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❛El frente paranormal.❜
OMNISCIENTE
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Los alumnos de la UA se habían estado levantando para sus entrenamientos desde las cinco de la madrugada. Acostumbrarse no era una tarea difícil, pero poder resistir todo el día, sin duda alguna lo era. La albina tenía sus ojeras marcadas, como la mayoría de sus compañeros, quienes habían estado entrenando sus dones de manera ardua. Tanto la clase A, como las demás clases estaban teniendo como propósito mantener a raya su don, hasta poder desarrollarlo de una manera más potente y determinada. La tarde había llegado, así que todos estaban ansiosos de poder cenar. La dinámica era divertida, porque tenían que cocinar su propia comida, o ayudarse entre sí. Kai dejaba su cabello suelto, escondiendo el flequillo detrás de ambas orejas. Encima, una banda negra que aplastaba su cabello. Habían estado distante con todos, incluso con los profesores y asesores que se mantenían en el campamento como seguridad de los alumnos. Tenía un kimono de pantalón, color azul oscuro, suelto de una manga.

Por debajo una camiseta blanca, que iban en juego con unos calcetines que sobresalían de sus botas de agujetas color negras. Kai sobresalió del vestidor de chicas, donde otras aún se alistaban para la cena. Había permanecido durante el día en lugares de temperatura alta, para así desarrollar su don incluso en los días más calurosos, también practicó la resistencia de este sin tener que desmayarse—por un momento pensó en las palabras del héroe flamante número dos—, pero pensé en él le traía una tristeza que decaía su expresión, la cual había mejorado un poco. Sería imposible para ella olvidar la situación, porque todos los de la UA sabían que había perdido a su padre y que no era un sin nombre, aquel fue un héroe estimado por algunos alumnos que no tenían el valor de acercarse a ella, ni siquiera los que tenían una tarjeta de colección con dicha firma del héroe. Hacían como si nada pasara, y eso favorecía, aunque a su vez no, porque Kai necesitaba hablar sobre eso, necesitaba sacarlo de su sistema.

—Que mal que All Might no haya podido venir.—mencionó Midoriya, algo desanimado mientras recogía vegetales.

—Si.—respondió Shoto en medio de su asentimiento, esquivando su mirada cuando vio a Kai por los alrededores del campamento.

—Ha adelgazado.—opinó Iida junto a ellos, sosteniendo algunos vegetales para ver cómo Shoto se quedó observando a Kai con detenimiento; siempre estaba hermosa ante sus ojos con heterocromía.

—No estamos juntos, Iida.—pudo admitir Shoto, sin ver la expresión abierta de su compañero quien había tenido sus dudas como también sospechas en estos días.

—Pero, ¿qué sucedió?—se preguntó desconcertado Midoriya, sosteniendo la canasta recordó el día lluvioso donde Shoto fue a su casa.—Es porque tu padre...

—Si.—afirmó Shoto sin esperar que Midoriya culminara la oración, porque estaba avergonzado de admitir lo que había hecho su padre.

—Pero...

—Midoriya, te conté en el festival deportivo el odio que guardo hacia mi padre. Supiste y entendiste que yo no quería aceptar el hecho de que alguien me gustaba porque no quería ser como él, no quería dañar a alguien, como él daño a mi madre.—decía Shoto,  cabizbajo.

—Si, lo recuerdo. Cuando te dije que ese don es tuyo.—comentó Midoriya, en un tono bajo como si estuviera desanimado.

—Aunque sea mío, no deja de significar que lo herede de él. Lo uso, pero aún analizo cada vez que lo hago.—explicaba Shoto.—Yo le hice una promesa a Kai, porque quería impulsarme a mi mismo para ser mejor persona. Le prometí que si la lastimaba, me alejaría de ella.—añadió, en un tono sereno.

—Todoroki...

—En la Isla, lastime las palmas de sus manos. Aunque para ella no fue nada, para mi fue una pesadilla. No deje de pensar en eso, porque sé que en el fondo le dolió, así como a mi madre le dolieron los golpes de mi padre.—Midoriya miraba con pena a su compañero, quien recogía vegetales.—Suena repetitivo, pero intento de huir de esos recuerdos de mi infancia.—indicó Shoto, levantándose del suelo para sostener la canasta.

—No puedes seguir atándote al pasado.—comentó Iida, intentando de persuadirlo, pero de una manera positiva.

—Lo sé, fue lo que me dijo mi madre, pero es muy difícil no hacerlo.—justificó Shoto, mirando la canasta.—Le dije a mi padre que cruzaría mi propio camino, no iré por el lugar donde él quiera llevarme. Eso implicaba mi manera de quererla.—recordó, algo desilusionado de sí mismo.

—¿Y entonces por qué tomaste esa decisión?—le preguntó Midoriya, viendo a Shoto mirarlo con detenimiento.

—Porque ella confió en mi, me pidió que no me entrometiera, era un asunto familiar muy sensible y me dejé llevar por mis sentimientos cuando le dije a mi padre. No fue correcto decirle.—fue lo que decidió responder, sabiendo cómo su compañero intentaba de animarlo.

—¿Como ibas a saber que algo así ocurriría?—le hizo cuestionarse Iida, mirándolo con detenimiento.—No fue tu culpa, Todoroki.—pronunció.

—Lo sé, pero no puedo evitar sentir lo contrario.—justificó, sabiendo que su acción creó un daño colateral, uno que se le fue de las manos.

—Puedo preguntarte algo.—Midoriya se dirigió a él nuevamente cuando el silencio los acompaño, no era un silencio incómodo, si no, triste.

—Adelante, Midoriya.—dándole la confianza, Shoto se quedó con la mirada pegada en Kai, quien yacía sentada a una leve distancia con las chicas.

—Todoroki solo dime una cosa, ¿tú la quieres?—fue una pregunta abrumadora, una que le pareció pesar porque jamás se había preguntado eso.

Los ojos del bicolor quedaron plegados en aquella joven de su misma edad, de unos centímetros más baja que él. Desde el momento en que la vio por primera vez en la UA, algo en él pareció alumbrarse. Como una antorcha de esperanza, una que lo guiaría hacia todo lo que no tuvo y siempre necesito. Podía decir que casi tendría dependencia emocional, era evidente que la extrañaba, tanto que su alma ardía, pero ninguno de los dos dependía del otro, porque lo que habían creado fue algo demasiado natural y fluyente. Shoto se quedó mirándola, examinando todo en ella. ¿Qué si la quería? Hoy, en esa tarde se dio cuenta de que le tenía amor, de que no era infantil. Era amor lo que sentía, sintió amor cuando la beso, sintió amor cuando sus manos acariciaron su piel muchas veces. Todo eso que alguna vez hizo con ella, lo hizo con amor. Sus ojos se abrieron grandemente, porque lo irónico era que jamás se lo dijo en el momento en que ella si lo hizo. Porque ella se sentía igual y parecían estar destinados a quererse.

—Si.—respondió, de una manera fría como si sus pensamientos no fueran la iluminación de un sol, cuando se sentía así.

—Entonces nada está perdido.—indicó Midoriya, sonriendo al saber que del otro lado de la moneda, Kai se sentía igual.

—¿Como puedo volver acercarme?—le preguntó Shoto, inexperto e inseguro, no quería dañarla, porque de por si, ambos ya se habían lastimado.

—Y ahí lo tienes.—sonrió Iida, avanzando unos pasos antes que Shoto.

—¿A qué te refieres?—le cuestiono en duda, sosteniendo la canasta de vegetales que usarían para hacer su propia cena.

—Que no estás siguiendo los pasos de tu padre.—indicó Midoriya, dejando a Shoto aún más alumbrado que una antorcha de esperanza.

—Chicos.—llamó Shoto antes de que Midoriya e Iida se alejaran más.—Gracias.—agradeció con gratitud a sus compañeros, quienes asintieron.

—Quítate, mitad y mitad.—Shoto se removió cuando Bakugo pasó, para así quedarse analizando también los sentimientos de este por Kai.

—Kai.—la albina sentada en un tronco y viendo como los demás se preparaban comida miró a Asui pensativa aún lado de ella.—Se que no es adecuado preguntar, pero la duda no me ha dejado descansar. ¿Tú y Todoroki rompieron?—se preguntó ella, dejando a Kai con una expresión seria.

—Tsu.—llamó Uraraka, algo incomoda y apenada por la pregunta, pues los ojos de Kai se levantaron para ver a Shoto dirigirse a las cocinas.

—¿Es muy obvio?—la afirmación en medio de la pregunta hizo que sus compañeras la miraran con asombro, pero Kai se veía aún sería.

—Pero, ¿por qué? No lo entiendo, se veían muy bien juntos.—opinó Yaoyorozu, aún lado de Jiro quien se preocupó por Kai.

—No es nada, solo olvídenlo.—pidió la albina, se levantó de una manera amarga para así alejarse de sus compañeras, quienes se quedaron mirándola.

—No creo que ella esté bien chicas.—comentó Uraraka, con un puchero se quedó viéndola, mientras que de paso Iida también la vio.

No llores. No llores.—se repetía Kai en su cabeza una y otra vez, porque sus ojos se humedecieron en cuanto paso por el lado de Shoto.

—¡Todoroki! Enciende este hoguera por favor.—pidió Kaminari, por lo que Shoto dejó de mirar a Kai para así acudir a su compañero.

La hoguera se incendió con el fuego, tan potente como las llamas vivientes que se mantenían en la mente de la albina. Ella se cruzó de brazos para así caminar por el bosque. Algunos de la clase B la vieron, murmuraban sobre su situación y otros preferían tan solo no decir nada al respecto. Había tanto en su cabeza, empezaba a sentir que realmente no quería estar aquí—pero tampoco quería estar en algún lado—, es como si quisiera desaparecer como las estrellas cuando el sol sobresale en la mañana. Respiro hondo. Sumamente hondo, sentada en el suelo y con sus manos abrazando la rodilla Kai se mantuvo por horas. Su cuerpo se mecía, porque solo pensaba en los ojos ámbar de su padre y la sangre que tosía, pero también en el cálido abrazo o las sonrisas que se le escaparon al ver a su hija adolescente frente a él. No podía ser cierto que se haya ido, que simplemente ya no estuviera por ningún lugar donde ella pudiera llegar. Kai empezó a sollozar muy fuerte, porque quería irse a casa, pero no había lugar a donde ir. Lo ha perdido todo, absolutamente todo.

—Mamá.—llamaba con sus labios temblorosos, escondiendo su rostro entre las rodillas.—Mamá no me dejes, no me dejes.—pedía, sin consuelo alguno detrás de unos árboles la veían.

El pequeño con una gorra rojiza la veía, escondido se escabullía como cada día desde que los aspirantes a héroes habían llegado. Se iba lejos, a un lugar cómodo que aprecia una guarida donde observaba el bosque. Kota no comprendía porque se veía tan frágil y lloraba, así que se quedó merodeando por un rato. Incluso la noche cayó. Se hizo fría, así como el ambiente y la brisa por la temperatura de Kai sobresalir de su cuerpo, extendiéndose por el lugar. Solo oía las vagas pronunciaciones de la fémina pidiendo a sollozos que su madre volviera a ella. El pecho de Kota se comprimió, sus ojos se humedecieron porque él entendía el sentir de la albina. Él también rogaba a diario en su mente el regreso de sus padres, los que jamás volverían luego de haber sido asesinados por un cruel villano. De ahí su odio. Y de ahí, podría salir un odio de Kai por los héroes. Porque ella se estaba haciendo muchas preguntas, tantas que no habían respuesta. Ella levantó la mirada, cuando el olor a quemado se presentó.

—¿Has visto a Kai?—se preguntó Midoriya, Uraraka denegó, esperando paciente que el juego por el bosque tenebroso iniciaría para pasar el rato, el joven de ojos verdosos se preocupó.

—No la he visto desde la cena. Y no la llamaron para los equipos al azar.—mencionó Iida, con su mano en el mentón, igual de preocupado.

Kota se removió de su lugar, oyendo pisadas que lo alarmaron. En el campamento iniciaban un juego para entretener a todos, algunos estudiantes ya caminaban por ahí en equipos. Katsuki y Shoto eran de los primeros, así que se sentían tensos por la brisa de la noche, viendo una neblina extraña merodear por otros rincones donde alumnos retrocedían. Kai se levantó del suelo, limpiando su pantalón. De momento el ambiente cambió, restregó sus ojos llorosos porque también estaba oyendo pasos pesados. Debía ser una broma, o quizás no. Su respiración rápidamente se entrecortó. Levantó ambas manos, pero los arbustos se movieron con brusquedad y ella abrió sus ojos cuando vio a esa bestia arrinconarla. Kai cayó al suelo, rodó y soltó un jadeo cuando su cabeza chocó con una piedra. Tan rasposa que de seguro creó una abertura. Ella se quedó ida. Era una bestia, la misma que en la USJ. Los Nomu de la Liga de villanos, con eso sólo significaba una cruel afirmación.

—Están aquí.—afirmó ella agitada, girando en el suelo cuando el Nomu avanzó contra ella, tenía tanta fuerza que arrastraba el césped.

—¡Oye!—una salpicada de agua hizo a Kai estremecer, el niño de cabello oscuro sobresalió de los arbustos para llamar la atención del Nomu.

—¡Kota, no!—denegó Kai cuando el Nomu se fijó en él, por lo que cayó al suelo al tropezar con una rama que lo hizo tambalear del miedo.

—¡Déjala en paz!—pidió Kota, salpicando más agua hacia el desforme producto de la Liga que hizo a Kai levantarse del suelo con rapidez.

—¡Huye de aquí!—ordeno Kai cuando se trepó encima del Nomu, buscando congelar su cabeza.—¡Escóndete!—artículo con prisa, para así Kota dudar de inmediato.—¡Por favor!—rogó ella.

—¿Por qué? ¿Por qué alguien como tú me salvaría?—se preguntó Kota, retrocediendo con lentitud y aún duda, mirando a Kai.

—Mandalay, Pixie Bob, Ragdoll y Tiger deben saber lo que sucede.—dijo Kai en voz alta.—Así el profesor Aizawa y Kan podrán venir.—anunció Kai, Kota tembló del frío que había.—¡Y si logras enviar el mensaje, entonces tú también puedes ser un héroe!—añadió, haciendo que los ojos del niño brillaran para así marchar.

Kai se encontraba desconcertada. ¿No había seguridad suficiente? Era imposible que los hayan encontrado con tanta facilidad, así como en la USJ. No podía ser coincidencia. Ella se aseguró de mantener al Nomu entretenido, porque no quería expandir su don en presencia del pequeño, quien luego de dudar, corrió. Una neblina rosada se seguía expandiendo por el bosque, presencia de más bestias deformen se asomaban por los rincones más oscuros y el bullicio no tardó en empezar. Las manos de Kai temblaban, porque este Nomu era intimidante, como alto e imponente. Los que no yacían en el campamento y estaban en sus clases extras corrían con suerte. Ella soltó un jadeo cuando aquel Nomu lanzó un golpe, Kai extendió una gran fuente de agua helada que le impidió acercarse a ella. Debía huir. Kai no tenía la fuerza y capacidad para pelear contra esa dichosa bestia. Tenía que procurar que los demás estuvieran bien, pero se fue por otro camino. Porque si seguía a Kota, el Nomu los encontraría.

Corría agitada por el bosque, las ramas estaban raspando sus mejillas hasta hacerlas sangrar. Parecía un laberinto de muerte en el que intentaba buscar salida. El destello de su don alumbraba desde algún punto, porque Kai estaba lanzando fuentes de agua helada para bloquear al Nomu de ella, pero él corría demasiado rápido, estaba a pelos de alcanzarla. Su mente seguía dando vueltas, ¿por qué estaban aquí? ¿Acaso sabían que All Might no vendría? No, él debía ser su objetivo, quizás.—Kai no sabía que pensar, solo esperaba que Kota estuviera bien o al menos muy lejos—. Se sentía perdida en el bosque, pánico se interponían en sus decisiones. Pensar bajo presión era amargo, pero en esta situación lo necesitaba, aunque desconocía si podía combatir, no tenía licencia y la situación en Hosū le dejó una lección. Kai seguiría corriendo, tenía que huir hasta que su cuerpo chocó con otro, por lo que Kai cayó al suelo para rodar por una colina abajo, golpeando todo su rostro y cabeza hasta crear leves lesiones que la hicieron perder la conciencia por unos segundos.

—Maldición.—pronunció Bakugo, caminando con las manos en su bolsillo, Shoto iba a su lado en una expresión seria y reacia.

—Puedes volver por donde vinimos si tienes tanto miedo.—comentó Shoto, viendo a Bakugo fruncir su ceño con suma ofensa.

—¿Quién te dijo que tengo miedo?—se preguntó Bakugo, deteniéndose en seco frente a Shoto quien lo miró fulminante.—Tú pareces estar asustado.—opinó Bakugo, con una fina línea en sus labios.

—No lo entenderías.—artículo Shoto para darle la espalda a Bakugo y caminar, evadiendo el tenso tema, mientras olía a algo extraño.

—¿Crees que no?—Shoto se detuvo en seco, mirando de reojo a Bakugo, lo miró fijamente.—Yo también estaba ahí. Se lo que se siente no querer perder.—afirmó, viendo a Shoto retroceder.

—Ella no es una competencia.—comentó Shoto, su ceño se frunció al igual que el de Bakugo.—Y si lo vez así, no la mereces.—añadió.

—¿Y qué te hace creer que tú si la mereces?—le preguntó Shoto.—Si la primera oportunidad de huir que viste la aprovechaste, idiota.—Shoto se quedó serio, analizando las palabras de su compañero, quien estaba en la misma expresión.

—Algo se quema.—pensó Shoto, evitando el tema para ver el humo extenderse por la noche estrellada.—¿Qué será?—se preguntó.

¡Chicos! Hay dos villanos aquí, es posible que no estén solos. Si pueden, vayan al campamento. Eviten entrar en combate.—la voz de Mandalay se presentó con su don ante los demás quienes la oían mentalmente.

—¿Villanos?—se cuestionó Shoto, por los alrededores del bosque Eraser corría con Kota en sus brazos; lo encontró luego de que Midoriya lo defendiera de un vil villano en la colina donde intentó esconderse cuando Kai le ordenó huir. 

—Demonios.—masculló Bakugo, cubriéndose del gas que se extendía por todos lados, mientras que Shoto tendía en su espalda a otro alumno.

—¿Está gas era obra de un villano? Me preocupan los demás, pero no hay opción. Evitaremos la meta e iremos al campamento. Dejaremos que Ragdoll se encargue de la situación.—indicó Shoto, avanzando con el peso en su espalda.

—No me des órdenes.—pidió Bakugo, cubriendo su boca para avanzar detrás de Shoto.

—Hay alguien.—articulo Shoto, deteniéndose en seco cuando oyeron murmuras enfrente de una extraña e imponente figura.

—Eso es... ¡oye! ¿Quienes iban al frente?—se preguntó Bakugo tenso cuando vio sangre en el suelo y un hombre removerse.

—Tokoyami junto a Shoji.—respondió Shoto, igual de tenso mientras sostenía el cuerpo en su espalda, todo se estaba complicando.

—Pero, que es... ¿qué es eso que está en el suelo?—Shoto abrió sus ojos grandemente cuando observó lo que había en el suelo.—Esa maldita diadema negra.—detalló Bakugo, destapando su boca.

—Es de... ¡es de Kai!—afirmó Shoto, sus ojos empezaron a buscar cada rincón del bosque, procurando la presencia de la albina.

¡Estudiantes de la UA, en nombre del héroe Eraser Head tienen permitido combatir, repito, estudiantes de la UA, tienen permitido combatir!—se oyó nuevamente en cada mente de los estudiantes esparcidos por el bosque, de parte de Mandalay quien peleaba contra villanos.

—Señor, ¿ellos estarán bien? Yo golpee a ese chico cuando lo conocí, traté mal a esa chica albina también, pero aún así están heridos por salvarme.—lloroso, Kota se abrazaba a Eraser quién huía lejos del bosque para llevarlo a un lugar seguro.—Ni siquiera les dije gracias. Ni perdón, ¿ellos estarán bien?—se preguntaba, pensando en la lesión de Kai en su cabeza cuando la dejó en el bosque.

La albina recuperó el aliento. Hojas se adjuntaban en su ropa, al igual que la tierra. Kai parpadeo con gran lentitud, levantándose para quedar sentada en el césped. Se sintió mareada. Toco su cabeza y no sintió la diadema, debió haberse caído en el camino cuando chocó con un cuerpo y cayó colina abajo. La sangre bajaba de su cien, conjuntándose con las raspaduras de su mejilla. Se levantó con lentitud, hasta que jadeó. Tenía una gran astilla de madera enterrada en su muslo, sus manos temblaron, dudando si quitarla. Apretó sus labios con gran fuerza, sosteniendo el trozo de astilla y desterrándolo de su piel. Un grito ahogado se escapó, ella cubrió su boca con la mano llena de tierra para ver la sangre sobresalir espesa. Por un momento olvidó en la situación que estaba, así que se levantó con duda. Caminando colina abajo. ¿Todos estarán bien? Kai estaba preocupada, su muslo estaba desangrándose y su cien le dolía. No podía ver bien porque la sangre cayó en su párpado, así que la restregó. ¿Los demás también estaban peleando? Las llamas azules seguían por el bosque, Kai no sabía qué hacer. Tenía miedo y no podía moverse bien.

—¡Descubrimos dos de sus objetivos! ¡Son dos estudiantes, sus nombres son Kailani y Kacchan!—la voz de Mandalay tenso a todos, incluso a Kai, quien se detuvo en seco cuando vio aquel joven frente a ella.—¡Kailani y Kacchan, deben evitar el combate y actuar por su cuenta! ¿¡Entendido Kailani y Kacchan!?—decía ella, en un grito en la mente de todos los que oyeron.

Las llamas azules merodeaban todo el lugar, su agua helada se esparcía con el fin de extinguirlas, hasta que esos ojos turquesas se presentaron ante ella. Su impulso del suelo con la potencia helada que opuso en sus pies, evitando las llamas azuladas que casi la alcanzaban. Agitada respiro, porque sintió la potencia de estas y como estuvieron apunto de tocarla. Su risa se presentó. Era un joven alto, con cabello oscuro como la noche y su podrida alma, porque su mirada era pesada, tan deprimente como un vagabundo. Cayó al suelo cuando su muslo tambaleó. Kai tenía miedo. Era otro ataque de los villanos y su corazón sentía que se saldría por la boca, porque estaba sola y no había nadie que pudiera ayudarla. No era una práctica escolar, no era otra prueba de admisión, esto era real. Se quedó distanciada de él, mirando sombríos parches morados alrededor de su rostro con grapas. Se veía doloroso, pero él se mostraba intimidante, como un villano preferiría que lo vieran o sintieran, así era Dabi y sus llamas azuladas.

—Creciste.—su voz gruesa la dejó helada, sus manos se mantenían alerta, pero se desconcertó en cuanto dio esa mención.

—¿Qué-qué quieren?—pregunto con una voz fría, resonó entrecortada por el leve pánico que estaba sintiendo, quería irse.

—Hagamos esto más fácil. Solo ven conmigo y todo acabará.—articulo; abrió su ojos grandemente al percatarse que era cierto; ella era un objetivo.

—¿Y si me niego?—le cuestiono, estaba cansada y exhausta, aquella bestia la dejó inválida y con malos golpes alrededor de su cuerpo.

—No te negarás.—todo su alrededor se colocó oscuro, las llamas se fueron y no se oía nada, parecía un limbo oscuro del que cualquiera huiría.

—Naoto.—nombró ante aquel comentario, Kai buscaba desesperada su presencia, su mente ilustraba pesadillas, como llamas alrededor.

—¿Dejarás que otros arriesguen tu vida por ti?—se presentó ante ella, parecía un robot, se veía ido y perdido, con su mirada fija en Kai.

—Ya se toda la verdad. No tienes que fingir conmigo.—musitó Kai, quedándose arrodillada frente a él en ese abismo oscuro donde se oían gritos; el don de Naoto jugaba con ella, como una pesadilla.

—No puedes pretender que otros te salven, otros como yo o nuestro padre.—decía Naoto, el fuego atrás suyo apareció, Kai cubrío sus oídos para no oír los gritos atrás.

—¡Kai!—la voz de su padre se presentaba, negó desesperada para no oírlo, no quería pensar en eso, pero era imposible con un don mental como el de Naoto; la torturaba, All For One lo hacía manejando el cuerpo de Naoto.

—Basta. ¡Basta!—pedía entre gritos, bajando la cabeza para chocarla contra el abismo oscuro, porque no veía nada más que el fuego naranjal alrededor.

Se repetía en su cabeza constante, su don buscaba entre tus miedos más profundos y los hacía sobresalir, impidiéndote mirar más allá, se enfocaba en repetirse con seguimiento hasta dejarte fuera de la realidad. Apretó sus labios salivosos, porque Kai humedeció sus ojos y el llanto inició conjunto unos gritos de su parte. Las llamas naranjales se oponían, podía sentirlas calentarme. Cerré los ojos, evadiendo la imagen de su padre encenderse en fuego por completo. Su corazón palpitaba con rapidez, pasando de una imagen a otra. Todo su cuerpo se mecía, porque esto no era real. Nada de los miedos que él presentaban era real, cayo al abismo, abrazando sus rodillas y viendo los pájaros negros pasar por encima de ella, dejándola en una especie de transe. Sollozaba, perdía la noción del tiempo en esa burbuja oscura que la hacía ver a sus compañeros en el suelo, llenos de sangre, con su desaparecida madre. Conjunto a eso, Shoto entrelazando su mano con la de Momo. Kai negaba aceptar esa realidad, ya no podía soportarlo. Quería que esto se detuviera, le dolía.

—¿Eso son tus miedos?—se preguntó Naoto inclinado frente a ella, sus ojos azulados la veían detenidamente y el joven detrás de él no estaba.

Y de pronto, Kai parecía encontrarse en otra dimensión. Sus manos temblaban, se mostraba como si hubiese hecho algo malo, porque sus compañeros estaban a su alrededor, señalándola por sus pecados. Kai buscaba respirar hondo, buscaba normalizar su respiración, pero ver a Shoto frente a ella fue como una herida más mortal, porque él expandía su hielo el cual la tocaba lentamente, congelándola. Ella se quedó mirándolo. Había tenido esa pesadilla una y otra vez, donde se convertía en villana, siguiendo los pasos de su familia, evitando ser la héroe que quería ser. Sus ojos cristalinos estaban humedecidos, dejaba que el hielo la tocara a pesar de oír un estruendo gritó provenir del joven de ojos rojizos. No sabía porque veía en él la protección y seguridad que otros no le daban, pero ella no quería que Bakugo la salvara. El destello de su don hizo que Kai volviera a la realidad, tendida en el suelo y desesperada, con su alma abierta ante los ojos de aquel quien la veía. Porque de pronto, la imagen se volvió morbosa y cruel, con sangre en las manos de Kai y sus compañeros en el suelo, todo como si ella lo hubiera hecho.

—¿Tienes miedo de convertirte en una villana?—se cuestionó su hermano, aún inclinado frente a ella, ya no era la electricidad lo que la aterraba.

—Basta. Basta. Basta.—repetía Kai, ida.—No quiero que nadie muera por mi. No quiero que nadie tenga que salvarme.—pedia ella con desesperación, entre abriendo y cerrando sus ojos volvía a la realidad del bosque donde yacía.

—Nadie tiene que morir por ti. Solo tienes que venir conmigo y todo estará bien.—musitó Naoto con una voz muy serena que no parecía ser suya.

—¿Me dirás dónde está mamá?—le preguntó Kai, levantando la mirada, como si viera algo más en los ojos de su hermano.

—Te dire la verdad de tu hermano y como me conoció, Kai. De paso desbloqueemos algunos recuerdos. Pero al final, deberás venir conmigo.—pidió All For One a través de Naoto, quien era un títere sin alma, extendiendo su mano hacia la albina quien extendió la suya temblorosa.

80 votos para el próximo capítulo; recuerden que este capítulo fue subido antes de su día de actualización, el cual es miércoles, lo hice porque pasó los límites y estoy agradecida, pero recuerden votar para que el miércoles podamos continuar con los recuerdo de Naoto y la verdad detrás de su infancia.
Próximo capítulo: Solo mírame.

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