𝟬𝟯𝟯━━ Sé que a 𝘃𝗲𝗰𝗲𝘀 parece que estoy loco...

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❛𝓒𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝓣𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘-𝓣𝐇𝐑𝐄𝐄❜
𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 👻☎️
𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐒...
༉‧₊˚. ♯ I know
𝘀𝗼𝗺𝗲𝘁𝗶𝗺𝗲𝘀 I look like I'm crazy...

              𝐕𝐈 𝐂𝐎́𝐌𝐎 𝐋𝐀𝐍𝐃𝐑𝐘 𝐂𝐄𝐑𝐑𝐀𝐁𝐀 𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐃𝐀𝐁𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐋𝐓𝐑𝐄𝐂𝐇𝐀 𝐏𝐔𝐄𝐑𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐏𝐀𝐔𝐒𝐀𝐃𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 y se giró hacia a mí con una sonrisa, sus ojos felinos miraron los míos, devorando mi existencia. Ethan me conocía como la palma de su mano, sabía cuáles eran mis puntos fuertes pero también, los débiles. Supe enseguida que una parte de mí luchaba por alejarse de él, huir de la realidad y otra, aferrarme a ella mucho más y probar nuevas experiencias pero, tenía miedo. Aún tenía miedo, sí. Y por más que intentaba vencerlo, por más que intentaba con todas mis fuerzas superarlo, la realidad era demasiado dura para mí y sentía que me estaba ahogando.

Retrocedí hacia un lado de la cama, cada vez más cerca de la mochila, a medida que mis ojos no se apartaban de los de él. Aquellos ojos de cachorrito que me engañaron, su preciosa dulzura e inocencia que me atraparon, su sonrisa tímida y sus pómulos enrojecidos que me enamoraron.

Caí en su trampa como lo hace un pequeño cordero sin rumbo que irrumpe de lleno en un cepo de cazadores. Y ahora, volvía a sentirme con esa sensación de terror al tenerlo en la misma habitación y saber que era alguien distinto al chico con el que había pasado la mayor parte de mi adolescencia. Esa sensación de angustia y miedo dolía mucho.

Miedo porque sabía que las cosas no volverían a ser como antes, angustia de saber que ya no volvería a ver a ese Ethan, había desaparecido porque nunca había existido. ¿Raro, no? Y lo peor de todo fue la ingenuidad con la que había creído todas sus mentiras y sus sonrisas compartidas.

—Siempre que necesitaba cariño, sabía que podía contar contigo. Sabía que podía confiar en ti para cualquier problema, al igual que tú lo hacías conmigo. Me duele mucho que me hayas hecho esto. Que me hagas esto —dije casi susurrando las palabras, estaba a dos pasos de la mochila, estaba dispuesta a coger el cuchillo aunque era incapaz de hacerle daño.

—Lo sé —confesó él acercándose a mí. Vio mucho dolor en mi mirada, tragó saliva y yo intenté en la medida de lo posible no llorar delante suya, porque no sabía si se jactaría de ello y eso me produciría más desdén, sobre todo, dolor—. Sé que he sido un hijo de pu...

Corrí en dirección a la maleta e hice ademán de coger su cuchillo —sin dejarlo terminar la frase— pero él lo vio venir y saltó sobre mí. Me empujó hacia el suelo y se puso encima mía. Estaba molesto, en su rostro ya no había ninguna sonrisa orgullosa llena de maldad. Pude ver algo similar al miedo.

Su perfume me llegó a las fosas nasales, me trajo muchos recuerdos nostálgicos, eso hizo que mis ojos ardieran, intenté contenerme las lágrimas un poco más.

—Todo, absolutamente todo fue una mentira. Aquel beso, aquel "te amo", tan solo eran confesiones estúpidas para manipularme, chantajearme y engañarme. —Mis lágrimas finalmente empezaron a bañar mis mejillas. Me maldije a mí misma. Me toqué la pulsera. Ethan visualizó la escena, sin hablar, no quería agobiarme más de lo que ya estaba—. Finalmente... tu regalo...y... todo... ¿Por qué? ¿Para qué?  —Intenté ver muestras de arrepentimiento en su mirada y las vi, pero cambió el gesto y me acarició el rostro con sus dedos, limpiandome las lágrimas, aproveché para escupirle en la cara—. ¡No, capullo! ¡No empieces con tus juegos! ¡No empieces! No quiero seguir jugando a esto. No quiero seguir siendo tu títere.

—Jamás quise hacerte daño —confesó al fin, apresurado—. Sé que he sido un gran hijo de puta contigo y un maldito manipulador pero jamás quise que los otros te hicieran lo que te hicieron. — Su mirada no se apartó de la mía. Esta vez, decía la verdad—. Ellos pensaron que estropearías todo nuestro plan y quisieron quitarse de en medio.

—¿Estropear? ¿Quiénes? ¿Y por qué? Yo no he hecho nada malo.

—Tú no, yo sí —dijo en apenas un balbuceo, bajó la vista hacia mi vientre pero tenía la mirada perdida—. Enamorarme de ti. Querían que desaparecieras de mi vida para que no tuviera ningún tipo de distracciones ni influencias. Me cabreé tanto que los ataqué para defenderte. Es cierto que fui yo quien te hizo la llamada al principio. Pero solo fue para ver qué decías al respecto, para ver si todavía no te habían atacado. Quería controlar la situación y casi llego tarde. No sabes lo mal que lo pasé pensando que te había perdido para siempre.

—¿Querías controlar la situación o, a mí, maldito Ghostface de las narices?

Me miró como si le hubiera arrancado el corazón.

Esperé a que me mirara a los ojos para darle una bofetada. Fue tan fuerte que su rostro se volteó hacia un lado. El golpe sonó por todas las paredes de la estancia, aproveché la ocasión para salir de debajo suya con una patada en sus partes. Otra vez. Cuando se giró hacia mí, no había ira en su rostro, había aflicción.

—¡Otras vez en las pelotas no...!

—Maldito idiota... —susurré—. ¿Quiénes son ellos? —pregunté con resquemor mientras me incorporaba—. ¿¡Quiénes!? —le grité cogiendo el cuchillo y señalándole con la punta—¡Dilo ya! —Ethan se recuperó rápidamente y al instante, se acarició el pómulo afectado que en pocos segundos se tornó rojo. No hizo caso al cuchillo ni a mi gesto amenazante.

Capullo.

—Ya los descubrirás pero te prometo que no volverán a hacerte daño —dijo, acercándose a mí—. Eve...

Me alejé de él.

—No. Déjame en paz, Landry.

Estuvimos un rato en silencio observándonos. Sabía que era mejor irme pero una parte de mí —por milésima que sea— quería seguir estando con él. Sin embargo, ya había esperado bastante para formular una pregunta cuya respuesta no sabía y me carcomía por dentro.

—¿Por qué?

Él entendió a lo que me refería.

—Evelyn —zanjó él—. Yo he perdido mucho. Perdí a mi hermano.

—No te hagas la víctima conmigo —Fue lo único que articulé a decir.

—¡No me estoy haciendo la víctima! ¡Te digo la verdad! —exclamó. Me acerqué más a él con el cuchillo. Se quedó mirándome con el ceño fruncido, observando el arma y luego, a mí.

—Te vas a hacer daño con el cuchillito. Además así no se coje —se bufó—. Se coge así... —Inmediatamente saltó hacia mí y me tiró a la cama, sus dedos atraparon mi mano y me aferró la palma con fuerzas en el pomo ardiente del arma. Movió mis dedos despacio hacia abajo, de forma muy profesional y justo por el bordillo, paró en seco—. Así... ¿sabes? Por si acaso  la víctima se te escapa, puedes darle el golpe definitivo y ahorrarías tiempo en el acto.

Me puse tensa. Estaba oyendo su voz pero solo oía un «bla bla bla» de fondo. Mi mente estaba en blanco y un nudillo en la garganta no me permitía articular palabra alguna.

Está encima mía... está encima mía en una cama... ¿qué? ¿esto es real?

—¿Evelyn? ¿Me estás escuchando? —me preguntó. De nuevo ese dichoso «bla bla bla». Ahora no solo acercó más su cuerpo hacia el mío sino también su rostro. Reaccioné. Levanté mi rodilla derecha y le rocé la entrepierna, amenazándole con darle otro golpe. Lo entendió y se apartó un poco.

Chico listo.

Aunque aún seguía encima mía.

—¿Por qué cambias de tema? ¿Por qué te acercas tanto a mí? —le pregunté, desconfiada—. Sabes que no estoy preparada para esto —le dije porque sabía cómo iba a reaccionar.

Esta vez el que se puso rojo fue él como lo sospechaba y de inmediato, quitó su cuerpo encima del mío.

—¿Qué? No. Yo no iba a hacer eso contigo.

—Y ¿por qué... te acercas tanto a mí? Ya van dos veces que te lanzas sobre mí y eso solo en esta habitación...

—Pues... la verdad es que no lo sé... es como si...

—Ah... ya veo... ¿Ghostface ama lanzarse sobre sus víctimas cada dos por tres? Es como... ¿un acto reflejo o algo así, no? —Él sonrió—. ¿Y por qué has cerrado la puerta en plan: «oh, te voy a enseñar el mejor secreto de mi vida y me vas a ver al desnudo»

Me incorporé.

—Creo que ya me has visto al desnudo —confesó con una sonrisita. Sabía a lo que se refería. Se había desnudado al completo al confesarme quién era verdaderamente pero por la sonrisa supe enseguida que lo dijo con doble sentido.

Claro que de la otra forma de desnudez nunca la había... presenciado.

—Eso sonó... vagamente sexual.

—¿En serio? —bromeó con una ceja alzada—. Me parece que tienes mucha imaginación.

—No te hagas más el inocente conmigo, Landry. —Lo estudié con la mirada—. Ahora háblame más sobre tu familia y tu hermano. Y no me cambies el rumbo de la conversación con temas subliminales —La punta de mi cuchillo besó su cuello. Sentí que le gustó ese contacto.

Claro, estaba loco. ¿Por qué me sorprendió eso?

—Lo único que heredé de ellos fue mi paliducha piel y mi jovial personalidad. —Una sonrisa orgullosa apareció en su rostro.

—Claro. Sobre todo, lo psicópata —le corté yo. Su sonrisa desapareció pero la mía se ensanchó.

—Sé que a veces parezco que estoy loco...

—Loco me parece una descripción totalmente  incompleta —Le volví a cortar.

¿Qué era eso que sentía? Diversión. Me encantaba molestarlo, enfadarlo.

—Estás muy borde y me estoy acostumbrando a ello pero ya te estás pasando.

Solté una carcajada que sonó como una de esas risotadas de las brujas de Disney. Lo peor es que resonó por las paredes. Ethan me miró como si realmente la que estuviera loca fuera yo. Pero en realidad, estaba muy histérica.

El cuchillo apretujó una de sus venas azuladas del cuello. Gruñó sigilosamente pero no apartaba la mirada de mí. No tenía miedo. Sabía que él era mi debilidad y no podía matarlo.

—¡Lo que me pasa es que tengo problemas más importantes ahora que herirte tus putos sentimientos! —exclamé—. Si piensas que soy una borde primero piensa en por qué me estoy comportando así contigo. Me siento así porque sé que soy una idiota al no delatarte a la policía, porque sé que estoy asustada, nerviosa y... avergonzada. 

—¿Avergonzada por qué?

Por quererte.

No dije nada.

—¿Por qué? —Insistió pero él más que nadie sabía la respuesta, solo quería que la dijera. Lo estaba deseando desde que descubrí su secreto pero no era capaz de decirlo.

Añadí más presión en el pomo de mi cuchillo, un leve brote rojo apareció en su cuello. Podía matarlo. Podía hacerlo. Podía acabar con el asesino, podía... podía... podía.. pero no quería. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Él era mala persona y eso también me convertía en un monstruo como él.

Tenía ganas de gritar.

Cogió la hoja del cuchillo con su mano sin apartar la mirada de mí. Lo apretó tan fuerte que se hizo sangre en la yema de los dedos. Se llevó la carne cortada a sus labios rojos y saboreó su sangre. Se rió mientras la hemoglobina bañaba sus dientes blancos. Lo miré horrorizada. Ya se estaba convirtiendo de nuevo. Sus pupilas empezaron a dilatarse. Su locura se veía a ojos vistas.

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