3

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"𝑱𝒆 𝒗𝒆𝒖𝒙 𝒎𝒐𝒖𝒓𝒊𝒓 𝒅𝒂𝒏𝒔 𝒕𝒆𝒔 𝒃𝒓𝒂𝒔
𝑸𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒆𝒓 𝒏𝒐𝒖𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒈𝒆 𝒍𝒆 𝒄𝒐𝒓𝒑𝒔
𝑸𝒖𝒆 𝒍𝒆 𝒔𝒆𝒍 𝒏𝒐𝒖𝒔 𝒍𝒂𝒗𝒆 𝒍𝒆 𝒄𝒐𝒆𝒖𝒓
𝑱𝒆 𝒕'𝒂𝒊𝒎'𝒓𝒂𝒊 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒓𝒆"

Hyunjin le contó a Moonbyul sobre el niño que había visto 10 años atrás en aquel mercado y del cuál se había obsesionado. No era como si lo hubiese olvidado, de vez en cuando recordaba aquellos ojos curiosos y mejillas regordetas sin embargo a medida iban pasando los años aquel recuerdo se iba tornando borroso así que Hyunjin había decidido dejarlo ir. No tenía esperanza en volver a verlo de todos modos, no la tenía...hasta ese momento.

— ¿Ni siquiera sabes su nombre? —preguntó ella después del relato.

— No, sólo lo he visto dos veces y la última vez que lo vi fue...cuando me escapé de casa.

— Ya veo, entiendo.

Ella se paseó por todo el cuarto pensativa, quería ayudar al muchacho que había estado criando hasta ese entonces pero en ese momento era una situación un poco difícil, tenían un poco de ventaja puesto que ya sabían de quien se trataba hasta cierto punto pero el cómo encontrarlo era lo difícil.

— ¿Recuerdas cómo llegaste a aquel tronco el día en que te encontramos?

— No mucho, solo recuerdo haber corrido tanto como mis piernas pudiesen soportar y luego pisé mal una rama haciendo que se me quebrase el tobillo. Luego sólo me arrastré a aquel tronco y lo intenté tapar con la piedra, pero no recuerdo nada más que árboles y plantas.

— ¿De casualidad no tienes nada que te vincule con el pueblo donde naciste?

— Pues...¿mi ropa vieja de cuando me encontraron?

— No, olvídalo Solar los usó de trapo y luego se tiraron a la basura cuando ya no podía tallar nada más con eso.

— Entonces me temo que- —se cortó a sí mismo haciendo que la castaña lo voltease a ver.

— ¿Qué?, ¿qué pasó?

— Tengo algo y no solo me vincula con el pueblo...es algo de él.

Justo cuando dijo aquellas palabras Solar entró a la habitación interrumpiendo el momento haciendo que ambos se callaran de inmediato.

— ¿Qué tanto hacen aquí ustedes dos?, llevan horas limpiando esos libros y yo necesito ayuda con la cena.

— Yo- , perdón Solar es solo que-

— Nos entretuvimos hablando —le interrumpió esta vez Moonbyul regalándole un ligera sonrisa a la mayor— Perdón cielo.

— Ustedes siempre parecen como si estuvieran tramando algo, es odioso —se quejó la mujer suspirando— Como sea, los quiero a los dos abajo antes de que cuente hasta 8, si no están en la cocina los maldeciré por el resto de sus vidas.

— Si si si, ya entendimos ya bajamos. Sólo déjanos acomodar los libros de nuevo, no nos maldigas.

Hyunjin notó como la mirada de Solar viajó a los libros y luego al estante así como también notó que Byul escondía aquel libro que había bajado momentos atrás detrás de su espalda.

— De acuerdo, ordenen aquí pero si no bajan rápido los dejo sin comer a ambos. Quedan advertidos.

Luego de decir aquello desapareció por la puerta bajando las escaleras. Moonbyul suspiró aliviada mientras sacaba aquel libro de detrás de su espalda pero el joven, claramente confundido por la actitud de la mujer, se acercó a ella tomándola del brazo sin apretar muy fuerte y la encaró.

— ¿Por qué no le dijiste a Solar lo que estábamos haciendo y por qué escondiste ese libro? —habló casi en susurros quizás temiendo que la castaña los escuchara.

— Escucha, te explicaré todo más tarde cuando hayamos terminado de comer y Solar se vaya a dormir ¿está bien?. De momento no le menciones nada a ella, ni una sola cosa, ¿entendido?

Ahora estaba más confundido que antes, no entendió porque tanto misticismo ni tanto secreto pero confiaba en Moonbyul y sabía que si estaba haciendo todo eso era por algo. Ella no hacía las cosas solo porque si, siempre tenía una razón para actuar y confió en que se lo diría ese día en la noche.

— Está bien. Como tú digas.

—ella solo asintió a las palabras del joven— Nos vemos en la sala a las 12. De momento arreglemos esto rápido antes de que vuelva a subir y se enoje más. Sabes que no le gusta-

— Decir las cosas dos veces, lo sé.

Arreglaron el estante lo más rápido que pudieron, algunos libros seguían con polvo por no haber sido limpiados pero eso lo podían hacer después de solucionar todo lo demás. Luego ambos salieron de la habitación, Hyunjin dirigiéndose de una vez a la planta de abajo y Byul yendo a guardar el libro en donde la castaña no lo viese.

Ya eran las 12 de la noche, todo estaba en silencio y la luna nueva ya hacía en el cielo deslumbrando a la tierra. Hyunjin salió con cautela de su habitación intentando hacer el mínimo ruido, Solar podía ser alguien de sueño ligero así que fácilmente podría ser atrapado si no iba con cautela.

Bajó la escaleras encontrando a Moonbyul sentada en el sillón individual de la sala. Por un instante tuvo un recuerdo vago de 10 años atrás en el tiempo, de aquel horrible día y unos ojos fríos que le helaban la sangre. Sacudió la cabeza intentando concentrarse, no tenía porque recordar esas pequeñas cosas en ese momento.

— Oh ya estás aquí —habló la mujer cuando se percató de su presencia, ésta tenía un bolso de tela donde el pelinegro supuso que estaba el libro— ¿Traes el objeto?

—él asintió— Si, lo tengo.

— Perfecto, sígueme entonces.

La pelinegra se acercó al perchero y tomó su abrigo y el de el muchacho, se lo pasó para luego ponerse el suyo propio, luego se acercó a la puerta abriéndola de par en par. Cuando Hyunjin terminó de colocarse su propio abrigo la siguió y ambos salieron de la casa para adentrarse al bosque.

— ¿A dónde vamos específicamente? —preguntó confundido.

— Es donde he estado haciendo mis rituales últimamente.

— ¿Y por qué no los hacemos en casa?

Byul no contestó por unos largos minutos, su mirada estaba fija al frente siendo guiada por la luz de la luna y el saberse el camino ya de memoria.

— Nunca te conté todo sobre qué tipo de magia suelo practicar —se animó a hablar después de un tiempo— Solar me lo prohibió porque no quería que te involucraras en ello —hizo otra pausa para luego voltear a verle por unos segundos— Pero creo que ya estás en la edad suficiente como para decidir qué harás y qué no.

Mientras caminaban Hyunjin logró visualizar a lo lejos una pequeña cueva que se veía algo profunda y a juzgar por la dirección que su mayor estaba tomando supuso que ahí era a donde se estaban dirigiendo. Aún quedaba un poco lejos pero se podía ver desde la distancia.

— Ya sabes que la magia en sí es neutral —volvió a tomar la palabra— Y que debes tener siempre cuidado con todo lo que hagas, una cosa que hagas mal puede llegar a perjudicarte.

— Si lo sé, me lo han repetido hasta el cansancio todos estos años.

— Es para que se te grabe niño, con la magia no se juega sea cual sea la intención que quieras darle —le recalcó mientras pasaban por encima de una gran piedra— Pero hay unas ciertas prácticas con las que debes de tener especial cuidado. Se le suele llamar magia negra.

Hyunjin recordó entonces la discusión que habían tenido las dos hacía unos 6 años, justo el tiempo en el que recuerda haber visto a Moonbyul haciendo esos extraños rituales y después de la discusión empezó a escucharla salir a media noche de la casa y a veces se quedaba lo suficientemente despierto como para escucharla volver a altas horas de la madrugada.

— Desde pequeña las he practicado porque todos mis antepasados han sido brujos negros, después conocí a Solar y ella me enseñó las prácticas de luz sin embargo las oscuras seguían en mi así que me permitió hacer mis prácticas en la casa pero ella nunca se involucraba ni tampoco mencionaba nada al respecto, solo hacía como si no existiera ese tema. Luego llegaste tú y a medida pasaban los años y te íbamos tomando cariño ella una noche habló conmigo —había llegado al fin a la entrada de la cueva pero se habían quedado parados viéndola sin entrar aún— Me dijo que lo que hacía era muy peligroso para ti y que atraería entes de la oscuridad a la casa, ella no quería que a ti te afectase y...yo tampoco, así que decidí empezar a hacer mis prácticas fuera de casa, así si un día atraía algo oscuro no te afectaría a ti y por supuesto tampoco a Solar.

Se quedó callada entonces, en su rostro se podía notar rastros de preocupación y agobio que antes el pelinegro no había notado así que se acercó a ella y colocó una mano en su hombro para que lo viese.

— Gracias por protegerme todos estos años —le dijo con una pequeña sonrisa.

— Pero ahora te estoy trayendo a un lugar con energías peligrosas, casi entregándote a la boca del lobo.

— Hey, estaré bien. Ustedes me han enseñado bien —con su otra mano sacó de dentro de su camisa una cadena que tenía un dije, siendo un amuleto protector. Fue el primer regalo que las dos brujas le dieron cuando aún aprendían a vivir uno con el otro.

Ella sonrió ante el recuerdo pasado y ante el presente donde su pequeño aún portaba su amuleto. Apretó entonces con su pequeña, en comparación a la contraria, y delicada mano la del muchacho que aún reposaba en su hombro, el pelinegro le dio un pequeño beso en la frente antes de comenzar a avanzar dentro de la oscura cueva.

— Sujetate de mi abrigo y no lo sueltes, ten cuidado en donde pisas.

Fueron caminando de a poco por la cueva, Byul tocaba las paredes de roca  así identificando por dónde tenía que ir, lo que le llamó la atención al chico era un extraño y fétido olor que se iba intensificando a medida avanzaban, parecía como olor a carne podrida.

Después de un momento ella paró y le indicó al chico que se quedara quieto en donde estaba mientras ella se separaba y parecía buscar algo. Estaba todo completamente oscuro, ni siquiera algunos rayos de luz de luna se colaban por alguna parte, pero el pelinegro no tuvo miedo en ningún momento.

De un momento a otro una farola fue encendida revelando con su poca luz el lugar donde se encontraban.

— No podía arriesgarme a que Solar me viese contigo así que no encendí luz hasta ahora, perdona eso —dijo mientras encendía otras tres farolas que iluminaban poco a poco la cueva.

Las cuatro farolas estaban colgando de las paredes alrededor de la cueva, ésta era muy pequeña perfecta para dos personas. Hyunjin vio en el suelo dibujado un círculo que parecía haber sido tallado en la roca, también observó varias velas derretidas y cuatro de ellas estaban posicionadas en los puntos cardinales, habían algunos amuletos de protección colgando en las paredes y aquel olor estaba presente ahí haciendo que casi le dieran arcadas.

— Lo sé, no huele precisamente a rosas —dijo ella mientras se sentaba en el suelo en medio del círculo, sacaba el libro del bolso y prendía todas la velas al rededor— Verás niño, mi especialidad en las prácticas oscuras es la necromancia. ¿Sabes lo que eso significa?

Él negó confundido, entonces ella arrastró el libro frente suyo y lo invitó a que se acercara, él aún confundido y un poco dudoso acató sentándose en frente de ella quien tomando el libro entre sus manos.

— Necros significa muerte —pronunció mientras el joven leía la descripción en aquel libro— Mantīa significa adivinación. En pocas palabras se utiliza la sangre y vísceras para la adivinación.

Entonces Hyunjin se petrificó, ¿sangre y vísceras?, ¿se había vuelto loca?. En aquel libro había una descripción un poco más detallada junto con algunas imágenes un poco borrosas de un dibujo donde se llevaba a cabo un ritual con varias de esas vísceras y lo que supuso era la sangre esparcida por todo el suelo.

Leyó detenidamente la descripción y por primera vez en los 10 años que llevaba viviendo con aquella mujer sintió un ligero temor hacia ella y se produjo una pequeña desconfianza.

— Sé porque me miras así, no es una práctica muy bonita ni lo que se consideraría moralmente correcto para muchos, pero es lo que es además de ser una magia muy poderosa. Nos puede ayudar a encontrar a tu chico.

— Yo- no sé si me guste mucho esta idea. —habló dudoso.

— Escucha, no dejaré que te pase nada malo ¿está bien?. Confía en mi, solo tienes que confiar.

Dudó, vaya que dudó. Él nunca supo acerca de esas prácticas, supuso en ese momento que Solar estaba realmente empeñada en que Hyunjin nunca encontrase nada que tuviese que ver con ello y entendía sus motivos. Sangre, vísceras, muerte, entes oscuros no era algo que se tomaba a la ligera y no era algo que cualquier pudiese hacer.

Pero al mirar al frente se topó con aquella mujer que siempre le cuidó, con aquella mujer que lo crio por todos esos años, quien le enseñó muchas cosas. Siempre se había sentido seguro con ella, siempre sintió esa conexión con ella más que con la castaña así que se dio cuenta que al final no había nada en que temer, porque ella siempre lo protegería así que simplemente asintió.

—sonrió entonces aliviada que el chico siguiera confiando en ella— De acuerdo, seguirás todo lo que te diga al pie de la letra yo estaré aquí en todo momento para guiarte y ayudarte si algo se te complica. Aprovecharemos tu clairvoyage para poder viajar en el tiempo y averiguar dónde está al chico, el pañuelo ayudará con esa conexión —sacó entonces de la bolsa una copa de metal que Hyunjin siempre le había visto en un estante en su habitación y sacó también un cuchillo— Esto quizás no te guste pero debes hacerme caso, ¿de acuerdo?

Él asintió y entonces ella se cortó su palma con aquel cuchillo dejando que la sangre caliente recorriera su mano hasta que las gotas comenzaron a caer en la copa llenando el envase con un pequeño charco de su sangre. Hyunjin miraba horrorizado y consternado aquello.

— Dame tu mano —pidió la bruja y él se rehusó al inicio haciendo que ésta suspirara— La magia necesita un equilibrio y como tú estás pidiendo algo debes dar algo a cambio. ¿Crees que realmente quiero que te cortes la mano?

El pelinegro también suspiró pero, aún con duda y un poco de miedo, le extendió la mano a la mujer con su palma abierta, ella le hizo un corte largo y un poco profundo que le hizo sobresaltar por el dolor punzante.

— Aprieta la mano —le indicó— Deja que las gotas llenen la copa.

Y así lo hizo, acercó la mano a la copa y su sangre comenzó a mezclarse con la de ella. Extrañamente le pareció que la sangre de la bruja era más oscura y espesa que la suya.

Luego ella tomó su mano nuevamente y la juntó con la suya propia haciendo que ambas heridas se tocasen y escocieran juntas. El pobre muchacho se encontraba rígido y lo estuvo aún más cuando la mano libre de la mujer viajó a su cráneo y apretó sus cienes con sus uñas.

— Bebe de la copa —ordenó y entonces él se escandalizó, quiso separarse por un momento pero ella se lo impidió— Debes beber de la copa, da un largo trago y no lo retengas en tu boca solo trágalo de un solo. Sé que no sabrá bien y que es asco pero debes hacerlo.

Él tomó la copa casi temblando, sus ojos fijos en aquel líquido rojo, no pudo evitar que le diesen arcadas casi botando la copa. Nunca en su vida se imaginó bebiendo sangre.

— No lo pienses mucho y bébelo.

Cerrando los ojos y tratando de imaginar que era jugo de naranja se empinó la copa rápidamente y dejó que aquel líquido pasara por su lengua y se fuera por su garganta. Nuevamente arcadas, sintió que estaba a punto de vomitar.

— Ssh, tranquilo. Mírame —le habló la mujer— Mírame, por favor.

Él abrió los ojos aún con esa sensación horrible y miró a su mayor quien con la mano que aún tenían agarrada comenzó a dar ligeras caricias.

— Lo hiciste bien, ya pasó. Ya pasó, no pienses en eso ¿si?

Hyunjin tomó una profunda respiración intentando calmarse y se concentró en mirar los ojos de la bruja frente suyo. Logró entonces quitar la idea horrible que acababa de tomar su propia sangre y de la ella o al menos logró alejar un poco esa idea lo suficiente para no devolver todo en ese momento.

— Toma el pañuelo con tu otra mano —le volvió a indicar, él acató la orden de inmediato y sacó el pañuelo de su bolsillo— Cierra tus ojos, esto te dolerá un poco pero después no sentirás nada. Necesito que te concentres, necesito que sientas el hilo de conexión de ese pañuelo con su dueño y lo sigas. ¿Estás listo?

Dando una profunda inhalación, tratando de calmar su corazón y todo su cuerpo tembloroso, volvió a asentir. Entonces la bruja clavó sus uñas en las sienes del chico haciendo que éste gritara de dolor, ella comenzó a hablar en un idioma que él no entendió ni conocía y mucho menos podía ponerle atención en ese momento que aquellas uñas clavadas en su cráneo.

De un momento a otro sintió como si lo estuvieran jalando y un agobio inmenso llenó su pecho, la desesperación hizo palpitar su desbocado corazón y pensó que se iba a volver loco con tantas sensaciones, sin embargo en su cabeza resonó las palabras de la mujer "Concéntrate, encuentra el hilo y síguelo", las palabras hicieron eco en su cabeza, trató entonces de calmarse y dejar su mente en blanco.

Entonces se vio a sí mismo sentado en aquella cueva con Moonbyul, no entendió que estaba ocurriendo en ese momento y se espantó, era él ahí sentado pero también era él mismo el que se estaba viendo. Levantó sus manos dándose cuenta que era transparente y de un tono gris, observó todo su cuerpo que estaba en el mismo estado.

Sentía punzadas en su cabeza, estaba completamente confundido y no entendía que era lo que estaba pasando pero no pudo seguir divagando ya que se dio cuenta de un extraño hilo rojo que flotaba en el aire. "Encuentra el hilo y síguelo" volvió a re-sonar en su cabeza.

Volteó a ver a su cuerpo sentado y se dio cuenta de que aquel hilo rojo provenía del pañuelo que sostenía cerca de su rostro, ese era el hilo que debía seguir. Era bastante delgado, parecía como si estuviese a punto de extinguirse, quizás porque habían pasado tantos años desde que el pañuelo estuvo con su dueño original.

Un poco indeciso observó el hilo flotar con gracia en el aire, parecía como si estuviera danzando en el agua por la forma en la que se movía, y quizás por pura curiosidad o porque algo dentro suyo le dijo que lo hiciese tocó con sus dedos el hilo, entonces lo que vio a continuación fue una luz cegadora y volvió a sentir como era jalado por una fuerza invisible que lo arrastraba a gran velocidad.

Luego chocó con algo.

Abrió los ojos parpadeando varias veces para adaptar su vista, aquella luz en serio lo había dejado atontado por unos momentos. Se dio cuenta entonces de que estaba en aquella playa que se le aparecía en sus sueños, también se dio cuenta de que había alguien a la par suya sentado en una roca alta viendo al horizonte pero ésta vez no pudo oírlo tararear.

Por primera vez en todo ese tiempo estaba a la par de el chico de sus sueños y pudo entonces verle el rostro, seguía teniendo mejillas regordetas y sus ojos cafés aún tenían esa curiosidad por el mundo que tanto le había fascinado de pequeño, pero ahora el chico estaba más grande y su rostro más largo, ahora más que solo adorable le pareció alguien...hermoso.

— ¡Jisung! —escuchó entonces a lo lejos haciendo que voltease a ver y el joven de cabellos castaños amarillentos también volteó su rostro— ¡Jisung!, ¡mamá quiere que vuelvas a casa ahora!

Una niña de unos 14 años con un vestido verde largo se encontraba entre la grama alta con su mano en su pecho tratando de recuperar el aliento, parecía que había corrido hasta ese lugar toda una maratón.

— ¡Dile que ya voy! —escuchó por primera vez a aquel chico hablar y su corazón latió con fuerza.

— ¡Rápido, papá vuelve hoy!

Hyunjin pudo lograr ver cierto atisbo de alegría al escuchar aquellas palabras provenientes de quien supuso era la hermana menor del chico. Éste entonces se levantó de la roca y sacudió sus pantalones antes de comenzar a trotar hacia la niña. El pelinegro le siguió el paso y comenzó a trotar con ambos por el prado por algunos momentos hasta que pudo visualizar a lo lejos un pueblo, y no cualquier pueblo, su antiguo hogar.

Fue disminuyendo de a poco su paso entonces sin poder avanzar ni un poco más, dejando que ambos jóvenes se alejaran de él. Sintió como sus tripas se revolvieron al reconocer aquellas tierras y algunas casas que solía ver de pequeño, pudo ver la panadería a la que solía ir los jueves y creyó haber visto a la viuda Kim saludar a los chicos que llegaban al pueblo.

Al ser de noche las luces del pueblo iluminaban esplendorosamente pero Hyunjin no sintió más que un escalofrío recorrer toda su espina dorsal.

Entonces se dio la vuelta y regresó trotando nuevamente a aquella playa que estaba un poco lejos, no la recordaba o quizás era porque sus padres nunca le permitieron salir del pueblo así que nunca pudo conocerla. Al llegar al límite donde la arena comenzaba y terminaba la maleza alta admiró el panorama escuchando como las olas rompían a la orilla y la luna se reflejaba en aquella agua salada. Volteó a ver al bosque con la intención de ir hacia allí sin embargo su cabeza se comenzó a llenar de recuerdos, su pecho estaba llenándose de emociones y quiso llorar pero no podía.

Pensó que jamás volvería a ver aquel horrible lugar que solo le traía pesadillas pero ahí estaba, existiendo aún y burlándose de él, de su infancia y su dolor.

Y entonces se volvió a sentir jalado y todo se salió de su control, imágenes al azar se presentaron ante sus ojos, pudo ver a aquel chico frente suyo mirándolo a los ojos, pudo ver guardias agarrándolos a ambos bruscamente, vio la playa teñida de sangre, vio a su padre y luego fuego. Vio mucho fuego, no solo en la hoguera, se vio a sí mismo envuelto en fuego y escuchó gritos amenazantes.

"¡Hyunjin!". —escuchó, conocía esa voz, sabía que la había escuchado pero no reconoció— "¡Hyunjin, no!"

— ¡Hyunjin!

Lo sacudió Moonbyul viéndolo desconcertada. Él se sintió vomitar y tampoco se contuvo así que simplemente se apartó de ella con un poco de brusquedad y comenzó a vomitar varias veces a un costado.

— Tranquilo —se acercó la mujer apresurada acariciando su espalda— Es normal, ya pasará. Tranquilo, tranquilo.

Se quedaron un momento ahí y una vez se hubo tranquilizado el pelinegro ella le tendió un poco de agua que llevaba consigo en aquella bolsa. Venía realmente preparada para todo, años de práctica le dieron la experiencia suficiente como para saber que cualquier cosa podría pasar.

— Lo vi —por fin logró hablar después de dar un par de sorbos de agua— Lo logré ver.

— ¿Y luego qué te pasó? —preguntó mientras le tomaba la mano herida y la limpiaba con la misma agua— Estabas bien y luego te perdí por unos momentos, ¿qué viste?

— No...no estoy seguro- auch, eso duele —se quejó cuando la bruja comenzó a vendarle la mano.

— Perdón, no es fácil vendar tu mano si te mueves niño. Quédate quieto.

— Ya, lo siento —guardó silencio por unos momento y luego retomó la plática— Yo...vi mi antiguo pueblo y luego varias escenas sin sentido comenzaron a aparecer en mi vista. No recuerdo muchas de ellas y las que recuerdo son muy borrosas, no estoy seguro.

La bruja terminó de limpiar y vendar ambas manos para luego posar su mirada en el joven frente suyo. Quiso preguntarle más, quiso preguntar porqué hablar de su antiguo pueblo parecía alterarlo y porque sentía que no le estaba diciendo toda la verdad en ese momento, pero se contuvo y decidió dejar el tema de momento principalmente porque notó que el chico estaba cansado.

— De acuerdo, hablamos de eso mañana. Hemos terminado por ahora, debes ir a descansar un poco este tipo de cosas te absorben mucha energía. Vamos.

Ayudó al chico a levantarse para luego ir apagando todas las velas una por una ahogándolas con un bote de vidrio. Luego guardó todas las cosas y apagó las farolas acercándose nuevamente al joven quien tomó su abrigo en sus manos y comenzaron a caminar por la oscuridad de la cueva.

Ésta vez estaba nuevamente en aquella playa pero ya no había ningún cielo naranja ni un ambiente cálido, no escuchaba aquel dulce tarareo y tampoco encontró al chico de cabellos castaños sentado en la roca. Estaba completamente solo y el cielo tenía una tonalidad gris opaca y deprimente, además estaba lloviznando.

Se sintió desesperado porque por primera vez en todo ese tiempo había estado feliz de irse a dormir y soñar con el chico de sus sueños, antes solo se sentía entusiasmado pero frustrado por no saber la identidad de aquel chico, pero ahora que la sabía y mucho mejor, que era el niño del cual se había quedado prendido a pesar de haberlo visto solo unas veces, estaba feliz. Sin embargo ahora solo era desespero y tristeza.

Buscó con su mirada a aquel chico, caminó por toda la playa pero no lo encontró. Sus ropas estaban ahora húmedas por la llovizna y caían pequeñas gotas de su largo cabello negro, entonces decidió ir hacia el prado en su búsqueda, si no estaba en la playa quizás estuviese ahí.

Comenzó a caminar hacia el césped alto pero justo cuando su pie tocó la grama algo pesado le golpeó el hombro izquierdo lastimándolo haciendo que trastabillara y cayera a la arena.

— ¡Pecador! —escuchó que alguien gritó a lo lejos— ¡Satanás vive dentro de ti!

Se levantó confundido apoyándose en sus codos, en frente suyo pudo observar a toda la gente de su pueblo caminando hacia él con antorchas e ira. El miedo se apoderó de él haciendo que comenzara a retroceder hacia el mar nuevamente, no entendía que sucedía ni porque iban hacia él tan enfurecidos pero sabía que eso no era ni por cerca una buena señal.

— ¡Monstruo! —le comenzaron a gritar entre todos.

— ¡Vete al infierno donde perteneces!

— ¡Asqueroso depravado!

Sus pies ahora tocaban el agua, a su mente se le vino un pequeño deja vú de hace 10 años y los ojos de su padre suplicándole que le perdonase.

¿Lo iban a asesinar justo como a él?

— ¡Hyunjin! —alguien le llamó y él volteó a ver hacia su costado— ¡Huye!, ¡vete de aquí!

Sus ojos se agrandaron al ver aquel chico de sus sueños corriendo hacia él por su derecha, su cabello estaba empapado y ya no se veía ni rubio ni castaño claro, ahora era un castaño oscuro pero aún se le veían ciertos destellos de oro, su rostro estaba desfigurado en una mueca que reflejaba tantos sentimientos pero ninguno era agradable.

— ¡Vete de aquí! —le volvió a gritar— ¡Ve a la cabaña!

¿La cabaña?, ¿cuál cabaña?. Se encontraba tan confundido que no se dio cuenta cuando los pueblerinos ya habían entrado a la playa y él tenía el agua hasta las rodillas.

No fue hasta que sus pies chocaron con una piedra debajo de sí y casi se caía por completo que dejó de mirar al chico corriendo y miró al frente suyo. Ya era demasiado tarde como para escapar.

Un señor se abrió paso entre todos los lugareños, aquel que reconoció como el hombre trajeado se puso delante de todos y le miró con notorio desprecio y superioridad.

— Debimos acabar contigo justo en ese preciso momento —escupió las palabras— Eres igual de enfermo que tu padre y morirás como él. ¡Vayan por él! —le ordenó a los guardias quienes acataron al instante.

Lo siguiente que presenció no fue a los guardias arrastrarlo lejos del agua sino...fuego o mejor dicho un incendio.

Se encontraba ahora en el prado y todo a su alrededor ardía en llamas, él estaba tirado en la grama pero no podía moverse, se sentía paralizado pero aún así lo único que podía mover era su cabeza y mirar su alrededor. Todo se estaba quemando y a sus oídos le llegaron gritos de agonía, no sabía si era él quien se quemaba o era el mundo entero.

Adieu mon homme —una voz, una canción se logró escuchar— Où tu vas, je n'irai pas, où tu vas ne va personne, où tu vas, il fait trop froid.

En ese instante no logró reconocer de dónde venía la melodía ni quien la cantaba pero se sintió relajado y aquel miedo se transformó en paz.

Adieu mon ange.

Y antes de desvanecerse en la oscuridad y sentir que la nada misma lo jalaba lo último que vio de aquel sueño eran unos ojos cafés tristes y cristalinos viéndole desde el cielo.

Después de aquella vez estuvo en cama todo el día, se había excusado con Solar diciéndole que se sentía un poco enfermo y que prefería pasar el resto del día en la cama.

Ella no lo pensó mucho y accedió, después de todo Hyunjin era alguien que siempre les ayudaba en casa además les ayudaba a hacer remedios medicinales para ir a vender al pueblo más cercano por lo que un día que reposara no era el fin del mundo.

Sin embargo Moonbyul se no tragó ese cuento pero tampoco le dijo nada al respecto, lo dejó descansar todo el día.

Habían pasado exactamente 4 días después de eso, ahora estaba un poco más animado que antes pero seguía sintiéndose con una extraña sensación en su pecho después de haber despertado de aquel sueño, o lo que él temía una premonición del futuro. No quiso tomarle tanta importancia pero sabía que tampoco podía huir de eso, tarde o temprano tendrá que hacerle frente.

— Solar, ¿puedo pedirte un favor?

Le habló ese día a la mayor de las brujas, se sentía por fin con el valor de seguir el destino que el universo le había mostrado y descubrir cuál sería entonces el desenlace de todo eso.

— Claro pequeño, dime —ella se encontraba en la mesa de la cocina deshojando algunos ramos de plantas.

— ¿Puedo salir hoy?

Ella lo miró confundida, nunca le había prohibido al chico salir de la casa ni ir al pueblo pero éste jamás se había mostrado interesado en abandonar el hogar. Eran contadas las veces que el chico la había acompañado al pueblo y era mayormente si tenía que ir a hacer las compras y llevaría mucha carga, pero de ahí en más parecía que el muchacho estaba mucho más cómodo en su hogar.

— Pues...si, claro. ¿Dónde irás?

— Iré a un pueblo —pronunció con cuidado— Iré a...mi viejo pueblo —sus ojos nunca abandonaron el rostro de la mujer para no perderse ni un segundo de su reacción el cual no tardó en aparecer.

Su rostro mostró sorpresa, confusión y quizás un poco de miedo. Solar simplemente no era afecta al pueblo natal del pelinegro a pesar de no saber con exactitud qué sucedió en aquel lugar sabía que no debía ser nada bueno como para hacer que un niño de 8 años saliera corriendo de ahí y le tuviese tango terror que ni siquiera se dignaba a mencionarlo, pero ahora era la primera vez que Hyunjin lo dijo sin tartamudear.

— Y...¿puedo saber por qué diablos quieres volver ahí?

De entre ambas brujas Solar era la más correcta, trataba de no decir muchas malas palabras y su tono siempre era neutro. Sin embargo cuando se enojaba no le importaba sonar grosera o poco educada, tampoco mantenía su boca cerrada cuando de algo que no le gustaba se trataba así que no fue una sorpresa para el pelinegro que el tono que usó la mujer haya sido casi venenoso y hostil.

— No puedo contártelo todo en este momento pero debes saber que hay algo que debo ir a hacer ahí, un asunto que dejé inconcluso.

Ella mantenía sus ojos fijos en él, no parecía muy convencida con aquellas palabras así como tampoco parecía que iba a ceder tan fácil por lo que el joven se acercó a ella y se arrodilló en frente suyo tomando sus manos con cuidado.

— Prometo volver —le dijo acariciando sus manos— No me iré por mucho tiempo, volveré aquí antes de media noche no desapareceré. Lo prometo.

La mujer mordió la cara interna de su mejilla pensante así como indecisa, pero al ver los ojos de aquel muchacho casi suplicándole que le dejase ir no tuvo otro remedio que suspirar.

Estaba un poco asustada de que le hicieran algo nuevamente a su pequeño así como también se le había instalado un pequeño temor de que él volviese a ese lugar para quedarse y no volviera a casa, después de todo se había convertido como en un hijo para ella y pensar que él prefería quedarse allá le estrujaba el corazón. Pero debió confiar en él, no tenía otro remedio que confiar en que el chico haría lo correcto sea cual sea el camino que él tomase.

— De acuerdo —cedió al fin pero no soltó las manos del joven— Prométeme también que volverás sano y salvo, debemos volver sin ningún solo rasguño o yo misma iré a ese pueblo y los embrujaré a todos.

—el pelinegro sonrió enternecido y se acercó para darle un beso en la frente— Lo prometo.

Le sonrió por última vez antes de subir a su habitación y comenzar a alistarse para salir. No sabía muy bien qué necesitaba así que simplemente se dejó guiar por sus instintos, tomó su amuleto de protección y lo limpio con incienso antes de colocárselo de nuevo en el cuello, tomó entonces una mochila que tenía guardada en su armario y casi nunca usaba. Ahí metió una botella con agua, unos sándwiches que preparó él mismo sabiendo que ninguna de las dos brujas lo dejarían marcharse sin algún alimento, algunas piedras para protección y una que otra cosa que pensó podría servirle.

Luego, asegurándose de que ninguna de las dos brujas estuviera cerca, metió el libro negro y viejo que Moonbyul había utilizado aquella noche junto con la copa de la pelinegra y un cuchillo de plata. Sabía que los necesitaría para poder encontrar el camino al pueblo.

Caminó a su escritorio y de el primer cajón sacó el pañuelo del chico. Esperaba que el hilo aún no se haya desvanecido, cuando lo pudo ver aquella noche era demasiado débil y no sabía si se habría debilitado más la conexión por haberla usado para llegar a él, pero tenía que intentarlo.

— ¿Vas a alguna parte? —retumbó una voz en la habitación sobresaltando al chico.

— ¡Cielos! —dijo en voz alta— No me asustes así, es de mal gusto.

—la pelinegra soltó una ligera risa— Eres un gatito asustadizo —se acercó a la cama y se sentó a la orilla de ésta— ¿Y bien?, ¿a dónde irás?

Hyunjin no le respondió al instante pero tampoco tuvo que hacerlo, ella lo conocía muy bien como para notar ciertas cosas. Soltó otra ligera risa apoyando una mano en el colchón y observó al joven divertida.

— Espero que el libro te sirva. No es fácil hacer magia negra si eres primerizo pero confío en que sabes lo que haces, después de todo te hemos criado dos brujas —le dijo con una voz calmada y serena— Solo...no hagas algo que no necesites hacer y respeta siempre los límites. Sigue los pasos que hiciste conmigo al pie de la letra y estarás bien.

Luego se levantó de la cama y caminó hacia la puerta pero antes paró su andar y volteó a verlo con una sonrisa ligera.

— Espero que encuentres lo que buscas y...vuelve a casa sano y salvo.

—esta vez fue el turno de Hyunjin de sonreír— Lo sé, Solar ya me lo ha dicho. Tranquila, volveré entero.

Ella asintió una vez antes de abandonar la habitación por completo. Hyunjin entonces, aún con una pequeña sonrisa en su rostro, se ató el pañuelo a la muñeca y se dispuso a irse de una vez por todas.

Se despidió de ambas con un beso en sus cabezas y ellas con uno en cada mejilla deseándole suerte en su viaje y recordándole que debía volver antes de la media noche o ambas irían a buscarlo. Hyunjin supo que no estaban ni por cerca bromeando. Luego salió por la puerta adentrándose en el bosque.

Caminó por un momento orientándose hacia el pueblo más cercano para luego desviar su camino hacia la izquierda. Una vez estuvo lo suficientemente lejos buscó un lugar seguro donde hacer su ritual.

Encontró una especie de mini cueva que no era muy profunda, se adentró en esta llegando al tope luego comenzó a acomodar las cosas, no estaba del todo oscuro pero aún le hacía falta un poco de luz por lo que prendió las cuatro velas, con ayuda de esa luz extra hizo un círculo de sal y colocó la velas en los cuatro puntos cardinales basándose en lo que había observado. Luego se sentó en medio de éste y abrió el libro negro buscando entre sus páginas hasta que encontró lo que buscaba.

La primera vez que hizo ese ritual estaba Moonbyul con él pero aquí estaba completamente solo por lo que no sabía muy bien cómo lo haría. No sabía si él mismo tenía que incrustarse las uñas en la cien como ella lo había hecho ni tampoco sabía si tenía que llenar la copa con la misma cantidad. Estaba muy nervioso y, porque mentir, asustado también.

— De acuerdo, tranquilízate. Sigue los pasos al pie de la letra y estarás bien —se dijo a sí mismo repitiendo lo que la peli-negra le había remarcado.

Sacó la copa colocándola enfrente suyo, luego sacó el cuchillo y con un poco de temor respirando profundo se cortó la palma por sobre la herida anterior que aún estaba fresca, sangre comenzó a brotar caliente y delicada chorreando por su palma, él se tragó como pudo el dolor tan punzante que sentía y apretó su mano llenando así la copa poco a poco.

Cuando consideró que era suficiente tomó un trapo que envolvió al rededor de la mano impidiendo así que siguiera sangrando y luego tomó la copa con su mano sana llevándosela a los labios, alcanzando a percibir un poco de ese olor metálico.

Le quiso dar arcadas nuevamente pero se contuvo, contó hasta tres antes de empinarse la copa y tragar el líquido rojo de una vez en un solo trago. Tanto fue su asco que tiró la copa a un lado sin importarle mucho en ese momento si se arruinaba o en donde caía y con la manga de su camisa se limpió la comisura de sus labios manchándola con una gota de carmesí.

Luchó con su cabeza en ese momento para no pensar en ello, realmente sentía una repulsión gigantesca pero no tuvo otra opción que suprimirlo y proseguir con el ritual. Desató entonces el pañuelo con su mano sana y la apretó en su mano, recitó en voz alta algunas palabras que estuvo practicando a escondidas en latín para luego cerrar los ojos e intentó conectarse.

Volvió a sentirse jalado pero por primera vez en todo ese tiempo ya no se sintió agobiado por aquella sensación, no supo si era por lo acostumbrado que debía de estar o porque ahora entendía mejor todo, luego se volvió a ver a sí mismo ahí sentado en la cueva. Esta vez ya no se cuestionó nada simplemente se concentró en conectar con el hilo y lo logró, delgados y delicados hilos rojos comenzaron a salir del pañuelo que sostenía en su mano comenzando a tejerse entre sí haciendo un camino a través del bosque y él lo siguió solo que ésta vez no tocó el hilo, simplemente iba al ritmo de éste a una velocidad un poco rápida pero aceptable.

Estuvo siguiendo el hilo por un tiempo, poco a poco se sentía cansado y mareado pero sabía que no podía detenerse, intentó grabar en su cabeza algunos árboles o piedras, algún sendero para poder guiarse y entonces llegó a aquel prado que vio en sus sueños. Supo que había llegado.

Respiró profundo, el camino sin duda había sido un poco largo a pesar de haber viajado a una velocidad un poco rápida comparada con lo normal pero al fin tenía el prado ante sus ojos. Lo observó un instante, todo se veía un poco difuminado, como si estuviera en una pintura poco detallada o como si estuviera en un sueño pero sabía dónde estaba y que había encontrado el camino que buscaba, ahora solo faltaba volver.

Cuando se sintió lo suficientemente listo tocó el hilo rojo, esta vez  en lugar de que lo guiase al chico de mejillas regordetas pensó en regresar a su cuerpo centrándose en esa idea y el hilo entonces lo devolvió. La luz cegadora volvió a parecer delante suyo y la sensación de ser jalado volvió a él, en el momento en que abrió los ojos estaba nuevamente en la cueva y las enormes ganas de querer vomitar llegaron a él golpeándole la boca del estómago.

Luego de haber vomitado todo su almuerzo y su propia sangre que tragó en el ritual, tomó un poco de agua para hidratarse, se tomó un respiro de unos minutos y se dispuso entonces a emprender su camino guardando todas las cosas en la mochila y saliendo de aquella cueva rumbo a el prado.

Había caminado por quizás una hora y media o más, se tomaba ciertos descansos de vez en cuando e intentaba hacer memoria de el camino que debía tomar así como también dejaba marcados algunos árboles para cuando tuviese que volver a casa. En todo momento sostuvo el pañuelo firmemente en su mano, de alguna manera sentía que eso le guiaba hacia él.

Y lo logró, vio el prado a lo lejos por entre las ramas y la luz cegadora del sol que estaba en su apogeo en ese momento, caminó más a prisa entrando por fin a éste. No pudo evitar soltar todo el aire que tenía en sus pulmones aliviado así como cansado, había tenido un largo viaje que lo había dejado exhausto, se dejó caer a la grama permitiéndose descansar por fin, se sentía muy agotado y supuso que parte de ese agotamiento no era solo por su gran caminata fue por el ritual que había hecho y que le absorbió mucha energía.

— Luna, después de esto no vuelvo a salir de casa por un largo tiempo —habló en voz alta— Suficiente ejercicio por hoy o para todo el año mejor dicho.

Se quedó ahí por unos minutos observando el cielo arriba suyo despejado con algunas pocas nubes y pájaros pasando, se veía muy hermoso y le transmitió la calma que no sabía que estaba buscando a pesar de que su cerebro estaba constantemente e inconscientemente pendiente del hecho que estaba solo a un par de kilómetros lejos de su antiguo pueblo, pero no se dejó consumir por ello.

Cerró entonces los ojos tratando de calmarse por completo, no era momento para eso estaba ahí por otra razón aunque de igual manera siempre se vinculaba con aquel terrible lugar de donde provenía. Comenzó a pensar entonces en qué haría ahora, ¿iría a la playa y le esperaría ahí?, ¿tenía que entrar si o si a el pueblo?, ¿si quiera había pensado bien en su plan antes de emprender la marcha?. La obvia respuesta a eso era un gran: NO.

De igual forma, si llegaba a toparse con él ¿qué le diría, qué haría?. "Hola soy Hyunjin, verás soñé contigo por muchos meses y decidí venir a buscarte. Ah por cierto nos conocimos de niños solo una vez, de hecho no nos conocimos solo nos vimos y tampoco nos vimos en plural solo yo te vi y me obsesioné contigo"...si, no parecía la mejor idea, probablemente el chico lo mande al demonio y crea que era un lunático aventurero.

Su hilo de pensamientos se vio interrumpido por unos pasos un poco cercanos que escuchó pisando la grama y luego...un tarareo.

Logró reconocer esa voz sin mucho esfuerzo haciendo que su corazón se saltase dos latidos cuando tuvo la realización de que efectivamente era él, sin dudas lo era. Apresurado abrió los ojos y se reincorporó rápidamente mareándose un poco por la brusquedad con la que se sentó pero no le importó en lo más mínimo, se dio la vuelta y paseó su mirada por todo el prado hasta que notó una figura un poco lejana entrando a la playa.

Y esa era la tercera vez que Hyunjin conoció a Han Jisung.

Se levantó de prisa y sacudió su ropa nervioso para luego comenzar a caminar hacia la playa siguiéndole el paso. Su corazón comenzó a palpitar rápidamente, podía escuchar sus latidos en sus oídos zumbantes y sus manos se pusieron heladas. Estaba sudando, pudo sentir una gota grande de sudor recorrer toda su espalda hasta perderse en la tela y otra más en su frente recorriendo su mejilla para terminar en su mentón.

Se limpió rápidamente el sudor con su manga y trató de tranquilizarse, ser un manojo de nervios en ese momento no le iba a ayudar en nada pero es que tampoco podía evitarlo, estaba a punto de conocer al chico de sus sueños (literalmente) y cuando sus zapatos por fin pisaron la arena sentía que en cualquier momento se iba a desmayar.

El chico se encontraba sentado en la arena ésta vez, no en la piedra grande donde siempre lo había soñado sino en la arena, se había quitado los zapatos y los dejó un poco más atrás de si mismo para que la marea no los arrastre. Se veía tan tranquilo, un aura de serenidad lo envolvía logrando transmitirle un poco de la ésta a Hyunjin, haciendo que  calmara un poco sus nervios.

No se atrevió a acercarse más, se quedó a un metro del chico observándolo detenidamente. Se sentía un acosador y toda la valentía que había reunido en la mañana así como todos los esfuerzos que había hecho para poder encontrarlo ahora parecían tan insignificantes.

¿Qué estaba haciendo ahí exactamente?, ¿qué creyó que iba a pasar?, ¿que el chico lo reconociera a pesar de que nunca lo vio realmente?, ¿que se hicieran amigos?

¿Qué había esperado que sucediera al ir hacia allí?, ¿qué quería realmente?

Se sintió un tonto, un completo estúpido al ir ahí sin realmente un contexto o una razón real. ¿En qué estaba pensando al ir y plantarse ahí como si nada?, realmente parecía una locura si se ponía a pensar detenidamente todo así que para evitar cualquier posible desastre que surgiese le dio un último vistazo a el chico de sus sueños antes de darse la vuelta y emprender su fuga. Claro, ese hubiese sido el caso si una voz no lo hubiese interrumpido.

— Disculpa —escuchó que llamaban y al no haber nadie más excepto él y el chico supuso que le llamaba a él— ¿Querías estar en la playa solo también?

Hyunjin tuvo que inhalar y exhalar tres veces antes de armar un poco de coraje y dar poco a poco la vuelta para encarar al chico, sin embargo no levantó su mirada del suelo.

— N-no yo...bueno...si, digo no —en ese momento deseaba que la marea se lo tragase.

— ¿Mm?, ¿eres muy tímido? —le preguntó, su voz sonaba tranquila y suave— Tranquilo, no molestaré puedes venir a sentarte aquí si quieres y nos hacemos un poco de compañía.

El pelinegro se aferró a la cuerda de su mochila pensando. No era lo que esperaba que sucediese, aunque al final ni siquiera sabía qué era lo que esperaba que pasara, pero tampoco podía decir que no era un mal primera paso para comenzar con la misión por la que había ido ahí en primer lugar así que simplemente se acercó.

Se sentó un poco lejos del joven aún sin darle por completo la cara y es que los nervios se lo estaban consumiendo de a poco y su corazón no podía estar martilleando su pecho más fuerte, por un momento temió que el chico se diera cuenta del golpeteo de éste.

— Soy Jisung, por cierto —se presentó amablemente.

— Y-yo...me llamo Hyunjin —dudoso levantó su rostro por primera vez y le miró a los ojos directamente.

Se sintió desvanecer en ese momento, aquellos ojos tan curiosos y cafés lo estaba mirando al final, ya no en un sueño ni en una visión ni en un recuerdo borroso, esta vez era en la vida real. Apartó la vista rápidamente cuando sintió sus mejillas arder y temió que se sonrojaran mucho haciendo que el chico pudiese notarlo. Aunque quizás no lo hubiese hecho porque el atardecer se estaba posicionando y el color naranja poco a poco se adueñaba del cielo.

— Oye —le llamó— Perdona si pregunto esto pero...¿nos conocemos de algún lado?. Juro que te he visto alguna vez, hasta podría jurar que te vi en un sueño.

Y el corazón de Hyunjin se saltó un latido.

©_prayBluesoul_

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro