𝟐𝟏

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
❛Las acciones son irreversibles.❜
────────────────────────

Culpa. Tenía tanta culpa que no podía dormir. Restregué mis ojos y me quite las cálidas sábanas. Me quede sentada en el borde de esa cama, mire al suelo para ver a mi amigo de cabello verde y crespo dormido encima de un futón. Me hacía sentir segura el hecho de que aunque durmiera en el suelo para que pudiera dormir en la comodidad de su cama, él se quedó a mi lado. Nos preparamos tan pronto el amanecer llegó, cepillamos nuestros dientes y él me buscaba con la mirada, estuve callada durante el desayuno que la Inko preparó para nosotros. Tanto ella como Deku lo notaron, mi desolada tristeza albergar por la profundidad de mis azules ojos. Fue así todo el día. Escondiéndome en la academia de aquellas miradas que pedían a gritos el saber de mi experiencia, e incluso sentir de la terrible situación que los noticiarios repetían en sus horas estelares. Estaba tan exhausta que recogí mi cabello en una coleta floja, donde mis flequillos sobresalían alrededor.

Tenía tantos pensamientos, tantas cosas agobiándome que no presté atención ni un minuto en la clase de inglés, la cual era mi favorita ante ser entablada por el superhéroe Present Mic. Dudo mucho que él no notara mi falta de atención, pero empatizo conmigo al notar que me recosté del pupitre sin interés de tomar anotaciones. No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido. El asesino de héroes. Mi hermano. La liga de villanos. Mi madre y padre. Todo en un mismo bucle, un dolor de cabeza angustiante que me impedía poder tener mis pies en la tierra. Me estaba ahogando en mi propio mar y no podía salir a la superficie, me ahogaría. Si tan solo la hubiera oído. Si tan solo hubiera hecho lo que me pidió, pero ahora las consecuencias son irreversibles y mi madre también se ha ido. El miedo al abandono se hizo más grande, como el mundo a mi alrededor. Todo era abrumador, e inseguro para mi. Tanto que la bandeja que sostenía en mis manos para ir a la cafetería temblaba por mi agobio.

—Déjame ayudarte.—me sobresalte, volviendo a la realidad cuando la visualización del ojo turquesa de Shoto me atrapó, al igual que su mano atrapó mi bandeja.

—Lo siento.—musité, en un tono demasiado bajo, estaba apenada, porque no quería preocupar a nadie y menos a él, menos una persona que carga con tanto.

—No te preocupes. Ven, comamos juntos.—me pidió con sutiliza, en las clases básicas nos sentábamos alrededor, pero no uno al lado del otro como en la clase de mi madre.

—Chicos, siéntense aquí.—pidió Iida cuando nos noto, no tarde en abrirme paso aún lado de Deku quien amplió el espacio para que Shoto colocara nuestras bandejas en la mesa.

—Eso huele muy bien Todoroki, ¿qué es?—le preguntó Deku, no tarde en mirar la bandeja de Shoto para visualizar su comida.

—Soba.—pronunció, buscando mi mirada al igual que todos los que yacían sentados, ni siquiera Uraraka o Asui quien yacía a su lado dejaban de mirarme desde que me senté.

—¿No vas a comer?—me preguntó Iida cuando noto mis manos entrelazadas y encima de mi falda, las miradas se hacían tan intensas otra vez.—Kai.—me llamo, no podía verlo a los ojos, otra vez tenía miedo.

—¿Qué?—levante la mirada, perdida para verlo preocupado, Iida dejó su comida aún lado y bajo la cabeza, tragando saliva.

—Kai, si quieres hablar con nosotros al respecto, está bien.—dijo, afirmando con su mirada y creando un silencio en la mesa.—Desde que te fuiste del hospital hemos estado preocupados. Se que no es nuestro problema y que no debemos entrometernos, pero estamos aquí para ti. Lo sabes, ¿verdad?—mi corazón se apretó cuando giré mi mirada, ellos me veían.

—Si, estamos muy preocupados Kai. Es muy desesperante no poder hacer nada por ti.—opinó Uraraka, dejando su comida aún lado para así Asui mirarme conjunto a ella.

—No hay manera de que podamos ayudar, si tú no quieres que lo hagamos. Respetamos tu espacio, solo queremos saber si podemos ayudar en algo.—comentó Asui, en un tono sereno y bastante cortes.

—No tienen que preocuparse por mi. Estoy bien.—articule, levantándome de la silla para así dejar mi comida en la bandeja.

—Espera, Kai.—me pidió Deku tan pronto avance, entre los alumnos que yacían alrededor y me miraban.

Todos me estaban mirando y eso me hacía tensar, reviviendo tanto caos que no quería volver a revivir. Las risas, los dedos señalándome, las expresiones y murmuras en los pasillos. Todo se repetía, de una manera diferente. Corrí por el pasillo, no tenía aire y sentía mis manos sudar con frecuencia. Si pudiera desaparecer, lo haría sin pensarlo. Me adentré al tocador, encendiendo la pluma donde restregué con agua fría mi rostro. Recordaba ese día cuando volví a la escuela luego de los sucesos de hace cuatro años, todos hablaban sobre mi y de mi familia, hablaban sobre lo que acontecía en mi vida y entorno. No quería sentir esa sensación, la amarga sensación de ser el centro de atención y que todos especularan sobre mi. Me quede cabizbaja, sujetándome del lavado en medio de la desesperanza abrumadora que volvía agobiarme. Respire hondo, mirándome en el espejo. Necesitaba solo ver en la pantalla de mi celular la notificación de mi madre, solo eso bastaría para hacerme sentir segura y que todo, absolutamente todo estaría bien. Que ella volvería y no me abandonaría.

—Shoto.—lo llame al salir del tocador, tenía una fina línea en sus labios, estaba cabizbajo y con su nudillo cerrado, se veía tenso.

—¿Estoy haciendo algo mal?—me preguntó, sorprendida ante su pregunta, guarde mi celular y denegué ante eso, confundida.

—Shoto, ¿por qué me preguntas eso?—le cuestione, levantó su mirada para así quedarse frente a mi, dándole la espalda a la ventana de fondo que permitía la luz del medio día.

—Se que estás preocupada. Pero me preocupa no tener a mi alcance una manera de ayudarte.—expreso con sutilidad, tardó en describir lo que sentía, como una dificultad.

—No tienes que ayudarme, no te lo he pedido. A ninguno de ustedes.—indique, de una manera hostil que salió de mi inconscientemente, viéndolo ofender ante eso.

—Kai, si crees que no lo entiendo, estás demasiado equivocada.—artículo, intentando de bajar la tensión de la situación que obviamente no tarde en estropear aún más.

—No tienes que recordarme que mi familia está igual de destruida que la tuya.—masculle, su expresión se volvió seria y más fría, para así verlo retroceder ante mi actitud.

—Eso no quiere decir que no haya manera de arreglarlo.—comentó, girándose para dirigirse al pasillo y darme la espalda.—Te veo en clases.—añadió, fríamente.

Me quede mirándolo, viendo como él se iba. Si algo debí haber hecho, fue agradecerle por haberse levantado en medio del almuerzo y pausarlo solo para venir a buscarme con la esperanza que volviera a la mesa, pero era aquí donde entendía amargamente que las acciones no son irreversibles. Mi comida se enfrió. No volví a la cafetería, porque deseaba tan solo alejarme de todo por un simple momento. El patio no era tan relajante, como lo sería la playa, pero dudaba mucho que fuera correcto saltarme las últimas clases. En la clase de la tarde me mantuve sentada aún lado de Jiro, ella me transmitía música con líricas bastante suaves. Todos habían tenido unas buenas pasantías. Estaban diferente, deseaba saber más sobre eso, pero no tenía ánimos para hablar en lo absoluto. Sin duda era algo egoísta de mi parte, sabiendo que la mayoría se estaba preocupando por mi, incluso los que menos creía. La campana sonó, por lo que recogí mi mochila e ignoré sin duda la fija mirada del profesor Aizawa sobre mi. Lo menos que quería era eso, era saber lo que pasaba por su mebye, porque si la mía era un caos, la suya debería estar peor.

—Gracias Jiro.—le agradecí cabizbaja cuando la música se detuvo, ella traspasó su brazo por mi hombro y me sonrió suavemente.

—Siempre seré tu apoyo musical en los peores días, recuérdalo Kiki.—me pidió, juntando su mejilla con la mía para despegarse.

—¡Si, y yo seré tu apoyo emocional si así lo necesitas!—articulo Ashido, abrazándome por la espalda para darme calidez, solo por eso mis ojos se humedecieron.

—Nosotros también podemos ser de un buen apoyo. ¿No es así, Kaminari?—se preguntó Mineta, sonreí de lado cuando lo vi apoyarse en Kaminari y mirarme.

—Ni lo pienses.—masculló Shoto cuando pasó por el lado de ambos, por lo que todos soltaron una bocanada de aire y me miraron.

—¿¡Ustedes!?—se cuestionó Kaminari para así, Mineta decaer en el suelo como si se hubiera desmayado.

—Quítate, pedazo de uva podrida, o te mataré.—artículo Bakugo en la salida, con las manos en sus bolsillos camino, mirándome fijamente cuando paso por encima de Mineta.

—¿Tú y Todoroki?—se preguntó Hagakure, desearía poder verla, porque siempre me tomaba desprevenida, me sacudía y yo solo veía como Shoto se iba, solitario.

—¡¡Me niego, me niego!!—mascullaba Mineta, para así Tokoyami mirarlo desconcertado, pues yacía en el suelo, dando vueltas.

—Creo que deberíamos alegrarnos por eso. Todos somos merecedores de sentirnos queridos.—me detuve en seco cuando oí esa palabra de Tokoyami, quien frío y distante se apartó, sin antes inducir en el tema.

—Es fácil decirlo cuando quizás Kiki está con el más atractivo del salón.—mi rostro enrojeció ante la honestidad y expresiva oración de Ashido detrás de mí por la mención de Shoto.

—¡Si, estamos juntos!—me atreví a decir, Mineta rompió en llanto y Kaminari se abrazó a Jiro desconsolado, quien lo empujó.

—Vaya Nakamura, pues creo que Todoroki tiene suerte.—expresó Kirishima, palmeando mi hombro para así sonreírme.

—En vez de hablar de temas tan infantiles para su edad, ¿por qué no se largan a casa de una vez?—se cuestionó el profesor Aizawa, cerrando la puerta del salón detrás de él.

—Si, señor.—comentaron todos, tomando su mochila para así encaminarse a la salida, todos siguiéndose entre sí.

—Nakamura, espera un momento.—baje la cabeza, apretando la manga de mi mochila, viendo a Deku detenerse con Uraraka y Iida, para así mirarme.

—Los alcanzaré.—afirme, ellos algo preocupado ante mi detención por el profesor Aizawa, se encaminaron con los demás.

—Evadir a tus compañeros no hará que te sientas mejor. Ni siquiera evadirme a mi.—comentó cuando me giré, para así verlo.—Te detalle que me importaba más tu salud emocional, que un simple capricho.—indico.

—La policía aún no sabe nada.—informe, apretando fuertemente la manga de mi mochila.—Con lo ocurrido en Hosū, no han podido recopilar mucha información de los testigos y aunque mi estadía en la casa de la señora Midoriya sea temporal, podrían pasarme al estado si mi madre no aparece en los próximos meses.—comente, preocupada.

—Comprendo.—asintió, oí sus pasos y miré al suelo, mirando sus zapatos cuando su mano se detuvo en mi hombro.—Intentaré averiguar. Todos los profesores estamos preocupados por ti. Estamos de tu lado, como tus compañeros. Se que no a todos nos gusta que ante estas situaciones las personas estén cerca, pero a tu edad, necesitas refugiarte en lo adecuado.—añadió, sosteniendo aún mi hombro.

—Fue mi culpa.—anuncie espontáneamente sin pensarlo, no sabía si era por la confianza o seguridad que me transmitía como profesor, pero mis ojos se humedecieron y mi cuerpo no tardó en temblar.

—No lo fue.—desistió, palmeando mi hombro de manera sutil.—Alguien te está esperando.—anuncio, distanciándose de mi.—Me recuerda cuando solía esperar a tu madre después de las clases. Valóralo, un día te levantas y el tiempo ha pasado. Algunas personas no duran para siempre.—afirmó frío, en medio de su distancia para irse.

Mire hacia la ventana, observando cómo en la entrada de la academia se veía a Shoto detenido. Frente a él yacían los demás. Él no hablaba, pero se veía a Deku frente a él haciendo señas. Charlaban, al igual que Iida, Uraraka permanecía ahí. Las palabras del profesor Aizawa azotaban en mi cabeza de manera constante, aunque toda esta situación estuviera abrumando mi cabeza, tenía que continuar con lo que había frente a mi. Tenía quince años. Era demasiado peso, pero sabía que habían personas pasando por cosas peores que yo y aún con sus rodillas rasgadas, seguían avanzando. Baje los escalones cabizbaja, después de todo lo que me había costado abrirme a mis compañeros y a divertirme junto a ellos, volvía a encerrarme en esa burbuja que odie por no tener la valentía de superar mis cosas y quizás, por el hecho de no superar era que estaba pasando todo esto. La culpa seguía ahí, la misma que no me dejó dormir me aplastaba como un camión. Tenía que estar agradecida de que no estaba sola, de que ahora volvería a un hogar, que aunque no fuera mío, me recibirían con calidez y compañía.

—Oye, ojos de cristal.—levante mi mirada, topándome con esos ojos rojizos mirarme detenidamente con frialdad.

—Bakugo, hoy no por favor.—le pedí para pasar por su lado y retirarme a la salida, pero él sostuvo mi brazo, impidiendo que avanzara.

—Quería decirte una cosa.—indicó, distanciándome cuando soltó mi brazo y me hizo mirarlo.

—Nadie te está deteniendo.—musité, no con actitud, porque él tampoco me estaba hablando con una, fue serena y accesible.

—¡No me presiones perdedora!—me pidió, tambaleando su pierna de manera constante ante su leve frustración.—No es que necesite algo de ti, ¡porque no necesito nada! Pero, si tú necesitas algo aún recuerdo esa conversación que tuvimos y yo... estaré aquí, ¡solo si necesitas algo, no si yo te necesito, porque no te necesito!—volvió a repetir, en su tono arrogante y hostil que me hizo bajar la cabeza para asentir.

—Gracias, Bakugo.—con gratitud levante mi mano y acaricie su cabello puntiagudo.—No podía esperar menos de ti.—musité, aislándome de él para notarlo tenso.

—¿¡Como una perdedora como tú esperaría menos de mi!?—se cuestionó explosivo, pero sostuve mi mochila y continué avanzando, para mirar de reojo como Kirishima se le iba encima de una manera sonriente.

—Kai, que bueno que estás aquí, ya nos íbamos.—anuncio Deku, quien giró su mirada atrás cuando me noto, para así verse asustado ante un grito de Bakugo desde la escuela.—¿Le hiciste algo?—me preguntó tembloroso, por lo que sonreí de lado al verlo señalarme.

—Eso no es importante ahora, Midoriya.—artículo Shoto, por lo que me apene ante su mirada fría en mi.

—¡Si!—indico Deku, rasgando su nuca.—Bueno, esperare para irnos, Kai.—anuncio, aislándose de mi y Shoto algo pícaro.

—¿Quieres que los acompañe?—me preguntó, pero de inmediato negué.—Esta bien.—afirmó sutil, hasta que se sorprendió cuando mis brazos lo envolvieron en un abrazo.

—Perdóname.—le pedí, recordando mi hostil actitud hacia él.—No quiero alejarte de mi por mis situaciones. No quiero ser una distracción.—musité, viéndolo aislarme.

—Maldición.—masculló, mirando al suelo apenado.—Mi padre te materializó esa ideología. ¿No es así?—me cuestiono en esa ira hacia su padre, por lo que me distancié de él.—No me importa lo que él piense. Solo me importas tú.—afirmo, mirando a la calle sonrojado.

—Y tu a mi.—afirme, desviando la fría tensión que nos distanció horas atrás, para así respirar hondo.—¿Nos vemos mañana?—le pregunté, estire mi mano para tocar la suya y verlo asentir con pesadez.

—No podría esperar.—indicó, acariciando mi mano que se desprendió de la suya cuando nos alejamos, yéndonos por diferentes caminamos devuelta a casa.

Sabía que algo no estaba bien en este sentimiento cuando me afectaba el hecho de verlo irse lejos. Sabía que no era una atracción, o un simple gusto. Este sentimiento estaba creciendo cada día más. Los verdosos ojos de Deku me miraron, pero me mantuve en silencio. Podía ver en sus ojos lo preocupado que estaba por mi, más que cualquier otro. Cuando llegamos a su casa, la sonrisa y cálida mirada de su madre se avecinó en mi. Los platos estaban en la mesa y la comida fue muy bien acompañada con charlas, desviando la tensión y tristeza que se amarraba a mi corazón. Encerrada en el baño, mirando un retrato mío y de mi madre. Solo debía cruzar una puerta, para así caminar y abrir la que llevaba a mi casa, pero no podía entrar ahí, sabiendo que ella no estaba. Mis lágrimas sobresalieron y tocaron el celular, el cual lleve a mi pecho hasta que una notificación llegó haciéndome ver algo. Nuevamente las palabras del profesor Aizawa tenían sentido, porque veía una fotografía que Shoto había enviado donde yacíamos sentados, uno al lado del otro. Y el mensaje me hizo esbozar una sonrisa hasta quitarme la tristeza.

"Fuyumi la tomo. Espero poder en los próximos años seguir estando sentado aún lado de ti."—era lo que decía el mensaje que calmó el llanto de mi adolorido corazón.

—Yo espero lo mismo, Shoto Todoroki.—musité, limpiando mis lágrimas para sonreír ampliamente y desvanecer mi tristeza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro