𝟎𝟔

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛El día en que volvieron.
TRES AÑOS DESPUÉS.
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Omnisciente.
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Como había sido de costumbre en esos tres años, Kira mantenía su cabello atado en una coleta alta. Aunque el viento se la removía y también algunos flequillos, hizo caso nulo y continuó caminando entre la multitud de gente con su uniforme de recluta. Kira había logrado graduarse entre los doscientos dieciocho cadetes que pertenecían al escuadrón ciento cuatro. Y aunque Kira tenía claro a qué élite quería ir, algunos de sus compañeros creían que era una decisión suicida. Logró entrar entre los diez mejores cadetes y sus habilidades fueron admiradas incluso por el mismo instructor. Había obtenido tener una resistencia eficaz y un balance espléndido que no se igualaba. Sin duda Kira sería de los mejores soldados que tendría esta generación y su fuerza de voluntad que la llevaba a continuar, era lo que más le resaltaba entre los demás. Kira había sido capaz de sostener decisiones bajo presiones incontrolables, lo cual le hizo desarrollar una tolerancia que necesitaría bajo situaciones difíciles.

A su lado, caminaba con sus compañeros y amigos con los que se había logrado relacionar durante esos tres años. No mentiría en admitir que no todos se ganaron su respeto—, pero al menos algunos la respetaban pese a eso—. Iba en silencio como de costumbre, oyendo a los demás hablar y notar el bullicio de gente por la salida del cuerpo de exploración a una nueva expedición. Para ella, verlos era gratificante, pues se visualizaba de tal manera en los próximos meses. Sin duda sería un sabor de victoria el llevar esa capa verde y esa insignia de las alas de la libertad que tanto añoraba tener. Y fue ahí que después de tres años volvió a encontrarse con esa mirada que traía el color de ojos que ella igual, se reflejaban entre sí y el vínculo que los ataba no se sabía en lo absoluto. Gente le aclamaba y Kira no apartó la mirada como años atrás, lo miró detenidamente hasta que él la encontró entre las personas y quedo anonadado.

—¡Comandante Erwin, dele a esos titanes una paliza! ¡Ustedes pueden vencerlos!—exclamó un bullicio alrededor de Kira y sus compañeros, haciendo que ella desviara la mirada de aquel hombre.

—Impresionante, el comandante Erwin.—comentó Eren aún lado de ella, mirándolo con admiración y brilló en sus ojos; Eren más que nadie lo admiraba por el cargo que traía encima.

—Es el capitán Levi.—señaló otro hombre, Kira no tardó en buscar al señalado con la mira, topándose con un hombre estoico y frío.—Dicen que él solo vale cien soldados.—afirmaron, mientras que ella noto como aquel frío hombre la miró de una manera reacia y hostil hasta desviarle la mirada.

—¿Me acaba de mirar mal?—se cuestionó ella algo dudosa, mirando a sus compañeros quienes dirigieron la mirada a él para corroborar.

—Andando Kira, ni siquiera sabe de nuestra existencia, no te preocupes.—pidió Eren, queriendo removerla de donde estaba para continuar, pero eso a ella no le hizo gracia.

Fue lo único que avisto Eren, de una forma desinteresado—, sin embargo a Kira le había llamado la atención el rostro tan estoico de aquel hombre y como entre la multitud la encontró a ella para mirarla de esa forma—. Quizás era por los horrores que había visto allá afuera, los que Kira algún día vería, ¿o realmente había algo más incierto en la mirada de aquel capitán? Muchos conocían a Levi, sabían con exactitud que valía más que cien soldados juntos y era considerado el más fuerte soldado de la humanidad. Considerando a todos esos que arriesgan su vida, la experiencia que había vivido no se comparaba con los mocosos que se acaban de graduar y lo veían para aludirlo, sabiendo que la mitad se orinaría en los pantalones en su primera expedición fuera de los muros. Allá no todo era como en la base de reclutas, los titanes no eran marionetas de entrenamiento a base de madera, eran unos monstruos capaces de matar en un solo pestañeo.

—¡Ey, mira por dónde vas chiquilla!—Kira abrió los ojos, observando con una sonrisa al hombre que le había visto crecer.

—Hannes, ¿cómo es que aún tienes cabello?—cuestiono Kira, cruzándose de brazos para mirar al líder del escuadrón de guarnición.

—Me he topado con el imprudente de Eren, parece estar muy decidido de ir a la legión de exploración. Tú debes ir por el mismo camino.—indicó Hannes.—Has seguido a Eren siempre.—añadió.

—Puedo tomar mis propias decisiones.—afirmó Kira, algo ofendida en medio de una sonrisa que ocultó la falsedad de su ceño fruncido.

—Es lo que tú madre hubiera querido.—expresó Hannes, dejando que un silencio albergara por el lugar.—Digo, mírate. ¡Te pareces a ella!—añadió.—Y a tu hermano... —musitó con temor.

—No me parezco a él en lo absoluto.—desistió, cruzada de brazos y decidiendo mirar a algún otro lado.—Debe suponer lo que haré luego, no quiero que otros piensen que fue parte de su ayuda mi posición en la lista de los diez mejores cadetes.—comentó con algo de frustración.

—Estoy seguro que todos saben el esfuerzo que hiciste por llegar ahí.—respondía Hannes, caminando con ella por la calle hasta suspirar.

—¿Te sucede algo?—se preguntó Kira algo curiosa y preocupada, mirando como Hannes solo sonreía y le dedicaba un rostro relajado.

—Han crecido muy rápido y se han sabido cuidar entre ustedes, me siento viejo, pero también orgulloso.—admitió, mirando a Kira.—Aún me avergüenza el no haber podido salvar a Carla Jaeger.—añadió con pereza y desánimo.—Pero bueno, no hay porque recordarlo.—desistió, penoso.

—Siempre me pregunté... ¿a dónde fue a parar el doctor Jaeger?—se preguntó Kira en un casi susurro, buscando una pregunta sin casi respuesta.

—Lo obvio no se pregunta, Kira. Es solo que hay quienes no podrán aceptarlo.—respondió Hannes, refiriéndose efectivamente a Eren.

—Por eso no puedo abandonarlo en su deseo de encontrar la verdad fuera de las murallas.—comentó ella, sintiendo la brisa remover su coleta.

—Creí que tomabas decisiones por ti misma.—irrumpió Hannes, mirando detenidamente a Kira y como ella bajo la cabeza.

—Fue mi decisión seguirlo.—aceptó en una convicción e ideología que Hannes no entendía, pero que veía con admiración y respeto.—Y acabar con el titán colosal y el acorazado.—añadió.

Kira había visto en Eren el deseo impotente de derivar las murallas que les privaban de sus libertades—, como él deseaba ser libre y extinguir el rencor que habitaba en su vacía alma con la eliminación de los titanes—. Levanto la mirada para observar la muralla, en donde varios de sus compañeros yacían y entre ellos, Eren. Busco la manera de irse y acercarse, pero su cuerpo le impidió moverse para quedarse acompañada del hombre que había visto desde pequeña. Lo miró hasta que una capa de sombra no tardó en avecinarse, cubriendo la mitad de la calle y a las personas que hicieron buche de silencio cuando visualizaron la silueta que creaba la sombra. Kira sintió como se quedaba sin saliva, sin poder controlar como su pecho empezó a subir y bajar. Había quedado en caminar con Hannes al notar que sus amigos se habían ido para hacer sus tareas, pero encontrarse en esta situación era un trago amargo que revivía como la tragedia de su vida.

Iba a tartamudear, porque estaba abatida de la sorpresa al visualizar el humo alrededor de aquel gran titán—, era como si ella lo hubiera llamado—. Y efectivamente, el titán colosal estaba irrumpiendo nuevamente la ciudad y los veía como una amenaza que hizo a la gente entrar en pánico. La evacuación inició como el bullicio y el descontrol entre las personas que imaginaban sus vidas siendo aplastadas por grandes manos. En defensa de Kira, estaba preparada para dar un asalto cuando el humo no tardó en verse y el cielo incluso tornearse gris—, con eso el titán colosal desapareció luego de un golpe dirigido a la puerta principal—. El humo y el cimiento cayó por todos lados, mientras que las tropas de guarnición se reunían, los cadetes eran llamados a dar defensa a la ciudad y servir de escudo. Pero aún Kira no procesaba lo que había ocurrido y en como los cimientos habían caído encima de personas inocentes, la peor parte era la entrada máxima de los titanes que no tardarían en oler a su presa.

—Kira, ¡Kira!—sintió como Mikasa la removía, por un momento se había disociado y no fue capaz de oír las directrices de sus superiores.

—Quebró la puerta.—repitió Kira aturdida, mirando a Mikasa asentir y verla preocupada; se había ido en un lapso de tiempo por varios segundos.

—Te han enviado conmigo, pero necesito que vigiles a Eren y Armin, pasarán desapercibidos contigo, porque otros grupos han pedido tu presencia.—decía Mikasa, algo desesperada.

—Estoy algo... —Kira no podía hablar, quería controlar sus emociones y no verse sometida por el pánico de que algo ocurriera.

—Kira, ¿cuento contigo?—se preguntó Mikasa, formaciones de cadete se alistaban para cubrir las zonas, Kira perdió la noción del tiempo y no se dio cuenta de todo eso; tampoco recordaba a donde fue Hannes, o si estaba bien.

—¡Cadete Nakamura, se le ordenó su asistencia en mi grupo, no se atrase!—insistió un supervisor, quien miró de forma detenida a Kira.

—Mantente a salvo.—pidió Mikasa, alejándose de Kira al ser llamada de forma repetida, la rubia no tardó en ver a su amiga partir y quedar atónica a la situación.

—¡Tus recursos como los de otros cadetes serán necesarios! Debemos vigilar la entrada de los titanes y mantener la evacuación a salvo. Intenta dar una vuelta manzana en una buena altitud y evitar a toda costa el peligro a tus equipos de maniobras tridimensionales.—aconsejaba el supervisor.

—Si, señor.—respondía Kira de forma sumisa, revisando sus equipos de maniobras tridimensionales; era cierto, la base de reclutas y la práctica no se comparaba a la presión de tener que lidiar con una situación real.

—Como toda línea de titanes, podría haber uno anormal, debieron enseñarle en la base de reclutas.—añadía el supervisor, mirando a Kira.—Los anormales pueden tener gran altura, ¡de verlos intenta no enfrentarte a ellos, aunque puedas tener la determinación necesitamos contar con tu apoyo!—insistía el adulto.

—Entendido señor.—afirmó ella.—No tuve tiempo de estudiar la ciudad a su perfección, pero la manera más efectiva de la evacuación es la más lejana de la puerta quebrada, los titanes querrán ir por las calles del medio y evitarán las esquinas; es donde más multitud de gente se ve, hay que separarles, no podemos amontonarlos. Podría ser más peligroso.—opinaba ella, algo tensa.

—Nakamura, eres impresionante. Estoy de acuerdo con usted cadete.—afirmaba aquel supervisor, mirándola impresionado.—Fuiste de las diez mejores cadetes, se rumorea que fácilmente podrías ser capaz de aniquilar a cualquier titán sin importar el metro por el manejo ágil de tus hojas y la forma en la que impides gastar mucho gas, sueles tomar impulso de algún cimiento.—detallaba.

—No son rumores.—desistió Kira, mirando al supervisor y esperando señal, cuando se vieron varias brigadas a los alrededores y también bengalas que anunciaban la cercanía de los titanes.

—¡Confío en usted cadete, de la vuelta redonda de la manzana y vuelva de inmediato!—pidió el supervisor, por lo que Kira asintió sumisamente.

No tardó en tomar altitud para empezar a caminar entre los techos—, la mejor manera de avanzar y tomar ventaja era no gastar mucho gas, en caso de que quisiera huir, podría fácilmente perder a los titanes e ir a un lugar seguro—. Estaba clara que debía haber división de los titanes para que no se amontonaron y fueran directo a las personas que había iniciado la evacuación. Pero ella solo pensaba en el factor de que sus amigos y compañeros estaban divididos en grupo, se preocupaba grandemente por Armin y Eren. Empezó a correr, con eso a controlar su respiración para no fatigarse y mantener su resistencia. Salto de un techo a otro, buscó la mejor visión para captar los movimientos de los titanes que pusieron su piel de gallina y casi la hicieron desistir de su plan, sin embargo, no era la primera vez que los veía y recordaba tener una idea de ellos. No busco combate, siguió moviéndose y rodeando el lugar, hasta que oyó gritos de desesperación que la alarmaron a seguir el paso de los titanes.

Uso su equipo para avanzar entre los tejados, viendo cimientos llenos de sangre y personas descompuestas entre las lágrimas, pero lo morboso fue ver cómo veía a cadetes partidos a la mitad o lanzados en una esquina. Kira se detuvo para así abalanzarse de forma eficaz y determinada hacia el vacío, casi llegando al suelo para sostener sus hojas de una forma precisa. Veía la sombra de un titán y oía sus pasos retumbar el suelo, debía pensar en que era aquel molde de madera con el que solía practicar. Imaginaba la parte de la nuca que debía rebanar como una carne a la hora del almuerzo—, solo en eso debía pensar, no en el pánico y en los gritos que se oían a los alrededores—. Tenía que dentro de aquellos que huían, quedarse y combatir. El titán se giró al notarla, pero Kira pasó de una forma tan veloz que logró cortarle la nuca e impresionarse ella misma cuando cayó en un techo de pie. El titán cayó arrodillado y vapor sobresalió conjunto a la sangre que se secó. Kira soltó una bocanada de aire incrédula, como si no creyera en su determinación, hasta que oyó un llamado.

—¡Kira, por favor ayúdanos!—quedó ida en un techo, en la lejanía donde veía al rubio de ojos azules clamar por su ayuda; jamás había estado tan feliz de ver a Armin, hasta que vio a Eren.

El titán que yacía ahí, arrastraba a Armin contra su boca—, mientras que Kira veía como Eren intentaba de levantarse del próximo techo—. Él estaba rodeado de sangre, un bache había a su alrededor y también un cementerio de cadetes. Kira iba tomar altitud hasta que sintió como su cable fue retenido bruscamente. Cayó en el pánico al no percatarse sobre la presencia de aquel titán, así que lanzó su gancho el cual se enterró en el cimiento del techo donde yacía el titán que arrastraba a Armin a su boca. Para Kira, fueron los segundos más lentos e intensos de su vida, el pánico de ver la transición de su amigo ser devorado mientras que el otro estaba moribundo era como un castigo divino que no entendía. Su corazón palpitaba con fuerza al ver como Eren se aventaba para rescatar a Armin. Entre dientes, Kira tomó sus hojas para rasgar la nuca del titán que la había querido tumbar con su cable del equipo de maniobras, para así arrastrarse hasta el techo y percatándose que su equipo se había deshabilitado. Corrió rápidamente y se deslizó, raspándose.

—¡No te sueltes!—pidió al ver a Armin sostener la mano de Eren, quien se desangraba con una falta de extremidad en su pierna y gotas de sudor le bajaban por la manera en que aún resistía.

—¡Sostenla Armin!—exigió Eren en el momento que su mano hacia la fuerza para mantener abierta la boca del titán y hacer que su amigo se abalanzara hacia la mano de Kira.

—Te tengo.—musitó Kira agitada y con seguridad, abrazando a Armin contra su cuerpo para dejarlo en la orilla del tejado e ir hacia Eren.

—¡Bien, Kira... —expresó Eren con adrenalina hasta que la boca del titán se cerró de una forma que se oyó el crujido del brazo de Eren cuando se partió en la mitad ante el cierre.

La sangre del brazo salpicó hasta Kira quien quedó anonadada con su mano extendida en el aire, oyendo el grito desgarrador de Armin—, no tenía tiempo para procesar lo que acababa de ver—. Solo se quedó estoica como si todo se hubiera detenido en ese insólito momento. ¿Qué pasó? Ella solo se giró e iba ir hacia él. No supo en qué momento Eren había perdido la fuerza para dejar la boca cerrar y dejarse tragar. Su boca se fue abriendo para exhalar un gran aire, todo su cuerpo sintió un escalofrío que le hizo revivir el evento más traumático de su vida. No sabía cómo empezar a moverse y sostener su vida, conjunto a la de su amigo en ese bache sangriento de personas. Quizás se emocionaron o precipitaron tanto, que no vieron la magnitud del peligro y se aventaron a la aventura sin imaginar la diferencia que había de las prácticas a una realidad morbosa como esta. Las manos de Kira empezaron a temblar cuando su mente procesaba la ausencia definitiva de Eren, así que no había forma de pelear.

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