٬ 𝟬𝟭. body hunting. ៹

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🌕🐺˖ ࣪៹ ❛ 𝕭𝐎𝐑𝐃𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍𝐄 ❜ ꒷៹ ˖🐺🌑
001.┊ BODY HUNTING.
꒰# TEEN WOLF E1 T1 ; Luna de lobos.

( gif por lcverhawke )

LA HABITACIÓN DE HARPER VERUM estaba más ordenada que en todo el verano debido a su intensa capacidad de procrastinación. Había velas encendidas cerca de ella mientras la adolescente permanecía sentada encorvada sobre su escritorio, garabateando las respuestas a los deberes que, lamentablemente, había dejado para el último momento.

La castaña llevaba los auriculares puestos y escuchaba a The Neighbourhood a todo volumen, tarareando la canción de la banda en silencio. Hacía menos de una hora que su abuela se había ido a dormir, así que no debía hacer ruido. Aunque Harper estaba noventa y nueve por ciento segura de que su abuela podía dormir durante un huracán.

En su lista de cosas por hacer, los deberes eran su última opción, por lo que había tardado todo el verano en atreverse a sacarlos de la mochila del año pasado. ¿Quién pone deberes en vacaciones? El señor Harris, sin duda.

Harper por fin terminó, un suspiro de alivio escapó de sus labios mientras dejaba caer el lápiz sobre el escritorio y se quitaba los auriculares, justo a tiempo para oír un golpe procedente del piso de abajo. El corazón le dio un vuelco y se incorporó, escuchando atentamente.

En silencio, cogió el fuerte envoltorio de cartón de un póster que le habían entregado días atrás, levantándolo por encima de su cabeza como un murciélago. La adrenalina la inundó cuando abrió la puerta del dormitorio. Harper bajó las escaleras de puntillas, con los ojos muy abiertos mientras trataba de adaptarse a la oscuridad.

Un estruendo y luego un gemido surgieron de la cocina. Las manos de Harper empezaron a sudar un poco, apretó con más fuerza el arma casi inservible en sus manos, moviendo los dedos. La luz del pasillo se encendió y la chica de ojos marrones chilló, alargando el brazo y golpeando en la cabeza a quienquiera que estuviera en la puerta.

—¡Ay! ¡Ay, Harper, para! —Siseó una voz familiar antes de que unas grandes manos rodearan el abollado envoltorio del póster, arrancándolo directamente de sus manos—. Soy yo, soy Stiles.

Harper parpadeó, un rubor cubrió sus mejillas cuando se dio cuenta de que sólo eran sus dos mejores amigos: Stiles Stilinski y Scott McCall. Se alzaban por encima de su 1,70 de estatura y la miraban con ojos muy abiertos. Stiles seguía frotándose la cabeza donde ella le había golpeado.

—¿Por qué me has pegado? —Se quejó.

La chica se burló.

—¿Tal vez porque pensé que estabais tratando de robarme?

Stiles la miró fijamente, entrecerrando los ojos.

—Touché.

—Por cierto, ¿qué hacéis aquí? —Cruzó los brazos sobre su pecho, levantando una ceja oscura hacia los dos— Son como las once de la noche y mi abuela está durmiendo.

Scott puso los ojos en blanco.

—Stiles quiere que vayamos con él al bosque para buscar un cadáver —murmuró.

El mayor de todos ellos no quiso salir en busca de un cadáver, pero cuando Stiles se presentó en su casa e insistió, Scott no pudo decir que no. Se había puesto un jersey de color granate y se había subido al jeep azul del chico Stilinski para que pudieran ir a buscar a su otra mejor amiga.

La boca de Harper se abrió ligeramente mientras miraba a ambos.

—¿Cómo sabes que hay un cadáver ahí fuera? ¿Qué habéis estado haciendo en mi ausencia? —Estaba medio en broma, medio en serio.

—Nada, lo juramos —respondió enseguida Stiles—. Mi padre recibió una llamada de comisaría. Dos corredores encontraron la mitad de un cuerpo y la policía está buscando la otra mitad ahora mismo.

Ella se apartó algunos cabellos caídos de la cara.

—Bueno, si están buscando la otra mitad, entonces no tenemos por qué hacerlo. Necesito dormir, Stiles. Como, urgentemente. ¿Ves las ojeras debajo de mis ojos?

Stiles frunció el ceño y examinó a la chica. Su piel era casi clara, sólo alguna que otra mancha, pero tal como ella había insistido, había ligeras ojeras bajo sus cálidos ojos marrones. Sin embargo, seguía pensando que era hermosa.

—Esas no estaban ayer —él enarcó las cejas.

—El poder del corrector —Harper no pudo evitar sonreír un poco—. No me voy a librar de vosotros dos, ¿verdad?

Los dos adolescentes negaron con la cabeza, con sonrisas juguetonas en sus caras. La chica suspiró y se apresuró a subir a ponerse ropa más adecuada. Seguro que se iba a morir de frío allí fuera sólo con el pijama.

Scott se burló, golpeando juguetonamente a su otro mejor amigo.

—Tío, estabas mirándola de arriba abajo —se burló de él—. ¿Por qué no la invitas a salir de una vez? Has estado obsesionado con ella desde que se mudó aquí.

El chico de pelo rapado frunció el ceño a la defensiva.

—Simplemente estaba revisando su cara en busca de ojeras tal y como me pidió.

No era del todo mentira, pero se había tomado su tiempo para admirar a su crush de toda la vida.

Antes de que Scott pudiera decir algo más, unos pasos bajaron silenciosamente las escaleras. Harper saltó el último par, aterrizando casi en silencio mientras se acercaba su impermeable amarillo al cuerpo, subiendo la cremallera.

—No está lloviendo-

—Ahora no, pero lloverá —cortó a Scott—. De hecho, se supone que habrá una tormenta.

Stiles suspiró.

—Estupendo —murmuró él mientras la castaña se ponía las zapatillas Adidas y cogía las llaves de casa.

Let's a go —Harper imitó al fontanero italiano favorito de todo el mundo.

Los dos chicos gimieron y ella soltó una risita, con un rebote en su paso mientras salía por la puerta principal. Stiles no pudo evitar sacudir la cabeza y sonreírle.

Harper Verum sería la muerte de él.

Menos de diez minutos después, el emblemático jeep azul de Stiles se detuvo frente a la Reserva de Beacon Hills, los faros iluminaron los árboles durante unos segundos antes de apagarse. Los tres adolescentes salieron del coche, ya temblando por el aire fresco.

Harper se quitó rápido el coletero de la muñeca y se recogió el pelo en una coleta desordenada mientras Stiles encendía la linterna, iluminando su camino. Las manos de la castaña se metieron en su impermeable amarillo, molesta por no haber pensado en traer un par de guantes.

—¿De verdad vamos a hacer esto? —pensó Scott en voz alta mientras cerraba de un golpe la puerta del jeep, haciendo que la chica que estaba a su lado se estremeciera ligeramente.

El chico de ojos avellana puso los ojos en blanco.

—Tú eres el que siempre se queja de que nunca pasa nada en este pueblo —afirmó, poniéndose a caminar al lado de Harper.

Scott frunció el ceño.

—Mañana entreno y quería estar descansado —murmuró, apartando una pequeña rama de árbol mientras iba detrás de ellos.

Harper no pudo evitar la burla que se le escapó de los labios.

—Sí, claro, estar en el banquillo requiere mucho esfuerzo y sacrificio —se burló.

Stiles se echó a reír desde el frente; normalmente era él quien se burlaba de su amigo.

El mayor de los tres dejó escapar un suspiro.

—No, porque pienso jugar este año —hizo una pausa—. De hecho seré titular.

Stiles no se molestó en darse la vuelta mientras respondía.

—Ese es el espíritu —su tono estaba empapado de sarcasmo—. Todos tendríamos que soñar, incluso con fantasías como tú.

Fue el turno de Scott de reírse.

—Algo así como tu sueño de...

—¡Cállate! —Stiles levantó la voz, cortando a Scott antes de que pudiera terminar su frase.

Echó una mirada furtiva en dirección a Harper para ver si se había dado cuenta, pero ella estaba mirando sus zapatillas y usando una hoja para limpiarse el barro de ellas. No estaba ayudando mucho. De hecho, probablemente sólo estaba manchando aún más el material. 

—Maldita sea. No debería haberme puesto estas zapatillas —Harper quiso llorar al ver sus flamantes zapatillas Adidas.

Tenía pensado ponérselas para el primer día de clase mañana, pero ahora eran casi marrones en lugar de blancas. 

—¿Qué parte del cuerpo estamos buscando? —Trató de distraerse de la tragedia que eran sus zapas.

—Huh —Stiles hizo una pausa como si acabara de darse cuenta de algo. Se rió ligeramente, casi con nerviosismo—. No había pensado en eso.

Scott y Harper compartieron miradas nerviosas detrás de él. 

—¿Y si el asesino todavía anda por aquí? —preguntó ella, Scott también parecía curioso por la respuesta a esta pregunta.

—Tampoco he pensado en eso —admitió Stiles con una leve inclinación de cabeza.

Comenzaron a subir una pequeña pendiente, Stiles iba primero. La mano de Harper se hundía en la tierra blanda debajo de ella, subiendo directamente detrás de él. Se encogió mentalmente al ver toda la suciedad que había debajo de sus uñas azul pastel recién pintadas.

Scott jadeaba detrás de los dos, luchando por mantener el ritmo. No es que Scott no estuviera en forma, de hecho, estaba perfectamente sano tanto física como mentalmente, pero padecía un asma severo desde que era sólo un bebé.

—Oye, me tranquiliza saber que has planeado esto con precisión —Scott resopló.

—Lo sé —Stiles gimió con fuerza mientras se levantaba por última vez, llegando a la cima de la frondosa pendiente.

Él se inclinó y agarró suavemente las muñecas de Harper, tirando de ella hacia arriba casi sin esfuerzo. La castaña le sonrió antes de darse la vuelta y ayudar a Scott. Scott le dirigió una mirada de agradecimiento, dejando que lo ayudara con el último paso.

—¿Estás bien? —preguntó Harper con preocupación, sus cejas se juntaron en señal de preocupación mientras él jadeaba, enviando un rápido movimiento de cabeza en su dirección para tranquilizarla.

Harper podría ser una madre-amiga a veces.

—Sí —murmuró antes de hablar más alto para que lo oyera Stiles—. Tiene que ser... el asmático el que tenga que llevar la linterna, ¿eh?

Sacó su inhalador y lo sacudió. Scott ni siquiera tuvo la oportunidad de inhalar antes de que Stiles echara a correr hacia delante, con Harper y Scott siguiéndolo de cerca con menos entusiasmo. De repente, Stiles se tiró al suelo, arrastrando a Harper con él para tumbarse en el frondoso suelo. Scott cayó al otro lado de Stiles.

A unos cincuenta metros, detrás de unos árboles, había una hilera de linternas de la policía del condado de Beacon. Hacían brillar sus linternas en todas las direcciones, la luz resaltaba la lluvia que estaba cayendo. Por suerte, los adolescentes estaban protegidos por la gruesa capa de árboles que los rodeaba, así que aún no la habían sentido.

Una sonrisilla se dibujó de repente en el rostro del chico Stilinski, que se levantó de un salto y se agarró al brazo de Harper para arrastrarla con él.

—¡Vamos!

Scott siseó sus nombres, rogando que volvieran mientras Stiles arrastraba a Harper hacia la policía. Él les siguió con cautela, sin querer ser atrapado por la policía. Su madre lo mataría si descubriera que estaba en el bosque a esas horas de la noche mientras ella estaba trabajando.

—¿Qué demonios, Stiles? —siseó Harper, sonando extrañamente como su padre.

Stiles no tuvo tiempo de responder ya que se detuvo en un claro. Su mano soltó el brazo de Harper cuando un gran perro policía salió de la nada, ladrando justo en sus caras. La chica chilló, cayendo hacia atrás y llevándose a Stiles abajo con ella.

Una linterna brilló justo delante de sus ojos. Harper entrecerró los ojos y a duras penas pudo distinguir el rostro de un policía cabreado. A pesar de pasar todo el tiempo con Stiles, cuyo padre era el sheriff de Beacon Hills, nunca había visto a ese hombre en su vida.

—¡Quieto ahí! —ordenó furioso.

—¡Maldita sea! —Harper se llevó una mano al corazón, tratando de calmar su respiración.

Scott se escondió rápido detrás de un árbol, no dispuesto a caer con sus mejores amigos. Cerró los ojos con fuerza, maldiciendo mentalmente al espástico chico de ojos avellana por arrastrarlos a la búsqueda del cuerpo, bueno, la mitad de él.

—Quieto, tranquilo —Los dos adolescentes en el suelo nunca habían estado tan agradecidos de escuchar la voz familiar del Sheriff Stilinski—. Este pequeño delincuente es mío.

El agente de policía alzó las cejas.

—¿Y esta otra delincuente? —Señaló a Harper, que sonrió tímidamente, enviando a Noah Stilinski un pequeño saludo con la mano.

Él suspiró.

—Ella también.

Stiles se estremeció ante la brillante luz que le iluminaba los ojos, tirando de Harper para que se levantara del suelo con él.

—Papá, ¿qué tal? —Se puso de pie torpemente, tratando de evitar cualquier contacto visual con el hombre extrañamente tranquilo que estaba frente a él.

—¿Ahora escuchas mis conversaciones telefónicas? —preguntó Noah con un suspiro mientras la lluvia caía sobre ellos, haciendo que su pelo se pegara a su frente. Stiles seguía bien con su pelo rapado y Harper se había puesto la capucha sobre la cabeza.

Stiles negó con la cabeza.

—No —dudó con una pequeña risa nerviosa—. Las aburridas no.

El sheriff se limitó a asentir en respuesta.

—Veo que has arrastrado a Harper a este lío, ¿dónde está el otro? —Giró brevemente la cabeza para ver si Scott estaba por ahí.

—¿Quién? ¿Scott? —Stiles se rió con nerviosismo, y Harper ya sabía que estaban jodidos si era él quien inventaba la mentira— Scott está en casa. Mañana es el primer día de instituto y quería estar descansado. Estamos solos. En el bosque. A solas. Lo juro.

Harper se dio cuenta de lo mal que había sonado eso, y su nariz se arrugó cuando Stilinski enarcó las cejas.

Stiles empezó a tartamudear:

—No, eh, no de esa forma. Sólo- sólo somos amigos. Mejores amigos. ¿Verdad, mejor amiga? —Se giró frenéticamente para mirar a Harper.

Rodando sus ojos marrones, asintió.

—Sí, mejor amigo —Su tono estaba cargado de sarcasmo.

El sheriff negó con la cabeza, suspirando mientras volvía a encender su linterna, apuntando hacia los árboles que había detrás de ellos.

—Scott, ¿estás ahí? —gritó él y se oyó retumbar un trueno en la distancia— ¿Scott?

Scott apretó los dientes desde el árbol tras el que se escondía. No respondió, esperando que el padre de Stiles se diera por vencido y llevara a sus amigos a casa.

Su deseo se cumplió cuando Noah apagó la linterna, el sheriff se volvió hacia Harper y Stiles y suspiró.

—Bien, jovencitos. Stiles, te voy a acompañar hasta tu coche y tú, Harper, te vienes conmigo. No creo que tu abuela vaya a estar muy contenta contigo.

Stiles se sacudió en el agarre de su padre.

—¿Qué? No, papá. Déjala libre esta vez, fue culpa mía. No quería venir y la arrastré hasta aquí —farfulló.

Harper no pudo evitar sonreír un poco cuando Stiles trató de defenderla, pero aun así Noah negó con la cabeza.

—¿Qué clase de sheriff sería yo si la dejara libre? Lo siento, Harper, de verdad. Yo también querría saber si mi hijo está en el bosque por la noche —suspiró.

Stiles envió una mirada de disculpa a Harper. Ella le sacudió la cabeza, como dándole las gracias de todos modos. Después de que Noah prácticamente obligara a Stiles a subir a su jeep, llegaron a su coche y empezó a conducir hasta la casa de Harper.

Noah no necesitó pedir indicaciones para llegar a la casa de Harper, ya que sabía exactamente dónde estaba. Cuando Harper se mudó a Beacon Hills a la edad de nueve años, se convirtió inmediatamente en la mejor amiga de Stiles y Scott. Todos sus padres también se llevaban muy bien hasta que la gente empezó a marcharse y a morir.

Cuando Noah Stilinski se detuvo frente a la pequeña casa, bajó del coche y se encontró con Harper en la puerta principal. Suspirando, llamó a la puerta. Menos de un minuto después, la puerta se abrió revelando a la abuela de Harper, Rose Verum.

La anciana entornó los ojos, como si no se creyera lo que estaba viendo. Su nieta y el sheriff de Beacon Hills en la puerta de su casa a medianoche.

La castaña sonrió débilmente, con el corazón martilleándole en el pecho. Su abuela, ya débil, sólo parecía más derrotada mientras suspiraba, frotándose la frente. Todo lo que Harper quería era hacer que su abuela se sintiera orgullosa, pero tenía la sensación de haber fracasado mucho últimamente.

—Perdona que te moleste tan tarde, Rose —Noah la miró—, me temo que he encontrado a Harper y a Stiles corriendo por el bosque.

Rose ni siquiera miró a su nieta, haciendo que el corazón de la adolescente se rompiera. Tragó saliva cuando su abuela sonrió ligeramente al sheriff Stilinski.

—Lo siento por eso, Noah —la abuela de Harper suspiró—. Gracias por traerla a casa de una pieza.

Noah asintió.

—Todo forma parte del trabajo —sonrió ligeramente—. Supongo que nos veremos pronto, Harper. Que tengas una buena noche, Rose.

Rose le devolvió la sonrisa y cerró la puerta en silencio. Harper puso lentamente sus zapatos sucios en el cesto de zapatos junto a la puerta y colgó su impermeable amarillo en una de las perchas. Despacio, se giró para mirar a su abuela.

—Lo siento —la chica Verum bajó la mirada a sus pies.

—¿Por qué estabas en el bosque? —preguntó en voz baja, con los ojos llenos de preocupación— ¿Ocurre algo? ¿Algo de lo que deba preocuparme?

Harper sacudió la cabeza de inmediato y finalmente levantó la vista.

—No, abuela —insistió—. Es sólo Stiles siendo Stiles. Quería salir a ayudar a su padre y yo fui con él. Eso es todo, lo juro.

Rose asintió.

—Vale. Hablaremos más de esto por la mañana, estoy demasiado cansada para esto ahora mismo —habló—. Te quiero, guisantito. Por favor, no vuelvas a preocuparme de esa manera.

—No lo haré —la tranquilizó Harper—. Buenas noches, abuela. Yo también te quiero.

La chica estrechó a la mujer mayor en un rápido y suave abrazo antes de subir las escaleras a toda prisa. En cuanto Harper llegó a su cuarto, se quitó los leggings y la camiseta negra y los tiró en un rincón de la habitación, junto a la puerta. Suspirando, apagó las luces y se metió en la cama, metiéndose bajo las sábanas.

Harper no se molestó en ponerse un pijama, por lo que se quedó sólo con el sujetador y la ropa interior. Se estremeció ligeramente cuando su pelo húmedo le tocó la espalda desnuda, pero no se molestó en secarlo ni en ponerse una camiseta. Acercó las fundas nórdicas a su cara, calentándose.

Le dolió el corazón al recordar la mirada de su abuela. Hacer enfadar a su abuela era su cosa menos favorita para hacer. Incluso hacer los deberes era mejor, ahora que lo pensaba.

Lo peor de decepcionar a su abuela era que nunca le gritaba. Quizá si le gritara, Harper no se sentiría tan mal, pero Rose era tan dulce y amable que hacía que Harper deseara que la castigara o le gritara. Eso y que su abuela ya era muy débil.

Después de perder a su marido, a su hija y a su yerno, se quedó destrozada con su única nieta, pero seguía siendo amable y cariñosa. Ya no horneaba, ni cosía, ni bailaba, sólo trabajaba, cocinaba y dormía.

El teléfono de Harper no dejaba de vibrar en su mesilla de noche, pero lo ignoró, demasiado afectada para responder a nadie. Probablemente era Stiles preguntando si estaba bien, pero no tenía ganas de mentirle.

Cuando Harper se despertó a la mañana siguiente, todavía seguía cansada. Se había levantado a las seis de la mañana para poder prepararse adecuadamente para el primer día de clase. Eso significaba ducharse, peinarse y maquillarse, vestirse, tomar un desayuno decente y hablar con su abuela.

Pero lo primero que hizo fue comprobar su móvil, obviamente.

Stiles: oye, ¿estás en casa?

Stiles: ¿tú abuela está enfadada contigo?

Stiles: ¿por qué no contestassss???

Stiles: ¿estás enfadada conmigo?

Stiles: lo siento, Harper :((

(3) llamada(s) perdida(s) de Stiles

Lydia: ¿qué te vas a poner mañana? <3

Scott: ¿estás bien?

Lydia: ponte el vestido que compramos la semana pasada o te desheredo. No es broma.

Lydia: em, responde, zorra.

Scott: Necesito hablar contigo y con Stiles antes de ir a clase. ES URGENTE. Reúnete conmigo junto a los bancos de la entrada principal del instituto.

Harper frunció el ceño ante el último mensaje de texto de Scott, sintiéndose repentinamente mal por no haber contestado anoche a su móvil. Pero extrañamente se sintió peor por Stiles, que probablemente estaba mal por si había hecho algo que la molestara.

Decidió devolverle el mensaje a Stiles primero.

Para Stiles: madre mía, siento mucho no haber contestado ayer. no estoy enfadada, lo prometo.

La castaña lanzó su iPhone sobre la cama antes de ir al baño. Se lavó el pelo y el cuerpo a conciencia hasta que olió a su gel de ducha afrutado. Harper también se afeitó las piernas, ya que al parecer hoy iba a llevar puesto el vestido que le había comprado Lydia.

Una vez que volvió a su dormitorio, se secó el pelo y se rizó las puntas a la perfección. Satisfecha con su aspecto, empezó a abrocharse el vestido negro informal. Después de comprobar la aplicación del tiempo y ver que iba a hacer frío, se puso también un pantys.

—Literalmente no sirvió de nada que me afeitara las piernas —murmuró Harper para sí misma, poniendo los ojos en blanco—. Seis cortes y todo para nada.

Su móvil sonó, con una nueva notificación.

Stiles: Me alegro. ¿Quieres que te recoja a las ocho?

Para Stiles: ¡Sí, por favor!

Entonces Harper se maquilló; una de sus cosas favoritas. Decidió no utilizar la base de maquillaje, ya que su piel era bastante clara, y se limitó a añadir un corrector para las ojeras que bordeaban sus ojos. Se arregló las cejas y se puso un poco de máscara de pestañas antes de guardar todas sus cosas.

07:53

Gimiendo, la chica menuda bajó corriendo las escaleras y cogió la mochila que había preparado la noche anterior. Después de asegurarse de que los deberes que había hecho anoche estaban ahí, fue a la cocina.

Rose estaba sentada en la barra del desayuno comiéndose alegremente sus gachas. La radio sonaba a través de los altavoces detrás de ella, reproduciendo música antigua de los años 80.

—Buenos días, tesoro —la mujer mayor sonrió en cuanto Harper cogió una manzana del frutero, dándole un gran bocado—. ¿Te vas a sentar conmigo a desayunar esta mañana o Stiles ya está aquí para recogerte?

Harper frunció el ceño.

—Llegará en un par de minutos. Lo siento, abu.

Rose sólo asintió.

—Está bien, cariño. Pero, ¿podemos hablar un momento? ¿De por qué estabas anoche en el bosque? —preguntó con suavidad.

La chica más joven se congeló en su sitio.

—Claro... —dudó.

Su abuela respiró hondo.

—¿Tiene esto algo que ver con tus padres, tesoro? Sabía que habría un momento en el que sentirías la necesidad de rebelarte...

Harper se atragantó con su propia saliva.

—No —la interrumpió—, no tiene nada que ver con mamá y papá. Sólo un estúpido error que no volverá a ocurrir, lo prometo.

La cara de Rose se convirtió lentamente en una sonrisa.

—Bien —Asintió brevemente con la cabeza—. Porque hay muchas cosas peligrosas en esos bosques, Harp. No quiero que nunca sientas que no puedes confiar en mí. Te quiero.

—Yo también te quiero —besó la cabeza de su abuela cuando oyó el familiar claxon del jeep que estaba fuera—. Ahora tengo que irme. Te veré cuando llegue a casa.

—Nos vemos —se despidió.

Harper salió rápido, cerrando la puerta tras de sí y bajando a toda velocidad los escalones hasta el familiar jeep azul. Stiles estaba sentado en el asiento del conductor, sonriendo mientras su mejor amiga se dirigía directamente hacia él. Ella subió al interior.

—Hola —sonrió dulcemente—, gracias por llevarme a clase.

—Yo siempre te llevo al insti —dijo entre risas el chico Stilinski, poniendo los ojos en blanco mientras arrancaba el motor y salía del aparcamiento y se dirigía a la carretera—, como todos los días desde que tengo el jeep.

—Y todos los días desde que tienes el jeep te he dado las gracias —replicó Harper—. A eso se le llama ser educado, Sti.

Stiles se retorció ante el apodo que le había puesto. Si cualquier otra persona lo hubiera llamado "Sti", probablemente lo habría insultado o lo habría echado de su jeep, pero no pudo evitar pensar que era lindo viniendo de ella. Siempre le había llamado así, desde que se conocieron cuando sólo tenían nueve años.

—Puedo ser educado —respondió él a la defensiva.

Harper se rió.

—Claro. Eres un imbécil con todo el mundo excepto conmigo, Scott y tu padre —hizo una pausa, pensando un momento—. En realidad, también eres un poco imbécil con Scott...

—Vale, vale... —la cortó, riéndose ligeramente—. Soy un 'imbécil' —imitó su acento.

Harper le dio un ligero golpe en el brazo, sonriendo un poco.

—Así que... —comenzó mientras doblaba una curva cerrada, sin apartar la vista de la carretera— ¿Cómo reaccionó tu abuela al ver que estabas en el bosque a medianoche?

La castaña suspiró.

—Demasiado bien.

Stiles gimió.

—Qué suerte, yo me llevé todo un sermón sobre la invasión de la privacidad. Al parecer, no se ve bien cuando el hijo del sheriff está corriendo alrededor de una escena del crimen a medianoche.

—Supongo que no —tarareó Harper de acuerdo, apartando los ojos de la ventanilla para mirar a su mejor amigo—. Tenemos como cuatro clases juntos este año, ¿no?

—Sí —confirmó Stiles—. Primero Lenguaje, ¿no?

Harper asintió.

—Síp.

Stiles entró en el aparcamiento y aparcó su jeep en el fondo. Dijo que si estaba ahí nadie podría "hacerle daño". Entre sus cinco cosas favoritas están su padre, Harper, su jeep, Scott y Star Wars.

Defendería esas cinco cosas hasta su último aliento.

El timbre del instituto sonó cuando los dos adolescentes salieron del coche, corriendo hacia donde Scott les había pedido a ambos que se reunieran con él.

Todo el mundo se movía de un lado a otro, ansioso o emocionado, compartiendo abrazos con personas a las que no habían visto desde hacía mucho tiempo, y los recién llegados se acurrucaban en pequeños grupos.

A Harper nunca le había gustado el ambiente del instituto o de los colegios en general. Por alguna razón la hacía sentirse ansiosa.

Después de esperar cerca de un minuto junto a los bancos, Scott finalmente apareció, poniendo su mochila y su palo de lacrosse en el banco. Stiles sonrió, acercándose a Scott, que se llevó la mano a la parte inferior de su camiseta.

—¿Nos has pedido que vengamos aquí para poder enseñarnos tu cuerpo? —Harper enarcó una ceja, cruzando los brazos sobre su pecho.

Scott se limitó a negar con la cabeza, remangando la camiseta hasta la mitad. En el costado de su torso había un gran vendaje por el que se filtraba sangre.

—¡Ooh! —Stiles fue a tocarlo con entusiasmo.

Scott apartó su mano de un manotazo y las tendencias de mamá-amiga de Harper salieron a relucir. Rápidamente se preocupó, sus ojos marrones se abrieron de par en par mientras se pasaba una mano por el pelo.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó con urgencia— ¿Estás bien?

Scott dejó escapar un suspiro.

—Estaba oscuro, pero estoy seguro de que fue un lobo —Se agachó y cogió sus cosas del banco, echándoselas al hombro de nuevo.

—¿Un lobo? —repitió Harper, frunciendo el ceño.

Podría haber jurado que no había lobos en California. Cuando tenía once años había buscado en Google el estado. Lo más aterrador que tenían eran los leones de montaña.

Scott asintió mientras Stiles se echaba a reír.

—No, no puede ser —le dijo él.

Una mirada de frustración se dibujó en el rostro del chico más mayor.

—Oí a un lobo aullar —afirmó.

Aullar —repitió Stiles.

Scott se burló.

—Sí, "aullar", ¿qué sabrás tú?

—Juraría que en California ni siquiera hay lobos —dijo Harper, aunque no estaba del todo segura. Ella no estuvo allí, después de todo.

Stiles asintió.

—Sí, no desde hace sesenta años —confirmó las sospechas de la castaña.

A Scott se le cayó toda la cara.

—¿De verdad? —preguntó, incluso deteniéndose en su lugar justo frente a las escaleras.

El chico McCall podría haber jurado que anoche había oído el aullido de un lobo después de haber sido mordido. Y cuando consiguió ver al animal, también se parecía mucho a un lobo. Pensó que era demasiado grande para ser un león de montaña.

—De verdad —repitió él—. No hay lobos en California.

Scott esbozó una leve sonrisa y bajó la voz.

—Pues si no creéis lo del lobo menos me creeréis todavía cuando os diga que encontré el cuerpo.

Los ojos de Harper se abrieron de par en par mientras Stiles daba un brinco esporádico a su lado, su mano se movió para apoyarse en el hombro de Scott mientras le sonreía como un loco. Era en momentos como este que ella contemplaba por qué era amiga de Stiles en primer lugar.

—¿Me estás vacilando? —Stiles se quedó boquiabierto.

—No, ojalá —Scott suspiró con fuerza—. Tendré pesadillas durante un mes.

Harper se retorció incómodamente mientras Stiles se reía.

—Oh, Dios, eso tuvo que molar. Esto va a ser lo mejor que le ha pasado a este pueblo desde...

Sus ojos color avellana se dirigieron automáticamente hacia Harper, pero se paró rápido antes de que pudiera terminar su frase. Había decidido que no era necesario arruinar una amistad tan perfectamente buena. Stiles se limitó a toser torpemente, y su entusiasmo se fue apagando.

Las oscuras cejas de Harper se fruncieron en señal de confusión. Abrió la boca para preguntar de qué estaba hablando Stiles cuando alguien dijo su nombre.

Lydia Martin.

La mayoría de la gente pensaba que Lydia era la más zorra y mimada de todas, que no tenía corazón y que sólo le importaba la popularidad, pero después de una salida de compras con ella cuando iban al colegio, Harper se había dado cuenta de que Lydia Martin era mucho más de lo que se veía a simple vista.

Para empezar, es increíblemente inteligente. Harper siempre se preguntaba cómo era posible que estuviese en las mejores clases de todo. La gente decía que su familia pagaba para que estuviera en ellas, pero probablemente podría citar toda la tabla periódica en tres minutos si se lo pidiera Harper. También es mucho más amable con la gente que le cae bien. Por suerte, Harper es una de esas personas.

—¡Harper! Oh, Dios mío, no te he visto desde hace una semana —chilló la rubia rojiza, deshaciéndose de la chica con la que había caminado para rodear a Harper con sus brazos en un fuerte abrazo—. Tenemos que ir de compras después del insti algún día de esta semana para la fiesta de Jackson del viernes. Vendrás, ¿no?

La castaña asintió.

—Por supuesto —respondió ella—.Pero no creo que esta vez pueda ir de compras.

—¿Por qué no? —Lydia alzó las cejas, con cara de sospecha.

—Estoy sin blanca —Harper se encogió de hombros con una pequeña sonrisa—. Por si lo has olvidado, el sueldo que recibo por mi trabajo en el videoclub es el salario mínimo.

—Bueno, para eso están las amigas. Yo pago —chistó Lydia, mirando detrás de la chica para mirar a Scott y Stiles que seguían ahí torpemente de pie—. ¿Te sientas conmigo en el almuerzo o con esos perdedores?

A Harper no le gustó que llamara perdedores a sus mejores amigos, pero lo ignoró, forzando una sonrisa tensa.

—Me siento con ellos. Gracias por la oferta.

Lydia no prestó atención a la sonrisa claramente falsa de Harper, devolviéndole una antes de marcharse, revolviendo su pelo en el proceso. Harper se volvió hacia sus mejores amigos y suspiró, enviándoles una sonrisa de disculpa.

—Está bien —Stiles puso los ojos en blanco antes de volverse hacia Scott—. Y tú eres el culpable de esto.

—Ajá —Scott tarareó divertido.

—Me arrastraste a tu mundo de empollón —murmuró Stiles mientras sonaba el timbre y los tres adolescentes empezaron a dirigirse a clase—. Soy empollón de rebote —exclamó él—. Eso por juntarme contigo.

Harper se rió, sacudiendo la cabeza. Oh, cómo amaba a sus chicos.

Lenguaje. Divertido en el colegio, ¿pero en el instituto? No tanto.

Era, literalmente, sólo búsqueda de citas, Shakespeare, poesía, preparación de exámenes, análisis sintácticos, todas esas cosas aburridas que sólo les importaban a los adolescentes nerviosos y a las mascotas de los profesores.

Por suerte, Harper había conseguido un asiento frente a Stiles y al lado de Scott. Era un coñazo tener que darse la vuelta para hablar con Stiles cada cinco minutos, pero al menos estaba al lado de su otro mejor amigo.

—Como todos sabéis —La voz monótona del señor Bridge se extendió por el aula mientras empezaba a escribir en la pizarra—, la pasada noche encontraron un cuerpo en el bosque.

Scott giró la cabeza para lanzarle una sonrisilla a Stiles, que se limitó a devolvérsela. Harper, sin embargo, puso los ojos en blanco, inclinándose hacia delante y apoyando la cabeza en sus manos. Menudos chicos eran, emocionándose por un cadáver.

—Y estoy seguro de que vuestras ágiles mentes han fantaseado construyendo varios escenarios macabros sobre lo sucedido —El señor Bridge no se dio la vuelta mientras continuaba escribiendo—. Pero yo estoy aquí para deciros... que la policía ya ha detenido a un sospechoso.

Scott miró a Stiles confundido, pero éste se limitó a fruncir el ceño, levantando ligeramente las manos de encima de la mesa mientras negaba con la cabeza para decir que no sabía nada de que su padre tuviera un sospechoso. Harper estudió la pizarra, viendo que «La metamorfosis de Kafka» había sido escrito en mayúsculas.

Ella tuvo que contenerse para no tirarse por la ventana allí mismo.

—Lo que significa que ya podéis dirigir toda vuestra atención hacia el plan de estudios que tenéis en los pupitres programado para este semestre —terminó, dirigiendo a todos una mirada de suficiencia.

Levantó un ejemplar de su propio escritorio. Toda la clase se quejó, mientras que Harper se limitó a soltar un resoplido, recogiendo los folios de papel grapados de su pupitre y pasando la página de la portada. El aula quedó en completo silencio mientras todos empezaban a leer, el ocasional paso de página, un suspiro o un resoplido llenaban sus oídos mientras se obligaba a leer la basura que tenía ante sus ojos.

La Metamorfosis de Kafka.

Poesía de la 2ª Guerra Mundial.

Revisión de exámenes.

Examen de fin de semestre.

Recapitulación de Romeo y Julieta.

La castaña tuvo que pararse en el quinto subtítulo, ya que le empezaba a doler la cabeza al pensar que tenía que estudiar esa mierda que Shakespeare llamaba "arte". Era aburrido, súper irreal, y no le apasionaba en absoluto.

Este año iba a ser genial, podía sentirlo.

Toma nota del sarcasmo.

Un minuto después, la puerta se abrió sin hacer ruido y entró el director Thomas, con una chica alta que lo seguía nerviosa. Era muy delgada, su pelo castaño rizado le caía por encima de los hombros y sus ojos marrones recorrían la sala mientras buscaba automáticamente un lugar para sentarse. Forzaba una sonrisa incómoda y sus manos jugaban con el fino pañuelo azul que le rodeaba el cuello. Harper pensó que era muy guapa.

—Clase, vuestra nueva compañera, Allison Argent —la presentó el director Thomas—. Por favor, haced que se sienta cómoda.

Cuando el director se fue, Allison agachó la cabeza y se dirigió al asiento detrás de Scott. Se sentó y puso su bolso debajo de su mesa. Antes de que Allison tuviera la oportunidad de darse la vuelta, Scott le estaba poniendo un bolígrafo delante de la cara, haciendo que Harper frunciera el ceño.

¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Es esta su manera de ligar?

Allison parecía confundida antes de que una sonrisa se dibujara en su rostro.

—Gracias —dijo ella, tomando el bolígrafo de su flojo agarre. ¿Cómo sabía él que ella necesitaba un bolí?

La castaña más bajita negó con la cabeza, dándose la vuelta para mirar al frente y el profesor empezó a hablar otra vez.

—Empezaremos con La Metamorfosis de Kafka, id a la página 133.

Harper se acercó a Scott, que estaba en su taquilla, rebuscando en ella. Al otro lado del pasillo estaba la chica nueva, Allison Argent. Antes de reunirse con Scott, decidió que primero hablaría con Allison. Tal vez incluso hacer una nueva amiga.

—Hola, me llamo Harper —la chica más bajita le sonrió, esforzándose por no intimidarla de ninguna manera—. ¿Te has mudado desde muy lejos?

Allison ofreció una tímida sonrisa.

—Pues no tanto, sólo desde San Francisco. Estás en mi clase de lengua, ¿verdad? —preguntó educadamente, acomodando un mechón marrón detrás de su oreja desde donde había caído frente a su cara.

—Síp —confirmó Harper—. ¿El profe no te aburrió como una ostra? Porque a mí sí, y mucho, ¿o fui la única?

Allison soltó una risita, sacudiendo la cabeza.

—Oh no, no fuíste la única —Ella movió su dedo y el pulgar para que fueran sólo una pequeña fracción de distancia—. Estuve así de quedarme dormida.

Harper se echó a reír justo cuando una familiar rubia rojiza se acercó contoneándose y se detuvo justo delante de las dos chicas.

—Hola, Harps —reconoció brevemente la existencia de su amiga antes de volverse hacia la nueva—. Tu chaqueta es... una verdadera pasada —admiró—. ¿Dónde la compraste?

Allison parecía nerviosa mientras respondía:

—Mi madre me la compró en una boutique de San Francisco.

—Y tú vas a ser mi nueva mejor amiga —Lydia señaló a Allison con una sonrisa socarrona antes de sonreírle a Harper—. Lo siento, Harps. Quizás si hubieras respondido a mi mensaje de anoche —añadió con sarcasmo.

Harper puso los ojos en blanco.

Jackson Whittemore apareció de repente junto a la rubia rojiza, rodeándola con su brazo a la vez que ella levantaba los brazos para rodear su torso. Lydia y Jackson eran conocidos como la pareja poderosa del instituto de Beacon Hills. Eran los más populares del lugar.

Le asintió a Harper a modo de saludo y le lanzó un guiño a Allison antes de sonreírle a su novia.

—Hola, Jackson —Lydia sonrió con una dulzura enfermiza—. Esta es Allison Argent, es la chica nueva. ¿Sabías que su madre compraba en una boutique de San Francisco?

El atleta estrella no contestó, claramente no estaba interesado en este hecho. Lydia empezó a hablar de la chaqueta que llevaba Allison, algo sobre el material. Harper miró a su alrededor, repentinamente muy aburrida. Miró al otro lado del pasillo y vio que Stiles estaba ahora con Scott, hablando con una chica llamada Harley que estuvo en algunas de sus clases del año pasado.

—Bueno, este finde, hay una fiesta —mencionó Lydia mientras dejaba caer el brazo de Allison, que ya había terminado con el tema de su chaqueta.

—¿Una fiesta? —repitió Allison.

—Sí, el viernes por la noche. Podrías pasarte —Jackson la invitó, su brazo no dejó la cintura de Lydia mientras ella se inclinaba más hacia él—. Harper va a ir, ¿verdad, Harper?

Ella asintió ligeramente y Allison frunció el ceño.

—Ah, no puedo. Estoy con la familia. Pero gracias.

Era una mentira muy evidente que Allison esperaba que nadie pillara. Hasta ahora no había hecho ningún amigo en el instituto Beacon Hills y no le apetecía mucho mezclarse con un montón de gente desconocida en una fiesta en la que habría alcohol y, si se parecía a su antiguo instituto, drogas.

—¿Seguro? —Jackson volvió a presionar— Irá todo el mundo después del partido.

—¿Un partido de fútbol? —preguntó Allison inocentemente.

Jackson se burló.

—El fútbol es secundario en Beacon. Lo de aquí es el lacrosse. Somos los campeones desde hace tres años —se jactó.

La rubia rojiza pegada a su lado soltó una risita, apartándole el pelo de la cara antes de hablar, mirándolo a los ojos.

—Gracias al capitán del equipo —Le dio un pico en los labios.

—Entrenamos en cinco minutos. Si no tienes nada mejor que hacer... —insinuó Jackson.

—Yo iba a ir a-

—Perfecto —Lydia interrumpió a Allison con una sonrisa enfermiza y la agarró de la muñeca—. Te vienes.

Allison se giró para mirar a Harper con preocupación, sólo se sentía cómoda con ella.

—¿Vienes?

—Sí, mi transporte a casa está en el equipo —Harper sonrió de forma reconfortante a la preocupada chica.

Lydia rodó sus ojos verdes.

—Se sienta en el banquillo. Tienes que conseguirte un coche ya, Harper. Ahora vamos —tiró de la muñeca de Allison.

La joven de pelo castaño dejó escapar un suspiro, puso los ojos en blanco y fue detrás de ellas.

Harper se sentó en los bancos entre Lydia y Allison, y sacó su teléfono para enviar un rápido mensaje a su abuela. En verano enseñó a Rose a enviar mensajes de texto en su móvil para no tener que llamarla cada vez que tuviera que decirle algo.

Para Abuela: Hola, abuela. No estaré en casa hasta las 5. Te quiero 

Abuela: Yo también te quiero ❤❤❤❤

La chica pálida sonrió, apagó su teléfono y lo guardó en el bolsillo de su abrigo antes de volver a prestar toda su atención al entrenamiento de lacrosse que se estaba llevando a cabo en el campo justo delante de ella.

El entrenador Finstock, el profesor favorito o el menos favorito de todo el mundo, le gritó a Scott desde el otro lado del campo:

—¡McCall!

Harper no pudo escuchar el resto de la conversación, pero se encogió mentalmente cuando le lanzó a Scott un palo de lacrosse más largo. No era una experta en lacrosse ni en deporte en general, pero sabía lo que eso significaba. Scott iba a estar en la portería.

Scott apestaba como portero. De hecho, era pésimo en todo lo relacionado con el lacrosse. Harper tomó aire y, aunque no era religiosa, rezó por lo mejor.

Allison inclinó un poco la cabeza y entrecerró los ojos al lado de Harper cuando Scott se puso el casco y fue a ponerse delante de la portería, rodando los hombros. Harper esperaba que se recuperara de su lesión.

—¿Quién es él? —preguntó ella con curiosidad.

Lydia miró en la dirección en la que miraba Allison y finalmente apartó la mirada de Jackson, que estaba calentando en el campo con el resto del equipo de lacrosse.

—¿Aquél? No estoy segura de quién es.

Harper sonrió un poco.

—Ese es Scott.

Lydia ignoró a Harper y le preguntó a Allison.

—¿Por qué?

Allison seguía mirando a Scott.

Scott, que las estaba mirando, ladeó la cabeza como si estuviera escuchando la conversación. Harper le sonrió ligeramente y él frunció los labios en una fina línea, devolviéndole una nerviosa inclinación de cabeza.

Allison apartó la mirada y miró a Lydia, sacudiendo la cabeza y sonriendo con suavidad.

—Está en mi clase —explicó—. ¿De qué lo conoces? —le preguntó a Harper, ahora mirándola a ella.

—Hemos sido los mejores amigos desde que me mudé aquí —Harper no pudo evitar sonreír, encariñada con su mejor amigo—. Puedo hablarle bien de ti si quieres.

Allison se puso enseguida nerviosa, sin tener tiempo de responder ya que el silbato que dio comienzo el partido sonó con fuerza en el campo. Harper volvió a centrar su atención en el partido que estaba a punto de parar. La cabeza de Scott se hundió en sus manos durante un segundo hasta que el silbido cesó, y entonces volvió a ponerse en pie.

Su instinto de mamá amiga no tardó en aparecer y frunció el ceño, observando atentamente cómo la pelota salía disparada desde un extremo del campo hasta la portería en la que se encontraba Scott. Le golpeó justo en el centro del casco y la fuerza le hizo retroceder.

Scott cayó de espaldas, soltando un fuerte gruñido. Harper se estremeció, compartiendo una mirada de preocupación con Stiles, que estaba sentado dos bancos más abajo, vestido con su uniforme de lacrosse granate.

Los jugadores de lacrosse en el campo se echaron a reír. Alguien gritó:

—¡Eh! ¡Buena parada con la cara, McCall!

Harper quiso darle un puñetazo a quien había dicho eso, pero Scott ya estaba de pie, sin prestar atención a los chicos, listo para otro intento. El siguiente jugador se acercó corriendo, acunando la pelota en su red antes de lanzarla.

Scott levantó su palo de lacrosse, atrapando la pelota con facilidad, sin siquiera moverse del sitio. La chica menuda soltó un fuerte grito. Stiles se giró rápidamente para encontrarse con sus ojos de nuevo, con la incredulidad y el asombro escritos en su cara. Todo el mundo estaba sorprendido, incluso el propio Scott.

—Perdonadme —murmuró rápidamente, dejando el banco de las dos chicas y trepando por los siguientes bancos hasta sentarse al lado de Stiles—. Em, ¿qué demonios?

—Lo sé —murmuró Stiles, concentrándose en Scott.

Todo el mundo se sorprendió aún más cuando Scott atrapó la siguiente bola y la siguiente después de esa. Y la siguiente. Y la que le siguió. Y otra vez. Y otra vez.

Scott sonreía desde su posición en el campo, con una nueva confianza en su rostro mientras rebotaba sobre sus pies, claramente listo para enfrentarse al mundo. Harper se alegró de verlo tan feliz. Se lo merecía.

Pero ella seguía estando altamente confusa.

El capitán del equipo de lacrosse acunó la pelota en la red de su palo antes de tomar carrerilla. Saltó en el aire y lanzó la bola hacia Scott, pero éste, casi sin esfuerzo, se movió para atraparla. Stiles y Harper se levantaron de un salto en sus asientos, mostrando ambos sus caras de puro asombro.

—¡Es nuestro amigo! —le gritó Stiles a Harper muy contento, golpeando el aire con el puño. Ella se rió asintiendo con entusiasmo antes de volver a animar a Scott.


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