CAPÍTULO 21: THE TRUTH IS NEVER HIDDEN

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—— THE TRUTH IS NEVER HIDDEN ——

Gold miraba en silencio al rey de los sueños, el cual no había dicho nada respecto a lo que la pesadilla había provocado. Davina observaba con atención cada movimiento por parte del eterno, sabiendo que las cosas podrían terminar poniéndose algo más tensas de lo que podría haber imaginado, principalmente porque saltar una de las respetadisimas normas de Sueño no solía significar nada bueno para quien lo hacía.

—¿Tenéis idea de como es su vida en el mundo despierto?— Habló finalmente Gold haciendo que Sueño se diera la vuelta lentamente.

—Los humanos no pueden vivir en los sueños, si lo hiciera el niño no tendría vida propia, no podría aspirar a una.— La recordó sabiendo que aunque tal vez sus intenciones eran nobles, no podía permitir que un humano viviera en sus sueños porque no era real.

—El chico esta siendo maltratado, está sufriendo.— Alegó Gold mostrando que lo único que quería era ayudar a Jed, a darle una especie de respiro con respecto a la cruel vida que parecía estar teniendo.

—Te aprovechaste de su sufrimiento para construir tu propio reino onírico.— Alegó Sueño creyendo que ese era el propósito de Gold, cuando podía verse que lo único que quería hacer era ayudar al niño.

—Mi deseo no ha sido reinar, yo únicamente quería ser un sueño no una pesadilla. Yo quería inspirar, en lugar de asustar.— Se defendió la pesadilla mostrando lo molesta que estaba por el papel que la había tocado desempeñar con respeto a los humanos.

—Esa decisión no depende de ti, no elegimos ser creados, ni tampoco como nos crean.— Sentenció Sueño dando a entender que no existía forma alguna de cumplir la petición que Gold había hecho.

—Eso es cierto, pero podemos cambiar.— Afirmó la pesadilla creyendo que todo era posible y más en el mundo de los sueños.

—No, todos nosotros nacemos con responsabilidades. Ni siquiera yo puedo elegir ser alguien que no soy, ni yo ni nadie.— La recordó mostrando que ninguno de ellos tenía la opción de elegir.

—Si eso es cierto, ¿por qué los demás sueños y pesadillas eligieron marcharse de aquí en vuestra ausencia?— Quiso saber la pesadilla haciendo que Sueño la mirase con una expresión que evidenciaba su inminente enfado.

—No todos se marcharon y casi todos han regresado.— La recordó.

—¿Y creéis que han regresado por amor o por miedo a cómo reaccionariais sino lo hacían?— Inquirió mientras Davina observaba a ambos, sabiendo que aquello no terminaría bien para Gold, pero muy en el fondo tenía razón o por lo menos en una parte de su alegato. —Yo no os tengo ningún miedo.— Sentenció con firmeza.

—Pues deberías tenerlo.— La aconsejó Sueño mientras su sombra compezaba a crecer y a bajar los peldaños de la escalera. —El propósito de las pesadillas es revelar los miedos de los soñadores para que consigan afrontarlos, puede que unos milenios en la oscuridad revelen los tuyos.— Sugirió mientras Gold empezá a desaparecer.

—Mejor eso que aterrorizar a nadie más.— Afirmo la pesadilla mostrando que aquel no era un castigo para ella, sino una liberación. —Incluso las pesadillas son capaces de soñar, mi señor.— Le recordó justamente antes de desaparecer por completo, haciendo que la protectora agachara la cabeza en señal de respeto sabiendo que aquel no era un castigo justo, ya que en sí Gold no había hecho nada malo, únicamente decir la verdad.

—¿Te ha parecido un castigo injusto?— Preguntó Sueño al observar la expresión de desagrado que la protectora tenía.

—Consideró que todas las criaturas, incluidos sueños y pesadillas, demonios o ángeles, e incluso vosotros, los eternos, tienen la capacidad de cambiar tanto para bien como para mal. Supongo que Gold estaba cansada de atormentar a gente.— Admitió Davina mostrando que estaba en desacuerdo con la opinión de Sueño, y eso precisamente no era algo que al eterno le hubiera parecido gracioso.

—La decisión ya ha sido tomada.— La recordó haciendo que Davina pusiera los ojos en blanco al no entender por qué se había enfadado cuando solo había dado su opinión, la cual él la había pedido.

—Sino querías saber mi opinión no haberla pedido.— Respondió molesta mientras se marchaba sabiendo que debía de irse antes de ser la siguiente en desaparecer.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Davina miro a todas parte al ver que se encontraba en una pradera llena de manzanos. Por supuesto aquello no era El Sueño, básicamente porque había sentido como desaparecía y reaparecia en aquel lugar tan pacífico.

—Esto está comenzado a ser poco divertido.— Se quejó mientras se quitaba de al cara los dos mechones que estaban a cada lado.

—También es un placer para mí volver a verte, Davina.— Sonrió Hecate mientras se daba la vuelta y miraba a la protectora con una sonrisa.

—¿Ha sucedido algo? ¿Porque me habéis traído aquí? ¿Y como lo hacéis? Realmente me llena de curiosidad.— Admitió sin ser consciente de hasta dónde podían llegar a abarcar sus capacidades.

—Sigo siendo la diosa de la magia, no puedes ni imaginar de lo que puedo llegar a hacer. Pero me temo que te he hecho venir por un tema que tal vez te interese.— Admitió mientras Davina la miraba confundida, ya que no entendía que tema podía ser de interés para ella, en un lugar como aquel. ¿Acaso la iba a enseñar a cuidar de un árbol? Porque precisamente cuidar de esa manera no se la daba nada bien.

—¿A una plantación de manzanas?— Preguntó confundida.

—Bueno, me parecía un lugar algo más tranquilo para hablar.— Admitió la diosa mientras empezaba a caminar siendo seguida por Davina.

—¿Sobre qué?— Preguntó la protectora mostrándole a la diosa que había captado toda su atención.

—¿Conoces la profecía del fin?— Preguntó sabiendo perfectamente la respuesta, nadie que no hubiera existido en el momento en el que fue anunciada la conocía.

—No, ¿debería?— Preguntó creyendo que aquello no era realmente importante. Sí, tenía un nombre algo siniestro, pero tampoco había que confiar en ello.

—Hace eones, Destino predijo que existiría alguien con una gran sed de poder, además de poseerlo. Y que traería la muerte y la destrucción misma de todo cuanto conocemos, incluidos los eternos.— Explicó Hecate haciendo que Davina se detuviera y la mirase incrédula por lo que estaba escuchando, ¿por qué nunca había sabido de una profecía que alertaba del fin del mundo?

—¿No estarás diciendo que el que me atacó sea...?— Empezó a decir esperando que no fuera verdad, porque de serlo habría tenido la oportunidad, dos veces, de matarlo y en vez de eso se había dejado derrotar, hecho que para ella era vergonzoso.

—No, él no lo es. Pero me temo que es uno de sus lacayos, uno que la garantiza mayor poder con cada muerte, pero que tiene un claro objetivo.— Advirtió Hecate haciendo que Davina la mirase esperando que terminara de decir cuál era el objetivo. —Tu.— Dijo finalmente.

—¿Yo? ¿Por qué soy de interés para él o para quien sirve?— Preguntó la protectora sin entender que papel jugaba ella en todo ello, ella no tenía poder, no era importante, era una simple humana que había nacido con el color de pelo adecuado para volverse protectora, nada más.

—Por que sigues con vida, por supuesto tus alas eran de gran poder y lo siguen siendo, pero tu esencia, lo que te hace... única, es lo que ella necesita.— La reveló haciendo que la ex sacerdotisa intentara aclarar lo que aquello significaba. ¿Qué importancia tenía su esencia en todo ello?

—¿Sigue queriendo a otros protectores?— Preguntó esperando que si ella era el objetivo, los demás no correrian peligro, en especial Peige, la cual todavía no había recibido una preparación para, simplemente, defenderse.

—Nadie está a salvo.— Admitió la diosa.

—Peige... Rose...— Murmuró preocupada sabiendo que si aquel ser codiciaba poder, y ya no solo el de los protectores, sino el de cualquiera que tuviera poder, podría ir a por el del vórtice.

—No pueden robarle el poder al vórtice, pero sí a Peige.— La medio tranquilizó Hecate, haciendo que Davina en cierto sentido respirase aliviada pero aún así seguía preocupada por el inevitable destino que su protegida parecía que podía tener.

—¿Es inevitable?— Preguntó haciendo referencia a que la profecía se hiciera realidad.

—¿Qué ella nos destruya?— Preguntó a lo que Davina asintió. —Sí y no, puede destruirnos y lo hará, creerme, o por lo menos lo va a intentar. Pero también apareció una esperanza, nacería alguien capaz de detenerla.— Añadió mostrando que a pesar del mal había una esperanza, un equilibrio para evitar el fin de todo.

—¿Y se sabe quienes son? Tal vez podamos hacer algo, detenerla o proteger a quien sea el elegido.— Sugirió la protectora creyendo que sabrían quien sería el causante del fin del mundo o de quien lo evitaría.

—Nadie sabe quienes son, solo que ambas son mujeres. Cuando llegue el momento ambas harán acto de presencia.— Se limitó a decir.

—¿Y porque me dices esto?— Preguntó Davina sin entender cual era el propósito de Hecate en todo ello.

—Por que aún eres una sacerdotisa de Hecate, sigues siendo un fragmento de mi poder, pero también estás en peligro. Un peligro del que Sueño no te ha advertido, aún conociéndolo. El Encapuchado puede viajar entre reinos, así como usar el poder que ella le proporciona.— La reveló, haciendo que Davina mirase a todas partes incómoda, incluso en el lugar donde creía que podía estar segura no lo estaba, no existía un lugar seguro ni para ella ni para nadie, y aún así aquello no parecía preocuparle a nadie.

—¿Es humano?— Preguntó con curiosidad.

—¿A que te refieres?— Preguntó Hecate sin entender del todo las preguntas que la protectora la estaba realizando.

—El Encapuchado, ¿es humano? Porque si lo es, también puede morir.— Afirmó Davina sabiendo que si era humano tenía mayor probabilidad de conseguir su tan ansiada venganza.

—Que sepa sí.— Respondió.

—Pues te tranquilizare al informarte de que le mataré.— Sentenció con firmeza.

—Davina...— Empezó a decir la diosa en señal de desacuerdo.

—Lo hago por venganza, hacia lo que me hizo a mi y a los míos; pero también por Peige, es una protectora en potencia, es mi aprendiz aunque ahora este cuidando del vórtice. No voy a permitir que la pase algo a ella o a cualquiera, y si debo de morir, moriré, pero no lo haré sin luchar. No soy una cobarde, además aunque ya no tenga alas se que aún cuento con tu bendición.— Sentenció, mostrando lo decidida que estaba a acabar con la vida del Encapuchado.

—Ambas estáis protegidas por mi, pero espero que tu creciente sed de venganza no termine matandote.— Suspiró la diosa sabiendo que ese sentimiento en alguien tan volátil como Davina podía traer graves problemas, por supuesto la protectora sabía controlar sus impulsos, pero ya no tenía el poder que antes había poseído, ahora prácticamente era una humana con ciertas habilidades que no la impedirian morir.

—Jure que viviría por mis hermanas, y créeme, Hecate, seguiré viviendo todo cuanto a ellas se les fue arrebatado. Ahora, por favor, devuélveme al lugar en el que estaba.— La pidió mostrando que no se iba a dejar ganar con tanta facilidad, ella tenía un motivo por el que seguir viviendo, un motivo que mostraba porque había sobrevivido a los dos ataques.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

—¿Enserio? ¿El fin del mundo?— Preguntó Davina irrumpieron en la sala del trono de Sueño.

—¿A que te refieres?— Preguntó fingiendo que no sabía a qué se estaba refiriendo.

—La profecía que anunció Destino, la que anuncia el fin de todo y de todos.— Resumió mostrando que sabía de su existencia, una existencia que todos se habían empeñado en ocultar para que no causará el caos.

—¿Cómo sabes eso?— Preguntó Sueño con curiosidad respeto a cómo se había podido enterar.

—Entonces es cierto, ¿porque nadie sabe nada?— Alegó sin entender porque ocultaban algo así, sino lo hicieran todos podrían prepararse para impedirlo, aunque no fueran los elegidos, por lo menos podrían luchar por sus propias vidas.

—Por que es mentira, y de ser verdad podremos solucionarlo nosotros, las criaturas con poder.— Sentenció Sueño creyendo que él y los demás podrían hacerse cargo.

—¿De verdad? ¿De verdad creéis que podéis parar a una criatura que tiene el poder de robarselo y cederselo a los demás? Creo que la profecía anuncia que alguien la detiene, no los eternos o cualquier criatura de poder.— Le recordó mostrando que sabía toda la profecía, lo que hacía que el eterno tuviera curiosidad con respecto al ser que se había ido de la lengua.

—Vuelvo a preguntarte, y espero que seas totalmente sincera, ¿quien te ha dado esa información?— La pidió mostrando que estaba enfadado, y la protectora no estaba colaborando en que sucediera todo lo contrario.

—Hecate.— Se limitó a decir Davina mostrando que no tenía miedo a cualquiera de las posibles reacciones de sueño.

—Nadie debería de saberlo, ni vosotros los protectores.— Respondió intentando mantener la calma, aunque en verdad le enfurecia saber que Hécate se lo hubiera dicho, ¿con que propósito?

—¿Entonces esperamos sentados el fin del mundo cuando una criatura va matando y robando poder a diestro y siniestro?— Quiso saber sorprendida de que todos estuvieran sentados o sin hacer nada, cuando eran también sus vidas las que peligraban, pero claro los eternos, en especial ellos, no acostumbraban a saber que sus vidas peligraban o admitir la existencia de una criatura con mayor poder.

—No es incumbencia de los protectores.— La recordó.

—Sí, si que lo es. Al igual que lo es para toda la criatura capaz de hacer magia o que tenga algo de poder. Todos están en peligro, todos pueden morir y a vosotros os da igual que eso suceda, porque creéis que nadie puede tocaros. Pero sabéis, perfectamente, que llegará el momento. Y claro, pueden quedar aún siglos hasta que aquello suceda, pero cuanto más tiempo pase más poderosa ella se hace y más peligro corren todos los demás.— Le recordó mostrando que la realidad distaba de ser como creían, aquella mujer cada día que pasaba se hacía más fuerte y más poderosa, hasta que llegase el día que tendría el poder suficiente para acabar con todo y con todos, y nadie sabía cuanto tiempo quedaba hasta que eso tuviera lugar.

—El Fin no es importante ahora, y como asumo que te habrá informado Hécate, solo nos toca resignarnos a esperar a que la persona elegida para matarla nazca o desvele su potencial.— La recordó mientras cerraba el libro que tenía entre sus manos, provocando que este rebotara en la sala y sonará como un eco. —Tengo un asunto que tratar con Rose, irás al mundo despierto.— Se limitó a decir para que justamente después hacer un giro con su muñeca, haciendo desaparecer a Davina, la cual en cierto sentido agradecía desaparecer de allí porque aquel tema la preocupaba pero también lo hacía el hecho de dejar a Peige sola.

★★★

Lo se, nadie se estaba esperando esto.

Pero como es necesario, tengo que buscar el problema de mi propia historia, sino perdería la gracia. Y es este, el fin del mundo. Aunque también es una explicación a la existencia del encapuchado.

Aún así hay cosas que creo que es necesario que expliquemos.

Primero, el gif os encanta y lo sabéis.

Segundo, la escena con Gold, me alegro de que la diera una segunda oportunidad, todo hay que decirlo.

Tercero, las dos escenas de Sueño y Davina, sin duda ella no le tiene miedo y eso es precisamente lo que lo tiene que tener un protector, porque entonces no ejerceria bien su función. Y bueno, deshacerse de Davina con aquella facilidad... sabemos que Sueño la teme y que ella no se calla las cosas, así que...

Cuarto, la escena de Hecate y Davina, sin duda toda una revelación. Y os puedo decir más, las pistas se irán sabiendo conforme avance la historia. No os voy a dar la respuesta a todo de golpe, aunque alguna recibiréis no tardando.

Y quinto, solo os diré que estamos en la parte 24 de 28, lo que significa que queda muy poco para el final. ¿Emocionados?

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ♥️


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