❪𝟭𝗢❫ ; 𝗻𝗼𝘁 𝗯𝗲𝗶𝗻𝗴 𝗮𝗯𝗹𝗲 𝘁𝗼 𝗱𝗼 𝘀𝗼𝗺𝗲𝘁𝗵𝗶𝗻𝗴.

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ARC ONE; THE ECLIPSE❫
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CAPÍTULO DIEZ;
NO PODER HACER ALGO
❛Queriendo dar su ayuda❜

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©Shanxlabyx
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TODO SU CUERPO CAYÓ DE BRUCES al suelo, provocando un seco y fuerte eco en todo el alrededor dónde se encontraba. Su respiración era pesada y entrecortada, aquel golpe en su abdomen le había casi sacado totalmente el aire, le dolía en medio de su cuerpo y casi no podía respirar, parecía un ataque de hiperventilación pero en vez de perder aire por miedo, lo perdía por dolor y trataba de traerlo devuelta a ella.

—Hah... a penas puedes mantenerte de pie —se escuchó aquella voz áspera e igualmente maliciosa, ahora totalmente seria. Él observó como el cuerpo de la pelirroja prácticamente temblaba contra el suelo al sostenerse el abdomen, y después ladeó su cabeza. Sonrió de lado mientras limpiaba su mejilla con su propio puño—. Bueno, realmente apenas y puedes seguir consciente.

La boca de Hatsulin seguía tratando de recuperar el aliento que se le había arrebatado por ese golpe, sus brazos sostenían y apretaban como podía su abdomen para aguantar el dolor. Lágrimas se escaparon sin apuro de sus párpados para caer directamente al suelo junto con ahora unas pequeñas y recientes gotas carmesí que escaparon de la comisura de sus labios.

Duele, en serio duele todo...

Su cabello rojizo estaba cayendo por los lados de su rostro ante el ángulo en el que estaba, pero aún así no podía tener mucha distancia debido a la corto que nuevamente era; literalmente sin piedad le cortaron el cabello de forma brusca y sin cuidado hasta dejarlo sobre sus hombros y con las puntas algo abiertas e igualmente mal hechas, sólo para tener "mejor movilidad al entrenar".

Dolía también ese hecho, de no haber podido decir algo al respecto que no hubiera sido llorar como una niña pequeña por ver sus mechones rojizos esparcidos por el suelo, no pudo tan siquiera objetar o quejarse ante eso...

Sólo pudo llorar como lo que es; una niña pequeña.

—A ver a ver, será mejor seguir, Meinu. —escupió sin piedad el peliazul mientras se relamía sus propios labios resecos. Tomó la parte trasera de la camisa de Hatsulin para jalarla y levantarla, recibiendo sólo un quejido—. Así que ánimo, ánimo.

La garganta de Hatsulin se sintió reseca y ardiente para seguidamente toser, dejando salir más gotas de aquel líquido rojizo. Su mandíbula se apretó por escuchar la forma en que la había llamado. Literalmente a golpes supo del significado de este "apodo" y le dolía demasiado, pero no podía objetar nada.

Sus ojos temblorosamente se dirigieron hacia su costado de forma leve. Primero pudo observar a Senshi igualmente tratando de mantenerse de pie mientras no dejaba de gruñir como un animal. Las venas de sus brazos y su rostro estaban marcadas, al igual que unas muy curiosas marcas en sus extremidades que eran totalmente negras. Era algo aterrador y a su vez triste la apariencia por el uso de su quirk y poder percibir su dolor y tristeza. La sangre que derramaba su cuerpo era una señal de su sufrimiento. Incluso sus ojos soltaban lágrimas.

Quería detenerlos. Detener a Iyassu y a Areri para que dejarán a Senshi y a Keizuke...

Pero temía que, al pedir piedad, recibiera más dolor.

Porque ya una vez paso.

—Hey, Meinu, no te distraigas, que cosas malas pueden pasar cuando te distraes.

Como pudo, volteó a mirar a Iyassu, quién la tomó de la parte delantera de su camisa, girándola. Sus ojos azulados, totalmente adoloridos y cansados, observaron sus oscuros y siniestros ojos que la veían con maldad y de forma malévola.

Suspiró entrecortadamente tratando de aguantar un sollozo, tenía que seguir con aquel cruel y duro entrenamiento con él y Areri, obedecer a las órdenes de no distraerse y resistir a sus brusquedades.

Pero había veces en la que no podía ni quería resistir y sólo quería caer inconsciente y descansar; soñar con su madre unos segundos, con su padre, con sus hermanos y con su abuelo, soñar con su familia a la cual extrañaba demasiado.

Pero no sabía cuando podría cumplirse ese sueño ahora casi imposible para ella.

SUS DIENTES ATRAPARON AQUEL TROZO DE PAN, sin decir nada al tragar dicha comida luego de masticarla un poco y con lentitud. No levantaba la mirada de sus propias acciones, estaba totalmente callada tanto por educación al no hablar por tener comida en la boca y por no querer interrumpir el alimento de sus compañeros, como por no tener ganas de hacerlo.

No tenía que decir.

Senshi y Keizuke estaban a sus lados sentados igualmente comiendo en total silencio, tanto ellos como Hatsulin tenían gasas y vendas en sus cuerpos, ninguno tenía algún grillete que no sea aquel collar en el cuello que era un modo de mecanismo para los mayores de edad "lidiar" con ellos cuando salgan de control. Los tres collares lanzaban lo mismo, una leve descarga eléctrica.

Las manos de Hatsulin estaban mayormente vendadas dejando apenas ver parte de sus dedos o parte de su mano, tanto por las heridas de cortes como por el uso de su quirk en medio de aquellos crueles entrenamientos que había llegado a tener con Iyassu y Areri, no había llegado a pensar que de tanto usar su quirk tendría leves quemaduras -no permanentes que llegaran a marcas- pero bueno, eso es lo que sucede sea el quirk que sea; te llegará a hacer daño en algún punto.

Hiroshi estaba sentado en una silla en la misma habitación que los tres niños, mantenía una mirada gentil, nerviosa y preocupada en los niños. Joder, ver aquella apariencia en ellos no le gustaba para nada, sólamente le rompía el corazón y lo llenaba de coraje, no era bueno para nadie ver a ellos con su edad de esa forma lastimada, le dolía verlos de esa manera y no poder hacer nada en el proceso que sucedan aquellas heridas.

No podía protestar sin que lo lastimen a él o mucho peor, a los niños como castigo y tampoco quería que ellos vivieran un peor castigo de lo que estaban viviendo, consumiendo poco a poco la inocencia en ellos. Para él más que nadie en aquella cede era doloroso e impotente verlos y no poder hacer nada.

Ver cómo sus expresiones poco a poco comenzaban a apagarse era lo que más le dolía, aunque Senshi tuviera un rostro duro, notaba el miedo y la tristeza en sus ojos, aunque Keizuke tuviera una expresión seria, notaba la tristeza en sus gestos y aunque Hatsulin tuviera un rostro naturalmente apacible y cálido, estaba manteniendo una mirada que reflejaba tristeza y dolor, junto con lo que más le daba en el corazón; una pedida de auxilio.

Cada uno de los tres pedía ayuda con la mirada y Daizuke no sabía cómo darles esa ayuda...

Apretó levemente la mandíbula al igual que el cruce de sus brazos sentado en la silla, le daba demasiado coraje el no poder ayudarlos. Varias veces pensó en liberarlos para que se fueran y sean libres pero sabiendo lo vigilado que era el lugar, sabía que a los minutos de Hatsulin, Keizuke y Senshi andar por ahí los atraparían y posiblemente asesinarían junto a él, mucho menos quería que murieran. Quería ayudarlos a salir pero era demasiado difícil hacerlo.

Se levantó de su lugar mientras se acercaba a pasos decididos hacia los niños sentaditos en el suelo, siendo ellos mismos quienes se sentaron allí a comer. Sus pasos flaquearon al notar la mirada fulminante de Senshi posarse primero en él apenas estuvo lo suficientemente cerca. Hiroshi trago un poco de saliva por su mirada, encogiéndose en su lugar.

Ya tenía bastante memorizado la conducta de cada uno hacia otros. Keizuke era alguien callado y sólo se abstenía a alejarse, Senshi era el mas arisco y demostraba su odio y por último Hatsulin era alguien temerosa y callada, al igual que Keizuke trataba de alejarse y mantener distancia.

—Aléjate. —escupió inmediatamente el moreno de colmillos dándole una brusca mordida a su pan. Keizuke y Hatsulin miraron finalmente a Hiroshi.

—No se preocupen... n-no les haré daño... —murmuró el ojiverde levantando sus manos como demostrando que no quería ni iba a dar problemas, sólo recibiendo un gruñido de parte del ojimarrón al seguir a la defensiva con él—. Al fin y al cabo mi quirk no es la gran cosa y si lo fuera, no haría nada contra ustedes.

Hatsulin lo siguió mirando, sus cejas se fruncieron levemente hacia los lados de forma dudosa y confundida aunque a la vez analítica. Aparte de que su rostro era tranquilo y gentil, sentía de alguna manera que decía la verdad, que no tenía ninguna otra segunda o tercera intención de hacer algo malo, sin embargo no sabía cómo reaccionar. Extrañamente el tiempo en el que estuvo allí, se ha portado muy lindo con ella, era considerado y cada vez que salía de algún entrenamiento -casi siempre en camilla o algo así- se preocupaba demasiado y luego hablaba o trataba de hablar con ella.

Su actitud era rara considerando a todas las personas que ha conocido allí en aquel lugar, sin embargo era la única que podría decirse que le agradaba aunque no sabía si tomarle confianza porque sentía que sería muy precipitado o algo por el estilo pero podría decirse que era con el único con quién se sentía cómoda. Sobre todo con ver qué no sólo se preocupaba y estaba atento a ella, también a Senshi y Keizuke.

Aparte de ellos dos, Hiroshi era agradable y bueno, o al menos así lo sentía ella.

—¿Que quieres entonces, Daizuke? —habló Keizuke sin más y de forma directa mientras tomaba un sorbo del jugo que les habían dado a los tres. El albino tenía sus brazos totalmente vendados y tenía una gasa en el puente de su nariz.

El nombrado sintió una pequeña gota de sudor resbalar por el costado de su rostro, levantando su mano derecha para sobar un poco su nuca. Seguidamente se agachó colocándose sobre sus rodillas con su distancia hacia los niños. —Sólo quiero... convivir con ustedes... —murmuró el moreno mayor desviando la mirada. Respiró hondo, cerrando sus ojos—. No es necesario la formalidad, no me digan Daizuke, díganme Hiroshi.

—No, ahora fuera. Estamos comiendo. —gruñó como un animal el moreno menor mirando con sus ojos rabiosos hacia el mayor quién tembló ligeramente en su lugar de una forma algo cómica, ya que se sentía intimidado por un niño.

—Su nombre... s-su nombre... —balbuceó un poco la pelirroja mientras sus manos apretaban el pan casi a todo comer. Tanto sus compañeros la vieron curiosos -Senshi suavizó incluso su rostro- como el mayor. Tenía la mirada hacia abajo sosteniendo su alimento—. Su nombre es parecido al de un amigo, Hiroshi-san...

El nombrado pestañeó un poco por sus palabras aunque casi al segundo sonrió, tanto por curiosidad como por un poco de felicidad de que Hatsulin le haya hablado, había pensado que sería la última en hablarle ante lo temerosa que había visto que era; aunque técnicamente fue la última en hablarle seguida de Senshi y Keizuke.

—Oh, ¿de verdad?. Que curioso, ¿y como se llama tu amigo, Hatsulin-chan? —habló un poco más tranquilo Daizuke acomodándose en su lugar. Senshi casi de inmediato lo miró feo y Keizuke no lo miró realmente.

—¡N-no le diré su nombre! No quiero que le pase algo malo a él también.

Daizuke pestañeó un par de veces por aquellas palabras de parte de Hatsulin, seguidamente suspiró de forma pesada pero a la vez resignada y tranquila; el no decirle el nombre de dicho amigo era una buena decisión, así nadie de aquella cede podría investigar sobre el nombrado y nadie más saldría lastimado. Se quedó en silencio unos segundos, bajando la mirada. Realmente ahora ya no tenía mucho que decir respecto a los niños, con ninguno a hablado como se debe y tampoco es que quisieran, sobre todo Senshi y respetaba eso.

Tampoco podía obligarlos a convivir con él, menos si estaban tan asustados.

El ojiverde los observó de nueva cuenta, sus ojos mostraban impotencia y pensamiento al estar metido en estos mismos en busca de decir algo y no estar en esa incómoda situación silenciosa. Aún sentía la mirada pesada del pelinegro menor, por lo que levantó sus ojos para verlo un poco tensándose por ver la forma fulminante en la que lo observaba, sobre todo cuando sus pequeños colmillos crecieron un poco de forma amenazante y las venas en su rostro se marcaron.

—No te a-alteres, Senshi-kun, Hiroshi-san no se ve que nos haga daño. —el nombrado ahora levantó la mirada algo sorprendido por aquella pequeña defensa que le había dado Hatsulin, mirando algo sorprendido a ésta misma.

—Tks, ¡no me importa!, todos en este lugar son unos desgraciados que no buscan más que hacernos daño. ¡Si fuera bueno ya nos hubiera soltado! —bramó con enojo e impotencia el de los colmillos, volviendo a una apariencia más normal mirando hacia la pelirroja quien se quedó en silencio—. Si fuera bueno, no estaría en este lugar.

Hatsulin ahora bajó su mirada, sin ningún argumento que decir ante aquello; era cierto, si Hiroshi era bueno no estaría en un lugar como ese, pero no se veía malo, no tenía sentimientos malévolos pero también la hacía pensar; ¿porque está en este lugar si no es malo? quería saberlo de alguna manera. Sus manos apretaron y deformaron la comida por la impotencia y ahora tristeza que sentía en ella, porque Senshi tenía razón en ese punto.

Aunque él no les ha hecho daño...

No sabía que pensar. Tragó saliva para agachar su cabeza provocando que los mechones de su flequillo cubrieran sus ojos, estando avergonzada al no saber más que decir ni a quien apoyar, sin embargo Senshi tenía un punto. Si fuera una persona buena, no estaría allí en ese lugar que era todo menos bueno y agradable.

Un suspiro tembloroso salió de entre sus labios, quería confiar en Hiroshi pero era difícil con los pequeños argumentos válidos que había dicho el de colmillos, tenía dos puntos bastantes válidos sobre que no era su amigo o confiable; si fuera bueno, ya los hubiera soltado. Si fuera bueno, no estaría en un lugar como eso. No tenía idea si el mayor habrá hecho algún otro tipo de actos crueles antes de que llegaran o tan siquiera si los hace sin que ellos se den de cuenta porque, uno nunca sabe. Aunque tenga una coraza gentil y amigable puede que dentro de él esconda atrocidades.

Ahora sentía miedo, otra vez.

El mayor había abierto un poco sus ojos en sorpresa por las palabras del niño, sobre todo por la mala palabra que había dicho, era algo fuerte viniendo de un niño que no pasaba de los diez u once años. Era un poco curioso que sea el mayor entre Hatsulin y Keizuke en edad pero era el más bajo. El moreno bajó la mirada para suspirar y después buscar algo en sus bolsillos, ganando la mirada de los infantes por su acción hasta sacar una... ¿flauta?.

—¡Hey!, antes de que se pongan a la defensiva con esto les aclaro que es un instrumento común y corriente. —chilló rápidamente Daizuke cuando notó a los tres colocarse un poco alertas, sobre todo el moreno menor. El ojiverde comenzó a posicionar el instrumento como se debe—. Sólo, observen.

Efectivamente los tres comenzaron a observarlo en espera y ciertamente curiosidad de como llegara a tocar aquel instrumento o que sucedería. Sólo esperaban que no sea su quirk o algo por el estilo. Keizuke lo miró con la cabeza algo agachada mientras terminaba comer su pan, Senshi aún con su rostro a la defensiva lo observó y Hatsulin sólo miró, sus grandes ojos detonaban curiosidad hacia le mayor.

Sería lo más interesante que viviría desde que llegó allí...

Rompiendo cada pequeña ilusión y fantasía de los tres niños, Daizuke comenzó a tocar aquel instrumento con bastante concentración. El problema; tocaba pésimo. Los menores colocaron una cara graciosa y tensa por escuchar las melodías de la flauta sin embargo ninguno dijo nada, aún.

Cuando el mayor hizo una pequeña pausa con aquel instrumento, la primera reacción que tuvo fue la del albino quien escupió y se atragantó con el pan seguido de Senshi quien fue el que habló primero. —¡Toca horrible!

Una pequeña risita salió de entre los labios del mayor después de que Keizuke se riera levemente, tratando de aguantar alguna carcajada aparte de tratar de recuperarse de casi ahogarse con su comida. —Lo sé, necesito práctica. —habló el mayor ciertamente avergonzado pero tranquilo de que el ambiente, de esa forma, se haya suavizado.

—Necesita es detenerse. ¡Escucharlo es la peor tortura de aquí! —exclamó indignado y algo cómico Senshi levantando la cabeza hacia arriba provocándole nuevamente una risita a el pelinegro mayor.

—Ay, tiene razón. —habló el albino negando con la cabeza volteando ahora a mirar a Hatsulin. Ésta estaba con una expresión aún curiosa y un poco sorprendida—. ¿Y tú qué opinas, Hatsulin?

—¿Huh? —casi al instante la nombrada salió de su pequeña burbuja abriendo sus ojos un poco. Sus nervios aparecieron cuando notó la mirada de los tres observarla con curiosidad. Los vio sucesivamente algo nerviosa sin saber que decir al principio—. Ehm... ¡T-ten ánimo, Hiroshi-san! ¡c-con esfuerzo puede mejorar! —chilló un poco dudosa al tratar de dar ánimo, alzando sus puños y moviendo varias veces su cabeza.

Todos los masculinos quedaron en silencio luego de que Hatsulin dijera aquellas palabras de ánimo, con una mirada sorprendida y desconcertada de parte de cada uno, Hiroshi aún tenía una pequeña sonrisita en sus labios pero manteniéndose algo sorprendido por aquellas palabras de parte de la única niña y pelirroja presente. Se esperó comentarios como los de Senshi aunque no se esperó para nada un comentario de prácticamente ánimo de parte de Hatsulin, se llegó a imaginar simplemente que se quedaría callada.

Aunque al parecer no fue así.

—¿Eh? no deberías haber dicho eso. ¡Tenías que decir que toca feo!. —replicó algo exaltado el pequeño moreno con colmillos con su mirada entrecerrada, poniendo a Hatsulin un poco nerviosa en su lugar por sus palabras.

—O simplemente reírte, fue graciosos verlo y escucharlo tocar así. —ahora dijo el peliblanco mientras soltaba unas ligeras risitas por lo bajo, dándole un último mordisco a su pedazo de pan que ahora eran sólo migajas.

—¿A-ah sí?... —susurró la de grandes ojos azules un poco temerosa temblando con una mirada asustada en su lugar. Bajó sus puños al igual que su mirada, desviando esta misma hacia el suelo—. P-pero quería decir esas palabras, realmente si Hiroshi-san práctica más con aquel instrumento podría tocar mucho mejor, incluso tocar melodías muy lindas. Yo sólo quería animarlo porque algo me dice que podría mejorar y ser experto.

Ahora sí los dejó sorprendidos a los tres, la sonrisa del mayor desapareció pero por un gesto en shock por su razones, ya que realmente lo que había hecho con la flauta había sido con la intención de poder quitar la tensión del aire y tratar de borrar el ambiente tan silencioso que había momentos atrás a su alrededor; cosa que sucedió, pero no esperó que la pelirroja haya tenido esas razones de querer animarlo por aquello. Sin evitarlo suavizó su expresión, posando una sonrisa de lado enternecida por aquella razón.

—¡Aún así, tocó mal!, al parecer tengo el oído agudo y me dolió hasta el cerebro. —se quejó el de colmillos en una pequeña dramatización, haciendo un pequeño puchero provocando que Hatsulin se relajara por lo menos y que Keizuke riera negando con la cabeza.

Hiroshi soltó una pequeña y baja risa por aquella escena, bajando un poco más la flauta entre sus manos. —Es muy tierno de tu parte, Hatsulin-chan, el querer darme ánimo con eso. No había sido mi intención pero ¡esto cuenta! —exclamó dándole unas pequeñas palmaditas a la cabeza de Hatsulin quien se había tensado unos segundos.

No ha recibido ese gesto desde ya hace un tiempo, ya había perdido un poco la cuenta de los golpes y de las torturas que recibió desde que comenzó a entrenar. ¿Días? ¿semanas? ¿quizás meses? que casi su cuerpo estaba teniendo un leve olvidó de los gestos suaves y dulces que hacía su familia, que hacía su mamá, que hacían sus hermanos, que hacía su papá y su abuelo.

Su corazón se estrujó con sólo pensar en eso, mostrando un poco de evidencia al apretar sus labios mientras que sus ojos se habían empañado muy ligeramente por el dolor que sintió emocionalmente y se había manifestado un poco, ya que ese dolor seguía en ella todos los días al despertar.

Pero de alguna forma sentía calidez el ver alegre a Hiroshi, el ver a Keizuke reír y de ver a Senshi espontáneo; el ver a las personas lo contrario a desanimadas. Le gustaba verlos de esa manera aunque sea por unos momentos y ya, así que sonrió, una leve sonrisa que temblaba al querer llorar pero podía disimularla, era una sonrisa de alivio y a la vez calidez que mostró ligeramente hacia el hombre quién prácticamente cuidaba de ellos y demostraba una calidez que la hacía sentirse segura cerca suyo.

—M-me alegra verlo feliz, Hiroshi-san... —susurró apenas audible la pelirroja viendo como la sonrisa del nombrado se ensanchaba un poco más.

Keizuke nuevamente sonrió al ver aquello, a él también le provocaba una pequeña calidez el saber esas cosas de que dos personas a las que veía mayormente adoloridas sonrieran. Ver a Senshi más tranquilo y sin ser violento lo hizo sentir también un gran alivio.

Ojalá pudiera poder mantener aquel ambiente más tiempo pero él sabía, todos sabían que tratar de permanecer en un ambiente así, tan normal y cálido, tan familiar en un lugar así no se podía.

Hatsulin desde el fondo de su corazón trataba de escarbar para poder llegar a una solución de que todo esto acabará, de una vez. Extrañaba a su familia, a su único amigo, a sus hermanos, a su madre, extrañaba en serio a su familia y sólo quería volver a estar entre los brazos de ellos.

Pero hasta ahora, ha visto que nada de lo que deseaba y humanamente era posible, así que ha llegado a la conclusión de que no se puede.

SUS OJOS SE MANTENÍAN DEMASIADO ABIERTOS mientras observaban atónitos aquella zona hacia arriba, cada parte de su cuerpo temblaba y cosquilleaba, podría verse claramente los temblores que habían en su cuerpo por las ganas de llorar que poseía justo ahora por ver después de un tiempo que era largo para ella; el cielo.

Sentir el aire fresco y frío de la mañana bastante temprana le erizó cada vello en su cuerpo, de una forma que no podía explicar que no sea felicidad. Había pensado que ya no volvería a ver el sol, la luna, el atardecer o el anochecer más al estar cautiva pero ahora, estaba observando con fascinación como el cielo comenzaba a aclararse al querer amanecer.

Senshi y Keizuke estaban cerca de ella, los dos tenían igualmente expresiones sorprendidas. Ambos estaban en shock, las reacciones físicas eran las mismas de Hatsulin por ver el cielo y los árboles, por sentir el aire puro y fresco al igual que estar en un ambiente fresco de esa forma y que sus cuerpos extrañaban, ellos extrañaban.

Ver el exterior.

No puedo dejarlos salir sin que les hagan daño o algo peor, pero  —se escuchó la gentil y suave voz de Hiroshi quien estaba con sus manos en sus bolsillos y una sonrisa, su mirada era melancólica pero a la vez feliz de ver a los niños de esa forma—, el que salieran al exterior es lo poco que puedo hacer por ustedes por ahora...

El cuerpo de Hatsulin volvió a temblar para dejar salir un sollozo algo sonoro, así sucesivamente las lágrimas habían comenzado a caer por sus mejillas lastimadas y ahora rojas. Sus manos se apretaron dentro de los guantes que mantenían encerrados estas mismas para evitar que usará su quirk.

Hiroshi se preocupó por ver y escuchar la reacción de Hatsulin, pensaba que había sido algo malo hacer algo así sobre todo cuando notó a los dos niños presentes también temblar en su lugar, hasta notar algo brillante resbalarse por las mejillas primeramente de Senshi y luego de Keizuke, ellos también lloraban.

El mayor no sabía que hacer ahora, estaba demasiado confundido y preocupado; ¿había hecho mal?. Quizás no era correcto que salieran, puede que les afectada estar en el exterior tan repentinamente y no querían o no se sentían listos, sin embargo eso se esfumó cuando vio al de ojos amatistas voltearse sobre su hombro para mirarlo aún con aquella expresión seria y melancólica que tenía.

El corazón del moreno se conmocionó con sólo ver cómo por primera vez Keizuke le daba una pequeña sonrisa, casi sintiendo sus ojos aguarse por ver la sonrisa tan feliz pero a la vez tan triste que le había dado aquel niño que casi siempre estaba serio. Senshi no hizo nada simplemente se mantenía con la mirada fija en dónde iba saliendo el sol, su rostro era algo gracioso ya que trataba de hacerse el duro pero estaba moqueando y llorando en silencio, pero lo claro era lo aliviado que estaba.

Feliz... ninguno de los tres niños se ha sentido así en un tiempo.

Sobre todo Hatsulin, todo aquel sufrimiento comenzó con un enorme dolor al perder a su abuelo seguido de otros dolores físicos y emocionales y ahora, luego de ya varios meses sentía un enorme alivió, una felicidad, de ver el cielo tornarse anaranjado al colocarse el sol. Era una imagen hermosa, ver cómo el sol a pesar de todo siempre salía cada mañana para alumbrar el lugar, su corazón se estrujó levemente mientras que después de mucho tiempo una gran sonrisa se posó en sus labios.

No es como si le estuvieran dando libertad o algo, pero estaba sumamente feliz de ver el sol y el cielo después de mucho, de ver el amanecer luego de tanto. Para ella, para sus compañeros era un gran alivio ver y sentir la luz del sol en ellos.

—M-mamá... papá... —susurró Hatsulin entre una melancólica pero alegre sonrisa—. E-espero que estemos viendo el mismo amanecer.

DIBUJO ECHO POR KILLUA ZOLDYC DE editorialashi_

S H A N X L A B Y X

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