━━𝟑𝟏

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No fue demasiada cantidad, sino únicamente la necesaria como para probar la idea. Idea que funcionaba. Se empapó la mano de nuevo con su propio hhe'lir, hundiendo la mano cada vez más en la pared. Trataba de no ceder a quedarse dormida, ni tampoco a pensar en la profundidad que tendría que atravesar para conseguir pasar. Si era demasiado, si eso no funcionaba tampoco... definitivamente no saldría de la cueva.

Se estremecía solo de pensarlo.

Lai no hacía más que observar la jugada. Altair pintaba la pared con su sangre, como si fuesen pinturas rupestres. La piedra chillaba con el calor, y el agujero se hacía cada vez más grande y más profundo. A la larga, el hhe'lir que Altair desprendía ya no era tanto, lo que hizo el proceso más lento.

Otra vez, y más vapor salió de la pared. Olor a quemado, a fuego y a hierro. Y en la siguiente vez que llevó su mano a la pared, su hhe'lir logró atravesarla por completo. La estrella se venció hacia delante, teniendo que hacer fuerza para sacar la mano de vuelta. Para su sorpresa y su suerte, el muro de piedra no era tan ancho como habría esperado. En efecto, parecía más una gran piedra que habían tallado y colocado allí expresamente para tapiar el camino.

Eso motivó a Altair. Debía continuar hasta abrir el agujero lo suficientemente grande como para que pasase todo su cuerpo. Afortunadamente, no tendría que abrirlo mucho más. Para ese tipo de situaciones, ser tan pequeña y fina era una cualidad muy útil.

No tardó en abrir la pared lo suficiente para lograr pasar. Se fue arrastrando despacio y, cuando ya tenía la mitad de su cuerpo en el otro lado, alaridos, chirridos metálicos y el ulular del viento, salieron a recibirla.

 Al fin descubrió de dónde provenían.

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