031. why am i still here?

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Advertencia: ataque de pánico, posibles anger issues

CHAPTER THIRTY-ONE
❝¿por qué sigo aquí?❞
cobra kai season three | act. three










SAM Y ETHAN eran prácticamente los sensei's de los Miyagi. Los dos se ponían de acuerdo antes de cada clase para ver que perfeccionar y/o enseñar, a veces incluso Cassie les ayudaba.

Demetri le dio un golpe a Chris que lo hizo caer.

—Buen golpe —dijo levantándose.

—Sí —respondió Demetri.

—Bien. Otra vez —dijo Sam.

—Sammy —dijo Ethan al ver la cara de incredulidad de Demetri.

—¿Qué? Debemos estar listos para pelear.

—Si pero...

—¿Qué están haciendo? —dijo una voz muy conocida para los dos chicos a sus espaldas.

Ethan maldijo en voz baja y se dio la vuelta para ver a su mamá y a Anthony.

—¿Creería que hacemos la tarea? —dijo Demetri sonriendo inocentemente.

—Vayan a casa. Todos —al ver que nadie se movió hablo de nuevo—. ¡Ahora!

Los chicos se fueron entre murmullos y suspiros. Amanda se cruzo de brazos viendo a sus dos hijos mayores.

—¿Qué parte de "no más karate" no entendieron? —apuntó a Ethan—. Especialmente tú.

—Es muy claro —dijo Anthony con un helado en la mano.

Sam lo fulminó con la mirada y Ethan le robo el helado dándole un mordisco.

—¡Oye! ¡Eso es mio!

—Tengo hambre —dijo Ethan dándole otro mordisco y levantando el brazo—. Te compro otro luego.

—La parte en la que decidieron por nosotros —dijo Sam ignorando a los dos chicos.

—Prefiero estar haciendo karate a estar viendo el techo todo el dia —murmuró Ethan.

—Pueden hacerlo, mientras vivas en su casa —dijo Anthony tratando de alcanzar su helado.

—¿Y la escuela? El director me llamó, ¿también ignoran sus reglas? ¡Ethan devuélvele el helado!

Ethan bufó y le devolvió el helado de su hermano, pasando su brazo por los hombros de el.

—¿El partido de fútbol? —preguntó Sam—. Eso no fue nada.

—¿No fue nada? Podrían suspenderlos de nuevo.

—Pensé que eran más inteligentes —dijo Anthony negando—. Qué decepción.

—Traicionero —reclamó Ethan.

—Ve a esperar en el auto, Anthony —le dijo Amanda—. Niños, no sé qué les está pasando, pero...

—No, no lo sabes —interrumpió Sam—. Si crees que el karate es el problema, no has prestado atención. Vámonos, Eth.

Sam tomó la mano de su hermano y lo arrastró fuera del dojo.

—No deberías hablarle así a mamá...

—No empieces.

Los chicos de Miyagi fueron al Golf N' Stuff ya que Chris le escribió a Ethan que los de Cobra Kai lo molestaron en el trabajo y Sam propuso ir a hacerles frente.

—¿Dónde están? —preguntó Sam.

—En el juego de láser.

—¿Cuántos?

—Son cinco.

—Somos siete —asintió Sam—. Jugará a nuestro favor.

—¿Segura de que deberíamos hacer esto? —preguntó Demetri.

—No creo que sea una buena idea —dijo Ethan metiendo las manos en sus bolsillos.

—No estamos en la escuela. Podemos contraatacar.

Ethan suspiró mientras seguía al grupo hasta el juego de los laser's. Una vez llegaron ahí, Ethan reconoció a Luca, a Halcón y a Mitch.

—¿Qué quieren? —preguntó Halcón.

—Venganza —respondió Sam.

Y se armó el caos.

Los dos primos peleaban, sin realmente hacerse daño. Sam golpeaba a cualquiera que se le cruzara, Ethan ayudaba a Demetri a defenderse y Chris peleaba contra Mitch.

—Ethan LaRusso... —Ethan se paralizó con la respiración agitada—. ¿Dónde estás, imbécil?

Mitch agarró a Chris. Halcón tenía a Demetri. Luca inmovilizo a Cassie y Sam estaba rodeada por dos chicos mucho más altos que ella.

—¡Da la cara, LaRusso!

Ethan quería correr pero sus piernas no respondían. El cuello de su camiseta apretaba contra su piel y su cuerpo entero estaba temblando.

Estaba aterrado.

Su frente se perló de sudor mientras escuchaba el bombeó de su corazón como si estuviera latiendo justo en su oído.

Tory apareció frente a el con los puños apretados.

—¡Ethan! ¡Sam! —gritó Chris siendo golpeado.

Tory le dió un golpe en el ojo, logrando que Ethan cayera al suelo, aún sin reaccionar.

—¡No! ¡Por favor, detente, Eli! —escuchó a Demetri hablar unos metros más lejos—. ¡Soy yo! ¡No lo hagas!

Tory lo agarró de la camisa y comenzó a golpearlo en la cara, sin remordimiento alguno.

Y Ethan no hizo nada por defenderse.

Su cerebro le decía que se defienda pero su cuerpo no respondía. Una parte de el le decía que no valía la pena defenderse, que se lo merecía.

Tory le tiro el pelo desde detrás, justo como en la escuela. Ahí fue cuando lo vió: Halcón estaba apunto de romperle el brazo a Demetri.

—¡Hazlo! ¡Acábalo!

Los gritos de todos le hacían eco en los oídos. No localizo a Sam y eso lo puso más nervioso de lo que ya estaba.

Podía ver a Cassie tratando de soltarse del agarre de su primo pero el tampoco se movía.

Ethan juraba que estaba apunto de desmayarse cuando empezó a ver pequeños puntos negros por todas partes.

No podía respirar.

Halcón le rompió el brazo a su mejor amigo de toda la vida.

No podía moverse.

¿Dónde estaba Sam?

Dos lágrimas cayeron por sus mejillas cuando sintió a Tory patearlo en la espalda.

¿Por qué no lo ayude?

—Miren, esta llorando —la escuchó lejanamente—. Marica. No hemos terminado, LaRusso.

Le dió una última patada antes de irse con sus amigos. Dejando a Ethan, sintiéndose aún más vulnerable en el suelo.

Sam y Ethan estaban en la sala de espera del hospital, esperando a que su mamá los fuera a buscar. Cassie y Luca se habían ido a sus casas, Ethan sospechaba que la señora Weber los iba a castigar a los dos.

—¿Otra pelea de karate? —dijo Amanda escandalizada—. ¿En qué estaban pensando? ¡Ethan tu cara, Dios mio!

—Mamá —dijo Sam con la voz rota.

Ethan volvió a llorar. Su mente ya había revivido la pelea unas veinte mil veces y cada vez se sentía más y más inútil.

Era su culpa. Otra vez, todo era su culpa.

Oh, niños —Amanda se agacho frente a los dos—. ¿Qué pasó?

—Le rompieron el brazo a Demetri —Sam también estaba llorando—. Solo quería demostrar que no podían acosarnos.

Ethan estaba llorando tan desesperadamente que no podía respirar bien. Amanda los abrazo a los dos, uno con cada brazo.

—Está bien —murmuró—. Todo va a estar bien.

—No hice nada —dijo Ethan entre sollozos—. Me quede ahí como un imbécil. Soy una horrible persona, mamá.

—Eran dos —dijo Sam—. Me rodearon, ellos... ellos intentaron...

La sangre de Ethan hirvió en rabia.

Ethan debería haber parado a su mamá apenas le dijo que iba a salir, pero el también tenía... asuntos pendientes.

—¿Hola? —preguntó Amanda con enojo—. ¿Hay alguien aquí?

John Kreese salió desde la habitación de atrás con una toalla alrededor de su cuello.

—Está cerrado, querida —se secó el sudor de la cara mientras caminaba—. Pero si quieres inscribir a tu hijo en clases de karate, con gusto te ayudo.

—¿En las clases aprenden a atacar niños y a romperles un brazo? —preguntó Amanda—. Eso hicieron tus alumnos.

—¿Sí? —preguntó, como si en el fondo no se sintiera orgulloso—. Seguro se lo merecía.

—¿Cómo mi hijo cuando una de tus secuaces lo atacó? ¿O como mi hija cuando tres de tus chicos la rodearon y acosaron?

—Entonces eres la señora LaRusso —dijo sonriendo divertido—. ¿El pequeño Daniel no se atreve a pelear sus propias batallas?

—Oye, Rambo. Hay niños heridos. Controla a tus karatecas matones o iré a la policía. ¿Entendido?

—Eres peleadora —dijo Kreese acercándose—. Pero eso me gusta. Me gusta...

Amanda le dió una cachetada.

—No me interesa que te guste. Eres un sociópata. Acabaré contigo, cueste lo que cueste.

Ethan había ido a buscar a Luca.

No estaba pensando con claridad, para nada. ¿Cómo podía si su propia hermana no quería que ni el, ni Anthony se le acercaran?

Luca aceptó sin pensarlo mucho. Era una forma de disculparse y Sam le agradaba.

—Son ellos —dijo Luca.

Los dos chicos estaban "coqueteando" con unas chicas que en realidad se veían bastante incómodas.

Ethan apretó los puños y salió de su escondite para darles un empujón a los dos.

—¿LaRusso? —preguntó uno de ellos—. ¿Di Angelo? ¿Qué...?

Ethan le dio una patada en el estómago y lo empujó al piso. Luca golpeó al otro en la nariz.

Ethan no le dió oportunidad al chico de defenderse. Su vista se nubló mientras lo golpeaba. Quería parar. ¿Por qué no estaba parando? Ya era suficiente. Para.

Luca le tocó el hombro con la boca entreabierta y con el ceño fruncido.

El chico que Ethan había golpeado tenía toda la cara llena de sangre. Ethan lo tenía de la camisa y su puño amenazaba con golpearle la nariz de nuevo.

Luca tenía al otro chico en la suela de su zapato, literalmente. El Cobra Kai estaba recostado sobre su estómago, con el pie de Luca en la mejilla y la nariz sangrando.

—Si se atreven a acercarse a mi hermana... —comenzó Ethan respirando agitado—, o a cualquier otra chica de esa manera otra vez... y van a saber lo que de verdad significa no tener piedad.


















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