𝟎𝟗

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Déjalo ir.❜
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Omnisciente.
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Para Kai, las clases se habían vuelto en algún punto monótonas y estudiar las anotaciones de sus compañeros sin duda un trabajo arduo que no quería seguir pasando. En sus ojos ya no se destacaba el hermoso brillo genuino que llamó la atención de muchos y en la hora de almorzar evitaba a todos por completo—, su corazón estaba lleno de tristeza y vergüenza—. No había manera de poder tener el valor de enfrentar lo que sentía y dejarlo atrás, solo parecía que adormecía cada uno de sus sentires y aceptaba el peso vago en sus hombros como una gran pesadilla que la atormentaba desde que despertó. Portaba el uniforme de la academia y se mantenía sentada debajo de aquel árbol donde podía ver cada una de las grandes estructuras de la alianza. Le era confortante estar ahí, sola y en silencio. Tenía una libreta donde repasaba sus posibles movimientos especiales, pero sería nefasto crear algunos.

Pues de cierto modo Kai no había usado sus dones desde que despertó—, como si los viera ahora como una posible abominación—. Tenía su cabello atado en una coleta por completo y una diadema cubriéndole la frente. Todos sus compañeros se habían unido más con el tiempo y ella solo se alejaba de ellos cada vez que podía, pero es que no podía olvidarlo. La brisa era fresca y solo con eso recordaba las tardes placenteras con su madre de camino a casa después de un día en la academia. ¿Cuando acabaría el dolor? ¿Alguna vez Kai dejaría de pensar en su familia en todo aquello que perdió? Sus ojos volvían a humedecerse rápidamente, el vacío infinito que habitaba en su interior le era incapaz de poder seguir caminando sin que se cansara. Y era la tortura de no poder recordar lo que pasó aquella noche, la manera en que pasó todo e hizo de su vida un trágico infierno. Tenía tantas preguntas sin respuesta que la hacían ahogarse en un vaso de agua.

—Nakamura.—Kai miró de reojo como alguien se acercaba, no esperaba menos que su profesor fuese tras de ella ante su falta de interés en clase.—No deberías saltarte las clases, te atrasarás aún más.—artículo Aizawa, con pereza.

—¿No habría manera de tomar clases desde la alianza sin tener que ir presencial mente?—se preguntó ella con curiosidad, en un tono bajo.

—Me temo que no brindamos esa opción.—respondió Aizawa, agachándose debajo del árbol y tomando la misma sombra que su alumna.—La comisión de héroes te ha brindado un pase para tomar el examen de la licencia provisional, creo que deberías empezar a ir a entrenar con tus compañeros, algunos de ellos no lograron pasarlo.—contaba, mirándola.

—No quiero que la comisión de héroes tome decisiones por mi.—musitó ella, cerrando el libro y dejando su mirada en la alianza.

—Tampoco hay muchas opciones que nos brinden a nosotros, pero como profesor, estoy aquí tutelando tu bienestar académico.—esclareció él, esperando una mirada sutil de la alumna.

—Siento que solo me recuerdan lo sola que estoy y las cosas que he hecho, que no debí hacer.—expresó con culpa, su corazón se volvía añicos con cada hablar que hacía en referencia a su madre.

—No creo que estés sola.—infirió su profesor, aún agachado y teniendo la mirada en ella.—Tus compañeros esperaron fielmente que despertaras, desataste emociones en ellos que no estaban preparados a sentir, pero como jóvenes que son, deben enfrentarlas en cualquier ámbito que se encuentren. Aplica lo mismo para ti.—le decía.

—¿Cómo puedes decirme eso si tú también la perdiste? Y todo fue por mi culpa, desde un inicio, todo lo fue.—Kai se giró para verlo, enfrentando la mirada fría de su profesor.

Por un instante, no hubo manera de poder contestar aquello. Se conocía una historia de amor profunda en los ojos de aquel hombre—, cuando era alumno para ser un héroe profesional y en un pasillo chocó con una hermosa chica que le hizo no querer ver a nadie más—. Eraserhead recordó ese momento, fue extraordinario como aterrador enamorarse de una persona que al tiempo lo dejó atrás para continuar con su vida. Quizás podía admitir que Hikari no fue una buena persona del todo, una egoísta narcisista que se le fue de las manos todo el control que creyó tener por una avaricia innecesaria. Aunque también, una joven que había perdido toda esperanza y la vida le presentó un único camino, donde fue utilizada como un conejo de indias y abusada de una manera mental, como manipulada. Podían decir que fue una víctima que atrajo más consigo misma, pero también que fue una persona que quiso alejar a otros de su camino como profesora y madre.

—Todoroki.—por otro lado, en la alianza el bicolor yacía sentado en el balcón, atrás suyo su compañera se presentaba ante él.

—Hola, compañera.—saludo de manera serena, Shoto con el tiempo había cambiado sus facciones faciales y disminuyó la frialdad con los demás.

—Oí que retomaran la licencia provisional, tú y Bakugo se van a preparar juntos, ¿no es así?—le preguntó de manera curiosa, sentándose aún lado de él para acompañarlo.

—Si, así es.—respondió él, Shoto parecía estar escribiendo algo, así que lo dejo de lado para ponerle total atención a ella.

—¿Sabes? Creo Todoroki que podrás hacerlo.—afirmó ella, mirándolo fijamente.—Tu me diste la confianza en nuestros pasados exámenes, así que te doy la mía.—añadió, amablemente.

—Te la di porque no había visto tu potencial, la manera en la que creí que debía tener el control de las cosas no fue la correcta cuando podía contar con alguien más.—admitió, algo apenado.

—Y eso es lo importante Todoroki, que te hayas dado cuenta que puedes contar con otras personas.—expresó Momo con una sonrisa que se desvaneció cuando Shoto miró el suelo.—¿Dije algo malo?—se preguntó de inmediato.

—No podía confiar en otras personas que no fuera mi propia persona, no es algo de lo que esté orgulloso y eso atrajo las consecuencias de no pasar el examen de la licencia.—respondió, recordando el incidente con Inasa.—Pero ahora, quiero enmendarlo.—añadió, sintiéndose más positivo.

—Creo Todoroki que ya lo has hecho, con admitirlo lo vale.—indicó Momo, viendo como Shoto levantaba su cabeza para verla esperanzado.—Lo harás bien, ¡confío en ti!—exclamo.

—Gracias, compañera.—agradeció Shoto, mirándola de una manera detenida, denotando la sonrisa en ella y un sonrojo en sus mejillas.

—Oí también que Nakamura los acompañaría, me alegra que pueda tomar el examen también, merece su licencia provisional.—comentó, por lo que Shoto dejó de mirarla.

—No ha estado asistiendo a clases, espero que eso no le afecte.—respondió él, el atardecer se oponía entre ellos y las luces alumbraban.

—Dime Todoroki, ¿cómo podemos ayudarla?—le preguntó, mirándolo.—Además de Midoriya e Iida, tú también la conoces bien.—artículo.

—Es extraño admitirlo, pero la conocí desde que tenía cinco años y es como si, siempre debí haber esperado por ella.—dijo, mirando los tonos naranjales presentarse ante ellos.

—¿Y qué ha cambiado? Creí que querías que volviera, que estuviera aquí entre nosotros.—se cuestionó Momo, queriendo entenderlo.

—No importa en qué términos estemos, ¿como no podría querer eso? Lo único que no entendió es porque ha cambiado mi manera de pensar y en el porque siento que la he dejado atrás, me culpo por eso.—respondió, sutilmente.

—No deberías.—artículo, mirando ella también los tonos naranjales mientras se soltaba su cabello.—A veces, esperar es la mejor opción e incluso seguir avanzando, no importa cuál elijas, el resultado podría ser el mismo como no, pero que eso no te aleje de tu camino.—expresó ella.

Shoto se quedó mirándola, queriendo entender a qué se refería, pero no dijo o cuestionó nada, solo se quedó en silencio para ver el paisaje que se desataba frente a ellos. Era irracional no pensar en la albina y en todo lo que había pasado entre ellos—, pero había algo, una espina clavada en el corazón de el que lo hacía alejarse de ella—. Quizás un trauma de su infancia, lo que vio entre su padre y madre, o esa mirada llena de terror en Kai cuando en aquel día lluvioso se vio obligada a mirar el lado izquierdo que Shoto en algún punto odio con todo su ser y que aún intentaba de aceptar como suyo. Se quedó sentado con Momo, en un profundo silencio que no fue incómodo, de hecho se sintió bien y ambos esperaron la puesta de sol en presencia de las aves que volaban entre los árboles. En las ramas se ocultaban, las mismas que con abundancia de hojas le daban sombra a la albina quien miraba a su profesor llorosa.

—Lo que pasó entre tu madre y yo en algún fragmento de tiempo es algo personal, pero soy un adulto y debo responsabilizarme por ustedes, ya que son unos niños.—expresó su profesor.—Es mi deber como profesor guiarlos a ser mejores personas y que con eso, se conviertan en héroes que las personas sean capaces de admirar.—añadió.

—¿Y si no quiero ser un héroe?—se preguntó Kai en un tono de voz alto.—¿Acaso alguien va quererme igual, o cuidarme como usted lo hace? ¡No quiero que la comisión de héroe decida por mi!—exclamó con coraje y terror.

—Nakamura, ¿cuál es el problema de que la comisión de héroes vele por ti?—le preguntó Eraserhead buscando entender a su alumna, quien portaba las mismas expresiones que Hikari.

—¡Qué me hacen sentir lo sola que estoy!—respondió de forma altanera, sin medirla.—Y lo que hice... —musitó con las lágrimas al borde de sobresalir de sus ojos azulados, creando un silencio entre ambos que no se pudo evitar.

—No estás sola...

—¿Y por qué parece que es así?—volvió a preguntar, pero no en un tono altanero.—¿Por qué todos me miran cuando entro a la academia? ¿Por qué mis compañeros no saben cómo tocarme el tema sin sentir lástima por mi? ¡Ellos no saben lo que hice, no saben que yo la... —se detuvo en seco, las lágrimas salieron y su profesor la miró fijamente.

—No te sientes sola, sientes que nadie puede entenderte y es una gran diferencia a la soledad.—descifró, manteniéndose agachado.—Estás deprimida, es comprensible que no entiendas tus emociones y que tampoco puedas controlarlas, pero puedes hacerlo.—le incitaba, viéndola negar.

—Me porte muy mal con ella.—expresó bajando la cabeza e intentado de limpiar sus lágrimas antes de agonizar en llanto.—No pude ir a su funeral.—volvió a remarcar llorosa.—Todo por mi capricho de querer saber la verdad, por desear que mi punto de partida fuera ese ya no sé cuál es mi propósito.—artículo, desesperada y perdida.

—Puedes iniciar uno nuevo.—irrumpió su profesor, viendo como ella sollozaba frente a él y se descomponía en miles de pedazos por el dolor que había en su corazón siendo tan joven.—Siempre que quieras, puedes hacerlo.—añadió.

—Pero es que en cada uno de esos comienzos, ellos no van a estar, mis papás se han ido.—admitió con pereza y dolor, hasta que pudo acercarse a su profesor y refugiarse en un fuerte abrazo.

—Déjalo ir.—pidió él, teniendo el tacto correcto para poder abrazarla y darle ese calor que Kai necesitaba, ese alivio en su corazón que no la dejaba dormir o estar tranquila desde entonces era lo que podía ofrecerle en ese preciso momento.

El atardecer la conforto también aquel día—, pero sus pensamientos igual se mantuvieron revueltos en un laberinto lleno de púas y frialdad que no la liberaron del todo—. Kai recordó ver las ramas del árbol moverse con tanta suavidad, que la hizo sentir que nada malo había pasado y que al entre abrir o cerrar sus ojos todo volvería a la normalidad. Que estaría abriendo la puerta del apartamento de su casa y enfrente su mamá pondría las llaves en la mesa del comedor para preguntarle que le apetecía de cenar, Kai sonreiría y con vaguedad la ayudaría a hacer la cena que le ofrecería a Izuku en la puerta de al lado. Era eso lo que quería—, estar con sus madre en el coche de camino a la academia, oirían la radio y hablarían de cosas que no tendrían importancia—. Después de todo, cuando su padre se fue, era lo único que tenía y aún sabiendo la verdad, Kai no quería culparla por sus decisiones por más resentimiento que pudiera tenerle.

Camino por la acera sola, con su mochila celeste en la espalda y el llavero guindando en el cerrojo. En sus ojos se veía que había llorado un largo rato, pero también un poco del brillo esperanzador que muchos conocieron en ella. En algún momento deseaba encontrar la paz que su corazón necesitaba y la luz en la oscuridad que sus ojos añoraban por volver a ver, por ahora, no sabía qué punto de partida la salvaría o la haría sentir que viviría en ese propósito, pero Kai quería volver a empezar. Abrió la puerta de la alianza y se adentró, sus compañeros yacían por los alrededores y la miraron de manera fija cuando la vieron entrar. Hizo como si no notara que ahora era el centro de atención y todos querían estar cerca de ella, se quitó sus zapatos, los dejó en una esquina con su mochila y se dirigió a la sala, donde fuera del balcón pudo sentir como su pecho se comprimió al ver como Shoto estaba aún lado de Momo, charlando tranquilamente.

—¡Kai, te guardamos algunas, ven!—la voz de su amiga Ochaco la hizo cambiar de perspectiva, dejó de mirarlo a él cuando Shoto decidió girarse y mirarla a ella al escuchar su nombre.

—¿Dónde estabas? Te hemos estado esperando.—artículo Iida cuando vio a Kai sentarse aún lado de Izuku, quien la miró fijamente.

—¿Estás bien, Kai?—le preguntó en un tono bajo mientras el bullicio de sus compañeros continuaba, él tampoco había asustado a clases, estaba atrasado y frustrado por eso.

—Voy a estarlo.—afirmó ella, haciendo que Izuku sonriera confortado por esa respuesta positiva de su amiga, quien se quedó sentada a su lado.

—Confío en eso, Kai.—afirmó él, viendo a Kai intentar de acoplarse nuevamente a ellos, al menos en un leve intento, pero había algo en su mirada que aún llamaba la atención de todos; era una mirada llena de miedo y pánico.

Se quedó sentada toda la tarde con sus compañeros—, incluso aceptó que Ochaco repasara sus notas con ella y habló sobre sus posibles movimientos especiales—. Aún no tenía claro cuáles quería, pero sabía que debían ser llamativos y acoplados a su don, Izuku la oyó y examinó toda la tarde, queriendo descifrar el miedo que Kai intentaba de ocultar al acoplarse con los demás. Y era obvio, pues en la lejanía de una cárcel donde el ex héroe número uno se sentaba para ver a su mayor enemigo con una gran sonrisa era la respuesta de Izuku, la presencia y los actos de aquel malévolo hombre habían creado unas raíces de terror en Kai que crecían lentamente, también de una manera muy dolorosa y abrumadora que la alejaba de todos. Había plantado su semilla en ella y sería otra víctima cruel que aprovecharía para apagar cada una de sus luces llenas de esperanza, como la del ahora albino con sus ojos azulados y lunares en el rostro, Naoto miraba por aquella ventana rota el atardecer sin esperanza y con una mirada desconsolada.

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Capítulo 10: Vuelve al juego.

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