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"𝑶𝒏 𝒃𝒓𝒖̂𝒍𝒆𝒓𝒂 𝒕𝒐𝒖𝒕𝒆𝒔 𝒍𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒖𝒙
𝑬𝒏 𝒆𝒏𝒇𝒆𝒓, 𝒎𝒐𝒏 𝒂𝒏𝒈𝒆
𝑱'𝒂𝒊 𝒑𝒓𝒆́𝒗𝒖 𝒏𝒐𝒔 𝒂𝒅𝒊𝒆𝒖𝒙
𝒂̀ 𝒍𝒂 𝑻𝒆𝒓𝒓𝒆, 𝒎𝒐𝒏 𝒂𝒏𝒈𝒆"


La segunda vez que Hyunjin conoció a Han Jisung fue en un sueño.

Recuerda estar en lo que parecía ser un prado pero no podía ver muy bien debido a que estaba cubierto con neblina espesa, intentó caminar pero por más pasos que daba no avanzaba ni un poco. Justo cuando su paciencia llegó al límite y su desesperación comenzó a burbujear en su pecho escuchó una voz que tarareaba en algún lado.

Intentó escuchar atentamente y avanzó hacia aquella voz, no era una melodía que él conociese o al menos no la reconocía en ese momento pero por alguna razón le trajo calma a su ansioso corazón y le transmitió seguridad por lo que sin dudarlo siguió buscando el propietario de aquella dulce voz, y lo encontró.

Entre la neblina pudo dislumbrar luz que se fue haciendo cada vez más clara a medida se acercaba, y luego se topó con la orilla del mar mostrando una puesta de sol dibujada en tonos naranjas en el cielo dándole la bienvenida.

Toda la desesperación que alguna vez sintió desapareció sin dejar rastro, paseó su mirada por el lugar encontrando así al dueño de aquella voz, estaba de espaldas a él viendo al horizonte y aún tarareando aquella canción. Era un chico con cabellos rubios y una camisa blanca ligera cubriendo su torso, sin embargo no podía verle el rostro.

Hyunjin se acercó con cautela extendiendo su mano, tratando de tocar el hombro de aquel muchacho sintiendo todo su ser cosquilleando cada vez que avanzaba un paso más pero justo cuando sus dedos estuvieron a punto de rozar la tela de su camisa...

— ¡Hyunjin, baja!, ¡ven a ayudarme!

Despertó.

Sus ojos parpadearon varias veces en busca de ahuyentar el sueño que aún tenía y adaptar sus pupilas a la luz del día. No tenía ni idea de qué horas eran pero a juzgar por la luz del sol que se asomaba por su ventana apoyada en su escritorio se había quedado dormido y ya era tarde, de nuevo.

Se levantó con pesadez tronando los huesos de su espalda que le dolía producto por haber dormir en una mala posición casi toda la noche, después de haberse estirado y tronado cada hueso sus ojos esta vez fueron a parar a un vaso con agua que reposaba en una mesita pequeña de madera colacada a la par de su cama, el agua se veía tranquila y sin ninguna burbuja en ella* por lo que dio un pequeño asentimiento antes de levantarse por completo.

Bajó las escaleras de dos en dos para luego saltarse los tres primeros escalones aterrizando con un sonido sordo al estar descalzo. Una mujer con cabello negro largo y lizo dejó de tomar desde su taza el café de la mañana antes de apartarlo de sus labios y mirar con el ceño fruncido al muchacho.

— ¿Qué te he dicho de saltar las gradas?, te romperas una pierna un día de estos.

— Tranquila, soy todo un profesional —le guiñó un ojo divertido antes de acercarse a la mesa donde se encontraba tomando su café la mujer y tomar una manzana de en medio.

— Después no vengas a mi llorando porque te hayas reventado la cara contra el suelo.

— En ese caso iré con Solar entonces —le sacó la lengua mientras la mujer abría la boca ofendida.

— No te vuelvo a enseñar nada niño mal agradecido. Ve con Solar si tanto te cuida esa bruja —volvió a tomar la taza entre sus manos y enfocó su atención ahora a el periódico que reposaba en frente suyo.

Hyunjin soltó una ligera risa divertido, a veces Moonbyul podía ser muy dramática, quizás de ella lo había aprendido él mismo. Solar solía decir que ellos dos tenían una personalidad muy parecida y tal vez por eso se llevaban tan bien, no era como si no se llevase bien con Solar pero su conexión con Moonbyul era más notoria.

Se acercó entonces a la mujer que hacía de todo para ignorar al muchacho frente a ella y se inclinó para dejar un beso en su negra cabellera.

— Sabes que siempre acudiré a ti primero pase lo que pase.

Claro que Moonbyul podía perder un poco su orgullo si de Hyunjin se trataba así que con un rastro de sonrisa en sus finos labios volteó a verle con cariño, palmeo ligeramente la mejilla del chico antes de volver su mirada al periódico.

— Lo sé niño, lo sé —tomó un sorbo de su negro café aún con la diminuta sonrisa queriendo escaparse— Ve con Solar, sabes que se enfada si tiene que llamarte dos veces.

Asintió apretando ligeramente el hombro de la mujer antes de dirigirse al invernadero jugueteando con la manzana en sus manos, abrió la vieja puerta chirriante de madera siendo recibido por el aire fresco y olor a abono con tierra mojada. El invernadero era uno de sus lugares favoritos en toda la casa, le transmitía paz y sentía una fuerte conexión con ese lugar.

Caminó por entre las plantas hasta ver al fondo a una pequeña mujer de cabellos castaños subida a unas escaleras tratando de alcanzar una planta que estaba colgadando del techo, a Hyunjin se le escapó una risilla burlona al ver a la mujer de puntillas y ésta al notar la presencia del muchacho volteó a verle con una expresión molesta.

— Al fin llegas, te llamé hace como 20 minutos. Estaba a punto de volver a llamarte, sabes que detesto hacerlo.

La mujer bajó de las escaleras y se acercó al joven poniendo ambas manos en sus caderas, esperando una explicación de su retraso.

— No fueron 20 minutos, fueron apenas 10 —se excusó pero el rostro de la mayor seguía con aquella expresión— Me entretuve hablando con Hyuna un momento, perdón.

— Ya me lo imaginaba —suavizó su rostro y suspiro dejando el tema de lado— Necesito que me ayudes a bajar las hojas secas y regar las plantas de los estantes de arriba. Ya casi no tenemos agua lunar así que asegúrate de que alcance para todas, en un par de días será la luna llena así que los recipientes vacíos limpialos y dejalos listos para cuando llegue.

Solar iba caminando de un lado a otro revisando sus plantas o preparando abono para éstas mientras le decía todas las indicaciones, cuando terminó de hablar volteó a ver al muchacho y le miró de pies a cabeza.

— ¿Desayunaste ya?

Hyunjin, quien se había mantenido callado de pie junto a una maceta de romero aún con la manzana en mano, distraído un poco con el olor de dicha planta. Volteó a verle negando casi automáticamente

— No, aún no.

—Solar suspiró mientras seguía mezclando el abono observando la fruta que el chico tenía— Moonbyul hizo galletas, ve a comerte un par con leche, partes esa manzana te la comes y vuelves. Te quiero aquí en media hora o te iré a jalar de la oreja.

El joven asintió con una sonrisa amplia para luego darse la vuelta con la intención de volver dentro de la casa, sin embargo a mitad de su camino paró su andar y se volvió donde la mujer para darle un pequeño beso en la frente.

— Estaré aquí en menos de media hora —le dijo— Buenos días por cierto.

Luego se marchó dejando a la pequeña mujer con una sonrisa cálida dibujada en sus labios un poco agrietados por falta de humectante.

— Ya son las 12 de la tarde pequeño —dijo aún después de que éste ya había entrado a la casa.

10 años antes

Era un día soleado, dos mujeres que recién habían podido conseguir una casa lejos de su pueblo habían salido para ir a hacer sus compras y abastecer su alacena. Iban alegres caminando por el bosque, sus brazos entrelazados cómodamente y sonrisas en sus bellos rostros.

¿Quieres llevar manzanas ésta vez o prefieres naranjas? —preguntó la joven con largo cabello negro.

Manzanas, podríamos hacer un pay. Tenemos meses de no intentar un postre.

Mientras ambas iban sumergidas en su amena plática al momento de pasar cerca de un arollo la mayor de ambas se detuvo abruptamente quedando casi congelada y advirtiendo a su acompañante de que algo ocurría.

¿Sientes algo? —preguntó curiosa.

Si —observó su entorno con detenimiento— Sígueme.

Desviaron su camino ésta vez siguiendo aquel arollo cuesta abajo, la mayor llevando la delantera tratando de seguir aquella sensación que poco a poco se iba incrementando a medida bajaban. No pasó mucho tiempo hasta que la mayor volvió a parar su andar en seco y se dedicó a conectar con aquella sensación que le cubría todo su cuerpo cerrando los ojos y respirando ondo.

Entonces los abrió de golpe, se acercó apresurada hacia un viejo tronco hueco que ya hacía en el suelo de aquel bosque, era casi invisible a primera vista al estar cubierto de moho y varias plantas que crecían a su alrededor, volteó a ver a la otra mujer de inmediato.

Ayúdame a mover esta piedra.

Sin rechistar ni preguntar el porqué ella le ayudó.

La piedra tapaba no muy bien el hueco del árbol y se notaba que había sido movida no hacía mucho. Al quitar la piedra la mayor de las dos asomó su cabeza por el hueco con cautela inspeccionando sus adentros, una vez observó todo el panorama volvió a subir lentamente su cabeza y su mirada se clavo en su acompañante.

Es un niño —le informa— Hay un niño mal herido dentro.

Entonces la azabache, con sus ojos abiertos de par en par totalmemte asombrada, se asoma también por aquel hueco metiendo su cabeza y topandose con un cuerpesillo moribundo y tiritante de un niño hecho ovillo en la otra punta de aquel tronco. A simple vista parecía estar bien, no más el frío que debía de tener pero si su compañera había dicho que estaba mal herido era quizás por una lesión interna que no era visible en ese momento.

¿Qué hacemos ahora? —preguntó entonces observando a la mayor.

No lo sé —dijo con angustia pintando su rostro— No podemos dejarlo aquí Moon, morirá.

Pero tampoco podemos llevarlo con nosotras, apenas pudimos escapar de ese maldito pueblo y a penas tenemos para nosotras. ¿Cómo piensas que cuidaremos a este niño?

¿Será un niño de el pueblo?

No lo creo, lo conoceríamos si fuese así —suspiró mientras apretaba con sus manos el tronco— Podríamos llevarlo a casa. Tu lo curas y yo regresaré para ir al pueblo y comprobar si nadie lo está buscando.

La mujer sonrió asintiendo contenta para luego acercarse de nuevo al hueco y meter la cabeza para revisar al niño, parecía estar inconsciente o quizás dormido además de estar sucio y notoriamente sudado.

Les costó un poco sacarlo ya que el niño se encontraba hasta la otra esquina, a pesar de ser mujeres pequeñas y delgadas ya eran un poco grandes como para caber en ese estrecho hueco, sin embargo con mucho esfuerzo e ingenio lograron sacarlo de ahí. Tal como la mayor había pensado el niño se encontraba inconsciente, probablemente por falta de alimento, cansancio y el dolor pues resultó que su pierna estaba lesionada con una posible fractura en su tobillo.

La castaña lo cargó en su espalda mientras la asabache cargaba las cestas que iban a usar para sus compras y volvieron a su hogar para tratar al infante.

Moonbyul sabía que su compañera posiblemente sabía algo que ella no, el don de la mayor le permitía saber ciertas cosas que ocurrieron o que iban a ocurrir, tenía ese don de percibir alguna energía que le estuviese llamando, así fue como encontró a aquel pequeño.

Ella también tenía esos dones pero estaban menos desarrollados que la castaña, también había sentido un ligero tirón en su corazón cuando pasaron por el arollo pero no había podido percibir la energía del muchacho.

Al llegar a casa subieron al segundo piso y acostaron al pequeño en su cama con mucho cuidado de no lastimar más la pierna de éste.

Está ardiendo en fiebre —dijo la mayor— Iré por unos ungüentos y un poco de agua lunar. Tu ponle un trapo en la frente y revisa su pierna por favor.

Ambas se pusieron manos a la obra, Moonbyul colocó una toalla húmeda en la frente del chiquillo quien relajó la expresión que en todo momento había mantenido contraída, luego con cuidado tomó la pierna del chico y comenzó a revisarla. Se veía un poco morada e hinchada, lo único bueno era que al parecer la fractura no había transpasado la piel.

Por otra parte Solar revisaba sus maletas como loca, tirando varias cosas al suelo sin importarle que se ensuciasen o perdiesen, encontrando por fin los ungüentos y la jarra con agua lunar. Estuvo a punto de volver a subir pero se le ocurrió entonces una cosa más, posiblemente le llevaría tiempo y tardaría un poco pero se dijo a sí misma que si en 20 minutos no había podido encontrar su objetivo entonces regresaría con el niño.

Así fue que dejó las cosas en la pequeña mesa, tomó unas tijeras, una manta y salió de la casa en busca de hiervas y plantas que pudiesen ayudarle.

Mientras tanto Moonbyul había puesto un incienso para poder relajar al niño, sin embargo sabía que sin el ungüento éste seguiría sufriendo por el dolor. Resopló cuando sintió que había pasado mucho tiempo y la castaña aún no regresaba, se supone que sólo iba por unos botes no entendía que le tomaba tanto. Cuando estuvo a punto de levantarse e ir a buscarla esta entró agitada a la habitación.

¡Lo siento! —entre gritó y susurró al entrar.

¿Por qué tardaste tanto?, solo tenías que buscar el ungüento y el agua.

Lo sé, lo sé -se arrodilló al lado de la cama depositando en el suelo los recipientes— Y aquí los traje, pero también traje algo más —en sus brazos reposaba una manta envuelta la cuál también puso en el suelo y la extendió revelando unas plantas— Encontré valeriana en un prado que está cerca del bosque, podemos hacerle una infusión que le ayude adormecer su dolor.

Vaya, eres brillante —dijo impresionada.

Lo sé —sonrió con un poco de arrogancia— Puedes ir a hacer la infusión mientras yo me quedo lavandolo y poniéndole el ungüento.

De acuerdo. Según lo que revisé la fractura es leve pero un movimiento en falso y terminará de romperse el hueso así como desgarrar su piel, una vez le pongas el ungüento debemos inmovilizar la pierna para que no la mueva mucho.

Está bien, entendido. Ve a preparar la infusión entonces.

Asintiendo la azabache tomó la manta con las plantas y salió de la habitación dirigiéndose a la cocina para preparar todo, mientras tanto la castaña tomó el trapo que se le había colocado al niño en la frente y lo mojo con el agua de luna para luego comenzar a pasarlo por todo el cuerpo del pequeño limpiando de paso varias heridas que éste tenía en varias partes de su cuerpo, principalmente manos, piernas y pies.

Las dos se encargaron de cuidar de aquel chiquillo, le habían inmovilizado la pierna, se encargaban de mantenerlo hidratado y limpio, le ponían ungüento para dolor, se encargaban de llenar la habitación con energía positiva para una rápida curación.

Pasaron varios días así, ambas dormían en el suelo encima de colchas viejas para no estorbar al niño ni provocar algún accidente mayor con la pierna de éste, con el pasar de aquellos días inconscientemente iban desarrollando cierto cariño hacia él y un sentido de deber que las hacía solo enfocarse en la recuperación del pequeño.

Silenciosamente se hicieron una promesa que sellaron el día en el que el chico abrió los ojos y las observó con miedo, terror, desesperanza y desespero pero a la vez con una pureza genuina que no habían visto en ningún corazón antes, se prometieron ante la luna y la madre naturaleza protegerlo a toda costa, incluso si eso significaba poner su propia vida en riesgo.

Ellas harían lo que fuese por el pequeño de corazón puro. Porque se convirtió en su tesoro.

Hyunjin aún recordaba la primera vez que conoció a esas excéntricas mujeres que poco a poco se fueron convirtiendo como sus madres, había estado asustado e hizo todo lo posible para alejarse de ellas a pesar de su pierna lastimada, sin embargo ellas fueron pacientes y poco a poco se fueron ganando su confianza.

Que ironía que había vivido sus primeros 8 años de existencia sin sentir una real figura materna creyendo que así sería su vida para siempre para luego encontrarse con dos extrañas que terminaron siendo sus madres, o mejor dicho ellas lo encontraron a él.

Había terminado de hacer todos sus quehaceres por lo que podía hacer lo que quisiese. Ya eran las 4:45 de la tarde y se sentía cansado por haber estado de arriba a bajo ayudando a las dos brujas así que decidió tomarse una siesta antes de ayudar a hacer la cena.

Solar se encontraba en la sala leyendo un libro mientras Moonbyul estaba en la cocina preparando algunas cosas supuso que para sus rituales.

Realmente pocas veces había visto a la pelinegra hacer sus hechizos y rituales, tampoco hablaba mucho sobre ello y Solar parecía ponerse un poco incómoda cada que salía a luz el tema. Él jamás preguntó qué hacía la mujer o porqué parecían evadir el tema.

Recuerda una vez que ambas estaban discutiendo y él, recordando su vieja costumbre de escuchar a untadillas como las paredes de su vieja casa, pudo escuchar que de la boca de la castalla salió un "Espero que, por el bien de Hyunjin, nunca le enseñes esa magia negra que haces". Nunca preguntó, él aprendió a guardar secretos desde muy pequeño, pero siempre le intrigó.

De vez en cuando había espiado a su mayor en las noches y la atrapaba haciendo otra clase de rituales que a él le habían enseñado, veía velas posicionadas alrededor de la mujer formando una especie de estrella, a veces oía a media noche como ésta salía de casa regresando muy tarde y siempre que regresaba Hyunjin percibía un extraño olor en el ambiente, uno no muy agradable.

Nunca vio más allá, no se animaba a ver porque sentía que era algo que no tenía que presenciar por lo que simplemente dejó a Hyuna con sus secretos. Después de todo, él también tenía los suyos.

— ¿Qué lees ahora? —le preguntó a la mayor, tratando de ignorar a la otra mujer que estaba en la cocina.

— Edgar Allan Poe —le informó entonces mostrandole la portada del libro.

— Excelente, eso me ayudará a dormir —dijo alegre, le encantaban esos cuentos.

Decidió entonces hacerle compañía a la mayor en la sala arrecostandose en el sofá y tomar su siesta ahí. No tardó mucho en quedarse dormido desde el momrnto en que la castaña comenzó a leerle en voz alta, así como tampoco tardó en soñar.

Estaba nuevamente en la orilla del mar, parecía como si fuese una continuación de su primer sueño sin embargo ésta vez aquel chico no se encontraba ahí. Por alguna razón Hyunjin se desesperó, quería ver a aquel chico y saber quién era a pesar se haberlo visto una tan sola vez aunque, ciertamente, sentía cierta familiaridad que emanaba el joven.

A pesar de su desespero decidió calmarse y caminar por la orilla, no tenía ni dea de en donde se encontraba, no era una lugar que él había visitado antes o eso creía saber. Luego de lo que a él le pareció una eternidad a sus oídos llegó un tarareo, pero no era cualquier tarareo, lo reconoció al instante y su corazón comenzó a latir desbocado mientras sus ojos volvían a buscar al dueño de aquella voz.

Lo vio a lo lejos, cerca de unas montañas y piedras gigantes, él estaba sentado en una de ellas y parecía admirar nuevamente el horizonte. El azabache comenzó a caminar hacia él con un poco de prisa, tenía la ardiente y extraña necesidad de acercarse al chico y de hablar con él, quería saber quién era. La melodía que éste producía se iba haciendo cada vez más fuerte pero la voz seguía sonando tan suave y aterciopelada, se sentía encantado con aquel tarareo.

A medida avanzaba iba apresurado el paso, no quería parecer desesperado pero era justamente como se sentía en ese momento, totalmente desesperado por alcanzar esas notas, sin embargo justo cuando no le quedaban más que unos cuentos pasos más que dar y había abierto la boca para intentar llamar la atención de aquel chico sintió como si una fuerza lo jalara de regreso de donde venía y lo alejaba agresivamente de aquel misterioso chico con dorados cabellos.

Y entonces, como muerto que volvía a la vida, se despertó bruscamente sentándose en el sofá donde había estado tomando su siesta. Su respiración estaba agitada, le costaba que el aire le llegase a los pulmones y se sentía alterado, sus ojos viajaron por toda la sala hasta quedarse posados en el rostro de la mujer que le miraba asustada.

— Hyunjin —le habló— ¿Qué pasó?, ¿tuviste una pesadilla? —se levantó de la mecedora en donde se encontraba y se acercó al chico— Tranquilo pequeño, ya pasó.

Solar le ayudó a respirar nuevamente, tranquilizandolo para luego ir por un vaso con agua y entregárselo. Estuvo acariciando sus negros cabellos por un tiempo, dándole espacio a que el joven terminara de recuperarse y, si él lo quisiera, le contara lo que había pasado.

— ¿Te sientes mejor? —le preguntó.

— Si, ya estoy bien —le aclaró la garganta y miró de reojo a la mujer que se había sentado a su lado— No fue exactamente una pesadilla.

—ella alzó las cejas curiosa y se reincorporó dejando de acariciar la cabeza del chico para ponerle más atención— ¿Entonces qué fue?

— Bueno...no lo sé, no estoy seguro. Pero cuando desperté sentía como si mi alma estuviera regresando a mi cuerpo y fue muy raro.

Solar lo observó por un momento inspeccionandolo de pies a cabeza, parecía analizar toda su anatomía y eso puso nervioso al azabache.

— ¿Puedo saber que soñaste? —preguntó al final.

Hyunjin confiaba en Solar y por supuesto que también confianba en Moonbyul, ambas mujeres lo había criado por una década entera y le habían dado un hogar donde vivir a pesar de que no era realmente su responsabilidad, no conocía a nadie más que a ellas y se podría decir que eran como sus mejores amigas a parte de sus figuras maternas. Pero, por primera vez desde que la conocía, dudó en decirle la verdad por lo que simplemente le respondió.

— Realmente no lo recuerdo —mintió— Es de esas veces que no recuerdas tus sueños pero te queda la sensación rara.

Solar no parecía muy convencida con la respuesta pero simplemente asintió, no tenía porqué dudar de el chico así que no siguió preguntando. En su lugar le dio una última caricia a sus negros cabellos antes de levantarse y decirle que pronto se le olvidaría todo el asunto y que la ayudase a hacer la cena.

Hyunjin suspiró aliviado, no sabía porque pero sentía que esta vez debía mantener eso para sí mismo aunque no sabía exactamente el porqué. Decidió no tomarle importancia y seguir a la mayor hacia la cocina para comenzar a cocinar, se estaba muriendo de hambre de todos modos.

Desde aquel día Hyunjin no había dejado de soñar con aquel chico, aparecía en sus sueños sin falta todos los días, ya sea cuando se iba a dormir por las noches o en sus pequeñas siestas de la tarde el chico con voz calmante y cabellos dorados siempre se encontraba sentado en aquella piedra mirando al horizonte y tarareando aquella desconocida canción.

Sentía que se volvía poco a poco loco, tenía 3 meses así y a pesar de que le gustaba soñar con aquel chico sentía que realmente no estaba descansando, se despertada cansado y aturdido aún con el tarareo sonando en sus tímpanos y el sentimiento de desesperación al ser arrastrado lejos antes de poder tocarlo. No había conseguido ni una vez si quiera decirle un hola, se sentía decepcionado y triste; y eso comenzaron a notarlo las brujas.

Se veía más decaído, ya no se levantaba con una sonrisa resplandeciente sino con una cara seria y pensativa. Eso las alertó.

En todos esos años que vivió con ellas el chico siempre mantenía una energía positiva y brillante, tenía sus momentos grises como todo ser humano y eran más cuando se acerca la fecha en la que el chico había escapado de su vida anterior. Ellas nunca se animaron a interrogarlo a fondo acerca de aquel día, solo sabían que algo grave y horrible había pasado y hablar del tema ponía sensible al pelinegro, él tampoco quiso decir mucho y lo respetaron.

Moonbyul, quien era la más cercana a él, decidió un día por fin abordarlo y preguntarle que le pasaba así que mientras ambos estaban en la planta de arriba ordenando la pequeña biblioteca habló.

— Has estado un poco diferente estos días —mencionó con cautela observando detenidamente al joven que parecía haberse puesto nervioso de un momento a otro— ¿Algo ha pasado?

El pelinegro carraspeó, sus ojos fijos en el libro que limpiaba con esmero pero su cerebro trataba de pensar alguna excusa que dar.

— No realmente —se animó a decir— Solo me he sentido un poco decaído eso es todo.

— Decaído, ya veo.

Hyunjin supo en ese instante que Moonbyul no se rendiría hasta sacarle la verdad, ella no era como Solar que se conformaba con alguna mentira piadosa, Byul detestaba que le mintiesen.

— No quiero hablar de eso —dijo al final.

— Cariño, nos preocupas. Entiendo que estes en esa etapa de tu vida donde te cuesta más hablar de tus sentimientos y quieras estar solo y toda esa cosa de adolescente —habló mientras terminaba de quitarle el polvo a un viejo libro— Pero no olvides que estamos para ti sea lo que sea, puedes contar con nosotras y te vamos a escuchar.

El chico sintió un pequeño escozor en su corazón, no supo porqué pero en ese momento recordó a su madre biológica con esos ojos tan fríos como témpanos de hielo mirándolo con desprecio, aquella voz áspera que siempre le hablaba casi con odio y nunca salía nada lindo de su boca. Luego se enfocó en la mujer que tenía frente suyo, no era ni por cerca pariente suyo, no lo vio nacer ni dar sus primeros pasos, tampoco le enseñó a hablar y mucho menos le había dado el nombre que portaba.

Pero la palabra "madre" estaba impregnada en toda su aura, en todo su rostro y todo su corazón así también como en cierta castaña que se encontraba luchando en el piso de abajo para que una ardilla no estuviera comiéndose sus claveles.

Así que confió.

— He tenido sueños, mejor dicho un sueño recurrente que no me deja en paz. Irónicamente el sueño me transmite cierta paz pero hay...un sentimiento que no logro descifrar.

—la mujer dejó lo que estaba haciendo para prestarle toda su atención— ¿Qué tan recurrente?

— Todos los días...todo el tiempo.

— De acuerdo. ¿Puedo preguntar cuál es el sueño?

Esta vez dudó, no porque no confiace en la mujer frente suyo ni porque se sintiera incómodo, dudó porque de alguna forma quería mantener al chico de dorados cabellos solo para él, como un tesoro oculto, como un secreto. Se sintió posesivo ante aquella figura y receloso de solo pensar en que Moonbyul sabría de su existencia, aquel chico era muy suyo, muy su secreto.

Se estaba volviendo loco quizás.

— Estoy en...una playa —le costó decir, sentía que estaba contando algo muy íntimo— Y escucho a alguien tararear, hay alguien en la playa también conmigo pero nunca le puedo ver el rostro. Siempre, antes de que pueda hacer algo más que solo avanzar corriendo hacia él, me despierto antes de que logre tocarlo o gritarle.

—la pelinegra, que en todo momento se había mantenido callada, solo asentía a sus palabras mientras jugueteaba con su labio inferior con sus dedos— Dime, ¿cómo despiertas?. ¿Qué sucede antes de que te despiertes?

— Pues...yo...yo siento como si algo me estuviera jalando hacia atrás y cuando abro los ojos me cuesta respirar y siento como si hubiese revivido o como si mi alma volviese. No sé si quiera si eso tiene algún sentido.

— La tiene, niño —habló con voz firme pero tratando de transmitir seguridad y calma— Tiene mucho sentido.

Luego, sin decir nada, comenzó a buscar entre los estantes que estaban limpiando, tirando libros de allí para allá y murmurando cosas para sí misma. No fue hasta que iba en el estante más alto donde se tuvo que subir a la escalera para poder revisar que pareció encontrar lo que buscaba.

Se bajó de las escaleras lentamente con un libro viejo y negro entre sus brazos, parecía que lo sostenía con mucha cautela, casi con miedo a mostrarlo. Se acercó a una pequeña mesa que se mantenía ahí con dos sillas sentandose en una e invitando al joven a que hiciera lo mismo.

— Tu sabes de sobra que Solar y yo somos brujas —comenzó, dejando el libro en la mesa.

— Si, lo sé.

— La brujería es algo complejo pero a la vez fácil. Cualquiera puede aprender a hacer hechizos, cualquiera puede hacer pequeños rituales, pero no todos tienen dones o no los tienen tan desarrollados.

— Eso también lo sé, me lo han explicado.

— Solar tiene el don de claircognizance que es cuando tienes ideas, pensamientos claros que se te entregam para poder saber algo que sucederá en corto tiempo y también posee clairsentience que es lo que conocemos como sensación en el estómago o que sientes en tus huesos que algo pasará o conexión con algo. —fue explicando mientras abría el viejo libro y daba una ojeada— El mío es el clairadience, significa que puedo escuchar cosas como entes que estén ahí.

Hyunjin tenía un leve conocimiento acerca de eso, sabía que Solar tenía ese don porque lo había visto muchas veces y de pequeño se molestaba porque nunca podía sorprenderla, ella siempre sabía que él estaba por ahí escondiéndose para asustarla.

Con Moonbyul era menos seguido, quizás porque santificaban la casa seguido así como a sí mismos para protegerse de las entidades malas o de alguien que quiera hechizarlos. Pero sabía que ella también tenía un don, sin embargo no entendía que tenía que ver con lo suyo.

— Conozco esa cara —dijo ella burlona— ¿Por qué te estoy hablando de todo esto si ya lo sabes?, ¿qué tiene que ver contigo?, te estarás preguntando. Verás, en este tipo de dones se pueden encontrar 8, sin embargo 4 de esos son los, digamos, principales. Los dos que tiene Solar, el que tengo yo...y el que podrías tener tú.

— ¿Qué? —la miró extrañado— Yo no tengo ningún don, solo aprendo de ustedes pero no tengo ningún don. Ya lo hubiese presentado.

— Niño, los dones se presentan en cualquier momento. No es necesario que desde bebé puedas presentir algo o escuchar cosas. Además, por la forma en la que me describes el cómo son tus sueños además de ser el mismo día tras día no tengo duda. ¿Sabes lo que es el clairvoyage?

—éste, aún confundido, negó— Creo que no me han hablado de eso aún.

— El clairvoyage es tener visiones, sueños, deja vús de situaciones, acciones o cosas que sucedieron o sucederan. Un viaje en el tiempo, en otras palabras.

— Aguarda, aguarda. ¿Quieres decirme que probablemente mi sueño no es un sueño sino una visión de algo que pasó?

— O que pasará, si. -agregó ella.

— Pero...¿por qué tendría esas visiones?

— Excelente pregunta —felicitó ella, puso sus manos juntas encima de las páginas viejas y manchadas de aquel libro y le dedicó una sonrisa— No tengo ni la más mínima idea —sentenció aún sonriendo.

— Excelente, gracias eso es de gran ayuda —se deslizó en la silla dejándo todo su cuerpo caer decepcionado.

—la pelinegra solo soltó una ligera risa burlona— Lo siento niño, pero así es. El universo tiene sus maneras de trabajar, quizás solo te muestra eso para que aprendas a controlar tu don, quizás te muestra eso porque algo sucedió en el pasado que necesita que tú hagas algo o quizás te muestra un pedazo de tu futuro. Quizás te quiere enseñar algo o te está guiándo a algo.

— ¿Y cómo se supone que sepa cuál de todas esas opciones es?, ¿no puede ser más específico?

— Mmm, supongo que al universo le gusta los rompecabezas y es tu trabajo armarlo.

Dio un suspiro, él había creído que simplemente era un sueño raro pero claro ¿cómo pudo creer eso si vivía con dos brujas que le habían explicado desde el inicio que todo tenía un porqué y todo estaba concetado?, quizás solo quiso ignorarlo porque de alguna u otra forma sentía un poco de miedo, miedo a lo desconocido, miedo a saber más allá.

— ¿Por dónde debería empezar? —le preguntó con la esperanza de que la pelinegra le diera más respuestas que dudas.

— Bueno, en primer lugar debes preguntarte qué es lo que quieres averiguar primero.

— Yo...solo quiero saber porque tengo ese sueño. Porqué ese lugar, porqué está esa persona ahí...quién es.

— Eso es un buen comienzo, averiguar quién es la persona que está contigo —ella se acomodó en su asiento, sus movimientos eran elegantes como siempre— ¿Le reconoces de algún lugar?

— Ya te lo dije, no le he podido ver el rostro nunca.

— Eso no te impide en reconocer a alguien. Dime, ¿me reconocerías a mi estando de espaldas en medio de una multitud?

—el muchacho la miró de pies a cabeza y asintió— Lo haría, tienes una manera peculiar de caminar.

— ¿Y a Solar?, ¿la reconocerías con solo ver su cabello o sus manos?

— Claro que lo haría.

— Entonces si conoces al chico desde antes también podrías reconocerlo de ahora.

— Pero es diferente, con ustedes he vivido por años así que conozco casi todo de ustedes.

— Pero no siempre viviste con nosotras, ¿o si?

Hyunjin se quedó quieto entonces y su mirada se quedó clavada en el rostro serio de la mujer. Creía saber ahora a dónde se dirigía la conversación o el asunto en general y ya no le gustó, ese pasado no le gustó ni todo lo que tuviese que ver con el.

— No, no lo hice.

— Hyunjin —le llamó con un tono serio— Sé que no te gusta hablar de tu pasado, ni siquiera que sea nombrado o recordado pero si quieres saber debes abrir tu mente y dejar pasar todo. Recuerda que todo está conectado, pueda que en tu pasado encuentres la respuesta para tu futuro.

— ¿Y es necesario que encuentre la respuesta?, ¿no puedo dejar las cosas así como están?

— No puedes huir para siempre de tu pasado, no lo puedes ignorar y lo sabes. Si dejaste algo inconcluso te perseguirá hasta que sea resuelto.

Apartó la vista de ella mordiendo la cara interna de su mejilla, él no esperaba que ella entendiese y claro que no lo haría si jamás contó nada, si siempre encerró aquel recuerdo con candado y no lo dejaba salir. Pero era cierto que lo perseguía, que habían noches donde los fantasmas de su pasado tocaban la puerta y empujaban su mente al borde de volverlo casi maníaco.

Pero, ¿podrían culparlo por querer olvidarlo?

Moonbyul notó la lucha interna que el joven estaba llevando consigo así que se levantó del asiento y se arrodilló al lado del chico, con cuidado tomó su mano y comenzó a repartir pequeñas caricias tratando de reconfortarlo.

— Sé que debe ser difícil, pero no dejes que esos recuerdos te hagan daño. Es algo que no puedes cambiar pero si puedes cambiar tu futuro, tu presente —con su mano desocupada volteó el rostro del pelinegro para que la mirase, éste se rehusó en un principio pero luego cedió— Cierra los ojos y mira en tus recuerdos, si hay algo lo sabrás.

Dudó, claro que dudó, siempre se había prohibido a sí mismo a recordar, había tratado con todas sus fuerzas a reprimir aquello y dejarlo salir tan de repente no era nada fácil. Aún así cerró sus ojos y se dejó llevar.

Varios escenarios comenzaron a aparecer en desorden, vio a su madre en la cocina, a su padre en el granero, vio a la gente de aquel pueblo, al panadero, al cerrajero, a los señores Lee en su tienda de ropa, a los niños con los que solía juntarse en la escuela. Y luego, fuego, vio fuego ardiente y el rojo pintando todo el escenario, a las personas gozando ante el espectáculo que se les ofrecía, la tarima, al señor trajeado, al señor Lee llorando con los pantalones mojados...a su padre pidiéndole perdón.

Comenzó entonces a hiperventilar, le costaba respirae y quería gritar hasta que la garganta se le rasgara pero no pudo.

Entonces escuchó la voz de la pelinegra llamándolo.

— Hyunjin, Hyunjin concéntrate. Busca al chico, a nadie más —le susurró— Mira más allá de todo eso.

Como pudo inhaló todo el aire que le faltaba y luego lo exhaló, lo hizo repetidas veces hasta que sintió que se calmaba poco a poco, luego intentó de nuevo. Ésta vez su mente viajó al mercado, personas comprando en los puestos, era un día soleado. Desde donde él estaba se podía ver todo y en eso lo vio, un niño distraído viendo todo con extremada interés siendo jalado por su madre de puesto en puesto y luego un pañuelo con una J bordada en la esquina inferior derecha.

Su mente entonces viajó nuevamente, ésta vez de vuelta a aquella playa y al chico sentado en aquella roca, cabellos cafés que a la luz del sol parecían rubios.

Hyunjin escuchó que le llamaban— Ve a la playa, la playa.

Y abrió los ojos de golpe aturdido y desorientado con la respiración exaltada y su pulso desbocado. Era él, lo había estado viendo a él todo este tiempo.

— ¿Hyunjin? —escuchó, volteó a ver a su costado encontrándose con la mujer de cabellos negros viéndolo con preocupación.

— Ya sé quién es —dijo con una emoción inexplicable— Ya lo sé.

©_prayBluesoul_

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