pereza, dándole un ligero golpe con sus dedos en la frente de su hija más pequeña, haciendo que varios mechones se colaran por sus grandes ojos—. Ahora vámonos, tengo que ir al trabajo rápido. —agitó en su mano derecha un par de llaves con su dedo, haciéndolas girar en el proceso en el que encaminaba a la puerta.

Hatsulin trataba de acomodarse los cabellos atravesados en su azulada visión a la par que seguía con pasitos pequeños y torpes a su progenitor de ojos iguales. Su cuerpo al caminar de esa manera se inclinaba ligeramente hacia los lados como si estuviera caminando en algún tipo de equis. De verdad aunque haya sido una acción bastante simple de parte de su progenitor, no podía quitarse el cabello de la cara aunque aún así; seguía siendo una niña de cuatro años, era entendible su torpeza.

La Todoroki de sangre se había quedado observando a su hija caminar con un poco de diversión y confusión. Había levantado sus manos dispuesta a ayudarla más ya había salido por la puerta. Suspiró levemente para sonreír de lado, moviendo su mano hacia su esposo en forma de despedida, viendo como correspondía el gesto después de cerrar la puerta.

Mientras tanto ya afuera de la casa, Katashi miró hacia abajo con confusión y sus manos en sus bolsillos, suspirando pesadamente. — Hum hum, no seas torpe. Mira. —se colocó de cuclillas para tomar con ambas manos el redondo rostro de su hija más pequeña que casi era tapado por todo su cabello ya que en vez de arreglarlo, lo empeoró más— . Sólo hay que hacer este movimiento... —su gran palma se colocó básicamente contra su cara haciéndola tener confusión de su parte pero se quedó quieta al sentir como deslizaba aquella extremidad hasta detrás de su cabeza, retirando fácilmente la mayoría de su cabello y haciendo que volviera a tener mejor campo de visión. —, ¡y listo! Ya, eso era todo.

La menor levantó sus grandes y ahora totalmente descubiertos ojos apenas su progenitor masculino había hecho tal acción, aún teniendo los cabellos de su flequillo hacia atrás. Mostraba aún más facciones de su rostro con simplemente haber hecho aquella acción. Su rostro se había quedado con unas facciones curiosas y a su vez pensativas; sólo pensando en lo que había hecho su padre.

—Oh... —dejó salir finalmente la niña en un pequeño gesto de entendimiento al haber comprendido finalmente su acción. Sus labios ser levantaron al dejar ver una sonrisa agradecida y dulce—. Así que, gracias, papá.

Katashi sólamente la observó y después levantó la comisura de su labio de costado. Sonriendo de lado le revolvió un poco sus cabellos. —No agradezcas, ojos saltones. Ahora vamos, tenemos que irnos ya.

Luego de decir eso, el mayor había dejado por fin su cabello en paz. Aunque aún así, al retirar su gran mano, los mechones rojizos del cabello de Hatsulin se devolvieron a su lugar un tanto alborotados, pero con sólo pasar levemente sus dedos por allí pudo acomodarlo para que no se vea tan despeinado. Otra vez posó sus ojos en su padre viendo como después de adentrar su mano al bolsillo de su pantalón, comenzó a caminar al auto, haciéndole unos gestos con su mano para que fuera con él.

Hatsulin al ver aquello, no tardó en seguirlo en rápidos pasitos que apenas eran unos dos pasos para Katashi. Éste mismo sacó las llaves de vehículo teniendo a su hija pequeña justo al lado suyo, metió la llave correspondiente en la cerradura del auto para girarlo y así poder abrirlo siendo Hatsulin quien se haya metido primeramente en los asientos de atrás. El albino cerró la puerta de atrás para dar la vuelta e ir a los de al frente.

—Veamos... —musitó Katashi apenas se subió al asiento de conductor, abrochando su cinturón y cerrando su respectiva puerta. Presionó uno de los botones del vehículo para colocar una cerradura a cada puerta y evitar que de repente Hatsulin abriera estas mismas y se fuera directo al pavimento de la carretera—. ¿Llevas todo ahí? Ni creas que me voy a devolver a mitad de camino o ya en la guardería sólo porque dejaste algo en casa. —advirtió el albino nuevamente, para mirar por el retrovisor a su hija revisar rápidamente su mochila, verificando que nada se le quedará, como él dijo.

—Al parecer... tengo todo aquí... —murmuró la infante con la mitad de su brazo en el bolso para sacarlo y cerrar -con cierta torpeza- el cierre de este mismo. Seguidamente sonrió y miró hacia la dirección del retrovisor, viendo los ojos de su padres verla desde allí—. Nop, no se me ha quedado nada.

Katashi dramáticamente dejó salir un gran suspiro, casi simulando el estar derritiéndose en el asiento. —Menos mal. Ya suficiente es que a Takeshi le haya dado  gripe. No quisiera que a medio camino tenga que regresarme a casa. De todas maneras, no lo haría. —sus hombros se levantaron y cayeron levemente para poder encender finalmente el auto y comenzar a manejar hasta la guardería.

La Tsubomi menor se mantenía con la mirada aún en el espejo del retrovisor viendo todavía el perfil de su progenitor, sus ojos -o el único que veía desde su punto de vista- se mantenían entrecerrados en el camino. Aún seguía poseyendo aquella expresión que siempre suele tener. Nada nuevo o interesante venir de él, estaba como siempre... pero, la forma en la que el dedo índice de su mano derecha no dejaba de golpear el volante le daba a entender que estaba inquieto.

Su cabeza se inclinó muy ligeramente hacia un lado tratando de descifrar porque, a pesar de su expresión, estaba inquieto; tal vez podría ser el trabajo. Anteriormente había dicho que tenía que ir para un asunto importante a aquel espacio laboral al ser solicitado. Ella no sabía o al menos no entendía en que trabajaba, sólo tenía el pequeño conocimiento de que era muy importante y peligroso. Lo único que piensa es que también está en la profesión de héroe aunque nunca ha visto su aparición en la televisión o tan siquiera su traje de héroe.

Bueno, para ella su padre es todo un misterio.

¿Que tienes? —aunque un asi la curiosidad no resistió la tentación. Seguía mirando con un pequeño toque de preocupación en sus ojos. Ya le había pasado algo a su madre, no quería que algo le estuviera sucediendo también a su padre.

Katashi se quedó en total silencio por la pregunta de su hija menor, haciendo que mirara de reojo hacia dónde estaba su hija. Pudo notar como estaba viéndolo con mucha fijación y atención de su parte, luego de varios segundos devolvió su vista al camino.

—Estoy pensativo por el trabajo, sólamente eso. —respondió el albino con simpleza, manteniendo aún sus ojos azulados en el camino. No era alguien de colocarse nervioso o algo, es difícil colocarlo así. Después de todo, ya sabía la enorme curiosidad y preocupación que suele tener su hija, por lo que no se sorprendía que le preguntara eso.

Ya está bastante acostumbrado a eso.

La pelirroja menor seguía mirando hacia su padre por lo que dijo. Sus cejas rojizas se fruncieron levemente y en un segundo para comenzar a suavizarse y sonreír con dulzura, aún manteniendo aquel toque infantil e inocente.

Asintió un par de veces mientras acomodaba el cinturón alrededor de su pequeño cuerpo para estar más cómoda en ese lugar en el asiento de atrás mientras llegaban, aunque faltaba poco tiempo para llegar a su destino. —Está bien, papá. Sabes que estoy aquí para cuando te sientas mal. —habló la menor con sinceridad casi repitiendo las palabras que le había dicho a su madre anteriormente. Se quedó en silencio luego de eso para voltear su mirada hasta la ventana del auto.

El albino no dijo nada al respecto, por lo que sólo asintió quedándose en total silencio con la mirada en el camino. Entrecerró levemente sus ojos azulados los cuales se habían dirigido hacia el retrovisor para ver la silueta de su hija aún mirando por el vidrio de la ventana.

Siguió observándola unos segundos para volver a mirar dónde se debe y donde justamente va dándose de cuenta que ya habían llegado a lo que era el estacionando de la guardería y poco a poco se detenía. Por lo que comenzó a frenar poco a poco casualmente justo detrás de un autobús.

Tal vez en donde iría su hija.

—Bueno, ya llegamos. —anunció el adulto, apoyando su antebrazo en el volante y presionando devuelta el mismo botón que había usado para colocarle el candado a las puertas, ahora siendo lo contrario; quitándolas—. Bueno, ve. Cuando todo termine, te buscaré. Al parecer Eiko tiene que ocuparse por una misión en no-se-donde. —volteó un poco sus ojos en sus cuencas al decir lo último. Ya que no recordaba con exactitud a dónde iría su esposa en aquella misión.

—Papá... no podrías... uhm —Hatsulin removió levemente sus piernas, un tanto dudosa. Pero aún así, no tardó en subir la mirada hacia su progenitora—... acompañarme? Estoy muy nerviosa de lo que llegue a suceder y no quiero salir sola.

El albino levantó un poco una de sus cejas al escuchar sus palabras, sin tener mucha expresión en sus facciones pero notándose la incredulidad de su parte al recibir aquella declaración y a su vez petición de su hija menor. Torció un poco sus labios, mirando directamente por el ventanal del auto, quedándose en silencio unos segundos hasta que habló.

—No seas llorona, Hatsulin-chan. Si va a pasar algo, pasará de una u otra forma. —comentó de forma directa, moviendo su pierna disimuladamente con un toque de impaciencia—. Además; no creas que por ser mi hija te cumpliré cada capricho sólo por tu inseguridad. Nunca podrás tener experiencia de algo si no lo intentas, boba.

La pequeña pelirroja había alzado sus cejas con sorpresa, manteniendo de igual manera una mirada asombrada ante la respuesta que le había dado su padre. Pensó que como cualquier figura paternal accedería con confianza a acompañarla hasta donde estaban sus compañeros de la cuidaría así que, por mucho que conociera la actitud de su padre, había pensado que si accedería.

Se deprimió un poco sin evitarlo, agachando su cabeza mientras sus labios se abultaban hacia afuera como si fuera a llorar cosa que no haría para molestar a su progenitor de alguna forma. Incluso pensó e hizo el hecho de estar decaída, manteniendo aún que mirada hacia abajo, observando sus pies.

—Oye. oye. ¿Que he dicho? No llores o te deprimas por una cosa mínima. Aparte, literalmente estoy viendo a tu maestra desde aquí con tus compañeros y el tal Shinū. —señaló desde su lugar con incredulidad, mostrándose efectivamente el hecho de que allí iba justamente saliendo el grupo de Hatsulin con la maestra y entre ellos Shinsō, a quien había llamado mal.

—Es... Shinsō-kun. —aclaró en voz baja, levantando un poco su dedo el cual estaba mal estirado, estando encorvado. Aún se mantenía cabizbaja, porque aunque su padre le dijera que no se deprimiera era algo inevitable. Sus ojos azulados se cerraron apenas sintió un golpe en su frente que no le dolió mucho, sólamente se sobó allí.

—Tonta. —dijo con una expresión seria y a la vez serena, conectando sus ojos azulados con los de su hija. Eran iguales sólo se diferenciaban con la mirada—. Todo va a salir bien ¿entiendes? Sólo cálmate.

La pequeña lo observó con un poco de reproche hasta que sus facciones se suavizaron, curveando un poco sus labios en una sonrisa. Se levantó en su lugar como si nada, apoyando un poco sus manos en los asientos de atrás para poder darle un suave beso en la mejilla a este mismo. Katashi abrió sus ojos con un poco de sorpresa, más no dijo nada, sus labios sólo se abrieron un poco pero no dijo nada.

—Hasta más tarde, papá. —se despidió con dulzura pero aún teniendo su miedo muy mal oculto en ella. Cuando tuvo tiempo abrió la puerta del auto y apoyó sus pequeños pies en el suelo rápidamente, tomando su mochila para ir casi corriendo hasta su grupo que estaba acomodándose en fila.

Katashi seguía en un pequeño trance silencioso, mirando fijamente hacia la dirección de todos esos niños y de su hija quien después de estar unos segundos sola, se le acercó aquel niño Shinsō con curiosidad y hablando de algo que claramente él no escuchaba pero podía imaginarse que Hatsulin le contaba lo nerviosa que estaba del viaje.

Lo podía suponer con las expresiones que hacía y sus gestos.

Luego de varios segundos volteó su mirada hacia al frente sin hacer ningún gesto o algo,.para acelerar el auto e irse hacia su trabajo. Pero en el camino,un pequeño susurro salió de entre sus labios, desvaneciéndose con el viento.

—Suerte, Hatsulin-chan.

SUS GRANDES OJOS OBSERVABAN CON TOTAL ATENCIÓN su alrededor al ya haber llegado a su destino junto con sus pequeños compañeros de clase; la feria. Era muy linda, colorida, con varios puestos de comida y juegos, aunque también había bastante gente.

Podría ser fácil perderse, y eso la asustaba.

Bueno, pequeños. Ya hemos llegado. Daremos un pequeño recorrido y luego decidiremos que atracción usar primero para ustedes ¿si? —cuando la dulce maestra habló, recibió un eufórico "¡Si!" De parte de sus alumnos, para comenzar a caminar guiados por ella.

Obviamente no sólo estaba aquella maestra supervisandolos, también habían dos jóvenes más. Una chica de la edad de la maestra aparentemente y un chico, tal vez más grande que la maestra por un par de años pero no sabía, las apariencias a veces engañan en repetidas ocasiones.

Hatsulin mantenía su vista mayormente al frente ya que podría distraerse con cualquier cosa e ir directamente hacia allá, porque lo último que quisiera es separarse y perderse por ahí.

Así que, prefiere mirar simplemente por dónde su maestra y aquellos jóvenes los guiaban y mantenían juntos en cada momento. Dirigió su mirada hacia un lado por donde caminaba el pequeño Shinsō con una mirada pensativa, pero mirando a su alrededor cada tanto.

Era un buen amigo, aunque era el único para ella, era uno muy bueno.

—¡Un parque!

La pelirroja no había podido evitar sobresaltarse cuando escuchó de repente aquel grito de uno de sus compañeros, la niña que tenía complejo de mariposa. Hatsulin miró hacia la niña que había exclamado aquello y estaba señalando efectivamente un pequeño parque de juegos. Lo usual; columpios, toboganes, sube y baja, pequeños muñecos que podrían montar y demás.

Vio como todos los niños se emocionaron ante aquello o al menos la mayoría, la cual se fue prácticamente corriendo hacia dónde era aquel parque el cual estaba a unos metros.

—¡A-ah, niños, esperen! —la maestra al igual que sus compañeros habían tratado de detenerlos, pero básicamente cuando los siguieron ya estaban subiéndose a los juegos.

—Vaya... —susurró la pelirroja de grandes ojos azules de forma algo aturdida por aquello. Miró a su lado en dónde repentinamente estaba agachado Shinsō, aunque entendió porque al verlo acariciar un gatito que pasaba por ahí. Básicamente él y ella fueron los únicos que no corrieron.

—¿No irás a jugar? —escuchó la pregunta del de cabellos violetas, quién había volteado su cabeza por sobre su hombro sin dejar de acariciar al gato.

La pequeña pestañeó un par de veces por su pregunta para dirigir sus grandes ojos azules hacia los niños que jugaban allí bastante animados, y los mayores a cargo de ellos buscaban como tener su atención, casi resignándose a eso al ver que estaban bastante entretenidos y prácticamente adueñados de los juegos. Hatsulin apretó ligeramente sus labios para mirar hacia Hitoshi.

—Si vas a decir que te quedarás aquí para esperarme; pues no lo harás. Ve mientras, yo estaré unos segundos aquí e iré. —dijo con un tono tranquilo el de ojos morados haciéndole juego al felino con un tallo de hoja.

—Uhm... —la pelirroja miró hacia los juegos y luego al pelivioleta varias veces, deteniendo al final su mirada por último en él—. ¿Seguro?

—Si, seguro. Aprovecha tu primero, ve a los juegos antes de que la Sensei decida que ya hay que ir a otro lado. Hablo en serio sobre que ya iré. —insistió levemente el de su misma edad, dándole una leve sonrisa que fue correspondida tímidamente.

La de ojos azules dirigió nuevamente su mirada hasta los juegos, tomando una pequeña bocanada de aire para relajarse dando unos dudosos pasos hacia allá y comenzar a caminar. Aunque se detuvo unos segundos volteandose nuevamente hacia el masculino. —Te espero entonces, Shinsō-kun. —recibió un pequeño asentimiento del contrario por lo que comenzó a caminar hacia allá para integrarse en los juegos.

El problema es que no sabe en cual podría ser. Sinceramente no estaría cómoda en el sube y baja con Otani, le da miedo esa niña. Y con los demás, apenas y a intercambiado palabras con ellos por lo que no sabía con quién acercarse para jugar, aunque simplemente estaría sóla y esperaría a su amigo.

Miró lentamente cada juego hasta mirar los columpios que se desocuparon y ahora sólo se movían ligeramente de atrás hacia adelante en un muy suave movimiento. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios por eso, así que podría ir allí y esperar al único amigo que tiene.

Comenzó a caminar directamente hacia los columpios con una sonrisa en sus labios y un pequeño destello en sus ojos. Los columpios era algo que le gustaba bastante, casi se sentía como volar o al menos con sus hermanos o su padre para cuando la empujaban rápido, era una experiencia linda.

Se sentó poco a poco en uno de los asientos, balanceando levemente sus pies para tener algo de impulso. Sintió una sensación algo pesada en su cuerpo, como si alguien la mirara y eso no la hacia estar tranquila, pero sólo debe ser su imaginación.

Porque hasta ahora, todo a salido bien.

→S H A N X L A B Y X←

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