𝐜𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚

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7 de marzo de 2007

¡Que no, Alaric! —exclamó Anna, cansada del tema.

—¿Por qué no? —Preguntó él encendiendo su cigarro. Después soltó el humo y nos miró con los ojos muy abiertos—. Sería una gran oportunidad para daros aún más fama. Es lo que busca la gente hoy en día.

—La ceremonia empieza en unos minutos —les avisó Zelfa, la madre de Skandar.

—En seguida entramos, Zelfa —le sonrió Emma.

La mujer entró de nuevo en la Iglesia y Emma miró a Alaric con cansancio.

—La boda empieza ya y tú sigues con esto –trató de cortar el tema Emma–. Te hemos dicho que no nos parece buena idea. Un reality, por muy novedoso que sea implica relacionarnos con gentuza con la que no queremos ser relacionadas. Somos músicas, no marionetas de la televisión.

—Exacto –asintió Anna, exasperada–. Entiendo que sería una oportunidad grande para que nos conociera más gente, pero no lo veo buena idea. No nos tomarían en serio si esa casa está llena de locos.

—Sólo lo proponía —Alaric se encogió de hombros— La cadena parecía muy insistente y emocionada por teneros allí.

—Claro, cuanta más audiencia, mejor. Pero nosotras perderíamos toda la dignidad —Anna puso los ojos en blanco, y después miró a Emma—. Bueno, la mía. La dignidad de Emma se quedó en Grecia cuando pegó a la amiga de Tabitha Finley.

—Perra.

—¡Emma! Qué boca más sucia...

Alaric tiró el cigarro al suelo y después puso su pie sobre él para apagarlo, después dio una palmada.

—Entonces, hablado está. Nada de realities.

Anna y Emma se miraron sonriendo. Alaric siempre iba a por lo más excesivo, pero ellas estaban ahí para pararle los pies. Emma pasaba totalmente de convertirse en una chica de reality que en vez de ser conocida por la música se hacía famosa por sus cotilleos. No quería ese tipo de fama, y Anna mucho menos.

Entraron en la iglesia, donde Soumaya se iba a casar. Todos estaban allí dentro ya, hablando entre ellos. Cuando entraron todos las miraron, y Emma agarró el brazo de Anna.

—Parece que nos vamos a casar nosotras si nos miran tanto —murmuró. Anna rió.

—Sí. Nos vamos a casar. Que le den a Will y a tu hermano.

Emma sonrió al escuchar eso y los buscó con la mirada, mientras andaban por el centro de la Iglesia entre los asientos. Los encontró hablando mientras Ben le ayudaba a ajustar la corbata a William. Skandar les miraba con decepción al ver que no eran capaces ni de vestirse correctamente.

—Emma, ¿cómo nos vemos?— le preguntó mientras avanzaban sujetándose una a la otra, andando entre todos.

—Sexys, pero no como si lo estuviéramos forzando demasiado. Es decir, claro, lo estamos intentando, pero es casi sin esfuerzo.

Se sentaron junto con sus novios, que las miraron y sonrieron. Emma rápidamente le contó a William la propuesta de Alaric. William pareció muy contento al escuchar que ella había negado rotundamente salir en un reality.

—¿Estás nervioso por tu hermana? —le preguntó Anna a Skandar.

Skandar se encogió de hombros, y miró a Theodore, que hablaba con un amigo suyo mientras pasaba sus manos por su pelo y su cara. Estaba muy nervioso.

—Antes me parecía un pringado, pero tengo que admitir que es buen tío. Sé que la tratará bien. Estoy contento por ellos.

Emma sonrió.

—Eso es dulce, Sky.

—Tampoco te emociones.

Emma se acercó a él para susurrarle algo rápido al oído.

—Hablé con Harper.

Se separó de él y lo miró con una sonrisa pícara. La expresión de seriedad de Skandar cambió a una de sorpresa e interés. Emma rió complacida por esa reacción a la vez que notaba la mano de Will pasar por su espalda y sujetar su cintura.

No pudo contarle más porque de repente la música de boda comenzó a sonar. Todos se giraron con una sonrisa para ver cómo las puertas se abrían dejando ver a Soumaya agarrada al brazo de su padre, Randal. El vestido de Soumaya no le gustó mucho a Emma, pero en general la muchacha estaba muy bonita. Soumaya no era una chica que doliese arreglarse mucho, así que en especial ese día se le notaba cambiada. Pero Emma no podía evitar pensar que habría cambiado ese vestido, que era un poco anticuado.

Miró a Theodore, que parecía luchar fuerte por contener las lágrimas. Lo miró enternecida.
William, que la miraba a ella, apretó aún más su agarre a la cintura de la chica y acercó su boca al oído de ella para susurrarle:

—Me encanta cómo te ves en este vestido de seda azul.

—¿De veras?

—Sí. Me gustaría arrancártelo.

—Bueno, si tú me arrancaras y rompieras este vestido tan bonito de seda te apuñalaría.

William rió por lo bajo al escuchar eso, contagiando la risa a Emma, que agarró la mano de William y la apretó fuerte para después apoyar su cabeza en el hombro del rubio.

El cura dio unas cuantas palabras y después los padres de los prometidos firmaron un papel. Más tarde, siguió hablando durante más tiempo hasta que llegó al discurso donde ambos daban sus votos. Georgie y Freddie llegaron con los pequeños cojines donde portaban los anillos de boda. Georgie pasó junto a Emma y William y les miró sacándoles la lengua. Emma le guiñó un ojo en respuesta mientras que William le sacó la lengua de vuelta.

—Ahora, repita mis palabras, Theodore —dijo el cura, y Theodore dijo todo lo que el cura le decía.

—Yo, Theodore Samuel, te quiero a ti como legítima esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

Le colocó el anillo a Soumaya en el dedo mientras ella le miraba con ojos llenos de amor.

—Yo, Soumaya Keynes, te quiero a ti como legítimo esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

—Yo no puedo hacer esto cuando me case —escuchamos murmurar a Rachael. Lo dijo con tono bromista, por lo que todos reímos en voz baja a pesar de la seriedad de la situación.

—Entonces que el señor bendiga estos anillos que se entregan como signo de amor y fidelidad, y estas arras, símbolo de ayuda mutua. —dijo el cura— ¿Quieres, Theodore, tomar a Soumaya como tu esposa?

—Sí, quiero —el chico agarraba las manos de Soumaya sonriendo como nunca, sin dejar de mirarla.

Emma escuchó a Juliette sorber su nariz detrás de ellos. Se giró y le sonrió con dulzura. Zelfa miraba a su hija a los lados de los novios con puro amor y orgullo.

—¿Quieres, Soumaya, tomar a Theodore como tu esposo?

Soumaya se tomó unos segundos más para responder, mirándolos a todos, y después sonrió mirando a Theodore.

—Sí, quiero.

—Os declaro entonces marido y mujer. Puede besar a la novia.

Todos aplaudieron levantándose y vitorearon cuando Theodore agarró a Soumaya del rostro y le plantó un romántico beso. La ceremonia se llenó de gritos y de aplausos, todos felices porque había ocurrido. Maya se había casado.

William volvió a susurrarle a Emma algo que no quería que escucharan los demás, sólo él.

—Nosotros en unos años.

Emma lo miró con el ceño fruncido, aunque sonreía. William la miraba con intensidad, sonriendo de lado. No parecía estar de broma. E igualmente, ¿quién diría eso en broma a su pareja? Si no, era una broma de mal gusto.

—¿Ah, sí?

—Sí. Nosotros estaremos así en diez años. Te lo puedo asegurar.

Emma sonrió y pasó sus brazos por el cuello del chico.

—¿Es eso lo que quieres?

William asintió.

—Ese es mi plan.


[...]


Cuando la ceremonia acabó, todos se dirigieron en sus coches hacia la finca de los Keynes. Se celebraría allí porque salía más barato, podían planearlo al cien por cien ellos y tenían mucho campo por aprovechar perfecto para la ocasión.

William conducía en ese momento mientras Emma estaba en el asiento copiloto. Ben, Anna y Skandar iban detrás.

—¿Por qué tiene que ir Emma delante? —Se quejó Ben.

—¿Quizá porque es mi maldito coche?— Emma lo miró con la cejas alzadas.

Todos se peleaban por conducir su coche, ya que ella no lo utilizaba. En ese momento William salió ganador solo porque Emma lo decía.

Una canción sonaba de fondo de camino a la finca, era de la radio y era popular, por lo que todos la cantaban a voz en grito. El coche de atrás les pitó, al ritmo de la música, pues eran los Moseley y los Barnes. Ellos gritaron riendo al ver que sus padres les escuchaban y les acompañaban con la misma energía.

—Tienes que aprender a conducir ya —le dijo William a Emma posando su mano en el muslo de la chica.

Ella le miró de manera seductora para cambiar de tema mientras posaba su mano sobre la del chico. Ben entrecerró los ojos.

—A ver, esas manitas donde las pueda ver.

Los demás rieron menos Anna, que puso los ojos en blanco.

Cuando llegaron por fin a la finca, allí les esperaban los camareros y camareras que los Keynes habían contratado para la boda. En el jardín al lado de la piscina habían organizado muchas mesas con bebidas y canapés, además de un fotomatón.

—Emma, ten cuidado con la bebida y no seas irresponsable —Le dijo su padre cuando pasó por su lado.

—¿Cuándo he hecho algo irresponsable?

—Tengo una lista —Thomas alzó una ceja— Está por orden alfabético.

Eso hizo reír a todo el grupo menos a ella. Rápidamente llegó Georgie y le pidió a Emma que se hiciera fotos con ella en el fotomatón. Las dos corrieron hacia ese punto mientras que Anna miraba a Ben de alguna manera extraña, no solían mirarse así.

—Me voy a fumar un cigarro —anunció Ben, que no solía fumar, pero en ese momento le apetecía.— ¿os venís?

—Paso— William negó con la cabeza.

—No quiero fumar, pero te acompaño —Anunció Skandar.

Ambos se marcharon y Anna miró a Ben negando con la cabeza, entrecerrando sus ojos y cruzándose de brazos. William la miró con el ceño fruncido.

—Te noto tensa. Bueno, a los dos. ¿Pasa algo?

Anna le miró con sorpresa, pues no se había esperado que William se diese cuenta de que algo raro ocurría. Suspiró y miró a otro lado, evitando a Ben y a William en su mirada.

—Nada... es sólo que las cosas han cambiado un poco desde Navidad.

—¿Qué quieres decir?

Ben no le había contado nada a William sobre la relación con Anna, ni bueno ni malo, por lo que le sorprendió que Anna dijera algo así.

—¿Puedo contarte un secreto? —le dijo Anna.

William pensó en cómo Emma le había contado que a Skandar le gustaba Harper Fox, y cómo él se lo había contado más tarde a Clay y a Rowan.

—No te lo recomendaría, no.

Anna rió un poco al escuchar eso, y pasó su mano por su cabello hacia atrás.

—Te lo contaré igual —Suspiró— Ben lleva un tiempo distante de mi. Es como que tiene muchas adicciones como fumar que están empeorando y es como si entre nosotros ya no estuviera la misma chispa de siempre.

—¿En serio? Él no me había contado nada así –William frunció él ceño–. De veras que no tenía ni idea. ¿Pero le notas raro a él, o a ti misma también?

—Al principio sólo le notaba raro a él. Pero... ¿por qué yo tampoco he hecho nada para arreglarlo aún? Es como si me hubiera acomodado a como estamos, y si yo lo amara tanto ya habría hecho algo por cambiar esta situación.

—Puede que Ben esté en un momento difícil para él y no lo sepamos, eso daría sentido a su necesidad por fumar –respondió William, aunque parecía pensativo, pues hasta ahora no se le había pasado por la cabeza que Ben actuará de forma extraña.

—Pero eso no da derecho a dejarme de lado —Anna bufó, parecía muy triste—. Es como si hubiéramos tirado la toalla el uno por el otro en casi nada de tiempo, es triste. Pero ninguno hacemos nada al respecto, literalmente. No hemos hablado el tema.

— Entonces te animo a que lo hagas. Deberías ir a hablar con él más tarde. Pero hoy.

Anna asintió, mirando al césped, y después pasó su mirad a Emma y Georgie. Benjamin los sorprendió por detrás, soltando un grito y tocando los hombros de Anna y William, ambos se sobresaltaron.

—¿Qué haces, imbécil?— William parecía molesto por aquel susto.

Benjamin reía como un poseso. Había crecido bastante, y ahora con sus quince años cumplidos tan sólo cuatro días atrás, se sentía más mayor que nunca. Llevaba su cabello rubio oscuro peinado hacia atrás, y no se podía negar que cada vez era más parecido a su hermano William. Lo cierto era que traía a muchas chicas locas en la escuela.

—Sólo me pasaba por aquí y he llegado a escuchar algo —se encogió de hombros—. Anna, creo que Ben y tú deberíais romper. Cuando se empiezan a pensar en cosas negativas en una relación, es mejor dejarlo.

—Nadie ha pedido tu opinión, abominable goblin de mierda –murmuró William con enfado, pues no le gustó ese comentario.– Vete a comerte los mocos.

—Calcetín mojado...

Anna comenzó a reír a pesar de la pena que sentía pensando en Ben, al escuchar los indultos tan ridículos que ambos hermanos se estaban soltando. Más tarde le explicaron que habían acordado que a partir de entonces sólo utilizarían indultos raros y poco comunes, o incluso inventados por ellos, para que Juliette no pudiera reprocharles nada.

Jack llegó junto con Lulu, los dos con copas que tenían líquido que no sabían que era.

— ¿Es eso alcohol? — Anna señaló las copas con el ceño fruncido — Laura Francesca Popplewell, dime que eso que tienes en tu mano no es alcohol.

Lulu abrió mucho los ojos y salió corriendo con la copa en su mano. Anna chasqueó la lengua para después perseguir a su pequeña hermana de cabello color naranja evitando que consumiera fuera lo que fuese que tenía en ese cristal. Jack comenzó a reír viendo la escena. William rió un poco para después mirar hacia el fotomatón. En ese momento Emma le colocaba a Georgie unas gafas muy cómicas que eran mucho más grandes que la cara de la pequeña. Emma llevaba un sombrero irlandés muy extravagante.

—Sí que te gusta mi hermana —Resopló Jack.

—No veas —Respondió Benjamin por él— En casa siempre está "Emma esto..." "Emma lo otro..."

William lo miró con enfado y después lo empujó hacia una mesa sin apenas hacer esfuerzo. Benjamin le miró con enfado.

—Cállate esa bocaza que tienes.

Jack reía ante la escena, posiblemente feliz de ver cómo el hermano de su mejor amigo le daba una paliza por idiota.

—¡Idiota!— exclamó Benjamin acariciando su brazo adolorido — ¡Mamá!

Juliette no tardó en llegar seguida de Zelfa, y miraron a los tres con confusión.

—Mamá, tu hijo me está pegando delante de todos estos invitados. Me está humillando.

—¡William! –Juliette miró a su hijo con enfado, el rubio puso los ojos en blanco–. ¿Qué te he dicho? Eres más fuerte que él, no es justo que os peguéis, porque le vas a hacer daño.

Eso le enfadó a Benjamin, que empezó a decir que eso era mentira y que él estaba muy fuerte. Después alegó a que William se la cargaría el día que él fuese al gimnasio y se pusiera tan fuerte que daría miedo. William simplemente resopló andando hacia Ben y Skandar, preguntándose por qué no había ido con ellos en un primer momento, pudiendo haber evitado toda esa escena.

Ben estaba terminando su cigarro para cuando llegó hasta ellos, pero parecía estar hablando de lo mismo que le había contado Anna antes.

—...por eso yo creo que ya no es lo mismo.

—¿Qué ya no es lo mismo?— preguntó William, sobresaltando a los dos.

—Anna y yo —Respondió Ben una vez recompuesto.

—¿Y eso? –William decidió que sería mejor hacer como si no hubiese hablado con Anna, porque entonces Ben le preguntaría qué le había dicho yo no le apetecía meterse en todas esas cosas.

—Es como si algo se hubiera roto entre nosotros. Literalmente no ha pasado nada para tenernos así. Pero es como si no fuéramos los mismos, y es algo mutuo.

— Pero sois Ben y Anna, sois la pareja ideal.

— Eso pensaba yo también — suspiró.

—Entonces deja de quejarte —les sorprendió diciendo Skandar, que ese día estaba muy repeinado—. Deberías empezar a intentar arreglar esta relación. Si no funciona, entonces vale, te dejo que lo digas. Pero si no has intentado arreglar este problema que tenéis, no tienes derecho a decir que está roto. Porque no lo has intentado.

Lo dijo de manera tan agresiva que dejó a los dos impactados. Miraban a Skandar con los ojos muy abiertos, parpadeando. Hacia unos segundos parecía muy calmado.

—¿Qué? Es verdad —se encogió de hombros—. Ya estuve harto de la situación entre los idiotas de Will y Emma, así que quiero hablar por primera vez en estos temas. Creo que deberías hacer algo al respecto, a menos que no quieras, y prefieras estar así con ella.

—Tie... tienes razón —Ben tiró el cigarro al suelo.— Debería hablar con ella —comenzó a andar hacia ella, pero después se dio la vuelta y anduvo hasta ellos— Pero después de unas copas.

Los demás rieron al escuchar eso y le dieron esa libertad.

[...]

Cuando llegó la noche, todos habían comido pero también habían bebido mucho. Y como es de Emma Barnes de la que hablamos, no os sorprendería saber que ella estaba en ese momento montada en el caballo Fresón de la finca después de haber bebido muchas copas de vodka con limón y unos cuantos chupitos de tequila.

—¡Vamos, Fresón!— decía ella gritando mientras Fresón se movía con tranquilidad. Ella nunca había montado a caballo y era algo notable.

William la miraba riendo apoyado en la valla de madera que formaba el círculo donde el caballo se movía.

—¡Te vas a caer!

Emma le miró y rió al escuchar eso, sin quitarle la razón. Estaba tan borracha que seguramente no se daba cuenta de que el hecho de caerse de un caballo no era algo gracioso. Y encima de noche.

William recordó que fue en ese lugar cuando se enteró de que Emma conocía a un tal Landon, y él decidió que pasaría página también. Habían pasado tantas cosas después de eso... el tiempo pasaba volando, pero todo cambiaba en ese pequeño periodo de tiempo.
Le gustaba más la situación en la que estaba en ese momento.

Skandar llegó hasta ellos con un vaso de cristal relleno de algo, y reía solo. Miró a Emma moverse torpemente encima de Fresón.

— ¿Estás borracha?

— ¡No, soy Leo!

Pero cuando Emma pareció tambalearse demasiado aunque estuviera sentada en el lomo, William rápidamente abrió la valla y corrió hasta ella. Llegó justo a tiempo para poner sus brazos a la vez que Emma caía de lado. Al principio, ella no entendía lo que acababa de pasar, porque miraba a todos lados con los ojos muy abiertos.

Después se fijó en que estaba en brazos de William, que la miraba con preocupación. Ella puso sus brazos alrededor del cuello del chico y le dio un rápido beso en los labios.

—Mi príncipe azul.

—Mi princesa patosa.

—¡Oye! Ya estáis siendo demasiado empalagosos, será mejor que salgamos de aquí.

Emma se levantó a la vez que William, acariciaron a Fresón, hablaron con él porque estaban borrachos, y después se agarraron de las manos para andar junto a Skandar de camino a la fiesta.

Una vez allí, todas las chicas parecían hacer un grupo mirando a algún lado. Alzaban sus manos y gritaban por algo, pero Emma no consiguió ver por qué. Se quedó junto con Skandar y William a unos metros del grupo.

—¿Por qué hacen esto? —levantó sus manos y en ese mismo momento algo volando llegó hasta ella.

En sus manos acababa de caer un ramo de flores. El ramo de flores de Soumaya.

Todos en la boda la miraron, pues cuando la novia tiraba de espaldas su ramo y caía sobre otra mujer era algo muy importante en la celebración. Todas se giraron para ver dónde había caído y Emma miró con terror el ramo en sus brazos.

—¡Ah! ¡Os lo regalo a la que queráis!

—¡No, Ems! —Daisy llegó hasta ella, riendo— Ha caído en tus manos, aunque no lo quieras.

Skandar comenzó a partirse de risa al ver la expresión de William, que era de sorpresa, al ver que Emma lo había atrapado de manera tan directa aunque ella no sabía que era para eso. Todas las chicas corrieron hacia Emma para decirle algo, riendo y felices. Juliette se acercó a William junto con Tricia, que reían por las expresiones de sus hijos.

—Cierra la boca, que entran moscas —Tricia cerró la boca de William— ¿es que no te ha gustado esta noticia?

El hecho de que Emma fuese a ser la siguiente en casarse por eso era sólo una tradición, no significaba nada, pero como ellos iban bebidos, le daban mucha importancia en ese momento.

Emma llegó hasta ellos, ya sin el ramo de flores, y miró a William con diversión, ya se le había pasado el susto.

—Sólo te digo que la celebraremos en Las Maldivas —bromeó ella. William rió y pasó su brazo por los hombros de la muchacha. Se percató de que Ben y Anna ya no estaban por algún lado visible, seguramente estaban hablando.— Mamá, ¿me traes mi chaqueta, por fa?

Tricia asintió con una sonrisa y se marchó junto con Juliette a la vez que Skandar se iba con unos amigos invitados. William miró de cerca a Emma, y le dio un beso dulce en la nariz.

—Estás preciosa esta noche.

—Gracias, tú estás increíble. —le abrazó pero mirándolo a la cara— Y te amo.

—Te amo, quédate conmigo para siempre. No te vuelvas a marchar.

Emma rió al escuchar eso.

—Si me vuelvo a marchar. ¿Vendrás conmigo?

—¿De veras?

—Te lo digo completamente en serio.

William rió y la abrazo con fuerza, haciéndole reír a ella también. Los borrachos siempre dicen la verdad, ¿no es así?


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