𝟎𝟓

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Tienes que darlo todo Eren.
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Omnisciente.
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Con cansancio Kira arqueó la espalda en el espaldar de la litera, buscando cesar la incomodidad de su postura al estar haciendo movimientos constantes en sus entrenamientos. Habían tenido algunos como prueba de balances, o equipamiento pesado mientras corrían unas millas bajo el sol—, no importaba cuál fuera, ella esperaba tener un gran resultado al final y permanecer entre las mejores diez cadetes cuando culminaran en su graduación—. Ella amarró su cabello en una coleta algo despeinada, veía a sus compañeras adentrar a la habitación y hablar entre ellas de forma animada. Pese a que había pasado tiempo, Kira aún no se sentía acoplada a nadie que no fueran sus amigos y preferiría guardar charla para otro momento. Estaba enfocada en su deber y preocupada de no poder romper sus propias expectativas. Sin duda se estaba exigiendo demás para compensar los días en que no podía pasar un buen entrenamiento frente al instructor que como ella y otros más, él esperaba grandes cosas.

Su cabeza le dolía, pasaba un tipo de estrés y furor. Toco su coleta y la levantó para que no se pillara con el espaldar—, aunque Mikasa le sugirió que se lo picara para evitar accidentes, Kira no cedió—. Su madre siempre amo peinar su largo cabello y hacerle trenzas, por ende, Kira sentía que su cabello largo era el reflejo de lo que su madre y ella compartían en las noches cuando lo desenredaba para dormir y oía viejas historias de ella. El recuerdo de su madre no la agobiaba de mala manera, se ponía triste, pero no se deprimía. Kira tan solo se refugiaba en esos recuerdos y olvidaba el hecho de que su madre alguna vez quiso privarla de la libertad. Era evidente que la extrañaba todos los días y sentía un peso de soledad en su alma desde que Elizabeth había muerto delante de sus ojos, pero también una rabia descontrolada por no haber podido hacer nada. Era una agonía, sería esclava de ese sentimiento para siempre y viviría eternamente de los recuerdos de su madre que se desvanecían.

—¿Por qué estás aquí tan sola?—le cuestionó Mikasa, quien se adentró a las habitaciones mientras que las demás paseaban también.—Estamos en la cabaña de descanso, deberías venir.—alentó.

—Aquí puedo descansar igual.—respondió Kira, suspirando y cruzándose de brazos.—¿Cómo esta Eren? Se golpeó la cabeza muy fuerte en los entrenamientos. Puedo jurar verle humo salir de su herida.—expreso.

—Le atendieron la herida, no creo que quiera volver a intentar la prueba mañana.—comentó Mikasa, a lo que Kira obviamente negó.

—Lo conoces, no se rendirá tan fácil.—musitó ella, levantándose de la litera para encaminarse junto a Mikasa fuera de las habitaciones.

—Entonces son tal para cual.—exclamó una de sus compañeras, Kira miró de reojo a Ymir y denotó que no tenían una buena relación.

—Entiendo que me moleste, al parecer le gustan rubias.—opinó Kira, en un tono alto que hizo a Ymir reír de manera bufona e ignorarla.

—No le hagas caso.—pidió Mikasa, entendiendo la forma en que Ymir le gustaba provocar a otros, a excepción de su compañera Krysta.

—¿Me crees capaz de perder tiempo? No es rival para mí, si así fuera, me habría respondido.—explicó Kira con un tono arrogante.

—Ahí están.—señaló Mikasa, haciendo que Kira mirara a sus amigos, quienes estaban rodeado de más personas.

—Chicas, ¿dónde estaban? Eren se ha vuelto intenso, le pregunta a todos si pueden darle el truco para permanecer equilibrado en el aire.—expuso Armin al ellas adentrarse a la cabaña de descanso, haciendo que miraran a Eren hablar con Jean y Connie.

—Pierde el tiempo, no les dirán. Menos ellos.—opinó Kira, cruzándose de brazos para ver cómo Eren de forma exhausta se acercaba.—¿Cómo esta tu cabeza?—le preguntó.

—No duele tanto como el saber que no podré pasar esa estúpida prueba mañana.—exclamó con enfado y frustración, mirando a otro lado.

—Eren, ya te lo he dicho, deberías descansar. Te diste un mal golpe en la cabeza.—indicó Mikasa, llevando su atención y preocupación a él.

—Para pedirle ayuda a Jean, tuvo que ser muy fuerte.—musitó Kira en un tono bajo, mirando a otro lado mientras que Eren le rodeó los ojos.

—Bueno, entonces dime opciones, ¡tú pasaste la prueba!—exclamó Eren, aún más frustrado, viendo a Kira detenidamente a los ojos.

—No hay un truco Eren.—esclareció ella, aún cruzada de brazos.—Pero si quieres hablar con alguien, ve con Reiner o Berthold, fueron de los mejores. Quizás puedan decirte algo.—indicó, mirando a una litera donde yacían los mencionados.

—Se llevan mejor contigo.—dijo él.—¿Podrías acompañarme?—pidió de una forma más delicada, por lo que Kira asintió levemente.

—No deberías mirar el proceso ajeno, tienes que esforzarte por ti mismo Eren, das más que esto.—aconsejó Kira, caminando con él hacia sus compañeros quienes los captaron.

—Eren, ¿cómo va esa recuperación?—se preguntó Reiner, mientras que Kira se quedó recostada de la madera, Eren irrumpía en su espacio.

—Necesito que me digan el truco para poder mantener balance en el aire.—pidió Eren, yendo al grano de su situación.—Vamos chicos, ustedes fueron de los mejores.—indicó.

—Lo siento, pero no existe ningún truco para sostenerse. No puedo darte el consejo que estás buscando.—respondió Reiner algo cabizbajo, haciendo desanimar a Eren.

—Tendrás que jugártelo todo mañana.—ánimo Armin, viendo el ánimo de Eren caer por los suelos con la esperanza de poder triunfar.

—¿De verdad ustedes pertenecían a ShingaShina?—se cuestionó Berthold en el momento que los tres amigos se retirarían de donde estaban.—Deben saber lo terrorífico que son los titanes. Quisiera saber el por qué desean ser soldados.—esclareció.

La forma en que lo preguntó a Kira la pareció curioso, pues Berthold a diferencia de Reiner era tímido y más callado—, prefería estar atrás de su compañero y no opinar a lo que él opinaba—. Eran una combinación perfecta de mejores amigos, similar a lo que era Kira y Mikasa. Aunque ambas tenían un carácter inexpresivo y frío, Kira hablaba cuando debía hacerlo y Mikasa mantenía su silencio como una prueba autoritaria que otros no cuestionarían. Kira sintió la tensión de la pregunta de su compañero y miró como Eren se giró para permanecer en la conversación que recrearon. Desde que el grupo había llegado muchos le preguntaban lo mismo como si no creyeran que habían sido parte del muro que cayó primero ante los titanes. A Kira eso no le hacía gracia, porque con sus rostros era más que creíble que habían pasado por algo traumático que no superarían ni de aquí a mil años. Ella miró detenidamente como las facciones de Eren cambiaron ante la pregunta que debieron traerle uno de los recuerdos más amargos y deprimentes que había vivido como ella, la muerte de Carla, su adorada y hermosa madre.

—Al contrario de Eren o Kira no se lo terroríficos que son, pero luego de ver como el gobierno enviaba gente a recuperar el terreno perdido me di cuenta que debíamos hacer algo.—comentó Armin, mirando a Berthold asentir.—¿Ustedes de dónde son?—pregunto de forma curiosa.

—Reiner y yo somos de un pequeño pueblo que quedaba al sur del muro María.—afirmó, dejándolos sorprendidos.—Al contrario de las grandes ciudades, las noticias se tardaron en llegar, pero primero que eso... llegaron los titanes.—contaba de una forma detallada que hizo en Kira revivir el amargo y trágico día por un segundo.

—Basta, ¿por qué tienes que hablar de eso?—le preguntó Reiner cruzado de brazos y teniendo una actitud sumamente serena, como si aquello no lograra mortificarlo.

—Porque nosotros somos diferentes a estas personas que están aquí. La mayoría no los ha visto, no saben lo terroríficos que son.—respondió Berthold, haciendo que miraran a sus alrededores.

Y era cierto. Lo que Berthold había dicho era una cruda verdad que no muchos estaban dispuestos a oír, como enfrentar. La mayoría de esos cadetes no entendían lo que era sentir su cuerpo helarse y ser incapaz de moverse para salvar tu propia vida cuando ves a una bestia como esa cubrirte con solo su sombra. Tenían que tener una mente fuerte y un corazón valiente que los dirigiera en el momento que sucediera un impacto como ese nuevamente en la sociedad de las murallas. Para Kira, ni siquiera ella estaba preparada para volver a enfrentarse a los titanes que arrasaron con todo en el muro María. Los habían nombrado como el titán acorazado y el colosal, pero de ellos no se había vuelto a hablar, porque desaparecieron como una nube gris establecida en un cielo soleado. La noche los había alcanzado y caminaban por el bosque sin permiso del instructor. Si los viera allí a esa hora, sin duda los castigaría o él mismo los enviaría de vuelta a sus casas.

Pero solo buscaban poder ayudar a Eren. La forma en la que lo harían, sería una prueba fácil que se convertiría en fuego cuando mañana en la mañana le tocará su tornó para sostener su equilibrio con los equipos tridimensionales. Eran las herramientas que usaban los soldados para sostenerse en el aire, tenían unos ganchos que se adjuntaban a cualquier material para mantenerlos inmóviles o guiados a una dirección. Fue de las primeras cosas que estudiaron en sus exámenes escritos, era la arma más importante que tenía la humanidad. Usaban gas, en caso de que se acabaran, habían cuarteles con repuestos—, por el momento era lo que sabían ellos—. Pronto aprenderían más de los soldados y todas sus élites. Tanto las tropas de guarnición quienes se encargaban de cuidar los muros, como los soldados de la policía militar que ponían orden en el interior de estos y los soldados de la legión de exploración que arriesgaban sus vidas afuera para conocer la verdad de los titanes. Era ahí a donde Kira quería ir.

—¿Tú por qué viniste Eren?—Kira atrajo la mirada hacia atrás y observó como Eren caminaba aún lado de Berthold.

—Quiero exterminarlos a todos, a cada uno de ellos.—admitió sin pena, dejando todo su resentimiento por encima de todo.—Quiero que seamos libres.—añadió, algo más sereno y pasivo.

—¿Y tú Kira?—Berthold se dirigió a Kira, ella caminaba junto a Reiner y seguía sus pasos; él podía denominar porque Kira estaba ahí, pero Berthold no tenía ni una sola idea.

—Quiero destruirlos como Eren.—admitió, dejándose basar en lo que sentía su amigo.—Mientras ellos existan, jamás seremos libres. Y deseo saber que hay más allá de los muros.—respondió de forma breve y precisa, mirando adelante.

—Cada día me sorprenden más tus respuestas Kira.—comentó Reiner aún lado de ella.—De seguro estarás entre las mejores diez cadetes en la graduación y podrás elegir a dónde quieres ir, aunque ya lo tienes claro.—añadió, sonriente.

—¿Y desde cuando se llevan tan bien?—se preguntó Eren en la parte de atrás, sin que estos le oyeran, a excepción de Armin y Berthold.

—Amigo, ¿qué fue eso? No creo que sean celos.—indicó Armin confundido, mirando como Eren denegaba de inmediato por eso, mientras que Berthold sonrió.

—Es solo que no los había visto tan amigables.—esclareció, por lo que Berthold miró a su compañero y no tardó en denegar.

—Reiner y Kira tienen una buena relación amistosa, creo que es porque casi tornan la misma edad. Se entienden entre ellos.—comentó Berthold, haciéndole entender a Eren. 

—Este es el lugar, aquí podremos ayudarte Eren.—afirmó Reiner, haciendo que todos miraran el lugar tan espectacular donde los había llevado.

—Tienes que darlo todo Eren.—indicó Kira, mirando el lago y la luna llena reflejada ahí, con el sonido de algunos animales alrededor.

Era hermoso. Un lugar muy pacífico para poder olvidarse de todo y enfocarse en una sola cosa. Sin duda una prueba mental que los ayudaría en las pruebas de mañana, eso hizo que todos se ayudaran. Kira fue la primera en pasar, poniéndose de pie en un tronco de madera que se movía de forma constante, pero ella de forma serena se concentraba y evitaba cargar su propia peso, por lo que se aflojó y dejó fluir para demostrar cómo crear un balance adecuado. El tronco dejó de moverse e hizo que sus amigos vieran la facilidad del asunto que no tardaron en copiar. Aunque para Eren fue más difícil, Kira y Reiner permanecieron en el interior del lago frío para ayudarlo y mostrarle principalmente cómo debía dejar sus impulsos aún lado para enfocarse en el balance. Fue una noche larga que los mantuvo casi soñolientos en la mañana, vestidos y con ojeras, Kira había pasado su prueba como los demás. Dando comienzo a una etapa en la base de reclutas que la guiaría a donde quería, pero no fue solo el sabor victorioso de su triunfo que ella saboreó. Si no, el de Eren cuando obtuvo el balance perfecto.

—¡Sí!—se oyeron los emocionantes gritos de Eren que alegraron a algunos de sus compañeros, quienes se acercaron y hasta aplaudieron.

Era normal que entre ellos se subestimaran y buscarán ser de los mejores, pero Kira sabía que el apoyo grupal era mejor que subestimarse. Por eso seguía a sus compañeros y permitía que el viento soltara su coleta alta, mientras que iba de árbol en árbol, probando junto a los demás sus equipos de maniobras tridimensionales. Se sentía por un momento libre, viendo a los demás sonreírle y sentirse de la misma forma en la que ella se sentía, como un pájaro que podía observar todo lo que pasaba sin que le detuvieran. Estaba segura que era eso lo único que quería—, ser libre y volar tan alto que nadie pudiera alcanzarla o detenerla—. Necesitaba descubrir que había más allá de los muros y que lo que sentía, se desvaneciera. No podía morir sin ver lo que había en el exterior y entender la verdad que muchos querían conocer, lo que ahora le retumbaba en la cabeza era el hecho de que sentía que de saber la verdad dependía de ella y sus amigos con los que estarían aunque le costará la vida.

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