⠀⠀𝟬𝟯. ❛ THE GRAND DEBUT ❜

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彡 ೃ ‧₊˚

𝙴𝚇𝙿𝙴𝙳𝙸𝚃𝙴. ❜
𑁍ࠬ¸𓍢 ━━ ❪ 𝚃𝙷𝙴 𝙵𝙻𝙰𝚂𝙷 ❫ ˖ ୧ 。
˗ˏ𖥸ˎ˗⠀┊ ⠀巴里·艾伦⠀┊ ⠀⚡🏹
◟ ✦ 𝗧𝗛𝗘 𝗚𝗥𝗔𝗡𝗗 𝗗𝗘𝗕𝗨𝗧.

capítulo núm. 003!


LA OSCURIDAD TENEBROSA ENGULLÓ LA FRÁGIL LUZ, DISMINUYENDO TODA LA FELICIDAD Y LA DICHA QUE HABÍA SURGIDO CON EL SOL. Ahora, sólo el silencio permanecía en el aire. Piper Lita se estremeció en el claustrofóbico armario y observó en silencio a través de una pequeña rendija de la puerta. Un pequeño suspiro de ansiedad salió de sus labios. Sus ojos marrón chocolate se clavaron en Barry Allen, que estaba agachado en el suelo mientras sostenía su móvil, con la aplicación de la cámara abierta en la pantalla.

De todas las ideas que se le habían ocurrido al héroe en lo que llevaba Piper en Tierra Uno, ésta tenía que ser la más tonta de todas. Y a Barry se le habían ocurrido muchas ideas tontas.

¿Hacerse pasar por un criminal? No es algo que se le dé bien.

Con un corazón tan puro como el suyo, a la pelirroja le resultaba inquietante ver cómo intentaba ser un "malote". El término que Cisco le había llamado antes de que fuera a hablar con Leonard Snart esa misma noche.

—Dos guardias armados —susurró Barry, mirando hacia atrás al dúo padre-hijo.

—Creo que tu sincronización no ha funcionado —gruñó Leonard en voz baja.

Lewis Snart miró fijamente a su hijo.

—Ya, para eso está el plan B.

—Es que siempre lo necesitas —respondió Leonard mordazmente.

—Sí, pero... —Lewis empezó a caminar hacia él—, tu hermana también ha sido una decepción.

Una pistola fue cargada y Piper observó con ojos atentos cómo Barry se lanzaba, agarraba a los dos guardias y los hacía bajar unos cuantos pisos antes de volver corriendo. Sólo Leonard se dio cuenta cuando sus ojos miraron hacia él.

—¿Qué tal si terminamos el trabajo? —intervino el velocista—. Los guardias se han ido. Tendrán un descanso.

El señor Snart bajó la pistola y la guardó, y tanto Piper como Barry suspiraron aliviados.

—Sí, eso será —Leonard entrecerró los ojos mientras agarraba su pistola de frío.

La pelirroja salió a toda velocidad del armario y se situó junto a la puerta que los tres hombres planeaban forzar. Haciendo vibrar su cuerpo, se volvió instantáneamente invisible conforme los tres caminaban por el pasillo.

Al enfocar a Barry a través de su máscara, pudo ver lo ansioso que se ponía a medida que se acercaban.

—Bueno, Sam —comenzó el señor Snart—, a ver qué sabes hacer —se hizo a un lado, haciendo un gesto para que Barry empezara su trabajo.

Moviéndose hacia la derecha, Piper contempló cómo el chico de pelo castaño daba un paso adelante, sus cuerpos casi se tocaban.

—Ya, vale. Ah, tengo que... —tanteó con los cables en sus manos mientras miraba el teclado. Girando la cabeza hacia atrás, miró a los dos Snart—. Vosotros vigilad y yo... —Barry asintió con la cabeza hacia la puerta con torpeza y ellos miraron hacia otro lado.

Se giró otra vez hacia el teclado y empezó a teclear todas las combinaciones diferentes. Piper observó en silencio cómo usaba su velocidad para encontrar la combinación, relamiéndose los labios mientras lo hacía.

Mirad hacia otro lado, mirad hacia otro lado.

Desviando sus ojos marrón chocolate, comprobó si los otros dos seguían vigilando. Lo seguían haciendo.

Los dos volvieron a mirar a Barry cuando el teclado parpadeó en verde, haciendo que las puertas se abrieran con un clic cuando apareció «¡Acceso concedido!» en la pantalla.

—¡Boom! Os dije que el Draycon es lo mío —una sonrisa de alivio se instaló en el rostro de Piper al ver al chico que tenía delante sonreír orgulloso de sí mismo.

—Buen trabajo, Sam —le felicitó el señor Snart, ligeramente impresionado. Leonard entró en la habitación—. Te despides con buena nota —el mayor de los dos suspiró, apuntando su arma a Barry.

El corazón de la velocista púrpura se desplomó, al igual que su sonrisa. El sonido de un arma siendo disparada sonó mientras una bala se abría paso en el hombro de Barry. Leonard giró la cabeza y Piper se obligó a no reaccionar.

El señor Snart se dio la vuelta y entró en la habitación mientras su hijo miraba fijamente a Barry, que estaba tirado en el suelo.

—Lo siento, Barry —murmuró antes de que se cerrara la puerta y la pelirroja soltó la bocanada de aire que había estado reteniendo.

Como si hubiera aparecido de la nada, Piper dejó de vibrar y se quedó quieta mientras observaba al velocista, esperando a que se moviera. Colocando un pie delante del otro, se dirigió lentamente hacia él. La palma de su mano estaba abierta y sus ojos vieron la bala depositada en ella.

No recibió el disparo. Está bien.

Sus hombros bajaron un centímetro en señal de alivio y volvió la cabeza hacia la puerta por la que habían pasado los dos hombres.

Bueno, ya que Barry está aquí tranquilo pasando el rato en el suelo, quizás pueda hacer por fin mi gran debut.

Al atravesar la puerta, Piper se detuvo en el extremo opuesto de la sala, mirando a Leonard y Lewis Snart. Saltaron las alarmas y ella puso los ojos en blanco, apoyándose en la pared con los brazos cruzados mientras esperaba que se fijaran en ella.

—Se acabó el tiempo —dijo Leonard sin rodeos.

—Pues, vámonos de... —Lewis Snart cerró la boca una vez que se dio la vuelta, y sus ojos se posaron en la mujer que irradiaba rayos púrpura. Su pelo rojo y ondulado destacaba mientras ondeaba detrás de ella.

—Oh, no sabía que Flash tuviera novia —Leonard sonrió burlón.

Lewis extendió su arma hacia ella, pero antes de que pudiera parpadear ya había desaparecido.

—Verás, Lewis... al único lugar que vas a ir es a Iron Heights. Apuesto a que tus amigos de allí estarán encantados de volver a verte —reflexionó Piper, guiñando un ojo. Jugó con su arma entre sus manos.

—Ah, ¿qué te apuestas? —espetó él, y ella asintió. Utilizando el dedo índice, lo presionó contra el lateral del arma, respirando hondo mientras hacía fluir su poder hacia ella. El arma estalló en mil pedazos, cayendo al suelo mientras ella se empujaba de la pared.

Leonard parecía impresionado y bajó ligeramente la pistola de frío.

—Dime algo, ¿qué clase de padre pone una bomba dentro de su propia hija? —preguntó Piper, acelerando y cogiendo las bolsas que sostenían los dos hombres, colocándolas de nuevo dentro de la cámara acorazada y cerrando la puerta de golpe antes de correr hacia donde estaba antes.

Los hombres apenas notaron que se había movido.

—Un hombre muy rico —respondió Lewis—. Dispara, hijo.

Piper frunció las cejas mientras esperaba que la ráfaga de hielo frío y comprimido le diera de lleno en el pecho, pero nunca llegó.

La mano de Leonard temblaba mientras sus ojos se movían entre la mujer y el detonador que descansaba en la mano de su padre. El detonador que podría acabar con la vida de Lisa.

—Mátala o no volverás a ver a tu hermana con vida.

—¡He sacado la bomba! —gritó Cisco a través del comunicador y Piper se encontró con los ojos de Leonard—. Barry, ¿me oyes?

—Lisa está a salvo —susurró ella, y Leonard se giró para mirar a su padre. La velocista vio cómo le disparaba a su padre directamente en el pecho con la pistola de frío.

Lewis cayó de rodillas al suelo.

—¿Trabajas con-

—Expedite.

—Creía que odiabas-

—No tanto como te odio a ti —los ojos de Leonard estaban ligeramente vidriosos cuando su padre se desplomó en el suelo. Agachado a su lado, el Capitán Frío miró a Expedite, con una expresión similar a la de la gratitud en sus ojos.

Piper asintió, sabiendo que él no le daría las gracias en voz alta, pero no hacía falta.

Mirando a su izquierda, vio que Flash se aproximaba. Sus ojos se abrieron de par en par y atravesó el suelo, descendiendo hasta el piso veintiséis. Un pequeño golpe sonó cuando aterrizó. Al enderezarse, salió a toda velocidad por la entrada trasera del edificio y se encontró con Harrison Wells de pie frente a ella.

Derrapando hasta parar, se detuvo y contuvo el jadeo que estaba listo para escapar de sus labios en cualquier segundo.

—¿Quién demonios eres tú? —preguntó Harrison con esa voz grave tan fácilmente reconocible.

—¿Atrapaste a los dos Snart? —preguntó Cisco a través del comunicador mientras la velocista permanecía quieta, con los ojos clavados en el hombre que se suponía que estaba muerto.

—No, alguien más lo hizo —Barry respiró por el otro lado y Piper se llevó la mano a la frente mentalmente. La vio.

—¿Quién? —preguntó Caitlin con curiosidad.

—Otro velocista.

—¿Qué? —preguntó Cisco, su voz conteniendo curiosidad.

—Ella tenía un rayo púrpura.

—¿Ella? —preguntó Caitlin con incredulidad mientras Cisco jadeaba.

Piper estudió al hombre que tenía delante antes de salir a toda velocidad hacia su casa. Recorriendo varios callejones, calles, patios traseros y aparcamientos, llegó a su apartamento.

La puerta del apartamento se cerró de golpe tras ella y se apoyó en ella, tratando de recomponerse.

Harrison Wells estaba muerto. Eddie Thawne se suicidó. Eobard se había ido.

Entonces, ¿quién demonios era ese?

Su respiración era entrecortada y áspera mientras sus ojos permanecían bien abiertos.

—¿Estás bien, Conde Draco? —Erin se rió desde el sofá, refiriéndose al vampiro morado de Barrio Sésamo.

Levantando la vista del suelo, Piper se arrancó el visor y el comunicador, arrojándolos sobre la mesa de café mientras se unía a la chica divertida en el sofá.

—Harrison Wells está vivo —declaró ella sin aliento y esa afirmación hizo callar inmediatamente a Erin.

Erin Osborn era la primera persona que conoció Piper en su llegada a Central City. Se conocieron en una tienda de cómics y se unieron por su afición compartida por los cómics de Daredevil. También era la primera persona en saber la identidad del alter ego de Piper y de su procedencia.

La pelirroja lo compartía todo con ella. Erin sabía sobre Barry Allen, el Reverso de Flash, el Equipo Flash, los metahumanos, cómo Piper los vigilaba a todos, cómo Piper seguía al velocista escarlata para asegurarse de que siempre estuviera a salvo. Erin lo sabía todo. Saber que su mejor amiga lo sabía todo la ayudaba mucho. La mantenía cuerda. Si tuviera que guardarse toda la información que sabía para sí misma, perdería la cabeza.

—¡¿Qué?! —exclamó la chica de pelo corto, poniendo en mudo la tele.

Piper asintió, tratando de reducir su ritmo cardíaco.

—¿Te acuerdas de que Barry planeaba hacerse pasar por un criminal? —su compañera de piso asintió—. Sí, bueno, de alguna manera funcionó, supongo.

—A lo mejor era el Harrison Wells de Tierra-Dos —sugirió Erin una vez que Piper terminó de explicar todo—. Quiero decir, cada Tierra tiene una versión diferente de nosotros mismos en ella, ¿no? Entonces, tal vez vino a través de la brecha, como lo hicieron Jay, Linda y los nuevos metahumanos.

Era en momentos como éste que la velocista agradecía que su mejor amiga fuera algo más que alguien en quien confiar para el alivio cómico.

—A ver... es posible, sí —se encogió de hombros.

—¿Puedo preguntarte algo? —preguntó Erin. Piper asintió—. ¿Por qué nunca interactúas con ellos? Quiero decir que no es como si estuvieras en una línea temporal diferente o algo así. Puedes hablar con ellos. Así que, ¿por qué no lo haces?

Esa era una buena pregunta. Una pregunta para la que Piper honestamente no tenía respuesta.

Encogiéndose de hombros, desvió sus ojos castaños chocolate.

—No lo sé.

—Deberías. Teniendo en cuenta el tiempo que pasas observándolos y siguiendo a tu futuro marido... —Piper puso los ojos en blanco—. Creo que deberías hacerlo. Ahora mismo, no tienes forma de volver a casa y te estás impidiendo ayudar a la gente, y hacer amigos. Es hora de que el mundo y Barry Allen conozcan a Expedite.


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