𝐬𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

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17 de septiembre de 2007


—No me lo puedo creer —se quejaba Ben, en el asiento trasero del coche—. ¿Por qué la más pequeña se queda el asiento copiloto, y encima yo que soy su hermano no puede ser el que conduce? Esto es injusto.

—Respecto a eso —respondió William arrancando el coche—, yo conduzco porque soy su prometido, y Georgie se sienta a mi lado porque está en el puesto número uno de todo lo bueno.

Georgie sonrió complacida al escuchar eso y se giró para mirar a Ben mientras le sacaba la lengua. Ben le sacó la lengua de vuelta, pero después rió y la miró con ternura.

Comenzaron a avanzar por las calles con William conduciendo y Georgie decidió que era momento de ejercer de terapeuta, parecía que eso le gustaba.

—Dime, Ben -se giró de nuevo para contemplarle-, ¿has vuelto a hablar con Anna?

— ¿Por qué?

— ¿A lo mejor porque claramente le dijiste el día del lanzamiento que ella era tu tipo delante de todos? Me extraña que no hablaseis después de eso.

—¿De qué iban a hablar? ¿Y cómo? –William rió mirando a la carretera–. Ben iba ciego de alcohol.

Ben asintió, dándole la razón.

—Yo creo que deberíais volver —dijo Georgie.

—Ya estás haciendo de casamentera —William puso los ojos en blanco.

—¿Algún problema? —chilló ella—. Que yo sepa, no me salió mal contigo y con Emma.

William se calló, pues en eso tenía razón. Georgie había sido muy pesada respecto a ellos dos y había hecho todo lo posible para que hablasen las cosas y se diesen una oportunidad, y ahora estaban planeando su futura boda. Quizá Georgie tenía buen ojo para eso de las relaciones. Era la que más se investía en ellas.

—Seguramente ella no quiera volver —Ben se encogió de hombros con expresión triste—. Y no me extrañaría. Nuestra ruptura fue de lo más fría. Ni siquiera sabíamos por qué lo estábamos dejando, no hay nada que resolver.

—Por esa misma razón debéis volver —dijo ella con emoción—. Ninguno hicisteis nada que fuese tóxico o que no podáis olvidar. Lo único que tenéis que hacer es reavivar esa chispa.

—Lo digo por experiencia, y es que donde hubo fuego quedan cenizas —asintió William.

Ben pareció pensarlo. Se quedó callado durante unos minutos y Georgie lo miraba de vez en cuando de reojo mientras sonaba una canción famosa en la radio.

—¿Y qué le diría de todas formas? —Habló finalmente. Georgie sonrió—. No es tan fácil.

—Puede ser fácil.

—Me lo tengo que pensar. Y sobre todo analizar la manera en que debería decírselo.

—¿Decirle el qué?— Preguntó William mirando a la carretera.

—Que si quiere volver a ser mi novia.

Se escuchó el grito de emoción de Georgie en el asiento delantero. William rió y Ben se tapó los oídos, aunque también sonreía un poco.

—¡Tienes que hacerlo! Ahora no podrás esperar que yo no diga nada después de lo que acabas de soltar —chillaba ella dando pequeños saltos en su asiento.

Ben reía por la insistencia y la felicidad de la pequeña, parecía incluso más emocionada que él.

—Deberías buscarte tú una pareja —le decía el moreno—. Creo que necesitas dejar de meterte tanto en otras vidas.

—No, no —se negó William rotundamente—. Es muy pequeña todavía.

—Oye, yo haré lo que quiera. Además, no soy una niña, soy una chica mayor. Soy una adolescente.

—Tener doce años no es ser una adolescente. Enana. 

—Eres un moco —asintió Ben.

Georgie les miró con expresión de enfado y les apuntó con su mano simulando que tenía una navaja. Actuó como si quisiera clavársela a ambos.

—¡No me hagas nada, por favor! —bromeó William—. ¡Te daré todo lo que tengo!

Tanto Ben como él alzaron las manos y los brazos en señal de temor y de rendición.
El coche se movió hacia un lado y casi se estrellaban contra otro vehículo. Los tres gritaron.

—¡WILLIAM, EL VOLANTE! —Gritaban Ben y Georgie.

William rápidamente mantuvo el control del coche de nuevo y todos se intentaron calmar con la respiración agitada.

—Me siento como Emma —no pudo evitar decir.

[...]

Una vez en la catedral de Southwark, William estaba totalmente seguro de que allí se casaría con Emma. Era una catedral preciosa a cien metros del puente de Londres y le pareció simplemente perfecta para el acontecimiento.

Acababan de llegar de una tienda de postres y tartas y probaron de todo para asegurarse ya de dónde encargarían los dulces, aunque fuese muy pronto. Fue idea de Georgie, que alegaba no poder esperar.

Nada más entrar en la catedral, William no pudo evitar pensar que Emma debería estar allí, y la echaba de menos. Sabía que los conciertos iban bien y ella hablaba con él casi todos los días. Además le ponía al día y todo parecía estar marchando sobre ruedas, al igual que él en Londres. Pero tenía muchas ganas de volver a verla.

El edificio era de estilo gótico y neogótico, y pareció ser ideal porque Emma siempre hablaba sobre lo mucho que le gustaba la arquitectura gótica.

—Es perfecta —anunció el rubio con una pequeña sonrisa

—Ha sido un lugar de culto cristiano desde hace unos mil años —les explicaba el encargado de la visita, que parecía muy contento de que una celebridad quisiese casarse allí—. Pero es catedral solo desde 1905.

—Wow —dijo Georgie mirando a su alrededor—. Eso es desde hace muy poco, en verdad.

—Así es —asintió el hombre.— como podéis ver está llena de ribetes y ornamentos. Y por aquí podemos ver un paseo por la zona de las tumbas de personajes importantes de la historia de Londres. Este lugar está lleno de historias y de memorias, es lo que más nos gusta de él. A veces incluso se realizan conciertos y recitales que tienen muy buena acústica.

—¿Conciertos en una catedral?— Ben alzó las cejas.

—Eso ha dicho, mequetrefe —respondió William.

—También tenemos una biblioteca, salas de reuniones, una tienda y un refectorio. Pero esa parte no la recomendamos para visitar porque tampoco veréis nada llamativo.

—Emma no se podrá quejar de boda -comentó Ben con sorpresa-. Teniendo en cuenta la temática que habrá también...

William le indicó con la mirada que dejara de hablar de la temática que pondrían en una zona de la boda, porque no paraba de soltarlo y acabaría hablando de eso delante de Emma sin querer cuando ella volviera.

Era una sorpresa y ella no podía saberlo.

—Tiene de todo, ¿no? —dijo Georgie, asombrada—. Yo también me quiero casar aquí algún día.

—Serás bienvenida si es así —respondió el hombre con amabilidad. Después miró a William—. Sigo bastante sorprendido de ver a un muchacho tan joven casándose. Sí que debes tenerlo claro.

—Lo tengo muy claro —asintió William con notable felicidad—. Ella es la indicada.

Ben sonrió al escuchar eso. No podía pedir a alguien mejor para su hermana pequeña. Se alegraba de ver que su hermana y su mejor amigo eran almas gemelas, porque eso era así y nadie podía negarlo. La gente podía decir que nadie es propiedad de nadie, pero es que él no podía verles de otra manera que: Emma le pertenecía a William, y William le pertenecía a Emma.

No podían seguir sin el otro.

[...]
3 de octubre de 2007

—Papá, mamá -habló Daisy llamando la atención de su familia-. He decidido algo muy importante.

Juliette y Peter dejaron de comer su cena para mirar a su hija con interés. Ella parecía muy seria. Pero a la vez parecía emocionada por dentro.

—He pensado que voy a dejar de estudiar psicología y haré algo más artístico —dijo finalmente después de unos segundos.

Juliette y Peter se quedaron callados sin saber qué decir. Pero Benjamin comenzó a aplaudir y William sonrió.

—Pero si teníais súper claro que querías ser el psicóloga porque tenía más salidas —Dijo Juliette frunciendo el ceño.

—Lo sé, lo sé —admitió ella—. Pero mis amigas tenían razón. No es lo que me hará feliz, necesito hacer algo que yo pueda disfrutar. Además, papá tiene su empresa y no es como si yo me fuese a quedar desempleada.

—Está bien —asintió Peter—. Sólo quiero que veas que no se pueden tomar decisiones a la ligera, tienes que pensarlo bien. Fuiste aceptada en Oxford y pagamos la matrícula porque tú tenías en tu mente que harías eso.

—Lo sé, papá. No ha sido barato y parezco una mimada. Así que os pagaré lo que habéis gastado en mi durante este año. He decidido que mandaré curriculums a muchos sitios y comenzaré a trabajar este curso para poder pagaros de vuelta este año perdido.

—¿En serio?— preguntó Juliette incrédula.

Benjamin y William se miraron con sorpresa al escuchar eso. Daisy parecía más convencida que nunca, estaba diciendo todo aquello con decisión y se notaba que lo había estado planeando para tener respuestas a las preguntas de sus padres. Lo tenía todo pensado.

—Vaya —dijo William juntando sus manos mirando a todos—, parece que lo has mirado todo al milímetro. Yo le daría una oportunidad.

—¿Es que todos en esta casa me van a salir artistas? —se lamentó Juliette.

—Es todo culpa mía —admitió Peter sonriendo levemente—. Me han visto siempre con todas las cámaras y mis discursos y al final he tenido influencia sobre ellos.

Los tres hermanos se miraron con sonrisas, recordando todos los teatros que hacían para su familia en festividades desde pequeños, o su obsesión por las cámaras y todo lo que tuviera que ver con interpretar o con el drama. Era cierto, era todo obra de su padre. Pero no podían estar más felices ante ello.

—Esta es tu vida, mamá –le dijo Benjamin–. Rodeada de artistas.

Juliette iba a decir algo cuando de repente miró a la televisión y abrió la boca con sorpresa.

—Sí, hasta mi nuera es una artista —señaló a la televisión y todos se giraron con rapidez.

William sonrió aún más al ver el rostro de su prometida en la pantalla. Emma y Anna salían andando por una alfombra roja en Estados Unidos, era el evento del que ella le habló unos días antes de marcharse. Allí estaba ella con un precioso vestido de color rojo largo y de palabra de honor. Iba hermosa. Sonreía junto a otra Anna deslumbrante y posaban ante las cámaras.

Pero la noticia no era que ellas habían acudido, si no una entrevista que al parecer fue de lo más rara y graciosa, y que Emma actuó con mucha naturalidad y llevó la situación de la mejor manera.

En Estados Unidos debía estar amaneciendo mientras que en Reino Unido era la hora de cena. Quizá era por eso que Emma no le había contado aún lo que William estaba a punto de ver.

Primero salían imágenes de Anna hablando sobre el nuevo álbum y el compromiso entre su mejor amiga y William Moseley (él aún no se acostumbraba a escuchar su nombre en la prensa) y después salía Emma hablando con un presentador.

Emma sonreía abiertamente y lucía muy contenta de estar allí. Pero las preguntas que él entrevistador comenzó a hacerle le incomodaron poco a poco.

—¡Hola! —le decía el hombre con una sonrisa—. ¿Eres una cantante?

—Ehm... ¡Sí! Canto en una banda.

—Oh, sí, ya sé... Angel's Garden. Me gustaron mucho vuestras canciones. Me esperaba a alguien más pequeña por tu voz. Pareces mayor, ¡incluso más mayor que yo! —comentó el entrevistador con emoción.

Teniendo en cuenta que aquel hombre tenía unos cincuenta y tantos años, con canas, y que Emma tenía diecinueve e incluso aparentaba unos dieciséis, lo que ese hombre acababa de decir no tenía mucho sentido.

—¿Mayor que tú?— preguntó ella con el ceño fruncido.

En la mesa de los Moseley todos rieron.

—¿Eres una niña o eres una adulta?

—Tengo diecinueve años, así que...

—¡Oh! Entonces eres legal —Respondió el hombre.

Emma alzó las cejas y en la mesa de los Moseley se escuchó un grito ahogado grupal.

—No acaba de decir eso —Dijo Daisy con sorpresa.

William apretaba con fuerza su tenedor.

Emma reía nerviosamente, sin saber qué decir.

—Sí, soy legal.

—Entonces puedo ligar contigo, y no me meteré en problemas —decía el hombre y después comenzó a leer el papel que tenía en su mano.

—No, supongo que no lo harías.

La risa de Emma daba a entender que estaba nerviosa por lo que ese hombre le estaba diciendo, pero no le salía ser borde ante las cámaras, porque como bien le habían dicho todos: debía sonreír y saludar.

William se quería meter en la pantalla de la television en ese momento para estrangular al hombre.

—Quiero felicitarte por lo mucho que habéis subido en las listas de música internacionales. Tenéis mucho talento.

—La verdad es que no podemos estar más agradecidas de cómo ha ido surgiendo todo. Anna y yo nos sentimos muy afortunadas.

— ¿Y qué hacías antes de tener toda esta vida? —le preguntó ahora el hombre—. Quiero decir, os hicisteis famosas cuando tenías más o menos diecisiete o dieciocho, así que tuviste muchos años donde eras una persona... normal, sabes, no una celebridad.

—¡Sí! A ver, llevo estudiando música desde los ocho años y siempre he sabido que esto era lo que yo quería hacer en mi vida —explicó Emma con seriedad, pues ese tema era importante para ella—. Estoy conectada con la música y no me imagino haciendo otra cosa.

—¿Dónde vivías?

—Viví en Birmingham hasta los siete y después me mudé a Londres. He vivido allí hasta ahora.

—¡Oh, encantador!

—Fue bastante fácil encontrar a un representante en verdad, tenemos suerte de vivir en Londres. Allí hay muchas más oportunidades que si me hubiera quedado en Birmingham.

—Una chica afortunada —asintió el entrevistador—. Ahora, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Puedo hacerte esta...? —miró al cámara— porque ahora tienes diecinueve años...

—Dispara —dijo Emma con amabilidad.

—¿Besarías a una mujer si te mandaran hacerlo para algún videoclip u otra cosa que lo requiriera?

La cara de Emma no se podía describir con palabras. Todos en la cocina de los Moseley se miraron unos a otros sin poder creer que aquel hombre de verdad le estuviese haciendo esas preguntas de pervertido.

—¿Huh? —Emma abrió mucho sus ojos y sonrió hinchando su nariz con nerviosismo—. Es una pregunta extremadamente difícil.

—Si hubiese mucho dinero envuelto en ello —intentó convencerle el hombre.

—Uhm... No es por el dinero, realmente, pero... —Emma volvió a reír.

—Para mi sí lo es —dijo el hombre sonriendo mirando a la cámara—. Yo lo haría.

—Lo haría si fuera la situación correcta y si me gusta la historia o lo que transmite, supongo que por qué no —respondió ella finalmente.

—Y tú fuiste a un colegio público, supongo. Así que, ¿por qué no?

Emma comenzó a reír al escuchar eso con ganas. Aquellas preguntas estaban siendo de lo más extrañas, pero ella en verdad no parecía enfadada, simplemente sorprendida.

—¡Oh, claro! Quiero decir, todos en la escuela pública se besaban con el de al lado, duh.— dijo riendo.

—Es como se saluda allí. -siguió bromeando él.- Bueno, muchas gracias, Emma, por tu tiempo.

Emma le dio un leve asentimiento de cabeza mientras sonreía con los labios juntos.

—Creo que has estado increíble en este nuevo álbum.

—¡Muchas gracias!

—Y me encanta saber que eres una adulta —añadió él.

—Bueno, gracias.

—Así podemos hablar después en la fiesta —siguió diciendo sin vergüenza mientras agitaba el papel donde tenía sus preguntas.

—Sí, podemos hablar en la fiesta —respondió Emma sarcásticamente y miró a la cámara después de poner cara de «socorro».

Se despidieron de nuevo y se acabó la entrevista.

—Menudo sin vergüenza — comentó Peter con enfado.

— Pobre Emma —dijo Benjamin alzando la ceja y después le dio un mordisco a su comida— Se tiene que encontrar a gente muy rara en esos eventos.

— Luego me pasaré por allí y le haré saber que soy su prometido — dijo William con los ojos entrecerrados.

—Sí, claro —se burló Benjamin, riendo—. Vas a llegar y te vas a poner a pelear con un hombre que te dobla la edad.

—Pues sí.

—Mejor piensa en que ella vuelve dentro de poco ya —le intentó animar Juliette sonriendo levemente—. Y podréis planificar todo juntos.

William sonrió al pensar en eso.

Era cierto, ya quedaba menos para que ella estuviese junto a él otra vez.

¡AAHHH! Lo acabo de mirar... y sólo quedan seis capítulos más el epílogo. ¿Me oís gritar? Por una parte me alegro de que esté consiguiendo plasmar todo lo que tenía pensado pero por otra me da pena :( pero bueno, todavía no ha acabado, no quiero ponerme sentimental rápido. Espero que os haya gustado mucho :)

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