٬ 𝟬𝟮. you're a werewolf, scott. ៹

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🌕🐺˖ ࣪៹ ❛ 𝕭𝐎𝐑𝐃𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍𝐄 ❜ ꒷៹ ˖🐺🌑
002.┊ YOU'RE A WEREWOLF, SCOTT.
꒰# TEEN WOLF E1 T1 ; Luna de lobos.

EN CUANTO TERMINÓ EL PARTIDO, Harper se quedó fuera de los vestuarios de los chicos, esperando a cierto chico de ojos avellana. Daba golpecitos con el pie ansiosamente en el suelo, mordiéndose el labio inferior cada vez que pasaba un minuto.

Ya eran las cinco y media, el sol se pondría en media hora. Le había prometido a su abuela que estaría en casa a las cinco y no quería volver a romper ninguna de sus promesas.

La puerta se abrió y sus dos mejores amigos salieron con una sonrisa en la cara.

—¡Por fin! —Harper suspiró—. ¿Puedes llevarme ya a casa?

Stiles asintió y comenzaron a salir del aparcamiento. En cuanto llegaron al jeep azul, ella subió al interior, pasando por encima de los asientos y metiéndose en la parte trasera. Scott se sentó en el asiento del copiloto mientras Stiles se sentaba en el del conductor, evidentemente. Stiles nunca deja a nadie conducir su jeep. Ni siquiera a su padre.

Harper empezó a soñar despierta, y sólo dejó de hacerlo cuando miró por la ventanilla y se dio cuenta de dónde estaban.

—Has pasado por delante de mi casa, Sti —Sus oscuras cejas se juntaron en señal de confusión, incorporándose de donde había estado apoyada en la ventana.

—Lo sé —Stiles asintió—. Pero tenemos que ir a buscar el inhalador de Scott. Se le cayó al ver el cadáver.

Harper desbloqueó su teléfono para mirar la hora. Su corazón casi se desploma.

17:44

No sólo llegaba tarde a casa, sino que probablemente ahora iba a encontrar el cadáver que había mencionado Scott esta mañana. Y no sólo un cadáver, sino medio cadáver.

No tenía sentido protestar. Sabía que Stiles ya no daría marcha atrás, ni siquiera si ponía sus clásicos ojos de cachorrito y derramaba unas cuantas lágrimas de cocodrilo. Se detuvo en la Reserva de Beacon Hills por segunda vez en las últimas veinticuatro horas y todos se bajaron.

—Por favor, hacedlo rápido. Mi abuela ya está muy decepcionada —Harper suspiró, frotándose las manos por el frío como un intento de calentarlas un poco.

Los dos chicos no contestaron mientras comenzaban a caminar por el bosque, siguiendo el mismo sendero de ayer, hasta que llegaron a cierto punto en el que Scott comenzó a guiar el camino.

Scott saltó a un pequeño arroyo, el agua turbia salpicó sus pantalones azules y empapó sus zapatos. Oh, diablos, no. Harper no estaba dispuesta a arruinar dos pares de zapatos en veinticuatro horas.

Stiles percibió su preocupación y saltó al río, agarrando su mano. La guió hacia un tronco caído, su mano agarrando la de él con fuerza mientras se movía lentamente por el tronco. Harper estuvo a punto de caer, y Stiles se estiró enseguida para sujetarla.

Ella recuperó el equilibrio, riéndose ligeramente de él.

—Estabas tan asustado por mí —se burló de él.

Stiles puso los ojos en blanco.

—Porque eres mi mejor amiga —Le dolió decirlo y, por alguna razón, a ella le dolió escucharlo.

Su sonrisa vaciló, y su corazón se hundió un poco. Se mordió el labio, tratando de ignorar la sensación en la boca del estómago. ¿Seguro que no le gustaba Stiles? Sólo era su mejor amigo, nada más que eso.

Scott no pareció darse cuenta de su momento, hablando una vez que ellos llegaron al otro lado del río, soltándose las manos.

—No sé lo que me ha pasado. Era como si tuviera todo el tiempo del mundo para atrapar la bola —insistió Scott—. Y eso no es lo único extraño.

Harper enarcó las cejas.

—¿Qué podría ser más extraño que el hecho de que de repente seas bueno en algo? —bromeó.

Stiles resopló pero se detuvo cuando Scott se giró para mirarlos.

—Puedo escuchar cosas imposibles de oír —afirmó—. Oler cosas.

—¿Oler cosas? —repitió el chico de pelo rapado con incredulidad—. ¿Cómo qué? —se burló.

—Como el chicle de menta de tu bolsillo —dijo y miró a Harper—. Y tú tienes algo de perfume en tu mochila.

Harper enarcó una ceja, sabiendo que tenía un poco de body spray en su mochila para cuando hiciera educación física. Sin embargo, Stiles se detuvo, frunciendo el ceño.

—Yo no llevo ningún chicle.

Harper le interrumpió moviendo la mano hacia el bolsillo interior de su chaqueta. Stiles se congeló, todo su cuerpo se estremeció ligeramente y su mandíbula se aflojó cuando ella sacó un chicle. No podía creer lo cerca que estaba de su pecho.

Soy tan virgen. Pensó para sí mismo.

Los ojos de Harper se abrieron de par en par con asombro mientras se volvía hacia Stiles.

—¿Me lo puedo comer? —preguntó mientras Scott les lanzaba una mirada de "os lo dije" y seguía caminando.

—Adelante —respondió, finalmente relajándose después de su mini ataque al corazón—. Y todo esto empezó con el mordisco —recordó Stiles mientras Harper se metía el chicle en la boca.

—¿Y si es como una infección, que mi cuerpo se sature de adrenalina y entre en shock? —Scott se giró para mirar a sus mejores amigos momentáneamente, con una mirada de preocupación en su cara.

—¿Sabes qué? —habló Harper, con un tono burlón en su voz que Scott no pareció notar— Creo haber oído algo. Es una infección específica.

Scott se detuvo, haciendo que Stiles también lo hiciera.

—¿En serio? —dijo, mirándola a los ojos. Parecía tan serio que ella casi se sintió mal por meterse con él.

Casi.

—Sí. Sí, creo que se llama Licantropía —bromeó. Stiles sonrió a su lado, intentando no reírse.

—¿Y eso es malo? —exhaló Scott, frunciendo el ceño.

—No, peor —Stiles se unió, para el deleite de Harper—. Pero una vez al mes.

—¿Una vez al mes? —repitió, con las cejas alzadas.

—Mmm-hmm —Stiles asintió—. La noche de luna llena —Comenzó a imitar el aullido de un lobo, lo que hizo que Harper estallara en carcajadas y que Stiles echara a reír. Scott sacudió la cabeza, empujándolo antes de comenzar a caminar de nuevo.

—No te pases —dijo él y Stiles se rió aún más.

—¡Eh! —exclamó Stiles, tratando de no caerse por el empujón— Fuíste tú el que oyó a un lobo.

Scott se dio la vuelta, claramente molesto esta vez.

—Puede que me esté pasando algo grave.

—¡Claro! ¡Eres un hombre lobo! —Stiles fingió excitación, gruñendo.

Harper le dio un golpe en el brazo, sonriéndole un poco mientras le advertía que parara. Stiles chilló, sujetándose el brazo y mirándola con sorna.

—Vale, sólo era una broma. Pero si ves que en clase intento acumular toda la plata posible, es porque el viernes hay luna llena —continuó Stiles.

Scott lo ignoró, se detuvo en un pequeño claro y señaló el suelo.

—Yo juraría que fue aquí —afirmó—. Vi el cuerpo, los ciervos me arrollaron... y perdí mi inhalador —se agachó y empezó a apartar las hojas marrones caídas fuera del camino.

—Tal vez el asesino lo ha movido —supuso Stiles.

—O el hombre lobo —Harper se echó a reír.

Stiles se rió y Scott la miró mal, pasando de su comentario.

—Si lo hizo, espero que haya dejado mi inhalador. Vale ochenta dólares —Siguió pateando las hojas marrones bajo sus pies.

Harper miró casualmente a su alrededor, y su corazón se detuvo por un momento cuando vio a alguien de pie allí, observándolos. Parecía unos años mayor que ellos y vestía todo de negro, incluso su pelo era oscuro.

Alertó a Stiles de su presencia tocando su brazo. Stiles miró y se fijó en el hombre.

—Oh —murmuró, tocando el hombro de Scott.

Scott se levantó del suelo y Stiles se puso ligeramente delante de Harper. El hombre no dijo nada durante un segundo y su expresión facial tampoco cambió. Parecía carente de emociones.

Él empezó a acercarse.

—¿Qué hacéis aquí? —exigió saber. Ninguno de los tres dijo nada— ¿Eh? Esto es propiedad privada.

Stiles vaciló.

—Disculpa, tío, no lo sabíamos.

Scott asintió.

—Sí, estábamos buscando una cosa, pero... —Scott se dio cuenta de que le daba igual. El hombre levantó las cejas— Olvídalo.

Sacó las manos de su chaqueta de cuero y le lanzó el inhalador blanco a Scott, que lo atrapó con facilidad. Comenzó a alejarse sin decir ninguna otra palabra. Harper frunció el ceño. ¿Cómo sabía que era de Scott?

—Vamos, tengo que ir a trabajar —Scott suspiró, empezando a irse.

—Tíos —Stiles les impidió alejarse—. Es Derek Hale. ¿Os acordáis de él? Es algo mayor que nosotros.

—¿Acordarnos de qué? —preguntó Scott, confuso.

—De su familia —respondió Stiles como si fuera evidente.

—Murieron en un incendio hace diez años —recordó Harper, sintiéndose estúpida por no haberle reconocido desde el principio.

Scott miró hacia la dirección en la que se había ido, pero ya se había perdido de vista.

—¿Qué hará aquí?

Stiles resopló.

—Vamos —señaló con la cabeza hacia el lugar de donde veníamos—. Quiero ir a casa.

Después de que Stiles dejara a Scott en la clínica veterinaria y a Harper en su casa, se marchó, no sin antes despedirse con la mano y una de sus encantadoras sonrisas. Harper se dio cuenta de que ella y Scott probablemente estarían muertos sin el adolescente larguirucho.

A pesar de lo hiperactivo y torpe que es, probablemente sea el pegamento de su amistad. Él los mantiene a los tres juntos.

Harper abrió la puerta principal y entró, dejando los zapatos en la cesta. Justo cuando estaba a punto de cerrar la puerta, una tos resonó en el corto pasillo que llevaba a la cocina.

Al levantar la vista, vio a su abuela de pie, con una sonrisa en la cara y los brazos cruzados contra su pecho.

—¿A ese chico Stiles finalmente le ha crecido un par de pelotas y te ha invitado a salir? —se burló, haciendo que Harper casi se atragantara con el aire que la rodeaba.

Dejó escapar una risa incómoda.

—Abuela. Sabes que Stiles y yo sólo somos mejores amigos. Eso sería muy raro.

—¿Lo sería? —preguntó su abuela, levantando una fina ceja— Porque he visto la forma en que os sonreíais, incluso sin las gafas puestas. Te miraba como... como tu abuelo me miraba a mí.

A Harper se le hizo un nudo en la garganta ante la mención de su recién difunto abuelo, y se limitó a enviarle a su abuela una breve inclinación de cabeza. Sin embargo, Rose no parecía triste al mencionarlo, una sonrisa soñadora cruzaba su rostro.

—Tu abuelo era un bombón en su día —ella se rió, medio jadeante—. Y Stiles no está tan mal. Quizá si se dejara crecer el pelo sería más mi tipo.

—¡Abuela! —Harper se echó a reír, dándole una jocosa palmada en el brazo.

No es que la castaña no pensara que Stiles fuera guapo. De hecho, ella sabía que Stiles era atractivo. Mucho. Tanto él como Scott estaban buenos, pero ella nunca había sentido eso por ninguno de ellos.

Bueno... Cuando se mudó por primera vez a Beacon Hills, tuvo un enorme crush en el chico americano, sobre todo cuando la ayudó con sus padres cuando tenía doce años, pero cuando empezó a sobrellevar la muerte de sus padres, sus sentimientos por Stiles también se esfumaron.

Y hoy puede que haya vuelto a sentir algo por él.

La abuela se rió.

—Sólo bromeaba, cariño. He puesto unos macarrones con queso que han sobrado en la nevera por si tienes hambre. Puedes calentarlo en el microondas. A menos que quieras comértelo frío como el bicho raro que eres.

Harper puso sus ojos marrones en blanco.

—No soy rara. Las sobras saben mejor frías —insistió, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios antes de besar la mejilla de su abuela y entrar en la cocina.

Sacó el recipiente de plástico con los macarrones con queso, cogió un tenedor y se sentó en la barra del desayuno. Harper empezó a comérselos directamente, aunque sus pensamientos estuvieron nublados todo el tiempo.

¿Su abuela tenía razón?

¿Stiles la miraba de esa forma?

El viernes no tardó en llegar y Harper había conseguido convencer a Allison de que fuera a ver a Scott jugar al lacrosse con ella. En realidad no fue difícil, todo lo que dijo fue "Scott va a jugar" y prácticamente le rogó que la acompañara.

Lo que sea que tengan Scott y Allison era lindo. La chica nueva y el chico tonto y dulce siempre ha sido uno de los tipos de pareja favoritos de Harper. Además, había llegado a conocer a Allison mucho más en los últimos tres días y se dio cuenta de que era una de las personas más dulces.

Una vez que llegaron al campo, los jugadores de lacrosse se agolparon alrededor del entrenador Finstock mientras éste les gritaba un, probablemente, discurso motivacional. A continuación, el entrenador hizo sonar el silbato alrededor de su cuello y todos los chicos gritaron con entusiasmo antes de correr a sus lugares en el campo.

Los ojos de Harper se despegaron de Scott cuando vio que alguien más agitaba los brazos frenéticamente en su dirección desde cerca de los banquillos. Stiles.

—¡Mira tu móvil! —le gritó rápidamente, antes de que sonara un silbato y comenzara el partido.

Harper sacó su teléfono del bolsillo de su abrigo y vio un mensaje de texto de Stiles de hacía unos veinte minutos. Desbloqueando su móvil, leyó el pequeño párrafo que le había enviado.

Stiles: He oído otra vez a mi padre hablar por el teléfono y nunca adivinarás qué. Ya tienen el resultado del análisis de fibra. Y había pelo animal en el cuerpo del bosque. Pelo animal. Y ¿adivina de qué animal? ¡UN LOBO! MALDITOS PELOS DE LOBO.

Sus ojos castaños se abrieron un poco al levantar la vista hacia Stiles. Él estaba ahora sentado en el banco dos filas más abajo, esperando ansiosamente su reacción. Harper se volvió hacia Allison y abrió la boca para hablar pero la chica más alta la interrumpió.

—Está bien —Allison le sonrió dulcemente—. Lo entiendo. Ve a sentarte con tu novio.

Harper balbuceó.

—Oh, em, Stiles no es mi novio. Sólo somos amigos.

Primero su abuela y ahora Allison, todo en una semana. ¿Qué pasa con la gente que piensa que Stiles era su novio?

Allison frunció el ceño.

—¿No lo es? —Parecía un poco decepcionada—. Oh. Bueno, ve a sentarte con Stiles de todas formas.

Harper le sonrió

—Gracias por entenderlo. ¿Fiesta de pijamas después de la fiesta de esta noche para compensar?

Allison dejó escapar una pequeña risa.

—Claro, pero tiene que ser en mi casa. Mis padres aún no confían en nadie en esta ciudad. No te ofendas.

—No me ofendo —asintió—. Nos vemos en la fiesta —La abrazó rápidamente antes de correr por los bancos, empujando suavemente a la gente hasta llegar a su mejor amigo—. ¿Pelo de lobo? —dijo refiriéndose a su mensaje anterior.

—Sí, mi... —Dejó de hablar cuando un jugador de lacrosse derribó a Scott, enviándolo directamente al suelo con un fuerte golpe— Ay —soltó con una mueca de dolor.

Cuando el jugador se levantó el casco, los dos adolescentes lo reconocieron inmediatamente, Jackson. Sinceramente, Harper no se sorprendió. Scott se volvió a levantar, lo que la hizo sonreír un poco. Los ojos de Harper se abrieron de par en par mientras él se movía por el campo sin esfuerzo, acunando la pelota en la red de su palo de lacrosse, metiéndose y saliendo entre los demás jugadores.

Casi se atragantó con su propia saliva cuando hizo una voltereta por encima de dos defensores, aterrizando perfectamente sobre sus pies y tirando la pelota para que golpeara el fondo de la red. Todo el mundo empezó a aplaudir, gritando elogios a Scott. Harper también aplaudió lentamente, pero no sin levantar una ceja. Stiles tenía la misma mirada que ella. Ambos estaban pensando lo mismo.

Scott nunca había sido capaz de hacer volteretas, no sin caer de bruces después. Y ni siquiera se había detenido a buscar su inhalador. Ni siquiera un jadeo había escapado de sus labios.

—¡McCall! —gritó de repente el entrenador Finstock desde unos espacios delante de los dos. Parecía enfadado—. ¡McCall! ¡Ven aquí ahora mismo! Por el amor de Dios, ¿qué ha sido eso?

Scott se apresuró a acercarse a él, quitándose el casco y metiéndolo bajo el brazo mientras una sonrisa insegura cruzaba su rostro. Harper estaba un poco desconcertada de por qué el entrenador le gritaba, había hecho un tiro ganador. En realidad, muchos tiros ganadores.

—¡Esto es un campo de lacrosse! —dijo sin dejar de mirarlo fijamente— ¿Es que, estás ensayando para el equipo de gimnasia?

La cara de Scott cayó ligeramente mientras negaba con la cabeza.

—No, Entrenador.

—¿Qué ha sido eso? —Su voz se elevó aún más, y sus brazos se extendieron de forma casi espástica mientras hablaba.

—No lo sé —Scott vaciló—. Yo sólo intentaba marcar.

—Sí, bien, y has marcado. ¿Y adivinas qué? —Se detuvo un momento antes de golpear el hombro de Scott, con una sonrisa en su cara mientras asentía ligeramente— Ha sido bestial. Vas a ser titular.

Scott estudió al entrenador, atónito, como si esperara que se riera y dijera que era una broma, pero todo el mundo en las gradas se puso en pie y vitoreó con fuerza. Stiles no se movió para aplaudir al chico moreno en el campo, en su lugar lo observó con una expresión solemne. Harper también frunció el ceño, apoyando la cabeza en el hombro de Stiles mientras pensaba en todo.

—Abuela —dijo Harper riendo cuando la mujer mayor fue a poner un poco de queso en el cuenco del gato—. A Archie no se le puede dar queso. La última vez se puso malito de la barriga, ¿recuerdas?

Pero ya era demasiado tarde. El gato pelirrojo y regordete ya estaba en el cuenco, comiendo el queso antes de que pudiera quitárselo como la última vez. Harper suspiró cuando su abuela soltó una risita antes de volver a donde estaba cortando la ensalada que iba a cenar.

—¿Estás segura de que no quieres cenar conmigo? —preguntó ella dulcemente, poniendo su queso cortado en la ensalada. Extraña combinación, pero extrañamente funcionaba—. Puedo hacer más.

—Me voy a quedar a dormir en casa de Allison, pero gracias, abuela —Harper le dio un beso en la mejilla antes de alzar su bolsa sobre el hombro—. ¿Cómo me veo?

Su abuela dio un paso atrás para mirar a Harper, una suave sonrisa cruzó su rostro. Harper ya estaba maquillada para la fiesta, con un color rosa empolvado en el pliegue de sus párpados y un color pastel en los labios. Estaba preciosa. Se iba a poner el vestido cuando llegara a la casa de Stiles, ya que no quería pasar frío.

—Despampanante, guisantito —Rose sonrió.

—Gracias, abuela. Será mejor que me vaya. Tengo que pasar por casa de Stiles primero. Nos vemos.

La abuela puso los ojos en blanco.

—Bien, vete a enrollarte con tu novio, yo me quedaré en casa con mi ensalada —bromeó, poniendo el pequeño cuchillo en el fregadero de la cocina.

—¡No es mi novio! —afirmó Harper antes de empezar a caminar hacia la casa de los Stilinski. Sólo tardó diez minutos en llegar y cuando lo hizo, el jeep era el único coche aparcado en la entrada, lo que significaba que Noah no estaba en casa.

No se molestó en llamar a la puerta para entrar, se quitó las converse y subió rápidamente las escaleras hasta el cuarto de Stiles. Harper llamó brevemente a la puerta antes de entrar, ya que con los adolescentes nunca se sabe.

Stiles levantó la vista y una expresión de alivio se dibujó en su cara al ver que era ella.

—¿Esperando a alguien más? —preguntó Harper mientras arrojaba su bolso sobre su cama antes de sentarse en ella.

—Scott. Se trata de él —explicó Stiles. Fue entonces cuando ella se dio cuenta del estado de su cuarto. La habitación, normalmente semilimpia, tenía papeles por todas partes, libros abiertos en todas las superficies y su mochila desparramada en una esquina de la habitación.

—¿De el espectáculo que ha montado hoy? —preguntó Harper y él asintió. Recogió un trozo de papel extraviado de la cama— Síntomas de hombre lobo —Leyó en voz alta—. ¿Va en serio?

Stiles volvió a asentir con la cabeza.

—Mortalmente —insistió—. Te lo explicaré todo en cuanto llegue Scott. Que debería estar en unos...

Los dos adolescentes fueron interrumpidos por un fuerte golpe en la puerta de la habitación de Stiles. Stiles se aclaró la garganta antes de abrir rápido la puerta, revelando a Scott, que estaba allí con una suave sonrisa en su cara.

—Pasa. Tienes que ver esto —Stiles suspiró y Scott obedeció, cerrando la puerta tras de sí mientras Stiles seguía hablando—. Toda la noche investigando. Libros, webs. Toda esta información.

—¿Cuántos Red Bull has tomado? —bromeó el chico de pelo oscuro antes de dejar su mochila en la cama junto a Harper. Le dirigió una inclinación de cabeza y una sonrisa, demostrándole que había notado su presencia.

—Muchos —respondió Stiles, sentándose en la silla de su escritorio. Scott sonrió y Harper se burló, poniendo sus ojos marrones en blanco—. No importa, escuchad.

—¿Es por lo del cuerpo? —preguntó Scott con curiosidad— ¿Saben quién lo hizo? —Se sentó al lado de la chica, con las manos entrelazadas en el regazo y el hombro rozando suavemente el de Harper.

Stiles giró su silla para mirarlos, con los papeles en la mano.

—No, están interrogando a gente, incluso a Derek Hale.

—¿Derek Hale, el tío que nos encontramos el otro día en el bosque? —preguntó Harper y Scott asintió.

—Sí, sí, pero eso no es todo, ¿vale? —Sus manos hacían grandes gestos cuanto más frustrado se ponía.

Scott se rió nervioso.

—¿Entonces?

—¿Recuerdas la broma que te gasté? —preguntó Stiles. Harper pensó inmediatamente en la broma sobre lo del hombre lobo—. Pues no es una broma.

Scott parpadeó, contrariado. Harper se lo esperaba, pero aun así también frunció el ceño. Stiles gimió.

—El lobo. El mordisco en el bosque. He leído todo esto —habló deprisa—. ¿Sabes por qué aúllan los lobos?

—¿Debería? —preguntó Scott al mismo tiempo que Harper respondía:

—¿No es una señal de localización para el resto de la manada?

Stiles asintió rápidamente.

—¡Sí! —contestó él—. Así que si oyes aullar, significa que puede haber otros cerca. Incluso la manada entera.

—¿Una manada de lobos? —habló Scott con total incredulidad, con sus oscuras cejas fruncidas por la confusión.

—No, hombres lobo —Stiles suspiró, no tan confiado como antes. Sonaba un poco estúpido saliendo de su boca.

Su habitación estaba llena de tensión mientras Harper observaba cómo el nuevo jugador de lacrosse arqueaba el cuello, como esperando que le dijera que estaba bromeando. La miró:

—¿Tú te lo crees?

Ella se limitó a encogerse de hombros.

—No suena completamente irreal.

Scott volvió a girarse hacia Stiles.

—¿Y me estás haciendo perder el tiempo con esto? —Scott se levantó de repente con el ceño fruncido, cogiendo su mochila— E de ir a recoger a Allison en una hora.

—Hoy te hemos visto en el campo, Scott. Y sí, lo que has hecho ha sido prodigioso. Pero era imposible —explicó el chico de ojos avellana, poniendo la mano en el hombro de Scott, tratando de impedir que se fuera.

Scott miró al suelo enmoquetado.

—Ya, ha sido un buen tiro —murmuró en voz baja antes de moverse pero Stiles puso una mano en su torso para pararlo.

—No, has hecho un tiro increíble —el chico de pelo rapado agarró la mochila de la mano de Scott, arrojándola de nuevo a la cama junto a Harper—. Me refiero a cómo te movías, a tu velocidad, tus reflejos. ¡La gente no hace esas cosas de la noche a la mañana! Y también lo de la visión y los sentidos, y no creas que no me he dado cuenta de que ya no necesitas tu inhalador.

—¡Vale! Tío, no tengo tiempo para esto —Scott levantó la voz, enfadándose rápidamente—. Hablamos mañana.

Stiles pareció alarmado al oír esto.

—¿Mañana? ¡Para nada! —sacudió la cabeza—. Hoy hay luna llena. ¿No lo entiendes?

—¿A dónde quieres llegar? —le gritó Scott a Stiles, haciendo que Harper diera un respingo y se agarrara el jersey con la mano en busca de consuelo— Acaban de hacerme titular. Tengo una cita con una chica que no me creo que quiera salir conmigo. Todo en mi vida está siendo perfecto. ¿Por qué intentas arruinarlo?

Stiles se sentó otra vez en su silla.

—Intento ayudarte —Frunció el ceño, sin molestarse en gritarle de vuelta mientras levantaba la mirada para mirarle—. Estás infectado, Scott. Eso ya lo sabes, cuando salga la luna llena tu aspecto físico cambiará y tu sed de sangre será incontrolable.

Scott guardó un inquietante silencio durante un momento.

—¿Sed de sangre? —repitió.

—Sí, tu instinto de matar.

—Empiezo a sentir mi instinto de matar, Stiles —Scott dijo eso con tanta seriedad que empezaba a asustar un poco tanto a Stiles como a Harper.

El chico de pelo rapado le ignoró y se dio la vuelta con rapidez, recogiendo algo de su escritorio.

—Escuchad esto —dijo con un libro viejo de cuero y empezó a leerlo—. "El cambio se produce por rabia o algo que le acelere el pulso".

Se dio la vuelta para mirarles.

—¿De acuerdo? No hay nadie que te acelere el pulso tanto como Allison. Cancela la cita —insistió Stiles, levantándose de la silla—. Voy a llamarla ahora mismo.

Stiles se dirigió hacia la mochila, cogiendo su móvil.

—¿Qué haces? —preguntó Scott, claramente harto del chico más joven a este punto.

—Cancelar tu cita —respondió Stiles mientras desbloqueaba el teléfono.

Los momentos siguientes transcurrieron en un borrón. De repente, Scott había inmovilizado rápidamente a Stiles contra la pared, gritándole que le diera el teléfono, con el puño preparado para darle un puñetazo en la cara.

—¡Scott! —chilló Harper, saltando de la cama para agarrarle del brazo.

Scott se movió deprisa, apartando su brazo y dándose la vuelta furioso hacia ella. Sus ojos se abrieron de par en par asustados antes de que él se moviera para bajar su puño contra la silla de Stiles, haciéndola volcar con un estruendo. Dejó escapar un fuerte gruñido y, en todos los años que llevaban conociendo a Scott McCall, nunca lo habían visto tan enfadado.

Empezó a jadear mientras se giraba para mirar a Stiles que le miraba sin emoción, intentando también calmar su respiración.

—Yo... Lo siento —dijo Scott suspirando mientras Stiles evitaba su mirada.

A Harper casi se le llenan los ojos de lágrimas mientras veía a Scott tartamudear.

—E de prepararme... para la fiesta —dijo él antes de coger su mochila y marcharse lentamente—. Lo siento —les murmuró a las dos antes de irse.

En cuanto la puerta se cerró detrás de él, la chica castaña corrió hacia Stiles, rodeó su cuerpo con sus brazos y apoyó la cabeza en su pecho, cerrando los ojos. Él movió los brazos para rodearla, apoyando la cabeza en la de ella mientras dejaba escapar un suspiro.

—¿Estás bien? —le preguntó preocupada mientras se separaba un poco del abrazo para mirarle— ¿Te ha hecho daño?

Stiles no pudo evitar que le gustara cómo ella le montaba un escándalo mientras negaba con la cabeza.

—Estoy bien —murmuró antes de lanzarle una mirada de agradecimiento.

El chico de ojos avellana se separó de Harper para levantar la silla del suelo, parándose un segundo antes de hacerla girar lentamente. Harper miró lo que él estaba mirando, y sus ojos se abrieron de par en par al ver marcas de garras en la silla.

—Oh, Dios mío —susurró Harper, volviéndose hacia Stiles—. Tenemos que ir a buscar a Scott antes de que haga daño a Allison, o a alguien más.

Stiles asintió deprisa.

—¿No te ibas a quedar a dormir en casa de Allison esta noche?

Harper asintió.

—Sí. Deja que me prepare en tu baño y podremos irnos en cinco minutos. He quedado con ella en la fiesta —habló con urgencia.

—Rápido —murmuró él antes de suspirar—. Nuestro mejor amigo es un maldito hombre lobo.

Harper fue al baño y se puso una minifalda blanca y un top negro de manga larga. Como la falda era de tiro alto, no dejaba ver nada de su estómago. Se calzó los zapatos y echó una última ojeada a su maquillaje en el espejo.

Stiles le había dicho que se reuniera con él en su coche, así que cogió su bolso, se puso sus sandalias de cuña negras y guardó sus viejas converse. Bajó corriendo al jeep, donde Stiles tenía el móvil en la oreja, intentando contactar con Scott.

—Scott no contesta a su... wow —Hizo una pausa cuando la vio y ella inmediatamente comenzó a sonrojarse—. Tú, eh, estás genial

—¿Genial? —se burló Harper.

Ahora era el turno de Stiles de sonrojarse. Se rascó la nuca, algo que siempre hacía cuando se sentía avergonzado o incómodo. Stiles era el tío más soltero que Harper conocía, así que cada vez que ella se burlaba de él lo más mínimo se ponía muy nervioso. Era lindo— le producía mariposas de solo pensarlo.

—No, más que eso. Guapa. Eh, preciosa —balbuceó.

—Stiles —Harper decidió sacarlo de su miseria—. No tienes porqué hacerme cumplidos —dejó escapar una pequeña risa—. Después de todo, tenemos problemas más grandes que tu falta de amplio vocabulario —Se puso seria—. Tenemos que encontrar a Scott.

Stiles se enderezó de golpe, asintiendo con los labios fruncidos en una fina línea.

—Sí, por supuesto, vamos.

Sólo tardaron unos quince minutos en llegar a la casa de Jackson Whittemore. La fiesta ya estaba en pleno apogeo, los adolescentes incluso se amontonaban en el jardín delantero con los estereotipados vasos rojos, hablando por encima de la música a todo volumen que provenía del interior del gran caserón.

Stiles y Harper bajaron del jeep y cerraron las puertas tras de sí antes de reunirse frente a él. Ella suspiró en voz alta.

—Nos va a llevar siglos encontrarlo —Harper miró a Stiles, que asintió—. Y cuando lo encontremos, ¿qué le decimos? Se niega a hablar contigo, no vendrá a casa con nosotros.

El chico de ojos avellana se mordió el labio inferior.

—No había pensado en eso. Nuevo plan: pasaremos desapercibidos, y lo vigilaremos. Si hace algo, nos lo llevamos a casa. Por ahora no hagamos nada —instruyó Stiles.

Harper asintió brevemente.

—Vale. Hagámoslo.

Agarró a Stiles de la mano y empezó a tirar de él hacia la casa. Si se separaba de él, lo más probable era que le diera un ataque de pánico, y él lo sabía. Él la ayudaba con sus ataques de pánico. Aunque a Stiles no le importaba cogerla de la mano, evidentemente.

Sus ojos marrones se movían de un lado a otro mientras los dos adolescentes intentaban pasar desapercibidos. Intentó encontrar a Scott o a Allison, pero ninguno de los dos estaba a la vista. La casa estaba demasiado llena, la gente chocaba con Stiles y Harper a diestro y siniestro. Harper vio un destello de pelo rubio rojizo y empezó a tirar de Stiles hacia Lydia.

—¡Lydia! —llamó Harper, afortunadamente ganando su atención de inmediato. Se volvió hacia ella y sonrió radiante— ¿Has visto a Scott o Allison?

Lydia ladeó la cabeza confundida.

—¿Scott McCall?

Harper puso los ojos en blanco.

—Sí —respondió—. Y Allison Argent.

Lydia sacudió la cabeza.

—Nop. Lo siento, cariño —Dio un paso atrás para examinar su conjunto—. Por cierto, estás genial. Incluso sexy. Casi tan sexy como yo —Se agitó el pelo y empezó a caminar entre la multitud, probablemente para ir a buscar a su novio.

Stiles parecía sorprendido.

—Ella es... algo.

Harper se rió.

—Dímelo a mí —Iba a decir algo más cuando vio dos figuras familiares bailando fuera—. ¡Mira! —señaló.

Stiles se giró para mirar hacia donde ella le estaba guiando. Scott tenía las manos en la cintura de Allison y las de ella en el pecho de él mientras se balanceaban suavemente, con sonrisas en las caras de ambos. Parecían tan felices juntos que eso casi hizo que Harper se sintiera mal por intentar alejar a Scott de ella. Casi.

Scott giró la cabeza en su dirección y Harper agarró rápidamente a Stiles, que soltó un chillido mientras ella tomaba sus manos y las ponía en su propia cintura, rodeándole después el cuello con los brazos. Stiles parecía una mezcla de sorpresa, suficiencia y preocupación a la vez.

Para empezar, estaba muy emocionado de tener a su crush tan cerca suya de una manera tan romántica, pero al mismo tiempo, estaba aterrorizado de meter la pata.

—Actúa con naturalidad —le siseó Harper—. Si Scott piensa que lo estamos espiando se va a cabrear.

Stiles tragó saliva, pero asintió con la cabeza y sus manos se movieron torpemente para sujetar la cintura de Harper de un modo más natural. Ella le dedicó una sonrisa tranquilizadora que le ayudó a relajarse un poco. Sus hombros se relajaron, toda su postura seguía un poco tensa, pero mucho mejor.

Harper los giró un poco, balanceándose ligeramente al ritmo de la música pero poniéndose de puntillas para intentar ver mejor a Scott y Allison, que seguían muy ensimismados el uno con el otro. Se relajó, girándose de nuevo para ver a Stiles, que la miraba a ella en lugar de a ellos.

Él no podía evitarlo. Era tan hermosa.

Su mirada complacida le hizo sentir mariposas en el estómago, lo que la alarmó de inmediato. Ahora no, por favor, sentimientos.

Sus ojos avellana brillaron en los suyos, haciéndola tragar saliva. Las palmas de las manos de Harper empezaron a sudar y se puso nerviosa. Dándose cuenta de esto, Stiles la miró con el ceño fruncido, a punto de preguntarle qué le pasaba, cuando de repente Scott pasó empujando a algunas personas junto a ellos.

Se separaron el uno del otro, ahora preocupados por Scott, que hacía gestos de dolor y jadeaba. Apretaba los dientes mientras se sujetaba la cabeza y murmuraba algo en voz baja mientras intentaba marcharse.

—Scott, ¿estás bien? —preguntó preocupado Stiles, adelantándose para poner una mano en el hombro del otro chico.

—¿Te pasa algo? —Harper frunció el ceño al lado de Stiles.

Scott se limitó a ignorarlos, continuando su camino por el pasillo. Se le estaban formando gotas de sudor en la frente y sentía dolor. ¿Se estaba... transformando? Stiles y Harper compartieron miradas de preocupación antes de ir tras él.

Justo cuando estaba a punto de salir de la casa con Stiles, un brazo la agarró suavemente de la muñeca, tirando de ella hacia atrás. Stiles no se dio cuenta y siguió su camino. Era Allison. Harper le dirigió una sonrisa forzada.

—Ey —Sonaba un poco molesta—. No te vas a ir, ¿verdad? Me prometiste esa fiesta de pijamas.

—Oh —Harper dudó un segundo antes de pensar las cosas. Si se quedaba con Allison a pasar la noche, entonces Scott no podría hacerle daño accidentalmente—. Por supuesto que no. Sólo iba detrás de Scott. Parecía encontrarse muy mal.

Allison asintió.

—Sí. Dijo que ahora volvía, pero supongo que no —habló en voz baja antes de lanzarle una sonrisa a Harper—. De todas formas, ¿por qué no nos vamos ya a mi casa? Tengo como tres películas de chicas ya preparadas y esperando por nosotras.

Cuando las dos adolescentes salieron a la calle vio a Stiles junto a su jeep.

—Ve con Allison. Yo voy a por Scott, ¿vale? —le dijo.

Harper asintió.

—Ten cuidado.

Stiles le sonrió antes de subir a su jeep y marcharse. Se volvió hacia Allison, que estaba hablando con un hombre con una chaqueta de cuero. Oh, Dios. Derek Hale. Harper se acercó a ellos y Allison sonrió.

—Este es Derek. ¿Dice que es amigo de Scott? —dijo ella dubitativa.

Derek le dirigió una mirada, como advirtiéndole que guardara silencio. Una extraña sensación en su interior le dijo que esto tenía algo que ver con la repentina transformación de Scott en hombre lobo, así que asintió rápidamente, sin querer averiguar realmente qué papel tenía Derek en todo esto.

—Bien, porque se ha ofrecido a llevarnos en su coche —dijo Allison contenta, haciendo que la sangre de Harper se helara. Ya no hay vuelta atrás—. Vamos, Harper.

Subieron a la parte trasera del coche de Derek y él entró en la delantera. Inmediatamente sacó su móvil para mandarle un mensaje a Stiles.

Para Stiles: Derek Hale nos va a llevar en su coche a casa de Allison. ¿Lo más raro? Sabía quién era Scott y le dijo que era su amigo.

Harper envió el mensaje y un minuto después recibió una respuesta.

Stiles: No confío en él. Ten cuidado.

En lugar de contestar, metió el teléfono en el bolso. Sólo entonces se dio cuenta de lo tenso e incómodo que era el viaje en coche. Derek no tenía música puesta, así que sólo había silencio mientras conducía.

—Gira a la izquierda aquí —instruyó Allison—. Puedes parar al final de esta carretera. Muchas gracias por traernos.

Derek asintió.

—Claro —Fue todo lo que dijo antes de pulsar un botón a su lado. Harper oyó el clic de las puertas al desbloquearse y se dio cuenta de que todo el trayecto en coche habían estado encerradas, como si fueran a intentar huir de él.

Sin pensárselo dos veces, se bajó del coche después de Allison, cerró la puerta y vio cómo se alejaba a toda velocidad. Gracias a Dios que se había ido. Allison se volvió hacia Harper con una dulce sonrisa.

—Mi madre está en casa. No te importa, ¿verdad? —preguntó cuando empezaron a caminar hacia la puerta de su casa. Su casa era mucho más grande que la de Harper, y muy ordenada, también.

—Por supuesto que no —Sacudió la cabeza, sin entender por qué eso suponía un problema.

Allison abrió la puerta y el olor a beicon llenó las fosas nasales de Harper. Allison llamó a su madre y siguió la breve respuesta que vino tras ella, conduciéndolas a una cocina.

Una mujer, que Harper supuso que era la madre de Allison, estaba junto a los fogones, con el beicon chisporroteando en una sartén. Se volvió para sonreírles y Harper se fijó en su apariencia. No parecía la típica madre divertida, sino todo lo contrario.

Tenía el pelo rojo fuego, las cejas finas y arqueadas, la piel pálida y unos ojos azules pequeños y brillantes. El mero hecho de estar en la habitación con ella llenaba a Harper de una ansiedad no deseada. La forma en que le sonreía era casi siniestra.

—Hola, Allison —Se volvió hacia Harper—. Tú debes de ser Harper o Lydia. Soy Victoria Argent.

Ella esbozó una pequeña sonrisa.

—Encantada de conocerte. Soy Harper.

Victoria asintió.

—¿Quieres un sándwich de beicon? —Le dio la vuelta al beicon en la sartén.

—No, gracias. Comí antes de salir —mintió Harper. De todos modos, no tenía mucha hambre—. Deberías comerte el sándwich de beicon. Yo me voy a poner el pijama, si te parece bien.

Allison asintió.

—Desde luego. Te enseñaré dónde está mi habitación para que puedas cambiarte.

Harper siguió a Allison fuera de la cocina, despidiéndose rápidamente de la señora Argent. La condujo hasta su dormitorio, donde las cajas llenaban la entrada de su puerta.

—Lo siento, aún no he podido desempaquetar —Allison suspiró, apartando una caja con el pie.

—Está bien —le dijo la castaña más bajita—. Tu habitación es monísima.

Las paredes de su habitación eran de un color liso, pero había muestras de pintura en una de ellas. Su escritorio tenía cosas bonitas a su alrededor, las puertas de su armario estaban abiertas dejando ver su colorida colección de ropa, y su cama de matrimonio estaba perfectamente hecha. Era la típica habitación de adolescente. Lo único que le faltaba eran las guirnaldas de luces.

—Me quedaré fuera de la puerta en lo que te cambias —Allison sonrió antes de cerrar silenciosamente la puerta tras ella.

Harper se puso el pijama lo más rápido que pudo. Llevaba un pantalón corto con un montón de ovejas y un jersey de gran tamaño con agujeros en la parte inferior.

De repente, el timbre sonó en toda la casa, y rápidamente le siguieron unos golpes frenéticos a la puerta. Harper oyó suspirar a la señora Argent antes de que la puerta se abriera y una voz familiar llenara la casa.

—Hola —Stiles Stilinski—, señora Argent. Em... no me conoce. Soy un amigo de su hija, y Harper, ¿está aquí? ¿Harper está aquí? Eh, debo parecer un poco loco, en realidad muy loco. La verdad es que loco tampoco es el término que...

—¡Allison! ¡Harper! Es para vosotras... —gritó la señora Argent, sonando algo preocupada.

Para ser sinceros, si Harper no conociera a Stiles, también estaría preocupada. No todos los días un adolescente espástico con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) aparece en tu puerta tratando de convencerte de que no está loco mientras pide ver a tu hija y a su amiga.

Harper abrió la puerta del cuarto y Allison le lanzó una mirada preocupada antes de que ambas se acercaran a la barandilla de la escalera. Stiles se quedó con la boca abierta al verlas.

Sus ojos avellana se abrieron de par en par y Harper vio cómo bajaban visiblemente por su cuerpo. O más bien por sus piernas desnudas. Sonrojada, retrocedió un poco.

—¿Sí, Stiles? —Harper forzó una sonrisa entre dientes apretados.

—Es tu abuela —soltó—. Te necesita en casa. Ahora mismo.

Harper se dio cuenta de que mentía, pero sabía que probablemente tenía un motivo mayor. Se volvió hacia Allison para disculparse, pero ella ya estaba negando con la cabeza y forzando una sonrisa. Uf, Allison es tan simpática que le hubiera gustado que le gritara para que dejara de sentirse como una amiga de mierda.

—Vete —dijo en voz baja—. Nos pondremos de acuerdo para otro momento.

—Gracias —Harper recogió rápidamente su ropa antes de darle un abrazo de despedida y seguir a Stiles hasta el jeep.

—Es Derek. Derek es el que mordió a Scott y lo convirtió en hombre lobo. Scott corrió al bosque a buscarte a ti y a Allison... pero principalmente a Allison. No te ofendas —divagó Stiles mientras arrancaba el coche y salía del camino de entrada.

—No me ofendo —Harper suspiró—. Y déjame adivinar, ¿tenemos que ir a buscarlo?

Stiles le dedicó una sonrisa que decía "síp" antes de conducir hacia la Reserva de Beacon Hills. Sinceramente, Harper estaba harta de ese sitio. Allí sólo pasaban cosas malas.

Condujeron durante kilómetros toda la noche, lo único que les mantenía despiertos era la radio y las conversaciones sin sentido que compartían. Hacía una hora que había salido el sol cuando conducían por la carretera principal en dirección al bosque, los dos se encontraban actualmente jugando a un juego de "preferirías".

—¿Preferirías...? ¡Scott! —Harper jadeó, señalando la figura sin camisa que caminaba sin rumbo por el arcén de la carretera, sujetándose el brazo—. ¿Está herido? —Preguntó preocupada mientras Stiles conducía hasta el moreno y detenía su jeep a su lado.

—¿Sabes qué es lo que más me preocupa? —dijo finalmente Scott desde donde estaba apoyado contra la puerta del jeep.

—Como digas Allison te ganas una colleja —le amenazó Stiles.

Scott se quejó.

—Ahora seguramente me odia.

—Agh —Harper puso los ojos en blanco—. Lo dudo. Pero ya puedes inventarte una excusa convincente. O, sino, puedes contarle la verdad.

—Sí —añadió Stiles—. Y disfrutar de lo que mola ser un maldito hombre lobo.

Scott le lanzó una mirada ceñuda a Stiles y éste se encogió de hombros, alzando las cejas.

—Vale, mala idea —le dio una palmadita en el hombro a Scott—. Saldremos de esta. Tú, yo, y Harper. Vamos, si es necesario te encadenaré las noches de luna llena y te daré ratones vivos. Tuve una boa, puedo hacerlo.

Scott simplemente se burló y sacudió la cabeza.


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