━━𝟏𝟏

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La pequeña se revolvió, manoteó y trató de agarrarse a lo primero que sus manos alcanzasen. Todas eran ramas débiles que acababa por arrancar de su sitio, o briznas de alguna planta que acababan sufriendo el mismo destino.

Altair, cubierta de fango hasta el alma, trató de encontrar ansiosamente un borde, el final de ese cenagal, algo a lo que pudiese sujetarse. El lodo se la estaba tragando poco a poco, y lo máximo que podía hacer era observar cómo sucedía.

Lai revoloteó desesperada a su alrededor, buscando la manera de hacer algo por ella. Recogía ramas, las más gruesas que encontraba y que a su vez, ella podía sostener. Se las ofrecía, en vano.

Altair se agarraba a ellas, pero Lai no tenía fuerza suficiente como para tirar de su peso y vencer al fango además.

Pasó un rato hasta que las dos comprendieron que, ni la una tenía fuerzas para salir sola, ni la otra para sacarla de ahí. Sin embargo, a Lai le costó mucho más darse por vencida, y le llevó todo tipo de ramas a Altair. Revoloteó sin parar a su alrededor, buscando una alternativa, sin encontrarla.

A esas alturas, Altair casi no podía ni resistirse.

La pequeña solo quería llorar. No podía gritar siquiera para pedir ayuda. Su luz estaba tapada por el fango y prácticamente no se la veía. El cenagal se la estaba tragando poco a poco, y ya parecía demasiado tarde para hacer nada.

Fue su deseo bajar a Oz, ella era consciente. Y, pese a ser su decisión, no solo ella se había visto involucrada.

Alnilam había desafiado a la líder del Consejo para que ella lograse escapar. Solo por eso, Altair se había prometido que su descenso a Oz tendría que merecer la pena. Quizás su maestra, únicamente por eso, ya ni siquiera formaría parte del Consejo, y todo por su decisión.

No dejaba de lamentarse por todo. Por haber arrastrado no solo a Alnilam, sino a más estrellas que empatizaron y se pusieron de su parte. Todo para dejarla ir, ignorando el veredicto de Scuti, creyendo que hacían lo más correcto. Todo eso, solo para que ahora Altair se hundiera sin remedio en un pozo de barro sin fondo, sin poder salir, sin poder pedir ayuda y, lo peor, sin haber conseguido absolutamente nada.

Iba siguiendo la senda del barquito de papel, creyendo que la conduciría a algún sitio útil, lo bastante como para ayudar a las personas que vio en la ciudad. Había visto más personas en mitad del bosque, y no las ayudó a ellas, ni a las que abandonó en el exterior.

Nunca debió abandonar la senda.

Pero ya no servía de nada lamentarse.

La idea de no haber sido capaz de hacer nada martilleaba tan fuerte su cabeza, que casi parecía contribuir a hundirla más rápido en la ciénaga.

¿Para qué había bajado a Oz? ¿Para qué se había sacrificado Alnilam?¿Había bajado solo para darle la razón a Scuti, para demostrar que efectivamente, no estaba preparada? ¿Eso era todo lo que ella podía ofrecer...?

A duras penas pudo ver a Lai. Su luz se veía tan sumamente débil que ya no podía reflejarla tan siquiera. Solo la vio flotar allí, por encima de ella, justo antes de ser sepultada completamente por el fango.

 Justo antes de que todo se pintase de color negro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro