𝟐𝟎

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
❛La familia Todoroki.❜
────────────────────────

Era temprano en la mañana. Había salido del hospital, luego de haber sido entrevistada por unos agentes policiales. Estaba cansada y no podía continuar mi pasantía, desconocían los sucesos que habían iniciado con la desaparición de mi madre y querían asegurarse de que estuviera lejos de la situación hasta que pudieran resolver algo, pero en un momento así, no tenía esperanza. Miraba la ventana de aquel auto. Shoto había vuelto con su padre a la pasantía. Esperaba que pudiera estar bien, porque sabía lo prepotente que lo ponía la presencia de su padre. Tenía mi brazo envuelto en un vendaje e inmóvil. No quería lastimarlo más de lo que estaba, ademas no había logrado conciliar el sueño. Mis ojos pesaban y mi cuerpo estaba sin energía. Lo único que tenía eran los ojos de mi madre y su sonrisa, crujía mis dientes de solo pensar en lo dura que fui con ella. Debí, debí al menos creerle. Yo tan solo debí darle un abrazo antes de dejarla ir ese maldito día donde peleamos en la estación.

—Señorita Nakamura, ya llegamos a la residencia de la familia Todoroki.—nombró aquel cortes chofer, pues el matriarca de la familia insistió en sostenerme en su casa.

—Muchas gracias. Tenga buen día.—desee cuando salí del auto, cerrando la puerta con sutilidad para ver la oriental y amplia casa frente a mi, era extraño venir sin Shoto aquí.

—Buenos días.—sosteniendo mi maletín, deje de ver el auto yéndose cuando me giré y visualicé a esa joven adulta frente a la entrada de la casa.—Debes ser Kailani Nakamura, te estaba esperando.—las facciones similares a Shoto y sus ojos grisáceos reflejados en unos anteojos me hicieron mirarla.

—Lamento los inconvenientes.—fue lo primero que me atreví a comentar cuando baje la cabeza apenada luego de ver su cabello blancuzco con algunos mechones rojos en ellos.

—No te preocupes. Casi nunca recibimos visitas, además fue un acto conveniente de mi padre sostenerte aquí con nosotros hasta que pase la pasantía.—su mano se dirigió a mi espalda, era sutil igual que Shoto, se veía la serenidad en ella.—Por cierto, me llamo Fuyumi y estoy encantada de conocerte al fin.—indico, sonriéndome.

Se veía en su semblante. Ella era demasiado pasiva y serena, su manera tan delicada de acariciar mi espalda en una forma de consuelo me hacía saber que sostenía una leve empatía por las personas que inclusive no conocía. Ella era diferente a Shoto, incluso al semblante intimidante que mantenía su padre ante cualquier persona presente. Su calidez, la manera en que me introdujo a su hogar me hizo sentir una oleada de confianza y seguridad que esparció por un momento mi timidez, como si estar aquí ya no fuera nuevo y conocerla tampoco. Me adentré al hogar con ella, iba a copiar su acción de quitarme sus zapatos pero ella denegó con sutilidad, dejando mi maletín en la esquina del pasillo que vi. Había un silencio. Efectivamente no había nadie más que ella, pero conocía de la existencia de un hermano mayor más. La miré con detenimiento, pues ella recogió un bolso y sostuvo un contenedor de comida, para así alentarme a salir de la casa nuevamente.

—Imagino que estás cansada, pero no quiero desobedecer a mi padre o causar alboroto, así que no puedo dejarte sola.—comentó, con su mano libre en mi hombro.

—No te preocupes. Haré lo que digan.—dije de manera sumisa, pues no era un asunto de esta familia tener que cuidarme en la ausencia repentina de mi querida madre.

—Cuando volvamos prepararé el almuerzo, comerás y así podrás descansar. ¿Te parece?—me preguntó, esforzándose en no mantener ningún tipo de hielo o incomodidad conmigo.

—Lo agradezco.—asentí, cabizbaja y encaminándome en aquella acera con ella, bajando una leve colina.

—Es Shoto.—anunció cuando sostuvo su celular, el cual vibraba con un sonido de mensajería.—Usualmente no suele responder mis mensajes. Envía emoticones o me deja leído, pero no ha dejado de escribirme. Supongo que está preocupado por ti.—comentó ella, sonriendo de una manera pícara.

—Yo no le he respondido.—musité.—Se que él también influyó en la decisión del señor Todoroki para mantenerme cerca, después de todo, aún debo estar en la pasantía.—indique.

—No pienses en eso. Estoy segura de que mi padre te compensará la pasantía luego créeme, cuando se trata de eso es lo menos que deja pasar desapercibido. Lo vi por años.—comentó, algo nerviosa y risueña.

—Disculpa mi curiosidad, ¿pero a donde vamos?—decidí preguntar cuando desconocía la ruta, ella sostenía el contenedor de comida y vi sus ojos por el reflejo de los anteojos.

—Se que acompañaste a mi hermano menor al hospital para ver a mi madre, así que supongo que ya debes saber algunas cosas.—respondió ella, de manera suave.—Iremos a verla. También quiere conocerte.—añadió.

—¿Quiere conocerme?—le pregunté algo desconcertada, no era lo mismo que mi madre fuera una profesora que ya haya conocido a Shoto, a yo tener que ir a conocer a su madre la cual estaba internada en un hospital.

—No todos los días tú hijo va escribirte cartas para pedirte consejos sobre cómo tratar a una chica de quince años.—respondió ella, sonreí de lado y giré mi cabeza.

Me quede en silencio. Aunque ella me continuó hablando, sostuvo su mano en mi hombro todo el tiempo, guiándome por el camino de manera precavida. La brisa removía su cabello, al igual que el mío. Los pájaros cantaban y la gente que pasaba hablaba. Pero era como si no estuviera ahí. Si, fue un acto conveniente de su padre enviarme hasta su hogar para protegerme de los medios que estarían abrumándome por la desaparición de mi madre, después de todo, fue con él donde decidí hacer la pasantía y debía mantener una postura firme de un héroe con juicio. Como dije, agradecía ese acto del segundo mejor héroe, no debo dejar atrás que la influencia de su hijo, a quien ve como un prodigio del futuro, ayudó a mantenerme segura, pero no me quitó la preocupación. Mi madre desapareció. Era como un balde de agua fría, lleno de agonía y temor. Mi silencio lo noto Fuyumi, quien me miró cabizbaja. Sabía que esos nervios de Fuyumi, esa leve preocupación que desbordó en su actitud desde que me presente, era por el ambiente tenso donde creció conjunto a sus hermanos menores.

—Es aquí.—indicó ella, cuando deslizó la puerta y una tensión me impidió casi moverme ante visualizar a una mujer de pie frente a la ventana.—Madre, buenas tardes.—saludo de manera cordial.

—Fuyumi, no has venido sola.—informó con una voz suave y más serena que la de su hijo menor, incluso la de su hija presente.—¿Quién es?—se preguntó, mirándome con unos ojos grisáceos que me examinaron.—Oh, ya veo.—musitó, sonriendo de lado, era una mujer sumamente hermosa.

—Kailani Nakamura, es la amiga de Shoto.—me presento Fuyumi cuando noto mi timidez, extendí mi mano derecha hacia la adulta mujer.—Kailani, mi madre, Rei Todoroki.—asentí, sintiendo la fría mano de ella sostenerme.

—Es un gusto conocerte por fin.—expresó cuando me guió hasta un sofá.—Dime, ¿qué te ha pasado en el brazo?—se preguntó, preocupada.

—Fue por la pasantía. Tuvimos un percance y me lastime.—me abstuve en responder, mirando como Fuyumi preparaba unas bebidas.

—Cierto. Shoto me había contado que pasarían la pasantía con su padre.—comentó ella, sonriendo a pesar de parecer recordar al hombre que amargo su vida.—¿Él no vino?—se preguntó, buscando la mirada de su hija.

—Es que...

—Mi madre desapareció.—respondí ante notar a Fuyumi insegura de responder, dejando en asombro a la madre de Shoto, quien se vio preocupada.—Debido a que pasaba la pasantía con el señor Todoroki, no podía irme a mi casa aún. Amablemente me envío hasta su hogar para que Fuyumi me tutelara.—detalle cabizbaja, sosteniendo mi brazo lesionado.

—Tú madre es una heroína muy fuerte. Estoy segura que aparecerá pronto.—dijo Rei, extendiendo su mano hasta mi brazo derecho para acariciarlo.

—¿La conoce?—le pregunté, para verla sonreírme y asentirme, debía ser una pregunta tonta, pero estaba nerviosa y no sabía que decir.

—Solía verla en el sofá de mi casa con Shoto.—notifico, aún sonriendo, sin mostrar su dentadura reflejó la melancolía que le hizo alumbrar sus grisáceos ojos.

—Iré a buscar hielo.—comentó Fuyumi, dejando el embalse de comida encima de una encimera.—Ya vuelvo.—aviso, saliendo de manera serena de la pequeña habitación.

—No puede quedarse quieta.—opinó Rei, mientras que me quede mirando detenidamente la ventana, afuera la gente pasaba.

—Su casa es muy bonita.—musité.—De seguro debe extrañar estar allá.—añadí, oyéndola suspirar ante eso.

—Tú eres muy bonita.—le devolví la mirada, para verla mirarme afligida.—Lo lamento, es que no pensé que mi hijo tuviera la confianza de decirme que alguien le gustaba.—esbozo, restregando sus ojos grisáceos.

—Es su madre, lo necesita después de todo.—afirme, mirándola asentir para verla girar su cabeza hasta la ventana.

—De seguro debes creer que soy horrible por lo que le hice.—comentó, sin mirarme apenada.—Por eso quería conocerte. Tenía miedo de que la persona que estuviera aún lado de él, también creyera que merecía estar aquí.—la miré, decayendo mi semblante cuando vi su culpa y tristeza.

—Yo no creo que sea horrible.—admití, notando el borde de sus ojos lagrimosos.—Esta bien, equivocarse a veces, solo depende de nosotros no volver a cometer el mismo error. No creo que una persona como usted quiera seguir perdiéndose lo que sus hijos pueden hacer, dudo mucho que no quiera volver a sentarse en un sofá para ver a los héroes con su hijo.—ella abrió su boca, soltando un suspiro.

—Es cierto.—afirmó, para limpiar sus ojos y esbozar una sonrisa.—Lo que él me dijo, es cierto. Eres una maravilla.—me sonroje, bajando la cabeza ante ese comentario.—Por eso quiere protegerte. Ahora lo entiendo, solo temo de lo que sea capaz de hacer por eso.—añadió.

—Yo protegeré a su hijo cuando usted no pueda verlo. Se lo prometo.—indique, sonriendo cuando me transmitió la confianza y seguridad de expresarme de esa manera.

—El amor puede hacernos cometer locuras, pero es muy bonito.—musitó, mirando el resplandor del sol que se reflejó en nuestros rostros, haciendo brillar sus ojos.—Todos merecemos sentirnos amados por alguien.—dijo, con felicidad y a la vez, tristeza.

—Señora Todoroki, ¿como se siente ser amado?—le pregunté y sus ojos se abrieron ante mi pregunta, no sabía si era por el hecho de que yo no sabía cómo se sentía, o que quizás ella tampoco lo sintió.

—Creo que sentirse amado es cuando no eres capaz de ver la oscuridad, porque siempre hay luz.—intento de explicar, llevando la mano a su pecho.

—Ya volví.—nos giramos, viendo a Fuyumi con un embalse de hielo, sonriéndonos desde la puerta que cerró.

—Yo pude haber hecho hielo.—informe, notando como ella dio un leve bufido de sonrisa y me miró de reojo.

—Nosotras también, solo fue una estrategia para que se quedaran solas.—notifico, por lo que miré a Rei y sonreí.

La tarde había llegado. El hecho de haberla pasado en un hospital, me fue inesperado, más aún cuando estuve de frente todo el tiempo sentada ante la madre del chico que hacía mi corazón latir rápidamente de solo mirarme. Su hermana mayor se comportó sensacional conmigo. Mostró respeto y cortesía todo el tiempo, me hizo sentir que no debía estar apenada y mucho menos tímida de estar ahí. Nos mantuvimos en la cocina y aunque no pude ayudarla por la lesión en mi brazo, la observe. No dejo de hablar, como si no hablara con nadie más. Aunque hablamos de cosas que no suelo hablar, se me hizo confortante oírla y verla sonreír. Su facción me recordaba a la sutil expresión de su hermano menor cuando me sonreía. Pero luego de que vi a su madre, la mujer que los trajo al mundo supe que había gran similitud con ella. Estaba cansada y exhausta, así que tome una ducha. Ella fue más amable y me prestó ropa, me quedó un poco grande, pero era lo que había.

Mis ojos pesaron más, así que luego de haber culminado mi ducha y también en la cocina, ella encendió la televisión y luego me acompaño hasta su habitación. Acomodó su futón para mi y también unas sábanas que olían de maravilla. No pude conciliar el sueño en esa siesta, aunque tenían la puerta abierta para hacerme sentir segura, me fije en algo demasiado curioso. Me levante del suelo, descalza camine hacia ese retrato detrás de un escritorio. Debió haberse caído, pero cuando lo sostuve para verlo, deduje que ella debío esconderlo ahí, la imagen de ella con un niño a su lado de cabello rojizo y un bebé en los brazos de quien era la madre ellos, Rei. El niño de cabello rojizo tenía los ojos turquesa, así como Enji Todoroki. Desconocía su nombre, también quien podía ser, pero deducir que podría sin duda alguna ser el hermano que perdieron me hizo presionar el corazón, así que coloqué el retrato donde mismo lo encontré cuando oí una puerta cerrarse lejos del pasillo.

—¿Shoto?—oí en la lejanía, sintiendo mi corazón empezar a palpitar rápidamente.—No lo entiendo, creí que no vendrías hasta en los próximos días. ¿Se acabó la pasantía? ¿Pasó algo con papá?—se preguntaba Fuyumi, se oía bastante nerviosa.

—Solo quería venir a cenar. Y a verla.—me asome, oyendo la voz de Shoto, así que camine descalza por el pasillo.—No quiero que se sienta sola o incómoda sin mi aquí.—dijo y solté un suspiro de calma cuando de espalda lo vi, por lo que su hermana frente a él me miró.

—Tú hermana me ha tratado bien. No te preocupes.—dije, llevando mi mano hasta el pecho y sintiendo mis mejillas sonrojadas cuando él se giró, viéndome.

—¡Si, me ayudó a preparar la cena! Y también visitamos a mamá.—contó Fuyumi sonriendo, pero él solo me veía a mi, como si no hubiera nadie más aquí.—Sobre eso, serviré la comida. De seguro Natsuo ya viene.—indicó.

—No debiste venir. Tu padre debió haber estado en desacuerdo.—fue lo que dije, acercándome a él, pero tan solo recibí la calidez de un abrazo que me quitó mil suspiros.

—Es que no quería estar lejos de ti.—comentó, abrazándome con delicadeza cuando me retuvo contra su cuerpo, estaba apenado de hacerlo frente a su hermana y espero.

—Estás preocupado por mi.—afirme cuando me aísle de él.—No quiero ser una distracción.—indique cabizbaja, recordando las amargas palabras de su intimidante padre.

—Un héroe se preocupa por las personas. Además de eso, quiero ser el tipo de héroe que al llegar todos se sientan seguros.—detalló, con su sutil voz.—No quiero que te sientas insegura con todo esto.—comentó, mirándome.

—Yo se que puedes ser el héroe que elijas ser, solo no quiero que por mi culpa te desvíes de tus objetivos.—recite, preocupada ante su inesperada presencia, olvidando la pasantía.

—No puedes aceptarlo, ¿verdad?—me preguntó.—Que alguien te quiera.—su manera de decirlo tan varonil debió sin duda enrojecer todo mi rostro, no lo soportaba.

—Cállate.—le pedí, cruzando mi brazo para acariciar mi lesión, la cual él miró.—Estaré bien.—afirme, desviando la mirada.

—Que molesta, no soporto cuando eres tan orgullosa.—expresó, caminando por mi lado para dirigirse por el pasillo.

—Y yo no soporto que me hagas sentir así.—esbocé en un suspiro, sabiendo que de solo mirarlo, todas mis emociones se atacan como un imán contra él.

Pero, por un momento olvidé toda la tensión que tenía en la mañana e incluso el día anterior cuando me senté en ese cojín aún lado de él para comer conjunto a su hermana mayor. Para mi sorpresa, la presencia del otro no llego, debió haberse atrasado, pero no soportamos esperar más para poder comer. No sabía si esto era rutina, pero ellos parecían estar cómodos con mi presencia en la mesa donde disfrutábamos de una deliciosa comida preparada por la fémina delante de mi, quien no dejaba de hablar con su hermano menor, pero este solo escuchaba y se limitaba a responder. Me sentía familiarizada. Otra vez sentía comodidad y calidez en este lugar, donde debieron suceder cosas friolentas hasta marcar las cicatrices más visibles de Shoto. Y aún así, estar aquí me hizo sentir además de familiarizada, segura, como si jamás hubieran pasado un infierno. Ayudamos a recoger la mesa, también limpiamos los platos y nos retiramos cuando Fuyumi se quedó sentada en el sofá, viendo una telenovela que le tenía los mocos tendidos.

—¿Estás cansada?—me preguntó Shoto cuando me senté encima del futón de su habitación, aún lado suyo vi como él me miró de reojo.

—Si.—musité, dejando caer mi cabeza en su hombro.

—No me iré hasta que te duermas.—me pidió, pasando todo su brazo por mi hombro para aferrarme a su lado.

—Tú corazón late muy rápido.—comente cuando mi oreja cayó en su pecho y él respiró hondo ante mi cercanía.

—Me pones nervioso.—admitió, deslizándome contra él encima de su futón, donde ambos quedamos abrazados.

—Te agradezco por haber venido hasta acá solo para asegurarte de que estuviera bien.—dije, recordando la pasantía y sintiéndome apenada, no pude culminarla y él se sintió obligado de hacer lo mismo.

—Me alegra estar en casa por primera vez.—indicó, bajando su mandíbula un poco para buscar mi mirada, la cual obtuvo.

No falto que dijéramos más. Fue la conexión, la química que no nos permitía alejarnos del otro desde el día en que cruzamos miradas por primera vez. Era como si nuestros corazones tuvieran imanes, no podíamos separarnos desde entonces y no podía esperar a sentir más. Sus labios y los míos se plasmaron, acostados en el suelo, él me sostuvo con sutileza de no lastimar mi brazo izquierdo lesionado y me abrazó. Era un aferró, uno tan genuino que desbordaba la copa que estaba a punto de derramarse con una copa vacía para desvanecer mis más grandes miedos. Su presencia, su calidez, era todo de él lo que me hacía desistir de la oscuridad cercana a mi luz. La humedad en nuestros labios, el deseo insaciable que sentía me hizo impulsarme sobre él y sentir el calor de mis mejillas conjuntarse con las suyas cuando di un roce que me hizo alejarme de inmediato, apenada para percatarme que estaba encima de él en una posición demasiado comprometedora para jóvenes como nosotros, pero Shoto se quedó quieto y extendió su mano hasta mi cuello para volver acercarme.

—Fuyumi, la policía está afuera.—me distancié de Shoto sonrojada, repleta de calidez cuando oí esa voz, levantándome de encima suyo para verlo levantarse igual de sonrojado.—Están preguntando sobre una niña.—indicó, su voz se oía lejos por el pasillo.

—Es mi hermano. Ya llego.—afirmó, asomándose por el pasillo por donde decidí seguirlo, agarrando su camiseta para que no me dejara atrás.

—¿La policía, Natsuo?—se preguntó Fuyumi, saliendo de la sala de estar, donde nos topamos con ella y otro chico que me miró sumamente desconcertado por mi presencia.

—Es por mi.—dije, llamando la atención de la hermana mayor quien llevo su mano hasta su pecho.—Deben traer noticias.—indique, preocupada.

—No comprendo.—musitó el hermano de cabello blancuzco y ojos grisáceos, mirando a su hermano menor sumamente confundido.

—Es mi compañera de la academia.—informó Shoto.—También es mi... —se entrecortó, pero las mejillas de su hermano sonrojaron y se vio algo conmocionado por esto.

—Eso es... es bueno, Shoto.—note la distancia, pero la serenidad de él ante eso, no lucía incómodo, solo estaba asombrado.

—Kailani Nakamura.—me presente, rompiendo el hielo y estirando mi mano, con una sonrisa lo miré para verlo relajar sus músculos.—Shoto me ha hablado sobre ti.—me atreví a mentir, pero eso ocasionó un brillo en sus ojos.

—¿De verdad?—se cuestionaron ambos hermanos, solo que Shoto derivó en un tono bajo a diferencia de su hermano mayor, no parecían ser unidos, lo noté.

—Natsuo, te dejé un mensaje, avisándote.—indicó Fuyumi, mirando a su hermano en desaprobación, mientras que nos siguió hasta la puerta cuando Shoto la deslizó.

—Oficial Tsukauchi.—musité cuando me asome conjuntó Shoto y sus hermanos atrás de mi, pero abrí mis ojos asombrada cuando no solo vi a ese oficial.—Señora Midoriya, Deku. Están aquí.—afirme contenta.

—La señora Midoriya cree que podrías estar segura en su casa, aún no hemos conseguido pistas sobre la desaparición de tú madre.—mencionó el oficial, mirándome con detenimiento.—Hará un papeleo para tu custodia de manera temporal, es lo único que podemos hacer.—afirmó, por lo que baje la mirada.

—Fuyumi, busca sus cosas, por favor.—pidió Shoto de una manera desanimada, el oficial no tardó en subirse al auto, para así yo acercarme a la señora Midoriya.

—Oh mi cielo, cuanto lo lamento.—dijo ella, abrazándome con sutiliza contra su cuerpo, para así Deku acariciar mi hombro .

—¿Estarás bien?—se preguntó Shoto cuando se paró frente a mi, Inku se aisló de mí para resguardar mis cosas junto a Deku en el auto.

—Estaré bien.—indique, acercándome a él para darle un beso en la mejilla delante de todos que lo ruborizo, pues bajo su cabeza para ocultar el color rojo.—Les agradezco.—me incliné en referencia ante él y su familia.

—Midoriya.—lo llamo Shoto, por lo que me detuve antes de subirme al auto, mirando el contacto visual de ambos.

Fue como una afirmación que no entendí, un mensaje oculto en esas miradas que me hicieron sentir segura. Me quede mirándolo con detenimiento. La puerta se cerró y el hecho de que me fuera, le pareció un total balde de agua fría encima suyo. Suspire, dejando caer mi cabeza encima del hombro de la señora Midoriya, quien sostuvo mi mano con fuerza y la entrelazó. Esto no me gustaba. El hecho de que la situación se tornara tan seria como para tener que pasar mi custodia en manos de alguien más, al menos estaría segura y aún más cerca de las personas que quería, pero nada de eso aliviaba mi corazón y la angustia que tenía sobre el paradero de mi madre. Mis ojos se humedecieron, pero nadie se percató. Esto estaba peor de cómo empezó y sin duda, terminaría más fatal de lo que pudiera imaginar, porque ni siquiera la luz de los que me amaban me salvaría de la oscuridad que me estaba acechando desde antes de empezar en la academia para héroes que debí sacrificar para salvar a todos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro