❪𝗢𝟵❫ ; 𝗰𝗮𝗽𝘁𝗶𝘃𝗲𝘀.

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ARC ONE; THE ECLIPSE❫
*╔═══❖•ೋ°💧°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO NUEVE;
CAUTIVOS
Un miedo profundo

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©Shanxlabyx
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SU MIRADA TOTALMENTE CANSADA Y DECAÍDA seguía pegada en el hombre que vio aparecer hace un segundo. Tenía sueño aún y sentía dolor, tanto físico como emocional por lo que había ocurrido. Pensaba que iba a despertar de una vez de la horrible pesadilla que era en realidad la vida real. Vio como el tipo de apariencia sencilla y tranquila se acercó a ella con unas llaves, no hizo nada cuando notó que era para quitarle los grilletes.

—No tengo idea de lo que te vayan a dar de desayuno, pero te recomiendo que comas todo lo que puedas —murmuró el adulto con un tono gentil y tranquilizador -su voz de por sí era suave- agachándose de cuclillas al elegir una de los objetos para abrir aparentemente los guantes. La pelirroja siguió en silencio, mirando fijamente su acción—. A partir de ahora deberás estar lo suficientemente alimentada todas las mañanas.

Y al apenas quitarle las cadenas de los grilletes -cabe decir que aún las tenía en sus muñecas y ahora las cadenas estaban entrelazadas entre si, como unas esposas-, Hatsulin le dió un golpe en toda la nariz que lo hizo caer al suelo de sentón, provocando que colocara una expresión ciertamente sorprendida por eso y algo adolorida por el golpe que le dió con básicamente los grilletes de sus manos; ahora como le dolía esa zona de su rostro. Hatsulin como pudo se levantó del suelo entre tropezones y un poco de tambaleos por el mareo que su cabeza recibió.

—¡O-oye, no puedes irte! —había exclamado el de voz gentil sosteniéndose la nariz, teniendo igualmente un tono de voz extrañamente -para Hatsulin- preocupado pero no esperó más ya que como pudo, salió corriendo fuera de la habitación al tener la entrada libre—. ¡Pequeña, es peligroso que corras sola!

Los ojos de Hatsulin se apretaron con fuerza por las palabras del desconocido el cual tenía la piel morena; ya era de por si bastante peligroso estar en ese lugar, buscaría como salir de ahí de una vez por todas. Los grilletes y los guantes pesaban un poco y sus antebrazos ya dolían por cargar ese peso por ya varios minutos pero no le importaba, lo que quería era buscar una salida de dónde sea que esté y volver con su familia, era lo que quería con...

¡Yuu-chan!

¡Mhmhm! —balbuceó a través del bozal, deteniéndose abruptamente a mitad de un pasillo, mirando hacia todos lados con exaltación y miedo. Inclusive; sus ojos se habían empañado con sólo ver en su mente pasar como una película las imágenes de la noche anterior, recordar los quejidos de Yuu, los de su abuelo, el como él...

La protegió con su vida.

Cerró sus ojos con presión al recordar la locura que había hecho su abuelo de ojos rojizos, un horrible dolor apareció en su pecho junto con las ganas de llorar nuevamente. Agitó la cabeza un poco para poder concentrarse en buscar a Yuu e irse, se exaltó al escuchar nuevamente el llamado de aquel hombre de piel morena y cabello negro, tenía algo de vello facial aunque no exagerado, inclusivemente hasta le llamó la atención pero no tenía ni un poquito de tiempo para eso.

Tenía que encontrar a Yuu, era su amigo, era su familia. No podía estar tranquila si lo dejaba a la merced de esos malos sujetos y que le hagan daño como ya lo hicieron, sollozó contra el bozal por recordar sus quejidos. Ese sonido no podía desaparecer de su cabeza al igual que las imágenes, era como si cada que cerrara sus ojos viera a su abuelo desangrarse.

Dobló por una esquina mirando hacia atrás y a todos lados mientras corría pero sin mirar hacia frente. Su cuerpo chocó contra algo que la hizo jadear contra el metal agujereado del bozal y seguidamente caer al suelo sentada, quejándose ligeramente por el impacto que tuvo. Sus ojos adoloridos y aguados se levantaron para ver de qué se trataba pero se exaltó al observar los ojos fijos de un hombre verla cada segundo y de una forma algo amenazante que le colocó los pelos de punta y que tratara de retroceder.

—¿Qué hace ella aquí?

Todo su cuerpo tembló al escuchar esa voz rasposa y apagada, sus ojos se abrieron como platos tanto por el miedo como por el asombro y el shock de reconocer aquel tono de voz aunque con anterioridad sólo la escuchó una vez entonar una corta palabra. Fue mirando hacia un lado del desconocido para ver otros ojos observarla atentamente pero a la vez con seriedad, eran de un tono de azul opaco, no tenían tan siquiera brillo.

Sus orbes azulados no se apartaron de los opacos del chico que esta vez tenía su rostro totalmente descubierto, dejando ver una piel pálida y sus ojos del ya dicho azul opaco y oscuro, viendo mejor igualmente la forma de su cabello el cual era negro completamente y de un corte mínimo pero con mechones que iban de aquí para allá. Su inexpresiva mirada la estaba colocando nerviosa junto con la del tipo que no ha hablado.

El chico de ojos azules, sabía por su voz que era el mismo que había asesinado a su abuelo a sangre fría. Sabía claramente que era él, su voz diciendo «llevensela» seguía grabada en su cabeza y ahora que podía ver su rostro, sólo le daba unos enormes escalofríos.

—¡Pequeña! ¡o-oye! —una segunda voz se hizo presente siendo la del hombre moreno quien llegó finalmente a la escena con nervios y preocupación, deteniendo sus pasos justo detrás de la temerosa pelirroja. El moreno estaba agitado hasta exaltarse al ver a su superior junto con el tipo el cual aunque no trabajará allí, también tenía que tratarlo con respeto.

—¿Por qué está afuera? —preguntó el azabache aún con un tono serio y monótono, erizándole los pelos al moreno. Hatsulin no dejaba de temblar y mirar con terror y lágrimas a las dos entidades enfrente de ella. Cada sentimiento que demostraban no era para nada bueno—. ¿Cómo la dejaste salir?

—¡Me disculpo, señor-señores! —aclaró el moreno poseyente de unos ojos verdosos, colocando una postura algo rígida y firme unos segundos para hacer una reverencia y luego agacharse y acercarse hacia Hatsulin. —, fue un gran imprevisto. La iba a llevar a comer y se escapó de mis manos, en serio no volverá a suceder. —aseguró el de voz gentil colocando sus manos en los hombros de Hatsulin. Pudo sentir claramente como temblaba.

El ojiazul se quedó observándolo varios segundos sin gesto alguno, aunque sí lo miraba de forma fija. A los segundos simplemente volteó su rostro hacia la dirección del pasillo en el que estaban. —Bien, vete y llévatela. Que no vuelva a pasar. —el ojiverde le dió una respuesta firme y afirmativa mientras que Hatsulin no dejaba de verlo ni un segundo, sin dejar de lagrimear con dolor y a la vez impotencia.

Quería decirle algo, quería exclamarle y decirle un montón de cosas por lo atrocidad que le había hecho a su abuelo. Le sorprendía un poco que la apariencia de aquel chico de cabello negro y revoltoso se vea joven y común, aunque tenía una mirada muy ligeramente cansada y debajo de sus ojos habían pequeñas ojeras. Su mirada no podía apartarse de él, ni por mucho por sentir unas grandes manos en sus brazos, suponiendo que era el moreno ojiverde dispuesto a llevársela efectivamente.

—Su nombre. —dijo repentinamente el chico callado, llamado la atención de todos, sobre todo de Hatsulin quien lo observó inmediatamente con temor notando como aún no le ha quitado la vista de encima.

—Mm... —el azabache duró unos míseros segundos para contestar. El moreno por inercia atrajó un poco más a Hatsulin, teniendo una mirada algo alterada pero firme a la vez—. Tsubomi Hatsulin, como te dije, era nieta de Tsubomi Hoshi.

Su pecho se oprimió con el escuchar "era" y las lágrimas volvieron a aparecer por ese hecho, su abuelo ya no está con ella, ya no esta más. Ella misma lo vio morir a manos del tipo enfrente de ella pelinegro, suponía al 1OO% que había sido él por la voz tan clara que aún estaba en su mente, por mucho que sólo dijera una palabra, no la dejó dormir su voz en su cabeza básicamente.

Bajó su mirada mientras temblaba aún con fuerza mientras las lágrimas no dejaba de caer. No podía sostenerles ni un poco más la mirada a alguno de los dos desconocidos que tenía enfrente, uno era un asesino atroz y el otro, bueno, no sabía con exactitud quién era o que ha hecho pero lo que sabía era que su mirada era extremadamente inquietante y hasta amenazante de cierta manera o al menos para ella era amenazante.

Había algo en su mirada que la paralizaba.

Su mirada temblorosamente comenzó a levantarse cuando escuchó unos sonidos de ecos acercarse a ella, eran sonidos de pasos y al parecer eran dirigidos hacia ella, notando primeramente unos pulidos zapatos negros en su campo de visión. Sintió ahora algo sostener su mentón por medio del bozal para levantar su cabeza, abriendo sus ojos temerosa y horrorizada por ver aquella mirada inquietante desde cerca.

—¿Y su quirk? —habló el hombre enfrente de ella que parecía inspeccionar su rostro al mover su cabeza levemente de un lado a otro y observar desde cerca, podía notar lo minucioso que estaba siendo al igual que distante. Con sólo notar su mirada pudo saber que estaba con una mueca seria debajo de la mascarilla que cubría la mitad de su rostro.

—Hell Fire. —Hatsulin se sorprendió de sobremanera que el pelinegro supiera aquello con tanta confianza y seguridad ¡como si ya lo supiera! pero ¿cómo rayos tuviera esa información en concreto?—. Su quirk se desarrolló por medio del quirk de su madre, Tsubomi o de pila Todoroki Eiko, mejor conocida como la heroína Hikarimeki, Hell Flame, el cual es el mismo que el héroe Endeavor, Todoroki Enji, siendo hermanos. Hell Fire es adecuado de cierta manera aunque el nombre de Incineration no está mal, claramente más complejo. —el pelinegro hizo una pausa al voltear a mirar hacia Hatsulin—. Es la única de su familia que lo desarrolló de esa manera. Tsubomi Kazuto el hijo mayor, su quirk tiene que ver con el fuego y demás pero de otra forma, al igual que Tsubomi Takeshi, Tsubomi Gie no cuenta porque no posee quirk, ella es una quirkless.

El cuerpo de Hatsulin ahora sí temblaba a no más poder como si hubiera algún tipo de terremoto en el lugar o estuviera viendo a un fantasma. ¿Cómo rayos puede saber todo eso? ¿cómo es que sabe casi de forma exacta esa información? ¿de dónde la saco?. Ahora estaba asustada más que nunca.

—Ya veo... —murmuró el de mascarilla ladeando un poco su cabeza aún viendo hacia el rostro de Hatsulin, hasta que su mirada fue directamente hacia los aterrados y grandes ojos azules de la única pelirroja presente. —... ¿También ella? —cuestionó asustando aún más a Hatsulin y a la vez confundiendola.

—Así es, por eso te cité aquí.

Todo se quedó en silencio nuevamente. El desconocido no apartaba su mirada de Hatsulin ni tampoco soltaba su rostro, la pequeña podría hasta desmayarse o algo por el estilo por tanto impacto a su mente. —Interesante.

Y luego de decir eso, soltó de una vez por todas la mandíbula cubierta por el bozal de Hatsulin sin decir más nada, levantándose de su lugar mientras metía una de sus manos en sus bolsillos para sacar un pañuelo, extrañamente limpiando la extremidad que uso al tomar su mentón.

Daizuke. —la Tsubomi menor miró aún en shock pero más conciente las manos que sostenían sus brazos, al parecer el moreno era quien se llamaba así ya que su cuerpo se tensó al igual que su agarre— Puede que no trabajes para mí pero tengo la autoridad brindada suficiente para darte un lección bastante dura, total, Kaito te mataría de todas maneras. —habló como si nada el de mirada fija mirando al hombre de ojos verdes quien mantenía su mirada agachada y tensa.

—Si... señor... —murmuró el apedillado Daizuke al asentir con seriedad mientras sostenía más hacia él a Hatsulin que aparte de estar asustada estaba preocupada por la tensión del hombre.

—Daizuke —murmuró el de ojos profundos y océanicos provocando más tensión al ojiverde—. No tengo por que decirte nada de todas formas. Vete de una vez y llévatela. —dijo el de piel pálida que era el portador del nombre Kaito, volteándose hacia el pasillo, estando dispuesto en irse y seguir con su camino y conversación con su socio, el cual dejó de limpiar su mano para guardar el pañuelo.

—Si, señor Asahi. —nuevamente habló Daizuke para cargar en sus brazos a Hatsulin quien seguía asustada y confundida en su lugar.

Poco a poco los superiores comenzaron a caminar por el pasillo mientras que Daizuke se volteó en el lado contrario con Hatsulin suavemente en sus brazos, comenzando a caminar sin decir nada. Hatsulin ya no estaba soltando lágrimas, más de porque no quería exaltar a los hombres que se veían peligrosos por la reacción de "Daizuke" que porque se calmó, porque calmada o tranquila no estaba.

Había un nudo en su estómago y en su garganta justo ahora. El miedo era inminente en su cuerpo y ahora había aumentado más que antes sin embargo, no sabía que rayos podría hacer. La presencia de "Asahi Kaito" y la de aquel chico de quién no sabía aún un nombre era demasiado intimidante y se veían fuertes en varios sentidos, aunque no supiera le aterraba que quirks podrían tener.

En realidad, le aterraba todo...

SU MIRADA SE MANTENÍA PEGADA EN EL suelo, sus párpados estaban caídos hacia los lados dando a entender una vista triste y desanimada sin embargo reflejado en sus orbes azulados se veía aún el miedo por lo que sucedió anteriormente.

Miró a su alrededor desde el suelo al estar sentada allí con Daizuke con cierta curiosidad pero a la vez desánimo de su parte, era como un tipo de comedor bastante sencillo a decir verdad, la habitación no era nada del otro mundo; paredes de un tono claro pero normal, había una mesa a un lado y ya, no tenía decoraciones o algo.

Comenzó a escuchar repentinamente sonidos de cadenas bastante bruscos cerca de allí, junto con fuertes aunque algo ahogados gruñidos que la hizo colocarse alerta, enderezándose de golpe en su lugar junto al moreno -ambos estaban sentados tranquilamente en el suelo el cual era limpio y parecía de porcelana. Hatsulin había preferido sentarse con Daizuke que sola en la mesa en dónde él no podía sentarse tampoco-. Su mirada era ahora conmocionada por escuchar esos sonidos inquietantes, sin dejar de mirar la entrada del lugar en dónde venían aquellos sonidos.

Sintió de repente una gran mano posarse en su cabeza cosa que la sobresaltó notoriamente, mirando hacia allí para ver al moreno darle unas pequeñas palmaditas en su cabeza. —No te preocupes, no es nada malo... físicamente... —la pelirroja colocó una mirada confundida por aquello para sólo asentir y ver inmediatamente a la entrada en dónde finalmente se apareció el causante de aquellos sonidos.

Vio confundida, aterrorizada y conmocionada como había ahora un niño tal vez de su edad pavoneándose de un lado a otro sin dejar de gruñir tal cual un animal, al igual que ella tenía un bozal en su rostro pero los grilletes eran más grandes al igual que sus guantes que le cubrían la mayoría del brazo y eran gruesos. Una mujer de apariencia desaliñada venía jalándolo de una cadena tal cual perro rabioso, éste no dejaba de gruñir y alejarse, teniendo sus ojos casi blancos y sus venas marcadas en su frente.

—Joder, que fastidio. —escupió la mujer la cual tenía cabello anaranjado y corto, mascando chicle de forma brusca volviendo a jalar al niño quien no paraba de gruñir. Hatsulin no apartaba la mirada de encima del niño contrario, ahora era preocupada y asustada por la apariencia del castaño.

—Oye, pero no era necesario eso. Recuerda que apenas es un niño, no es un animal tampoco —regañó con disgusto Daizuke—. El señor Asahi no debería hacer esto, ni amordazarlos así —hizo una pausa mirando hacia la pelirroja quien se levantó aún mirando al pequeño moreno violento. Daizuke colocó su mano en la cabeza—, ni mucho menos hacer esto...

Hatsulin pudo percibir inconsciente una tristeza venir de Daizuke a quien miro inmediatamente, tenía una mirada impotente y a la vez triste. Con verlo de esa manera, se colocaba más triste de lo que estaba; no le gustaba ver las personas así.

Se exaltó al escuchar un quejido entre gruñidos bastante sonoro luego de un sonido electrificado, mirando asustada hacia allá para ver cómo el niño, quién tenía cabello negro corto, había recibido un choque eléctrico por medio del collar aparentemente en su cuello, calmándose ante aquella descarga.

—¡M-mhm! —exclamó a través del bozal con susto al ver eso, pudo ver cómo el niño levantaba la mirada, dejando ver unos ojos más comunes a los que tenía anteriormente.

—¡Melly-san! ¿¡que te sucede!? —reclamó Daizuke con exaltación de ver aquella imagen pasar por sus ojos. El pequeño moreno estaba respirando ahora agitadamente aunque ahora estaba calmado a comparación de hace unos segundos.

—No se calmaba. Él sabe lo que sucede.

—Joder-¡por dios!, ¡es un niño!

Hatsulin no dejaba de ver horrorizada hacia el pelinegro menor quien poco a poco comenzó a estabilizarse, levantando mejor la mirada, conectándola casi inmediatamente con la de ella. Su rostro y su mirada ahora eran normales, sus ojos eran firmes pero ya no aterradores, no hacían más que ver sorprendidos hacia Hatsulin para gruñir nuevamente, viéndose vapor salir por los agujeros del bozal para mirar con odio principalmente a Daizuke y a la pelinaranja Melly, ahora ambos discutían por así decirlo.

—Ya están discutiendo. —una tercera voz se hizo presente; una fina pero masculina al mismo tiempo, dejando ver a un hombre de cabello rubio traer a otro niño quien también estaba con grilletes y guantes pero sin bozal, se veía inofensivo.

Hatsulin no hacía más que sorprenderse por ver a más niños de su edad; primero el salvaje pelinegro que fue tratado como una bestia y ahora ese tranquilo pero algo inquieto niño que tenía cabello blanco y unos ojos morados, quizás de un color amatista.

A ella y a el pelinegro le quitaron el bozal, aunque con el pequeño moreno tuvieron problemas ya que trató de atacar. Casi lo electrocutan otra vez pero no lo hicieron, más bien el pelinegro se colocó alerta mirando a los adultos al ir con Hatsulin, colocándose enfrente de ella y el albino que fue colocado a un lado suyo.

Le sorprendió el que hiciera aquello, esa acción de proteger. El de ojos amatista mostró confusión e inquietud por la acción del moreno menor, efectivamente parecía proteger a Hatsulin y a él por la forma en la que se colocaba como un escudo alerta. Los tres adultos miraron eso, la pelinaranja rodeó sus ojos y chasqueó su lengua para irse a sentar por ahí, el rubio suspiró pesadamente y Daizuke -quien tenía de hombre Hiroshi- hizo una mueca preocupada para suspirar.

—Sus nombres, rápido. Edad, cuánto llevan aquí.... —habló el niño pelinegro rápidamente confundiendo un poco a los contrarios que eran un poco más altos que él.

—¿Eh?... —murmuró algo perdida Hatsulin por lo rápido que lo dijo, mirando hacia el albino que parecía ser más alto que ella, o al menos unos centímetros. Este mismo la miró también para sonreírle suavemente y ver hacia le pelinegro quién parecía un guardián.

—Yo soy Hideaki Keizuke, llevo unos tres días aquí. Pueden decirme Keizuke o como quieran. —respondió en un murmuro el albino encogiéndose de hombros. Ahora tanto la mirada de Keizuke como la del moreno fueron hacia ella -al menos la de este último fue de reojo-.

—A-ah... Tsubomi H-hatsulin, llámenme como quiera y supongo... que desde ayer estoy aquí... —susurró algo nerviosa y triste Hatsulin recibiendo una mirada de Keizuke por sus palabras.

Ambos miraron hacia el más bajo fijamente o al menos a su espalda en espera que él también contestara aquello. El pelinegro volteó por sobre su hombro su cabeza, dejando ver sus ojos marrones/avellanas y mostrando como de sus labios sobresalían desde su dentadura unos colmillos.

Ichirō Senshi, unos dos días por lo mucho —murmuró para suspirar pesadamente, mirando al suelo y luego a sus contrarios. —. Supongo que hasta ahora, somos los únicos cautivos.

CAMINABA COMO PODÍA AL SER GUIADA POR LAS mismas tres personas que los guiaron al lugar de comida, tenía el estómago medianamente lleno. Senshi a pesar de todo volvió a tener el bozal y ahora estaba con una mirada pensativa y a la vez molesta, Keizuke estaba preocupado y sumido en sus pensamientos y Hatsulin asustada por lo que llegue a ocurrir.

Sus pasos se escuchaban claramente al caminar, su manos seguían cubiertas por los guantes aunque ya no tenía el bozal ni los grilletes, Keizuke sólo tenía estos mismos y aún aquel collar en su cuello. Todos estaban inquietos por lo que pudiera suceder, de entre los adultos el único que estaba así era Hiroshi, su mirada era de impotencia y de nervios puros.

—Con que estos son —una voz totalmente rasposa se hizo presente. Cada poro de la piel de Hatsulin se erizó por completo mientras sus ojos se abrieron por aquello. Su cuerpo tembló al ver un gran lugar que parecía un patio sin vegetación y totalmente cerrado—... los mocosos.

La mirada de los niños fueron hacia el dueño de esa voz, viendo a un hombre alto y de cabello azul oscuro. No se veía muy musculoso pero no se sabe ya que tenía bastante ropa encima, tenía unos ojos rojizos que no demostraban más que malicia y burla, estaba junto con una mujer de cabello violeta y ojos que parecían ser de un color purpura, totalmente seria.

El peliazul ladeó su cabeza mientras se cruzaba de brazos luego de que Melly y el castaño empujarán a los niños adentro del lugar, sin darle a Hiroshi tan siquiera tiempo de reaccionar. Sus ojos observaron a los niños fijamente para después ir sonriendo poco a poco, mostrando una maléfica sonrisa mientras que la mujer a su lado sólo observaba.

—Hay que probar si son lo suficiente fuertes y servibles para Asahi-sama —canturreó el de ojos rojizos los cuales se colocaron oscuros totalmente—. ¿No es así, Areri-chan?

La que parecía llamarse Areri sólo asintió sin decir aún alguna palabra. De repente, cada grillete o bozal que tuvieran los niños calló al suelo al desarmarse repentinamente, sorprendiendo al albino, al pelinegro y a la pelirroja por eso.

—Que rayos... —murmuró Senshi con una mueca de confusión, aún sobresaliendole sus colmillos por sus labios.

—Q-qué... ¿qué va a suceder?... —balbuceó ahora Hatsulin viendo sus manos temblorosa, notando los pequeños callos que tenía por los guantes. Tenía demasiado miedo ahora, tenía una horrible sensación en su estómago.

—No lo se, Hatsulin, pero no será bueno... —murmuró Keizuke abriendo y cerrando sus manos para levantar la mirada, el peliazul se había quitado cada prenda superior viendo efectivamente que era un fortachón.

El cuerpo de Hatsulin tembló por verlo, queriendo retroceder pero la puerta ahora estaba cerrada. Senshi colocó una posición alerta mientras gruñía y Keizuke apretaba su mandíbula con fuerza con oír al peliazul reír mientras tronaba sus nudillos.

Esto no es bueno.

LA SANGRE GOTEÓ DERRAMADA POR EL suelo, los cuerpos de aquellos tres niños estaban recostados como costales de papas en toda aquella superficie. Los tres tenían heridas de varias magnitudes mostrando así que aquel líquido carmesí que había en el suelo era de ellos.

La respiración de cada uno era agitada y pesada aunque no lenta como para preocuparse de que su vida esté al mínimo, sin embargo, cualquiera se preocuparía de ver a unos niños de nueve a diez años de esa manera.

Una imagen que nadie quisiera ver.

De las manos de la única pelirroja presente salía aún un pequeño y leve vapor entre pequeñas líneas por el uso obligado de su quirk para tan siquiera defenderse y obedecer a lo que decía Iyassu, el tipo peliazul al decirle; usa todo tu poder si quieres sobrevivir, y ahí estaba, al igual que Senshi e Keizuke.

Senshi tenía varias heridas en sus brazos, dónde aún brotaba la sangre caliente al igual que en su nariz dónde salía un fino hilo de sangre, respiraba con la boca abierta. Y Keizuke estaba contra el suelo tratando de respirar, aún unas pequeñas hondas y chispas salían de sus manos como de sus profundas heridas, casi parecía una cruel masacre hacia los niños.

Hatsulin tosió, dejando salir más de un líquido carmesí por sus heridas y demás. No sentía el cuerpo, tenía muchísimo calor, las heridas eran las peores que ha tenido, sus párpados pesaban pero temía el cerrar sus ojos por lo adolorida y débil que estaba. Sus orbes dolían por el llanto, eran cubiertos por los flequillos de su cabello sudados e igualmente ensangrentados.

—Bueno, son unos debiluchos pero lograron terminar vivos. —comentó Iyassu sin quitar su sonrisa como si hubiera disfrutado lo sucedido. Era claro que él y Areri fueron los responsables, los dos tenían sangre en su piel y su ropa.

—Esto es bueno para Asahi-sama... —murmuró con un tono apagado Areri, su rostro era el mismo, sin ningún gesto alguno. Ella estaba limpiándose y mirando sus brazos, tenía algunas quemaduras—. Tienen que controlar sus quirks, son inestables en control.

—Tienes razón, tienes razón. Por lo que, pequeñas sabandijas~ —Iyassu volvió a decir en un tono cantarín, estirando sus brazos hacia sus lados. Hatsulin era la única que apenas y podía mirarlo—, apenas comienza su cautiverio.

S H A N X L A B Y X

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