࣪ ٬ 𝟬𝟯. big bad wolf. ៹

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🌕🐺˖ ࣪៹ ❛ 𝕭𝐎𝐑𝐃𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍𝐄 ❜ ꒷៹ ˖🐺🌑
003.┊ BIG BAD WOLF.
꒰# TEEN WOLF E2 T1 ; Segunda oportunidad
en la primera línea
.

OTRO ENTRENAMIENTO DE LACROSSE ESTABA TENIENDO LUGAR en el campo después de clase, y Stiles había obligado a Harper a ir. No es que ella le fuera a decir que no si él simplemente se lo pedía, de todas formas. Durante el fin de semana tuvo mucho tiempo para pensar en su situación actual con Stiles Stilinski.

Así que, aparentemente, puede que le guste un poco, lo cual la asusta. Harper siempre ha dicho que enamorarte de tu mejor amigo es un cliché que sólo ocurre en las películas y en los fanfics de One Direction que solía leer hace dos años. Pensó que ese estúpido crush que tenía en él hace tres años se había ido para siempre, pero claramente, su corazón no había terminado.

Y su corazón quería lo que quería, así que ¿quién era ella para detenerlo?

Harper no había hablado con Stiles ni con Scott en todo el fin de semana, tuvo otra fiesta de pijamas con Allison, esta vez sin que nadie la interrumpiera, y conoció a su padre, Chris.

Le hubiera gustado tener una relación más estrecha con su padre antes de que falleciera, pero él siempre había estado demasiado concentrado en su trabajo como médico en un hospital psiquiátrico como para realmente preocuparse por ella. Sin embargo, seguía queriéndole y echándole mucho de menos.

Allison está cabreada con Scott. Más enfadada que disgustada, lo cual es comprensible. Se fue sin una explicación, dejándola tirada en una fiesta con gente que no conocía y sin llevarla a casa. Y luego no le mandó mensajes ni la llamó en todo el fin de semana. Vaya un idiota.

Stiles estaba hoy en el campo, de pie al final de la fila de chicos que esperaban para lanzar a puerta. Harper se sentó al fondo de las gradas, con un cuaderno en el regazo mientras tomaba apuntes para su próximo examen de historia y observaba a sus chicos al mismo tiempo.

El entrenador Finstock hizo sonar el silbato ruidosamente:

—¡Venga! Uno contra uno, desde arriba. Jackson, hoy coge un palo largo. Buen chico.

El chico de ojos verdes asintió, dejando caer su palo de lacrosse sólo para recoger uno aún más largo. Volvió a sonar el silbato y Jackson corrió rápidamente hasta colocarse a unos metros de la portería. Supuso que estaba en defensa, pero con las nuevas habilidades de hombre lobo de Scott esto no debería ser un problema.

Harper estaba equivocada.

Nadie podía pasar a Jackson, que los tiraba al suelo sin pensárselo dos veces, impidiendo que todos los jugadores de lacrosse metieran la bola en la red. Y entonces llegó el turno de Scott.

La castaña esperaba que fuera diferente con él, que venciera a Jackson, pero desgraciadamente la esperanza no estaba de su lado esta vez.

Scott corrió hacia Jackson, o más bien trotó rápidamente, pero fue placado en cuanto fue a levantar su palo. Aterrizó en el suelo y Harper hizo una mueca de dolor. Afortunadamente, Scott se levantó rápido mientras el entrenador se acercaba a él, riendo entre dientes.

—Mi abuela se mueve más rápido que tú, ¡y está muerta! —Se rió lo bastante alto como para que incluso Harper lo oyera desde el fondo de las gradas. Stiles y la chica menuda compartieron una mirada de preocupación mientras el entrenador continuaba—. ¿Crees que puedes llegar a moverte sólo un poco más rápido que el cadáver de mi abuela?

Le estaba provocando, burlándose de él. Scott se puso tenso, no le gustaba que se burlaran de él delante de los demás jugadores de lacrosse y de todos los que estaban en las gradas. ¿Y si se convertía delante de todos? Eso no sería bueno. Nada bueno.

Scott murmuró algo al entrenador Finstock, que entonces levantó la voz.

—¡Pues entonces hazlo otra vez! —ordenó él. Le dio unas palmaditas en la espalda a Scott mientras este corría hacia la primera fila—. ¡McCall va a repetirlo! ¡McCall va a repetirlo! —gritó para que lo oyeran todos.

Esta vez, cuando el entrenador hizo sonar el silbato, Scott echó a correr, mucho más rápido que antes. Y antes de que Jackson pudiera siquiera moverse para placar a Scott, éste ya lo había derribado, moviéndose hacia él tan fuerte como pudo con su hombro, enviando al jugador estrella de lacrosse al suelo con un fuerte gruñido y un buen golpe.

Jackson rodaba por el suelo sujetándose el hombro, pero a Harper le dio igual y corrió hacia el campo, donde Scott había caído de rodillas, jadeando pesadamente. Stiles llegó justo antes que ella, sosteniéndole los hombros con las manos mientras gritaba su nombre con preocupación.

—¿Estás bien? ¿Qué está pasando? —preguntó Harper, llevando sus manos a los brazos del moreno.

Scott jadeaba, y sonó como si tuviera algo en la boca cuando habló. Sus colmillos:

—No lo controlo, chicos. Lo noto —se quejó.

—¿Qué? ¿Aquí mismo? ¿Ahora? —Stiles parecía alarmado, mirando a su alrededor para ver si alguien se había fijado en Scott. Por suerte todo el mundo estaba prestando atención a Jackson—. Vamos. Levanta. ¡Ven!

Stiles y Harper trotaron rápidamente con Scott fuera del campo y se dirigieron hacia el edificio del instituto. Stiles los condujo a los vestuarios de los chicos, Scott tropezó con la puerta al entrar.

—Oye, tranquilízate, Scott. Tranquilo, ¿estás bien? —preguntó Stiles con urgencia, inclinándose al lado de Harper para ayudar a Scott.

De repente, Scott levantó la cabeza en su dirección. Le habían crecido los colmillos y sus ojos marrones, normalmente cálidos, brillaban de un color amarillo dorado.

—¡Alejaos de mí! —gritó tan profunda y ferozmente que Stiles cayó hacia atrás, llevándose a Harper con él.

Estiró la mano hacia atrás y agarró el brazo de Harper, arrastrándola lejos de Scott tan rápido como pudo. Los escondió detrás de una taquilla, intentando no llorar. De repente, un estruendo sonó encima de ellos.

Scott estaba encima de las taquillas.

El hombre lobo les gruñó y Stiles tiró de Harper de un lado a otro, haciendo todo lo que estaba en su mano para alejarlos de un Scott muy furioso. Los acorraló como si fueran su presa.

El corazón de Harper latía con fuerza en su pecho cuando Scott saltó por encima de algunas taquillas, aterrizando sobre las que estaban apoyados. Ella chilló y Stiles cayó contra la pared, con la espalda rozando el extintor rojo brillante que había junto a la puerta.

—¡Usa eso! —gritó ella.

Stiles se dio la vuelta frenéticamente, soltándola para arrancar el extintor de la pared. El adolescente larguirucho luchó por agarrarlo bien, sólo consiguiendo un buen agarre cuando Scott saltó de las taquillas y aterrizó justo delante de ellos.

Él no vaciló antes de liberar el dióxido de carbono, el gas inmediatamente llenando el aire alrededor del hombre lobo. Scott se movió frenéticamente, manteniendo la cabeza baja y los brazos en la cabeza mientras intentaba evitarlo.

Stiles no paró hasta que tiró de Harper fuera de la habitación, los dos adolescentes cayeron contra la pared mientras jadeaban, intentando recuperarse de lo que demonios acababa de pasar.

—¿Harper? ¿Stiles? —La voz tranquila de Scott vino del interior de los vestuarios, haciendo que Harper se girara y asomara la cabeza por la puerta—. ¿Qué ha pasado?

Scott estaba sentado en uno de los bancos, con la cara y el pelo empapados de sudor y una expresión tan desconcertada como la de Harper. ¿Cómo era posible que no recordara que acababa de intentar matar a Stiles y a ella? ¿Siempre pasaba esto con los hombres lobo?

Stiles suspiró, dejando caer el extintor de metal al suelo y arrancándose los guantes.

—Has intentado matarnos a Harper y a mí —dijo con simpleza—. Es tal como te dije —se agachó para sentarse en el suelo y ella se colocó detrás de él—. Lo desencadena la rabia, la ira.

—Es el lacrosse —protestó Scott con el ceño fruncido—. Es un deporte muy violento, ya lo sabéis.

—Pues va a ser mucho más violento si matas a alguien en el campo —afirmó Harper y Stiles asintió con la cabeza.

—El sábado no puedes jugar. Invéntate algo —le dijo Stiles con pesar, aunque todos sabían que era lo mejor.

Scott sacudió la cabeza.

—Pero soy titular —murmuró.

—Ahora ya no.

En el viaje de vuelta a casa, Stiles le había contado lo que le había dicho Scott en los vestuarios antes del partido de lacrosse de hoy. Al parecer, el padre de Allison, Chris Argent, no era tan inocente como parecía.

Era un cazador.

Un cazador de hombres lobo, para ser exactos. La noticia sorprendió a Harper y la dejó preguntándose si Allison también lo sabía. ¿Acaso ella también era una cazadora? ¿Está utilizando a Scott para acercarse a él antes de convertirlo en otra alfombra para la colección de sus familias?

Cuando Harper por fin llegó a casa del instituto, media hora más tarde, su abuela estaba tumbada en el sofá, tan inmóvil que casi parecía sin vida.

Harper no pudo evitar el pánico que la invadió mientras la sacudía rápidamente para despertarla. Los ojos de Rose se abrieron lentamente y una pequeña sonrisa se dibujó en su cara antes de empezar a toser, cada tos sacudiendo su frágil cuerpo.

—Abuela —La joven chica frunció el ceño preocupada—. ¿Por qué no me dijiste que estabas enferma esta mañana?

—Esta mañana me encontraba bien —desestimó las preocupaciones de su nieta con un gesto de la mano—. De hecho, ya empiezo a sentirme mejor. Sólo es un poco de tos, nada más.

Tragándose sus dudas, Harper asintió.

—Vale. Bueno, ¿quieres que esta noche haga yo la cena?

—No tengo hambre, guisantito —Su abuela intentó sonreírle, pero le tembló el labio superior y desistió.

Su mano huesuda acarició suavemente la de Harper y la castaña se levantó, fingiendo una dulce sonrisa a su abuela.

—Me tengo que ir. Llego tarde a una llamada por Skype con Scott y Stiles —La voz de Harper tembló ligeramente, pero por suerte Rose no se dio cuenta.

Ella se echó a reír, un resuello agudo se le escapó de la garganta y la hizo toser más. Rose cerró los ojos e hizo un ademán con la mano para que Harper se marchara.

De mala gana, la adolescente salió de la habitación, secándose las manos sudorosas una contra la otra. Le dolía ver a su abuela tan vulnerable. Rose era la única familia que le quedaba que viviera en Beacon Hills, o incluso en América. El resto de su familia vivía en Inglaterra.

Deja de pensar así. Ella no se está muriendo, idiota. Es literalmente sólo una tos.

Harper se dio un minuto para contenerse mientras se quedaba parada en la habitación. Después de respirar hondo, subió las escaleras y entró en su cuarto. Corrió las cortinas y encendió las guirnaldas de luces, haciendo que toda la habitación quedara envuelta en un ambiente cálido con las tenues luces.

Encendió la luz de su escritorio para que Stiles y Scott pudieran verla cuando llamaran. Harper abrió el portátil, apoyándose en la mano. Justo cuando terminaba de teclear su contraseña, el portátil empezó a avisarla.

Llamada grupal: Scott McCall y Stiles Stilinski.

Harper contestó, y su mal humor desapareció en cuanto vio aparecer a Stiles en la pantalla, con una pistola de juguete verde brillante en la mano y una sonrisa en la cara mientras "disparaba" a la pantalla. La pantalla emitió ruidos de disparos falsos y se iluminó.

Harper se rió, echándose hacia atrás y llevándose la mano al corazón, fingiendo que la habían disparado. Los dos se rieron el uno del otro, pero Scott no parecía contento.

—¿Qué habéis descubierto? —preguntó mientras Stiles guardaba el arma, enderezándose.

—Lydia dijo que Jackson tiene luxación de hombro —respondió Harper—. Dijo que está malherido.

Scott parecía ligeramente sorprendido, con la cara aún más desencajada.

—¿Por mi culpa?

—Por capullo —intervino Stiles y Harper se burló.

—¿Pero va a jugar? —Scott sonaba preocupado, lo que desconcertó a Harper.

Durante toda su vida en el instituto, Jackson había ido a por él, ¿y le preocupa que Jackson no pueda jugar? A veces Scott es demasiado bueno para ser verdad.

La pantalla de Stiles se pixeló un poco por un momento al moverse un poco.

—No se sabe aún. Pero todos cuentan contigo para el sábado.

Scott suspiró, cerrando los ojos y sacudiendo ligeramente la cabeza. Ella sólo puede imaginar cuánto estrés está sintiendo el nuevo lobo adolescente. No sólo es un hombre lobo, sino que el padre de su novia es un cazador, no puede jugar el sábado porque no puede controlar sus cambios, pero tiene que jugar porque hirió a uno de los únicos otros buenos jugadores, y Derek Hale sigue apareciendo en lugares extraños.

A Harper se le paró el corazón cuando miró hacia la pantalla de Scott y vio una figura oscura detrás de él, de pie, sin moverse, sin decir nada. Stiles se inclinó hacia delante, entrecerrando los ojos. Él también lo había visto.

—¿Qué pasa? —Scott les miró con desconcierto.

Stiles empezó a teclear mientras Harper tragaba saliva y todas sus pantallas fallaban, siendo pixeladas.

Stiles: Parece que

Antes de que Stiles pudiera terminar, todas sus pantallas se congelaron y Harper maldijo en voz baja, con el pánico inundándola. Stiles no ha podido terminar su mensaje y ahora Scott va a morir. Stiles y Harper no querían decirlo por si la figura que había detrás de él pillaba a Scott con la guardia baja, pero quizá ahora hubiera sido una mejor opción.

La pantalla finalmente volvió, y ahora el mensaje de Stiles estaba en la pantalla.

Stiles: hay alguien detrás de ti

Scott parecía alarmado.

—¿Qué? —susurró, su mano se dirigió a su ratón.

Harper: qué cojones acaba de pasar??????

Stiles: no lo sé

Stiles: ¿scott? ¿¿estás ahí, colega??

Tras un minuto sentada, ansiosa, mordiéndose las uñas y mirando fijamente la pantalla del portátil, fue al móvil e intentó llamar al número de Scott. No hubo respuesta, ni siquiera cuando lo intentó por segunda o tercera vez. Llamó a Stiles, que cogió la llamada al cabo de, literalmente, dos segundos.

—¿Te ha llamado? —le preguntó con urgencia.

Stiles suspiró.

—No. ¿Quién crees que era?

—Me da igual —Harper frunció el ceño—. Sólo quiero saber si está bien. Con toda esta mierda del hombre lobo me está haciendo pensar lo peor. Ya estoy muy estresada.

—¿Por qué estás estrasada? —preguntó Stiles preocupado.

Ella se mordió el labio inferior.

—No importa. No es nada. Voy a volver a llamar a Scott —Colgó sin un adiós.

Harper odiaba hablar de sus problemas familiares. Todo lo que recibía eran palabras compasivas y miradas tristes, y eso no ayudaba, sólo la hacía sentir débil. Hablar de ello también lo hacía sentir más real. Desde su muerte, sólo había hablado una vez de su abuelo y un puñado de veces de sus padres.

Sólo había hablado una vez de su abuelo desde que murió y un puñado de veces de sus padres.

Esta vez, cuando llamó a Scott, contestó.

—Era Derek —Fue lo primero que dijo—. Me dijo que no puedo jugar el partido del sábado. Me amenazó.

Harper suspiró.

—Entonces supongo que no puedes jugar.

—¿Qué? —Scott respiró con incredulidad—. Se supone que tienes que apoyarme. Decirme que no le haga caso y que salga y viva mi vida como un adolescente normal.

—Odio decirte esto, pero ya no eres exactamente un adolescente normal, Scott. Eres un hombre lobo, y cuando un hombre lobo mucho más experimentado te dice que no hagas algo, probablemente no deberías hacerlo.

—¿Qué dirá el entrenador? —preguntó estresado.

Harper se burló sonoramente.

—¿Te preocupa lo que pueda decir el entrenador? ¡Eres un maldito hombre lobo, Scott McCall! Derek Hale sigue apareciendo de la nada y diciéndote cosas espeluznantes. Pero, de nuestra enorme lista de problemas, ¿el entrenador Finstock es el primero?

—Da bastante miedo —bromeó Scott en voz baja y Harper se echó a reír, sacudiendo la cabeza—. Tengo que irme. Stiles no para de mandarme mensajes. Hablamos pronto.

—Por supuesto. Buenas noches, McCall.

—Buenas noches, Verum.

Cuarta hora acababa de terminar y Harper nunca había agradecido tanto oír el ensordecedor timbre de la hora del almuerzo. Toda la mañana había estado preocupada por su abuela, que seguía tumbada en el sofá como un perro en casa. El almuerzo significaba que por fin podría llamarla y asegurarse de que estaba bien.

Al salir de su clase de alemán, encendió el móvil con la cabeza gacha y buscó entre sus contactos el nombre de su abuela. Justo cuando estaba a punto de pulsarlo, chocó con alguien y el agarre flojo en su móvil hizo que se le cayera al suelo.

—Lo siento —Vino una voz familiar. Noah Stilinski—. Oh, Harper. ¿Tu móvil está bien?

Harper le dedicó una gran sonrisa y se agachó para recoger su móvil, afortunadamente intacto.

—Por suerte, sí —Sacudió el polvo de la pantalla—. ¿Qué estás haciendo aquí de todos modos? ¿Stiles se ha vuelto a meter en problemas?

—Esta vez no es Stiles —el Sheriff suspiró, frotándose las sienes—. Pero no puedo decirte por qué. Es alto secreto.

—Seguro que sí —Harper sonrió—. En fin, que tengas un buen día, Noah.

Él le sonrió con cariño.

—Tú también, Harper.

Bajó los escalones, a punto de doblar la esquina, cuando un par de manos tiraron de su brazo, empujándola contra la pared. Los ojos de Harper se abrieron de par en par y su corazón latió más despacio al darse cuenta de que se trataba de sus dos estúpidos mejores amigos.

—¿Te ha dicho mi padre por qué están aquí? —Stiles señaló hacia el sheriff Stilinski, que ahora hablaba con el director y otro policía que Harper no reconoció.

Ella sacudió la cabeza.

—Nop.

—Dime qué están diciendo —Se volvió hacia Scott. Scott empezó a concentrarse en el sheriff—¿De qué hablan? —Stiles le dio un codazo al hombre lobo.

—Shh —le calló Scott, volviendo la cabeza hacia los adultos. Después de un momento se giró hacia los dos adolescentes—. Toque de queda por el cadáver.

Stiles se quejó.

—Increíble —Puso sus ojos color avellana en blanco—. Mi padre buscando a un animal rabioso mientras el imbécil que realmente mató a la chica pasea impune a sus anchas

—No puedes contarle a tu padre la verdad sobre Derek —razonó Scott.

Stiles no dudó antes de decir:

—Pero puedo hacer algo.

—¿Cómo qué? —preguntó la chica castaña con curiosidad. ¿Qué narices podía hacer que no expusiera a los hombres lobo?

—Como encontrar la otra mitad del cuerpo —dijo Stiles esta vez en voz más baja.

Empezó a alejarse y Scott miró a Harper con incredulidad.

—¿Está loco? —gimió—. Stiles va a ser el culpable de mi jodida muerte.

Ella sonrió suavemente.

—Al menos déjale intentarlo. Sólo intenta ayudar a su padre.

Scott se limitó a poner los ojos en blanco antes de mirar al otro lado del pasillo. Siguió hacia donde él miraba, suspirando cuando vio a Lydia presentándole a Allison a un chico del equipo de lacrosse. Harper sabía exactamente lo que estaba haciendo por la sonrisa en su cara.

Sacudiendo la cabeza, vio cómo Scott empezaba a acercarse a ellos.

Oh, Lydia.

—Harper —la llamó una voz.

La castaña sonrió, dejando su sitio para ir a pararse al lado de una de sus amigas, Erica Reyes. Erica era realmente hermosa, por dentro y por fuera, pero su extrema falta de confianza y su epilepsia la deprimían y le bajaban el autoestima.

Una vez tuvo un ataque epiléptico en clase en el que la gente la grabó mientras se orinaba encima. Harper fue la única que la ayudó después, y por eso era una de las únicas amigas de Erica.

—Hola, Erica —Harper extendió la mano hacia delante para tocar el material de su jersey de gran tamaño—. Qué lindo.

Erica sonrió tímidamente.

—Gracias, Harper. Eres tan buena conmigo.

—Sí, bueno, te mereces más amor, Erica —le dijo Harper con gentileza—. En realidad tengo que llamar ahora a mi abuela, pero definitivamente deberíamos hacer pronto una fiesta de pijamas.

Erica le sonrió a su única amiga, asintiendo.

—Por supuesto. Nos vemos, Harps.

—¡Adiós, Erica!

Después de la muerte de sus padres y luego la de su abuelo, Harper había recibido sesiones de orientación psicológica gratuitas del instituto. No iba a menudo, ni siquiera tenía citas previas, simplemente se presentaba y veía si Morrell tenía sitio para ella.

Por suerte, la última hora sí lo hizo. Harper utilizó el "permiso" que le habían dado por su TEPT para ir al despacho de Morrell. Tenía muchas cosas en la cabeza y le apetecía hablar con alguien que no le endulzara las cosas.

Harper golpeó suavemente la puerta y esperó una invitación para entrar en la habitación.

—Adelante —Se oyó la voz de una mujer detrás de la puerta.

La castaña entró, forzando una sonrisa hacia la señorita Morrell. La señorita Morrell le devolvió la sonrisa, indicándole que se sentara frente a su escritorio. Harper se sentó.

—Tal vez deberíamos empezar a hacer nuestras reuniones más oficiales, Harper. Podríamos hacerlo todos los martes, si quieres. Tienes un rato libre durante la quinta hora —sugirió Morrell.

Harper asintió.

—Sí, si eso es conveniente para ti, entonces lo es para mí.

Morrell le dirigió una sonrisa antes de teclear algo en el ordenador de su mesa. Una vez hubo terminado, se giró hacia Harper y le prestó toda su atención.

—Ahora, ¿qué te trae por aquí hoy? ¿Tienes algo en mente de lo que te gustaría hablar? —preguntó la mujer.

Harper suspiró.

—No sé muy bien por qué estoy aquí, la verdad. Me sentí atraída aquí.

Morrell volvió a asentir.

—¿Te ha vuelto a entrar ansiedad?

Harper se lo pensó un momento antes de negar con la cabeza.

—Ahora mismo estoy bien. Hace tiempo que no tengo que tomar la medicación, lo cual es bueno.

—¿Cómo está tu abuela? —preguntó Morrell—. Creo que la veré pronto para la reunión de padres y profesores.

La cara de Harper cayó.

—Está enferma.

Morrell frunció el ceño.

—¿Cómo es eso?

—Catarro —respondió la adolescente—. Pero me asusta cada vez que está enferma. Ahora tiene tos, pero ¿qué será lo próximo? Alguna enfermedad mortal, probablemente.

Morrell apretó los labios.

—¿Dirías que automáticamente piensas lo peor en este tipo de situaciones? Por tu historia.

Harper tragó saliva fuerte.

—Supongo. ¿Crees que estoy exagerando?

—No puedo decirlo —respondió su terapeuta—. Pero creo que tiene que ver con una mezcla de tu trastorno de estrés postraumático, tu abuelo y tú siendo humana.

—¿Yo siendo humana? —repitió, sin entender muy bien qué tenía eso que ver.

La señorita Morrell asintió.

—Cualquier persona cuerda se preocuparía cuando un ser querido está enfermo. Estoy segura de que hay mucha gente en tu vida que también se preocuparía mucho si estuvieras enferma.

Los pensamientos de Harper se desviaron inmediatamente hacia cierto chico de ojos avellana.

—Sí.


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