• CAPÍTULO 7 •

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Si gustas puedes escuchar "Saturne" de Sleeping at Last mientras lees este capítulo



Su pulgar acariciaba tenuemente el dorso de su mano, a medida que escuchaba la respiración del castaño tranquilizarse.

Los días de invierno estaban acabando y Taehyung lo podía percibir en la calidez que recibían sus cuerpos en ese momento.

El sol se aparecía por entre las nubes.

Sentía la mano de Jungkook hacer presión sobre la suya, percatándose que el castaño no estaba muy consciente de aquella acción. Observándole como este mantenía sus ojos fijos sobre aquel preciso lugar.

Los días estaban siendo pesados para Jungkook. Días en los que intentaba hacer una rutina que Taehyung, no estaba muy seguro de que estuviese haciendo bien al castaño.

Es que muy seguidamente le escuchaba llorar a escondidas, cuando tal vez creía que nadie le oía.

Pero Taehyung siempre lo hacía.

Y también su lobo, al cual sentía correr desesperado por el deseo de tranquilizarle.

Aunque el pelirubio no deseaba dañar el orgullo de Jungkook. Ya que este, a pesar de su conversación en aquella bodega, aún se sentía ofendido cada vez que Taehyung intentaba ayudarle. De alguna manera el castaño quería demostrarse a si mismo que era fuerte, no queriendo mostrarse vulnerable ante el alfa.

Eso había provocado varios enfrentamientos entre ellos dos. Cosa que los había distanciado a ellos y a sus lobos.

-¡Jihyun no debes hacer tanto esfuerzo! ¡Tu estado es delicado!- había dicho la anciana ese día. Mientras permanecía recostada sobre la cama, la cual habían movido a la cocina para que ella no sintiese tanto frío- ¡Gongyoo! ¡Ayudale, no seas un desconsiderado! -insitió.

El pelirrubio había mirado a Jungkook, el cual venía entrando a la casa con leños entre sus brazos.

Taehyung se aproximó hacia el castaño, intentando quitarle algo de peso, por la carga de madera que llevaba. Pero Jungkook siendo testarudo, le miró entre enojado y confundido, volviendo a poner los maderos si mismo, no dejándole que le ayudase.

-¡Gongyoo!-el pelirubio escuchó nuevamente a la anciana y giró los ojos frustrándole la situación- ¡Te dije que le ayudaras!

-¡Pero si no me ha dejado!- La verdad es que Taehyung estaba agotado mentalmente. Hyejin les llamaba desde hace días por nombres que él desconocía y el castaño poco podía ayudarle a entender la razón. Ya que sumado a eso, la anciana intentaba comunicarse con Jungkook hablándole, como si hubiese olvidado totalmente que el chico no le escuchaba.

Aquello tenía muy lastimado al castaño, provocando que explotase con facilidad a las intervenciones de Taehyung.

Mientras que con el transcurso de la fría estación, la anciana solo empeoraba su condición. Habiendo perdido el apetito y bajando considerablemente de peso.

Hyejin ya no tenía fuerzas para levantarse de la cama. Debiendo ser el castaño quien le limpiaba, lavando su cuerpo con agua tibia y cambiando paños de tela que esta ensuciaba con sus necesidades.

La anciana estaba deteriorandose rápidamente. Y el pelirubio sentía como el aroma de Jungkook se volvía cada vez más amargo producto de la tristeza.

Pero Jungkook le había estado evitando durante todo ese tiempo, ignorándole por completo. Y eso a Taehyung y su lobo, le estaban volviendo loco.

El omega le necesitaba. Ambos lo hacían.

Pero el castaño se negaba a recibir su contención.

-"Jungkook lo siente"- le había dicho el castaño minutos atrás en la cocina, mientras Taehyung le miraba con lágrimas en sus ojos.

Es que su lobo no lo había soportado más y anteriormente se había abalanzado a ayudar a Jungkook, cuando le vio intentando levantar a la anciana que había caído de la cama.

Ambos la pusieron sobre aquel lugar, cubriéndola el castaño con mantas para que no perdiera calor. Y Taehyung sintió por segundos un pequeño regocijo en su interior.

Sensación que desapareció fugaz, al sentir como el omega le había empujado fuertemente, lanzándole al suelo.

Taehyung había percibido la rabia del castaño al observar como se asomaban sus colmillos.

Algo dolió en él. Y había sido tal el impacto de la acción de Jungkook, que su lobo no había logrado reaccionar ante eso.

Lo había humillado.

Aún sentado sobre el frío suelo, sintió sus ojos humedecer. A la vez que escuchaba como el castaño caía de rodillas y comenzaba a sollozar.

El pelirubio le miró, sus manos quemando por la necesidad imperante de ir a abrazarle.

-"Jungkook lo siente"- le vio mover sus manos, para luego ponerlas sobre su el suelo nuevamente mientras sus hombros se agitaban.

El pelirubio sentía el dolor de su lobo, quien se encontraba luchando contra su propia tristeza.

Entendía que quien había actuado había sido el lobo de Jungkook. Habiendo este formado una especie de coraza durante todo este tiempo, deseando protegerse y sobrevivir a la realidad que estaba enfrentando.

Pero Taehyung sentía temor de estar involucrandose demasiado.

Sin controlar su propia necesidad e ignorando la actitud de su lobo, se aproximó hasta donde estaba el castaño. Alarmado al observar como este golpeaba su pecho.

-Ey te estás lastimando- le había dicho por inercia y en un susurro rasposo que obviamente nunca llegó a oídos de Jungkook.

Sosteniéndole firme entre sus brazos, apreciando como el castaño movía sus manos -" Jungkook duele aquí"-le dijo, para luego mostrar aquella zona que había golpeado sobre su tórax.

-Lo sé- le había respondido nuevamente hablando Taehyung, besando su cabellera y solo primando el él, el anhelo de sostener aquel dolor que el chico sentía. Una sensación que él mismo conocía muy bien.

Sintió como el chico se liberaba de su agarre y le miraba. Aquellos ojos intensamente azules, teñidos con tintes rojizos que marcaban el dolor que sentía.

-"Jungkook malo"- le señalo al pelirubio, el que negó inmediatamente y pasó los pulgares de sus ambas manos, para secar la humedad de la vista del chico.

-"No, Jungkook asustado"-le respondió Taehyung, para luego depositar un suave beso sobre la comisura de su boca.

El castaño lejos de sorprenderse por aquello, se sintió cálido. Tomando una de las manos de Taehyung de forma decidida, invitándole a levantarse.

Ese simple gesto les había llevado a ambos a aquel lugar. Al que durante todos esos meses habían mantenido muy curioso a Taehyung.

Un espacio tras la casa que era resguardado por una gran cerca, la que se cubría por vegetación y poseía una sencilla puerta sellada bajo llave. Lo preciso para que Taehyung entendiese, que a aquel lugar requería de autorización para ingresar.

Permiso que había recibido minutos atrás por parte del castaño.

Ambos ahora se encontraban de pie, aún con una de sus manos entrelazadas.

El pelirubio apreciaba frente a ellos una especie de altar, con algunas cintas de colores y unos incipientes brotes de naturaleza, que la primavera traía consigo.

Percibió como el castaño soltaba su mano, buscando entre su bolsillo y sacando un pequeño cirio y algubos inciensos que traía consigo desde la casa.

Jungkook los encendió y juntó sus palmas en posición de oración.

El pelirubio mantuvo un respetuoso silencio, solo escuchando como las aves trinaban a lo lejos. Podía deducir de que trataba todo eso, pero no quería incomodar a Jungkook en aquel momento que sintió especial. Y agradecía que lo compartiese con él.

El castaño se inclinó hacia él mostrando con su mano su vientre -"Jungkook, mujer tuvo. Mujer aquí"- le dijo a Taehyung, pero este no comprendía muy bien lo que le quería decir-"Mujer cielo, estrellas."- le había nuevamente insistido.

El pelirubio le observó, pretendiendo hilar cada palabra. Para luego, ver como el chico hacía un gesto entre sus manos, como meciendo a un bebé.

Mamá.

Y Taehyung asintió, entendiendo lo que intentaba decirle el castaño. Ambos estaban de pie, frente a la tumba de la madre de Jungkook.

-"Jungkook, Hyejin. Siempre solos"-le indicó con sus manos el castaño, mientras sus labios comenzaban a temblar- "Hyejin cuidar Jungkook" -el omega estaba angustiado, apretando una de sus manos contra la otra nerviosamente. Y Taehyung sentía como el castaño parecía desmoronarse frente a él -"Jungkook duele, siente miedo. Jungkook solo".

Y para el pelirubio fue inevitable aferrarlo a él, oliendo la amargura de glicinas secandose sobre su cuello. Él entendía aquel sentimiento doloroso de perder a alguien, aunque era muy pequeño en aquel entonces, recordaba claramente la muerte de su padre.

Pero él siempre tuvo quienes le sostuvieron. Aquellos que se preocuparon de entregarle todo lo que su padre no había tenido la oportunidad de darle. Y aunque Taehyung sabía que su ausencia jamás podría reemplazarse. Sabía que sin sus pilares, habría caído facilmente.

Pero Jungkook no tenía a nadie fuera de la anciana. Hyejin era prácticamente su madre, quien le había enseñado todo lo que él sabía. Y si bien, el omega intentaba demostrar una fortaleza que Taehyung no hubiese esperado ver en alguien de su condición. Éste sabía que al partir la anciana, el castaño sin poder evitarlo se rompería.

Y Taehyung no permitiría aquello. Ni él, ni su lobo lo soportarían.












-¿En cuanto tiempo más saldrás?-le dijo el chico de rubia cabellera, sus palabras casi silenciosas en aquel lugar del castillo.

La noche paseaba su oscuridad a las afueras de aquel ostentoso sitio. Manto que servía para cubrir de miradas, ese pequeño encuentro furtivo entre los dos alfas.

-Supongo que en unas horas más- respondió el alfa pelicastaño, a la vez que ordenaba elementos utiles para su viaje.

-¿C-cuantos van contigo? -le respondió un tanto dudoso, pretendiendo no incomodar al alfa.

-Solo dos soldados. Los justos para no levantar sospechas.

Hubo un silencio breve en el lugar, que parecía querer cortar la tranquilidad de aquella conversación.

-¿Serán s-suficientes? -el rubio vaciló -Q-quiero decir...t-tu sabes es peligroso y no sa-saben con que se encontrán y....

-Estaremos bien Jimin. Lo estaré- el alfa le sonrió gentilmente, mientras continuaba organizando todo lo necesario.

-Mi padre piensa lo m-mismo, sin embargo yo...estoy p-preocupado Hoseok- le dijo sintiendo que tiritaban sus labios.

El alfa frente a él suspiró- Es porque es lo mejor Jimin y él lo sabe. Se necesitarán muchos hombres acá, los reinos están entrando en conflicto y debemos proteger Yeoreum.

El rubio se giró hacia la ventana de aquel lugar, observando las constelaciones que adornaban el despejado cuadro del cielo- N-no quiero que nada te suceda- Jimin sentía sus ojos ezcoser y su garganta doler- Si y-yo me entero de q-que algo te ha p-pasado, yo...

-Nada de eso acontecerá -Hoseok le miró, aquel joven alfa de espaldas a él le parecía tan vulnerable.

Jimin bajó su mirada hacia sus manos, apreciando el luminoso anillo que destacaba en una de sus manos- Ayer fuimos con mi padre donde Sooyoung.

La madera del suelo crujió tras del pelirubio, como si el chico espaldas a él hubiese frenado sus pasos.

-Lo sé- respondió. Un desgarro produciensose sobre el pecho de ambos.

-N-no estoy seguro cuando será- el pelirubio tragó saliva, sintiendo como sus mejillas se mojaban de la salinidad de sus lágrimas- T-tal vez antes que regreses o...tal v-vez d-despues.

-Lo se- volvió a responder el Hoseok, mientras sus manos se ataban en puños. Casi no soportando aquella situación, sintiendo que el aire se atascaba en su tórax -Volveré con Taehyung, lo prometo Jimin. Ahora debo irme, permiso de retirarme alteza-dijo para luego inclinar su cuerpo en reverencia, sin esperar respuesta y dirigirse hacia la salida.

Aquella acción provocó que el rubio soltara un sonoro sollozo, que hizo que Hoseok se volteara hacia él, viendo como Jimin le miraba con sus ojos cubiertos de lágrimas.

Lágrimas que él mismo sentía sobre su rostro.

Acortando la distancia entre ambos y tomándole con tal necesidad, que casi no percibió el primer roce de sus labios al tocarse. Solo sintiendo el sabor de aquel alfa al que tanto amaba, sobre la candidez de su boca.











Un pequeño niño de cinco años, ojitos azules y cabellera castaña corría por entre las flores.

Su pálida piel mezclandose hermosamente con la gran cantidad de colores presentes en aquel campo.

Su pequeño corazón latiendo firme de felicidad. Adorando cada destello de vida presente en ese tan resplandeciente lugar.

Sus manos se golpeteaban sutilmente con la vegetación, la que iba tocando a medida que su cuerpo se hacia camino a través de la estepa.

Achinaba sus ojitos, mientras carcajadas huían desde su garganta para perderse por entre el eco de las montañas.

El aroma era exquisito, debido al mar de flores que le rodeaba.

Una que otra a la cual también se había atrevido a saborear en su paladar.

Un pequeño niño curioso que descubría el mundo en todas las sensaciones que este le podría dar.

Perdiéndose en aquel mundo, con sus aún cortas piernas difuminandose por entre la hierba.

Y a pasos torpes deslizándose sobre el suelo, hiriendo sus palmas y rodillas.

Su llanto no se hizo esperar, angustioso y reflectado por el eco en ese gran valle.

-¡Aah Saltamontes travieso!-exclamó una anciana mujer. La que no le había despegado sus ojos de encima, mientras el pequeño niño corría por el campo, ajeno a cualquier peligro.

El niño que no dejaba de llorar, movía sus manitos y miraba a la mujer-"Duele mi"- dirigiendo su mirada asustada a su rodilla izquierda, de la cual comenzaba a salir un poco de sangre producto de la herida recién hecha.

-"Tranquilo. Poco dolor. Se irá"- le señaló la anciana mujer, pasándole una idea por la cabeza para distraer la conmoción del niño. Apuntando su dedo indice hacia la rodilla de este e indicando- "Dolor"- y luego apuntó hacia diferentes flores de color rojo-"También flores bonitas"- el niño asintió, sopesando su llanto -"¿Qué más?"

El pequeño castaño frunció sus cejas reflexionando, para luego señalar con sus pequeñas manos -"Fuego"

-"Sí, también calor. Cálido" - la mujer esta vez apuntó hacia abajo, donde el niño se encontraba sentado -"La hierba del campo ¿qué más?

El pequeño niño parpadeaba buscando ideas en su cabecita- "Árboles, hojas. Musgo. Insecto. Naturaleza"

La anciana le sonrió -"Exacto, la naturaleza ¿verdad?"-la anciana miró entonces hacia el cielo y lo apuntó con su dedo-"Cielo ¿qué mas?"

El niño miró hacia su alrededor y señaló -"Río. Agua. Frío"

-"¿Frío no es así?- señaló la mujer y el niño asintió - "Pero también tus ojos, saltamontes".

El abrió formó una "o" con sus labios, sorprendido de aquel sencillo, pero a la vez grandioso descubrimiento. Para luego reír mostrando sus dientecitos pequeños.

El dolor de su herida se había ido.






























Sintió su cuerpo cálido y casi inmovilizado entre dos brazos que le apresaban. Sus ojos se abrieron lentamente, ardiendoles por segundos a medida que se adaptaban a la luz.

Frotó su nariz sobre el pecho del alfa, relajandole aquel suave aroma que desprendía de él. Juntos se habían dormido abrazados, sentados sobre una manta apoyandose en una de las paredes de aquella cocina.

Dirigió su mirada hacia arriba, observando la cincelada mandíbula de Taehyung. La que decidió tocar delicadamente con la yema de sus dedos, sin intención de despertarle.

Jungkook podía percibir la belleza de aquel pelirubio, formándose cosquillas sobre su estomago cada vez que le veía, le olía o incluso le pensaba.

El castaño retiró los brazos del alfa, los cuales habían estado abrazando su cintura durante su sueño. Dejando un beso sobre la quijada de este, para luego levantarse y cubrirlo con una de las mantas.

Sonrió al ver como Taehyung buscaba su cuerpo aun medio dormido.

Aun con sus piernas adormecidas giró su cuerpo, buscando con su mirada a Hyejin, percatándose que ella le entregaba una tenue sonrisa desde su cama. Su espalda semi apoyada sobre un floreado almohadón.

Se aproximó hacia ella, apreciando sus manos sobre la ropa de cama y decidiendo tomarla entre las suyas.

Las manos de la anciana se sentían frías y Jungkook pensó que su cuerpo también podría estarlo, por lo que decidió subir sobre la cama con cuidado de no lastimarla. Y así entregarle algo de su propio calor.

Ella lo miraba acurrucado sobre sus piernas, mientras besaba sus manos, percibiendo la calidez de su cachorro.

Porque eso era. Jungkook era su cachorro luego de que Jihyun falleciera.

No lo había pretendido así.

Su naturaleza beta jamás le había permitido imaginarse en un escenario como ese. Y más aun, aquella soledad que llevaba marcada sobre ella desde que era una niña.

Pero aquel castaño había hecho florecer en ella sentimientos que pensó no poseer. Nunca había compartido su espacio con alguien, su comida o su aire. Siempre en su mente era nadie mas que ella como primordial importancia.

Pero Jungkook siendo aun un bebé, tomó aquel único puesto en su vida, convirtiendose en el protagonista principal de ésta.

Sus manitos pequeñas se habían aferrado a ella aquel día, donde un cumulo de flores se posaba sobre la tierra recién removida. Sus ojos azules aún enceguecidos por la luz de aquel nuevo mundo, la invitaban a sostenerlo y enseñarle todo lo que fuese posible.

A hacerlo fuerte. Capaz de enfrentar cualquier dificultad sin sentir miedo.

Eso le hizo sentir temor, sobre todo cuando con el pasar de los meses se percató que algo en la condición del bebé no andaba bien. No reaccionando a su voz cada vez que ella le hablaba.

Jungkook no la oía y no lo haría jamás.

Debiendo crear entre ellos un lenguaje que no se basara en sonidos, si no que en gestos.

Hyejin no pensó que lograría aquello. Sintiendo mucho temor a que él se dañase, no sabiendo como enfrentar un mundo preparado para personas que poseían la facultad de escuchar.

Sin embargo el chico era mas valiente de lo que ella creía. Viendo cada vez como la fragilidad de su cuerpo, crecía como una bella flor en el campo libre.

Silvestre, sano y fuerte.

Jungkook se había convertido en un adulto con habilidades igual que cualquier otro. Preparado para desenvolverse como el omega valiente que era.

Y aunque la anciana se arrepentía de no haber conversado con el chico, acerca de lo que involucraba ser un omega. Confiaba en que Jungkook fuera lo suficientemente inteligente, para que no permitir que ningún alfa se aprovechara de su inocencia.

Pero estaba al tanto de los nacientes sentimientos del castaño hacia aquel chico. Podía notarlo por como este se comportaba desde el primer día en que los encontró en aquel campo.

-¿Te estás enamorando no es así?- le habló con su voz muy cansada. Jungkook la vio mover sus labios, sintiendo como ella le acariciaba el rostro con una de sus manos.

El castaño cerró sus ojos, percibiendo como su pecho dolía, por la sensación de despedida que sentía sobre él.

Inevitablemente comenzó a sollozar. Apretando la mano de la anciana que se posaba sobre su rostro.

-No llores - le dijo ella - Eres demasiado joven para lastimarte de ese modo.

Sin embargo Jungkook no afianzaba su agarre, abrazándole ahora las piernas y hundiendo su rostro en las mantas de la cama.

La anciana sintió el suelo crujir y pudo ver la imagen del rubio alfa de pie junto a su cama. Su rostro mostrando angustia y preocupación.

-Este saltamontes es un chico especial- dijo Hyejin sin dejar de mirar a Jungkook, aunque sus palabras claramente iban dirigidas a Taehyung - Es terco y cabeza dura. Pero es demasiado inocente. Nunca ha ido a la ciudad. Nunca ha viajado mas allá del valle- el pelirubio la miraba sin saber como responder- Necesito saber que no estará solo. Necesito saber que mi hijo no sufrirá mi partida - habló con sus ojos volviendose cristalinos.

-No le dejaré sólo- Taehyung la miró asintiendo, en un gesto de total respeto- Lo prometo.

Ella cerró sus ojos, moviendo suavemente su mano hacia el rostro del castaño, indicándole su se girase hacia ella.

Jungkook quien lloraba con su respiración agitada, la observó viendo como esta de forma dificultosa movía sus manos -"Volare a las estrellas"- el castaño negó con la cabeza mientras un fuerte ruido de llanto explotaba desde su garganta - "Es tiempo"

-"Duele" - le dijo él, sintiendo como la mano de Taehyung se posaba sobre su espalda.

-"Dolor pasará. Tú fuerte"- le señaló, recogiendo la mano de Jungkook y acercándola a su boca para besarla suavemente. El castaño la vio llevar su propia mano hacia su pecho. Para luego dejarla sobre el suyo-"Te amo. Por siempre"

Jungkook apretó sus ojos, realizando la misma acción que Hyejin -"Te amo. Por siempre"- para luego recostarse nuevamente sobre las piernas de la anciana, mientras sostenía una de las manos de ella entre las suyas y aspiraba su aroma. Sintiendo como poco a poco esta detenía su respirar.

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