𝟎𝟖

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Deja el sol salir, Kai.❜
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Omnisciente.
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Para algunos el fin de semana pasó rápido—, para otros fue una completa tortura—. La llegada de Kai a la alianza fue amarga, a diferencia de cómo la mayoría creyó que sería, la albina prefirió mantener distancia con sus compañeros. Era temprano en la mañana y sus cortinas estaban cerradas, la iluminación del sol no podía adentrarse ni por algún hueco, todo lo que había era una completa oscuridad y frialdad. Kai estaba recostada de la pared, sus rodillas sostenían el peso de los brazos y miraba ida algún punto fijo de su celeste habitación. Se arrinconaban las botellas de agua y un plato de comida, siempre fue limpie, pero tenía vaguedad encima, más aún—, quería evitar a todos—. Su computadora estaba encendida, había leído toda la noche la misma noticia que enmarcaba el trágico suceso que se desarrolló luego de haber sido raptada en el campamento de verano. No podía olvidarlo de la noche a la mañana, tuvo ansiedad.

Las imágenes se repetían de manera constante, el miedo que sintió y las decisiones rápidas que debió tomar—, ser prospecto a héroe no era una tarea difícil—. Estaba en duda, porque después de lo que aquel hombre le hizo hacer, Kai no tenía ánimos de volver a las clases regulares. Sabía que estaba en la mira de todos, que su generación creció admirando a sus padres y que se había vuelto una niña huérfana con un pasado trágico. Peinaba su cabello mientras su cabeza daba vueltas, enmarcando la sonrisa macabra de aquel hombre que la ha hecho sentir con la misma maldad que él. Colocó su camiseta blanca de botones y subió su falda verdosa, su corazón iba en una palpitación demasiado rápida, tuvo que parar de vestirse para respirar hondo. No podía llorar más de lo que había llorado, pero llevó la mano a su pecho para apretar sus labios y entender que este era el principio de un infierno del que no puede huir.

—¿Kai? ¿Ya estás despierta?—se sobresaltó al oír la voz de su compañera detrás de la puerta, tardó en procesar su propia respuesta, como si ella no estuviera en el planeta tierra.

—Si.—respondió brevemente.—Puedes adelantarte si quieres, Uraraka.—añadió Kai, su voz se oía ronca y fría como siempre, pero enmarcó más la distancia que quería mantener.

—¿Estás segura? Yo esperaba que pudiera ayudarte con unos apuntes, para que no te sientas atrás o ajena.—explicó Uraraka, ella tenía una expresión desanimada; extraño mucho a Kai, quería estar con ella en este momento difícil.

—Uraraka.—le llamó Tenya al final del pasillo, conocía a Kai, sabía cuando intentaba de evadir una situación y más esta, que era difícil.

—Te veré en el aula, ¿está bien?—de manera sutil le hablo Ochaco, tocando la puerta con la esperanza de que Kai saliera, pero no salió.

—Lo siento Uraraka, creí que iba ser buena idea.—artículo Momo al final del pasillo, se sujetaba del codo y se sentía mal por su compañera, quien venía triste hacia ella.

—Quizás mañana se anime a ir a clases.—comentó Ochaco, buscando animarse a sí misma, conjunto a sus compañeros que le asentían.

Sin embargo, al otro lado, Kai se deslizaba suavemente hasta caer al suelo. Miro sus largas medias blancas y como sus zapatos marrones estaban aún lado, tenía que terminar de vestirse e ir a clases, pero no podía. Las lágrimas salieron sola y su pecho comprimido expulsó a través de su garganta pequeños sollozos, nadie los oía, solo ella. Quería que todo fuera una mentira, que la pesadilla de haber matado a su madre no la persiguiera más y que esa sonrisa macabra del hombre que inició esta crueldad la dejara dormir en las noches. Abajo en la primera planta todos ya estaban listos para ir a clases, algunos hablaban y charlaban de manera entusiasta, otros iban con cansancio y vaguedad. En la cocina, Shoto sostenía su mochila y veía como sin éxito Ochaco llegaba sola al grupo de féminas que esperaba. Él bicolor notó el desánimo de su compañera, quien afligida a la esperanza de acercarse a su compañera, volvió a fracasar como el fin de semana.

—No funcionó.—contó Tenya, mirando a Shoto quien notaba la situación y no le tomaba por sorpresa, Kai había perdido a su madre y antes, a su padre, era un suceso difícil que la enmarcaría.

—Tienen que darle espacio.—nombro Shoto cuando Tenya se acercó a él también con desánimo, el delegado acomodó sus anteojos y no tardó en suspirar en medio de su asentimiento.

—Estamos preocupados Todoroki, tampoco es fácil para nosotros.—justificó Tenya en una actitud pasiva, se sentía impotente y se le notaba.

—Iida, ¿entiendes la situación en la que ella se encuentra? No digo que no tengan derecho a estar así, pero, ella tampoco puede evitar sentirse de esa manera, perdió a su madre.—comentó Shoto, expresando su punto de vista.

—Lo sé, estábamos ahí. Nosotros estuvimos ahí... —recitó Tenya con algo de amargura en su voz, enmarcar el regreso a clases sin una de sus profesoras era amargo aunque nadie hablara de eso.

—Todo pasó muy rápido.—indicó Shoto cabizbajo, no supo cómo expresar sus sentimientos y menos el duelo por la ausencia de Hikari.

—Quizás tú podrías ayudarla, después de todo ustedes...

—No lo creo.—asumió Shoto, evitó el contacto visual con su compañero y prefirió no hablar sobre el tema, más aún en presencia de los demás.

—Todoroki, ¿acaso tienes miedo de hablar con Nakamura?—le preguntó Tenya algo asombrado, Shoto estaba cruzado de brazos y miraba algún punto de la primera planta.

—No precisamente de hablarle.—respondió con tranquilidad, analizando sus sentimientos y lo que sentía.—La última vez que intenté ayudarla, lo arruine.—añadió, apenado.

—A veces el trabajo de un héroe es entrometerse, ¿no crees?—le preguntó Tenya, Shoto le miró y la mirada de Izuku quien llegaba a la primera planta también se plantó en eso; llevándolos a un viejo recuerdo donde los tres se alinearon.

—Si, quizás.—respondió Shoto, quedándose en silencio al igual que los demás cuando oyeron el ascensor soltar un timbre de que había llegado a la primera planta.

—Entonces, creo que sabes lo que debes hacer, compañero.—expresó Tenya con una sonrisa, guiando a los demás hacia afuera de la alianza para dirigirse a las primeras clases de la mañana.

Para Shoto, no habría forma de querer evitar la situación, menos cuando notaba en Kai una alumbradora belleza que lo cautivó por completo. Ella se asomó en silencio, sostenía su mochila azulada y en ella, el llavero que Izuku le había regalado en una hermosa referencia a su don. El cabello de la albina estaba suelto, una diadema roja iba en juego con su corbata, separando su flequillo por medio y escondiéndolo detrás de sus orejas. Las medias blancas llegaban hasta sus rodillas y lucía esas zapatillas escolares que le lucían tan bien. Sin duda, su corazón iba en picada cuando la veía, así como la primera vez. Se quedó parado, viéndola de manera sutil, como si sus labios nunca hubieran chocado y sentía la necesidad de sentirlos, pero ambos tan solo se miraron como si no sintieran nada. Shoto salió por la puerta principal con el orgullo atravesándole el pecho y Kai, solo se quedó allí mirándole irse.

—Kai.—ella removió su cabeza desinteresada hacia Izuku, él sostenía una bolsa de basura y ella le miró de forma desconcertada.—Que emoción, volverás a clases.—sonrió de una forma que le hizo calmar a Kai su ansiedad, sintiéndose segura.

—¿Por qué no estás vestido? Llegarás tarde.—indicó ella, se quedó frente a él, notando como sus mejillas se sonrojaron de la vergüenza y un ruido provenir de la cocina le llamó su atención.

—Nos castigaron.—el rubio de cabello puntiagudo se asomó, Katsuki miró fríamente a Kai, quien sostuvo su mochila y miró como él tampoco estaba vestido con el uniforme escolar.

—Por romper el toque de queda y... pelear.—comentó Izuku, haciendo que Kai abriera sus ojos un poco; fue aquel día donde despertó y los encontró, tenía más sentido.

—Entonces, ¿no irán a clase? Se atrasarán.—comentó ella algo preocupada, era increíble que aún con todo lo que podía estar sucediéndole Kai sintiera esa necesidad de ayudar a otros.

—Tu ve.—pidió Katsuki, acercándose con el trapeador mientras que Izuku lo veía fijamente.—No querrás que te dejemos atrás, ojos de cristal.—añadió con sutilidad.

—Ya me quedé atrás.—musitó ella, dejando un gran silencio en la habitación que sin duda hizo a Katsuki estremecer por su sinceridad.

—Entonces te esperaré.—la sorpresiva respuesta de Katsuki hizo a Kai quedarse estoica frente a él, sin poder darle credibilidad a sus palabras.

—No te sientas mal por estar atrás, nosotros también nos atrasaremos, pero cuando volvamos ¡pondremos todo nuestro esfuerzo!—exclamó Izuku.

—Yo siempre me esfuerzo.—infirió Katsuki, haciendo que Izuku se apenara y sonriera algo pasmado por la interrupción de su compañero.

—Uraraka hizo unas anotaciones para ti, quiere que las estudies, así podrás entender un poco algunas cosas.—comentó Izuku, Kai se distanció de Katsuki con la cabeza baja y asentía, desanimada.

—Yo... —Kai hizo una pausa cuando abrió la puerta, dando la espalda decidió mirar de reojo.—Me alegro de que algunas cosas no hayan cambiado.—musitó, haciendo que Izuku sonriera.

Fue como si se sintiera consolado, por un momento la vecina que se convirtió en su amiga, parecía ser esa que lo salvó de la soledad y le dio la mano en los momentos que más necesitaba, pero cuando se dio la vuelta para salir—, Izuku supo de inmediato que Kai solo se estaba esforzando por salir adelante—. Y eso era algo más valiente de lo que ella misma podía creer, aunque creyera que no habría salida, debía haberla. Camino sola por la acera, la brisa fresca removía su cabello, Kai prefirió mantener la cabeza baja y evadir todo aquello que pudiera perturbarla. Se sentía como el primer día de clases, cuando muchos conocían quien era y ahora, la diferencia de todo es que sabían con exactitud quién era y todo lo que había pasado. Deseaba haberse llevado sus auriculares, para poder evadir aún más el murmullo que inició en cuanto Kai pisó la entrada de la academia en la que su madre fue profesora.

Quizo enfocarse en un recuerdo que la liberara de sus pensamientos—, pero recordó el día del examen de admisión y como su madre estaba ahí animándola en el estacionamiento—. Kai tenía la imagen detallada, como Hikari sonría y aplaudía ese día, eso hizo que ella se sintiera confiada por tener el apoyo de su madre, pero ahora volvía  a un infierno donde no podía sentirla. Se detuvo en seco, todos la miraban y los ojos de sus compañeros se volvieron rojos. Los dedos se levantaron para señalarla, conjunto a un bache de sangre que la atormentó. Kai sintió que estaba perdiendo el control de sus emociones, que no podía soportar la presencia de tantas personas que conocían lo que había pasado. Intento persuadirlo, pero no pudo, todo a su alrededor se volvió oscuro y macabro. Sus compañeros la veían de una forma extraña, confusos—, como si no tuvieran ese tacto y sensibilidad—. Ella se dio la espalda para irse en medio del bullicio, donde Shoto en la segunda planta la vio por la ventana yéndose.

—¡Todoroki, andando, andando, la clase ya comenzará!—anunció el profesor Presentmic con emoción, alentando al bicolor.

—Tengo que ir al baño.—anunció Shoto, poniendo una expresión seria cuando su profesor lo adentró al aula por lo que él no tardó en sentirse impotente por no hacer nada al respecto

No supo cómo se sentó en el aula sin sentirse enojado—, la mayoría no entendía porque él tenía una expresión tan furiosa—. En los últimos meses Shoto había cambiado bastante, se soltó con sus compañeros en términos de confianza y hablaba con ellos de manera fluida a como antes solía dirigirse a ellos cuando inició. Ahora entendía más sus emociones, e incluso las suyas mismas. Debió haber tenido la iniciativa de esperar a Kai, quizás de acompañarla al saber que se sentiría abrumada por toda la atención. No prestó atención a lo que decía el profesor, Shoto lo único que quería era ver si Kai estaba bien, si había algo en lo que pudiera ayudar pero recordar la noche lluviosa donde la vio llorar lo hizo sentirse adormecido. ¿Realmente Kai lo extrañaba? Shoto no sabía si las cosas serían como antes, pero quería que Kai estuviera bien. Ella estaba sentada debajo de un árbol, aislada de la academia y cercana a la alianza. Quería volver a su habitación.

—¿No deberías estar en clases?—Kai se quedó mirando a las alianzas, alguien estaba detrás de ella y le hablaba, pero no miró.

—¿Y tú no?—fue lo que preguntó cuando se giró fríamente para ver de reojo al joven que portaba el mismo uniforme y le miraba, parecía conocido, pero no le sonaba.

—Si, debería.—respondió el rubio con una sonrisa genuina, Kai se sentí desconcertada con la presencia de ese otro alumno de la academia; quería que se fuera y la dejara sola.

—Entonces deberías ir.—afirmó Kai con una expresión fría, él se fue acercando dejó su peso en el tronco del árbol y cruzó sus brazos.

—Tu madre era mi profesora de salón hogar, realmente lamentamos el trágico suceso, pero es confortante verte aquí.—indicó él, Kai sintió una presión en su pecho, debía estar agradecida por eso, pero la tristeza le invadió.

—No siento que sea confortante.—expresó Kai, dejando de mirarlo para ver los árboles remover sus ramas con el viento de la mañana.

—¿Sabes? Muchas personas siguieron tu historia, la mayoría son alumnos de la academia, ansiaban que regresaras. ¿No crees que aunque sea difícil volver deberías intentarlo?—le preguntó él, Kai estaba en silencio, oyéndole.

—Hablas como si me conocieras, como si todos los alumnos de la academia lo hicieran, pero solo conocen lo que hablaron las noticias. No soy una víctima, soy un monstruo.—indicó con gran firmeza, sus palabras salieron de su boca como un disparador, Kai hablaba con la verdad de su corazón.

—Habló porque te vi huir, por eso estoy aquí.—infirió, Kai lo miró detenidamente y su boca se abrió para decir algo.—Si no fuera difícil, hubieras entrado, pero no lo hiciste y oye, está bien.—ella lo miró, sin atreverse a interrumpirlo.—No tienes porque tener que volver, debes primero dejar el sol salir.—añadió, intentando de animarla.

—¿Cómo te llamas?—le preguntó ella, él sonrió y puso sus brazos encima de las rodillas, para así levantar su mentón con orgullo.

—Mi nombre es Mirio Togata, quiero ser un gran héroe y también, tu amigo Kailani Nakamura.—se presentó, ella quedó anonadada por la inesperada presencia de dicho chico.

—Mi problema Togata, es que ya no tengo un punto de partida.—afirmó Kai, quedándose aún lado para continuar viendo la mañana fresca ante sus ojos, sin saber cómo dejar el sol salir.—Y no sé si realmente quiera tener uno.—añadió, mirando sus manos de una manera hostil, como si las odiara.

—Tendrás que descubrirlo de una forma u otra, pero huyendo de la realidad no lo harás, Nakamura.—aconsejó Mirio.—Era lo que tú madre decía.—detalló, haciendo que Kai sintiera una gran pereza encima de sus hombros.

—Si, pero ella ya no está.—afirmó, el duelo de Kai era pesado, la culpa la invadía y sentía unas ganas inmensas de irse lejos de donde estaba, pero no había forma de escapar.

—Pero tú si.—habló Mirio, quien llevó su mano hasta el hombro de Kai para apretarlo fuertemente y sonreírle, buscando aliviarla.—Y desde ahí debería empezar tu punto de partida.—describió, aún con una genuina sonrisa que buscaba ayudarla.

El timbre resonó, Shoto no tardó en salir por los pasillos y quedarse viendo el montón de personas. Entre ellas evidentemente no yacía su compañera, reconocería su facción en cualquier ángulo, por eso le decepcionaba no encontrarla en ninguna de las personas que yacían ahí. Y quizás lo entendió, posiblemente en algún momento su punto de partida se alejó del de Kai. Se quedó parado en medio del bullicio con una tristeza que no comprendió, como si su corazón empezara a obligarle a seguir avanzando sin ella. No podía entenderlo, ¿por qué sentía que debía dejarla ir? Shoto asumió sus pensamientos, pero no los aceptaba. Más adelante sus compañeros notaron cómo se detuvo, él miró atrás del pasillo y la imagen de Kai conjunto a él caminando se pasó. Quizás era momento de avanzar, si algo sería, sería y si no, lo dejaría ir. Avanzo adelante con los demás, mientras que Kai se quedó atrás.

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Capítulo 9; Déjalo ir.

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